Quiero entenderlo también
11 de septiembre de 2025, 13:11
La casa de Jade se encuentra en total silencio de no ser por una que otra risa y murmullos sin responder. “No te muevas” digo mientras rio.Ella contiene risa pero aun así noto la ligera curvatura de sus labios, y decido capturarla. Es pequeña casi imperceptible, un detalle que tal vez solo ella notaría, uno que me gustaría solo yo notar.
Hace dos semanas ella aceptó que le hiciera un retrato, nervios e incertidumbre me llenaron hasta el límite. Sentía que plasmar todo lo que ella es desde fuera sería un reto que no lograría, pero hoy, mientras veo sus ojos ligeramente iluminados por el sol de la mañana, dándole ese color a sus pecas en el que podría perderme por días, Sé que el verdadera reto es no perderme en cada detalle. El retrato aún se ve incompleto, no he dibujado los ojos ni la nariz pero el detalle en el que hoy me encuentro es en sus labios. En su figura tan particular de su labio superior el que parece tener un lunar casi imperceptible, es difícil dibujar un detalle así, pero sería un crimen no hacerlo, así que agarro el lápiz ligeramente y trato de imitar el lunar lo más allegado a la realidad que puedo.
“¿Puedo verlo?” pregunta desde la silla en la que está sentada.
Dudo por un momento. Que ella lo vea es exponerme a una crítica —sea buena o no—, pero no puedo evitar sentir la adrenalina de la posibilidad de saber lo que piensa.
“Sí… creo que sí”, respondo casi en un murmullo.
Se levanta con un pequeño salto de emoción y se coloca a mi lado. No tan cerca, pero tampoco lo suficientemente lejos como para no notar el perfume floral que llena mis pulmones. Es suave, no intrusivo. Llega como una manta ligera, como una mezcla de flores que solo podría encontrar en un campo lejano. Lejos de aquí. Lejos de esta ciudad.
Ella observa el dibujo con atención. Parece notar cada detalle, los recorre con los ojos como si pudiera adivinar el orden en que lo tracé.
“Aún no termino los ojos… ni la nariz. Pero creo que al menos ya tiene forma”, digo en un tono burlón.
“Creo que me gusta así… sin terminar. Le da un toque que creo solo yo puedo entender por ahora”, responde, volviéndose hacia mí con una sonrisa.
Miro el dibujo otra vez, buscando eso que ella dice ver. Pero no lo encuentro. Solo veo líneas desordenadas, los rasgos apenas sugeridos: los ojos y la nariz apenas esbozados, los labios ya detallados, el cabello cayendo como olas suaves en un mar tranquilo. Su cuello delgado, lleno de pecas, igual que justo debajo de los ojos y donde debería ir la nariz.
“Quiero entenderlo también.”La seguridad en mis palabras me asusta, así que trato de suavizarlo.“Si no es muy grosero de mi parte… quiero entender eso que dices.”Me rasco el cuello, nervioso.
“A veces un retrato incompleto dice más que uno completo. Nadie podrá adivinar lo que dijeron mis ojos en este momento. Solo yo sé lo que gritaban… y tú tienes los susurros que te llegaron de los ecos de mis gritos.”Lo dice mientras vuelve a sentarse en su silla.
Quiero responder, decir algo, lo que sea. Pero ninguna palabra logra formarse. Solo me quedo allí, sentado, como si fuera un bote a medio flote en un mar sin fin.
“¿Lo vas a terminar?” pregunta con el ceño fruncido.
Suspiro suavemente. Miro el dibujo, cada trazo, cada curva apenas esbozada.
“No.”Vuelvo a repasar con la vista esa pequeña curvatura en sus labios, sus pecas, las facciones sin terminar.“No lo voy a terminar.”
“¿Y entonces… qué le parece?”
Mi mirada está perdida en el piso.
Elías se ríe, como si el dibujo fuera el mejor chiste del mundo.
“Esto es increíble. Nunca había visto nada igual. Tan crudo, tan honesto.”
Sigue riéndose, pero no de burla. Hay algo auténtico en su reacción.
Debí poner cara de confusión, porque al verme, se detiene. Apoya una mano en mi hombro.
“En verdad hiciste un trabajo excelente, Leo.”
Me ofrece una sonrisa suave.
“Te irá muy bien.”La esencia de su mano en mi hombro deja un sentimiento difícil de explicar, así que, en lugar de intentar darle sentido, tomo el dibujo, le agradezco y camino de vuelta a mi asiento, donde Jade ya está sentada en el suyo.
“¿Qué te dijo?”Me recibe con una sonrisa que hace que el aire se atore en mi garganta.
“Que piensa que me irá bien”, respondo con cierta inseguridad, como si sus palabras fueran una mentira evidente, algo que no termino de creerme.
“Yo pienso lo mismo.”Trata de sostenerme la mirada.“Te irá muy bien.”
No hay contacto físico, solo palabras que se asientan en mi pecho con una suavidad que no esperaba. Palabras que, por alguna razón, no se sienten vacías.
En mi cabeza comienza un conflicto sordo. Me pregunto si lo dicen en serio, si entienden el peso que tiene para mí escuchar algo así. Sus frases suenan como promesas… y yo no sé si seré capaz de cumplirlas.
Aunque el concurso es dentro de una semana, siento como si el tiempo se me estuviera acabando. Los nervios me comen por dentro. Ni siquiera sé de dónde saqué el valor para preguntarle a Jade si podía retratarla, o para aceptar participar en algo como esto.
El peso de todo eso se instala en mis hombros de forma invasiva, como si hubiera estado esperando ese momento exacto para dejarse caer.
Jade nota cómo mi atención se desvía.No dice nada.Solo me deja estar.
Me vuelvo hacia la ventana, buscando en las hojas arrastradas por el viento alguna respuesta, alguna señal que me diga que todo esto tiene sentido, que voy a poder con lo que viene.