ID de la obra: 611

Conocer la verdad y el amor

Slash
PG-13
Finalizada
0
Fandom:
Tamaño:
57 páginas, 18.025 palabras, 10 capítulos
Descripción:
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Capítulo 3

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—Trunks POV— Tras unos momentos, dejamos de abrazarnos. No podía evitar que una sonrisa siguiera en mis labios al pensar en que, al día siguiente, veríamos una película. Gohan parecía también estar pensando en eso, ya que miraba hacia un lugar de la mesa mientras jugaba con un mechón de pelo en su frente, sin mediar palabra. Era tonto, pero yo estaba realmente aliviado de que pueda hacer eso otra vez. —Ya se me ocurrió una película que podríamos ver —dijo, mirándome—. ¿Recuerdas la del chico que viaja en el tiempo y…? —…¿En serio? —Ah… ¿Es muy pronto? —Rió—. Se me ocurre otra, pero no sé si te gustan las románticas. A ver, a ver… —Mm. Podríamos ver Titanic. Siempre quise saber por qué a todos les gusta tanto. —Es cierto. Aunque a decir verdad no sé cómo haremos para que funcione el cine. —Debemos preguntarle a Bulma cómo debemos proyectar la película. —…Pero primero debemos decidir qué película veremos. Tras unos minutos de planear lo de mañana, Gohan cambió de tema. —Por cierto, Trunks… es hora de que conozcas a mi maestro, ¿no crees? —¿Te refieres a Piccoro, verdad? —Mm-hmm. Estoy seguro de que estará orgulloso. Yo te enseñé a pelear basándome en lo que me enseñó él, después de todo —Gohan dijo con una sonrisa algo presumida que no era muy común en él. Buscamos a Piccoro en la fiesta, sin embargo, no se encontraba por ninguna parte. Eso no nos sorprendió demasiado, ya que Piccoro no parecía el tipo de persona que disfrutaría de una fiesta. Al buscar su ki, casi imperceptible al estar en paz, me di cuenta de que él estaba, probablemente, en alguna parte del patio. —Hm, parece que está afuera —le dije a Gohan—, vamos. Efectivamente, cuando salimos, Piccoro estaba meditando en el aire, observando las luces de la fiesta desde arriba. Gohan levantó la mano. —¡Señor Piccoro! Piccoro abrió los ojos al oír la voz de Gohan y bajó la mirada. Pronto, descendió al suelo, con los brazos cruzados. Luego, sonrió, mostrando sus colmillos, aunque de una forma tan feliz que estos no daban miedo en lo absoluto. —Hola, Gohan. Y hola a ti, que debes ser… —Me miró por un momento—. El hijo de Vegeta, ¿verdad? Asentí e hice una reverencia, con mi cabello cayendo. —Así es, señor, es un gusto conocerlo. Piccoro se rió en voz baja. —Ah, pero qué educado que eres… Nada que ver a tu padre. Sonreí nerviosamente mientras me enderezaba. —Gracias… Era cierto que mi padre tenía un mal carácter, pero tras haberlo conocido en el pasado, tenía la esperanza de poder llevarme bien con él. —Oye, es cierto —dijo Gohan—. Ah, ¿Y no tiene otra cosa para decir, señor Piccoro? —Así es… Escuché que salvaste nuestro mundo, niño. Viajaste al pasado para volverte más fuerte y derrotar a los androides de aquí, y tú y tu madre incluso encontraron el nuevo planeta Namek. ¿Cómo está todo ahí, por cierto? —Se podría decir eso, me alegra mucho que todos ustedes estén aquí de vuelta, señor. Y en Namek todo está bien, pudieron reconstruir su sociedad rápidamente. —Eso es bueno. ¿Y en el pasado? ¿Cómo… está Goku? —al decir eso último, su voz se suavizó un poco, y por un instante, me reconocí a mi mismo en su expresión. Piccoro, seguramente, extrañaba a su viejo amigo. El otro Gohan, el más joven, sabía lo que le había pasado. El Goku de la otra realidad había muerto también, para terminar con Cell. No quería mentirles, pero, ¿no les lastimaría más saber la verdad? Piccoro entrecerró los ojos al verme dudar por unos segundos, así que respondí lo primero que se me ocurrió. —Él está bien, señor. Le di la medicina a tiempo, por lo que no morirá —dije. La garganta me dolía al recordar haber visto el sacrificio de Goku, pero las palabras salieron de todos modos. Los ojos de Gohan y los de Piccoro se iluminaron. —¡Eso es genial! —dijo Gohan con una sonrisa triunfante. Rápidamente, se me tiró encima en un abrazo, mientras Piccoro observaba, sonriendo. —¡Muchas gracias, Trunks! ¡Lo has salvado! Mi papá… al menos, hay un mundo en el que él puede seguir viviendo de ese modo loco suyo, y cuidarme a mí y a mí mamá… Puse mis brazos alrededor de Gohan, frunciendo el ceño. Me dolía en el alma saber que nada de eso ocurriría… pero si Gohan estaba feliz, yo llevaría el peso de la verdad con gusto. Entonces, Gohan me soltó, sus ojos brillaban. ¿Había llorado? Nunca lo había visto así. Al ver mi expresión, él también pareció sorprendido. —Buen trabajo —dijo Piccoro—. ¿Piensas seguir entrenando, verdad? Y tú también, Gohan. No debemos bajar la guardia nunca más. Asentí sin dudarlo. —Claro que sí. Debemos proteger a este mundo, ahora que por fin puede haber felicidad —dije con determinación, y miré a Gohan, esperando que él esté de acuerdo. Gohan se quedó en silencio, con una expresión seria. —Eh… Entonces, antes de que Gohan pueda terminar de hablar, apareció mi madre. —¿Qué hacen aquí afuera, chicos? —nos dijo desde la puerta, y luego, hizo una seña para que entremos—. Los estaba buscando. Nos vamos a sacar una foto grupal, ¡entren! Rápidamente volvimos a entrar a Corporación Cápsula. Los Guerreros Z estaban reunidos bajo el cartel de antes para sacarse la foto. —Trunks, es un gusto conocerte —me dijo Krillin alegremente mientras me acercaba para posar con ellos. —Sí, no sabes cuán agradecidos estamos —agregó Yamcha. Tras él, Ten Shin Han me agradeció también, al igual que Chaoz, que flotaba alrededor de mí para verme mejor. Yo me puse rojo de la vergüenza, no estaba acostumbrado a tanta atención… —Ya déjenlo en paz, insectos. Levanté la mirada, desconcertado. Mi padre había dicho eso mientras entraba por la puerta, cruzando los brazos. Al igual que Gohan, Vegeta se puso a mi lado para la foto. Miré a Vegeta por unos momentos, lo que le molestó. —Trunks, ya deja de mirarme así. ¿Qué, tengo tres cabezas? ¡Posa para la foto! Gohan, que estaba parado entre nosotros, nos miró, rascándose la barbilla con un dedo y riendo. —S-sí, papá. Yamcha estaba junto a Ten Shin Han, con su brazo alrededor de su hombro, mientras que Chaoz estaba apoyado en el hombro de Ten Shin Han, haciendo un símbolo de paz con la mano. Krillin estaba junto a Gohan, y Gohan, junto a mí, también con su brazo en mi hombro. Yo le sonreí estúpidamente a la cámara, sin saber realmente cómo posar. Mi madre puso el temporizador de la cámara, y rápidamente se puso junto a mi padre, poniendo su brazo alrededor del suyo. —¡Digan “queso”! —exclamó mi madre. —¡Queso! Clic. Horas después, la fiesta terminó. Mientras los invitados se iban, arrastrando los pies sobre el confeti en el piso, yo limpiaba la sala con la escoba. Mi madre estaba agotada, como aplastada en el sillón, como si hubiera pasado mil años sin dormir. Considerando todo lo que habíamos pasado, no era muy distinto a la realidad. Estaba concentrado intentando meter unos molestos restos de comida en la pala, y entonces, sentí los ojos de alguien sobre mí. Levanté la mirada. Otra vez, se trataba de mi padre. Me estaba mirando fijamente, con tanta seriedad que se me heló la sangre. —Trunks —empezó a decir—, eres mi hijo, y la primera vez que puedo verte con tranquilidad es cuando ya eres un adulto. No solo eres eso, sino también un súper saiyajin que derrotó a los androides que me asesinaron y a todos los demás. —Sí… Es bueno por fin poder conocerte, padre. Sin esfuerzo, mi padre ignoró esa respuesta de mi parte, y vino hacia mí como una bala con la intención de golpearme en la cara. Como en cámara lenta, vi a su puño enguantado frente a mí y me moví hacia un lado para esquivar el golpe, asegurándome de no tirar las cosas con las que estaba limpiando. Viendo que pude esquivar su ataque con facilidad, él volvió a su posición normal. —Es obvio que, como el hijo del príncipe de los saiyajin, tú ibas a ser el único guerrero lo suficientemente fuerte como para derrotar a esos pedazos de chatarra. Pero no te confíes, ¡porque pronto te superaré! —continuó, y sin más, se dio la vuelta para irse. Yo lo miré, anonadado, ¿Acaso esa era su forma extraña de decir que… estaba orgulloso de mi fuerza? —Ya veremos, yo seguiré entrenando… padre. Y pronto, podremos tener un duelo —le respondí con una sonrisa. Mi padre me sonrió también, y salió por la puerta. Por la ventana, pude ver cómo se fue volando, probablemente para empezar a entrenar. Suspiré. Realmente no iba a tomarse ni un solo día libre… Escuché pasos. Se trataba de los guerreros Z, que ya borrachos, ya iban a irse de Corporación Cápsula. —Nos vemos, chico —dijo Krillin, arrastrando las palabras. Yamcha lo estaba llevando para que no se caiga, y al oírlo hablar, arrugó la nariz. —Ay, hueles horrible, amigo —le dijo—. Gracias por la fiesta, Trunks. Y por todo. —Es un gusto. Ten Shin Han y Chaoz estaban tras ellos. —Algún día debemos pelear, quisiera saber que tan fuerte eres —me dijo Ten Shin Han, y se llevó dos dedos a la frente—. Adiós. Los saludé con la mano felizmente, y cuando se fueron por la puerta, me di cuenta de que Gohan no se había ido aún. ¿En dónde estaba? Busqué su ki. Al igual que Piccoro anteriormente (quién se había ido de la fiesta antes que los demás al haberse aburrido), estaba afuera en alguna parte. Fui con él al balcón, y lo encontré sentado en una mesa con un vaso de agua en la mano, mirando el cielo. Probablemente seguía pensando en su padre. La culpa me impactó, pero, en serio, no debía decirle más de la situación de Goku. —Gohan. Gohan bajó la mirada, encogiéndose un poco por la sorpresa. —Ah, Trunks. Disculpa, ya es tarde como para que siga aquí, ¿verdad? —Sí… pero no te preocupes, muchas veces te has quedado aquí antes, así que no es molestia. Me acerqué y me senté junto a él. —¿En qué piensas? —Ah… pues… —Hizo una pausa—. Es extraño pensar que ya no tenemos que pelear todo el tiempo, ¿no? Digo, claro, debemos seguir entrenando, pero… ya sabes. Ya no con tanta presión. —Sí… es exactamente por lo que luchamos tú y yo. Gohan me sonrió, y se rascó la nuca con nerviosismo. —¿Y qué vas a hacer ahora, Trunks? Por mi parte… Yo pienso retomar mis estudios. Me crucé de brazos, realmente no me había detenido a pensar en eso. —Eh… yo quiero seguir entrenando. La sonrisa de Gohan cambió a una más burlona. —Está bien, pero deberías evitar ser un vividor como tu padre. Me encogí de hombros, sintiendo como mi cara se calentaba de vergüenza otra vez. —¡Oye! Me parece que por ahora ya hice suficiente —me quejé. Gohan rió. Dijo eso absolutamente a propósito. —Por cierto, ¿Cómo estuvo Namek? ¿Trajiste algún souvenir o algo? —De hecho… sí, traje una flor muy bonita, pero creo que la dejé en la nave. Luego te la mostraré. —Genial. Oye… —¿Sí? Gohan desvió la mirada de mí, y en su lugar, se quedó viendo su vaso. —Lo estuve pensando, y… Mi padre… no está vivo en la realidad a la que fuiste, ¿verdad? —¿Qué? —titubeé—. Eh… no, no está vivo. Lo siento. Pensé que sería mejor que no supieras la verdad… ¿Cómo te diste cuenta de que mentía? —Trunks, nos conocemos de toda la vida. Sé cuándo algo te afecta, sé cuándo estás feliz, y sé cuándo mientes. —…Lo siento. —No, lo aprecio mucho. Aprecias mucho la honradez y la honestidad, ¿verdad? Pero elegiste mentir porque me haría feliz… Algo que no harías en ninguna otra situación. Y ya debería irme. La pasé muy bien hoy. —Se levantó de la silla—. ¡Nos vemos mañana por la noche! —¡Nos vemos! Lo vi irse, y entonces, esa molesta tos volvió. Esta vez fue más dolorosa, y sentí que me ahogaba, así que tomé del vaso de agua que tenía Gohan. Al tomar toda el agua que tenía, puse el vaso sobre la mesa y… de algún modo, había pétalos transparentes en el fondo. Definitivamente había algo extraño en la flor Raunuka. Y definitivamente había algo extraño en cómo Gohan me hacía sentir esos últimos días.
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