ID de la obra: 611

Conocer la verdad y el amor

Slash
PG-13
Finalizada
0
Fandom:
Tamaño:
57 páginas, 18.025 palabras, 10 capítulos
Descripción:
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Capítulo 8

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Pasaron algunos días. Estar de vuelta en la Tierra era extraño, aunque también bonito. La ciudad reconstruida tenía lugares nuevos que no recordaba, pero lo mejor era ver los lugares que vagamente recordaba de mi infancia de vuelta. Mi madre me había mandado a comprar comida, así que me encontraba sobrevolando la zona con bolsas marrones en los brazos. Observaba la ciudad desde arriba, y entonces, noté un restaurante al que solía ir de niño con mi familia. Muchas veces, al ir allí con mis padres, nos gastábamos todo lo que ganaba mi padre en la granja y todas las riquezas de mi madre de una sola vez por la increíble cantidad de comida que mi padre y yo inhalábamos en segundos como Saiyajins… cuando mi padre todavía estaba en este mundo y mi madre aún sonreía. Al estar en el centro, fue uno de los primeros lugares en ser destruido por los androides. Recordaba tener doce años y estar en negación, querer festejar mi cumpleaños allí sin importar lo que estaba pasando, aunque mi madre no quería que salgamos de casa por el peligro. *** Estaba caminando por la calle, solo, con una torta en las manos, tuve que buscar los ingredientes por meses, pero por fin la tenía. El restaurante estaba hecho cenizas, escombros, pero no importaba, iba a cumplir doce años una sola vez e iba a festejar sin importar si eso significaba sentarme en los restos del lugar que me gustaba. Mi expresión fue seria al entrar, decidida, pero cuando me senté en una silla con las patas rotas y llena de polvo, algo se rompió en mí. Mi madre no quería que fuera a ese lugar solo, probablemente estaba buscándome en ese momento. Mi padre era solo un recuerdo que se alejaba cada vez más de mí. Mis lágrimas limpiaron mi rostro sucio mientras cortaba la torta en pequeñas porciones como me había enseñado ella. “Así es como se come en las fiestas”, me decía. Pensé en una vieja canción que se parecía a lo que me estaba pasando y pensé en cómo ya no se podía escuchar música tranquilamente y… Entonces, sentí un ki acercándose, y se me erizaron los pelos. Me levanté de un salto y me puse en posición de pelea. Pero rápidamente me percaté de que no era un ki con maldad… Era uno conocido. La puerta inclinada del restaurante se abrió de golpe y unos pasos rápidos se escucharon en las baldosas quebradas. Estaba corriendo hacia mí… Era ese chico, Trunks, con su cara juzgona. —¡Gohan! —exclamó al verme—. ¿Qué crees que haces? ¡Tu mamá me dijo que te escapaste de casa! ¿No ves que ella está preocupada por ti? Escondí mi cara con mi brazo, desviando la mirada. —Sí… sí, es verdad. Ahora regreso. —Bien… —Tras decir eso, buscó algo en los bolsillos de su buzo—. ¡Y feliz cumpleaños! Lo miré. —¿Hmm? Él encontró lo que buscaba, y dio unos pasos hacia mí con lo que parecía ser una carta hecha en casa. —¡Es para ti! Me sorbí los mocos y, sorprendido, la tomé. Era una hoja de papel doblada en dos, en la portada decía, con una letra desprolija intentando ser elegante: “Felis Cumple años”. Abrí la carta, y dentro, había un dibujo de Trunks y yo. “Seré fuerte como tú”. En la otra página, la última, Trunks me había dibujado con mi familia. Hace tanto no tenía una imagen en la que estuviéramos los tres… Miré a Trunks, él me observaba con esos ojos grandes suyos llenos de emoción, esperando mi devolución. —¿Así se ve Goku, verdad? No se si me salió bien su cabello, pero… —Gracias —dije, intentando que no se me quiebre la voz—. Te quedó igual. Trunks me sonrió más, mostrando los dientes. Yo le sonreí de vuelta y me levanté de la silla. —Vámonos ya. Salimos del restaurante, y nos preparamos para volar. Antes de hacerlo, Trunks giró la cabeza para ver lo que traía en las manos. —Cuando lleguemos, ¿me puedes dar un poco de eso? —preguntó avergonzado, apuntando a mi torta de cumpleaños. *** Recordaba haberle dicho que sí, y ambos fuimos a mi casa, mi madre me gritó y luego me abrazó, y después me cantaron el feliz cumpleaños y Trunks y yo nos comimos todo y empezamos a jugar a las peleas. Las cosas eran horribles en ese entonces, pero las cosas buenas eran más simples. Ahora que ese restaurante estaba reconstruido, quería ir allí con Trunks otra vez. Pero por alguna razón… dudé. ¿No estaba siendo muy pesado ya? Y Trunks probablemente ni siquiera recuerde por qué ese lugar es tan importante para mí. Debería dejarlo en paz y… Pero Trunks y yo siempre habíamos sido amigos, siempre pasábamos el tiempo juntos. ¿Por qué de repente pensaba que él podría rechazar pasar el rato conmigo, por qué esa posibilidad me aterraba? Eventualmente, aterricé en mi casa, y todavía pensaba en eso. *** Aterricé en el césped en la entrada de mi casa, y mientras caminaba por el camino de piedra hacia la entrada, me fijé si no se me había caído nada de las bolsas de compras. Efectivamente, todo estaba en su lugar. Abrí la puerta y entré. Como siempre… El silencio era devastador. —Ya volví, mamá —le dije. Ella estaba sentada en la mesa, mirando por la ventana con los párpados caídos. —Ah, hola. Deja eso en la mesada, ya cocinaré. —No te preocupes, lo haré yo. Pensé que ella protestaría, pero nuevamente se quedó en silencio, sin moverse. Mientras tanto, llené nuestra olla grande de metal con agua y la puse en la hornalla de la cocina. Me quedé parado esperando a que el agua se caliente, y cada tanto miraba a mi mamá. Parecía más una estatua que una persona. —¿Estás bien? —Sí. No parecía estarlo. Tampoco parecía que quisiera hablar de lo qué le pasaba. Empezó a salir vapor del agua burbujeante, así que metí las verduras en la olla. Revolví mientras pensaba en cómo romper el silencio. —Así que… ¿Escuché que le regalaste mi espada a Trunks? Mi madre levantó la mirada. —Sí. —Qué lindo. —Mi madre no respondió—. ¿Quieres hablarme de eso? Dejó caer su cabeza. —Fue después de tu muerte… en el funeral… Estaba destrozado, el pobre chico. Ella dejó de hablar, pero yo seguí mirándola, esperando a que termine de contar la historia. Mi madre suspiró. —Me juró que iba a destruir esas máquinas por ti… que pudo transformarse en un súper saiyajin y que pronto sería lo suficientemente fuerte. Le dije que necesitaba un arma. Así que se la di. Era mejor que verla juntar polvo por aquí —explicó, haciendo un gesto mostrando que se refería a la casa. En ese momento, estaba ordenada y limpia, ya que mi mamá y yo hicimos una limpieza después de que yo le insistí mucho. En mi primer día de vuelta, había visto que todo estaba sucio y abandonado, así que a eso se refería. Me dolía pensar en todo el dolor que había pasado mi madre al estar ahí sola por tantos años, indefensa, asustada… Pero ahora yo había vuelto, y las cosas mejorarían. Sin embargo, parecía que ella no estaba mejorando. Quería alivianar el ambiente, Así que dije: —¿Dijiste súper saiyajin? ¿Así que esa transformación ya no te parece un simple súper delincuente? —No te confundas… Sigo odiando que su pelo se vuelva rubio. Hace que parezca que son de una pandilla o algo así. —Hizo un sonido de ‘hmph’ mientras se cruzaba de brazos—. Pero lo quiera o no, eso es lo que nos salvó. Así que no puedo quejarme. —Oh, no, quéjate. Quiero que hables más. ¿Sabes que ya no estás sola, verdad? Mi madre sonrió levemente también. Eso era una victoria. —Sí… gracias, hijo. —Volvió a suspirar—. El mundo ya está vivo de nuevo, pero es como si yo no pudiera salir del pasado aún. No dejo de pensar en lo que le pasó a tu padre… Mis ojos se tornaron tristes. —Lo sé. Yo tampoco. Pero… él estaría feliz de que sobrevivimos. Así que… no sobrevivamos nada más. Vivamos otra vez, ahora que podemos. Mi madre sonrió, pero era una sonrisa forzada. Era como si ella quisiera decirme algo más, pero las palabras no le salían. Poco después, la sopa de verduras ya estaba lista. Serví la comida, y comimos en silencio. Mi madre seguía pensativa. —Gohan… Creo que jamás llegué a hablarte de lo que murió tu padre, ¿verdad? Negué con la cabeza. —No… pero Bulma y Trunks me dijeron que fue de una enfermedad al corazón. —Sí —murmuró—. Sí, eso es cierto. Pronto, mi madre terminó de comer, y yo me serví varios platos más. Después de esa comida, lavamos los platos juntos y mi madre se volvió a sentar en silencio. Me senté junto a ella, para no dejarla sola. Tenía la sensación de que todos se estaban guardando algo de mí últimamente. Trunks, Mi madre… No sabía si era paranoia o no. En ese momento, pensé en llamar a Trunks, quería saber si se sentía mejor, y si quería ir a ese restaurante conmigo. Desde mi asiento, miré el teléfono blanco de la pared, pero no me atreví a llamarlo. Entonces… el teléfono sonó. Al no tener opción, atendí la llamada. —¿Hola, casa Son? —¡Hola! —dijo Trunks. Parecía que le faltaba el aire. —¡Ah, Trunks! Justo estaba pensando en ti… —Hice una mueca, ¿era necesario decir eso?—. ¿Cómo estás? —Estoy bien… —seguía hablando como si estuviera apurado. —¿Y tu resfrío? Suenas raro. —Todavía estoy resfriado… —Se rió incómodamente—. Oye, ¿quieres hacer algo hoy? Levanté las cejas con sorpresa. ¡Estaba sobrepasando tanto invitarlo a alguna parte y él terminó invitándome primero! —¡Claro! Ya sé dónde podríamos ir, ¿tú tenías pensado algo? —Ah… no, dime tú. Le expliqué que había encontrado aquel restaurante que me gustaba, pero me salté todos los recuerdos que tenía ahí con él. No quería dar vergüenza ajena. Él me dijo que nos veríamos allí, así que me preparé para irme. Mi madre me miró con sospecha y curiosidad mientras me peinaba. —¿Tienes una cita? —preguntó con una pequeña sonrisa. Sentí un poco de calor en las mejillas. —No, no, solamente voy a verme con Trunks. Levantó una ceja. —¿Entonces por qué te preparas tanto…? Miré a mi mamá, y luego miré el desastre que había hecho en mi armario al buscar la ropa perfecta para ponerme. —No… no me estoy ‘preparando tanto’. Es normal, mamá. Así… así es ahora. —Claaro… Tomé toda la ropa que había tirado en el sofá y la metí de vuelta al armario en una bola que definitivamente se caería en mi cara cuando lo abriera de nuevo. Mi madre cerró los puños y apretó las cejas con indignación. —¡No lo dejes tan desordenado! Reí mientras me dirigía a la puerta, feliz de ver energía en mi madre otra vez. —¡No te preocupes! Lo ordenaré cuando vuelva, ¡adiós! Mi madre vio cómo me iba volando desde la puerta, moviendo los puños en el aire. Ah, como la quería. *** Trunks y yo nos encontramos frente al restaurante, y apenas lo vi, supe que algo andaba mal. Su ki se había debilitado y estaba pálido, su respiración era pesada y su cabello estaba algo despeinado. —Hola… —dijo. —Hola, ¿estás bien? —Sí, sí, como dije… solamente estoy algo resfriado —respondió, forzando una sonrisa. Odiaba esa frase. La odiaba. Trunks notó mi seriedad y agregó: —No te preocupes, en serio. Vamos, entremos. Intenté ignorar el miedo frío que crecía en mi pecho, pero seguía ahí mientras pasábamos por la puerta de madera del restaurante, que intencionalmente tenía una estética algo medieval. *** La comida llegó rápido, como siempre, pedimos un banquete completo para ambos, y mientras comíamos, brevemente Trunks pareció olvidar su malestar. Hablamos de trivialidades, las reconstrucciones, cómo íbamos en nuestro entrenamiento (ninguno de los dos estábamos entrenando lo suficiente), lo que yo pensaba estudiar cuando la universidad esté lista para abrir y lo gracioso que era ver a Bulma y Vegeta juntos una vez más. Por un momento, todo estuvo bien, y tuve la misma sensación que en mi cumpleaños de hace tanto tiempo, la alegría cuando perseguía a Trunks por toda la casa para ganar el juego, o cuando le mostré con orgullo la carta que me había regalado y mi madre la colgó en la heladera… Pero entonces… Trunks tosió. Una tos fea, de esas que solo con escucharla sabes cuánto duele. Se quedó sin aire, lo que hizo que tosiera aún más y se agarrara fuertemente de la mesa. De inmediato, dejé el vaso del que estaba tomando y puse mis manos sobre sus hombros, él estaba temblando de tanto toser, cerrando los ojos con fuerza. —¡Trunks! ¿Trunks, estás bien? Por un momento, pensé que quizás se había atragantado con la comida o algo, pero entonces sus párpados se humedecieron por cerrar los ojos con tanta fuerza y por el dolor, su cara se puso roja y… Una gota de sangre bajó por sus labios… En ese momento, todo se detuvo para mí. Trunks dejó de toser y respiró, se limpió la boca. —Ya estoy bien… ¿Gohan? —Estabas sangrando —dije en voz baja, serio. Trunks me miró en silencio por un momento, más preocupado por mí que por él. —Estoy bien. —No, no lo estás —Mi voz tembló por el nudo en mi garganta. Esto no estaba pasando de nuevo. ¿Iba a pasar de nuevo? No iba a dejar que pase de nuevo. Me levanté de la mesa con brusquedad. Las personas sentadas alrededor de nosotros nos miraron. —Yo pago, solo vámonos de aquí rápido, tenemos que llevarte con un doctor. —No… Gohan, siéntate, estoy bien… —¡No es cierto! —dije con más volumen del que quería—. No es cierto… ¡Estás pálido, respiras mal, te sale sangre de la boca! ¡Tenemos que resolver lo que te pasa antes de que…! Me interrumpí a mi mismo, e intenté respirar sin pánico, pero no lo logré. Trunks aún estaba sentado, jugando con sus manos, no sabía qué decirme. —¿Antes de qué? —De que mueras. Prefiero volver a morir yo antes de que te pase algo a ti. Trunks me miró con sorpresa. —Siéntate, y… y te explicaré. Eso hice. Estaba sudando, por los nervios y por la vergüenza. —Cuando fui a Nuevo Namek, pesqué una enfermedad de ahí. Pero mi madre me hizo un tratamiento cuya eficiencia ya fue probada, así que aunque me veo mal ahora, es seguro que estaré bien. No sé si recuerdas… que cuando fuimos a mi cuarto la semana pasada, estaba guardando una cosa en mi mesita de luz… Ah, tenía una especie de caja blanca en su cuarto… —¿Era medicina? —Ajá. —¿Y por qué no me dijiste antes? —No quería preocuparte… pero veo que me salió al revés. Lo siento. Suspiré, ahora más tranquilo. —Yo también lo siento… Quería que la pasemos bien hoy, pero te hice pasar un mal momento. Trunks me sonrió de lado. —Bueno, ahora estamos a mano. Yo, en la sala de cine, tú aquí… Me reí, rascándome el cuello. —Ay, es cierto. Se ve que todas nuestras citas son un desastre. Pasaron unos segundos, y luego me di cuenta de lo que dije. Citas. Trunks me miró. Yo lo miré a él. Ay no… Entonces… Trunks volvió a sonreír y tomó un sorbo de su agua. —Sí, pero después de ese momento malo, me debes uno bueno, ¿no? Sonreí, y me rasqué la cara para que no se note tanto lo rojo que estaba. Quizá mi madre tenía razón.
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