ID de la obra: 592

Cómo Besar Una Chica

Gen
G
Finalizada
0
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44 páginas, 13.582 palabras, 6 capítulos
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Capítulo 3

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El sol brillaba intensamente sobre el patio de la escuela secundaria mientras Mackenzie esperaba nerviosamente junto a la entrada principal. Bluey le había pedido un favor bastante inusual: dar un recorrido por la escuela a Bingo, quien comenzaría sus clases allí la próxima semana. "Vamos, Mackenzie, ¡por favor!" había suplicado Bluey el día anterior. "Tengo que terminar un proyecto de ciencias y no puedo posponerlo. Eres el único en quien confío para mostrarle la escuela a Bingo." Mackenzie había aceptado, aunque con cierta reticencia. No es que no le quiera ayudar a Bingo. de hecho, siempre la había considerado como una hermana menor. Pero últimamente, las cosas se sentían... diferentes. Más complicadas. "¿A qué te refieres con eso?" Preguntó la Heeler Azul, alzando la pestaña con curiosidad. Mackenzie se rascó la nuca, buscando las palabras adecuadas. "Es solo que... es complicado. Las cosas han cambiado, ¿sabes?" Bluey levantó una ceja, cruzando los brazos. "¿Cambiar? ¿En qué sentido?" Mackenzie suspiró, intentando organizar sus pensamientos. "No lo sé, es que... Bingo ya no es la niña pequeña que solía ser. Y yo... no quiero hacer nada que la incomode o que la haga sentir rara. Y mucho menos hacer algo que te pudiera dar desconfianza en nuestro noviazgo". Bluey lo miró con una mezcla de confianza de ternura. Lentamente se acercó a él y le dio un pequeño beso y soltó una risa suave. "Mackenzie, solo muéstrale la escuela. No tienes que resolver todos sus problemas. Solo sé su guía, ¿vale?" A pesar de la calma que las palabras de Bluey le proporcionaban, Mackenzie todavía sentía una resistencia interna. Bluey volvió su atención a Mackenzie, esta vez con una mirada más seria. "Por favor, Mackenzie. Hazlo por ella, y hazlo por mí." Tras un momento de duda, Mackenzie finalmente cedió. "Acepto". *** Ni Mackenzie sabía por qué había aceptado. ¿Acaso el beso que le había dado Bluey lo había hechizado? ¿O qué le había hecho a su cerebro? Y lo peor era que no había sentido pasión en ese beso. ¿Había sido porque no lo había hecho bien? Después de todo, no había aprendido cómo besar una chica. Sus pensamientos fueron interrumpidos por una voz alegre. "¡Hola, Mackenzie!" Bingo se acercaba, con una sonrisa radiante y un pequeño cuaderno en la mano. "Hola, Bingo," respondió Mackenzie, tratando de sonar casual. "¿Lista para el recorrido?" Bingo asintió entusiasmada. "¡Claro que sí! Estoy un poco nerviosa por empezar la secundaria, pero sé que me sentiré más preparada." Mackenzie no pudo evitar sonreír ante su entusiasmo. "Bueno, entonces comencemos. Primero, te mostraré dónde están las aulas principales." Mientras caminaban por los pasillos, Mackenzie señalaba las diferentes aulas y explicaba el sistema de numeración. Bingo escuchaba atentamente, haciendo preguntas ocasionales y tomando notas en su cuaderno. "Y aquí está la cafetería," dijo Mackenzie, abriendo las puertas dobles. "El consejo: evita los tacos de los martes. Nadie sabe realmente qué contienen. Se dice que es carne de perro chino" Bingo se rió. "¡Anotado! Nada de taco de perro los martes." Continuaron su recorrido, pasando por el gimnasio, la biblioteca y los laboratorios de ciencias. Mackenzie se sorprendió de lo fácil que era hablar con Bingo. Su curiosidad y entusiasmo eran contagiosos, y pronto se encontró compartiendo anécdotas divertidas sobre sus propias experiencias en la escuela. "¿Y cómo es que tú y Bluey terminaron siendo novios?" preguntó Bingo de repente, tomando a Mackenzie por sorpresa. Mackenzie sintió que se le secaba la garganta. "Bueno, eh... simplemente sucedió. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y... las cosas se dieron naturalmente." Bingo asintió, pero Mackenzie notó un destello de algo en sus ojos que no pudo identificar. ¿Tristeza? ¿Curiosidad? Antes de que pudiera analizarlo más, fueron interrumpidos. Sin embargo, su agradable paseo fue interrumpido cuando se toparon con un grupo de estudiantes en el pasillo. Entre ellos estaba Jack, el mejor amigo de Mackenzie. "¡Hey, Mackenzie!" llamó Jack, con una sonrisa pícara. "¿Quién es tu nueva novia?" "¡No es mi novia, Jack! Es Bingo. Solo le estoy mostrando la escuela." Respondió Mackenzie mientras sentía que sus mejillas se enrojecían. "Oh, claro," respondió Jack, guiñando un ojo. "Mostrar la escuela. Así es como lo llaman ahora, ¿eh?" Los otros estudiantes se rieron, y Mackenzie notó que Bingo también se había puesto nerviosa. "Vamos, chicos," dijo Mackenzie, tratando de sonar despreocupado. "No sean ridículos. Solo estoy ayudando a una amiga." "Sí, sí, lo que tú digas," respondió otro estudiante, entre risas. "Hacen una linda pareja, ¿no creen?" Bingo, para sorpresa de Mackenzie, dio un paso adelante. "Miren, agradezco el cumplido, pero Mackenzie tiene razón. Solo somos amigos y él está siendo muy amable al mostrarme la escuela. Así que, ¿podríamos seguir con el recorrido sin más comentarios?" El grupo pareció sorprendido por la firmeza de Bingo, y tras unos momentos de silencio incómodo, se dispersaron, murmurando disculpas. "Wow, Bingo," dijo Mackenzie una vez que estuvieron solos. "Eso fue... impresionante." Bingo se encogió de hombros, pero Mackenzie pudo ver una pequeña sonrisa en sus labios. "Bueno, no iba a dejar que se burlaran de ti por ayudarme. Además, los amigos también podemos ser de ayuda a veces." Mackenzie sintió una oleada de afecto hacia Bingo. "Gracias. Y sí, definitivamente eres valiente. Creo que te irá muy bien aquí. Mejor que a Bluey y a mí". Continuaron su recorrido, esta vez en un silencio cómodo. Mackenzie no pudo evitar notar cómo la luz del sol que entraba por las ventanas hacía brillar el pelaje de Bingo, o cómo sus ojos se iluminaban cada vez que aprendía algo nuevo sobre la escuela. Se encontró pensando en lo mucho que Bingo había crecido y madurado en los últimos años. Al llegar al final del recorrido, se detuvieron frente a la entrada principal. "Y bien, ¿qué te pareció?" preguntó Mackenzie. Bingo sonrió ampliamente. "¡Fue genial! Gracias, Mackenzie. Me siento mucho más preparada ahora. Aunque... hay algo que me preocupa un poco." "¿Qué cosa?" "Bueno," Bingo dudó por un momento, "¿crees que la gente seguirá pensando que somos novios cuando empiece las clases?" Mackenzie sintió que su corazón daba un vuelco. No había considerado esa posibilidad. "Oh, um, no creo. Quiero decir, una vez que te conozcan y sepan que eres hermana de Bluey verán que solo somos amigos, además de ser mi cuñada. ¿verdad?" Bingo asintió, aunque Mackenzie notó un destello de... ¿decepción? en sus ojos. "Claro, tienes razón. Solo amigos." Se produjo un momento de silencio incómodo entre ellos, algo que nunca antes había sucedido. Mackenzie se encontró luchando con una extraña mezcla de emociones. Por un lado, sentía un cariño fraternal hacia Bingo, pero por otro, no podía ignorar la atracción que comenzaba a sentir. "Bueno," dijo finalmente Mackenzie, tratando de romper la tensión, "supongo que debería irme. ¿Necesitas que te acompañe a casa?" Bingo negó con la cabeza. "No, está bien. Bluey vendrá a recogerme al terminar su proyecto y luego irnos a casa con papá. Pero gracias, Mackenzie. Por todo." Antes de que Mackenzie pudiera reaccionar, Bingo se acercó y le dio un rápido abrazo. Fue breve, pero Mackenzie sintió como si una corriente eléctrica lo atravesara. El aroma de Bingo, una mezcla de flores y algo indefiniblemente dulce, lo envolvió por un momento. "Nos vemos la próxima semana," dijo Bingo, alejándose con una sonrisa tímida. "Sí, nos vemos," respondió Mackenzie, observándola mientras se alejaba. Por un momento, tuvo el impulso de llamarla, de decirle algo más, pero las palabras se quedaron atascadas en su garganta. Mientras caminaba hacia su casa, Mackenzie no podía dejar de pensar en lo que había sucedido. El recorrido, las burlas, la respuesta de Bingo, ese abrazo final... Todo se mezclaba en su mente, creando una confusión de emociones que no podía descifrar. Una cosa era clara: las cosas estaban cambiando, y Mackenzie no estaba seguro de cómo sentirse al respecto. ¿Era posible que estuviera desarrollando sentimientos por Bingo? ¿O solo estaba confundido por las burlas de sus compañeros? Y lo más importante, ¿cómo afectaría esto su noviazgo con Bluey? Mackenzie se detuvo en un parque cercano, sentándose en un banco para tratar de ordenar sus pensamientos. Sacó su teléfono y miró la foto de perfil de Bluey. Su novia, su mejor amiga desde la infancia. ¿Cómo podía siquiera estar considerando la posibilidad de tener sentimientos por su hermana? Mientras tanto, Bingo miraba tristemente al piso mientras esperaba a Bluey. Ahora con las palabras de los chicos se había dado cuenta de algo que no quería ver. Algo que no quería hacer. Algo que hacía que se sintiera sucia. Porque se estaba enamorando de su cuñado. Y Bluey la mataría por ello. Bingo se sentó en las escaleras de la entrada, abrazando sus rodillas. ¿Cómo había sucedido esto? Siempre había admirado a Mackenzie, siempre lo había visto como un hermano mayor. Pero hoy, durante el recorrido, algo había cambiado. La forma en que la miraba, cómo la escuchaba atentamente, cómo la defendió de las burlas... Todo eso había despertado sentimientos que nunca antes había experimentado. "¡Bingo!" La voz de Bluey la sacó de sus pensamientos. Su hermana se acercaba corriendo, con una sonrisa en el rostro. "¿Cómo estuvo el recorrido? ¿Mackenzie te mostró todo?" Bingo forzó una sonrisa. "Sí, fue genial. Mackenzie fue muy amable." Bluey la abrazó. "¡Me alegro! Sabía que podía contar con él. Es el mejor novio del mundo, ¿no crees?" Bingo sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago. "Sí, lo es," murmuró, sintiéndose cada vez más culpable. Mientras las hermanas caminaban hacia casa, Bingo no podía dejar de pensar en Mackenzie. Sabía que lo que sentía estaba mal, que nunca podría actuar sobre esos sentimientos. Pero tampoco podía simplemente apagarlos como si fueran un interruptor. Por su parte, Mackenzie llegó a casa y se dejó caer en su cama, exhausto emocional y mentalmente. Cerró los ojos, pero todo lo que podía ver era la sonrisa de Bingo, el brillo en sus ojos cuando aprendía algo nuevo. "¿Qué me está pasando?" murmuró para sí mismo, cubriendo su rostro con las manos. El sonido de un mensaje en su teléfono lo sacó de sus pensamientos. Era Bluey. "Gracias por ayudar a Bingo hoy. Eres el mejor. Te quiero." Mackenzie sintió una punzada de culpa. Respondió con un simple "De nada. También te quiero", pero las palabras se sentían extrañas, como si ya no fueran del todo ciertas.
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