Capítulo 6
18 de agosto de 2025, 8:59
Al día siguiente, me duché, desayuné y entrené, todo con sueño pero también con una anticipación por el plan por la tarde que no pude dormir ni una siesta. Una pastilla anti Hanahaki menos, un día más cerca a mi salvación o perdición.
Mi madre se tomó el tiempo para explicarme cómo funcionaba la sala de cine de la corporación. Entendí los primeros pasos, pero el resto no me entró en la cabeza. La sala tenía una tecnología nueva y tenía distintos modos, modo cine, modo reunión y… uno que ni siquiera recordaba. No ayudaba que yo era terrible con la tecnología y solo había dormido unas tres horas.
Al menos, cuando fui a la sala de control, no tuve problemas para instalar la película que veríamos… Titanic. Pero ese era tan solo el primer paso, debía proyectar la película en la pantalla grande, ajustar el volumen…
Frente a mí, había una infinidad de botones, sin ningún símbolo ni nada que apunte a su uso, solo colores. Miré la hora en mi reloj. Gohan estaba a punto de llegar, y todavía no había empezado la película.
Maldije entre dientes, intentando recordar las instrucciones restantes. Un bostezo empujó mi mandíbula hacia abajo mientras… empecé a apretar botones al azar. Empecé por los azules, era un color bonito. Una tontería, ¿pero qué más podría hacer?
Desde la ventana de la sala de control, a través de la que podía ver la sala de cine, vi que la pantalla se quedó en blanco. Era… un avance. La miré fijamente, apretando los labios.
Entonces, apareció una imagen de una ciudad desde un plano aéreo. La cámara voló hasta llegar a… ¿El edificio de Corporación Cápsula? Una voz de una locutora dijo: “¡Mira hacia el futuro! ¡Compra una Cápsula Hogar!”
…Era una publicidad. Maldita sea.
En ese momento, escuché como la puerta doble se abrió. Gohan había llegado, traía dos potes de pochoclo y dos bebidas altas en una bandeja de plástico con el logo de la empresa. Vestía una remera blanca y unos pantalones azules.
—¡Hola! ¿Trunks?
Salí de la sala de control, el anuncio seguía reproduciéndose.
—¡Ey, Gohan! —saludé con una sonrisa nerviosa.
—¿Así que nosotros también debemos ver anuncios antes de que empiece la película? —preguntó Gohan. Se sentó en la tercera fila de asientos, en el tercer escalón, y yo lo seguí para continuar la conversación pero sin sentarme—. ¿En tu propia casa? Wow.
Me llevé la mano al cuello.
—Eh… no… de hecho, no. Es que hubo algunos… problemas técnicos.
—Eso tiene más sentido.
—¿Podrías esperarme un momento, por favor?
Gohan asintió, y rápidamente bajé los escalones para volver a la sala de control detrás de la pantalla. Al darme la vuelta para abrir la puerta y entrar, Gohan me miraba entrecerrando los ojos.
Una vez dentro, me quedé mirando los botones y mis manos pasaron por sobre ellos, sin tocarlos. Realmente debí haber anotado lo que explicó mi madre…
—Oye, ¿quieres que te ayude? —preguntó Gohan desde su asiento.
—No, está bien… eh…
El anuncio terminó por sí solo, y mi madre apareció en la pantalla.
—Si estás viendo esto, es porque no entendiste cómo funciona la sala. Si no quieres que se empiecen a reproducir videos familiares vergonzosos, haz esto…
Por cada palabra que salía de los éstereos era más enterrado en la vergüenza. Para colmo, ese vídeo parecía estar roto, porque simplemente apareció una pantalla de error celeste.
Maldita sea.
Esta vez iba a apretar los botones rojos.
Al hacer eso, se apagaron todas las luces por unos segundos… y luego se encendieron unas rojas. Fantástico.
Salí de la sala de control para ver qué estaba pasando. Unas alarmas me perforaron los oídos inmediatamente y las puertas se bloquearon en forma de x.
Gohan y yo nos miramos, con los ojos como los de gatos asustados, y la voz de locutora volvió a resonar.
—Modo de entrenamiento activado. Nivel: Supervivencia.
—¿Qué? —exclamó Gohan y cayó al piso. Los asientos se hundieron al mismo tiempo, dejando la sala vacía.
Gohan se levantó y vino hacia mí rápidamente.
—¿Qué pasa?
—No lo sé…
—¿Estamos encerrados?
Suspiré. —Eso parece.
—¿Y qué es eso del modo de…?
Las paredes se abrieron con pequeñas puertas que estaban camufladas. De ellas, salieron unos… robots con una mano normal y otra en forma de daga, y ojos celestes y en forma de triángulos acostados.
Así que este era el modo que olvidé…
Con su otra mano mecánica, los robots empezaron a disparar ráfagas de ki. Una se dirigió hacia Gohan y él se agachó para esquivarla, haciendo que la rafaga llegue hacia mí, pero la desvíe con un golpe de mí palma. Estábamos luchando contra máquinas una vez más.
Me di la vuelta para volver a la sala de control para resolver el problema de raíz.
—¡Rápido, entremos! —le dije a Gohan.
Pero Gohan seguía agachado en el medio de la sala, en medio del fuego de los robots. Ellos le dispararon una ráfaga tras otra, pero él no se movía.
—¿Gohan? ¿Qué haces? Ven aquí.
Lentamente, Gohan se llevó las manos a la cabeza. Miraba hacia el piso, con los ojos abiertos, el ceño fruncido y los dientes apretados.
Estaba aterrado.
Con preocupación, corrí hacia él y básicamente lo arrastré conmigo a la sala de control, donde estaría a salvo.
***
Se escuchaban los disparos afuera y Gohan seguía con la mirada perdida. Nunca lo había visto así… Estúpidamente, yo siempre creí que él no le temía a nada.
Sin alejarme mucho de él, noté una palanca negra arriba de los botones. Decía: apagar. La bajé y todo volvió a su lugar. Los robots retrocedieron y las puertas de las que habían salido se cerraron, sin embargo, las marcas de los impactos seguían en las paredes y en el techo. Los asientos volvieron a salir, las luces eran blancas.
Gohan estaba temblando y aferrándose a mi brazo, enredando el suyo con el mío, como si fuera la última cosa flotante en un mar helado, respirando pesadamente. Su ropa estaba algo dañada, con marcas de quemaduras y uno que otro hilo salido. Miró por la ventana y vio que todo había vuelto a la normalidad.
Luego, volvió a mirarme, con los ojos brillosos. Me soltó y se pasó la mano por la cara.
—¿Estás… bien?
—Sí, si. Perdón. Es que… me… me trajo recuerdos. —Rió dolorosamente—. Es que, en una ráfaga de ki de unas máquinas, fue exactamente como yo… ya sabes.
No terminó la frase, pero sabía a qué se refería. Así había muerto, recordaba haberlo encontrado en un charco… Un recuerdo horrible que había resurgido por mi culpa. Así que por eso se quedó paralizado.
—Perdón… No sé qué estaba pensando… Bueno, sí, pensé que podría hacerlo funcionar.
El proyector… mi plan vacío… todo. Había arruinado todo en un día porque Gohan estaba al borde de las lágrimas y me destrozaba…
—Lo arruiné… ¿Quieres irte a casa? Entiendo si tú…
—¡No! —dijo más alto de lo normal—. No —repitió más bajo—. Dijiste que pasaremos este día juntos y eso haremos. No necesitamos ver una película.
—¿En serio? ¿Aún quieres?
—Claro. Después de ese momento malo, me debes uno bueno, ¿no crees? Vamos.
Le sonreí, sorprendido pero feliz. Mientras salíamos, Gohan enredó su brazo alrededor del mío como antes. Me miró como pidiendo permiso, y le sonreí con los ojos, lo que lo dejó tranquilo.
***
Nos sentamos en el mismo lugar, en dónde Gohan había dejado la comida. Tomé mí Pepsi pero el hielo ya se había derretido. Arrugé la nariz.
—Eww, está caliente.
Gohan se rió.
Pasaron unos segundos de silencio, en los que Gohan escondió su cara en su bebida, y luego volvió a mirarme con los ojos entrecerrados.
—¿No dormiste? Se te cierran los ojos.
—Ah… sí, es que… me pasé entrenando…
—Hm —respondió, y procedió a devorar sus pochoclos hasta dejar el pote vacío, todo de una sola vez.
En mí silencio, recordé algo. Algo que tenía en el bolsillo.
—Gohan, casi me olvido de decirte. Cuando viajé al pasado, eh… —Saqué una foto del bolsillo de mi chaqueta—. Me saqué una foto… con tu padre.
Gohan tomó la foto y sus ojos se iluminaron. Su boca se abrió levemente por la sorpresa y luego se curvó con una gran sonrisa.
—Mi papá… Wow, gracias por mostrarme. Se le ve bien. —Inclinó la cabeza—. ¿Tienen puestas armaduras como las del señor Vegeta?
—Sí, estábamos entrenando en lo de Kami y todos íbamos vestidos así.
Gohan asintió con entendimiento.
—A mí papá le queda rara —dijo entre risas—. A ti no te queda tan mal.
Miró la foto unos segundos más, con alegría.
—¿Me la puedo quedar? No tengo muchas fotos de mí papá… Ya están viejas.
—Claro, te la regalo.
—Gracias… eres de lo mejor.
—Ah, no… no es nada.
Gohan se guardó la foto y seguimos hablando un buen rato más. Pero al escucharlo, no era esa persona mítica que veía siempre. Sino el Gohan vulnerable, humano, que había visto esa tarde. Veía la verdad.