Capítulo 3
17 de agosto de 2025, 21:58
¡Green ya estaba harta de intentar ser una entrenadora profesional para conseguir aprobación! Pensaba en llamar a Sammy de vez en cuando, pero no lo hacía. En cambio, pasaba el tiempo con sus Pokémon, entrenándolos no para ser los mejores, sino para crear un vínculo con ellos.
Pero los días en los que Green volaba con su Pidgeot, con el viento en su cabello, y veía el Monte Plata a la distancia, sabía que solo estaba fingiendo estar bien.
Lo cierto era que hábitos como esos no podían desaparecer tan fácilmente. No podía dejar de preocuparse tan rápido por lo que había perseguido durante seis años: la gloria y el reconocimiento.
Todavía le dolía que Red se lo llevó todo y se fue. Que Sammy, al parecer, nunca estaría orgullosa de ella. Todavía se preguntaba qué había hecho tan mal.
Lacy seguía apareciendo sin invitación para intentar convencerla de ser la Campeona. Green jamás lo admitiría, pero cada "no" que respondía venía acompañado de dudas.
Green… entrenó durante seis años para derrotarla.
Ella derrotó a todos los líderes de gimnasio y al Alto Mando, a Lacy.
Ella hizo todo eso y nunca fue coronada; apenas tuvo tiempo de estrechar la mano de Lacy antes de que Red apareciera y las desafiara.
Recordaba el momento a la perfección: la expresión amarga en el rostro de Lacy cuando su último Pokémon fue derrotado por el Blastoise de Green. La sonrisa triste que apareció después al saber que su tiempo como Campeona había terminado. Bueno, se suponía que había terminado.
Entonces, la puerta detrás de ellas se abrió.
Red estaba allí, con sus Pokémon detrás. Sudado, concentrado, con pociones curativas en las manos.
Red derrotó a Lacy primero, y Lacy no sonrió esa vez. Ser derrotada dos veces en tan poco tiempo debió dolerle. Sus Pokémon aún estaban cansados por la batalla anterior.
Entonces Lacy se alejó mientras Red desafiaba a Green.
Red sonrió, inclinando su gorra, pensando que así era como se suponía que debian terminar las cosas.
Green y él, peleando de nuevo, como cuando eran niños.
Pero Green estaba furiosa.
Red estaba entrometiéndose.
Red estaba robando su momento otra vez.
Blastoise, que al principio triunfó, fue el último en caer ante el Charizard de Red.
Green se apartó de Red para que no alcance a ver las lágrimas que corrían por su rostro. Pero mientras Lacy guiaba a Red al Salón de la Fama, ella la vio.
Green pasó por todo eso, y su nombre ni siquiera estaba en el Salón de la Fama. ¡Todo sucedió tan rápido!
Entonces ¿no merecía ser Campeona?
No, se decía Green a sí misma cada vez que pensaba en eso.
Ella perdió…
Recuperar el título porque Red lo abandonó sería patético. Quería algo de dignidad, aunque eso significara no conseguir lo que soñaba nunca.
Green y su Pidgeot siguieron volando alrededor de Kanto, buscando un desafío.
Ganar batallas era la única forma de que Green consiguiera dinero. Pero sabía que esa no era una vida estable. Con el tiempo, se le acabarían los desafíos; la gente no querría pelear con ella una y otra vez.
Pedirle dinero a Sammy no era una opción. Siempre había sido de las que pensaban que tenía que trabajar duro para ganar cada centavo.
Tenía que encontrar un trabajo rápido…
Pidgeot y Green volaron por encima del Gimnasio de Ciudad Verde. Estaba abandonado desde que Giovanni, el líder del Equipo Rocket, se fue.
Pidgeot disminuyó la velocidad y miró a su entrenadora.
***
Lacy estaba sentada en su oficina de la Liga cuando le dijeron que Green quería hablar con ella. Lacy les preparó té con una gran sonrisa, pensando que Green finalmente había cambiado de opinión y estaba allí para anunciar que se convertiría en Campeona.
Green entró a la oficina cuando Lacy abrió la puerta, levantando una ceja ante su alegría.
—Pasa, pasa. Preparé té para nosotras.
Se sentaron en el escritorio y Green tomó su taza de té, mirándola con sospecha.
—Bueno…
—Entonces, señorita Oak, ¿a qué debo este placer?
—Bueno, yo… necesito un trabajo.
—¡Oh! Ser la Campeona de Kanto es un trabajo muy buen pago.
Green suspiró al darse cuenta de por qué Lacy estaba actuando de manera tan diferente.
—Eso no es… No es eso por lo que vine aquí.
Lacy volvió a su habitual cara de enojo.
—¿Entonces qué quieres?
Green mostró su sonrisa más convincente.
—Me di cuenta de que el Gimnasio de Ciudad Verde está vacío... Es una pena, la gente de esa ciudad necesita un Líder de Gimnasio. ¿No te parece?
—¿Sí? —dijo Lacy confundida—. No me estás preguntando lo que creo que me estás preguntando, ¿verdad?
Green cruzó las manos sobre el escritorio.
—Quiero ser la líder del Gimnasio de Ciudad Verde.
Por unos instantes, el único sonido de la habitación fue el del reloj de la pared. Lacy miró a Green con incredulidad.
—¡¿Quieres ese trabajo?! Es literalmente el peor pago de todos... —dijo Lacy indignada, y luego—: O sea, no, es un trabajo perfectamente respetable que no debería subestimarse, y yo...
Green se rió entre dientes al ver que Lacy se arrepentía de sus palabras.
—Solo quería preguntarte por qué. Tienes la oportunidad de ser... la jefa ¿y eso es lo que eliges?
—Sabes perfectamente por qué. Un título que no me gané no vale nada. Prefiero ser Líder de Gimnasio, aunque pienses que ese trabajo es una mierda.
—¡Yo...! ¡No creo que ese trabajo sea una mierda! No me saques de contexto...
Lacy volvió a mirar a Green con enojo, quien seguía sonriendo. Lacy suspiró y se cruzó de brazos.
—Bien. Supongo que no puedo hacer nada para que cambies de opinión... en este momento. Puedes ser líder de gimnasio o lo que sea.
Lacy hizo que Green firmara un contrato para hacerlo oficial.
—Gracias —dijo Green y extendió triunfalmente su mano para que Lacy la estrechara.
Lacy la rechazó como si fuera carbón en llamas.
—Te hice este favor, pero la batalla no ha terminado. No creas que me llevo bien contigo. Hasta que no ocupes tu puesto, no te estrecharé la mano.
Green puso los ojos en blanco.
—Sí, da igual. Ah... y hay algo que me pregunto.
—¿Qué?
—¿Por qué insistes en que el título me pertenece? Perdí contra Red, igual que tú.
—Creo que eres la menos… perdedora entre las dos. Tus talentos no deberían desperdiciarse por tu orgullo.
—Talentos, ¿eh? —murmuró Green—. ¿Qué piensas hacer si no trabajas aquí?
La expresión de Lacy cambió. Parecía… triste al pensarlo.
—Eso no importa. Debemos prepararnos para anunciar tu nuevo cargo de inmediato.