Un día de estos estas botas…
22 de octubre de 2025, 10:37
Nota de la traductora: En esta traducción, se ha respetado el uso de palabras y expresiones en español que aparecían en el texto original en inglés. Estas palabras forman parte de la identidad cultural de los personajes y contribuyen a enriquecer la narrativa. Dado que Bella y Angie son de ascendencia latina, suelen incluir palabras en español en sus frases. Estas palabras estarán en cursiva. Por favor, tenlo en cuenta al encontrarlas.
Capítulo 21 — Un día de estos estas botas…
Bella
.
Pero qué puñeta.
Eli está parado justo frente al remolque de mi papá.
Mis pasos titubean al verlo, y me quedo ahí maldiciendo en silencio mi maldita suerte. Lo único que me impide darme la vuelta y salir corriendo es el hecho de que Charlie me está esperando, aunque al parecer me ha vendido, así que quizás se merece que lo deje plantado.
Cuando mis pies reanudan el paso, lo hacen con pisadas pesadas que se hunden en el lodo espeso, lo que me enfurece aún más. Ha pasado un tiempo desde la última vez que visité a Charlie en una obra, y estoy empezando a recordar por qué; tacones finos y largos en botas definitivamente no son una buena idea en este lugar.
Pero entonces levanto la vista y veo de nuevo a Eli, sonriéndome, y mi mente conjura una bonita imagen de un tacón clavado profundamente en su ojo ónix. Eso me hace sonreír y caminar con mucha más confianza.
—Bellita —Eli dice mi nombre de esa manera suya destinada a la seducción, pero que ahora solo me pone la piel de gallina—. ¿Vamos a almorzar, hermosa?
—Primero que nada, ya te dije que no me llames de esa manera. Segundo, estoy aquí para almorzar con mi papá, así que no sé a quién crees que estás esperando.
—Extraño ese genio tuyo, pero vamos… —Se ríe, extendiendo una mano hacia mí—, sé amable.
—Vete pa'l carajo, Eli. —En este punto, estoy considerando seriamente tanto clavarle el tacón como dejar a Charlie sin almuerzo. Pero entonces veo movimiento por el rabillo del ojo.
Charlie sale de su remolque. Cuando me ve, toma una profunda bocanada de aire y exhala lentamente. Su sonrisa subsiguiente tiene un atisbo de disculpa porque, sí, me ha vendido, y lo sabe. Y realmente debería irme, pero además de lucir culpable, Charlie también parece genuinamente emocionado de verme. Me he mantenido alejada por un tiempo, y él lo ha sentido.
Así que, con un suspiro, me obligo a seguir caminando más allá de Eli, ignorándolo y dando los pasos restantes hacia mi padre, aunque le lanzo una dura mirada durante todo el trayecto.
Él me envuelve en un fuerte abrazo. —Bells —murmura con alivio.
—Nada de Bells, papá. Te dije que no quería a Eli aquí —siseo, y justo cuando estoy a punto de arremeter contra él por este evidente acto de traición, escucho mi nombre a mis espaldas.
No es Eli.
Es una voz que ahora reconozco al instante, tanto que, con una sola palabra pronunciada, percibo algo oscuro y furioso hirviendo a fuego lento justo debajo.
Confundida, giro la cabeza lentamente, con los brazos todavía alrededor de mi padre, porque no puede ser...
Unos ojos oscuros, duros y cautelosos se encuentran con los míos. Su rostro está marcado de negro y marrón. Un casco amarillo se encuentra sobre su cabeza. Sus manos sucias están firmemente apretadas a los costados.
—¿Edward? ¿Qué haces aquí?
—Eso iba a preguntarte yo —responde, moviendo la boca con fuerza alrededor de las palabras.
Mi ceño se frunce en completo caos, pero la confusión solo dura otro momento antes de que todo se vuelva dolorosamente claro, y mi corazón comienza a latir como un martillo neumático.
Todo el tiempo, los ojos de Edward se mueven frenéticamente entre mi papá, Eli y yo.
Rápidamente desenredo mis brazos de Charlie y me giro.
Detrás de Edward, el sitio de trabajo está lleno de acción: máquinas y herramientas rugen. En algún lugar a la distancia, un martillo neumático golpea el suelo, y una sirena silba bajo mientras hombres con cascos y cinturones de herramientas se mueven en diferentes estados de actividad.
Pero todo lo que veo son los ojos frenéticos de Edward moviéndose tensos entre los tres. Largas y pesadas respiraciones hacen que su pecho suba y baje con un ritmo profundo.
—Edward, estoy yendo a almorzar con mi papá.
Sus ojos vuelven a Charlie, entrecerrados. Lo estudia, y prácticamente puedo ver cuando lo entiende. Sus ojos se abren más y su cabeza se echa hacia atrás.
Miro hacia a mi papá. Los ojos de Charlie están fijos en mí con impasibilidad.
—Papá… este es Edward, mi novio. Te he hablado de él.
Miro hacia Edward. Por el rabillo del ojo, veo que Eli todavía está de pie a un lado. Sus cejas bien cuidadas se han disparado alto en su frente, su boca en una línea delgada y tensa. Quiero decirle que se vaya, pero tengo la sensación de que, en este momento, ignorar su presencia podría ser la mejor opción. Si dice algo estúpido, no solo tendrá que lidiar con mi boca. Edward parece un león acorralado listo para lanzarse.
—Edward, este es mi papá, Charlie Swan. Yo… —Miro entre ambos hombres otra vez—, no estoy segura… ¿ustedes dos se conocen?
Ambos se miran el uno al otro, y las respuestas murmuradas se pronuncian casi simultáneamente.
—Sí, nos conocemos.
—Sí, más o menos.
—Ah. —Y mientras observo el intercambio incómodo, de repente todo encaja exactamente como un rompecabezas que se completa:
Edward es parte de una de las cuadrillas en este sitio.
Mi padre es el contratista principal de esta obra, en este sitio del cual Eli es copropietario.
Edward es uno de los subcontratistas de mi padre.
Edward está trabajando en el nuevo proyecto de Eli.
Ah, mierda.
—Uh... papá, dame unos...
Mi padre me mira con la boca apretada y asiente lentamente. Camino hacia Edward, pasando a Eli en el camino y evitando por completo cualquier contacto con él porque si esto es lo que creo que es… oh, Dios. Quiero decirle que se vaya de aquí y que deje de quedarse ahí como si esto fuera asunto suyo, pero Edward está aquí, y… oh, Dios.
Cuando llego a Edward, nos quedamos ahí mirándonos el uno al otro por unos momentos. Tiene los ojos cautelosos, los hombros tensos y rígidos, y quiero acercarme a él, pero parece tan tenso que temo que el más mínimo contacto pueda hacer que se enoje. También hay algo en su expresión. una energía que parece apenas controlada.
Al final, es el primero en iniciar el contacto. Me rodea y coloca su palma en la parte baja de mi espalda, guiándome lejos, y a pesar de mi desconcierto y su obvia agitación, su toque sigue siendo suave, su pulgar presiona firmemente y frota círculos relajantes en mi piel.
Nos detenemos cuando estamos lo suficientemente lejos de mi padre y de Eli.
—Yo… esto es… una locura. Ni siquiera sé qué decir. No tenía ni idea.— Se me escapa una pequeña risa, pero es más por los nervios que por la creencia de que hay algo remotamente gracioso en todo esto.
Con los ojos fijos en los míos, Edward se quita el casco, girándolo una y otra vez en sus manos antes de pasar una mano por su cabello.
—Tu papá… —dice finalmente, con voz baja y gruesa. Deja caer la cabeza, la sacude y se ríe entre dientes, aunque suena incrédulo en lugar de divertido—. ¿Tu papá es el Sr. S.?
—Sí —asiento.
—¿S & D? —Respira con dificultad.
—Swan e hija (13). Nunca tuvo un hijo, así que... —Me encojo de hombros.
Vuelve a levantar la vista y me mira fijamente, parpadeando una, dos veces antes de volver a bajar la cabeza y cerrar los ojos con fuerza.
—Tu papá... el Sr. S... ah, mierda —Resopla—. Tu padre es nuestro contratista principal, y el imbécil ese... —Presiona su pulgar y su dedo índice en sus ojos cerrados.
Levanto la mano y le quito la mano de la cara y entrelazo nuestros dedos con fuerza, y aunque no se retira como temía que lo haría, sus dedos están rígidos y fríos.
—No… no hace ninguna diferencia de una forma u otra, Edward. ¿Edward? —repito cuando no responde.
Con una respiración lenta y profunda, Edward abre los ojos y se encuentra con mi mirada nuevamente, aunque sus usualmente brillantes ojos verdes están nublados oscuramente.
—Mira —dice, sosteniendo mi mirada fijamente—, no podemos hablar de esto ahora. Necesito volver al trabajo y tu padre te está esperando.
—Edward, yo... —Doy un paso hacia él, pero él da un paso atrás, soltando mi mano, y mi corazón late dolorosamente.
—¿Estás bien?
—Estoy bien, Bella —dice fríamente, y luego alguien dice su nombre y gira la cabeza, mirando hacia atrás. Sigo su mirada. Algunos de los trabajadores en el sitio nos miran, y a unos metros de distancia, un tipo enormemente musculoso nos observa con curiosidad.
Edward chupa sus dientes ruidosamente y luego gira su cabeza hacia mí.
—¿Quién es ese? —pregunto.
—Ese es mi jefe. Bueno, uno de mis jefes —resopla—. Tengo que irme —añade rápidamente—. Hablaremos esta noche. —Y luego mira por encima de mi cabeza y sus ojos, ya oscurecidos, se vuelven letalmente negros—. Solamente una cosa. Ese imbécil no irá contigo y tu padre, ¿verdad?
—No. —Sacudo la cabeza enfáticamente—. No, solo somos mi papá y yo.
—Bueno. —Asiente una vez con rigidez—. Bien. —Y luego extiende su mano y me rodea el brazo, suave pero inflexiblemente, y camina conmigo de regreso hacia mi papá.
—No sé con qué frecuencia has visitado a tu papá en el trabajo en el pasado, Bella —sisea mientras pasamos junto a Eli, y aunque como yo, Edward lo ignora, puedo sentir la furia apenas reprimida saliendo de su interior en oleadas—, pero no deberías caminar sola por un sitio lleno de trabajadores de la construcción y otros imbéciles. La próxima vez, asegúrate de que tu papá o yo estemos esperando tu llegada.
Mi corazón ahora está en mi garganta, así que no puedo responder. De cualquier manera, ¿qué le diría? Estoy bastante segura de que eso fue lo que mi papá envió a Eli a hacer, y sé que Edward no necesita escuchar eso ahora.
—Edward…
Pero hemos llegado junto a mi papá. Edward lo mira y suelta mi brazo, dejando el lugar donde su mano descansaba frío y tembloroso. Asiente una vez a mi padre, manteniendo su mirada fija, y después de unos segundos, Charlie le devuelve el asentimiento. Entonces Edward se inclina y pone su boca sobre la mía firmemente, pero sus ojos nunca se encuentran con los míos.
—Te veo luego, Bella. —Y se marcha.
S & S
Nos sentamos junto a la ventana en una mesa para dos, comiendo nuestros respectivos sándwiches mientras nuestros ojos revolotean por todo el lugar, observando a los demás clientes e inspeccionando a las personas que caminan por la transitada acera de Brooklyn en un tranquilo viernes por la tarde. Un par de policías del precinto local entran y saludan a mi papá. Charlie es un hombre tranquilo, pero ha vivido y trabajado aquí toda su vida, y es muy respetado en esta zona.
—¿Qué tal tu sándwich de pescado? —pregunto educadamente.
—Bueno. ¿Y tu Reuben? (14)
—Está bastante bien. Demasiada mostaza.
—¿Quieres que les haga cambiarlo?
—No, está bien.
—¿Necesitas más agua?
—No, tengo suficiente. De todos modos, ya casi termino.
—No comes lo suficiente.
—Como perfectamente bien.
—Te ves delgada.
—Papá, ¿cómo pudiste…?
—No me dijiste que él trabajaba en la obra.
—Porque no lo sabía.
—¿Cómo es posible que no lo supieras? ¿No sabías a qué se dedica?
—Por supuesto que sé a qué se dedica. Pero todo el maldito distrito está en construcción. ¿Cómo iba a saber que estaba trabajando contigo y en el proyecto de Eli…?
Una oleada de náuseas me invade. Cierro los ojos y exhalo profundamente, dejando caer el resto de mi sándwich sobre el plato.
—¿Sabe sobre la relación que tuviste con Eli?
—Por supuesto que sí —respondo bruscamente, con los ojos aún bien cerrados, y luego los abro de golpe—. Y te pedí que no le dijeras a Eli que venía a almorzar contigo.
—Simplemente lo mencioné.
—Sí —me burlo—, simplemente lo mencionaste.
Charlie mira su sándwich con culpa y le da un enorme mordisco, llenándose demasiado la boca.
Suspiro y simplemente… me quedo ahí, recorriendo con la mirada el restaurante una vez más, viendo sin realmente ver mientras todas las implicaciones dan vueltas en mi mente.
Mi padre es técnicamente el jefe de Edward, y técnicamente, también lo es Eli.
Los mundos de Edward y Eli están mucho más conectados de lo que jamás hubiera imaginado.
Y hay algo más que me cosquillea en el borde de la mente. Estoy mordiendo mi labio, intentando captarlo, pero siento los ojos de Charlie sobre mí, y el olor del maldito sándwich me da tantas ganas de vomitar que no puedo pensar.—Solo digo que es una coincidencia —dice Charlie, como si ya estuviéramos en medio de algo.
—¿Qué es una coincidencia? —pregunto, entrecerrando los ojos porque ya no me gusta el tono que está usando.
Me mira fijamente, masticando metódicamente antes de tragar.
—Tenemos un trabajo muy importante próximo a iniciar. Un edificio de oficinas. Un proyecto grande y a largo plazo. Yo soy el contratista principal.
—Sí, he oído hablar del proyecto. —De Edward. De verdad, debería haber sumado dos y dos hace un tiempo.
—Bueno, pronto elegiré a los subcontratistas; la solicitud de propuestas ya está en la calle. Y sé con certeza que su equipo hará una oferta para trabajar allí.
—¿Y?
No responde, solamente sigue mirándome.
—¿En serio, papá? ¿De verdad estás insinuando que Edward intentaría usar nuestra relación para aumentar sus posibilidades de ganar esa licitación? —me burlo, soltando un resoplido—. Porque eso sería… épico. —Me río con amargura—. Primero, lo convertiría en alguien casi cómicamente manipulador —digo, mientras mi voz sube con indignación—. Segundo, no me dejaría en una mejor posición porque entonces sería tan inútil como para no poder atraerlo por mis propios méritos, sin sus ultra oscuros motivos ocultos, y tan malditamente estúpida…
—Oye, cuidado con tu lenguaje.
Lo ignoro y sigo con mi arrebato.
—…como para no darme cuenta de cuáles eran sus verdaderas intenciones. Y aunque admito haber sido una idiota en el pasado, creo que a estas alturas puedo diferenciar entre un hombre que solo quiere usarme y uno que siente por mí tanto como…
—Está bien, está bien. Cálmate. Solo digo que es una coincidencia.
Lo fulmino con la mirada, mi garganta está tan apretada que físicamente me duele hablar.
—Eso es lo más ridículo… Papá, ya no tengo dieciséis años. No soy una niña, y no puedes seguir encerrándome y dándome una versión tras otra del discurso de «los chicos solo quieren una cosa» por el resto de mi vida.
Él baja la mirada a su plato.
»¿Quieres saber qué es lo más gracioso? —le digo con una sonrisa irónica, sintiendo cómo mis labios tiemblan de frustración—. Me tomé esa maldita lección en serio durante años. Me mantuve pura e inocente, y luego el único chico que finalmente aprobaste resultó ser un…
Me detengo antes de terminar la frase y decirle todo.
Porque no puedo. Incluso ahora, Charlie me mira con tanto amor, como si fuera algo tan precioso para él, y por eso actúa así. Por eso siempre ha actuado así, y no puedo herirlo. No de esta manera.
—Si Eli te hizo algo, Isabella, dímelo —insiste Charlie.
Lo miro fijamente, pero las palabras no salen. —No quieres saberlo —digo con voz temblorosa.
—Quiero saberlo, Bells. —Toma mi mano sobre la mesa y la envuelve con fuerza en la suya—. Sé que estos últimos meses han sido… duros para ti. Has estado… diferente, distante. No hablas conmigo, y la única información que tengo sobre lo que pasó proviene de él, y me dice que te extraña.
Aparto mi mano de la suya y resoplo, sujetándome la cabeza entre las manos. —Oh, Dios, papá, para. Solo para. Soy una mujer adulta, y no necesitas saberlo. No lo entiendes.
—Entonces dime qué me estoy perdiendo aquí porque, desde mi punto de vista pude ver que él te cuidó bien. Te ayudó con tu carrera. Te dio todo lo que querías y necesitabas.
—Entonces estabas mirando desde el lugar equivocado. —Me río amargamente.
Charlie me estudia. —Tal vez lo estaba, Bella, pero este chico, Edward, es un buen trabajador, sí. He visto su trabajo, y es bueno, pero también he visto su temperamento explotar un par de veces en el trabajo, y hoy.
—No lo juzgues, papá. No conoces su historia como para juzgarlo.
—Entonces, ¿cuál es su historia?
—¿Qué quieres oír, Charlie? —Lo miro y sonrío cansada—. —¿Quieres oír que es rico, que tiene las conexiones adecuadas, que gastará dinero por todos lados para hacerme la vida más fácil?
—¿Es tan malo que quiera lo mejor para ti, Bella? ¿Soy tan mal padre porque no quiero verte luchando como lo hacíamos cuando eras una niña? Sé que mereces mucho más.
—No sabes lo que merezco, papá.
—Sí, lo sé.
Ambos nos quedamos en silencio, simplemente… mirándonos, y parte de mí desea que él pueda ver… realmente ver, como esperaba que Edward viera el fin de semana pasado, para no tener que decirlo.
Pero Charlie solo ve lo que quiere. Para él, soy una bailarina intachable e inmaculada; como una de esas bailarinas de porcelana en una caja de música que deben tratarse con extremo cuidado. Y porque, a la vista de todos, así fue como Eli me trató, no entiende.
—Tengo que volver al estudio. Tengo una clase en veinte minutos.
Charlie suspira. —Vendrás a cenar mañana, ¿verdad? Sue te está esperando.
—No lo sé, papá. —Respiro profundamente por la nariz—. Invité a Edward y a su sobrina, y ahora mismo no estoy segura de que puedas ser civilizado o justo con él, y no lo haré pasar por eso. Edward y su sobrina significan todo para mí, y si no estás dispuesto a darle una oportunidad…
—Bella, puedo ser civilizado y justo. Lo sabes.
—¿De verdad?
—Bella… —Mi papá extiende la mano y empuja unos mechones de mi cabello detrás de mi oreja y luego deja su palma en mi mejilla—. Solo quiero que seas feliz. Eso es todo lo que siempre he querido para ti. Sé que a veces… olvido que ya eres una mujer adulta, pero solamente quiero que seas feliz.
Y a pesar de todo, sé que es verdad. Así que coloco mi mano sobre la suya y le sonrío, una sonrisa genuina esta vez.
—Entonces confía en mí cuando digo que nunca he sido más feliz que en estas últimas semanas… hasta hoy.
Busca en mis ojos, y aunque todavía no parece satisfecho, asiente y me da una sonrisa tensa.
S & S
—Diantre, no jodas —dice Angie cuando la informo en el estudio. Estamos en un breve descanso de quince minutos justo antes de la clase de hiphop. Mel estará aquí en cualquier momento, pero hemos estado tan ocupados que no había tenido tiempo de contarle a Angie antes.
—Entonces, ¿me estás diciendo que el papichulo trabaja para Charlie, y espera —pone una mano en alto, echando la cabeza hacia atrás—, en el nuevo sitio que el huelebicho de Eli y sus socios están desarrollando?
Asiento con la cabeza, sujetándome las mejillas con las manos.
—Ah, mierda —dice con los ojos desorbitados—. Vaya, nunca tienen un día tranquilo ustedes dos, ¿verdad? Mierda.
—Ya lo dijiste.
—Vale la pena repetirlo.
Simplemente asiento otra vez porque tiene razón, vale la pena repetirlo, y lo he estado haciendo una y otra vez desde temprano esta tarde.
—Pero qué jodienda. De todos los malditos sitios de construcción en esta ciudad…
—El universo claramente me odia —digo, cerrando los ojos.
Angie pasa un brazo alrededor de mis hombros. —Vamos, Bellita, no es tan malo.
La miro de reojo, arqueando una ceja.
—De acuerdo, de acuerdo, está bastante jodido. Pero mientras papichulo mantenga la calma, todo debería estar bien. Así que trabaja para tu papá, ¿y qué? Y que se joda Eli. Papichulo solo tiene que hacer su trabajo e ignorar a ese hijo e' puta. —Se encoge de hombros.
Muerdo mi labio. Angie es mi mejor amiga, y confío en ella con mi vida, pero no le he contado sobre el alcoholismo de Edward; no porque me avergüence, sino porque es asunto de Edward contarlo o no.
—Oye, las cosas van bien entre ustedes dos, ¿verdad?
—Han ido… genial —suspiro—, hasta hoy.
Angie sonríe. —Entonces no dejes que esta mierda te deprima. Tú y el papichulo tienen algo muy bueno. Charlie solo necesita cortar ese cordón umbilical, y Eli necesita desaparecer en un hoyo lleno de cemento de secado rápido. ¡Oye!, quizás debería hablar con Edward. Tal vez sea beneficioso el que esos dos trabajen tan cerca después de todo… hmmm… —Se toca los labios con el índice.
—Ni se te ocurra —siseo.
Se ríe.
Justo en ese momento, la puerta principal se abre y Mel entra. Un grupo de chicas que, al parecer, la han estado esperando, inmediatamente la rodean, y se ve tan… normal, como cualquier otra preadolescente. Suspiro de manera desigual, mirándola charlar y reír con sus amigas. Ha estado así toda la semana. es como si estuviera flotando en la misma nube en la que hemos estado flotando su tío y yo.
De repente, sus ojos se encuentran con los míos, y me regala una sonrisa amplia y me saluda con la mano, manteniendo mi mirada por unos segundos antes de volver a concentrarse en sus amigas.
El asunto es que, si nuestro paseo en la nube nueve la afecta así, ¿qué pasará con Mel si Edward y yo caemos de la nube, aunque sea por un momento?
S & S
Esa noche, Mel y yo esperamos a que Edward llegue a casa para cenar.
No es que haga mucha diferencia porque el Edward confuso y taciturno ha vuelto. Sé que los eventos de esta tarde lo han dejado descolocado; además, teniendo en cuenta su problema con la bebida, ahora estoy realmente preocupada. No tengo idea de qué esperar. Sí, he investigado un poco en internet, pero no sé cuál sería su punto de quiebre, qué lo desencadenaría, cómo es cuando está bebiendo, ni cómo abordar el tema sin empeorar las cosas. ¿Reconocería si Edward recaía? ¿Qué haría entonces? ¿Cuál sería mi papel como la mujer que se preocupa tanto por él como por la niña que ahora parece depender de ambos?
Quiero hablar con él, pero tener a una curiosa preadolescente de casi trece años alrededor lo hace difícil. Afortunadamente, Mel está demasiado emocionada por haber tenido una buena semana como para notar el repentino y sombrío estado de ánimo de su tío. Me ayuda a llenar el silencio completo con sus historias sobre la escuela y el baile.
—Voy a preparar la película —murmura Edward después de cenar, cuando terminamos de limpiar.
Los tres nos sentamos en el largo sofá negro. Mel reclama una esquina para sí misma, yo me siento en el medio y Edward se sienta a mi lado, rígido, recto y absolutamente silencioso, a excepción de sus respiraciones parejas.
Cuando Mel se duerme a tres cuartas partes de la película, me levanto y le extiendo la mano a Edward. Él levanta la mirada y me observa por unos momentos. Justo cuando pienso que quizá me dejará colgada, suspira profundamente, toma mi mano con fuerza y se pone de pie.
En silencio, lo guío hacia mi habitación, y él me sigue sin decir una palabra.
Nos detenemos junto a las puertas del balcón. Las luces de la ciudad iluminan el rojo de su cabello, junto con algunas manchas blancas de mezcla. Le ofrecí que usara mi ducha, pero se negó, diciendo que esperaría hasta llegar a casa.
De fondo, las voces de la televisión continúan. Las luces de la ciudad y la televisión evitan la oscuridad completa mientras Edward fija su mirada en un punto sobre mi cabeza. Y a medida que el silencio se prolonga, sé que tendré que iniciar yo.
—Háblame —susurro ansiosa—. No me excluyas de nuevo.
—¿Qué quieres que diga? —Sonríe con amargura, aún mirando por encima de mí—. Es… —Se pasa una mano por el cabello—. Es un jodido desastre.
—No tiene por qué serlo.
Ahora sí baja la mirada hacia mí, estrechando los ojos como si acabara de decir algo totalmente absurdo.
—Bella, tu padre es mi jefe.
—No realmente.
—Sí, realmente.
—Está bien. —Suspiro—. Técnicamente trabajas para él. ¿Y qué?
—Ese proyecto del que te hablé, es otro de sus trabajos, uno muy grande.
—Lo sé. Me lo dijo.
—¿Qué te dijo? —pregunta, con los ojos entrecerrados.
—Mira, eso no tiene nada que ver conmigo, Edward. Lo que haces con mi padre… está separado de mí, de nosotros.
Resopla y sacude la cabeza. Sus fosas nasales se ensanchan, y sus ojos se oscurecen.
—¿Te das cuenta de que el sitio donde estoy trabajando actualmente es parcialmente propiedad de tu ex? —se burla
Trago grueso, sin saber qué decir.
—Mira, entiendo que hay cosas que no estás lista para decir, y no voy a presionarte, Bella. También entiendo que él es copropietario de tu estudio, pero no lo soporto —gruñe con los dientes apretados, su mirada ardiendo en la mía—. Sé que de alguna forma te jodió, y cada vez que recuerdo cómo te tocó ese día, como si te estuviera reclamando… —escupe con desprecio—. Y hoy, él era quien te esperaba allá afuera, cuando debí haber sido yo. —Me mira furioso, golpeándose el pecho con el pulgar, antes de señalar hacia el balcón como si Eli estuviera ahí mismo—. ¿Por qué estaba él esperándote?
Cierro los ojos.
—Mi papá… le dijo que iba a ir.
Silencio.
—Entonces, él y tu padre… son amigos.
—Edward… —Bajo la cabeza—. Es porque mi papá no sabe.
—¿No sabe qué, Bella?
Levanto la mirada y trago grueso mientras él sostiene mi mirada, demandante.
Y con un resoplido, echa la cabeza hacia atrás, mirando al techo mientras se ríe con amargura.
—Prometí que esperaría —murmura más para sí mismo que para mí.
Mi corazón late tan fuerte que me duelen las costillas, y quiero decirle la verdad, pero está tan alterado, y trabajan en el mismo lugar, en el mismo maldito lugar. Lo mejor que puedo esperar ahora es que sus caminos no se crucen más porque no puedo arriesgarme a que el temperamento de Edward ponga en peligro su salud, o su trabajo o sus oportunidades con ese proyecto de mi padre.
Santo cielo.
Así que enredo mis dedos en su cabello y guío sus ojos airados de vuelta a los míos.
—Edward, él no nos afecta de ninguna forma, ¿bueno? Solamente recuerda eso.
Me estudia con atención, con las fosas nasales ensanchadas, y deslizo mis manos por sus mejillas ásperas, sosteniendo su rostro con cuidado.
ȃl no nos afecta.
Le transmito esas palabras con tanta firmeza como puedo, porque no voy a permitir que nos afecte.
Los ojos de Edward se clavaron en los míos, alcanzando mi alma. La desnudo por completo para él. Cuando cierra los ojos con fuerza, presiono mis labios contra los suyos una y otra vez, arrastrando mis manos por sus hombros rígidos hasta que comienzan a relajarse. Sus manos encuentran mis caderas, aferrándose posesivamente, sus dedos marcándose en mi piel, y se apoya contra las puertas de cristal, llevándome con él y aferrándose como si nunca fuera a soltarme. Y lo agradezco. Lo anhelo, porque soy suya, solamente suya.
Aparto mi boca justo lo suficiente para sostener su mirada.
—Él no nos afecta —susurro.
Busca en mis ojos… y asiente antes de volver a atraerme hacia él.
S & S
(13) En inglés, hija es "daughter", por eso la firma de Charlie es S & D (Swan & Daughter).
(14) Un sándwich Reuben es un clásico de la cocina estadounidense que consiste en pan de centeno relleno con carne de pastrami o corned beef, queso suizo, chucrut y aderezo ruso o de mil islas, todo calentado a la parrilla hasta que el pan está crujiente y el queso se derrite. Es particularmente popular en los delis de Nueva York.
S & S
*Palabras originalmente en español* (también conocidas como palabrotas puertorriqueñas de Bella y Angie):
Pero qué puñeta
Vete p'al carajo
Diantre, no jodas
Pero qué jodienda
Hijo e'puta
Huelebicho