ID de la obra: 554

Spin & Sway

Het
NC-17
En progreso
0
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 583 páginas, 214.110 palabras, 49 capítulos
Descripción:
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Fechas importantes

Ajustes de texto
Nota de la traductora: En esta traducción, se ha respetado el uso de palabras y expresiones en español que aparecían en el texto original en inglés. Estas palabras forman parte de la identidad cultural de los personajes y contribuyen a enriquecer la narrativa. Dado que Bella y Angie son de ascendencia latina, suelen incluir palabras en español en sus frases. Estas palabras estarán en cursiva. Por favor, tenlo en cuenta al encontrarlas. Capítulo 37 — Fechas importantes Bella . Mel gira una y otra vez en la pista de hielo. Su risa flota en el aire frío, por encima del coro de la siempre popular canción navideña de Mariah Carey. Está tan despreocupada y feliz en este día después de Navidad y de su cumpleaños número trece, que sé que nunca volveré a escuchar el éxito invernal de Mimi sin pensar en este momento. Ahora Mel viene y nos rodea por… quinta vez. Se queda con nosotros un par de minutos, tomándonos de la mano a su tío y a mí, riendo cuando él amenaza con perder el equilibrio. Luego, con sus risitas, sigue su alegre camino. Edward nunca ha patinado sobre hielo y, aunque es bueno en la mayoría de las cosas, digamos que mantenerse erguido sobre una superficie resbaladiza de vidrio congelado no es una de sus muchas habilidades. Resbala de nuevo, y yo me río a carcajadas por enésima vez. —¡Eres pésimo en esto! —Oye, es mi primera vez —dice, con la mano derecha aferrada firmemente a la baranda de la pista mientras la izquierda se sujeta con fuerza de la mía—. Seguro que la primera vez que patinaste tampoco eras una experta. Con cuidado, suelto su mano para patinar de espaldas frente a él. Me lanza una mirada fulminante durante un segundo, pero luego tiene que concentrarse en la baranda, ahora con ambas manos. —Creo que la primera vez que Charlie y Sue me trajeron a patinar tenía unos diez años y, si mal no recuerdo —digo, levantando la barbilla con orgullo—, aprendí bastante rápido. Él frunce el ceño y da esos torpes y vacilantes pasos hacia adelante. —Bueno, no todos podemos tener tu equilibrio. Supongo que los Cullen somos constructores, no patinadores. Mel aparece a mi lado y patina de espaldas conmigo. —En realidad, tío Ed, papá era bastante bueno en esto. Edward le lanza una mirada de pocos amigos, y tanto Mel como yo estallamos en carcajadas. Justo entonces, pierde el equilibrio y sus pies se agitan frenéticamente en un intento por mantenerse en pie. Instintivamente, intento sujetarlo, y él me agarra a mí, convirtiéndonos en un revoltijo de brazos y piernas agitándose por todas partes. Consigo apoyar la espalda contra la baranda y clavar las puntas de mis patines en el hielo para fijarme en mi sitio y… ¡Uuf! El cuerpo entero de Edward se estrella contra mí, aplastándome contra la baranda. —¡Ugh! —exclamo. Cuando finalmente deja de patalear, me suelta y se aferra a la baranda a ambos lados de mí. —Mierda, nena, ¿estás bien? Mi aliento frío se arremolina en el aire gélido entre nosotros. —Estoy bien —jadeo—. No es la primera vez que me aplastas con tu cuerpo. Me mira con los ojos abiertos de par en par. Y luego estalla en carcajadas, acercando su boca a la mía. —Sí, pero normalmente cuando eso pasa, acabo de hacerte ver estrellas, así que después ni lo sientes —dice con un tono que no debería usarse en una pista de hielo llena de desconocidos. Me río con ganas, sintiendo cómo mis mejillas se sonrojan por algo más que el frío. —¡Acabo de ver estrellas ahora! —No es lo mismo. —Sonríe con picardía, inclinándose para presionar sus labios fríos contra los míos. Quiero rodearlo con mis brazos, pero sé que su equilibrio es, en el mejor de los casos, precario, así que le respondo sin tocarlo. —Tienes razón, no es lo mismo. —Sonrío—. Ni cerca. —¿Seguro que estás bien? —murmura, succionando mis labios. —Sí. —Bien. —Bien. —Ay, por Dios —escucho decir detrás de Edward mientras Mel pasa patinando una vez más—. ¡Tal vez por eso no pueden encontrar el equilibrio! S & S Patinar sobre hielo en el Rockefeller en el cumpleaños de Mel era una tradición que sus padres comenzaron cuando tenía cinco años. Ahora estamos en Max Brenner's, el lugar al que Edward me llevó en nuestra primera cita a medias, después de arruinar mi cita oficial. Como Mel y yo, al igual que la mayoría de las mujeres, supongo, tenemos una debilidad por el chocolate, la hemos traído para un postre de chocolate, y mientras ella chilla emocionada e intenta devorar conmigo una cazuela de chocolate derretido, me pregunto si esto se convertirá en una nueva tradición para nosotros. —Tía Bella, Tío Edward, ¿puedo ir a pedir otra cazuela de fondue de chocolate? Edward frunce los labios, pero ella acaba de llamarme Tía Bella otra vez, como ha estado haciendo desde ayer por la mañana, y en lo que a mí respecta, podría pedir una de todo el menú. Pero supongo que Edward ya se dio cuenta de que me he vuelto una blanda con este nuevo título en las últimas veinticuatro horas. —Una es suficiente, Mel. Esa camiseta que te regaló Bella no te va a quedar si comes otra. Mel baja la vista a la camiseta que le di esta mañana por su cumpleaños y sonríe de oreja a oreja. Es de color morado oscuro con negro, los colores oficiales de nuestro estudio, con las palabras Baila Staff escritas en el centro con letras estilo Broadway y su nombre debajo en mayúsculas. Junto con ella, recibió oficialmente una llave de la puerta del estudio para que pueda «abrir y cerrar» el lugar ella misma, claro, siempre con Angie o conmigo ahí. —Oh, está bien —resopla, pero su sonrisa se ilumina de nuevo—. Pero igual voy a tener ese pastel de chocolate en mi fiesta de cumpleaños esta noche, ¿verdad, tía Bella? —Sabes que te está manipulando con ese nombre, ¿cierto? —Edward sonríe después de que le di a Mel un billete de cinco para que se compre un chocolate caliente para llevar—. Está viendo hasta dónde puede llegar con su Tía Bella, Tía Bella —imita su tono. Suelto una carcajada. —Sí, me he dado cuenta. No soy tan fácil de engañar, ¿sabes? —Ajusto el cuello de su abrigo azul marino—. Pero me gusta pensar que también está un poco feliz de que será oficial en unos meses. Edward me dedica esa perfecta sonrisa ladeada suya, acariciando mi mejilla con los nudillos fríos. —Por supuesto que lo está. S & S Hemos mantenido la reunión de cumpleaños de Mel pequeña y discreta esta noche. Por un lado, todavía estamos recuperándonos de la fiesta de Navidad de anoche. Incluso Carlisle y Esme hicieron una visita rápida, y Ben pasó también. Me ha preocupado un poco que quizás un cumpleaños número trece mereciera una celebración más grande de la que planeamos. Pero cuando le cantamos «Feliz cumpleaños» a Mel, me alegró de haberlo mantenido sencillo, solo con Rose y los niños, Emmett y Angie. Mientras cantamos, Mel mira su pastel y suelta un largo suspiro, y sé que está pensando en sus padres. Es comprensible. Ha tenido un día largo y ocupado, en realidad, varios días largos y ocupados, pero ahora la noche está llegando a su fin, y es inevitable que sienta su ausencia. Los días siguientes transcurren en calma. Con la Navidad y el cumpleaños de Mel detrás, los tres nos adaptamos a nuestra nueva rutina de convivencia, pasando las noches juntos, conversando hasta tarde, disfrutando de los horarios relajados de los días festivos. Luego, Mel se retira a su habitación y Edward y yo nos amamos detrás de nuestra puerta cerrada. En Año Nuevo, después de que la bola ha caído, Mel llora en silencio sobre mi hombro durante la primera media hora del año. Todos los demás están en la sala, y ella y yo estamos solas en la cocina. De repente, siento un par de brazos fuertes envolviéndonos, y sé que Edward se ha unido a nosotras. Sus hombros suben y bajan, suben y bajan, y luego escucho esas respiraciones irregulares, las profundas inhalaciones de su dolor derramándose, y los abrazo a ambos con todas mis fuerzas. Entonces, percibo el perfume que en los últimos meses he llegado a asociar con Rose, y hago espacio para ella en nuestro círculo. Mi familia. Siempre sentirán el vacío de lo que perdieron este año, y yo rezo por tener la fortaleza suficiente para ayudarlos a sanar. S & S El resto del mes pasa rápido. Mel regresa a la escuela, y Edward y Emmett comienzan un nuevo trabajo no muy lejos de casa. Remodelarán un complejo de dos edificios de dieciséis apartamentos cada uno. Se espera que el trabajo tome un par de meses y, mientras tanto, Edward sigue terminando las mejoras en el estudio. Él y Emmett casi han terminado; solo quedan algunos detalles por completar, y luego podremos reabrir el ala que hemos mantenido cerrada durante las renovaciones con una nueva sala de última tecnología. El área de espera y recepción también ha sido completamente remodelada, con casilleros alineados en una de las paredes y un área de asientos integrada a los casilleros, porque Edward sabe cómo aprovechar cada centímetro de espacio disponible. Ha construido estanterías para exhibir los premios que hemos ganado en los últimos años, y ha rediseñado el área del mostrador para convertirla en una oficina acristalada con más espacio. Todo ha quedado tan hermoso que quiero llorar cada vez que entro. Los alumnos están encantados y ansiosos por probar las nuevas salas. Yo retomo las clases en el estudio y mis ensayos. Una vez cada par de semanas, acompaño a Edward a sus reuniones de AA. Después, tomamos café con Carlisle y Esme. Hemos llevado a Mel con nosotros un par de veces, pero generalmente se queda con Angie o Sue. Al fin y al cabo, tiene su trabajo después de la escuela en Baila, y lleva su camiseta de staff con orgullo. Un miércoles, hacia finales de mes, estoy comenzando la clase de hiphop cuando la puerta se abre y Edward aparece allí, cubierto de polvo y hermoso. Me sorprende verlo y, de inmediato, me invade una inquietud repentina, porque, para empezar, se supone que debo encontrarme con él en su reunión de AA, pero aún falta una hora y media para eso. Y, además, se ve completamente alterado. —Nena… Bella —se corrige, pero no antes de que algunas de las chicas de la clase rían y murmuren como las adolescentes que son—. ¿Podemos hablar un momento? —Claro. Jake… —digo, indicándole que tome el control. —Entendido, Bella. Al pasar junto a ella, veo que Mel nos observa, alternando su mirada entre su tío y yo, inclinando la cabeza con curiosidad. Pero luego veo a Edward negar levemente, indicándole en silencio que no se preocupe. Pero yo sí estoy preocupada. Edward nunca ha interrumpido una de mis clases antes, y mientras camino delante de él hacia mi oficina, se me cruzan cien escenarios por la cabeza: la escuela de Mel, mis padres, su trabajo, Rose o uno de los niños, Emmett… O… él recayó… Una ola de culpa me sacude incluso antes de llegar a la oficina. Me detengo y me giro para estudiarlo, tratando de ver si noto algo diferente en su rostro. —¿Qué pasa? —pregunto ansiosa. Edward traga saliva y camina unos pasos de un lado a otro antes de detenerse frente a mí. Desliza sus manos ásperas alrededor de mi cuello, y yo subo las mías para sujetarlo por las muñecas. —Estábamos trabajando, demoliendo un par de cocinas… y entonces Emmett entró… Mi corazón cae hasta mis pies. »Recibió una llamada del Panel de Evaluación para el edificio de oficinas… —Su sonrisa se ensancha—. Cuatro equipos fueron seleccionados. —Lo consiguieron —susurro. Edward suspira y apoya su frente contra la mía. —Lo conseguimos. S & S Un par de semanas después, le informamos al abogado de mi papá que el trabajo en el estudio ha sido completado. Él, a su vez, informa al abogado de Eli, y entonces esperamos noticias porque Eli quería esperar hasta que la remodelación estuviera terminada para determinar si la oferta de mi padre era un precio justo. Decir que lamento el día en que lo involucré tan profundamente en mi vida sería quedarme corta. Y aunque me siento culpable por tener que aceptar la ayuda de mi padre para deshacerme del desastre que yo misma creé, sé que esto tiene que hacerse. Edward y yo nos casaremos a finales del verano, y quiero comenzar esta nueva etapa de nuestras vidas sin ningún vínculo con Eli. Sé que eso es importante para Edward, y, por lo tanto, es extremadamente importante para mí. Sue y Charlie me dicen que es mi herencia de todas formas, pero una vez que esto termine, haré lo que sea necesario para devolverles el dinero. Algunas noches, después de que terminan las clases, Mel y yo nos quedamos en el estudio, como solíamos hacerlo cuando ella y Edward llegaron a mi vida hace unos meses. Terminamos pendientes, Mel hace su tarea, pedimos comida en el restaurante de la esquina y luego ella me observa practicar para el espectáculo. A veces solo se sienta, chateando con sus amigas y mirando; otras veces, «practica» conmigo. Es buena, sobre todo considerando que solo ha tomado clases formales de danza por unos meses. Hay talento ahí, y más que eso, siente la música. Una noche, estoy en plena práctica del número de cierre de Renata. Como suplentes, no nos dan mucho tiempo para ensayar las coreografías de los protagonistas, pero aun así, se espera que las sepamos cuando suba el telón. Una semana antes del estreno, los suplentes tendremos nuestro propio ensayo general, pero esa será la única oportunidad de recorrer la obra completa. Hasta entonces, debemos ensayar tanto nuestras propias partes como las de aquellos a quienes suplimos. Estoy en mi zona, en ese lugar donde no veo ni escucho nada más. Sé vagamente que Mel está en la sala, pero estoy en un salto, completamente inmersa en mi movimiento. Y lo único que de pronto me saca de mi trance de danza es Mel gritando mi nombre a todo pulmón. Aterrizo y la miro. Sus ojos están muy abiertos, su expresión fruncida hacia la puerta. Cuando sigo su mirada, veo a Eli de pie allí. Levanta las manos y aplaude lentamente, una palmada tras otra en una clara imitación sarcástica de aplauso. —¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto, jadeante por el esfuerzo de la danza. —¿Qué estoy haciendo aquí? —repite, arqueando una de sus cejas perfectamente arregladas—. Este sigue siendo mi estudio, Bellita. Le he dicho que no me llame así, y tengo unas cuantas palabras en la punta de la lengua para recordárselo, pero Mel está aquí, observándonos con ansiedad. Tengo que tragarme cada palabra que arde por salir, porque no voy a enfrentarme a él delante de ella. —¿Qué estás haciendo aquí? —repito, esta vez más despacio, pronunciando cada palabra con claridad. Suspira. —He traído a un par de contratistas para revisar el trabajo que hizo tu novio. Quiero asegurarme de que todo esté dentro de la normativa. —Por supuesto que lo está —siseo—. Edward sabe perfectamente lo que hace. Él y su equipo hicieron un trabajo increíble en tus lofts de mierda, ¿o no? —Hicieron su trabajo; no lo llamaría increíble —se burla—. Y escuché que estarán trabajando en ese edificio de oficinas. Resultó bastante conveniente que el papá de su novia fuera parte del comité de selección, ¿no? —Edward y su equipo consiguieron ese contrato de manera justa. —Oh, estoy seguro de que sí. —Sonríe con burla. Puedo escuchar claramente la provocación en su tono. Cuando miro a Mel, la encuentro con el ceño fruncido, observando a Eli con una expresión de evidente molestia. —Mira, debiste avisarnos que vendrías. Edward y mi padre deberían estar aquí para esto. Sus ojos oscuros se endurecen, y da un paso más cerca. —No tengo que avisarle a nadie lo que hago, y mucho menos a ese maricón pelao. Cierro los ojos, un destello de furia recorriéndome la espalda. —Vamos, Mel —digo, fulminando a Eli con la mirada. Ella se acerca en silencio y toma mi mano. Afuera del salón, un par de tipos inspeccionan cada rincón del trabajo que Edward realizó durante los últimos meses. —Bella, creo que deberíamos llamar al tío Edward —murmura Mel, nerviosa. —Está en su reunión, Mel. Además, esto es solo una inspección rápida; terminarán antes de que él siquiera pueda llegar. —Igual creo que deberíamos llamarlo —susurra. Finalmente, uno de los contratistas se acerca a Eli, y murmuran algo en voz baja antes de que Eli vuelva a dirigirse hacia mí. —Mel, ve a esperar en la oficina —le indico, porque no quiero que escuche lo que voy a decirle a Eli. Ella chasquea la lengua en señal de protesta, pero cuando arqueo una ceja, obedece. —¿Y bien? —le pregunto a Eli cuando llega a mí. —Pues… supongo que todo está bien —dice con una sonrisa cínica. —Te lo dije. Ahora vuelve con tu abogado y firma esos… —Espera, Bellita. —Deja de llamarme así. Se ríe. —¿Qué? ¿Ahora solo tu hombre puede llamarte así? —No voy a discutir esto contigo, Eli. Solo firma los papeles y termina con esto de una vez. —Como te dije, tienes que esperar —responde con calma, pero con un destello de malicia en los ojos—. Tu viejo me hizo una oferta basada en el valor previo del estudio, antes de que tu novio hiciera todo este… espectacular trabajo. Ahora tengo que hacer una contraoferta. —¡Mi padre te ofreció una suma más que justa por tu parte del estudio! Suelta una carcajada. —Y hay un par de puntos más que quiero discutir. —¿Como cuáles? —Como el hecho de que tu contabilidad no parece cuadrar. —¿De qué demonios estás hablando? —Cruzo los brazos sobre mi pecho, —Parece que no todos están pagando la mensualidad. —Mueve la barbilla en dirección a la oficina donde Mel espera y luego me lanza una mirada con significado. —¿En serio, Eli? Él alza una ceja, desafiándome. —¡Ugh! ¡Está bien! —Levanto las manos al aire, frustrada—. Me encargaré de… —¿Qué carajo es eso en tu mano? —gruñe de repente, su mirada clavada en mi mano izquierda—. ¿Es… es un anillo de compromiso? —Sí —respondo con frialdad. Me observa fijamente y sacude la cabeza con incredulidad. —¿Tú'stás jodidamente loca? ¿Te vas a casar con ese pendejo? ¿Y qué, lo vas a mantener a él y a su sobrina? ¿Ese es el tipo de hombre que buscabas todo este tiempo? Me lo hubieras dicho, yo también te habría dejado pagar mis cuentas. —Vete a la mierda, Eli —escupo, incapaz de contenerme por más tiempo—. Con quién me case y lo que haga con mi vida no te incumbe. Solo firma los malditos papeles y podremos deshacernos el uno del otro de una vez por todas. —Tal vez no quiero deshacerme de ti. —Qué lástima —respondo con veneno—. Lárgate. Ahora mismo, antes de que llame a Edward. Sus fosas nasales se ensanchan con rabia, pero da un paso atrás. —Me encanta cuando te alteras… tan ardiente y… apasionada. Recuerdo bien esa pasión —dice con una sonrisa lasciva. Inhalo profundamente, luchando por mantener el control mientras él me observa, claramente disfrutando de mi reacción. »Si quieres casarte con él, ese es tu maldito problema —se burla—, pero deshacerte de mí les va a costar caro a tu papá y a ti. Todo este hermoso trabajo que hizo tu pendejo —escupe, señalando con el pulgar detrás de él—, aumentó el valor de este lugar, y pronto estarás escuchando de mi abogado con una nueva cifra. Después de todo lo que hice por ti… —¿Lo que hiciste por mí? —Me río con incredulidad—. ¿Crees que no sé lo que has estado haciendo? ¿Tú y Felix? —Solo porque lo único que consigues son papeles de mierda en producciones de tercera, no vengas a culparme a mí. Te lo dije hace tiempo, Bellita, chicas como tú, talentosas, pero sin puta idea de cómo moverse en este mundo, hay por montones. Necesitas la representación adecuada para llegar a algún lado, y con ese agente de pacotilla que contrataste, no vas a ninguna parte. Si te hubieras quedado conmigo y con Felix… —Estaba en el infierno con ustedes dos —le interrumpo con furia—, y si me hubiera quedado con ustedes, sería la persona más miserable sobre la faz de la Tierra. Eli echa la cabeza hacia atrás como si lo hubiera abofeteado. —Qué desperdicio —escupe con desdén—. Nunca vas a lograr nada, especialmente si te casas con él. Pudiste haberlo tenido todo algún día. —Ya lo tengo todo. —Sonrío con tranquilidad. Me fulmina con la mirada. —Mis abogados se pondrán en contacto con tu papi con una nueva oferta, así que si de verdad quieres salir de esto, más te vale estar lista para soltar una buena cantidad. Y con eso, levanta la barbilla hacia los dos contratistas que esperaban a un lado, y ellos lo siguen fuera del estudio. S & S Las botas de Edward retumban contra el suelo de nuestra habitación, una y otra vez, de un lado a otro. Estoy sentada en nuestra cama, observándolo. Su mandíbula está tensa, cuadrada por la furia contenida. Sus ojos verdes, oscuros y entrecerrados. Sus anchos hombros rígidos, duros como piedra. —Si hubiera intentado algo estúpido, te habría llamado. Además, no fue por eso que fue. Sabe bien que no puede… Se detiene en seco y me mira desde arriba. —Sabe bien —repite con voz baja y controlada, aunque sus ojos arden con rabia—. Tienes razón, sí que lo sabe. Se presentó ahí sin avisar, sin llamar a tu padre, sin llamarme a mí cuando fue mi maldito trabajo el que estaba haciendo inspeccionar. Claro que sabe lo que hace. Sabía exactamente lo que estaba haciendo. —Edward… —No, Bella —escupe, inclinándose hasta que su rostro queda a la altura del mío—. ¡Debiste llamarme, carajo! —¡No puedes pelear todas mis batallas! —¡Nos vamos a casar! —¡Eso no te convierte en mi padre! —¡Pero sí en tu esposo y en tu compañero en todo! ¡Y Mel es mi hija en todos los sentidos, y ella también estaba ahí! Abro la boca para responderle, pero nada sale de inmediato. Mientras tanto, Edward sigue ahí, su rostro cerca del mío, su pecho agitándose con enojo. —Jamás habría dejado que le pasara algo. Yo también cuido de ella, Edward —digo a la defensiva. —Bella… —Suspira con frustración, cerrando los ojos un instante. De repente, cae de rodillas frente a mí y apoya sus manos en mis piernas—. Bella… —Sacude la cabeza y levanta la vista para encontrar la mía—. ¿Qué crees que habría hecho, Bella? ¿Todavía no confías en mí? —¡Por supuesto que confío en ti, Edward! ¡Confío en ti con mi vida! ¡No tengo la menor duda de cuánto me amas! —No es a eso a lo que me refiero —aclara con voz dolida. Luego, coloca una mano sobre mi pecho, justo sobre mi corazón—. Confías en mí aquí… —luego desliza tres dedos hasta mi sien—, pero no confías en mí aquí. Frunzo el ceño, confundida. »Tengo un temperamento fuerte, sí, pero estoy aprendiendo. A menos que alguien te ponga un dedo encima a ti o a Mel, no voy a ponerle un dedo encima a él. Solo necesitaba estar ahí —dice despacio, su voz suplicante—. Eso es todo. Estaban ustedes dos solas con tres hombres extraños inspeccionando un trabajo que yo hice. Sus fosas nasales se ensanchan. »Debiste haberme tenido a mí o a tu padre ahí. Bella… No pensaste en llamarme no porque no quieras que pelee tus batallas, sino porque sigues intentando pelear las mías. Quieres protegerme de todo porque todavía no confías en que puedo manejar las cosas como un hombre normal. Estoy a punto de decir que eso no es cierto, pero entonces, de repente, toda la escena en el estudio se reproduce en mi cabeza, solo que ahora la veo desde los ojos de Edward. Llevo las manos a mi boca mientras la realización me golpea de lleno. Confío en Edward con mi corazón, pero no he dejado de dudar de su autocontrol, aunque en los últimos meses no ha hecho más que demostrarme lo responsable que puede ser. O sea, ¿qué fue lo primero que se me pasó por la cabeza el otro día cuando vino a decirme que había conseguido el contrato de las oficinas? Pensé que algo había salido mal o que… había recaído. He estado dudando de él, y esa duda puede haberme llevado a tomar un par de decisiones realmente estúpidas esta noche. —Dios, lo siento tanto —me ahogo—. Lo siento, Edward. Le rodeo los hombros con los brazos y me dejo caer de rodillas frente a él. Me atrapa en sus brazos y me sostiene con fuerza contra él. —Shh, está bien, nena —murmura en mi oído—. Está bien. —Dudé de que pudieras venir sin perder el control. Lo hice, y lo siento. Lo siento —repito una y otra vez. —Está bien, Bella, solo… no vuelvas a dudar de mí, ¿sí? —dice suavemente—. Si quieres que esto funcione, no puedes dudar de mí. Asiento con vehemencia, aferrándome a él, y él me sostiene con la misma fuerza, permitiendo que la culpa en mi pecho se disipe poco a poco. S & S A la mañana siguiente, después de que Edward se ha ido a trabajar, Mel y yo estamos en la cocina desayunando. Ella come en silencio, mirando fijamente su plato. —¿Estás enojada conmigo? —pregunta finalmente. —¿Qué, cariño? —le respondo con una sonrisa confundida—. ¿Por qué estaría enojada contigo? —Porque llamé al tío Edward y le dije que ese imbécil de Eli estaba ahí. Suelto un suspiro, dejando mi tenedor a un lado antes de apartar un mechón suelto de su lindo rostro. —Mel… de todas formas iba a contárselo a tu tío y… tenías razón, debí haberlo llamado. —¿De verdad? —Sí, de verdad —sonrío. —¿Está enojado contigo ahora? Anoche parecía que estaban discutiendo, pero no podía escuchar lo que decían. Yo… no quiero tener que mudarme. —Mel —suspiro, atrayéndola hacia mí para envolverla en mis brazos—. Primero que todo, no es buena idea que trates de escuchar lo que tu tío y yo hablamos a puerta cerrada. Para eso es la puerta cerrada. Se queda en silencio. »Y tu tío y yo… a veces tendremos desacuerdos, pero eso no significa que ninguno de nosotros se vaya a ir, ¿de acuerdo? —De acuerdo —asiente con cierta duda. Le sonrío y niego con la cabeza nuevamente. —Vamos, peque, es hora de llevarte a la escuela. S & S Marzo es un mes caótico. Tal como dice el viejo adagio, llega como un león con tantas cosas sucediendo al mismo tiempo: falta un mes para el estreno del espectáculo; marca un año desde que Edward dejó la bebida… lo que significa que también se cumple un año desde la muerte de Jasper y Alice. Mel está más irritable durante la semana previa al aniversario de la muerte de sus padres. Edward también. En un domingo soleado que contrasta con el peso en nuestros corazones, recordamos la partida de las dos personas más importantes en la vida de Mel y Edward. Rose organiza un servicio conmemorativo en su iglesia. Cuando llegamos, la encontramos en la primera banca con los niños, todos vestidos con sus mejores ropas. Emmett está a su lado, con la pequeña Leah dormida en sus brazos. No me sorprende verlo aquí. Jasper era su mejor amigo, después de todo. Lo que sí me sorprende es que los padres de Alice no estén presentes, aunque Rose me dijo que les avisaría sobre la ceremonia. Y a pesar de todo lo que sé sobre los padres por Rose y Edward… una parte de mí tenía la esperanza de que, de alguna manera, estuvieran aquí hoy. A medida que avanza el servicio, Edward extiende la mano y toma la mía, y sé que, aunque para cualquier extraño pueda parecer estoico en este momento, con el rostro impasible y la mirada fija al frente, también necesita fuerza y consuelo. Aprieto su mano, animándolo a que la apriete tan fuerte como necesite. Luego rodeo con mi otro brazo los hombros de Mel, apoyando su cabeza sobre mi hombro. Cuando Rose empieza a sollozar en silencio en la banca frente a nosotros, Edward extiende la mano y la coloca suavemente sobre su hombro en un gesto de consuelo, y ella se apoya en él. Entonces, Emmett gira la cabeza y besa su sien. Levanto la vista hacia Edward. Sus ojos están fijos en Emmett, su expresión es ilegible antes de volver a mirar al frente. S & S Después del servicio, el plan es ir al cementerio, pero cuando todos subimos a nuestros respectivos autos, Mel dice en voz alta: —No quiero ir. —Mel, vamos —suspira Edward, pasándose los dedos por el puente de la nariz—. Es el aniversario de su muerte. —No puedo —solloza—. Por favor, no me obliguen a ir. Edward la mira, su expresión cargada de desconcierto, sin saber qué hacer. —Mel, tienes que ir —dice Rose con firmeza—. Todos vamos a ir. Mel sacude la cabeza y luego corre hacia mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura. —Por favor, tía Bella, por favor no me hagas ir. Quiero ir al estudio. Por favor, tía Bella. Levanto la mirada hacia Edward, y él encuentra mis ojos. —Miren… ¿qué tal si ustedes van y yo paso la tarde con Mel? Edward se pasa la mano por el cabello y respira hondo. Aunque no parece del todo conforme, me besa suavemente y luego deposita un beso en la frente de Mel. —Las veo más tarde. S & S —¿Qué te gustaría hacer? —le pregunto a Mel cuando llegamos al estudio. —¿Puedo… puedo estar sola un rato? —Por supuesto —le sonrío suavemente. Y durante las siguientes dos horas, me quedo en mi oficina, observándola a través de la pantalla en la pared mientras hace lo que mejor sabe hacer: liberar todo a través del baile. S & S Paso el resto del día con Mel, renunciando a los ensayos a pesar de lo cerca que estamos del estreno. No dice mucho, pero estoy con ella. Y esa noche, mientras está en su teléfono intercambiando mensajes con Becca, le recuerdo en voz baja que, si necesita algo, aquí estoy. Siempre estaré aquí para ella si me necesita. —Te amo, Mellita —le sonrío. Me mira por un momento, asiente y vuelve a su conversación. Edward también ha estado callado y pensativo hoy, pero cuando me hace el amor esa noche, me sostiene como si tuviera miedo de que desaparezca si afloja su agarre. Cuando llega, es como si estuviera liberando algo desde lo más profundo de su alma. Y cuando suelta mis caderas, sé que en la mañana tendré las marcas de sus dedos como recuerdo, pero no me importa. —Te amo —le repito una y otra vez. S & S El jueves siguiente tendrá lugar la fiesta previa a la inauguración del show, que levantará oficialmente su telón dentro de una semana y media. Sue viene a cuidar a Mel por la noche porque Edward vendrá conmigo a la fiesta. Ben se reunirá con nosotros allí. Edward me desnuda con sus ojos cuando salgo del maravilloso closet / vestidor que construyó para mí, para nosotros. —Te ves... increíblemente hermosa. Me río entre dientes y miro el vestido negro brillante, de tirantes finos, con un escote pronunciado y una falda corta y amplia que estoy usando. Termina a mitad del muslo y lo he combinado con unos tacones de aguja negros que alargan aún más mis piernas. Luego miro a Edward y me muerdo el labio. —Edward... —Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y presiono mi boca contra sus cálidos labios, dejando que mi lengua tentativamente toque y se aleje de la suya. Lleva un traje oscuro con una camisa de vestir gris y una corbata negra fina. Su cuerpo es tan perfecto que, aunque el traje no está hecho a medida, bien podría estarlo. Sus anchos hombros llenan maravillosamente la chaqueta y luego se estrecha delgadamente hasta su esbelta cintura. Los pantalones se ajustan perfectamente a sus caderas y bajan por sus largas y fuertes piernas. Recuerdo la noche hace más de cinco meses cuando se coló en mi cita. —Dios, si me haces esto con traje, no sé cómo voy a hacer cuando te vea con esmoquin para nuestra boda. Mis bragas estarán mojadas cuando llegue al final del pasillo. —Me río entre dientes. Se ríe a carcajadas y luego apoya su frente en la mía, gimiendo. —Aférrate a ese pensamiento esta noche. —Sonríe maliciosamente, con las manos firmemente extendidas sobre mi trasero debajo de mi falda. Pasa un dedo arriba y abajo a lo largo de mi tanga. Frunce el ceño. —Te quedarás muy cerca de mí esta noche con este atuendo. Solamente una pequeña brisa... Su dedo se curva alrededor de mi muslo, siguiendo el material delgado y nervudo de mi ropa interior y luego se sumerge justo debajo, trazando un círculo alrededor de mi clítoris. —Estás mojada —confirma. Cierro los ojos y suspiro mientras su dedo se mueve más abajo por mi raja. —Estaré a tu lado toda la noche. Puedes sujetarme la falda. Y luego sus dedos se deslizan profundamente dentro y yo gimo contra su boca—. O, puedes levantarla. Resopla mientras me bombea rápidamente, su otro brazo firmemente alrededor de mi cintura sosteniéndome. —Carajo, quiero estar dentro de ti —murmura en mi oído, chupando el lóbulo de mi oreja. ——medio siseo, medio suspiro. —Pero tu mamá está justo afuera de esta puerta —se ríe—, esperándonos. Gimo de nuevo, pero esta vez con decepción, y como para compensarlo, Edward agrega otro dedo y los mueve hacia adentro y hacia afuera rápidamente, dando vueltas y vueltas, su pulgar presionando contra mi clítoris. Presiono mi mano contra la suya y lo ayudo a moverla, empujándolo más profundamente. —Te gusta eso, nena, ¿eh? —me anima—. Te gustan mis dedos dentro de ti. —Ooh —lloro en silencio porque me encanta cuando me habla así—. Amo tus dedos dentro de mí. Son tan largos, gruesos y ásperos —digo sin aliento. En ese momento, me está bombeando tan fuerte y rápido que tiene que poner su otra mano en mi trasero para evitar que mi cuerpo retroceda con cada embestida. —¿Te gustan mis dedos ásperos? —Se ríe en voz baja—. Cuando te conocí, tenía tantas ganas de tocarte. Me imaginé mis dedos sobre ti… dentro de ti… pero solía pensar que eran demasiado duros para tu suave piel. —Mmm, mmm… —Niego con la cabeza, besándolo descuidadamente porque mi mente está demasiado alborotada como para recordar cómo hacerlo correctamente. —Dime qué más te gusta, Bella —pregunta, con voz áspera y autoritaria. —Yo... oh... me gusta tener las ventanas abiertas así. —Quiero subirme a sus dedos ahora. Quiero empujar todo su puño dentro de mí—. Oh, mierda... me gusta... me gusta estar de esta manera... la ciudad a nuestro alrededor mientras me haces estas cosas. —¿Sí? —pregunta temblorosamente—. ¿Pero quieres saber la mejor parte? Es que nadie nos ve, Bella. Vemos la ciudad, pero nadie nos ve porque esto somos solamente tú y yo, nena, solamente tú y yo. No quiero que nadie más vea esa cara hermosa cuando te desmorones. Eso es solamente para mí. —Lo sé. —Sonrío, mi boca se abre cuando él curva los dedos hacia adentro—. Para ti... solamente para ti... —Carajo, eres tan sexy, Bella. Eres tan jodidamente sexy. —Edward —jadeo, balanceándome desesperadamente contra su mano, empujando sus dedos hasta los nudillos. Muerdo su hombro para evitar gritar mientras me corro—. Edward. S & S Cuando salimos del dormitorio, Mel nos sonríe y nos dice que nos vemos genial. Nos da un beso a cada uno y luego se pone de nuevo los audífonos, regresando a su tarea. —Tienes las mejillas tan sonrojadas —comenta mi mamá Sue, pellizcándome una con demasiada complicidad, haciendo que me ruborice aún más—. Diviértanse, ustedes dos, y no se preocupen por Mel; yo la cuidaré bien. —Gracias, Sue —dice Edward. Y entonces, tomados de la mano, salimos rumbo a la fiesta.   S & S   *Palabras originalmente en español: Bellita Ese maricón pela'o ¿Tú'stás jodidamente loca? Mellita
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