Puños volando en el barro
22 de octubre de 2025, 10:37
Capítulo 32: Puños volando en el barro
Edward
.
Mientras el brazo del Sr. S se balancea hacia abajo formando un arco a solo unos centímetros de su objetivo, logro agarrar su muñeca y doblar su brazo hacia atrás.
—¡Suéltame!
Pero ya lo estoy levantando y arrastrándolo lejos, encerrando ambos brazos detrás de su espalda mientras él lucha contra mí.
—¡Maldita sea, Cullen! ¡Suéltame y déjame darle una lección a este imbécil!
Bueno, S tiene cuarenta y tantos, pero ha estado haciendo trabajo físico toda su vida, y mierda, se nota, se lo concedo. Estoy poniendo todo de mi parte para mantenerlo enjaulado.
—¡Él no lo vale! ¡Él no lo vale! —siseo mientras él lucha por liberarse.
Mientras tanto, el cabrón aprovecha al máximo el hecho de que el Sr. S y yo estamos atrapados en nuestra propia batalla y se arrastra sobre su trasero hacia atrás como el jodido cangrejo que es antes de levantarse rápidamente y salir del profundo charco en el que aterrizó cuando S lo empujó. Se sacude la gruesa capa de barro adherida a sus cuidadas manos y gime, limpiándoselas en esos pantalones que antes estaban perfectamente planchados.
—¡Maldita sea, Charlie! ¡No sé qué carajo te ha estado diciendo, pero yo no le hice nada! —grita, alisándose la chaqueta, ajustándose la corbata gris debajo, con los ojos negros ardiendo de furia. Emmett se para frente a Eli, bloqueándolo de Charlie en caso de que logre soltarse, lo cual todavía está luchando por lograr.
—¡Te está llenando la cabeza de mentiras, Charlie! ¡Vamos! ¡Tú me conoces! ¡Tú y yo siempre hemos sido geniales! ¡Cuidé bien de Bella! —grita mientras la lluvia golpea implacablemente sobre nosotros cuatro—. ¡Sabes que lo hice! ¡La cuidé mejor de lo que este imbécil pobretón jamás podrá hacerlo! ¡Simplemente te está metiendo mierda en la cabeza!
—¡Él no me metió nada en la cabeza! —ruge Charlie.
La cabeza de Eli se echa hacia atrás. Luego, sus fosas nasales se ensanchan.
—Entonces no sé qué ha estado diciendo Bella —frunce el ceño—, pero nunca tuvo un problema con nada de lo que pasó en nuestra relación. ¡Todo fue consensuado! Tal vez este imbécil no puede soportar la verdad —me lanza una mirada burlona—, así que está tratando de hacerse la inocente y fingir que no disfrutó cada segundo...
Ya estoy lanzándome. Mi visión se reduce a un punto. Todo lo que veo es esa boca asquerosa, mentirosa y vil retorcida en esa mueca y aún moviéndose. Mi puño ya siente el impacto contra su mandíbula puntiaguda. Vibra con anticipación.
Emmett me empuja con fuerza, y retrocedo tambaleándome, casi cayendo en el barro. Me enderezo y voy hacia él de nuevo, pero de repente mis brazos están inmovilizados detrás de mi espalda. Vaya, el karma es una perra; ahora sé cómo se sintió S.
—¡Suéltame, maldita sea! —grito.
El señor S me tiene en un agarre de hierro, pero a diferencia de él, yo voy a soltarme. Voy a hacer que cada uno de los malditos dientes del hijo de puta salgan volando de su asquerosa boca así sea lo último que haga en esta tierra. Una parte de mí registra que Emmett está en mi cara gritándome algo, pero no puedo oírlo; apenas puedo verlo. Hay un zumbido en mis oídos, y todo lo que veo es a ese pendejo detrás de él, sonriéndome con suficiencia porque cree que está a salvo, cree que mis manos están permanentemente atadas y que la muralla que es Emmett puede mantenerme alejado. Pero lo que no sabe es que el agarre de S está resbalando con la lluvia.
—¡Mierda! —escupe S, porque estoy libre, y estoy cargando contra él, y ahora el cabrón retrocede, con los ojos desorbitados.
—Así es. —Sonrío—. ¿Y ahora qué, hijo de puta?
Pero Emmett está justo ahí, y el absoluto miedo en los ojos del cabrón mientras se acobarda detrás de Emmett solo alimenta mi frenesí.
—¡Maldita sea, Emmett, quítate del camino! —Extiendo la mano hacia el cuello del cabrón por encima del hombro de Emmett, convirtiendo mis dedos en garras, pero él se mantiene justo fuera de mi alcance, y Emmett... bueno, ese sí que es básicamente una pared, el muy desgraciado.
—¡No hasta que te calmes de una puta vez!
—Él no vale la pena, hijo. No lo vale. —S respira con urgencia detrás de mí. Al parecer, hemos cambiado de lugares, y ahora él me devuelve mis propias palabras—. Escúchame; me equivoqué al perder la cabeza. Tú y yo, ambos tenemos personas en que pensar. Piensa en tu sobrina; piensa en mi hija y en lo que significaría para ellas que termines en la cárcel.
Mi pecho sube y baja con fuerza. La sangre palpita salvajemente en mis venas, bajando hasta mis antebrazos, haciendo que los huesos de mis nudillos palpiten con la necesidad de hundirlos en este imbécil. Miro a Eli con furia, él me observa con cautela, escondiéndose detrás de Emmett como el cobarde que es.
Y luego retrocedo, miro al cielo y suelto un rugido fuerte, golpeando el aire porque tengo que sacar todo esto de alguna manera. Tengo que dejar ir esta rabia. No puedo aferrarme a ella. Tengo que soltarla.
Por ella.
Por Mel.
Después de unos segundos, bajo la cabeza y simplemente… me quedo ahí… con los ojos cerrados, los hombros subiendo y bajando.
Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las que sí puedo y la sabiduría para reconocer la diferencia. Por favor. Por favor. Por favor.
…la sabiduría para reconocer la diferencia.
He dicho esta oración, este mantra, tal vez mil veces en los últimos meses, pero de repente es como si… este peso invisible se levantara abruptamente de mi pecho. Mis pulmones se expanden. Respiro profundamente, inhalando polvo, mugre y Dios sabe qué más, pero es… purificador. Como si nada de eso importara. Ella está en casa… esperándome… esperándome a mí. Y está a salvo. Y pase lo que pase, nos tenemos el uno al otro, y tenemos a Mel.
El señor S me da una palmada en el hombro, y levanto la mirada. Durante unos momentos, simplemente nos miramos a través del aguacero, viendo en nuestras caras distorsionadas por la lluvia cosas que no creo que ninguno de los dos hubiera visto antes.
—Lo quiero a él y al resto de su equipo fuera de aquí —oigo al pendejo sisear desde algún lugar detrás de mí—. ¡Fuera de esta obra! ¡Fuera de este sitio! Preferiría contratar a unos malditos vagabundos para terminar este trabajo antes que tener a…
El señor S me observa unos segundos más y, con un asentimiento que parece más para sí mismo, suspira y se da la vuelta.
—Eso no va a pasar, Eli. —Su voz es calmada y serena una vez más, como si hubiéramos estado charlando bajo la lluvia en lugar de estar a punto de enterrar a su amigo Eli en una tumba.
—¿Qué? —Eli pregunta con un tono oscuro.
—Dije que eso no va a pasar —repite el señor S. Cuando se acerca a Eli, este retrocede un par de pasos, pero he llegado a conocer mejor a Charlie Swan en los últimos minutos que en todos los meses anteriores.
No va a intentar golpearlo, no más.
Tampoco yo.
Eso no significa que Eli no deba estar aterrorizado. Debería. Porque bajo toda la calma aparente del señor S, veo el verdadero fuego ardiendo; el mismo fuego que posee su hija. La realización de S de que el hombre frente a él lastimó profundamente a su amada niña es algo que nunca dejará ir por completo. En ese sentido, es muy parecido a… mí.
Pero es algo que no podemos cambiar, pase lo que pase, y ella está bien... y finalmente sé la diferencia.
—Soy el director del proyecto en este sitio, y digo que Emmett y todo su equipo van a terminar aquí porque se han partido el culo en estos lofts y han hecho un jodido gran trabajo para ti y tus socios.
—Al infierno que no —Eli se burla, asegurándose de mantener unos cuantos pies de distancia entre él y el padre de Bella.
—Sí lo harán —el señor S asiente serenamente—, o te quedarás sin más que un equipo: te quedarás sin un director de proyecto.
—¡Entonces conseguiré uno nuevo! —Eli lo desafía, enderezando esa corbata que ahora es más marrón y negra que gris.
—A estas alturas, encontrar un nuevo director de proyecto definitivamente retrasaría tus lofts, y eso significaría gastos adicionales, y ambos sabemos cuánto odias los gastos adicionales. Además, todos vamos a terminar este trabajo, o me aseguraré personalmente de que ningún director de proyecto que valga la pena en toda el área triestatal acepte este trabajo o cualquier proyecto futuro tuyo. He estado en este negocio desde que tú usabas pañales, muchacho. No quieres meterte conmigo.
Eli lo mira con abierta incredulidad. —Charlie, ¿qué demonios estás haciendo? ¡Vamos! ¡Tú y yo siempre hemos tenido una gran relación, tanto de negocios como personal!
El señor S lo mira, pero no responde.
—¡No le hice nada a Bella que ella no quisiera que le hiciera! ¡Te lo juro!
Cierro los ojos con fuerza y respiro por las fosas nasales.
—Si quieres conservar tus dientes, cállate ahora mismo. Ni siquiera digas su nombre —gruño.
—Amigo, solo detente mientras vas ganando —le sugiere Emmett con un tono exasperado, rodeando mi hombro con su mano para mantenerme en mi lugar, pero niego con la cabeza, dejándole saber que ya no es necesario.
—¿Cómo se supone que mantenga a ese imbécil en el trabajo? ¡Viste su temperamento!
El señor S nos mira a todos, de un lado a otro, y luego suspira.
—Yo respondo por él; si de verdad hubiera querido lastimarte, ninguno de nosotros habría podido detenerlo. Siempre y cuando cuides tu boca, Eleazar, no habrá una repetición de esto en este sitio. Ahora, vamos a terminar este trabajo tal como tú y tus socios lo solicitaron, pero una vez que esté completo, todas las relaciones comerciales entre tú y yo habrán terminado. No gestionaré ninguno de tus proyectos futuros.
Entonces, el señor S comienza a alejarse.
—¡Charlie! —grita Eli—. ¡Charlie, vamos! ¿Vas a ponerte del lado de este maricón pelao en lugar del mío? ¡Apenas lo conoces!
El señor S se da la vuelta y retrocede unos pasos, y Eli vuelve a hacer su bailecito de retroceso.
—¡Esto no tiene nada que ver con él! ¡Se trata de mi hija! Y, como él dijo, no quiero volver a escuchar su nombre saliendo de tu boca, ¡nunca más!
Eli arquea una ceja y esboza una sonrisa ladina.
—Eso va a ser un poco difícil, Charlie, ya que ella y yo somos socios en un negocio, te guste o no.
El señor S inhala profundamente, llenando sus pulmones de aire. —Eso es otra cosa de la que me encargaré pronto.
—No voy a vender —Eli niega con la cabeza.
—Ya veremos —promete el señor S, y con esas palabras finales, se da la vuelta y pasa junto a Emmett y a mí, señalando que lo sigamos.
S & S
Emmett y yo permanecemos en silencio mientras seguimos la camioneta del señor S fuera del sitio. Da vueltas por algunas calles de la ciudad mientras yo miro fijamente los limpiaparabrisas moviéndose de un lado a otro, de un lado a otro.
—Em, hermano, quiero disculparme por ese desastre de allá atrás. Me necesitabas ahí para ayudar y, en cambio, terminé...
—Hey, ese tipo es un imbécil de proporciones épicas. —Se ríe—. Habría puesto a prueba el autocontrol de un santo. Si no cerraba esa bocota pronto, yo mismo estaba a punto de meterle el puño en la boca. Lo hiciste bien al contenerte, Ed. Además, el señor S fue el que empezó esa mierda. —Se carcajea.
S se detiene frente a un almacén vacío. Nosotros estacionamos detrás de él y salimos. Los tres estamos sucios, cubiertos de barro endurecido y sudor que siento hasta en mis bolas. Observo la cara del señor S mientras camina hacia nosotros.
Se pasa una mano por el rostro sucio.
—Quiero disculparme con ambos por... la forma en que actué allá atrás. Puse en peligro sus trabajos, y no tenía derecho a hacer eso. Por lo general, soy mucho mejor controlando mis emociones.
—Bueno, eso lo convierte en uno de nosotros —bromea Emmett, pero yo no respondo de ninguna manera. Es su padre, pero hace apenas unas semanas, yo estaba en su casa, y me miraba como si fuera el mismísimo diablo viniendo a reclamar a su hija.
—¿Entonces crees que aún tenemos trabajo o qué? —pregunta Emmett—. ¿Deberíamos presentarnos mañana, o empiezo a planear...?
—Aún tienes trabajo, Emmett —asegura Charlie, dándole una palmada en el hombro. Luego me lanza una mirada—. Ambos lo tienen. Conozco a Eli... muy bien. —Niega con la cabeza, con algo parecido a la vergüenza asomando en sus rasgos por un momento—. Si intenta deshacerse de ustedes, yo me voy, y sabe que no puede permitirse eso ahora mismo. No estaba bromeando cuando dije que mantendría a cualquier buen director de proyecto fuera de su alcance, y él lo sabe. Confíen en mí, lo que más le importa a Eli es la ganancia, y no hará nada que la ponga en riesgo. Es solamente un mes; hacemos nuestro trabajo y nos largamos de ahí.
—Suena bien para mí —responde Emmett, cruzando los brazos sobre el pecho—. Un mes más, terminamos esto y pasamos a cosas mejores. —Me da una palmada en el hombro—. ¿Te parece bien, Ed?
—Sí —asiento, sosteniendo la mirada de S—. Me parece bien.
—Bien, de acuerdo. —Emmett junta las manos en un gesto de «sigamos adelante»—. ¿Intentamos rescatar lo que queda del día? No sé ustedes, pero pelear bajo la lluvia y en el barro siempre me abre un hambre de mil demonios, y mientras parezca que todavía tenemos trabajo, me dijeron que había un pavo grande, jugoso y delicioso cocinándose no muy lejos de aquí.
Respiro hondo, me giro hacia Emmett y asiento, incómodo ahora porque no quiero hablar del festín de Acción de Gracias de Bella frente a su padre, quien no está precisamente invitado. Curioso cómo, hace un par de horas, me importaba un carajo.
—Vamos —empiezo a caminar de regreso hacia la camioneta de Emmett—, lo hablaremos...
—Edward, ¿te importa dar un paseo conmigo? Te dejaré en casa de mi hija.
Cierro los ojos por un momento antes de mirar a Emmett.
—Pasa por lo de Bella alrededor de las cinco.
—¿Seguro que está bien?
—Sí. Sí, estará encantada de conocerte.
—De acuerdo, hermano. Nos vemos entonces.
Emmett se dirige a su camioneta, y yo respiro hondo antes de girarme hacia el señor S.
Subo a la camioneta, pero no arrancamos. Durante unos cinco minutos, solo nos quedamos ahí.
—Sé que no es tu lugar, pero por favor, solo dime que no fue... dime que él no...
—No lo hizo —le aseguro, con la vista fija en el parabrisas. La lluvia continua distorsiona todas las imágenes grises del exterior en formas goteantes e irreconocibles.
—Oh, gracias a Dios —exhala con un suspiro de alivio—. Porque eso... eso me habría matado... no podría...
Silencio de nuevo.
—Mira, lo siento, ¿de acuerdo? —dice, con un tono de voz que roza la ira—. Cuando me equivoco, soy lo suficientemente hombre para admitirlo.
Me giro para mirarlo, a este hombre que tiene los mismos ojos que Bella, y sé que la ama infinitamente, pero aún no puedo... no puedo...
Debería haberla protegido. Debería haber visto a través de la ropa limpia y las palabras suaves de ese pendejo, a través de todo ese dinero que les arrojaba. Debería haberlo mantenido alejado de ella. ¿Qué piensa? ¿Que vamos a sentarnos aquí y ser mejores amigos ahora? ¿Que compartimos un momento de conexión? Ese otro todavía está involucrado en su vida. Es dueño del estudio con ella, probablemente ayudando a ese otro cabrón, Felix, a joder su carrera.
Debería haberlo sabido y haberlo mantenido muy lejos de ella.
—Mire, señor S...
—Llámame Charlie.
Apenas resisto la tentación de poner los ojos en blanco porque, ¿qué demonios?, ¿vamos a tomarnos de las manos y cantar Kumbaya ahora?
—Señor S, no se disculpe conmigo. No me aprobó cuando me conoció, y le dije lo que pensaba al respecto, y eso no va a cambiar solo porque su opinión sobre ese otro tipo pueda haber cambiado. Si tiene problemas con Bella, necesita resolverlos con ella y no a través de mí. No voy a ser su nuevo Eli.
—No te estoy pidiendo que lo seas —dice, indignado.
—Bien, entonces.
—Perfecto.
—Y no voy a llamarlo Charlie.
—Jesús —se pasa una mano por el cabello—. Eres un maldito tipo difícil de tratar.
—Eso me han dicho, y su hija, nada menos.
Nos sostenemos la mirada, y luego ambos negamos con la cabeza y soltamos una risa.
S & S
Me deja en el loft de Bella porque ya se hizo demasiado tarde para ir a Queens, y además, sé cómo funciono: estoy de mal humor y necesito un par de horas para soltar un poco de vapor, o de lo contrario, solo seré un idiota con Bella y Mel, y ninguna de las dos merece eso.
Así que le envío un mensaje de texto y le digo que las esperaré en su casa.
De acuerdo. Estaremos en casa en un par de horas. ¿Todo salió bien esta mañana?
Sí. Podemos hablar más cuando llegues a casa.
Ok. Nos vemos en casa entonces.
¿Necesitas que haga algo por aquí?
No, Baby. Todo está listo, pero gracias.
Solo ponte bien guapo para mí porque
cuando te vea, ¡voy a lanzarme sobre ti!
Suelto una risa. Siempre sabe cómo sacarme de mis malos ratos, incluso a través de un celular.
Puedes lanzarte sobre mí cuando quieras.
Lo tendré en cuenta. Te amo, Edward.
Yo también te amo.
Miro alrededor de su apartamento. Es grande y cómodo, y desearía poder ser yo quien le diera algo así.
Y ahora... ¿cómo demonios le explico que, después de esta mañana, tengo suerte de seguir teniendo trabajo?
S & S
Después de una ducha caliente para quitarme todo el barro y la lluvia que se han metido en cada rincón de mi cuerpo, me cambio a un pantalón caqui y un polo blanco. Nunca seré el cabrón elegante que es ese imbécil, pero creo que a Bella le gusta más así.
Luego, deambulo hacia la cocina porque huele increíble, y con un suspiro profundo, me recargo contra el mostrador y le envío otro mensaje.
¿Ya vienen de camino? Tengo hambre
y necesito un bocado de pavo y un bocado de ti,
y... una cosa más. Tal vez tengamos algunos
invitados adicionales...
Treinta segundos después, es Mel quien me responde:
Qué asco, tío Ed. Sí, ya vamos en camino.
Bella está manejando, pero dice que te diga
que también llevamos un par de invitados adicionales...
S & S
**Palabras originalmente en español**:
maricón pelao