ID de la obra: 554

Spin & Sway

Het
NC-17
En progreso
0
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 583 páginas, 214.110 palabras, 49 capítulos
Descripción:
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Águila extendida

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Capítulo 31 – Águila extendida Edward . A la mañana siguiente, Emmett me recoge para poder dejarle la camioneta a Bella, para que ella pueda conducir con Mel a la casa de mi hermana. Rose está bastante adentro en Queens y no quiero que Bella y Mel tomen el tren hasta allí. Bella sabe conducir, pero no tiene auto; dice que no tiene sentido tener uno cuando hay todo este transporte público en la ciudad para llevarla del punto A al punto B, y además, no quiere lidiar con la molestia de buscar estacionamiento todas las noches. Sí, lo entiendo. A veces tengo que dar la vuelta a la manzana unas veinte veces antes de encontrar un lugar. Pero a diferencia de ella, yo necesito mi camioneta para trabajar. Ahora mismo, ambas siguen profundamente dormidas en la cama de Bella. Me paro justo al lado del umbral del dormitorio, mirándolas mientras me subo los pantalones y me los abotono, luego me pongo una camiseta y una sudadera con capucha. Bella está de lado, rodada hasta el borde de la cama porque Mel está extendida en el medio. Sacudo la cabeza y me acerco para acomodarlas, empujando con cuidado a Mel un poco más hacia su costado y luego moviendo a Bella antes de que se caiga. Luego me arrodillo junto a ella y pongo mi boca sobre la de ella ligeramente, chupando suavemente esos dulces labios porque no quiero despertarla. Hace menos de un puñado de horas la tomé rápido y fuerte al baño, y sé que está agotada. Si fuera mi elección, yo tampoco estaría levantado. Pero no es mi elección. No soy el jefe. Quizás algún día… De todos modos, sus ojos parpadean y se abren. Y con un largo suspiro, me sonríe. —¿Te vas? —susurra. —Sí. Te veré en casa de Rose tan pronto como terminemos. Empaqué una bolsa para cambiarme allá. Asiente, sus cálidos ojos marrones miran adormilados a los míos. —Feliz Día de Acción de Gracias. Me río en voz baja, apartándole el largo cabello de la cara. —Feliz Día de Acción de Gracias. —Estoy agradecida por ti. —Suspira. Dejo caer la cabeza y cierro los ojos, tragando saliva mientras acaricio su cara color miel con mi nariz. —Oh, nena, no tienes idea... Cuando levanto la cabeza, me mira a los ojos. —Edward... esta mañana... —Se calla, pero veo el resto en sus ojos. —Estaré en casa de Rose antes de que te des cuenta. Probablemente te gane en llegar. —Sonrío—. Conduce con cuidado—. Y mi boca encuentra la de ella otra vez, tirando de ese labio inferior que me vuelve loco. Suspirando, me alejo con ese labio todavía cuidadosamente empujado entre los míos. Rompemos el contacto, pero sus ojos permanecen en mí mientras me acerco a ella para revolver el cabello de Mel, y luego me doy la vuelta y me voy. S & S —Pensé que ibas a dejarlo —Emmett me sonríe mientras enciendo un cigarrillo. Estamos a finales de noviembre y el aire frío que entra por las ventanillas abiertas se mezcla con nuestro humo y satura el interior del coche. —Estoy reduciéndolo. Eventualmente lo dejaré, pero no hoy. Se ríe de buena gana, pero luego suspira igual de profundamente. —Mira, hombre, lamento alejarte de tu chica y de tu niña hoy, pero sabes que estamos trabajando para convertirte oficialmente en mi capataz para los próximos trabajos. Necesito que te involucres en esto. —No te disculpes. —Sacudo la cabeza, mirando por el parabrisas delantero mientras tiro las cenizas por la ventanilla del pasajero—. ¿Crees que me voy a quejar de eso, de que me incluyas? No estoy enojado contigo, Em. En todo caso, estoy agradecido. —Muy bien, entonces, porque pareces un poco… de mal humor esta mañana. Más parecido al viejo Edward que al que te has convertido desde que estás con Bella. —Se ríe. Resoplé. —No es por ti —le aseguro de nuevo, y lo deja así. Hablamos de otras cosas, pero en el fondo de mi mente, me pregunto cómo voy a contarle a Emmett sobre Eli. Emmett sabe que el Sr. S es el padre de Bella. Le expliqué eso el día que Bella apareció en el lugar de trabajo y abrazó a S. Tuve que decirle quién era la chica que besé y por qué estaba colgando de otro tipo unos minutos antes, pero no dije una mierda sobre Eli. No digas una mierda sobre Eli. Ahora que el pendejo definitivamente estará en esa reunión de esta mañana, tengo que decírselo, darle una razón de por qué podría atravesar la pared con ese cabrón. No. No, le prometí a Bella que sería un buen hombre para ella… y para Mel. Pero Emmett debe saber lo que está pasando. El sitio está tranquilo cuando llegamos. Las grúas, las mezcladoras y toda la maquinaria y herramientas permanecen quietas y en silencio durante lo que se suponía que sería un día libre. El suelo es un desastre embarrado por la lluvia de anoche: los charcos marrones se tragan nuestras botas, así que tenemos que subir una pierna y luego la otra para pasar. Pero estamos acostumbrados a esto, trabajamos en esto. Lo hacemos funcionar. Emmett camina delante de mí hacia el tráiler de S & D. El barro que levanta con sus botas salpica la parte delantera de mis botas y me quedo mirando las manchas marrones y negras. Cuando todavía estamos a unos cinco metros de distancia, extiendo la mano y agarro su brazo. —Antes de entrar allí, hay algo que quizás deba decirte. Emmett cruza los brazos contra el pecho y planta los pies profundamente en el barro. Mis ojos pasan de él hacia el remolque. Estacionado al lado hay una camioneta negra brillante con «S & D Contracting» impreso en la puerta lateral junto con la dirección de la oficina y el número de teléfono, y al lado hay un elegante convertible plateado con la capota negra levantada. Mi cara instintivamente se tuerce en una mueca. —Conoces a ese tipo, Eli… uno de los dueños… —El pendejo que nos hizo cambiar la tubería. Sí. —Cambia su espera de una pierna a la otra—. ¿Qué pasa con él? Exhalo pesadamente. —Él es el ex de Bella. Emmett echa la cabeza hacia atrás y arquea una ceja. —No jodas —dice en voz baja—. Mierda. —Me sostiene la mirada—. Bien… entonces… es su ex. ¿Y qué carajo? Entiendes que eso no puede afectar en lo más mínimo nuestra relación de trabajo con esos tipos, ¿cierto? —Lo entiendo, sí, pero... es un poco... complicado —digo, incapaz de controlar la forma en que mis fosas nasales se dilatan. Emmett entrecierra los ojos especulativamente, estudiándome de cerca durante unos segundos. —Está bien —suspira—. Mira… solamente… estamos aquí por negocios, Edward. Como director de McCarty Construction, me encargaré de la mayor parte, pero necesito que tomes las riendas cuando sea necesario. —Sí, sí —respondo rápidamente—. Estoy ahí. Solo… quería que lo supieras, hermano. No tienes que preocuparte. —No lo hago. Mira, te entiendo, Edward —me asegura, dándome una palmada en el hombro—. Tomaremos esta reunión minuto a minuto, ¿sí? —Sí. Sí —repito. —Bien —suspira—. Vamos. S & S Los dueños y el señor S ya están ahí; Eli y sus socios están sentados uno al lado del otro en una mesa ovalada de madera en el centro del tráiler, mientras que el señor S está frente a ellos junto al arquitecto principal, Riley. Hay un par de otros equipos trabajando en este proyecto, pero lo que sea que los dueños quieren tiene que ver con nuestra parte, así que solo estamos nosotros aquí. Apenas entramos en ese espacio apretado y estrecho, siento que todo mi cuerpo se tensa, pero hago todo lo posible por controlarlo. Cuando todas las miradas se levantan y nos saludan con un leve asentimiento, apenas puedo devolverles la mirada, ni siquiera al señor S, porque mis ojos se clavan de inmediato en ese cabrón, y me cuesta todo lo que tengo no lanzarme sobre él. Lleva puesta una camisa negra de vestir con una corbata gris delgada y sedosa, mientras que el resto de nosotros estamos con ropa de trabajo. Pero no me sostiene la mirada. Camino detrás de Emmett mientras él toma asiento a la izquierda de todos, y yo me siento junto a él. Todo el tiempo pienso que tal vez si él evita el contacto visual, y si yo no lo miro directamente… tal vez si no me ve, podré dejar de pensar en todas las formas en las que lastimó a Bella, al menos el tiempo suficiente para superar esto. Emmett se inclina hacia adelante y apoya los codos en la mesa, entrelazando las manos sobre la madera oscura, mientras yo me recargo hacia atrás, cruzo los brazos contra mi pecho, trago con dificultad y dirijo la mirada al frente, fijándome en el corcho que S tiene colgado en la pared. No lo mires. No lo mires. Dios concédeme la serenidad… —Muy bien, feliz Día de Acción de Gracias a todos —empieza S—, y ya que estamos en Acción de Gracias, ¿qué tal si nos cuentan qué está pasando que no podía esperar hasta mañana? Mantengo la mirada fija al frente, en ese tablón de anuncios, pero puedo escuchar la sonrisa zalamera en la voz de ese cabrón. —Lo siento, Charlie. Sabes que nunca intentaría arruinarte el Día de Acción de Gracias. Sé lo importantes que son las fiestas para tu familia. Hemos pasado suficientes celebraciones juntos como para saber lo mucho que Sue se enorgullece de esas deliciosas comidas caseras suyas. ¿No es así? —Se ríe. Un destello de rabia recorre mi columna, la endereza como una flecha y me ensancha las fosas nasales, porque mi primer instinto es que esa mierda no fue un comentario al azar. Planeó esas palabras… para recordarme cómo Charlie lo recibió en su círculo. O tal vez para recordarle a Charlie que Bella no está pasando Acción de Gracias con él. ¿Y cómo demonios sabe eso de todos modos? ¿O solo estoy siendo un maldito paranoico? No lo sé. No tengo ni puta idea. Pero presiono los labios en una línea tensa porque Emmett ni siquiera me pidió que mantuviera la calma, pero está confiando en que lo haga. Y se lo prometí a Bella, y voy a soportar esta maldita reunión porque, sin importar qué, soy yo quien va a volver a casa con Bella, no ninguno de estos imbéciles, así que váyanse al carajo. —Así es —responde el señor S—. Así que dinos qué está pasando, Eli, para que todos podamos volver con nuestros seres queridos. La voz del cabrón resuena mientras habla de la mierda que quieren; ya lo discutieron con el arquitecto, y según él, es factible. —Es factible, pero tomará tiempo —son las palabras exactas de Riley, tras lo cual se hace un silencio alrededor de la mesa. —Caballeros —dice finalmente S, dirigiéndose a Eli y sus socios—, entiendo que sea factible dentro del cronograma, pero este proyecto ya está casi terminado; estamos en la etapa de cierre, no en la de comenzar algo nuevo. —Pero se puede hacer —replica el cabrón, mientras yo sigo estudiando ese maldito corcho como si me fuera la vida en ello. —Sí, pero son las fiestas —añade Emmett—. Pedir los materiales, el personal… —Todo es factible. —Factible, pero eso significa más horas y pago de horas extras para nuestro equipo, porque no vamos a hacer esto gratis —digo en términos que todos puedan entender: Nada de trabajo gratis esta vez, cabrones. —Exactamente —coincide Emmett. Más silencio, pero siento su mirada sobre mí, y aparto la vista del tablón. Me mira fijamente. —Entendemos que esto significa más horas, pero como dijiste, se les pagará por ello. No estamos pidiendo que trabajen gratis. —Solo lo aclaro, hermano —interviene Emmett—. No estamos hablando solo de más horas, estamos hablando de pago por horas extras. Lentamente, el cabrón desvía sus ojos oscuros de mí hacia Emmett. —No entiendo cuál es el problema aquí. Deberían estar agradecidos por tener más horas. En cuanto al pago de horas extras… lo discutiremos, pero de cualquier manera, los contratamos para hacer un trabajo. Si no pueden terminarlo como queremos, háganoslo saber y podemos terminar este acuerdo ahora mismo y contratar a alguien más que lo termine como queremos. Solo recuerden, eso se reflejará en ustedes. Aprieto las manos en puños contra mis bíceps. —Se reflejará en nosotros. —¿Después de que hicimos todo el trabajo? ¿Vas a amenazar con traer a otro equipo para terminar nuestro proyecto? —pregunta Emmett, con un tono que roza la furia. —Pero no lo están terminando como queremos —interviene uno de los otros socios. —Porque ustedes están siendo... —Un momento —dice Charlie, levantando una mano—. Ahora, Eleazar, aquí nadie se está negando a hacer el trabajo. Solo estamos asegurándonos de que tú y tus socios hayan pensado bien en esto y de que entiendan que, si esta es la manera en la que quieren proceder, estos hombres serán pagados como corresponde, y eso implica más que solo largas jornadas. Entiendo que tú y tus socios tienen el derecho de hacer cambios en el plan, y sé que aún hay tiempo para hacerlo, pero será ajustado, y es su proyecto, pero ¿realmente es necesario? El cabrón le sonríe a Charlie. —Sabes que siempre hago mi investigación, Charlie. Esto aumentará el valor de cada loft en un porcentaje bastante decente. Charlie lo mira fijamente y luego suelta un suspiro profundo, pasándose una mano por la cara. —Mira, si no quieren hacerlo, no hay problema —dice el cabrón con una sonrisa—. Como dije, podemos terminar este contrato ahora mismo, sin inconvenientes. De todos modos, solo les queda un mes más de contrato. Recibirán su pago. Sabes que siempre estoy preparado, Charlie. Ya tenemos otro equipo listo y dispuesto para continuar con esto. Por supuesto, tú seguirás siendo el gerente del proyecto. Esto no tiene nada que ver contigo. No sé exactamente qué estoy a punto de decir, pero lo siento burbujeando en mi pecho antes de que Emmett me ponga una mano en el hombro. —Espera un momento. Nadie ha dicho… —Entonces, ¿con qué tiene que ver esto? —interrumpe Charlie con voz fría, cortando a Emmett. Miro a Emmett, y él me mira a mí, y ambos entendemos exactamente lo que está pasando aquí: si no terminamos este trabajo como él quiere, podemos olvidarnos de una recomendación, porque no podremos incluir este proyecto en la licitación para las oficinas ni en ninguna otra después de esta. —Únicamente son negocios, Charlie —dice el cabrón con calma, todavía sonriendo—. No es el primer proyecto en el que tú y yo trabajamos juntos. Tú y yo… somos iguales: nos gusta que las cosas se hagan con especificaciones exactas. —Especificaciones exactas —repite Charlie, asintiendo lentamente con la cabeza. —Y esto hará que estos lofts sean perfectos. Mira, admito que es más trabajo justo al final del proyecto, pero el arquitecto está de acuerdo en que se puede hacer, ¡y estamos dispuestos a pagar un extra para que se haga! Honestamente, no veo cuál es el problema aquí. —Se ríe— ¡Les estamos metiendo más dinero en los bolsillos justo para las fiestas! Pensé que estarían encantados. Cierro los ojos por un momento y trago con dificultad, imaginando a Bella en su cama esta mañana, su oscuro cabello extendido sobre la almohada, sonriéndome con todo ese amor y confianza. Su boca, tan cálida sobre la mía. Luego imagino a Mel acurrucada junto a ella, y tengo que tragarme la bilis que me sube por la garganta, las palabras que me queman por salir. La garganta me duele y la cabeza me late, pero mantengo la boca cerrada. —Pero no siempre se trata de más dinero, Eleazar —dice Charlie—. Estos hombres tienen otros compromisos… familias con las que quieren pasar las fiestas. Por un segundo, la cara del cabrón se endurece, y veo el odio. Está ahí. Esto aumentará el valor, sí, pero es más que eso; y podemos aceptarlo o no, a él no le importa; sabe exactamente lo que está haciendo. Charlie suspira. —Está bien. Está bien, pero las horas extras significan pago de horas extras. Una sonrisa amplia se extiende en la cara de Eli, porque para él es un ganar-ganar, y yo trago con una garganta reseca, fulminando con la mirada el corcho. Aprieto los puños con tanta fuerza que siento que los nudillos van a estallar; mi maldita cabeza podría explotar con la sangre que me retumba en las sirenas. —Empezaremos con esto mañana en la mañana —continúa Charlie—. Emmett, creo que tu equipo puede… —¿Dijiste algo, hermano? —suelta el cabrón. Lo miro, y él me está mirando. Sí, supongo que dije algo. —Mierda —repito—. Dije que esto es una mierda, amigo. Nadie habla. El cabrón sonríe, porque, como dije, es un ganar-ganar para él. —Si tienes un problema, la puerta está ahí mismo, amigo —se burla—. Deja que tu jefe te ponga en otro proyecto… si es que tienen uno. Si no, tal vez pueda dejarte en la banca por un mes o algo así. Digo, si pueden permitírselo, eso ya es cosa tuya y de tu jefe. Con la mitad del labio superior torcido, gira la cabeza hacia sus socios. —Yo no podría estar sentado todo el día rascándome las bolas sin hacer nada. Lo dice en un murmullo, pero estamos en un maldito tráiler, así que todos lo escuchan, y se ríen por lo bajo. Además, me vuelve a mirar, con esos ojos como pozos del infierno. —Edward, ¿por qué no me ayudas afuera? —dice el señor S con urgencia. Solo cuando lo miro me doy cuenta de que ya estoy a medio levantar de la silla. Termino de ponerme de pie, con los ojos fijos en el cabrón, que me mira con un odio descarado; la sonrisa falsa ya borrada de su cara. Cuando me lanza una sonrisita burlona, S me rodea el hombro con la mano, clava los dedos y me gira hacia la puerta del tráiler. —Emmett, termina de ajustar los detalles aquí. Edward y yo vamos a dar una vuelta por el sitio para planear los próximos días. Ya volvemos. Ahora está lloviendo fuerte, el barro parece más bien un charco sucio, y mañana y los próximos días esto va a ser un infierno. Trato de concentrarme en eso mientras S me sujeta con fuerza del hombro y me guía alrededor de una de las estructuras casi terminadas, detrás de la cerca, donde nadie puede vernos. Para este punto, mi pecho sube y baja con cada respiración pesada, los hombros se me alzan con cada exhalación. Cuando nos detenemos, me saco su mano de un tirón y me agarro el cabello con los puños, girando en un semicírculo mientras la lluvia me golpea fuerte, escurriéndose por el centro de mi frente hasta llegar a mi boca. —Cálmate, hijo. Necesitas calmarte. Dejo de moverme y lo fulmino con la mirada, a este idiota ciego que invitó a ese pedazo de basura a su casa, que lo dejó acercarse a su hija porque ambos prefieren que las cosas se hagan con especificaciones exactas. —¿Que yo necesito calmarme? —siseo, clavando un dedo con fuerza en mi propio pecho—. Tu amigo tiene suerte… una maldita suerte de mierda… —Me detengo y echo la cabeza hacia atrás, soltando una carcajada amarga mientras el cielo gris se abre aún más y las gotas gigantes me golpean la cara—. Sí, claro, yo soy el que necesita calmarse —me burlo con un resoplido. —Sí, necesitas calmarte —gruñe el señor S—. Él está pidiendo un cambio; ellos están pidiendo un cambio, y está dentro del alcance del trabajo, y tu jefe ya aceptó que se puede hacer dentro del plazo requerido, así que tienes que calmarte de una puta vez y lidiar con esto, te guste o no. Le frunzo el ceño abiertamente. —¿Crees que no me doy cuenta? —¡No te das cuenta! —aúllo. —Te lo dije el otro día —me grita de vuelta—, ¡no sabes lo que yo veo! ¿Crees que no lo escuché jodiéndote? Lo miro con rabia. »¡Pero él tiene un motivo! —¿Qué? —escupo con incredulidad, dando un paso al frente—. ¿Qué? ¿Tiene un motivo? ¿Qué carajo…? —Sí —dice, con una mano en mi hombro y la otra clavando su dedo en mi pecho ahora—. Escúchame, cabeza dura… —Aprieta los labios con fuerza—. ¡Tú eres con quien está mi hija ahora, y eso lo jode! ¡No estoy ciego, Edward! Lo que no entiendo es por qué tú estás tan alterado. ¡Ella está contigo! Le guste o no, él tiene un motivo para odiarte, pero ¿cuál carajo es tu problema con él? —¿Quieres saber cuál es mi problema? —pregunto entre dientes apretados—. ¿De verdad quieres saber cuál es mi problema con ese maldito pedazo de basura? Charlie traga con dificultad, y por un par de segundos, parece no estar seguro de querer saberlo. —Sí, quiero —dice, su voz cargada de furia de repente. Y estoy a punto de decírselo, de verdad que sí, hasta que recuerdo que Bella, mi perfecta Bella, ni siquiera le ha contado a Angie, su mejor amiga, sobre mi problema con la bebida, y a mí realmente me da igual si Angie lo sabe o no. Sé que Bella no lo ha ocultado por vergüenza, sino porque me ha dejado decidir a mí a quién contárselo y cuándo. Y esto… esto no me corresponde decirlo. Así que, por más que me gustaría quitarle la venda de los ojos a S sobre lo escoria que es su amiguito Eli, niego con la cabeza. Sus ojos se entrecierran, y cuando se da cuenta de que no voy a decirle nada, frunce la boca con rabia antes de soltar un resoplido enojado. Pero me he detenido el tiempo suficiente para pensar, y la lluvia y los segundos que pasan van apaciguando la furia, así que me doy la vuelta y empiezo a caminar de regreso. »¿Qué le hizo a mi hija? —grita por encima de la lluvia. Mis pies dejan de moverse, pero mantengo la espalda hacia él. »Soy su padre. Tengo derecho a saberlo. Tomo una respiración profunda y retomo el camino de vuelta al tráiler, salpicando charcos bajo mis botas, pero ahora estoy listo, listo para terminar esta maldita reunión y volver con Bella y Mel. Al doblar la esquina hacia el tráiler, veo que Emmett y los demás están saliendo. Aunque no parece ni de cerca feliz, Em le da la mano a cada socio antes de que suban a sus autos. Eli es el último, pero también hace el gesto del apretón de manos, y al soltarlo, sus ojos se desvían hacia mí, formándose una pequeña sonrisa burlona en su rostro. Pero yo soy el que va a volver a casa con Bella, así que mantengo su mirada… y sonrío de vuelta. La sonrisa se borra de su cara, y me lanza una mirada fulminante mientras Emmett camina hacia mí. —¿Todo bien? —pregunta Emmett. Mis ojos siguen clavados en Eli hasta que el cabrón me lanza una mirada de asco y se da la vuelta. —Sí —resoplo—. Todo está bien. Emmett se gira y sigue mi mirada. —Hombre, ese tipo es un maldito imbécil —murmura, volviendo hacia mí y dándome una palmada en el hombro—. Vamos. Larguémonos de aquí antes de que alguno de nosotros haga una estupidez de la que se arrepienta. Empezamos a caminar hacia la camioneta de Emmett. —¿Qué vas a hacer hoy, Em? —pregunto, más para distraerme que por otra cosa. —Pasar el rato en casa. Mi familia se fue a Washington, ¿recuerdas? Y es demasiado caro volar hasta allá solo por un par de días. —¿Quieres venir más tarde a comer pavo con Bella, Mel y yo? Ella hizo uno enorme. Lo dejó cocinando toda la noche y huele jodidamente increíble. Apenas me estoy escuchando a mí mismo y casi me arrepiento en cuanto las palabras salen de mi boca, porque Emmett pregunta si a Bella le molestaría, como si realmente lo estuviera considerando, y no estoy seguro si le importaría. Pero tampoco me la imagino teniendo un problema con que Emmett venga, aunque se suponía que sería solo cosa de los tres. Pero Mel y yo nos quedaremos otra vez esta noche, y cuando él se vaya, volveremos a ser solo nosotros tres, y mañana por la noche, después de que los abuelos de Mel vengan a recogerla, solo quedaremos mi Bella y yo y… Antes de que pueda terminar mi pensamiento o asegurarle a Emmett que a Bella no le molestaría, un fuerte chapoteo seguido de un «¡Ugh!» y un murmullo de maldición -como si alguien acabara de caer en el barro- me saca de mis cavilaciones. Emmett y yo nos giramos instintivamente hacia el alboroto. El señor S tiene al cabrón de Eli extendido en el suelo mojado y embarrado, con los puños aferrados al cuello de su chaqueta mientras se inclina sobre él con una expresión que destila puro asesinato. —¡Dime qué carajo le hiciste! —Ah, mierda —exhala Emmett, pero yo ya estoy corriendo, murmurando un «¡Carajo!» para mí mismo justo cuando el puño derecho de Charlie Swan se alza bien alto en el aire.
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