ID de la obra: 611

Conocer la verdad y el amor

Slash
PG-13
Finalizada
0
Fandom:
Tamaño:
57 páginas, 18.025 palabras, 10 capítulos
Descripción:
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Capítulo 7

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Gohan POV Trunks y yo pasamos el rato en la sala de cine, sin atrevernos a volver a intentar encender la pantalla. De todos modos, la película no era tan importante, sino pasar el día con mi amigo. Había pasado como una hora desde que los robots de entrenamiento nos habían atacado… pero aunque estábamos sentados tranquilamente ahora, yo todavía tenía los pelos de punta. En cualquier otra situación, me habría ido inmediatamente, a algún lugar seguro. Pero estar junto a Trunks, y verlo sonreír después de todo lo que pasamos… escuchar esa risa de chico rico que a pesar de todo sonaba igual que siempre… hacía que tuviera menos miedo. Me recordaba que no estaba en el pasado, en el peligro, en la soledad, la desesperación. Estaba con Trunks, y esta vez, nadie nos iba a separar. Cuando yo morí al no poder ganar mi última pelea, él podría haberse olvidado de mí por completo. Creció por sí solo, se volvió más fuerte de lo que yo podría volverme jamás. Derrotó a los androides, levantó un mundo muerto de las cenizas. Podría haberme dejado atrás, como una pequeña mancha en un doloroso pasado. Pero también me levantó a mí. Recordé todas las cosas bonitas que Trunks me había dicho y todo lo que había hecho por mí ese último tiempo. ‘Te extrañé cada día, Gohan.’ ‘El poder traer a todos de vuelta algún día… Y el poder volver a verte a ti algún día, fue lo que me sacó adelante.’ Yo le fallé al mundo al perder, también a Trunks. Y a pesar de todo… Él pensaba en mí. Él quería volver a verme. Viajó al pasado, se sacó esa foto con mi padre, y me la dió, me trajo un pedazo de algo precioso para mí. Se supone que yo debía proteger a Trunks del peligro, que yo debía salvar el mundo, pero él me protegió antes, y con todo lo que hizo, con todas esas pequeñas acciones y palabras, él me estaba salvando a mí. —…Y después uno de los namekianos vigilando la guardia del Gran Patriarca dijo algo como… no sé… —Se quedó en silencio mientras intentaba recordarlo, me estaba contando de su viaje a Nuevo Namek—. Dokunoshi kasa… Y creo que algo más. Algo como… Nazuni pponjuu. Y el otro le dijo, ah, creo que esto lo recuerdo mejor porque el otro se estaba riendo, y me pareció raro. Le dijo: Ura kaya seta, Ika jida budda oyi. Y se rió. Asentí, frunciendo el ceño. En mis años como guerrero, cuando el señor Piccoro fue asesinado, yo no sabía cómo no soltarlo ahora que no estaba, por así decirlo. Quería tener la tranquilidad de que aún estaba conectado a él a pesar de que había muerto, para no volverme loco por todo lo que había perdido. Así que… decidí aprender namekiano. Nunca tuve fluidez, obviamente, aprender un idioma en las condiciones en las que vivía era muy complicado, Y Bulma, que me ayudaba, también tenía un conocimiento limitado. Pero las frases que mencionaba Trunks eran medianamente comprensibles para mí. Y eran… un poco preocupantes. Dokunoshi kasa. Creo que quiso decir ‘Doku no shikaza’, que significaba: ‘es un terrícola.’ Hasta ahí, bien. Luego: Nazuni pponjuu. Significaba: ‘la flora le…’. Una frase incompleta. Por último, la frase más clara. Ura kaya seta, Ika jida budda oyi. Significaba: ‘eso parece. No vendrá venir lo que le espera’. —Ah… —murmuré—. Yo aprendí un poco de namekiano, ¿recuerdas? —¿En serio? Pues no, no lo recordaba… Chasqueé la lengua de broma. —¡Me pregunto qué recuerdas de mí! Bueno, en fin, el primer namekiano le dijo al otro que eras un terrícola, y que la flora te hacía algo. —Los ojos de Trunks se abrieron visiblemente cuando dije eso, por alguna razón—. El otro mostró estar de acuerdo con… el otro, y dijo que no vendrás venir lo que te espera. La boca de Trunks se abrió ligeramente con sorpresa, y al mismo tiempo, juntó las cejas, indignado. —Wow… ¿Cuándo diablos aprendiste todas esas palabras? ¿Qué? Qué inteligente. Me crucé de brazos. —¡Si cada vez que iba a tu casa a comer tenía el cuaderno de lecciones ese que me hizo tu madre! Trunks se rascó la mejilla. El pobre estaba tan avergonzado, era tiernísimo. —Pensé que era para tus estrategias de pelea o algo… Levanté una ceja. —Literalmente murmuraba las palabras en namekiano para aprenderlas… ¿Cómo no te diste cuenta? ¿Qué se robó tu atención tanto? —¿Qué qué se robó mi atención? Pues… eh… —Trunks se quedó en silencio. Tras unos momentos dejó de mirar su vaso vacío, y me miró a mí, yo me estaba mordiendo los labios para no reirme—. ¡Ay! ¿Solamente es porque te gusta cuando me tropiezo con mis palabras, verdad? Ni siquiera te importa… Mis dientes sosteniendo mi labio superior no pudieron evitar que se me saliera la risa. Trunks puso los ojos en blanco, sonriendo. —Sí, es cierto, perdón… Pero qué extraño es que esos namekianos hayan dicho eso, ¿no? ¿“No sabe lo que le espera”? ¿Y qué con la flora? Sospechoso —dije ligeramente mientras tomaba lo último que quedaba en mi vaso. Trunks jugó con sus dedos. —Sí… sospechoso. Pero, bueno, se ve que no pasó nada, así que… Había algo extraño. La forma en la que dijo eso hizo que suene como una mentira. Aunque no veía ningún motivo por el qué Trunks mentiría con algo tan trivial como una conversación que escuchó de unos desconocidos… —Mm-hmm, claro… —¿Por qué me miras así? Apreté los labios, y decidí que simplemente no era importante. —Nada, nada. Es que, hablando de Namek… ¿No me habías dicho que trajiste una flor? Trunks asintió. —Ah, sí, ¿quieres verla? —¡Claro! —Está en mi cuarto, voy a buscarla. —¿Voy contigo? —Eh, claro. De absolutamente ninguna manera iba a permitir que me dejen solo en ese cine del infierno. Además, me daba curiosidad ver el cuarto de Trunks. *** Salimos de la sala de cine y fuimos al cuarto de Trunks. Abrió la puerta; la maceta estaba al lado de su cama. Entró y se acercó a la mesita de luz para ir a buscarla, y yo me quedé en la entrada, mirando cada rincón. Estaba… un poco vacío, al menos a comparación del mío. Todo los objetos estaban a un lado del cuarto, y el otro, el que veía de frente desde la puerta, no tenía nada, solo el armario La ventana estaba cerca de su cama, y daba al patio en el que crecían flores. No tenía nada en las paredes, su escritorio estaba libre en la parte de arriba… Todo estaba increíblemente ordenado, como si Trunks nunca estuviera en su propia habitación. Mientras observaba, eventualmente mi mirada llegó a su cama. Trunks estaba al lado, distraído moviendo algo dentro del cajón de la mesita de luz, una pequeña caja blanca de algo, sin mostrarme la famosa flor aún. No sabía por qué, pero me dolió un poco mirarla, por alguna razón me hizo sentir una incomodidad en el estómago. Así que volví a mirar el escritorio, y… Espera. ¿Qué era eso envuelto en cuero que estaba debajo? Me parecía familiar… Una espada. Era… ¿Mi espada? Trunks pareció notar que estaba mirando todo en silencio y nerviosamente me miró, con la flor en las manos. —¿Qué pasa? ¿Eres el guardia de la entrada al castillo o qué? —¿“Castillo”? ¿Así que por eso tienes una espada ahí, caballero? Trunks puso los ojos en el mismo lugar que yo, y se llevó los hombros a las orejas. —Ah, sí, es… Sí, es lo que piensas, es la tuya. ¿Sabías que maté a Freezer con ella? —¡Eso es increíble! Pero… ¿Por qué la tienes? —Me la había regalado tu madre. —Antes de que pueda seguir hablándole de eso, agregó— ¿No querías ver la flor? —Cierto. Finalmente, entré a la habitación y fui con Trunks, él puso la maceta en mis manos. La famosa flor era muy bonita, transparente y brillante, como si estuviera hecha de cristal. Mis ojos se iluminaron. —¡Vaya! Es muy hermosa. Toqué uno de sus pétalos con el dedo y noté algo verde y brillante en la maceta. Una inscripción… en namekiano. Rápidamente la traduje, entrecerrando los ojos. ‘La verdadera fuerza yace en la verdad.’ Ladeé la cabeza, confundido, y di vuelta la maceta para mostrarle la inscripción a Trunks. —¿Viste lo que dice aquí? Trunks me miró con confusión. —¿Qué cosa? No dice nada. Solamente hay un patrón triangular. Pasó un segundo de silencio, solo interrumpido por la tos de Trunks. Había… algo extraño. Algo muy extraño. Tragué saliva. —Ah, claro, pensé… que eran palabras. Oye, ¿y esa tos? —Estoy un poco resfriado. —Hmm. No me gustaba esa frase. Cuando mi padre enfermó, también decíamos que estaba un poco resfriado al principio. Pero, por supuesto, solo estaba siendo paranoico. —Bueno, Trunks, creo que ya te invadí lo suficiente por hoy —dije con una sonrisa—. Ya debería irme, tú descansa, ¿sí? —Claro. ¿La pasaste bien? —¡Sí! Fue más divertido que solo ver una película… —¿Divertido? Yo te vi asustado antes. —Sí, pero… —hice una pausa. Pero estar más cerca de ti por un momento fue se sintió como un logro… —Pero se convertirá en una anécdota graciosa. Trunks me sonrió. Me esforcé para sonreírle también. Esto era raro. ¿Estaba actuando raro? Esperaba que Trunks no lo note. —Bueno, fue genial verte. Llámame cuando quieras, ¿sí? —¡Claro! Nos saludamos con la mano, y giré con mis tobillos para irme. Pasó un momento, y cerré los puños, me giré de nuevo. Trunks me miró con confusión por la vez número mil. Di dos pasos hacia él y le di un abrazo. Tenía mil cosas para decirle, pero podrían resumirse en dos. —Oye, gracias por todo. …te amo. Pero dejé esa última parte sin decir. Trunks puso sus manos en mis hombros. —Lo mismo digo. Pude escuchar su voz más cerca cuando dijo eso. Era bonito. Si, era bonito estar ahí con él. Pensé en lo fuerte que era Trunks y en la verdad, de lo que sea que estaba hablando ese pedazo de Namek. Luego pensé que estaba condenado a algo que nunca me había atrevido a sentir. Algo para lo que no estaba preparado.
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