Tratando de ser buena para ti
22 de octubre de 2025, 10:37
Nota de la traductora: En esta traducción, se ha respetado el uso de palabras y expresiones en español que aparecían en el texto original en inglés. Estas palabras forman parte de la identidad cultural de los personajes y contribuyen a enriquecer la narrativa. Dado que Bella y Angie son de ascendencia latina, suelen incluir palabras en español en sus frases. Estas palabras estarán en cursiva. Por favor, tenlo en cuenta al encontrarlas.
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Capítulo 30: Tratando de ser buena para ti
Bella
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Edward y yo llegamos unos quince minutos tarde a su reunión de AA del miércoles por la noche.
Es mi culpa. Pensé que tenía tiempo para empezar la clase de hiphop de Mel. Estamos empezando las rutinas para el recital y quería que siguieran uno de los nuevos pasos antes de dejarle la clase a Jake. Le dije a Edward que lo encontraría allí, pero él insistió en pasar a recogerme, así que entre ese desvío y mi mal cálculo, cuando entramos, están terminando algún tipo de oración y todas las miradas se dirigen al fondo de la sala. Luego, esas miradas se agrandan (especialmente las de varias mujeres) cuando ven la mano de Edward envuelta alrededor de la mía.
Edward nos guía por el lado izquierdo de la sala hasta una de las filas de sillas plegables en el centro. Nos disculpamos en voz baja al pasar entre dos hombres que estrechan la mano de Edward rápidamente y una mujer que le sonríe de oreja a oreja antes de lanzarme una mirada entrecerrada. Un par de asientos más adelante, un hombre y una mujer de unos cuarenta y tantos siguen nuestros movimientos con la mirada.
Cuando llegamos a los dos asientos vacíos junto al hombre y la mujer, me giro para mirar a Edward, y él asiente. Tomo asiento junto a la mujer, y ella sonríe.
—Hola, Bella —susurra mientras Edward me ayuda a quitarme el abrigo—. Soy Esme, la esposa de Carlisle.
—Hola —sonrío nerviosamente. Junto a ella, el hombre, que ahora asumo que es Carlisle, se recuesta en su asiento. Se estira alrededor de Esme y de mí, y le da una palmada en el hombro a Edward.
—Solo anuncios, no te has perdido de mucho —lo escucho susurrar. Luego, Esme se recuesta y escucho a Edward darle un beso, mientras Carlisle se inclina hacia adelante y me mira.
—Bella, soy Carlisle —extiende una mano para estrechar la mía—. Es un gusto conocerte.
—El gusto es mío, Carlisle.
Después vuelve su atención al frente, y con una respiración profunda, yo también dirijo mi mirada hacia adelante, con mi mano firmemente atrapada en la de Edward.
S & S
Cuando el coordinador pregunta si hay alguien nuevo asistiendo a la reunión, mi mano se levanta automáticamente, aunque me arrepiento en cuanto todas las miradas vuelven a dirigirse hacia mí. No es que no esté acostumbrada a que me miren. Soy bailarina, por el amor de Dios; me encanta estar bajo los reflectores. Pero esto es diferente. No quiero decir ni hacer algo estúpido que deje mal a Edward. Y tampoco quiero hacer el ridículo frente a Carlisle. Sé lo importante que es su opinión para Edward, y tengo la clara sensación de que me están observando con atención.
El coordinador me sonríe amigablemente.
—Hola, ¿cómo estás? —pregunta.
—Bien, gracias —respondo con una voz un poco temblorosa.
—¿Podemos preguntar tu nombre? Es completamente voluntario —añade rápidamente—, así que, si prefieres no decirlo, está bien.
—Soy Bella.
—¡Hola, Bella! —responde de repente todo el grupo al unísono. Mi cabeza se echa hacia atrás un poco, sorprendida. Edward aprieta mi mano.
—Ah. Hola. —Me río nerviosamente.
—Bella, nos alegra que te hayas unido a nosotros hoy. De nuevo, es totalmente voluntario, pero ¿podemos preguntar qué te trae aquí esta noche?
Trago saliva y miro a Edward. Él me sonríe con aliento y confianza.
—Estoy aquí por Edward —susurro, sin querer romper nuestro contacto visual. Pero luego miro al frente y, con una voz mucho más firme, digo—: Estoy aquí por Edward.
El coordinador sonríe ampliamente.
—Siempre es bueno cuando nuestros seres queridos nos acompañan. Bienvenida una vez más, Bella. Esperamos verte de nuevo.
Retoma su discurso, y yo bajo la cabeza, exhalando entre labios fruncidos.
Unos segundos después, siento la suave boca de Edward rozando mi mejilla, acariciando mi piel de un lado a otro.
—Hola, Bella —se ríe suavemente, imitando al grupo—. Me alegra que hayas venido.
Su aliento cálido roza mi rostro, enviándome escalofríos por la espalda, y aprieta mi mano de nuevo.
—A mí también. —Sonrío.
Cuando giro hacia mi derecha, mis ojos se encuentran con los de Carlisle. Él asiente, con una mirada llena de algo que no puedo descifrar del todo.
S & S
Después de la reunión, los cuatro nos dirigimos al diner (16) de la esquina para comer algo rápido. Como mañana es Acción de Gracias y Mel no tiene clases, tenemos un poco más de tiempo. Mientras caminamos, Edward le manda un mensaje a Mel, y yo le escribo a Angie para asegurarme de que todo esté bien. Ambas se han ido a mi apartamento. Le dije a Angie que Edward y yo íbamos a cenar con un par de amigos suyos, lo cual era más o menos cierto, aunque omití mencionar que primero asistiríamos a una reunión de AA. Esa omisión me hace sentir un poco culpable, especialmente porque le pedí que cuidara a Mel por nosotros esta noche, pero será Edward quien decida cuándo quiere compartir lo de su alcoholismo.
De todos modos, Angie responde que ya cenaron y que ahora me están haciendo el favor de picar cebolla y champiñones para el relleno de mañana.
Mi chica Angie puede ser un poco ruda, pero cocina como nadie.
Tomamos una mesa junto a la ventana; Esme y yo nos sentamos en un lado, y Edward y Carlisle en el otro. Charlamos de cosas triviales, y descubro que realmente me agradan. Llevan dieciocho años casados y no tienen hijos, pero Esme me recuerda un poco a Sue. Son una pareja atractiva. Con su cabello castaño claro hasta los hombros y vestida con jeans, botas y una bonita blusa roja con una bufanda elegante alrededor del cuello, podría pasar por alguien mucho más joven. Carlisle tiene el cabello rubio con un toque de canas en las sienes y una sonrisa tranquila que te hace sentir a gusto al instante. Edward me cuenta que es psicólogo, y mientras lo escucho hablar con esa paciencia y suavidad, puedo imaginarme perfectamente acostada en un diván contándole todos mis problemas; a él y a Esme. No puedo evitar preguntarme cómo este hombre terminó siendo alcohólico, o cómo logra escuchar los problemas de los demás día tras día sin necesitar una copa.
—¿Qué te pareció la reunión? —me pregunta Carlisle mientras comemos.
Dejo el tenedor a un lado.
—Fue… diferente a lo que esperaba.
—¿Qué esperabas? —Me sostiene la mirada con intensidad, pero sus ojos son amables y tranquilizadores.
—Yo… —muerdo mi labio, pensativa—. Supongo que esperaba mucha tristeza, como un ambiente muy… cargado —admito—. Mucha gente hablando de lo difícil de su vida.
—Sí tenemos muchas noches así. —Sonríe—. Hablamos de nuestros problemas, de nuestras tentaciones y de lo que nos desencadena —suspira—. Pero también hablamos de las cosas buenas en nuestras vidas, de las cosas cotidianas, de lo que nos hace sentir bien —mira a su esposa, y comparten una mirada por un par de segundos—, de las cosas que nos hacen mejores de lo que solíamos ser.
—Me alegra que tu primera reunión haya sido positiva —dice Esme dulcemente, soltando una risita—. Fue una buena iniciación.
—¿Tú también eres alcohólica? —le pregunto.
—No —niega con la cabeza, aún sonriendo—. Conocí a Carlisle cuando tenía veinte años, y él veintidós. Fuimos juntos a la universidad. Salimos un par de veces, pero… él bebía mucho. Una noche vino a recogerme para nuestra cita, pero estaba borracho, y mi padre no me dejó salir con él. Carlisle lo insultó… feo… y a la mañana siguiente se disculpó mil veces. Lo perdoné, pero mi familia no. Así que salimos a escondidas un tiempo, pero era difícil, sobre todo porque su alcoholismo solo empeoraba. Y un día, ya no pude más —dice, sacudiendo la cabeza—. No era bueno para él ni para mí, y yo no le estaba haciendo ningún favor aceptándolo como era. Me rompió el corazón, pero tuve que dejarlo ir.
—¿Terminaron? —pregunto, sorprendida.
—Por tres años —confirma Carlisle—. Un año después de que Esme me dejó, toqué fondo. En ese punto, supe que tenía que cambiar si no quería terminar muerto en algún callejón oscuro —dice Carlisle—. Mi familia me echó de casa, estuve a punto de ser expulsado de la universidad y Esme no quería hablar conmigo… —Suspira—. Busqué ayuda y me pusieron en contacto con un programa de doce pasos, pero fue difícil —asiente lentamente—. Tan difícil al principio que no estaba seguro de lograrlo. Pasaron un par de años antes de que me perdonara lo suficiente como para buscar a Esme, cuando sentí que podía ser una bendición en su vida y no una carga. Pero tuve suerte. Ella estaba dispuesta a darme otra oportunidad. Perdí muchos amigos e incluso familiares, personas que no creían que pudiera cambiar, pero esas son las bajas de esta enfermedad, y como le digo a Edward —sonríe a Edward—, lo único que podemos hacer es tomarlo un día a la vez.
No me doy cuenta de lo fuerte que estoy apretando la mano de Edward sobre la mesa hasta que veo las marcas de mis uñas en sus nudillos. Por la expresión solemne en su rostro, sé que ha escuchado esta historia antes.
—Perdón —murmuro, soltando un poco mi agarre.
Él niega con la cabeza en silencio, sujetándome aún más fuerte.
Esme estira la mano y la pone sobre las nuestras.
—No es fácil, y Carlisle y yo no haríamos ningún favor a nadie si nos sentáramos aquí diciendo que lo es —dice, mirando primero a Edward y luego a mí—. En este tipo de relación, hay ajustes que ambos deben hacer, sacrificios que ambos deben estar dispuestos a asumir. Y hay días… con altibajos, malhumor y frustración de ambos lados… —se detiene, suspirando—. Pero si vale la pena para los dos, entonces es algo hermoso y valioso, y sí, con el tiempo se vuelve más fácil —asegura, mirando a Edward de nuevo.
Él mantiene la cabeza baja, observando nuestras manos.
S & S
Después, seguimos charlando y el ambiente vuelve a aligerarse. Puedo notar cuánto cariño le tienen Carlisle y Esme a Edward. Lo miran con un… orgullo en los ojos, y es tan agridulce presenciarlo. Me pregunto si él siquiera se da cuenta de cuánto parecen preocuparse por él.
Cuando la mesera deja la cuenta, Edward intenta agarrarla primero, pero Esme le gana.
—Que seamos mujeres no significa que tengamos reflejos más lentos —bromea Esme. Me sonríe—. ¿Verdad, Bella?
—No, no significa eso —me río.
Edward intenta discutir con Esme sobre pagar, pero ella es firme, y puedo notar que Edward la respeta demasiado como para insistir. Cede, con un pequeño gesto de disgusto en el rostro.
Esme se ríe de él otra vez, tomándolo del brazo mientras se levanta.
—Vamos, sé un caballero y camina conmigo hasta la caja.
—Ya vuelvo —murmura hacia mí mientras se levanta.
Sacudo la cabeza al verlo irse.
—Tan terco.
—Sí que lo es. Pero es un buen chico. —Suspira Carlisle, observando a Esme y Edward alejarse—. Esme y yo lo queremos mucho.
—Me doy cuenta.
Me mira mientras bebe un sorbo de su vaso de agua. —Ha avanzado mucho en los últimos meses, Bella. No es un camino fácil, especialmente en el primer año, cuando su enfoque principal debe ser su propio bienestar. Puede sonar egoísta, pero a largo plazo, es la única manera en que podrá estar ahí para quienes le importan y cuentan con él. En circunstancias normales, en una… relación, dar debería ser algo equitativo, pero desafortunadamente, en esta etapa de sobriedad, es difícil que sea así. Por eso, usualmente, no es recomendable que alguien al inicio de su recuperación comience una relación. Su principal prioridad no debería ser hacer que una relación funcione, sino hacer que su sobriedad funcione.
Sostengo su mirada con firmeza. —Estás diciendo que nuestra relación no es una buena idea en este momento.
Inclina la cabeza de lado, desviando los ojos hacia Edward y su esposa nuevamente antes de volver a mirarme. —¿Qué dirías si estuviera diciendo eso?
Respiro hondo, enderezando la espalda. —Diría que lamento que pienses así, y que si eso significa que tengo que poner más de mi parte, entonces lo haré.
Se recuesta en su asiento, observándome, y luego sonríe.
—Bella, cada caso es diferente. En mi caso, no habría sido bueno para Esme ese primer año. Estaba demasiado confundido, demasiado inestable. En el caso de Edward… parece estar… más tranquilo últimamente.
Suelto una risa sarcástica. —Tenemos nuestros… problemas, Carlisle. Yo tengo problemas, y a veces me preocupa que mis problemas terminen lastimándolo.
Ahí está, mi mayor miedo expuesto ante el padrino de Edward.
Pero Carlisle solo sacude la cabeza. —Siempre habrá problemas, Bella. En un mundo ideal, ninguno de ellos saldría a relucir hasta que Edward estuviera más avanzado en su recuperación, pero el mundo no es ideal. Él está decidido, y tú también lo pareces. Y como dijo Esme antes, mientras ambos crean que vale la pena, su relación puede ser algo hermoso.
S & S
Esa noche, Edward y Mel se quedan a dormir por primera vez. Los tres iremos mañana temprano a casa de su hermana para pasar un rato con ellos antes de regresar a mi apartamento para nuestra propia cena de Acción de gracias, así que realmente no tiene sentido separarnos esta noche.
Y la verdad es que no queremos separarnos; ni Edward de mí, ni yo de Edward, ni de Mel. Algo ha cambiado en las últimas semanas; ese vínculo que comenzó a formarse hace un par de meses entre los tres parece crecer exponencialmente.
Mel está emocionada de quedarse, y me hace sonreír verla correteando por todo el lugar como si fuera suyo. Se siente cómoda; se tira en el sillón y cambia de canal en la televisión, abre la nevera y agarra un refrigerio y una bebida, y limpia lo que usa.
Los tres estamos preparando algunas cosas para la cena de mañana, y Mel y yo nos reímos de la falta de habilidad de su tío en la cocina. ¿Cómo es posible que un hombre que maneja taladros, martillos y sierras con tanta destreza no pueda ni pelar una papa? No lo entiendo. Así que estamos burlándonos de él cuando su celular vibra. Edward se apoya en el mesón, haciéndome muecas mientras habla con Emmett, pero luego frunce el ceño y sale de la cocina. Un par de minutos después, me llama.
Me limpio las manos y voy a buscarlo a la sala. Ahora está apoyado en el respaldo del sofá, con una mano envuelta alrededor de su muñeca y el celular en la otra.
—Era Emmett. Tengo que ir a trabajar mañana.
—¿Qué? Pero mañana es el Día de Acción de gracias!
Me mira inexpresivamente, pero veo algo en sus ojos.
—Sé que es Acción de gracias, Bella, pero tengo que ir. Al parecer, los propietarios tienen algo que necesitan discutir con nosotros —dice, su voz extrañamente plana—. Algo sobre cambios que tal vez haya que hacer en los planos, y no quieren que eso retrase la entrega del proyecto.
—¿Qué malditos cambios? —pregunto, desconcertada.
Suspira con fuerza y se pasa una mano por la cara antes de apartarse del sofá y darme la espalda.
—¿De verdad importa? Tenemos una fecha límite. Esos lofts deben estar terminados en poco más de un mes, y no podemos retrasarnos ahora.
—¿Mi papá…?
—Tu papá también estará ahí.
Lo miro fijamente, con el pecho agitado, y me acerco a la mesita al lado del sofá, tomando el teléfono para buscar rápidamente el número de mi papá.
Edward me quita el teléfono y cuelga antes de que la llamada se complete.
—¿Qué haces? —pregunta con un tono que ahora tiene un filo cortante.
—Voy a llamar a mi papá. Esto es una estupidez.
Intento arrebatarle el teléfono, pero él lo mantiene fuera de mi alcance.
—Bella, basta.
—Dame el teléfono, Edward —insisto, tratando de quitárselo, pero él lo sostiene detrás de su espalda.
—Basta, Bella.
—¡Dame el teléfono!
—¡Maldita sea, basta! —gruñe entre dientes. Levanto la vista sorprendida hacia sus ojos oscuros. Se inclina hacia mí.
—¿Qué vas a hacer, eh? —sisea en voz baja—. ¿Llamar a mi jefe y decirle que no puedo trabajar en Acción de gracias? ¿Vas a encargarte de esto también por mí?
—¿Como tú quieres encargarte de todos mis problemas con Eli? —respondo con rapidez.
Él echa la cabeza hacia atrás de golpe.
—¿En serio vamos a pelear por esto?
Retrocedo un paso. Mi corazón late frenéticamente. La garganta se me cierra.
—Esto es una mierda —repito, con la voz temblorosa—. Una completa mierda.
—Mierda o no, Bella, es mi trabajo y tengo que ir. Debería ser solo un par de horas en la mañana. Tú y Mel pueden ir a casa de mi hermana, y yo las alcanzo cuando termine.
Un quejido furioso se me escapa de los labios.
—Déjame llamarlo y averiguar…
—Bella… —suspira frustrado, pasándose una mano por el cabello—. Emmett dice que tu papá también está molesto con esto, Bella. Esto no viene de él.
Tardo unos segundos en unir las piezas.
—Maldito Eli.
—Los propietarios —bufa Edward—. Voy a trabajar mañana, y luego… vamos a arreglar esto.
S & S
Edward me dice que Emmett le dijo que debería ser solamente por un par de horas en la mañana. Aparentemente, Charlie lo llamó y le dijo que no está contento con esto, pero que los quiere a todos para que puedan discutirlo con los propietarios.
Si Mel nota el ambiente tenso entre Edward y yo durante el resto de la noche -y no soy tan tonta como para pensar que no lo hace-, al menos no dice nada. Terminamos lo que estábamos haciendo en la cocina, limpiamos y luego ella se va a duchar mientras Edward y yo nos movemos torpemente alrededor del otro. No, no peleamos realmente, pero se siente como si lo hubiéramos hecho.
Y no, no estoy enojada con él. Simplemente estoy furiosa por toda la situación y me odio por ello porque sé que todo es culpa mía.
S & S
Mel y yo estamos en mi cama. Al parecer, es una roncadora silenciosa que ocupa tres cuartas partes de la cama y arrastra su almohada con ella a donde sea que se mueva.
Estoy al borde mismo de la cama, tratando de no recibir otra patada, porque ya me ha dado varias, y mirando al techo, aunque llevamos casi dos horas aquí. Después de nuestra incómoda despedida de buenas noches, Edward se quedó en el sofá, pero así se suponía que fuera esta noche de todos modos. Nunca he sido de esas chicas de «no dormir juntos hasta después del matrimonio», obviamente, pero no se siente bien presumir nuestra situación de pareja-no-casada-compartiendo-cama frente a una precoz adolescente de casi trece años.
Pero esta no era, ni de cerca, la forma en la que quería que fuera la primera noche que los tres pasáramos juntos aquí: llena de esta tensión sin resolver.
«Nunca te vayas a la cama molesta con tus seres queridos» me dijo Sue una vez.
Y aunque no estoy molesta con Edward, definitivamente hay algo que no está bien, algo sin resolver ahora.
Y sí, estoy enojada, con los ojos ardiéndome por la intensidad del odio que siento en este momento: rabia hacia mí misma… y un profundo desprecio hacia Eli.
De repente, escucho crujidos suaves en el piso y aparto la mirada del techo.
Edward se acerca lentamente, sin camisa, usando solo sus pantalones deportivos, colgando bajos en sus caderas. Nos observamos en silencio bajo la tenue luz que proyectan los rascacielos al otro lado del río. Extiende su mano hacia mí, y la tomo instintivamente. Siempre la tomaré.
Con cuidado, me levanto de la cama procurando no moverla demasiado para no despertar a Mel. Con mi mano aún en la de Edward, espero unos segundos una vez que estoy de pie, escuchando los suaves ronquidos de Mel. Ella se gira de un lado a otro unas cuantas veces y luego suspira, retomando su ritmo al dormir. Me levanto por completo y sigo a Edward fuera de la habitación.
Me guía más allá de la sala, y suelto un resoplido bajo cuando me lleva al baño. Me apoyo contra el lavamanos mientras él cierra la puerta silenciosamente y la traba.
Tan pronto como se da vuelta, me lanzo hacia él, rodeando su cuello con fuerza.
—Lo siento —susurro.
—Shh —me calma, acariciando la parte trasera de mi cabeza y besando suavemente la cima—. Yo también lo siento, nena. Estaba molesto y lo pagué contigo.
—Yo también —admito—, pero estoy enojada conmigo misma, Edward, no contigo.
Me aparta un poco para mirarme a la cara.
—¿Por qué estás enojada contigo?
—Todo esto es mi culpa.
Edward me sostiene el mentón entre su pulgar y su índice.
—Ya basta, ¿ok? Esto no es tu culpa. Mira, no voy a… Voy a trabajar mañana, Bella, voy a hacer lo que mis jefes me pidan, y luego voy a volver contigo y con Mel, ¿ok? —dice con determinación, sus ojos ardiendo de resolución, y recuerdo lo que Carlisle dijo antes: los dos estamos decididos. Solo espero que eso sea suficiente.
»Eso es todo lo que va a pasar mañana —me asegura.
Trago con dificultad.
»Hey —sonríe suavemente, besando mis labios una vez—, al menos me van a pagar extra por ser feriado. Eso siempre es bueno, especialmente con Navidad y el cumpleaños de Mel acercándose.
Me hace reír a pesar de la mierda de situación.
—Sí, supongo que sí. —Sonrío a regañadientes.
Se ríe entre dientes y me atrae hacia sus brazos de nuevo, suspirando.
—No voy a arruinar esta festividad para ti y para Mel, Bella.
—Sé que no lo harás, Edward —susurro contra su cuello—. Sé que no lo harás.
Mi boca deposita besos de alivio en su fuerte mandíbula subiendo hasta su boca cálida y expectante. Su lengua lame mi labio superior y luego se desliza rápidamente hacia dentro, enredándose con la mía. Hay urgencia en la forma en que nos besamos: besos de reconciliación tras una pelea a medias, supongo. Besos que bajan por mi cuello mientras levanta mi camiseta, y yo alzo los brazos para ayudarlo a quitármela. Sus manos rápidamente desabrochan mi brasier y este cae al suelo mientras su boca se aferra con ansias a un pecho y luego al otro. Suspiro de forma desigual, sintiendo su lengua en todas partes mientras el calor se acumula entre mis muslos.
—Tenemos que ser rápidos y silenciosos —logro decir mientras su boca succiona con fuerza uno de mis pezones.
—Sí —asiente—. Sí.
Acaricia y amasa mis tetas en sus manos, su boca sobre la mía ahora, y luego, rápida pero suavemente, me gira, su cálido aliento roza mi nuca. Suspiro sin aliento, mis manos entrelazadas alrededor del borde del lavamanos mientras arqueo mi espalda hacia él y él se moldea y besa, presionando su gruesa erección contra mi trasero y rechinando.
—Edward… te necesito…
—Lo sé... —susurra—. Yo también te necesito…
Pero no estamos solos esta noche, y aunque una parte de mí teme que Mel se despierte y me encuentre fuera de la cama, estoy demasiado excitada para salir de este baño sin tener a Edward dentro de mí ni siquiera por un minuto. Y aparentemente él siente lo mismo. Roza mis pantalones durante solamente unos diez segundos y luego suelta uno de mis senos para poder bajarme los pantalones deportivos. Caen al suelo sin hacer ruido mientras Edward dobla sus piernas y se hunde dentro de mí.
Dejo caer la cabeza y gimo lo más silenciosamente que puedo mientras él me llena por completo.
Las manos de Edward agarran mis caderas y me guían hacia adelante y hacia atrás a lo largo de su longitud. Siento la parte delantera de sus muslos contra la parte posterior de los míos, la piel dura de los huesos de su cadera presionando contra la piel flexible de mi trasero mientras su boca pellizca y chupa la piel a lo largo de mis hombros y la parte posterior de mi cuello. El fondo de mi estómago se retuerce y ni siquiera intento contenerme o hacer que esto dure porque tenemos que ser rápidos.
—Bella... mierda, nena... Bella...
—Sí, Edward… sííííí…
Levanta una de mis piernas, sosteniéndola ligeramente en ángulo, y luego dobla más sus propias piernas y empuja, y de repente me golpea tan bien, tan, tan bien, y presiono mis labios, dejando caer mi cabeza hacia adelante mientras me vengo. Unos cuantos empujones más rápidos de su parte y entierra su rostro contra mi nuca, gruñendo en silencio.
Luego, levanta mis piernas y las acomoda rodeando sus caderas, y luego me abraza cerca, envolviéndome fuertemente en sus brazos.
—Eres demasiado buena conmigo —susurra.
—Ídem.
—Mañana… —Respira en mi cabello—, mañana tendremos un buen día, Bella, un gran día. Lo prometo.
—Sé que lo tendremos, Edward. —Me doy vuelta y beso su pecho desnudo y sudoroso—. Estaremos juntos, los tres.
S & S
(16) Diner: Restaurante informal típico estadounidense, conocido por su ambiente acogedor y su menú variado, que suele incluir desayunos, hamburguesas y malteadas, y a menudo está abierto las 24 horas.