El mundo está lleno de posibilidades
22 de octubre de 2025, 10:37
Capítulo 13: El mundo está lleno de posibilidades
Bella
.
Mel está actuando raro.
Esta tarde ha estado melancólica; apenas me miró cuando llegó, y su baile es, por decir lo menos, lento. Ya he tenido que decirle dos veces que levante los pies y le ponga algo de energía. Cuando Jake empieza a hacer pop, locking y b-boying, (10) veo a Becca susurrándole algo al oído a Mel mientras lo señala con una sonrisa pícaramente coqueta, pero Mel simplemente la ignora con un encogimiento de hombros.
—Oye, ¿estás bien? —le pregunto durante el descanso para tomar agua a mitad de clase.
—Supongo —dice, todavía sin mirarme—. ¿Ya te vas?
—Sí —digo porque le mencioné esto el miércoles por la noche—, pero como te dije, Angie se quedará contigo hasta que tu tío te recoja, ¿de acuerdo?
Asiente y mira fijamente al suelo. —Como sea —dice y se aleja sin decir una palabra más.
Ahora, normalmente, lidiaría con esta actitud después de clase, pero esta noche me iré temprano, en este instante, porque tengo eso para lo que debo prepararme. Esa cita.
Así que la estudio cuidadosamente mientras ella luce inquieta y mira fijamente su botella de agua, con sus ojos azules bajos, todavía negándose a mirarme a los ojos.
Y ahora la confusión se está convirtiendo en preocupación. ¿Le pasó algo?
¿Le pasó algo a Edward?
—Bella, te vas ya, ¿verdad? —me pregunta Jake—. Anda, yo me encargo de la clase.
Está muy emocionado de verme partir, pero no lo tomo como algo personal. Jake simplemente está ansioso por mostrarme que puede manejar una clase por sí solo, me ha estado pidiendo su propia clase por un tiempo y sí, probablemente le daré una. Pero eso es lo último que tengo en mente en este momento.
—Sí, sí, ya me voy.
—Muy bien, no te preocupes por la clase. Lo tengo. —Sonríe, mientras el diamante en su labio brilla.
—Sé que sí. —Le devuelvo la sonrisa—. ¿Te veré mañana por la mañana para la práctica de los alumnos de competición?
—Acá estaré —confirma, y luego me despido de todos y, al salir, envuelvo mi mano alrededor de la muñeca de Mel.
—Ven afuera conmigo por un segundo.
Suspira y me sigue.
La sala de espera está bastante vacía en este momento porque la mayoría de los niños están en sus respectivas clases. Algunas chicas caminan, van al baño o toman breves descansos. Suavemente llevo a Mel detrás del mostrador donde está sentada Angie.
—¡Bella, tienes que irte! —me dice Angie—. ¡Vas a llegar tarde!
—Sí, sí, ya me voy, ya me voy —confirmo—. Hazme un favor, Angie. ¿Puedes ir a buscar mi teléfono en el estudio? Lo olvidé dentro del estéreo. —Le hago ojitos indicándole que quiero estar a solas con Mel.
Ella frunce el ceño antes de que la luz se encienda en su cabeza. —¡Ah! Está bien, ya vuelvo. De hecho, tal vez le haga compañía a Jake por unos momentos…
—Gracias.
Tomo asiento y le indico a Mel que ella también debería tomar asiento. Otra vez pone los ojos en blanco, así que parece que han vuelto, pero se sienta.
—Ahora, dime, ¿qué está pasando? —le pregunto directamente porque ni siquiera puedo pensar en irme hasta saberlo.
—Nada —murmura.
—Mel… —Suspiro profundamente porque, en serio, entre ella y su tío, voy a perder la cabeza aquí. Así que espero mientras ella fulmina su regazo con la mirada, mira a la izquierda y a la derecha negándose a levantar la vista, y luego resopla y bufa hasta que finalmente se encuentra con mi mirada; sus ojos azules, muy azules, claramente molestos.
—Te escuché por teléfono el miércoles por la noche. Vas a tener una cita. —Lo plantea como una acusación.
—Sí —digo lentamente porque todavía no estoy segura de cuál es el problema aquí—. Te lo conté.
—Dijiste que ibas a salir. No dijiste que ibas a tener una cita.
Me muerdo el labio y frunzo el ceño confundida, pero luego ella lo aclara un poco más.
»Pensé que ibas a salir conmigo los viernes por la noche.
Me siento en mi silla, mis hombros se hunden aliviados porque es solo esto.
—Mel... —Sonrío—. Solamente voy a una cita. No significa que vaya a suceder todos los viernes.
—Pero ¿qué pasa si te gusta y quieres volver a salir con él el próximo viernes? —frunce el ceño sombríamente.
Suspiro de nuevo, extendiendo la mano para pasar mis dedos a lo largo de su sedoso cabello negro. —Princesa, te prometo que no voy a dejar de estar contigo los viernes.
Sonríe con escepticismo, y con esa acción logra parecerse tanto a su tío que mi corazón se aprieta en mi pecho.
No, me niego a pensar en Edward esta noche.
—Mira, es solamente una primera cita. —Me río—. El tipo no conoce mi horario, así que hizo reservas para las ocho en punto. Si vuelvo a salir con él… —Algo de lo que ya dudo, y ni siquiera conozco al chico, y creo que sé la razón por la que lo dudo, y ya es injusto para el pobre…
Pero definitivamente ese no es un tema que voy a explorar con Mel.
»Me aseguraré de que sepa que salgo con mi chica Mel los viernes por la noche. —Sonrío—. ¿De acuerdo?
Su pronunciado ceño se relaja lentamente, sus ojos azules se aclaran y luego, poco a poco, el ceño fruncido de su rostro desaparece.
—Está bien. —Sonríe. Pero de repente se ve tan pensativa y se muerde el labio como si estuviera midiendo sus palabras—. Bella…
—¿Sí?
No responde de inmediato y luego dice—: Nada. Que la pases bien en tu cita.
Sus deseos no suenan muy sinceros en absoluto, pero antes de que pueda decir algo, se inclina, me da un abrazo y luego vuelve corriendo a clase.
Y por esta noche, tengo que dejarlo así porque sí, tengo que prepararme para mi cita.
S
De vuelta en mi casa, no tengo idea de qué ponerme. El hecho de que no tengo ningún deseo de ir puede tener algo que ver con mi indecisión, pero saco conjunto tras conjunto, parándome estoicamente con ellos frente al espejo de cuerpo entero en la puerta de mi armario, tratando de encontrar algo que me llame la atención. Demasiado corto, demasiado largo, demasiado ajustado, demasiado holgado, ¿y a quién diablos engaño? No estoy de humor para esto.
Pero Angie tiene razón. Tengo que volver a salir, regresar al mundo real. Dejar atrás todo lo demás y solamente...
Mis ojos se posan en los trajes brillantes que Mel y yo nos habíamos estado probando el otro día. Están tirados en el suelo de mi armario y de repente me doy cuenta de lo silencioso que está el loft. Estoy empezando a acostumbrarme a las constantes charlas y risas de una preadolescente, así como a la silenciosa melancolía de su tío...
Pero no, no son para que yo me acostumbre a ellos. Edward lo ha dejado perfectamente claro una y otra y otra vez.
Con un resoplido enojado, deslizo ciegamente el vestido que tengo actualmente en mis manos sobre mi cabeza porque funcionará tan bien como cualquier otro y esto es ridículo. Tengo una cita con alguien que quiere conocerme, que quiere pasar tiempo conmigo, que quiere cenar conmigo. Voy a conocer a alguien que, con suerte, no jugará conmigo y, maldita sea, voy a aprovecharlo al máximo.
—Aprovéchalo al máximo, aprovéchalo al máximo —me recito a mí misma mientras me subo la cremallera de la funda negra sin mangas, ajusto mis senos y aliso la falda sobre mi trasero regordete.
»Aprovéchalo, aprovéchalo —repito como un mantra mientras me maquillo, rizando mis largas pestañas con el cepillo de rímel, secando mis labios rojos con cuidado para que el color no corra.
»Aprovéchalo al máximo, aprovéchalo al máximo —respiro mientras deslizo mis pies en unos tacones altos y negros antes de envolverme un chal alrededor de mis hombros y levantar mi cabello suelto sobre él. Con una última mirada al espejo, confirmo que luzco bien y luego me recuerdo que el mundo está lleno de posibilidades para todos.
¿Quién sabe? Esta noche puede ser el comienzo de todo lo mío.
S
James Reed es un banquero de inversión en Wall Street. Tiene un apartamento dúplex no muy lejos de donde estamos cenando, cerca de la calle West 15th. Está considerando comprar una casa de verano en los Hamptons esta temporada porque un tipo como él necesita un lugar para relajarse los fines de semana. Conduce un Beamer (11) plateado. ¿No es una belleza? Está planeando comprar un Ferrari rojo porque le gusta conducir a alta velocidad. Él y sus amigos se van de vacaciones a México o a Vail (12) cada pocos meses, dependiendo de la temporada. Oye, trabajan duro y también merecen su tiempo de diversión. ¿No estoy de acuerdo?
—Por supuesto —asiento sin comprender.
Estamos en un elegante restaurante de carnes en el distrito Meatpacking de Manhattan, un restaurante que James eligió y donde lo conocí hace sesenta y cuatro minutos.
Oh, sí, estoy contando los minutos.
¿Y sabes qué más? Voy a asesinar a Angie cuando la vea.
—¿Y tú, Isabella? ¿Tiene propiedades?
—Soy dueña de mi loft y dueña de la mitad de la escuela de danza donde enseño.
—Eso es genial. ¿Y qué me dices de casas vacacionales o automóviles?
—No, no tengo nada de eso. —Con una leve sonrisa, me encojo de hombros y tomo otro sorbo de vino porque necesito la fortaleza líquida para pasar esta maldita noche.
«Es un buen tipo», dijo Angie. Quiero decir, sé que hace tiempo que no salgo con nadie, pero ¿es esta la definición de un buen tipo hoy en día, el simple hecho de que no parece haber cometido ningún delito capital, más allá de un posible blanqueo de dinero?
Y hablando de crímenes capitales, ¿he mencionado que voy a estrangular a Angie por tenderme una trampa con este tipo?
Quiero decir, sí, es guapo: pelo rubio muy corto, ojos azules, bonito cuerpo, vestido con un traje oscuro de tres piezas y una impecable camisa blanca. Pero carajo, si el vino no termina provocándome náuseas, la conversación definitivamente lo hará.
—¿No tienes carro? ¿Cómo te desplazas?
—Existen cosas llamadas trenes. —Sonrío—. Y autobuses. Y mis propias dos piernas. Y cuando todo eso falla, paro un taxi. Esa es la belleza de la ciudad de New York.
Él frunce el ceño. —Puaj. Nunca, ni muerto, me verían viajando en el transporte público de esta ciudad. Es para los bajos fondos y la escoria de la ciudad. —Se estremece.
Sonrío ampliamente y resisto la tentación de levantar la mano. Escoria de la ciudad presente.
—¿Y las vacaciones? Vas de vacaciones, ¿no?
—Solía visitar bastante a mi abuela en Puerto Rico en los veranos, pero no he ido desde hace mucho tiempo.
—¿Alguna vez has estado fuera del continente?
—No.
—Oh. Es una pena. De todos modos, he oído que hace demasiado calor en Puerto Rico —dice con disgusto—. Tal vez si juegas bien tus cartas, te dejaré venir con nosotros a Cancún la próxima vez. —Me guiña un ojo.
Me río a carcajadas, mirando fijamente mi copa de vino medio vacía, y su risa resonante me hace pensar que cree que me estoy riendo con él, no de él.
Lo cual está bien. Él puede pensar lo que quiera en este momento. Renuncié a esta cita cinco minutos después de entrar aquí.
Y si soy honesta conmigo misma, lo cual bien podría serlo en este momento, lo dejé mucho antes de llegar. Mi corazón nunca estuvo en ello porque está estúpidamente atrapado en otro lugar.
—Oye, ¿cómo se ve tu portafolio? ¿Estás lo suficientemente diversificada?
—Vaya, eso espero.
—Déjame decirte en qué debería invertir ahora mismo una mujer joven en tu posición.
—Por favor, hazlo —digo, bebiendo mi vino y dibujando una sonrisa en mi rostro.
Así que James Reed se sumerge directamente en acciones y bonos, comprando en corto y vendiendo alto, aparentemente tan enamorado de su cartera como del sonido de su propia voz.
Y durante los siguientes quince minutos, recibo una lección agradable y gratuita sobre cómo aumentar mis ingresos.
S
Quince minutos después, me disculpo para ir al baño antes de vomitar sobre el lindo e impecable traje de tres piezas de James.
Me tomo mi puto tiempo en el cubículo: recitando el alfabeto en inglés y en español, cantando el himno nacional, clasificando mentalmente mi ropa para ahorrar tiempo este fin de semana. Tarareando en voz baja, vuelvo a aplicarme el lápiz labial, dando vueltas y vueltas y alrededor de mis labios hasta que están rojo sangre, como ese lápiz labial que Mel solía usar durante las primeras semanas después de que la conocí. Gracias a Dios ya no lo usa, no después de que le di una caja de bonitos lápices labiales de tonos neutros y le expliqué la importancia del tono de piel y la edad al elegir el color de labios.
Luego sacudo la cabeza porque tengo una cita y me escondo en el baño pensando en la sobrina de Edward.
Pensando en Edward.
Sobre cómo sus ojos verdes ardieron la última vez que lo vi, y sobre cómo casi me besó, lo cerca que estaba su boca de la mía… lo áspero y maravilloso que sentían sus manos sobre mi piel…
—Mierda, mierda, mierda —gemí y golpeé mi frente contra el espejo un par de veces para tratar de borrar las imágenes de Edward. ¿Qué tan triste puede ser eso?
No hace falta decir que golpearse la cabeza no sirve de nada. Creo que usó algo de ese cemento con el que trabaja y se encementó en mi cerebro.
Con un profundo suspiro, me apoyo contra el lavamanos de porcelana blanca y saco mi teléfono celular del bolso.
¿Ya recogieron a Mel?
La respuesta de Angie aparece de inmediato.
Sí. Agradable y temprano.
Bueno. Gracias por cuidarla.
¿Por qué me estás agradeciendo?
No respondo, así que ella me responde treinta segundos después.
¿Cómo está tu cita?
Me estoy escondiendo en el baño
contemplando las diferentes formas
en que voy a matarte cuando te vea.
¿Eso responde a tu pregunta?
¡JAJAJA! Te ves bien, ¿verdad?
¡Asegúrate de sonreír y reír mucho y
de que parezca que te estás divirtiendo mucho!
Y luce esas tetas bonitas y sexys.
¿Qué carajo? Estoy lista para irme.
Creo que usaré la buena excusa
del dolor de cabeza.
¡NO! ¡NO TE VAYAS AÚN! REPITO:
¡NO TE VAYAS AÚN!
¡Vuelve y parece que estás pasando
el mejor momento de tu vida! ¡AHORA!
¿Qué? ¿Por qué?
Coño, puñeta, ¡confía en mí y hazlo!
—Como sea —murmuro para mis adentros, y luego arrojo el teléfono en mi bolso. Con un suspiro de frustración, salgo de la seguridad del baño y vuelvo a mi aburrida cita.
S
James me está explicando la diferencia entre un fondo mutuo y un fondo de cobertura cuando mi teléfono vuelve a vibrar. Ahora normalmente considero muy grosero cuando alguien saca el teléfono durante la cena, pero ahora saco esa mierda de mi bolso rápidamente, y cuando veo el nombre de Edward aparecer en la pantalla, mi corazón sin espíritu se despierta y da un salto mortal. Pero la euforia admitida rápidamente se convierte en temor, porque ¿por qué Edward me estaría llamando? Angie dijo que ya había recogido a Mel.
¿Algo salió mal?
—Y si buscas ser más agresiva en tu inversión, definitivamente recomendaría...
Le lanzo a James una mirada penetrante y llevo un dedo a mi boca, indicándole que se calle durante treinta segundos.
—Discúlpame por un momento, pero realmente necesito contestar esto. ¿Hola?
—Bella... oye.
Edward suena… nervioso, lo que a su vez detiene mi corazón.
—¿Está todo bien? ¿Mel está bien?
—Sí, sí. Mel está bien. La recogí hace un rato. Ahora está con sus abuelos.
—Está bien. —Exhalo aliviada—. Bueno. —Espero que mi corazón vuelva a latir.
En la otra línea, Edward guarda silencio.
—¿Hay algo más? —pregunto.
Ninguna respuesta.
—¿Hola?
Escucho una inhalación profunda seguida de un trago espeso. —Estás preciosa.
Cuando mi corazón se detiene esta vez, es con un par de golpes fuertes y masivos, después de los cuales todo a mi alrededor se queda perfectamente quieto y en silencio.
—¿Qué?
—Te ves hermosa, Bella. Quiero decir, siempre te ves hermosa. He querido decirte eso… desde hace un tiempo. Pero esta noche… ahora mismo… mira… Dios, no hay palabras…
El mundo entero desaparece, y de repente todo lo que puedo escuchar son las respiraciones pesadas de Edward y mías. Continúan y siguen durante un momento interminable. Es tan potente que prácticamente puedo sentir cómo me hacen cosquillas en la oreja. Cuando mi corazón de alguna manera vuelve a funcionar, se acelera.
—¿Isabella? Isabella, ¿qué está pasando? —James pregunta con impaciencia y tengo la sensación de que me lo ha preguntado más de una vez. Así que rápidamente le lanzo una mirada más, llevando otro dedo a mis labios.
Pero en realidad es una buena pregunta, así que le pregunto a Edward exactamente eso. —¿Qué está pasando?
—¿Qué está pasando? —Resopla—. Lo que pasa es que… he sido un completo y total… idiota… y ahora que me doy cuenta, puede que sea demasiado tarde. Así que, en lugar de estar ahí contigo, en lugar de ser el hombre al que se le concede el honor de sentarse frente a ti cuando luces tan desgarradoramente hermosa, estoy viendo cómo haces algo con otro hombre que deberías estar haciendo conmigo, algo que debería haberte pedido hace mucho tiempo. Entonces tal vez hubieras llevado ese vestido que se ve tan increíblemente hermoso en ti para mí. Y tal vez te hubieras peinado así para mí…
Mi respiración se escapa en ráfagas cortas y superficiales, con los ojos vidriosos, sin ver nada, sin escuchar nada más que su voz.
—Isabella, ¿está todo bien? —James pregunta, una vez más sacándome de mi trance, pero no puedo obligarme a responder porque algo que Edward acaba de decir me golpea...
«…viendo cómo haces algo con otro hombre que deberías estar haciendo conmigo… ese vestido que se ve tan increíblemente hermoso en ti…»
Grito ahogada al darme cuenta, y con ojos enormes y desconcertados, giro la cabeza de un lado a otro, escudriñando todo a mi alrededor con un nuevo propósito. Hay más parejas como James y yo sentadas en el restaurante, en pequeñas mesas iluminadas por solitarias velas votivas; algunas ríen en voz baja, otras susurran, con las cabezas juntas, bebiendo vino. Los grupos más grandes son más ruidosos, más bulliciosos, pero ninguno de ellos tiene a la persona que estoy buscando, así que tal vez estoy equivocada.
Entonces, miro ansiosamente por la gran ventana del restaurante, donde la gente pasea en la fresca y oscura noche. Pero nadie me resulta familiar. Medio levantándome de mi asiento, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho, entrecierro los ojos y miro al otro lado de la calle; más personas caminando de un lado a otro, aquí y allá y entonces… entonces… en la esquina… una figura alta y solitaria… quieta, con su celular, con los ojos puestos en mí…
—Ese tipo no te merece.
—¿Y tú sí? —Respiro temblorosamente, tomo asiento de nuevo y de alguna manera sostengo su mirada a lo lejos.
—No. Pero eso no cambia nada. Eso no cambia cuánto te deseo.
Cierro los ojos y trago saliva, dejando caer la cabeza. —¿Tú? No estoy tan segura de eso.
—Te deseo tanto que mi cabeza da vueltas cuando estoy cerca de ti. Me vuelves tan loco que digo la mierda más estúpida cuando lo único que quiero hacer es decirte lo perfecta que eres. Y tú también me quieres, Bella.
Resoplé de manera desigual, probablemente sonando ridícula en realidad. Mi cara se siente caliente. todo mi cuerpo arde.
—Suenas bastante seguro de eso.
—Bella, prácticamente puedo ver tu sonrojo desde aquí. He memorizado la forma en que lentamente sube por tus hombros, por tu cuello y hasta tus mejillas. Lo escucho en tu voz, y cada vez que te sonrojas así sé que he hecho algo bien. He dicho algo bien, y Dios, me encanta verte sonrojar. Es perfecto, como tú.
—No lo soy. Estoy lejos de eso.
—Tú lo eres para mí. Y sí, tú también me quieres. Lo sé, al igual que sé que preferirías estar conmigo ahora mismo que con ese imbécil sentado frente a ti.
Mis ojos se dirigen a James. Me está mirando confundido, luciendo bastante irritado, y por un segundo, lo siento un poco, así que le lanzo una sonrisa de disculpa.
Él pone los ojos en blanco.
Pero no puedo preocuparme más allá de eso porque toda esta escena parece surrealista. Estoy soñando. Tiene que ser eso. El aburrimiento me ha dejado inconsciente y ahora estoy soñando. Y así como en los sueños la caída te hace despertar, si cuelgo, terminaré este sueño.
Así que no colgaré. No mientras Edward me esté diciendo estas cosas, cosas que he querido escuchar durante mucho tiempo...
—¿De dónde viene todo esto? ¿Por qué ahora?
—¿Por qué ahora? —Resopla—. Porque no podía esperar más. Porque otro día sin decírtelo me habría matado.
—Oh, Jesús —susurro porque puedo necesitar su santa ayuda para superar esto.
Edward también permanece en silencio. Frente a mí, James golpea la mesa con los dedos indignados, suspira profundamente y apoya la cabeza sobre la otra mano.
—Estoy en medio de una cita.
—Dile que surgió algo. Dile que tienes que irte. Dile que no estás interesada. Dile la verdad: que estoy aquí afuera esperándote. Dile lo que quieras y luego levántate y ven a terminar tu noche conmigo.
Me río con una carcajada fuerte y maníaca, y sé que debo parecer una loca. Todo mi cuerpo tiembla.
—Estás loco —le digo sin aliento.
—Tal vez lo estoy. Pero ya no me importa porque no cambia nada. No cambia lo que siento ni lo que cualquiera de nosotros quiere.
Un escalofrío embriagador recorre mi columna hasta cada extremidad, haciendo que todo mi cuerpo zumbe y hormiguee. Palmeo mi mejilla para tratar de refrescarme, pero estoy en llamas. Tal vez no esté soñando después de todo.
—Te voy a proponer un trato —murmura, su voz cálida y áspera al mismo tiempo, con un ligero temblor, como si a pesar de la autoafirmación de sus palabras, no estuviera tan seguro de sí mismo, y poco le importa. Sé lo que eso solo me hace.
»¿Estás escuchando?
—Con atención —le aseguro.
—Solo dame las próximas horas. Ven aquí y déjame sacarte. Pasa un rato conmigo, y si después de esas horas no te he convencido, no te volveré a molestar, y puedes llamar al Sr. Traje de tres piezas, que estoy seguro de que estará más que dispuesto a sacarte de nuevo.
Mi corazón está a punto de salirse de mi pecho. —Tengo una pregunta —digo.
—¿Cuál?
—¿Convencerme de qué?
Su voz suena como terciopelo contra mi oído cuando responde. —Convencerte de que me perteneces.
Esta vez, cuando mis ojos se cierran, tengo que morderme el labio para evitar gemir en voz alta. No respondo de inmediato, pero estoy segura de que Edward puede escuchar mi respiración entrecortada porque puedo escuchar cómo hace eco en la línea telefónica. Estoy segura de que James también puede oírla.
—Isabella, ¿te sientes bien?— pregunta James.
—¿Qué dices, Bella? Solamente dame las próximas horas… eso es todo lo que estoy pidiendo… solamente las próximas horas…
Estoy agarrando el teléfono con tanta fuerza que tengo miedo de que se rompa antes de que pueda contestar porque no puedo hablar. No puedo pronunciar una sola palabra.
—Isabella.
—Yo... —Respiro profundamente y exhalo con los labios entrecerrados, tratando desesperadamente de recuperar el poder del habla—. Yo... tengo que irme.
Tan pronto como presiono «Fin», James murmura—: Ya era hora.
—James, dije que tenía que irme.
—¿Qué? —Frunce el ceño.
Podría mentir. Podría decirle que tengo dolor de cabeza, dolor de estómago, calambres menstruales, pero no es así como quiero empezar esto. Mi cuerpo vibra con anticipación. No podría disfrazarlo aunque quisiera.
—Lo siento, James —digo, ya levantándome—, pero esto nunca iba a funcionar. —Él frunce el ceño—. Y aceptar cenar contigo fue injusto de mi parte, pero... tengo otro lugar donde necesito estar ahora mismo.
Sin esperar su reacción, recojo mi chal y me lo envuelvo sobre los hombros. Mi cabeza da vueltas por la impaciencia que está por salir, por estar cerca de él.
—¡Espera! —James se levanta y agarra mi brazo, no fuerte, pero con fuerza suficiente para hacerme girar, y estoy lista para maldecirlo porque necesito salir—. Pareces sonrojada. ¿Estás segura de que estás bien?
Le sonrío porque supongo que no es tan mal tipo después de todo.
—Estoy bien —Suspiro de manera desigual, llena de emoción desenfrenada—. Estoy... genial.
Y con un apresurado «gracias por la cena», desenredo mi brazo de su agarre y rápidamente me abro paso a través del laberinto de mesas.
—¡Isabella! ¿No quieres que al menos te lleve a casa?
Esta vez, ni siquiera puedo molestarme en darme la vuelta. —¡Gracias, pero tengo quien me lleve!
Y con más de un par de ojos curiosos sobre mí, salgo corriendo del restaurante porque nunca tuve otra opción. Nunca hubo una decisión que tomar.
S
Afuera, juraría que las luces de la ciudad brillan más que cuando llegué. Son cegadoras en su belleza, pero lucho por ver a través de su brillo, forzando mis ojos en la oscuridad hacia donde vi la alta y hermosa figura, y ahora corro hacia él, sosteniendo el chal firmemente alrededor de mis hombros y apenas me detengo para mirar a izquierda y derecha antes de cruzar porque sería totalmente irónico si muriera justo ahora.
Cuando estoy casi al otro lado de la calle, siento una mano que es áspera y de alguna manera suave a la vez apretarse alrededor de mi muñeca y tirarme de la acera. Levanto la mirada y jadeo porque Edward pasa sus días en ropa de trabajo con suciedad, mugre y mezcla por todas partes, y sigue siendo el hombre más atractivo que he conocido.
Pero ahora…
Ahora usa una chaqueta de cuero negra con un suéter gris que se asoma por debajo y que acentúa los hombros anchos y un pecho fuerte. Todo se reduce a caderas esbeltas con pantalones oscuros y zapatos Oxford negros y brillantes. Su rostro está suave y recién afeitado, y su cabello está muy limpio: el bronce y el marrón brillan positivamente bajo las luces de la ciudad. El universo entero se reduce a este momento, a Edward y a mí, mientras la ciudad vive y respira a nuestro alrededor. Detrás de él, un par de mujeres pasan ataviadas para una noche de viernes en la ciudad y lo devoran con la mirada. Una hace algún tipo de comentario, pero los ojos de él no se desvían de los míos.
No existe nada más.
Suspira como aliviado, como si dudara de que yo hubiera venido, como si todavía no entendiera que siempre vendré. Tragando pesadamente, sus brillantes ojos verdes brillan y bailan en la luz oscura, y me mira como si fuera lo mejor que le ha pasado... en mucho tiempo, y quiero serlo. Quiero dejar todo en el pasado y ser lo mejor para él. Y cuando me mira de esta manera… es tan fácil creer que es posible.
Él apoya su frente contra la mía.
—Hey. —Sonríe, acercándome más, su cálido aliento me baña—. Soy Edward Cullen.
Estoy perdida en esos ojos. Creo que tal vez siempre lo estaré.
—Hey. —Respiro porque sí, el mundo está lleno de posibilidades—. Soy Bella Swan.
SS
(10) "Popping" y "locking" son estilos de baile callejero caracterizados por movimientos robóticos y bloqueos rápidos. "B-boying" se refiere al breakdance. Estas palabras suelen mantenerse en inglés en el contexto de la danza, ya que son términos reconocidos internacionalmente.
(11) "Beamer" es un término coloquial para referirse a un BMW, y suele mantenerse en inglés en contextos informales.
(12) Vail se refiere al famoso destino turístico en Colorado, conocido por su estación de esquí.
SS
*PALABRAS ORIGINALMENTE EN ESPAÑOL:
Princesa
Coño, puñeta
Tetas
Nota de la traductora: ¿A quién más le pareció un soberano pendejo arrogante el tal James? Mira que creer que ir de vacaciones a Cancún es salir del continente. Ese detalle refleja la ignorancia, ¿o debería decir arrogancia?, del personaje. Cancún está en México, que es parte del mismo continente (América) que Estados Unidos. Es un toque sutil pero muy bien intencionado de la autora para revelarnos aspectos de su personalidad: despreocupado, desinformado o simplemente un intento torpe de sonar sofisticado.