ID de la obra: 554

Spin & Sway

Het
NC-17
En progreso
0
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 583 páginas, 214.110 palabras, 49 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Cambio de roles

Ajustes de texto
Nota de la traductora: En esta traducción, se ha respetado el uso de palabras y expresiones en español que aparecían en el texto original en inglés. Estas palabras forman parte de la identidad cultural de los personajes y contribuyen a enriquecer la narrativa. Dado que Bella y Angie son de ascendencia latina, suelen incluir palabras en español en sus frases. Estas palabras estarán en cursiva. Por favor, tenlo en cuenta al encontrarlas. Capítulo 35: Cambio de roles Bella . El dedo de Edward traza el contorno de mi pecho desnudo; da vueltas una y otra vez hasta alcanzar la punta, luego acaricia mi pezón, pellizcándolo suavemente y observando cómo responde de inmediato a su toque. Me río y arqueo la espalda sobre el colchón mientras él desliza su otra mano bajo mi cuerpo, recorriendo un camino lento y cálido por mi columna vertebral. —¡Deja de hacerme cosquillas! —me quejo entre risas. Pero en realidad no quiero que pare, y él lo sabe. Me dedica una sonrisa perezosa, esos labios perfectamente delineados curvándose en su característica sonrisa ladeada antes de inclinar la cabeza y mirarme a través de sus largas pestañas oscuras. Las carcajadas se disipan cuando presiona sus labios cálidos contra los míos, y cuando se aleja, me deja atrapada en sus ojos verdes una vez más. Mis ojos recorren sus hombros fuertes, sus brazos musculosos y su pecho firme, pero siempre vuelven a su mirada. Hemos pasado así todo el fin de semana: hablando, haciendo el amor, descansando y cumpliendo con lo necesario en medio de todo eso. Ayer en la mañana, mientras Edward trabajaba, yo salí a hacer algunos mandados, ya que el estudio está cerrado por el feriado. Luego me llevó a cenar, y después volvimos al estudio para adelantar trabajo. Y sí, trabajamos. Hasta que terminamos en mi sala favorita. Mientras hacíamos el amor, lo observé en el espejo, viendo los músculos tensos de su espalda y trasero, hipnotizada por la forma en que se contraían y flexionaban con cada movimiento. Los tendones en sus brazos se marcaban con cada empuje, su hermoso tatuaje brillaba con el sudor. Luego me miré a mí misma, montándolo con intensidad, maravillada ante la imagen de nuestro amor reflejado desde tantos ángulos distintos, tan fascinante y erótico que me dieron ganas de llorar. Nunca imaginé que hacer el amor pudiera ser ambas cosas a la vez. Ahora es domingo temprano por la tarde. Edward y yo ni siquiera nos hemos molestado en levantarnos a desayunar.Me tiene atrapada en su mirada mientras su mano áspera se desliza por mi muslo y baja hasta mi pantorrilla. Su toque me electriza, me estremece. Su mirada me absorbe como si supiera… como si sintiera este torrente de amor, esta certeza de lo afortunados que somos de habernos encontrado en un mundo de miles de millones de personas; de haber encontrado a aquel cuya sola caricia es pura magia. Levanta mi pierna sobre su hombro, sonriendo mientras aparto un mechón rebelde de su frente. Mel volverá en unas horas, y aunque la amo con todo mi corazón, una vez que regrese de casa de sus abuelos, nuestras noches de pasión tendrán que ser más discretas por necesidad. Así que ahora nos dejamos llevar, nos soltamos. Aprendemos y experimentamos en estas pocas horas preciosas. Cuando se desliza dentro de mí, echo la cabeza hacia atrás y suspiro, completamente consumida por la dureza que me llena y me sacia, que me rodea, que reclama cada rincón oculto de mi ser. El tiempo deja de existir cuando estamos perdidos el uno en el otro, así que no tengo idea de cuánto llevamos enredados cuando un zumbido suena desde la mesa de noche. Sea lo que sea, lo ignoro, porque estoy en un mundo donde los cuerpos se elevan y caen, donde el placer se intensifica y alcanza su punto máximo, donde nada más existe excepto la dicha que Edward me hace sentir. No es hasta mucho después, cuando su cabeza reposa sobre mis pechos y yo enredo los dedos en su cabello cobrizo y suave, que recuerdo el sonido del teléfono vibrando. —Creo que alguien llamó antes —susurro, con la voz ronca de gemir, rogar y agradecer. Pero en la mesa de noche no hay nada, así que me inclino sobre el borde de la cama. Vuelvo a reírme cuando Edward me da una palmada en el trasero mientras me estiro boca abajo, completamente desnuda, tratando de alcanzar el teléfono que debe haberse caído al suelo durante alguno de nuestros movimientos más… acrobáticos. Mientras enciendo la pantalla, él masajea mi trasero, amasa una mejilla con cada mano y hace ruidos de aprobación. Suelto un grito entre risas cuando siento sus dientes uniéndose a la mezcla. Cuatro llamadas perdidas de Ben Cheney. —¿A quién llamas? —pregunta Edward al verme devolver la llamada, aún en mi posición comprometida, con el trasero en el aire. Pero Ben responde antes de que pueda contestarle. —¿Bella? —Ben, ¿qué pasa? ¿Sucedió algo? ¿Cómo estás? —añado con impaciencia. —Estoy bien, gracias. ¿Cómo estuvo tu Día de Acción de Gracias? Oigo a Edward moverse detrás de mí. En cuestión de segundos, aparece a mi lado con su bóxer puesto y me hace regresar a la cama. —Estuvo genial —respondo ansiosa—. Espero que el tuyo también. ¿Qué sucede? A mi lado, Edward me cubre con la manta, arropándome con cuidado. —No quería interrumpir tu fin de semana… ya sabes… Deja la frase en el aire, y yo exhalo con pesadez, mis hombros cayendo. Si hubiera sido una buena noticia… Apoyo la cabeza sobre el hombro de Edward. —Está bien, Ben. Lo sé. Lo entiendo. —¿Lo entiendes? —pregunta él. —Sí, o sea, lo supongo. —¿Quién te lo dijo? —Era bastante obvio que se inclinaron por otra opción… —¿Otra opción? —grita Ben—. ¿Quién te dijo eso? ¡Acabo de hablar con ellos hace un rato! ¡Pensé que todo estaba resuelto! ¡Maldita sea! Levanto la cabeza y miro a Edward. Él me lanza una mirada inquisitiva, pero solo puedo encogerme de hombros. —Ben, ¿de qué estás hablando? —¿De qué estás hablando tú? —Ben, tú me llamaste. —¡Dijiste que ya lo sabías! —No sé nada —gruño entre dientes—. ¿Te importaría explicarme? —Pero dijiste que lo sabías —repite—. ¡Bah, olvídalo! A ver, el viernes en la mañana finalmente me dieron una respuesta, y tenía pensado llamarte, pero no estaba seguro de si estarías con tu familia por el feriado y cómo manejas esas cosas. Personalmente, en mi caso, mi familia es pequeña, solo mi hermano, mis padres y yo. Comimos lasaña en lugar de pavo porque a ninguno nos gusta el pavo, y después vimos la trilogía original de Star Wars en la televisión. Ya sé, ya sé, nada tradicional, pero bueno, en la primera Acción de Gracias ni siquiera hubo pavo, así que ¿qué es la tradición, realmente? Y ¿sabías que…? —¡Ben, por favor! —grito. —Otro maldito chiflado —Edward niega con la cabeza. —Oh, lo siento. ¿En qué estaba? Ah, sí. Entonces, ¿sabes que conseguiste el papel, verdad? Mi mandíbula cae. Puedo sentir la mirada intensa de Edward sobre mí, pero estoy en un estado de aturdimiento total. —Ben… yo no sabía nada. —¿No lo sabías? ¡Pues sí! ¡Felicidades! Estuve presionándolos para que tomaran una decisión porque me preocupaba que, si no me mantenía encima del asunto, el poder del lado oscuro se apoderara de todo. —¿El… lado oscuro…? —Felix —murmura Edward. —Había cuatro personas en ese panel, Bella —continúa Ben—. Una de ellas sé que es justa, otra sé que es un imbécil, y las otras dos… bueno, no las conozco realmente. Pero, de cualquier forma, este papel era tuyo, y solo quería asegurarme de que lo vieran. Lo que realmente deberías haber conseguido era el papel principal, pero no fue para el que audicionaste, y la Fuerza solo puede llegar hasta cierto punto. Los ensayos comienzan la próxima semana: martes, jueves y viernes en la tarde, y los domingos en la mañana. Van retrasados, así que prepárate para largas jornadas. El estreno es el primero de abril. Y antes de que empieces a pensar que no me doy cuenta de que es mucha información, sí lo sé. Por eso no quise abrumarte durante el fin de semana de Acción de Gracias, por eso no llamé. Pero tal vez debería haberlo hecho. Sí, debí haber llamado. ¡Maldita sea! Todavía estoy tratando de procesar las felicitaciones. Mi cerebro está sobrecargado tanto por la noticia como por este torrente de instrucciones. —¿Qué pasa, Bella? —pregunta Edward, pero me toma medio minuto poder hablar. —Ben, ¿puedo llamarte después? —Sí, claro, claro. ¿Estás molesta porque no te llamé de inmediato? Te llamaré enseguida la próxima vez, lo prometo. —Yo… no, no estoy molesta, pero sí —sonrío—, no tengas miedo de llamarme de inmediato la próxima vez. —Vale, entendido. —Gracias, Ben —le digo con sinceridad. —Eh… sí. Me quedo ahí, envuelta en la manta, con el teléfono aferrado entre mis manos. —Bella, amor, tienes que decirme qué está pasando antes de que me vuelva loco —Edward se ríe entre dientes, pasándose una mano por su cabello despeinado. Antes de que él entrara en mi vida, la primera persona con la que habría compartido esta noticia habría sido Angie, luego Sue, y después… Eli se habría dado una palmada en la espalda, adjudicándose el mérito con su coreografía de alto nivel. Felix habría tenido una respuesta para mí antes de que siquiera saliera de la audición. —Lo conseguí —digo en voz baja. Una sonrisa lenta se extiende por el hermoso rostro de Edward. Hay orgullo en su mirada, sí, pero también satisfacción, triunfo. Me envuelve en sus fuertes brazos, y la manta se desliza cuando yo me aferro a su cuello con todas mis fuerzas. —Lo lograste —susurra en mi oído—. Sabía que lo harías. Sabía que sí. Con Edward, todo ese orgullo, esa satisfacción, ese triunfo… es por mí. —Los ensayos empiezan la próxima semana —digo con voz temblorosa—. Va a ser un horario complicado, y ahora tú también tendrás largas jornadas de trabajo, y Mel… no sé cómo… —Shhh. Se separa un poco, con una sonrisa divertida en su rostro rudo. Y los dos estallamos en risas. —Lo resolveremos. No te preocupes por eso. Me vuelve a estrechar contra él, riendo. —Mi hermosa y perfecta bailarina. Respiro hondo contra su cuello áspero y cierro los ojos, sintiendo su amor, su calidez, su fe en mí. S & S La semana siguiente pasa en un torbellino de preparativos. Mientras el resto del mundo se alista para las fiestas de fin de año, yo me reúno con mi equipo de danza para coordinar horarios y prever posibles conflictos. Los ensayos son en las tardes, pero tendré que ausentarme de algunas clases. Mientras tanto, Jake está en la gloria porque ahora puede brillar; Jess está contenta con tal de ver más a Jake, tenemos auxiliares de clase listos para ayudar y Angie… Bueno, ¿qué haría yo sin Angie? Y Mel… En los últimos meses, Mel ha aprendido el funcionamiento del estudio. Es una gran ayuda tanto en la recepción como haciendo mandados en las clases. Ahora está tan emocionada por mí que jura que hará lo que sea necesario para que los próximos meses fluyan sin problemas. En cuanto a Edward… Él ya lo ha resuelto todo por nosotros. Trabaja en el estudio los martes y jueves porque esas noches no tiene sus reuniones de AA, así que Mel vendrá después de la escuela y se encontrará con él aquí. Hará su tarea, ayudará con lo que pueda y, cuando terminen, se irán juntos a su casa. Y yo… yo debo llamarlo cuando salga del ensayo, para que pase por mí y me lleve a casa. Todo estará bien, dice él. S & S El primer día de ensayos, llego temprano a la academia y llena de energía. No es mi primer papel, pero ha pasado un tiempo y, de alguna manera, esto se siente diferente. Tal vez porque siento que realmente conseguí este por mi cuenta, ya que tuve que pelear por él (o más bien, Ben lo hizo en mi nombre) para conseguirlo. Conozco al resto del elenco, que está básicamente dividido en tres niveles. El primer nivel, por supuesto, son los protagonistas: Alec, que se mueve con la gracia y agilidad de un felino. Cada uno de sus movimientos es una danza en sí misma. Luego está Renata. En cuanto la veo, entiendo por qué la eligieron como protagonista femenina. Es tan hermosa como Alec es atractivo, ambos con cabellos dorados y la misma complexión alta, delgada y felina. Sin embargo, donde Alec es amigable, ella mantiene la cabeza en alto, con una sonrisa arrogante, como si supiera que es la estrella. Está bien. Lo entiendo. Llevas el papel principal, te ganas el derecho de ser «la diva». El segundo nivel incluye a Alec (que repite) y a Chelsea con sus bailarines asociados: ocho en total; cuatro chicos, tres chicas y yo. Luego está el tercer nivel: los bailarines de fondo. Es una primera noche larga. A las diez, durante un descanso de cinco minutos, le escribo a Edward para decirle que estaremos al menos una hora más, así que mejor se vaya a casa. Puedo regresar sola sin problema.   No importa. Escríbeme cuando estés por terminar para ponernos en camino.   Edward. Será tarde. Mel tiene escuela. Te escribiré cuando llegue a casa.   Puede subirse a la camioneta en pijama. Ya terminó la tarea. No tiene sentido.   —¡Un minuto! —llama el asistente de producción.   Tengo que irme. Buenas noches, Edward. Te escribo cuando llegue a casa.   Isabella, estaré esperando afuera.   Terco. Suelto un suspiro en silencio y regreso a la práctica.   S & S Esto continúa por el resto de la semana. Es emocionante y agotador al mismo tiempo, y aunque lo disfruto, para el viernes en la noche me siento extremadamente culpable por las largas jornadas de Mel, a pesar de que ella está tan emocionada como yo, llena de preguntas y con los ojos brillantes cuando le cuento todo. Estamos de vuelta en mi apartamento, y es tarde, pero Emmett está aquí porque él y Edward están finalizando la propuesta para la licitación del edificio de oficinas. Ha sido una semana larga para Edward también. Está trabajando hasta tarde, perdiéndose la primera mitad de sus reuniones de AA, y luego dedicando un par de horas al estudio las otras noches, todo mientras se encarga de Mel. Y aunque yo sigo estando presente los otros días de la semana para cuidar de ella, nuestros horarios están completamente alterados ahora. Para la segunda semana de diciembre, Angie ya está ayudando con Mel los viernes por la noche, e incluso Sue la ha cuidado un par de veces. Carlisle y Edward se mantienen en contacto cada pocos días, y agradezco a Dios por el grupo de apoyo que hemos logrado reunir en estos últimos meses. Las cosas se calmarán. Eso es lo que sigo diciéndome. Me esperan unos meses de este ritmo, pero el horario de Edward debería volver a la normalidad a finales de mes, cuando por fin termine con estos lofts y él y Emmett presenten la licitación. En medio de todo esto, hacemos lo posible por encontrar tiempo el uno para el otro, pero es difícil. Nos escapamos para unos encuentros rápidos en el baño un par de noches cuando él y Mel se quedan los fines de semana, pero recuerdo nuestras largas noches, nuestras paredes con espejos, y anhelo más de él. S & S Para la tercera semana de diciembre, los ensayos se vuelven realmente intensos. Ya tenemos dominadas nuestras partes y coreografías, y ahora se trata de pasar los próximos meses perfeccionándolas. Alec ha resultado ser un tipo agradable, aunque con un ego enorme. Tiene ese acento inglés que deja a tres cuartas partes de las bailarinas aquí suspirando al final de cada práctica. Pero se lleva bien con todo el elenco, bromea, coquetea un poco y, de manera casi disimulada, me dice que soy la mejor de todos, incluso mejor que su compañera principal. Y sí, sé cómo funciona esto, así que no muerdo el anzuelo. Así que solo sonrío y lo ignoro, y él está bien con eso; tiene suficientes admiradoras aquí que se aferran a cada una de sus palabras como para mantener su ego bien alimentado. Renata, en cambio, tiene su propio círculo exclusivo, compuesto por ella y otras tres bailarinas del reparto que, según parece, son las únicas dignas de su compañía. Creo haberla visto lanzar algunas miradas de desprecio en mi dirección un par de veces, pero no puedo asegurarlo porque, como mencioné, tiene esa actitud de diva que la mantiene con la barbilla siempre en alto. Observo cómo se mueve, cómo salta y gira. Me imagino a mí misma haciendo sus pasos. A veces, entre clases en el estudio, incluso los intento. Mel me observa y aplaude. Angie dice que la rompería. S & S La semana llega a su fin, y esta noche van a elegir a los suplentes para los papeles de Alec y Renata. Es una combinación entre una audición interna y el capricho del director de producción. Yo ni siquiera intenté audicionar porque, para ser honesta, tengo suerte de estar aquí. No hay que tentar demasiado la suerte, ¿no? Así que, al final del ensayo, estoy en el suelo estirando y esperando el mensaje de Edward avisándome que ya está afuera. Entonces escucho que dicen mi nombre y levanto la vista. Todos me están mirando. —¿Sí? —pregunto porque, en algún momento, me desconecté por completo. —Pero ni siquiera hizo la audición para eso —exclama Renata. —Su agente la está promoviendo con fuerza. —Déjenla intentarlo; es buena —dice Alec con una sonrisa. —Swan, ¿te sabes la primera parte? —ladra el director. Asiento rápidamente. —Pues muévete, a ver qué tienes. La cuestión es que sé cómo moverme como una bailarina. Sé cómo proyectar confianza y seguridad, incluso cuando no las siento del todo. Pero cuando empiezo a bailar, ya no hay fingimiento. Es lo que soy. Y eso es lo que les doy. Cuando termino, el director me observa, frunciendo el ceño como si estuviera perdido en sus pensamientos. —Está bien, vuelvan a llamar a su agente —le ordena a su asistente—. Redacten un nuevo contrato. Nos vemos el domingo temprano. ¡A trabajar! —Felicidades, Swan —sonríe Alec, guiñándome un ojo. Me quedo allí, atónita, mientras el resto del elenco comienza a salir. Renata sigue en su sitio, observándome. Finalmente recoge su bolso y, sin siquiera mirarme, suelta: —Sí, así es fácil conseguir los papeles cuando te los coges. Mi cabeza se echa hacia atrás ante el veneno en su tono. —No tienes idea de lo que estás diciendo. —Creo que sí. —Sonríe con malicia—. Creo que sé exactamente qué clase de puta eres. —Entonces eres una perra aún más grande de lo que pensé. Agarro mi bolso y me largo. S & S Le cuento a Edward sobre el papel de suplente. Su alegría y orgullo… son hermosos. No le cuento sobre el comentario de Renata, no porque no quiera compartirlo con él, sino porque sé que lo molestaría, y la verdad, no me importa lo suficiente lo que ella diga como para inquietar a Edward, que ya tiene bastante encima. A la mañana siguiente, Edward está en el trabajo y Mel está aquí conmigo en el estudio. Estamos en las prácticas de la clase de competencia de los sábados por la mañana, y mientras ella hace algunos recados en el estudio, aprovecho un momento para contárselo a Angie. —Pero mira qué cabrona —resopla furiosa—. Tiene suerte de que yo no estuviera ahí. Le habría volado los putos dientes. —Eso no me habría salido bien en términos de carrera. —Sonrío con ironía. Angie está indignada. Sus fosas nasales se ensanchan mientras sus rizos salvajes rebotan por toda su cabeza al negar con vehemencia. —Mira, por eso yo nunca podría estar en ese mundo, porque andaría metiéndole una paliza a todo el mundo. No le hagas caso, Bellita, lo único que tiene es envidia. —Pero ese es el problema, Angie. —Rio sin humor—. ¡No tiene nada de qué estar celosa! Es hermosa, increíblemente talentosa, y tiene el papel principal. Cuando estemos en escena, nadie me va a estar mirando a mí; todos van a estar mirándola a ella. —Está celosa, punto —insiste Angie. Ben pasa un rato después para almorzar rápido por trabajo. Lleva puesta una sudadera negra con la imagen de un pequeño tipo verde de orejas puntiagudas. Debajo de la imagen dice: «Hazlo o no lo hagas. No hay intentos». —Me gusta Star Wars —dice Angie después de fijarse en la sudadera de Ben. Su rostro se ilumina como un árbol de Navidad. —¿De verdad? —Sí. Yoda, Chewbacca, los Jedi… Me encantan los Jedi y sus sables de luz. —Le sonríe de manera insinuante, inclinándose sobre el mostrador para que sus pechos se aprieten contra él. Veo a Ben tragar con dificultad. —Yo… tengo un sable de luz. —Estoy segura de que sí. —Le guiña. Ben se pone rojo como un tomate. —Yo… te lo puedo mostrar un día de estos… si quieres. Pongo los ojos en blanco. —Voy a esperarlos afuera. En la cafetería, le agradezco una y otra vez por todo lo que aparentemente ha estado haciendo por mí entre bastidores. Él se sonroja otra vez, murmura algo y se encoge de hombros, y me pregunto qué hace con este Ben cuando se enfrenta a productores, directores y paneles de audición, porque no puede ser que se lleve a esta versión de sí mismo. Se lo devorarían vivo y escupirían sus huesos y sus gafas de montura oscura. Bueno, sea lo que sea que haga, le está funcionando. Y sí, le cuento sobre el comentario de Renata, porque aunque el amor de Edward y Angie por mí los ciega, sé que, sin importar cuál versión de Ben tenga delante, todas son directas cuando hace falta. —No me sorprende —dice con la boca llena de hamburguesa y luego deja de masticar—. Sabes por qué lo dice. Es como un puñetazo en el estómago porque, sí, lo sé, pero supongo que había estado esperando… engañándome a mí misma, para ser honesta. Por mucho que necesite que mi agente sea directo, hay una parte de mí que quiere esconderse detrás de la pura adoración de Edward y Angie. Ben me observa con atención. Este hombre que solo me ha mostrado respeto y compromiso… sabe más de lo que ha dado a entender. Aun así, sigue luchando por mí. Sigue creyendo en mí. —¿Y ahora qué hago? —Bella, en su búsqueda de poder absoluto disfrazado de deseo de salvar a Padmé de un futuro horrible, Anakin vendió su propia alma al lado oscuro. Si solo hubiera creído en la Fuerza… —hace énfasis con vehemencia, como si se perdiera en sus pensamientos por un momento antes de sacudir la cabeza para despejarlos—. En fin, no estás planeando acostarte con nadie en la producción, ¿o sí? Me atraganto con mi sándwich. —¡No! ¡Por supuesto que no! Yo… no, Ben, ¡no! Él sigue comiendo, indiferente a mi reacción. —Entonces no tenemos nada de qué preocuparnos. Solo usa la Fuerza y baila hasta que se te caigan los pies. Me muerdo el labio, sintiendo que me estoy perdiendo de algo importante en esta traducción. —Ben, sabiendo lo que ha pasado… y lo difícil que será salir de esto, ¿por qué quieres representarme? Ben me observa con detenimiento a través de sus gafas oscuras. Deja su hamburguesa y se ajusta las gafas antes de tomar una gran bocanada de aire. —Bella, estás en una posición difícil en este momento. Te vas a encontrar con quienes prefieren creer una versión de la historia solo porque es más fácil para ellos. Y también con aquellos que verán tu talento y te darán el beneficio de la duda. Me gusta pensar que soy lo suficientemente avanzado mentalmente como para estar en ese segundo grupo. Le sonrío. —Gracias. Se ruboriza. —Vamos a patear traseros juntos, Bella. —La Fuerza, ¿eh? ¿Está con nosotros? —bromeo. Sonríe de oreja a oreja. —Ahora sí estás entendiendo. S & S Esa noche, estamos pasando el rato en el estudio mientras Emmett ayuda a Edward con algunos trabajos. Logré convencer a Rose de que se pasara un rato con los niños, ya que con nuestros horarios tan caóticos no hemos tenido oportunidad de ir a verlos. Eventualmente, le contó a Edward la situación con Royce, y aunque él se enfureció, lo hablamos y entiende que realmente no hay mucho que pueda hacer al respecto. Cuando llega, es casi como si estuviéramos reviviendo Acción de Gracias. Mientras Emmett y Edward trabajan, el resto de nosotros nos quedamos en la recepción, tratando de ignorar el estruendo de los taladros, sierras y martillos al fondo del pasillo. Bueno, al menos yo intento no distraerme con la vista de uno de esos hombres sudorosos trabajando sus músculos. Mientras Mel lleva a sus tres primos al Estudio Uno a jugar, Rose y yo nos sentamos en la recepción a verlos a través de las pantallas. Cuando la pequeña Leah empieza a hacer twerking, Rose y yo estallamos en carcajadas. —Así que… se mudó —dice con más seriedad. La risa se disipa. —¿Royce? ¿Cómo? ¿Cuándo? —La semana pasada —murmura. —¿Se fue o lo echaste…? —Oh, peleó por quedarse. —Se ríe sin humor, con la mirada fija en sus hijos bailando—. Pero no por mí ni por los niños. ¿Sabes lo que dijo? Me dijo que, si terminamos divorciándonos, soy yo la que tiene que irse, porque quiere su mitad de la casa. —Qué imbécil —suelto sin poder contenerme. Ella asiente en acuerdo. —Lo es. Realmente lo es. No… no sé si alguna vez lo amé de verdad. Al principio parecía bueno, pero luego… Nos quedamos en silencio, cada una sumida en sus pensamientos. —Supongo que siempre entendí por qué Jasper y Alice dejaron a Mel con Edward. Quiero decir, en mi cabeza no tenía sentido. Yo tenía la casa, la estabilidad, el matrimonio. —Suelta una risa irónica—. ¿Qué tenía él sobre mí? Pero en el fondo, lo sabía. Trago con dificultad, esperando. »Todo era una mentira, Bella, y Jasper… él lo vio. Nunca llegaste a conocer a Jasper. Niego con la cabeza con nostalgia, porque cómo me habría gustado hacerlo. —Era… exactamente como Edward en muchas maneras, en incluso más de las que creo que Edward mismo se da cuenta. —¿A qué te refieres? Pero antes de que pueda responderme, Emmett y Edward se acercan animadamente y nos dicen que terminaron por la tarde. Hemos decidido salir a comer pizza después, así que reunimos a los niños, una maraña de brazos, piernas, voces y risas. Y me quedo preguntándome en cuántas maneras Edward y su hermano eran realmente parecidos. S & S Esa noche, Mel se va con Rose porque tengo ensayos en la mañana y luego Edward y yo vamos a hacer algunos mandados… o, mejor dicho, compras de Navidad. Y como Mel sabe perfectamente que sus regalos serán comprados al día siguiente, está más que dispuesta a cooperar. Emmett se ofrece nuevamente a escoltarlas a casa, lo cual Edward agradece, porque sé que le preocupa su hermana ahora que oficialmente no tiene un hombre que la cuide… no es que Royce pareciera haber hecho mucho en ese sentido. Esa noche, Edward y yo tomamos una ducha larga y caliente para aliviar un poco el estrés que ambos llevamos encima. Hacemos el amor envueltos en vapor, y después él me masajea los pies mientras yo le masajeo los hombros. Está trabajando muy duro, y sé que mi papá también. Edward me cuenta que ahora está en la obra todos los días. También me dice que Eli ha aparecido un par de veces, pero es Sue quien me cuenta que mi papá le dijo que Eli siempre está rodeado de sus socios. Ni él ni Sue me han presionado para que les dé una respuesta sobre su oferta, aunque sé que está en sus mentes, así como en la de Edward, pero por ahora… S & S Edward y yo terminamos en el centro de Manhattan, yendo de tienda en tienda, comprando cosas para Mel tanto para Navidad como para su cumpleaños. De H & M a Hollister y Abercrombie, le muestro a Edward que, si vas al fondo de la mayoría de las tiendas, hay una sección de descuentos donde puedes encontrar artículos a precios reducidos. Sue me enseñó eso cuando era niña. Edward está sorprendido de cuánto más puede comprarle a Mel de lo que había planeado. Una de las ventajas de todas esas horas extras que ha estado trabajando es el dinero extra que está recibiendo. Y con todo el trabajo que ha hecho en el estudio para mí, apenas logré convencerlo de que no necesita pagar las clases de baile de Mel en los próximos meses. Ahora ha podido ponerse al día con algunas facturas, abonar a la tarjeta de crédito que estaba al límite y hasta ahorrar un poco. Tenía pensado comprarse un par de botas nuevas para el trabajo, que realmente necesita, y un par de pantalones térmicos de franela. Sí, haber crecido como hija de un contratista me enseñó lo importantes que son los pantalones térmicos en invierno. Pero lo convencí de esperar hasta después de las fiestas, diciéndole que estarán más baratos entonces, aunque en realidad… ya le compré todo eso y más para Navidad. Regresamos a mi loft un par de horas después, tiritando de frío y cargados con bolsas y bolsas de regalos de Navidad para nuestra familia, pero riéndonos y… Edward saca una camisa que le ayudé a elegir para Mel y la mira con orgullo. Trago grueso y me acerco a él, quitándole la camisa de las manos y arrojándola sobre el sofá. Tomo su rostro entre mis manos y lo miro a esos ojos verdes, enmarcados por mejillas enrojecidas por el frío, y apenas puedo creer que solo ha estado en mi vida por cuatro meses. En mi corazón, él y Mel han sido míos desde siempre. —Vénganse a vivir conmigo. Edward echa la cabeza hacia atrás, sus ojos se agrandan con sorpresa. Mantengo mi mano sobre su mandíbula. —Podemos convertir el desván de arriba en una habitación para Mel. Tú puedes construir paredes para ella… y para nosotros. Tu próximo trabajo está más cerca de aquí que de tu apartamento. La escuela de Mel está a la misma distancia desde aquí que desde tu lugar. Él sostiene mi mirada, pero no dice nada. »Te extraño, Edward. Sé que intentamos hacer tiempo para estar juntos, pero no es suficiente para mí. Finalmente, con una respiración profunda, desliza sus manos alrededor de mi cintura y me acerca a él. Rodeo su cuello con mis brazos. —¿Esto es por Heidi, porque vive al lado? —pregunta con una sonrisa ladeada. Le doy un golpe en el pecho. —No. Bueno… tal vez un poquito. No. No, no es por eso —hago un puchero, atrapada en esos ojos hermosos en los que desearía poder perderme todos los días de mi vida. Él se ríe entre dientes, presionando un beso ligero en mi frente. —Bella, nena, llevamos dos meses juntos. La gente podría hablar —bromea. —¡No me importa lo que diga la gente! —respondo—. No necesito más tiempo. Además, si nos basamos en los cálculos de Angie, estamos juntos desde el día en que nos conocimos. —Mmm. —Aprieta los labios y asiente pensativo—. Por una vez, tiene sentido. Pero, ¿qué hay de tu papá, Bella? No me importa cómo lo vea, pero dudo que le guste la idea. —Por mucho que respete a mi papá, yo pago mis cuentas. No necesito su aprobación para esto, y creo que finalmente lo entiende. Además, después de todo lo que pasó con Eli, creo que ahora eres su héroe. Edward pone los ojos en blanco con una sonrisa. —Bueno, seguro que dejaría de serlo si me voy a vivir con su «pequeña niña». —¿Por qué estás poniendo tantas excusas? —pregunto—. Si no quieres hacerlo, solo dime. Intento que mi voz no suene herida, pero Dios, lo estoy. Mucho. Estoy decepcionada, con el corazón roto, y siento que voy a llorar en cualquier momento. Mis ojos bajan instintivamente al suelo, tratando de ocultar la humedad que empieza a acumularse en ellos. Con un dedo bajo mi barbilla, Edward levanta mi rostro hasta que nuestros ojos se encuentran. —No estoy poniendo excusas, Bella, pero esto no se trata solo de ti y de mí. No quiero que en un mes nos eches porque te das cuenta de que tomaste una decisión apresurada. —¿De verdad piensas que soy así de impulsiva, Edward? ¿Crees que no entiendo que esto implica mucho más que nosotros dos? ¡Que Mel necesita amor, estabilidad, seguridad y un sentido de pertenencia más que nada! He pensado en esto, y los quiero aquí conmigo, siempre. Los extraño cuando no están cerca, y esto se siente bien para mí, pero como te dije, si tú no sientes lo mismo… —Mi garganta se cierra, incapaz de seguir. Él choca sus labios contra los míos y me besa con una intensidad que me deja sin aliento. Estoy jadeando cuando se aparta. —Mi hermosa y tonta niña. No es que no sienta lo mismo, es solo que… —¿Solo qué? —pregunto ansiosa. —Bella… —Sonríe—, es que no me diste la oportunidad de preguntarlo yo. Mi corazón martillea en mi pecho. Tomo un par de respiraciones entrecortadas, la esperanza y la felicidad se agolpan en mi interior, amenazando con estallar. Una sonrisa tímida se extiende por mi rostro… —Espera, Bella. Espera —dice, y la expresión seria en su rostro hermoso congela todas mis ilusiones de golpe. Me enmarca el rostro con sus manos fuertes—. Nena, yo… —Suspira con fuerza, como si estuviera reuniendo el valor para hablar—. No tengo mucho; lo sabes. —Edward… —Pero… hay cosas… creencias que tengo. Mis padres… —Sacude la cabeza—. No, olvídate de ellos. Jasper y Alice… primero fue Mel, pero ellos lo hicieron bien. Y se amaron, y siempre pensé que si alguna vez… si yo alguna vez… Traga grueso y aparta la mirada, y yo no tengo idea de qué está tratando de decirme. —Edward… —susurro, incapaz de decir más—. Edward… Sus ojos encuentran los míos de nuevo, ardiendo con una determinación que me deja sin aliento. —Cásate conmigo. S & S *Palabras originalmente en español* Pero mira qué cabrona
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)