Debería significar algo
11 de septiembre de 2025, 13:11
El camino a casa de Jade parece eterno.Son calles nuevas, pero no se sienten desconocidas.Como si ya hubiera estado aquí.Como si aquí… debería estar.
“Recuerda llamarme por cualquier cosa, estaré en casa.”Mi mamá me sonríe con esa calidez plena que a veces olvido que existe.Y yo le devuelvo la sonrisa.Sin culpa. Sin miedo.Una sonrisa sincera.
“Gracias, mamá.”Esta vez, se lo agradezco de verdad.
La casa se ve un poco vieja, como sacada de una película italiana.Lo noto en la fachada: el color ocre gastado, el tipo de ventanas, la forma en que el tiempo ha dejado su marca, pero con cariño.Tiene un par de ventanas rectangulares al frente y una puerta que parece un poco más grande de lo normal.Enredaderas trepan por los muros, llegando hasta las ventanas del segundo piso.Parece viva. Cuidadosamente viva.
Me acerco a la puerta y toco tres veces.Un silencio breve.Y entonces, se abre.Y ahí está ella.Con la misma sonrisa de esta mañana, decorando su rostro como si nunca la hubiera abandonado.
“Leo.”
“Hola, Jade.”
Mis ojos se encuentran con los suyos.Sonrío.Ella me devuelve la sonrisa. Es un gesto pequeño, casi imperceptible, pero suficiente para que mi estómago dé un vuelco.
“Pasa” dice, haciéndose a un lado para dejarme entrar.
El interior de su casa es aún más hermoso.La sala está decorada con una atención meticulosa, como si cada objeto hubiera sido colocado allí con un propósito exacto.No hay caos, ni olvido, solo intención.
Jade camina hacia el sillón.En la mesa del centro ya hay varios colores esparcidos, ordenados por tonos como si fueran un degradado de calma.
“¿Traes el dibujo?” pregunta, levantando una ceja con una expresión que roza lo sarcástico, aunque sin dureza.
Saco la hoja un poco arrugada de mi bolsillo trasero.“Sí” respondo, con una risa casi inaudible.
Ella se ríe sin filtro. Sin tensión.Y decido ignorar cómo esa risa me hace olvidar lo preocupado que estaba por el simple hecho de estar aquí.En su casa. En su mundo.
Me invita a sentarme en el sillón.Elijo un lugar que deja una distancia prudente entre nosotros.No porque no quiera acercarme…Sino porque aún no sé cómo se siente hacerlo.
Coloco la hoja en la mesa Y ella la estudia, cómo si importara, cómo si fuera algo más que un dibujo.
"Creo que sé qué colores podemos usar" dice sin levantar la mirada del dibujo.Comienza a organizar cuidadosamente los tonos: azules, verdes y amarillos, colocándolos alrededor de la hoja como si ya supiera a dónde va cada uno.
"Son colores bonitos. Me gustan."Esta vez sí levanta la mirada y sonríe.
Ya perdí la cuenta de cuántas veces mi estómago ha dado un vuelco.Me siento con náuseas. No por ella. Por mí.
Soy yo quien rompe el contacto visual.Lanzo una tos claramente falsa y agarro uno de los colores al azar.Ni siquiera sé cuál es, solo necesito algo.Algo que me distraiga. Algo que no sean sus ojos, o cómo me hacen sentir.
Mientras intento concentrarme en el color entre mis dedos, noto que ella toma uno de los suyos y empieza a colorear la sombra que hice detrás de la figura.Colorea el contorno de la sombra con un azul oscuro que parece quedar a la perfección. No dice nada mientras lo hace. "Así se ve" dice después de unos segundos, sin apartar la mirada del papel. "Por si alguna vez te lo preguntaste."
Mi mano se congela a medio trazo, el color queda suspendido en el aire mientras una incomodidad silenciosa se instala en mi pecho, densa, difícil de ignorar. No me atrevo a mirarla, no porque esté enojado ni porque no supiera qué decir, sino porque ahora sé que lo sabe, que vio más allá del papel, que entendió lo que yo creí haber escondido entre líneas. Sabe que la vi, que vi eso que lleva detrás, esa sombra que parece seguirla incluso cuando sonríe.
Quiero decir algo, lo que sea, pero las palabras se atoran en mi garganta sin llegar a ordenarse. Me arde la cara. Siento el calor subirme por el cuello, y por un segundo pienso en pararme, en ir al baño, en desaparecer, en no tener que estar tan expuesto de repente. Nunca me ha gustado que alguien vea tanto, y ahora ella no solo ha visto, ha entendido. No estoy listo para eso. Tal vez nunca lo estaré. Aprieto con más fuerza el color entre los dedos, como si eso pudiera anclarme o disimular el temblor leve que ahora no puedo controlar.
Tratando de disimular el evidente miedo que corre por mi sistema nervioso, sigo coloreando. Cada trazo se ve un poco más torpe que el anterior, traicionado por el temblor que no logro controlar. Aun así, no me detengo. El silencio entre nosotros cambia de forma: ya no es incómodo, solo incierto, como si ambos estuviéramos esperando algo que aún no sabemos nombrar.
Los trazos en la figura principal se ven desordenados, llenos de emoción, pero eso de alguna manera, me calma. Me recuerdan que sentir no siempre significa perder el control.
Dejo que el silencio se asiente un poco más, esta vez no incómodo, sino casi necesario. Jade vuelve a concentrarse en los detalles de color como si supiera que el momento no necesita palabras.
Miro el reloj. No es tarde, pero mi cuerpo ya empieza a sentir el peso de estar en un lugar que no me pertenece del todo.
“Debería irme pronto” murmuro, sin levantar del todo la voz.
Ella asiente. No hay sorpresa en su expresión, ni molestia. Solo comprensión. Tal vez hasta alivio.
Me ayuda a guardar los colores. Los movimientos son suaves, medidos. Cuando todo vuelve a estar en orden, me acerco a la puerta. Ella se detiene a unos pasos detrás.
“Gracias… por invitarme” digo antes de pensarlo demasiado.
Ella asiente otra vez, y justo antes de que salga, su voz me alcanza en el umbral:
“Me gusta trabajar contigo, Leo.”
No respondo de inmediato. Solo la miro. Y por primera vez, sostengo su mirada un poco más de lo que creía posible.
En mi cuarto, el dibujo todavía está dentro de la mochila, doblado entre hojas viejas, pero siento que no podría olvidarlo aunque quisiera.
La habitación está en silencio. El tipo de silencio que no pesa, pero tampoco consuela.
Me recuesto en la cama sin encender la luz. En la oscuridad, repaso el momento en su casa: la mesa, los colores, su voz diciendo que así se ve su sombra.
Y aunque no estoy seguro de todo lo que sentí, sé que, por un momento, no tuve miedo de estar con alguien más.
Eso debería significar algo, ¿cierto?