Capítulo 3
16 de agosto de 2025, 14:10
Con cada paso hacia el escenario, la euforia en el aire parecía multiplicarse, convirtiéndose en una especie de neblina embriagadora que nublaba cualquier pensamiento lógico. Para cuando alcanzaron la plataforma, Chilli podía sentir el calor en sus mejillas, y no tenía idea de si era por la música, el tequila, o la cercanía de Frisky, cuya mano apretaba aún la suya con fuerza.
Se miraron mutuamente, y ambas compartieron una sonrisa traviesa. Había algo retador y electrizante en los ojos de Frisky, como una chispa que estaba a punto de encender algo que ninguna de las dos podría apagar. Sin esperar más, Chilli comenzó a moverse al ritmo de la música, sus caderas balanceándose al compás de los bajos profundos que resonaban como un eco en su pecho. Los movimientos de Frisky pronto la siguieron, creando una coreografía improvisada que parecía natural, como si las dos compartieran un lenguaje secreto solo entendible en esa pista de baile.
Ambas se contoneaban y giraban, sus movimientos en sincronía perfecta, y de vez en cuando, cuando sus miradas se cruzaban, la electricidad entre ellas parecía intensificarse. La multitud aplaudía y gritaba, animando a las dos amigas que, en ese momento, parecían las verdaderas estrellas de la noche. Entre risas y pasos audaces, los bailarines profesionales, quienes normalmente no se veían impresionados por los amateurs, se unieron en el juego, rodeándolas con movimientos que potenciaban la audacia de Chilli y Frisky.
Entonces, en uno de esos giros, sintió una presencia distinta: alguien había comenzado a bailar a su lado. Al mirar de reojo, Chilli se encontró cara a cara con un joven de sonrisa irresistible, con ojos oscuros y una expresión confiada. Sin decir nada, él le extendió la mano, y Chilli, envalentonada, aceptó el desafío.
Mientras giraba en brazos de este extraño encantador, sintió el agarre firme y seguro en su cintura, una sensación extraña pero emocionante. De reojo, alcanzó a ver que Frisky también había encontrado un acompañante. Su amiga bailaba con un chico alto y musculoso, que parecía completamente absorto en ella, como si el resto del club no existiera. Pero a diferencia de ella, Frisky se veía menos cómoda, como si algo en su interior le impidiera disfrutar realmente del momento.
Chilli estaba inmersa en la danza con su acompañante, dejándose llevar por el ritmo y la energía de la noche. Sin embargo, no podía evitar que su mirada volviera, una y otra vez, hacia Frisky. Había algo en su expresión, una especie de sombra que oscurecía sus ojos, y que hizo que el estómago de Chilli se revolviera de manera inexplicable. Fue un instante, un simple momento en que sus miradas se encontraron, y de repente, el chico que la sostenía pareció desvanecerse, como si solo fuera una sombra pasajera.
Lentamente, Chilli se soltó del extraño y se acercó a Frisky, quien parecía haber notado el cambio en el aire. Se separó de su propio compañero, y cuando ambas estaban de pie una frente a la otra en medio de la pista, el ruido del club se desvaneció a su alrededor, como si las luces y los gritos se hubieran disuelto en un segundo plano.
"¿Estás bien?" preguntó Chilli, tratando de superar el extraño nerviosismo que la invadía.
"Sí, estoy bien. Solo que, es la primera vez que bailamos de forma lenta. Fue un poco raro." Respondió Frisky, tratando de ocultar su mirada.
"¡Lenta! Si nos movimos tan rápido que ni nos dimos cuenta en qué hora nos separamos." Exclamó Chilli, piano aire por el cansancio de los movimientos que había dado.
La música ahora había sido reemplazada por una canción más fuerte. Era un tono más fuerte y movido. Ambas estaba a punto de bailar otra vez hasta que fueron interrumpidas por dos perros.
"Hola, preciosas," dijo el más alto, su voz grave apenas audible por encima de la música. "¿Les gustaría bailar?"
Chilli y Frisky intercambiaron una mirada rápida, la adrenalina del momento anterior aún corriendo por sus venas. Eran los perros con quienes estaban bailando.
"Claro," respondió Frisky con una sonrisa coqueta, su anterior plan aparentemente olvidado. "Soy Frisky, y ella es Chilli."
"Encantado," dijo el rubio, extendiendo su mano hacia Chilli. "Yo soy Alexander, y mi amigo es Bosco."
Chilli dudó por un momento, una sensación extraña formándose en la boca de su estómago. Miró a Frisky, quien ya estaba siendo guiada a la pista de baile por Bosco, riendo y moviéndose al ritmo de la música.
"Vamos," insistió Alex, su sonrisa cálida y alentadora. "Solo un baile."
Suspirando internamente, Chilli tomó la mano de Alex y lo siguió a la pista de baile. La música cambió a un ritmo más lento y sensual, y Alex colocó sus manos en la cintura de Chilli, acercándola a él.
Mientras bailaban, Chilli no podía evitar sentirse incómoda. Alex era atractivo y parecía agradable, pero algo no se sentía bien. Sus ojos seguían desviándose hacia donde Frisky bailaba con Bosco, sus cuerpos moviéndose en perfecta sincronía.
"¿Estás bien?" preguntó Alex, notando su distracción.
"Sí, lo siento," murmuró Chilli, tratando de concentrarse en su pareja de baile. "Solo estoy un poco cansada."
Alex asintió comprensivamente. "¿Quieres tomar algo?"
"No, gracias," respondió Chilli. "Creo que ya he bebido suficiente por esta noche."
Continuaron bailando por un rato más, pero Chilli no podía sacudirse la sensación de que algo estaba mal. La euforia de antes se había desvanecido, reemplazada por una inquietud que no podía explicar.
Finalmente, la canción terminó y Chilli aprovechó la oportunidad para alejarse. "Gracias por el baile," dijo, forzando una sonrisa. "Voy a buscar a mi amiga."
Antes de que Alex pudiera responder, Chilli ya se estaba abriendo paso entre la multitud hacia donde había visto a Frisky por última vez. La encontró aún bailando con Bosco, riendo y claramente disfrutando de su compañía.
"Frisky," dijo Chilli, tocando el hombro de su amiga. "Creo que me voy a casa."
Frisky se volvió hacia ella, su rostro sonrojado por el baile y el alcohol. "¿Qué? ¿Tan pronto? Pero si apenas estamos empezando, cariño."
"No me siento muy bien," mintió Chilli. "Creo que bebí demasiado."
"Oh," dijo Frisky, su expresión cambiando a una de preocupación. "¿Quieres que vaya contigo?"
Por un momento, Chilli consideró decir que sí. Pero al ver la forma en que Bosco miraba a Frisky, y cómo su amiga parecía brillar bajo esa atención, no pudo hacerlo. "No, está bien. Quédate y diviértete. Tomaré un taxi."
"¿Estás segura?" preguntó Frisky, la duda evidente en su voz.
"Completamente," aseguró Chilli, forzando otra sonrisa. "Te llamaré mañana, ¿de acuerdo?"
Frisky asintió, abrazando a Chilli brevemente antes de volver a los brazos de Diego. Chilli las observó por un momento más antes de darse la vuelta y dirigirse hacia la salida.
El aire fresco de la noche la golpeó como una bofetada cuando salió del club. El contraste entre el calor sofocante del interior y la brisa fresca del exterior la hizo estremecerse. Se abrazó a sí misma, de repente consciente de lo ligera que era su ropa de fiesta.
Mientras esperaba un taxi, Chilli no podía dejar de pensar en la noche. ¿Qué había salido mal? Todo había sido perfecto hasta que aparecieron esos hombres. Se sentía culpable por irse tan abruptamente, por dejar a Frisky atrás, pero al mismo tiempo, no podía soportar la idea de quedarse un minuto más.
Un taxi se detuvo frente a ella y Chilli se subió, dando su dirección al conductor. Mientras el auto se alejaba del club, vio su reflejo en la ventana. Su maquillaje estaba un poco corrido, su cabello desordenado por el baile. Pero lo que más le llamó la atención fueron sus ojos. Había una tristeza en ellos que no había notado antes.
El viaje a casa fue un borrón de luces de la ciudad y pensamientos confusos. Chilli trató de entender qué había cambiado, por qué se sentía tan mal de repente. ¿Era solo el alcohol? ¿O había algo más?
Cuando llegó a su apartamento, Chilli se quitó los tacones con un suspiro de alivio. Sus pies dolían después de horas de baile, y el silencio de su hogar era un contraste bienvenido después del ruido ensordecedor del club.
Se dirigió al baño, evitando mirarse en el espejo mientras se desmaquillaba. No quería ver el reflejo de su confusión y tristeza. Una vez que su rostro estuvo limpio, se quitó el vestido y se puso su pijama más cómodo.
En la cocina, Chilli llenó un vaso grande con agua y lo bebió de un tirón, consciente de que necesitaba hidratarse después de toda la bebida y el baile. Llenó el vaso de nuevo y lo llevó a su habitación.
Se sentó en el borde de la cama, mirando su teléfono. No había mensajes de Frisky, lo cual era de esperar. Su amiga probablemente seguía en el club, divirtiéndose con Diego. La idea hizo que Chilli sintiera una punzada de... ¿qué? ¿Celos? ¿Tristeza? No podía identificar la emoción exacta.
Suspirando, Chilli dejó el teléfono en la mesita de noche y se metió bajo las sábanas. A pesar del cansancio físico, su mente seguía activa, repasando los eventos de la noche una y otra vez.
Recordó cómo se había sentido al principio de la noche, la emoción de salir con Frisky, la forma en que su corazón se aceleraba cada vez que su amiga la tomaba de la mano o le sonreía. Recordó cómo se habían movido juntas en la pista de baile, como si fueran una sola persona.
Y luego recordó cómo todo cambió cuando aparecieron Bosco y Alex. Cómo Frisky se había ido con Bosco sin pensarlo dos veces, dejando a Chilli con un extraño. Cómo, de repente, la noche perfecta se había convertido en algo incómodo y confuso.
Chilli se dio la vuelta en la cama, hundiendo la cara en la almohada. ¿Por qué se sentía así? Frisky era su mejor amiga, debería estar feliz de que estuviera divirtiéndose. Pero en lugar de eso, sentía una mezcla de tristeza y... ¿resentimiento? ¿Envidia? No sabía que era exactamente.
Sin embargo, Había decidido no prestarle demasiada atención a esos pensamientos. No era demasiado raro que Frisky hiciera esas cosas. Lo más probable era que ya había estado con un hombre en secreto. Esperar a que eso fue el secreto que ella ocultaba.