Paredes con espejos
22 de octubre de 2025, 10:37
Capítulo 34 — Paredes con espejos
Edward
.
Mel y Rachel están sentadas frente al televisor, completamente absortas en la pantalla. Desde la cocina, donde estoy ayudando a la loca de Angie a limpiar, echo un vistazo y veo que están viendo el final de It's A Wonderful Life.
Sí, Mel siempre ha amado esa película. Ella, Jasper y Alice solían verla en repetición durante las fiestas.
Con un suspiro cansado, observo alrededor del loft de Bella; todo parece ir bajando el ritmo después de una velada bastante festiva y, sorprendentemente, sobria. Ahora Bella y sus padres están apartados en una esquina, despidiéndose, susurrando y demás -y honestamente, ni quiero saber de qué se trata.
Seth y Leah han decidido trepar sobre Emmett en vez de sobre mí.
Entonces Sue se acerca mientras el señor S se queda con Bella. Me dedica esa sonrisa… esa que dice «pobrecito de ti cuando mi hija se entere del desastre de hoy» o algo por el estilo.
—Edward —dice en voz baja, extendiéndome las manos. Las tomo porque no quiero ser grosero con el único padre sensato de Bella—. Gracias por esta noche.
—No me des las gracias; todo esto fue idea de Bella.
Niega con la cabeza.
—No, no lo fue. Nada de esto habría pasado si tú no estuvieras en la vida de Izzy ahora.
Por un segundo pienso que es una acusación… pero no, no lo es por el tono en que lo dijo. Luego se inclina y me susurra al oído:
»Y te dije que mi testarudo esposo acabaría aceptándolo. —Se aparta con un guiño—. Charlie y yo volveremos en la mañana. Me imagino que hay… ¿cosas que tú y él necesitan discutir con Izzy?
Lo dice como una pregunta, pero está claro que sabe de qué va el asunto.
—No te preocupes —añade en voz baja, dándome una palmada en la mejilla—, no dejaré que los mate a ninguno de los dos. Puede que al principio esté un poco molesta, pero terminará entendiendo que Eli merecía, por lo menos, que lo cagaran de miedo.
Respiro hondo.
—Buenas noches, Sue.
Se ríe por lo bajo.
—Buenas noches, Edward.
Miro hacia Charlie. Me asiente con un gesto serio de despedida, con la misma cara jodida que debo tener yo.
S & S
Es tarde, y el inútil pedazo de mierda del esposo de Rose ni siquiera se ha dignado a llamarla en toda la noche para ver si ella y los niños siguen vivos. Por lo que él sabe, ella podría estar tirada en una zanja en cualquier parte. Pendejo.
Así que me pongo la chaqueta para acompañarla a casa, solo para asegurarme de que llegue bien a Queens. Sé lo estúpida que puede ser la gente en los días festivos, bebiendo y conduciendo… y después de lo que pasó con Jasper y Alice… y sabiendo de lo que yo mismo fui capaz en su momento…
Pero, como siempre, está discutiendo conmigo, insistiendo en que no necesita que la escolten a casa mientras mete a la pequeña Leah en su traje de esquimal.
—¿Qué sentido tiene que me sigas en tu camioneta solo para dar la vuelta y regresar? Te mando un mensaje cuando llegue, así sabrás que estamos bien.
La ignoro y levanto a Seth del sofá, acomodando su cabeza dormida sobre mi hombro.
—Dime algo, Wonder Woman. ¿Cómo demonios piensas cargar a dos niños dormidos dentro y fuera de la minivan?
«Que se las arreglará», dice. Bella le ofrece quedarse a dormir, pero Rose rechaza la idea, por suerte, porque no sé si estoy listo para todo eso. Y mientras me dirijo a la puerta con Rose todavía quejándose detrás de mí, Emmett dice:
—Ed, yo acompañaré a Rose a casa.
Echa un vistazo a Rose y luego camina hasta mí para tomar a Seth de mis brazos.
—Emmett, tú vives a cinco minutos de aquí. Rose está en…
—Queens, sí, lo sé. No hay problema.
—Emmett, no tienes que… —Rose empieza a decir.
Pero Emmett repite que no hay problema, y finalmente ella cede. Así que le entrego a los niños y le recuerdo que me escriba cuando llegue a casa.
S & S
Resulta que sí tenemos una invitada que se queda a pasar la noche: Angie. Comparte la cama con Mel, lo que significa que Bella duerme conmigo en el sofá cama, así que no me quejo ni un poco.
Estamos agotados después de un día y una noche tan largos, así que nos damos una ducha y, literalmente, caemos rendidos en el sofá cama. La atraigo hacia mí, y ella ya está medio dormida en su pijama diminuta cuando acomodo mis manos sobre su estómago suave; se siente cálida y sexy, y podría hacerle el amor lenta y dulcemente en este mismo momento... pero su respiración es tranquila, su pecho sube y baja en un ritmo pausado mientras beso suavemente su cuello, y unos minutos después, supongo que yo también me quedo dormido.
S & S
Dedos se deslizan por mi cabello con la luz de la mañana, como una brisa cálida y suave. Cuando abro los ojos, Bella me está mirando fijamente.
—Me encanta verte dormir. Es… fascinante para mí.
Mantengo mis ojos en ella y luego la agarro del brazo y la jalo hacia mí.
—¡Edward! —chilla, y es entonces cuando noto la taza en su otra mano—. ¡Vas a hacer que derrame el café!
Así que le quito la taza con cuidado y la coloco sobre la mesa lateral.
—Ven aquí —digo con la voz aún ronca por el sueño, envolviendo su cálido y sensual cuerpo contra el mío, presionando mi erección matutina contra su centro caliente y gimiendo al encontrar su boca.
Gime y responde al instante, su lengua fresca de menta enredándose con la mía mientras ambas manos se pierden en mi cabello y mis palmas recorren su perfecto trasero bajo esos diminutos shorts.
La beso con hambre, chupando sus dulces labios, deslizando mis manos por sus costillas en un gesto de silenciosa necesidad. Dios, la necesito. Después de todo lo de ayer, necesito pasar unas horas con ella, solo con ella y nada ni nadie más.
—Cuando Mel se vaya esta noche…
—Mel y Angie se fueron hace un rato. —Sonríe con demasiada inocencia—. Ang se la llevó de compras por Black Friday.
Respiro entrecortado, y mi erección matutina saluda con entusiasmo.
—¿Ah, sí? —Sonrío.
—Sí…
Ansioso, mis dedos bajan en la dirección opuesta, deslizándose por el borde de sus diminutos shorts. Mis nudillos rozan su muslo desnudo, disfrutando la suavidad de su piel mientras bajo tanto sus shorts como sus panties…
Bella presiona su palma contra mi pecho desnudo y se aparta de mi alcance, al mismo tiempo que se vuelve a subir la ropa.
Me apoyo en un codo y frunzo el ceño.
—¿Whoa, whoa, whoa? ¿Qué estás haciendo? Ven aquí.
Se ríe.
—Sue y mi papá llamaron hace unos minutos. Llegan en diez.
Tiro la cabeza hacia atrás contra la almohada y respiro hondo por la nariz. Maldito señor S… y hasta esa maravillosa mujer que había empezado a respetar tanto.
Bella se deja caer sobre mí, riendo bajito.
—¿Qué pasa, Sr. Cullen? ¿Estás… frustrado? —Sus dedos rozan mi mejilla, bajan por mi mandíbula, mi cuello, mi pecho y más abajo…
—Aaah —gimo cuando envuelve su mano alrededor de mí—. Eso se siente tan bien…
—Dios, te necesito dentro de mí —susurra mientras me bombea rápido y yo empujo contra su mano—. Pero te lo compensaré. Te lo prometo.
Trago grueso.
—Espero que sigas pensando eso después de lo que tu papá diga lo que tiene que decir esta mañana.
Su mano se detiene a mitad de camino. Frunce el ceño.
—¿Qué se supone que…?
Pero entonces suena el timbre, y Bella suelta mi miembro y se levanta de un salto. Ambos dejamos que nuestra mirada caiga sobre la dolorosamente hinchada erección entre mis piernas.
—Lo siento, nena.
—Voy a ocuparme de esto mientras tú los dejas entrar.
No sé qué le parece tan gracioso, pero la escucho reír detrás de mí.
S & S
Cuando salgo de una ducha rápida, de dos minutos y con agua helada, el señor S, Sue y Bella están sentados alrededor de la barra de la cocina, cada uno con una taza de café frente a ellos. Bella sonríe y me hace una seña para que me siente a su lado, donde me espera una taza de café negro. Echo un vistazo a sus piernas y noto que ahora lleva puestos unos cómodos pantalones de algodón.
—¿Qué pasa? —pregunta, mirando a todos por encima del borde de su taza—. ¿Por fin me van a contar qué demonios pasó ayer?
Charlie traga grandes sorbos de café visiblemente nervioso. La mira, pero no dice nada, y en cierto modo… bueno, casi me da lástima, porque el tipo parece a punto de cagarse en los pantalones.
—¿Papá?
Silencio.
—Charlie —lo apremia Sue.
Carraspeo, pensando que será mejor intervenir antes de que el tipo se quede paralizado.
—Bella…
Todas las miradas se giran hacia mí, y mierda, debí dejar que él se encargara de esto. Deslizo mi mano sobre la barra, envolviendo la de Bella, y le explico las modificaciones que Eli y sus socios han solicitado para el proyecto, el tiempo extra que implicará.
—Eso es una mierda. —Frunce el ceño—. ¿Por qué están agregando eso ahora? Ya casi terminan.
—Lo sé —asiento—. Yo también… estaba algo alterado por eso.
Miro de reojo a Charlie de nuevo. Sigue con la vista clavada en su taza de café.
Me rasco la nuca con la mano libre.
—Estaba siendo un verdadero… imbécil —titubeo—, y tu papá intentó calmarme, y…
Ella me observa, esperando.
—Y… tu papá… yo… le dije…
Sus ojos se entrecierran.
—¿Tú… tú qué…? ¿Le dijiste qué? —susurra, con una nota de dolor en la voz.
—No —sacudo la cabeza, manteniendo su mirada, apretando su mano con más fuerza—. No, Bella.
—No dijo nada, Bells.
Al parecer, el señor S ha encontrado su voz.
—Simplemente saqué la cabeza de mi trasero y me di cuenta de lo que has estado intentando decirme todo este tiempo, eso es todo.
Ella lo mira, su hermoso rostro lleno de cautela.
—Entonces… ¿qué pasó?
—Puede que… yo haya iniciado una pelea con Eli —dice el señor S.
—¡¿Qué?! —exclama Bella, saltando del taburete—. ¿Tú empezaste una pelea con Eli?
—Sí, yo —Charlie frunce el ceño—. También puedo patear traseros cuando es necesario —gruñe.
Bella levanta una ceja y cruza los brazos. Intento acercarla a mí, pero se mantiene firme, sin moverse.
—Así que, ¿qué pasó exactamente? —pregunta con ansiedad.
—Bueno… Edward aquí intentó detenerme.
—¿Edward intentó detenerte? —pregunta, con un evidente tono de sorpresa, como si no pudiera creer que, por una vez, yo no fui quien inició el problema.
—Lo intentó —insiste Charlie—, pero entonces… Eli dijo algunas cosas y… Edward se enojó un poco… —hace una mueca, y yo presiono los labios, sintiendo la mirada furiosa de Bella sobre mí.
Mierda.
—¿Peleaste con Eli? —murmura.
—No. Emmett no me dejó llegar hasta él.
—¿Emmett también estaba ahí?
A estas alturas, Bella parece bastante alterada. Intento acercarla a mí una vez más, pero ella se mantiene rígida, enterrando ambas manos en su cabello y apretando con fuerza.
—¿A qué demonios fueron ahí? ¿A una reunión de trabajo o a una pelea de bar?
—Como te dije, nadie terminó en la cárcel —le recuerdo.
—¿Se supone que eso me debe parecer que está bien? —me espeta. —Entonces, ¿qué? ¿Mi vida privada fue expuesta frente a todos en una obra de construcción?
Sus ojos se llenan de lágrimas, y es en ese momento cuando entiendo lo que está pensando, lo que teme. Enojada o no, tomo su hermoso rostro entre mis manos, sujetándola con firmeza a pesar de que intenta alejarse.
—No, amor —le aseguro—. Nunca permitiría que eso pasara. No había nadie más ahí, solo nosotros y Eli… Nunca haría eso, Bella. ¿Me escuchas?
Busca mis ojos, su labio inferior temblando. Tras unos segundos, asiente y extiende la mano para acariciar mi mandíbula.
—Bella, no voy a preguntarte qué pasó entre tú y… Eli —interrumpe Charlie—. Él te hizo daño, eso es todo lo que necesito saber. Lo que quiero saber, Bells, es por qué nunca viniste a mí. ¿Por qué no me lo dijiste cuando todo estaba pasando?
Bella baja las manos y mira a su padre.
—No habrías querido escucharlo, papá.
—Eso no es justo, Bella —responde Charlie—. No puedes decir eso. No debiste asumir…
—Desde que era niña, siempre me tuviste en esta… torre de marfil —susurra Bella, inclinándose hacia su padre—. Incluso en tu mente, yo era esta… cosa preciosa que nadie podía tocar, y tú guardaste la llave tan cerca de ti, tan cerca que solo unos pocos tenían acceso.
—Solo intenté protegerte.
—Lo sé, papá. Sé que lo hiciste —alcanza su mano sobre la barra y la toma—, pero durante mucho tiempo te lo resentí. Y luego, cuando tuve la oportunidad… me rebelé contra eso. ¿Cómo podía decirte que ambos le habíamos dado acceso a la persona equivocada? No habrías querido escucharlo, y yo no quería admitir que una de mis primeras decisiones como adulta había sido tan… —baja la cabeza—, equivocada.
—Lo siento. Yo solo… intentaba mantenerte a salvo, y en el proceso, permití que alguien entrara y… te hiciera daño. Todo esto es mi culpa —dice Charlie con amargura, sus ojos fijos en su regazo, como si tuviera demasiado miedo o vergüenza para mirarla.
Por lo que parece una eternidad, Bella simplemente lo observa. Le aprieto el muslo en un gesto de apoyo bajo el mostrador. Luego, se levanta una vez más, rodea la barra y envuelve sus brazos alrededor de los hombros de su padre. Charlie suspira temblorosamente antes de girarse rápidamente y abrazarla con fuerza.
—Esto no es tu culpa, papá. Esa es otra razón por la que no quería decírtelo. Ya no era una niña, y nadie me obligó a hacer nada. Es algo que… pasó, y quedó en el pasado, y como le he dicho a Edward, no quiero que esto lo afecte… ni a él ni a ustedes. Ya terminó.
Me guardo mis palabras porque, aunque no esté del todo de acuerdo, sé que está tratando de hacer un punto.
Por suerte, su madre, con esa habilidad suya de leer mentes, interviene.
—Pero Eli sigue involucrado en tu vida, Izzy, y tienes que entender por qué eso es algo que nos preocupa tanto a tu padre, a Edward y a mí.
Bella mira a Sue.
—No hay nada que pueda hacer al respecto ahora mismo.
—Pero nosotros sí —responde Sue con cautela.
Bella frunce el ceño.
—Tu padre y yo lo hemos hablado, Izzy —continúa Sue—. Una vez que tu padre y yo no estemos, todo pasará a ti de todas formas. Solo estaríamos adelantándote parte de ello.
Le toma un par de segundos entender lo que le están ofreciendo. Cuando lo hace, sacude la cabeza y retrocede un paso, como si acabaran de ofrecerle dinero sucio o algo peor.
—Bella, si tus padres pueden ayudarte a salir de esto ahora, yo trabajaría día y noche… día y noche para eventualmente…
Me corta en seco y me mira como si le hubiera propuesto robar un banco por ella.
—¿Para eventualmente qué? Ustedes… —murmura, negando con la cabeza; sus ojos van de sus padres a mí—. No pueden pelear mis batallas por mí —dice con una voz pequeña, entrecortada—. Yo me metí en este lío —susurra—. Edward, hace un par de días insinuaste que siempre intento resolver todos tus problemas, pero se supone que está bien que tú y ellos quieran…
—Izzie, cariño, espera un momento —interviene Sue con firmeza, levantando una mano para detenerla en seco—. Ahora, no sé qué conversación tuvieron tú y Edward, pero como hemos hablado más de una vez, la familia está para ayudarse mutuamente, y eso también aplica a las parejas. Hay una diferencia entre pelear las propias batallas y aceptar ayuda cuando es necesaria. A veces lo olvidamos y dejamos que nuestro orgullo se interponga.
Por un instante, Bella parece arrepentida. Baja la mirada, pero luego, con una profunda inhalación, levanta el mentón con determinación.
—No creo que sea mi orgullo lo que está interfiriendo aquí, Sue.
Sue le sonríe con ternura, pero hay fuego en esa sonrisa.
—Isabella, por favor, considera esto desde todos los ángulos. Piensa en cómo esta situación afecta no solo a ti, ni siquiera solo a tu padre y a mí, sino a todos tus seres queridos. Que Eli siga involucrado en tu vida tiene el potencial de afectar muchas vidas. No rechaces de inmediato nuestro deseo de ayudarte por algún sentimiento de culpa o, sí, por orgullo. Al final, aceptar nuestra ayuda o no es completamente tu decisión, y nadie te lo reprochará de ninguna manera. —Sus ojos se deslizan con intención hacia su esposo y hacia mí antes de volver a Bella—. Es tu estudio. Tu decisión. Pero piénsalo bien…
—¿Tengo que dar una respuesta ahora mismo?
—Por supuesto que no, cariño.
Bella asiente con un suspiro profundo.
S & S
Sue y Charlie se van unos minutos después. Todo lo que Bella puede hacer es prometer que lo pensará, y tengo que respetarlo. Pero si tuviera el dinero, esto no sería una discusión. Lo siento, pero no lo sería. Y saber que ella es tan terca y yo estoy tan arruinado… no me sienta bien.
Cierra la puerta tras ellos y se apoya contra ella.
—Lo siento por haber saltado a conclusiones —dice.
—Yo nunca te traicionaría de esa manera.
—Lo sé. De verdad lo sé —insiste.
Suspiro y camino hacia ella, apoyando las palmas a cada lado de su cuerpo.
—¿Por qué no le dijiste sobre Felix y el hecho de que Eli probablemente también está metido en eso? No quiero estar molesto contigo, pero tienes que ayudarme a entender tu lógica porque, sinceramente, no lo comprendo.
—Edward —suspira—, escuchaste a Ben. Todo lo que está pasando con mi carrera es cosa de Felix. Si Eli lo sabe o no, da igual, porque él no tiene el peso suficiente para impedir que consiga un papel. ¿De qué serviría decirle a mi papá? También lo escuchaste; ya está harto de Eli. ¿Y qué podría hacer él contra Felix? Independientemente de la ayuda que él o cualquier otra persona quiera darme —dice enfáticamente—, la única que puede arreglar mi carrera soy yo, y la única forma de hacerlo es consiguiendo un papel.
Aprieto los labios con fuerza, tragándome las maldiciones porque no servirán de nada. Pelear no servirá de nada.
—¿Y Ben? ¿Has sabido algo?
Sacude la cabeza.
—A estas alturas, seguramente ya eligieron a otra persona… pero está bien —dice con valentía—. Hay otro papel en el que estaba pensando hacer audición. Es una producción más pequeña, pero lo bueno es que probablemente ni siquiera llame la atención de Felix.
—Lo que significa que está muy por debajo de tu nivel de talento. Mierda, Bella, dime cómo eso es justo o correcto —golpeo la pared con la palma.
Las manos de Bella suben y tiran de mis brazos, guiándolos alrededor de sus caderas. Desliza los brazos por mi cuello y me ofrece una sonrisa.
—Edward, nunca le he tenido miedo a la lucha. Si tengo que empezar desde el principio otra vez, entonces empezaré desde el principio otra vez, y esta vez lo haré bien. Además —toma una respiración profunda—, en este momento solo… siento alivio. Es… liberador, de cierta manera.
Intento sonreír, trato de conformarme con esto como ella está intentando hacerlo, pero toda esta mierda…
De todos modos, ella ve a través de mi intento barato.
—Quieres que acepte el dinero de mi papá y compre la parte de Eli.
—Sí, quiero —confirmo sin disculparme—. Pero… —suspiro—, como dijo tu mamá, es tu decisión.
—Si fuera al revés, tú no aceptarías el dinero.
—Probablemente no lo haría. Pero de nuevo, como dijo tu mamá, eso es porque soy terco, orgulloso y cabezota.
—Ella nunca me llamó cabezota.
La miro fijo.
—¿Me estás llamando cabezota, Edward?
Suelto una carcajada.
—No, nena. Me estoy llamando cabezota a mí mismo.
Ella sonríe suavemente y, sacudiendo la cabeza, apoya su frente sobre mi pecho.
—Entonces, lo que dices es que si no quiero ser terca, orgullosa y cabezota como tú…
A pesar de todo, logra hacerme reír.
Siempre, en cualquier situación, ella calma mi alma.
S & S
Angie deja a Mel unos minutos después. Los tres pasamos una tarde tranquila y luego cenamos las sobras de Acción de Gracias, aunque quedaron muchas menos de las que Bella había anticipado. Después la llevamos de regreso a nuestro apartamento para esperar la limusina de los Brandon.
Es la primera vez que Bella está en nuestro apartamento. Mira alrededor, sonríe y miente diciendo que le gusta, cuando en realidad es bastante mediocre en comparación con el suyo. Pero he hecho algunas mejoras en el lugar, y Bella sí las admira abiertamente. Luego nos ayuda a Mel y a mí a ordenar un poco antes de que tengamos que bajar a las siete y media en punto para su recogida.
Mientras Mel recoge su habitación y prepara sus cosas para el fin de semana, Bella lava unos platos que probablemente deberíamos haber lavado antes de irnos hace un par de días, y yo amarro la bolsa de basura porque olvidé sacarla antes de irnos a casa de Bella y ahora apesta a más no poder. La saco al pasillo para tirarla por el conducto de basura al final del corredor.
Justo cuando paso frente a la puerta del apartamento vecino, esta se abre de golpe.
—¡Hey, Edward! —llama Heidi mientras abro el ducto de basura—. Hace tiempo que no te veo por aquí.
Pongo los ojos en blanco y, cuando me doy la vuelta, ella ha dado unos pasos hacia mí. Lleva un top con un escote ridículamente bajo que trato desesperadamente de evitar mirando la pared detrás de ella, pero, carajo, incluso con la vista periférica puedo ver cómo se le salen.
—He estado ocupado —digo, sacudiéndome las manos de cualquier mugre de la bolsa de basura y sintiéndome sucio de repente—. Con permiso.
Intento rodearla, pero se acerca aún más y me bloquea el paso. Si sigo moviéndome, voy a terminar pegado a sus tetas.
Así que me quedo quieto.
—Te he extrañado, Eddie. Solías visitarme… —dice con esa voz de mierda, baja y seductora—, y nos divertíamos tanto… —Suelta una risita y luego desliza una uña larga y roja por mi pecho.
Agarro su dedo antes de que pueda bajar más.
—Mierda, Heidi. Hazme un favor: quita tus manos de encima y apártate de mi camino.
Se ríe de nuevo y se acerca aún más, así que agarro sus brazos, preparándome para apartarla a un lado, cuando escucho una puerta abrirse y cerrarse.
—¿Pero qué carajo es esto? —escupe Bella, fulminándonos con la mirada.
Jódeme.
—Bella… —respiro, sin saber qué más decir.
Ella me mira a mí, luego a Heidi y de nuevo a mí, con los ojos encendidos en furia.
Heidi se gira rápidamente, pero sigue bloqueando el paso, y no voy a mentir… no puedo mover ni un solo maldito centímetro.
—Ah, la maestra de danza. Sí, lo supe desde el principio —se burla Heidi con desprecio—. Con razón ya no vienes a visitarme, Edward. Así que ahora eres la niñera, ¿eh? Vaya, sí que sabes elegir a las más convenientes, ¿no? Vecina de al lado, profesora de baile… pero está bien —se ríe con burla—. No me molesta compartir.
Oh… mierda, mierda, mierda.
—Bella… —No tengo la más mínima idea de qué más decir.
Bella vuelve a mirarme y luego a Heidi, sus fosas nasales se dilatan. Su pecho sube y baja de manera salvaje.
—Perra, más te vale alejarte de él antes de que te arranque una por una esas putas uñas falsas y te las meta por ese culo de plástico.
—¡Bueno, perdón por existir! —responde Heidi, indignada.
—Te perdonaré cuando te quites de encima de mi hombre, o te arranco ese maldito postizo de la cabeza.
Da un paso adelante, subiéndose las mangas.
—¡Está bien, está bien! ¡Ya me voy, carajo! —grita Heidi, apurándose de vuelta a su apartamento y cerrando la puerta de un portazo.
Bella sigue mirando la puerta de Heidi con el ceño fruncido, su respiración audible en el pasillo en completo silencio.
Mientras tanto, yo no me he movido.
Finalmente, me vuelve a mirar.
—Así que cuando dijiste que era tu vecina… —bufa—, te referías literalmente a la del apartamento de al lado.
—Bella…
Me observa unos segundos más y, con un resoplido y un giro de ojos, entra de nuevo al apartamento.
S & S
A las siete y media en punto, la limusina de los Brandon dobla la esquina. Los tres ya estamos abajo esperando, y tanto Bella como yo le damos a Mel un abrazo y un beso. Con una mirada de resignación, porque no le gusta ir a casa de sus abuelos ni un carajo, Mel sube a la limusina, tras lo cual el conductor arranca rápidamente.
Y hablando de resignación… Bella sigue enojada.
—Mira, ella fue la que me acorraló —digo.
Estamos en la camioneta, camino al estudio porque, antes de que me acorralaran y de alguna manera terminara metido en problemas por ser acorralado, Bella y yo habíamos hecho planes para trabajar unas horas allí.
—Mmm —responde, con los brazos cruzados contra el pecho mientras su pierna rebota frenéticamente arriba y abajo. Sigue mirando al frente, sin mirarme.
—Solo estaba sacando la basura —me río con nerviosismo.
—Mmm.
Me paso una mano por el cabello, frustrado.
—Pero mira qué jodienda que justo al lado —la oigo murmurar para sí misma.
Ah, mierda. No estoy seguro de qué significa todo eso, pero no suena nada bien.
Suelto una larga exhalación entre los labios fruncidos.
S & S
De alguna manera, he terminado castigado durmiendo en la caseta del perro, y adiós a hacer el amor esta noche.
Eso es básicamente lo que pienso mientras sigo trabajando en el estudio.
Después de un rato, me concentro tanto en lo que estoy haciendo que casi olvido la manera injusta en que parece estar terminando la noche para mí. Mientras tanto, Bella está en su sala favorita, la de los espejos, esa donde la vi por primera vez a través del televisor en la sala de espera, bailando directo a mi corazón.
Pienso en la primera vez que la vi, en la forma en que llegamos hasta aquí, en lo mucho que quiero sacarla de la vida de esos imbéciles, en la propuesta en la que Emmett y yo estamos trabajando, en Mel y su próximo cumpleaños, en la carrera de Bella como bailarina…
Apago el taladro y escucho la música de fondo, la que proviene de la sala en la que está, así que me acerco. En cuanto abro la puerta, la música me golpea de lleno. Es una de esas melodías de jazz con las que suele practicar.
Lleva puesto un leotardo negro, dando saltos de un lado a otro de la sala, mientras yo me quedo ahí… hipnotizado, porque así fue como me enamoré de ella por primera vez. Por unos minutos, mientras salta y gira, es como si volviera a verla en esa pantalla.
Y está en su propio mundo. Hay una pasión en su expresión, una entrega absoluta. Sus ojos brillan con intensidad. Todo su cuerpo irradia energía. No ve nada más. No escucha nada más que la música, que parece penetrar en sus huesos.
Está en un reino donde nadie puede tocarla.
Y por un par de minutos, me acerco a entender lo que quiso decir antes.
Es belleza, es vida, es perfección personificada, y mis rodillas se debilitan solo de verla.
No sé cuánto tiempo pasamos así, ella moviéndose mientras yo la observo embelesado, pero la música se ha vuelto más lenta y ahora está extendiendo su mano hacia mí, esperando. Y, por supuesto, voy hacia ella. Siempre iré hacia ella. Siempre será ella.
¿No lo sabe? ¿De verdad puede dudarlo?
Envuelvo su mano con la mía y la atraigo contra mí. Se mueve en mis brazos con esa gracia innata suya, sus ojos oscuros y penetrantes. Me hace balancearme con ella, y entonces me dejo llevar. La música cambia, se transforma en una mezcla melancólica de voces y guitarras, y ella se mueve conmigo, su pie derecho en punta, la pierna recta mientras arrastra nuestras manos entrelazadas por su muslo, sin apartar sus ojos de los míos. Gira rápidamente en mis brazos y, cuando vuelve a quedar frente a mí, levanta su pierna sobre mi hombro, echando la cabeza hacia atrás, deslizándola lentamente por mi pecho… mi abdomen… mis muslos, hasta volver a plantar los pies en el suelo.
Estoy hechizado.
Apoya las palmas en mi pecho y me empuja contra los espejos, aplastando su boca contra la mía.
Mi corazón martillea en mi pecho mientras sujeto su rostro y siento su lengua bailando con la mía. Cada movimiento suyo es una obra de arte. Nació para moverse en todos los sentidos.
Sus manos encuentran el dobladillo de mi camiseta y la desliza por mi cabeza. Enseguida siento el calor de su boca en mi pecho, besos húmedos, pequeños mordiscos, y echo la cabeza hacia atrás contra el espejo, observando su reflejo en el vidrio detrás de ella. Me pierdo en la forma en que su cabello oscuro cae en cascada por su espalda, en la curva perfecta de su cuerpo. Mi respiración se vuelve errática cuando se aparta, y la veo deslizar el leotardo de un hombro y luego del otro con un movimiento hipnótico. Desabrocha su sujetador sin apartar los ojos de mí y lo deja caer al suelo, revelando sus perfectos y rosados pechos que hacen que se me haga agua la boca. Luego empuja el leotardo hasta abajo, quedando completamente desnuda frente a mí. Su cuerpo es glorioso y completamente mío.
Los espejos me muestran cada ángulo, su figura de reloj de arena, su trasero redondeado… es la imagen misma de esa mujer que montaba desnuda sobre un caballo… perfecta.
Se acerca y captura mi boca otra vez, sus manos trabajando en los botones de mi pantalón mientras besa mi mandíbula. Deja que mis pantalones caigan al suelo y empuja mi bóxer con la misma decisión, como si supiera exactamente lo que quiere, y carajo, está tan condenadamente sexy que estoy a punto de explotar.
Retrocede una vez más, sus ojos recorriendo cada centímetro de mi cuerpo.
—Eres mío —susurra.
—Soy tuyo, Bella —le respondo con total sinceridad. Traga saliva con dificultad y asiente.
La tomo y la giro contra el espejo ahora, y ella jadea, pero en sus ojos hay emoción. Cuando la levanto, envuelve sus largas piernas de bailarina alrededor de mis caderas. Su calor me llama. Deslizo la punta de mi erección arriba y abajo por su entrada ansiosa.
—Y tú eres mía —gruño.
Asiente con fervor.
—Y estás tan mojada… —murmuro, casi perdido en la sensación de su humedad envolviéndome.
—Sí. —Sonríe—. Te estuve mirando trabajar… me inspiras.
Empujo la punta dentro, y ambos dejamos escapar suspiros pesados, nuestras bocas abiertas y esperando.
—¿Me deseas? —pregunto con voz ronca.
—Siempre —jadea—. Siempre.
La alzo una vez más y me hundo completamente en su calor. Y mierda. Carajo.
Ambos gemimos fuerte, sin necesidad de contenernos esta noche. Ella es salvaje y desesperada. Cada vez que me deslizo dentro, gime, su cabeza moviéndose de un lado a otro, apretando sus fuertes muslos alrededor de mí hasta que estoy al borde del abismo, pero aún no. Aún no.
—Mío —jadea.
—Tuyo —respondo, embistiéndola.
Sus ojos se abren de par en par, alternando entre mí y el espejo detrás de mí, y me doy cuenta de lo que está haciendo.
—Nos vemos tan bien —gime—. Oooh… tan, tan bien.
—¿Sí?
La giro, cargándola en el aire ahora para poder ver esto también, y joder. Su trasero perfecto se mueve sensualmente mientras la sostengo en mi longitud.
—Oh, nena —gruño, mi corazón a punto de salirse del pecho mientras mis músculos se tensan y mi cuerpo entero late—. Sí. Sí.
Se aferra con fuerza a mis antebrazos, hundiendo sus uñas mientras la penetro con un ritmo constante. Podría derrumbarse el mundo a nuestro alrededor y no lo notaría, no me importaría.
—Eres mi nena, ¿lo sabes, verdad? —murmuro.
—Sí, Edward. ¡Lo sé! ¡Lo sé!
—No tienes nada de qué estar celosa.
Sacude la cabeza y le doy una embestida profunda, hundiéndome hasta el fondo, sintiendo cómo su cuerpo se tensa y se deja ir. Sus paredes se aprietan con fuerza a mi alrededor, y acelero el ritmo mientras ella grita mi nombre.
Y yo exploto dentro de ella, hundiéndome hasta el suelo, con mi espalda contra los espejos y mi Bella en cada reflejo, rodeándome.
Nos quedamos así, recuperando el aliento. Paso mis manos por su cabello, sosteniéndola contra mí mientras ella juega con los mechones en la nuca de mi cuello.
—Lo siento por antes —susurra. —Nunca había sentido tantos celos… ni he sido tan posesiva. No sabía que tenía eso en mí… pero cuando ella dijo compartir…
—Eso no somos nosotros, Bella. Nunca.
Asiente.
—Lo sé. Y confío en ti por completo. Con todo mi corazón, Edward. Con toda mi vida. Para siempre.
Respiro con dificultad, acunando su cabeza bajo mi barbilla y besando su cabello.
Y nos quedamos así, olvidando por un momento las decisiones, las lágrimas de mi hermana, las horas extra y las audiciones sin resolver.
Con su corazón.
Con su vida.
Para siempre.
¿Y ahora? ¿A dónde vamos desde aquí?
S & S
*Palabras originalmente en español*
Pero mira qué jodienda, que…