Capítulo 4
18 de agosto de 2025, 8:59
—Trunks POV—
Me acerqué al vaso y examiné aquellos pétalos. Esta vez, en definitiva, ¡habían salido de mi boca! ¿Pero cómo?… Me decidí a volver inmediatamente a la nave para examinar la flor que había dejado allí.
En la nave, la flor Raunuka estaba exactamente en el mismo lugar en el que la había dejado. Tomé la maceta y bajé de la nave, para luego ponerla de vuelta en la cápsula.
Esta cosa tan extraña, pensé, es hermosa, pero no sé si debería haberla traído conmigo.
Mi madre ya había estado en Namek, más bien, en el Namek original. Decidí que ella era la persona a la que debería contarle este incomprensible acontecimiento, ya que era probable que ella hubiera tomado nota de cualquier cosa notable de Namek como su flora cuando visitó el planeta.
Mi madre se encontraba viendo la televisión en la sala.
—Oye mamá, ¿Te puedo preguntar algo?
—Sí, ¿Qué pas…? —Mi madre me miró, y cuando sus ojos llegaron a la maceta alien que estaba sosteniendo, soltó un grito. —¡Trunks! ¿Qué llevas ahí? ¿Es una flor de Namek? —exclamó mientras se levantaba del sillón de un salto.
—S-sí… ¿Hay algún problema?
—¡Dámela! ¡Y tápate la nariz y la boca! —me dijo mientras tomaba la maceta, haciendo eso mismo con la otra mano.
Hice lo que me dijo mientras, con confusión, veía como ella cubría la flor con el bol en el que tenía pochoclo para acompañar la película que estaba viendo, tirándolo a su preciada alfombra.
—Vamos al laboratorio.
Y allí fuimos. Yo me quedé parado cerca de la puerta y observé a mi mamá poner la maceta en una plataforma plana, blanca y lisa para analizarla. Reconocí ese objeto como el escáner que ella solía usar para analizar la calidad de los materiales que encontrábamos para construir la máquina del tiempo, entre otras cosas. En una pantalla holográfica flotante, de color azul, tecleó algo que no alcancé a leer. Todas sus cosas de ciencia aún me mareaban, a pesar de haber crecido junto a ellas. La flor fue escaneada en todas partes bajo una luz verde y la expresión de mi madre cambió tres veces seguidas. Negativamente, por supuesto..
El escaneo tardó varios minutos así que saqué una silla del escritorio y me senté mientras observaba como la luz del escaner subia y bajaba… El ver a la flor Raunuka todavía me causaba ese efecto casi adormecedor, pero cuando el escaneo terminó, y la luz se tornó roja al comenzar ese proceso, ese efecto que tenía en mí lentamente se desvaneció y volvió toda mi ansiedad, como si se estuviese purgando lo que afectaba mis emociones.
—¿Le mostraste esta flor a alguien más? —me preguntó seriamente sin sacar los ojos de la pantalla. Yo negué con la cabeza y ella prosiguió—: Vamos a tener que hacerte un análisis de sangre. Espero que no le tengas tanto miedo a las agujas como Goku.
—Eh… considerando tu reacción al ver la flor, mamá, creo que una aguja es lo que menos miedo me da en este momento… —dije con el estómago revuelto.
Mi madre me miró con una sonrisa no de felicidad sino de simpatía. Ella obviamente era la persona que más que conocía en el mundo, sabía cual era mi mayor miedo en esta vida…
—No te preocupes tanto, hijo, las flores de Namek no transmiten enfermedades tan graves —me dijo con un tono apaciguador.
No obstante, el miedo se deslizó por mi columna como hielo licuandose de todos modos.
“Enfermedades”, dijo. “No tan graves”, dijo. ¿Eran acaso graves en alguna medida? ¿Qué naturaleza tenían? No, no… ¡todo menos una desgraciada, imparable enfermedad! Pero qué funesta existencia… Los pensamientos negativos aparecieron en mi mente uno tras otro. “¡Terminaré muriendo del mismo modo que el señor Goku! ¡Obviamente mi buena suerte no iba a durar tanto en esta vida llena de infortunios!...”
Mi mamá se dio cuenta de que prácticamente se me había salido el alma del cuerpo al escuchar esa palabra, y le dio la espalda completamente al escaner para verme a los ojos.
—Vas a estar bien. En en serio. Tu querida madre no te mentiría al respecto.
—¿Pe-pe-pe-pero qué clase de… enfermedad… podría tener por culpa de esa flor? —titubeé mientras cerraba las manos, con los dedos calientes por mi propio sudor.
Mi madre carraspeó y se cruzó de brazos, preparándose para dar una explicación.
—Las flores namekianas pueden transmitir una enfermedad llamada Hanahaki, la cual está ligada a tu energía emocional… Al igual que el ki, esa energía es algo que todos poseemos. Estas flores actúan como una especie de anestesia para la energía emocional descontrolada. Insensibilizan la ansiedad, el dolor… pero no resuelven los problemas, de hecho, traen más. Estas flores tienen unas esporas que se insertan en tus pulmones, y que se activan al entrar en contacto con un flujo emocional inestable. Aquellas esporas no son como las terrestres. Al ser namekianas, son capaces de alimentarse de la energía emocional en lugar de nutrientes físicos… Las esporas crecen dentro de los pulmones, como flores, y las flores crecerán más rápido a medida que tus sentimientos sin resolver se hagan más grandes… particularmente, sentimientos de amor no correspondido. Eventualmente, llegarán a obstruir tu respiración, lo que puede ser fatal si no enfrentas esos sentimientos o recibes tratamiento.
Miré a mi madre con los ojos abiertos de par en par, con la mandíbula colgando y mi cuerpo paralizado. Me quedé en silencio. Un sepulcral silencio, mientras mi corazón se detenía y mi pecho se enfriaba con terror… Y luego mi corazón empezó a latir otra vez, frenéticamente, uno, dos, tres, cuatro…
En ese instante, pude formular tan solo un pensamiento.
¿¡Por qué, por qué ese namekiano me dio esa maldita maceta?!
Mientras respiraba agitadamente, volvía a escuchar las palabras de mi madre resonando en mi mente.
“Las esporas crecen dentro de los pulmones, como flores, y las flores crecerán más rápido a medida que tus sentimientos sin resolver se hagan más grandes”… ¡Pero qué asquerosidad!
”…particularmente, sentimientos de amor no correspondido”…
Inhalé con fuerza al creer haber encontrado una contradicción.
—…¿Sentimientos de amor? Pero mamá… yo no estoy enamorado de nadie. Entonces no deben estar creciendo las flores… espero. —Antes de que pueda terminar de pronunciar la última palabra, tosí fuertemente, y mi madre me miró con una ceja levantada, cuestionandome silenciosamente.
—Pues ya veremos cómo es la situación cuando te hagamos el test de sangre. —Empezó a buscar las cosas necesarias para el procedimiento en el armario—. ¿Veo que estuviste con tos?
Tragué saliva. No, ya no podía negar lo obvio, sin importar cuánto quisiera que este desastre no estuviese pasando.
—Sí… de hecho, quería mostrarte la flor porque me parecía extraño haber tosido un pétalo.
Mí madre suspiró.
—Ay, no, Trunks… No puede ser… —dijo mientras seguía buscando las cosas—. Dime, ¿Quién te está haciendo sentir así?
Me quedé en silencio.
Gohan.
—Eh… bueno…
Gohan.
—Nadie.
Mí madre suspiró, más fuerte. Estuve a punto de decirle con mucha vergüenza lo que me había estado pasando… hasta que me di cuenta de algo.
—Espera… ¿Cómo sabes tanto de una enfermedad alienígena como esta?
Mí madre sacó unos guantes desechables, gasa, alcohol y una aguja del armario.
—Yo también contraje Hanahaki cuando fui a Namek… —Empezó a explicar mientras ponía las cosas en la mesa, y luego se sentó al lado mío en el escritorio—. Pero pasó un tiempo antes de que la enfermedad se activase para mí. Primero fue asintomático, porque no sentía amor no correspondido por nadie. —Se lavó las manos en el lavabo cerca del escáner y se puso los guantes, yo me levanté la manga—. Y entonces… conocí a tu padre.
—Ah… —dije apretando los dientes con incomodidad.
Mí madre colocó un torniquete en la parte de arriba de mí brazo y limpió la zona en la que iba a pinchar con alcohol.
—Vegeta se mudó conmigo, naciste, todo eso. Pero él siempre fue muy cerrado, no solía demostrarme su amor… nunca. Y eso dolió demasiado… y desató la enfermedad.
Finalmente, ella insertó la aguja en la vena por unos momentos, y luego la sacó. Aplicó la gasa sobre la punción y colocó un pequeño vendaje.
—Y… ¿Qué hiciste para curarte?
—Tu padre tuvo que corresponder mí amor, y entonces, las flores desaparecieron. Poco después… —Su mirada se tornó triste— Tu padre murió.
Fruncí el ceño mientras miraba mi brazo pensativamente, no sabía esta parte de la historia de mí familia.
—Pero debes comprender, Trunks —Puso la muestra en un tubo de ensayo—, que yo casi pierdo la vida por el Hanahaki. Y no permitiré que tu pases por lo mismo.
—Entiendo. Yo… yo voy a estar bien —dije con seriedad.
Mí madre me sonrió, y sostuvo mí cara con sus manos, luego me dio un beso en la frente.
—Sé que sí. No seas tonto y confiesale tu amor a Gohan.
Mí rostro se enrojeció.
—¡Mamá! —exclamé con vergüenza—. ¿Cómo… cómo lo supiste?
Ella me guiñó el ojo.
—Es bastante obvio. Ahora, debo analizar esta muestra. Dependiendo de qué tan avanzado esté el Hanahaki, tendremos que tomar vías distintas para solucionarlo. —Antes de que el pánico termine de llegar a mí corazón al escucharla decir que mis sentimientos son obvios, agregó—: Por cierto, ya puedes llevarte la flor ya que ya le quité cualquier peligro.
Me rasqué la nuca.
—Gracias… aunque ahora me aterra bastante…