Compañeros de servicio
11 de septiembre de 2025, 13:08
— ¿Alguna duda? — preguntó Adán, quien se había presentado como el coordinador del grupo de las tardes.
— Yo tengo una duda. — un sujeto exageradamente alto levantó la mano indicando que quería hablar. — ¿Por qué no hay mujeres aquí?
— Yo también tengo una duda. — Habló un hombre que llevaba un estilo de ropa bastante característico, Zheng juraría que es oriental, pero no precisamente de China. — ¿Qué hago aquí?
— ¿No estamos todos porque hicimos “Cosas malas”? — preguntó burlón un joven del cual lo que más llamaba la atención era su cabello de colores, probablemente teñido.
— ¡Pero yo no hice nada malo! Y me dijeron que tenía que venir igual. — intentó explicarse el hombre oriental que había hablado antes.
— Tranquilo Sir, no estas frente al juzgado, aquí puedes ser sincero. — el hombre que había hablado parecía tener bastante clase, vestía de una forma muy elegante.
— Tranquilos todos, propongo que antes de asignarles un trabajo se presenten. — habló Adán intentando mantener el orden. — Empezaremos de derecha a izquierda.
— Mi nombre es Lu Bu. — dijo el hombre más a la derecha quien no había hablado hasta el momento.
— Que seco, ¿eso es todo lo que dirás? — se burló un hombre con un acento curioso.
Zheng esperaba que nadie le hiciera caso a ese hombre, lo que menos quería era que supieran más de el.
— El que sigue — habló Adán.
— Mi nombre es Sasaki Kojiro y no cometí ningún crimen. — quien se presentó era el hombre Oriental y Adán llevó su vista al siguiente.
— Jack, ese es mi nombre. — dijo el hombre que lucia elegante.
— Mi nombre es Tarokichi, pero pueden decirme Raiden. — se presentó el mismo que había preguntado por las mujeres en cuanto Adán lo miró.
Zheng pudo notar la mirada de Adán sobre el y no le quedó otra que presentarse.
— Soy Ying Zheng. — se presentó como los demás y la mirada de Adán no tardo en cambiar a otro.
— Nikola Tesla, ¡es un placer! — saludó el hombre con una sonrisa encantadora.
Y antes de que siquiera Adán pudiera mirarlo habló el siguiente.
— Leonidas. — fue todo lo que dijo mientras fumaba, lo que era curioso porque estaba sentado junto al cartel de «prohibido fumar»
— Te recomendaría apagar tu cigarrillo dentro del establecimiento, quizás lo necesites más cuando estés trabajando. — le corrigió Adán para luego pasar al siguiente.
— Soy Okita Souji. — Zheng no tuvo dudas de que ese probablemente era el más joven del grupo, sería sorprendente que llegara a los 20 años.
Hubo un silencio incómodo cuando Adán miró a aquel joven que llevaba un abrigo gigante pese que no hacia frío.
— Tienes que presentarte... — le dijo un joven bastante alto a su lado quien tampoco se había presentado aún.
— Simo Hayha. — respondió con simplicidad el chico del abrigo.
— Yo soy Sakata Kintoki. — se presentó el joven alto que había hablado hace un momento.
— Supongo que es mi turno, Grigori Rasputin. — dijo el hombre de acento curioso.
— Me dejaron para el final~ ¡es una pena! — dramatizó un joven, aquel que tenía el cabello de colores llamativos. — Michel, es un placer~
— Bien, ahora que todos se conocen les asignaré su primera tarea como grupo. — Adán se levantó de su lugar caminando hacia la puerta. — Síganme y por favor sean organizados.
Quizás Adán les estaba pidiendo mucho, porque pudo ver a Grigori y Michel pelear por quien sería el primero en salir por la puerta y Zheng aprovechó esa pelea para salir el primero mientras escuchaba las quejas de esos dos de fondo y un “¿Como vamos a memorizar los nombres de todos?”
Adán guió al grupo hacia unos casilleros y le dio una llave a cada uno.
— Aquí guardarán sus cosas personales para que no interfieran en el trabajo, no es obligatorio, pero les recomiendo sacarse abrigos y dejar sus celulares aquí por seguridad. — explicó Adán. — Lo que si es obligatorio es que lleven aunque sea una prenda del servicio, recomiendo chaquetas o chalecos.
— ¿Hay que cambiarnos aquí? — preguntó Michel.
— ¿Tienen algún problema con eso? — Adán parecía serio con su pregunta, pero no había molestia en su tono.
— Es que el me está mirando~
Michel señaló a Grigori quien efectivamente lo estaba mirando.
— Sólo intento descifrar que tinte usaste para tu cabello. — respondió con burla el hombre. — Pero no detecto ninguna marca, ¿te pintaste con témperas?
— Y la parte azul con acuarelas. — respondió Michel sarcástico.
— Lo sospechaba. — Grigori se burló.
— Los dejo solos. — Adán se fue y quizás no fue la decisión más sabía dejar a un grupo tan grande sin supervisión.
— ¿Dijiste que te llamabas Zheng, verdad? — el chino no esperaba que le hablarán, así que se sobresalto un poco viendo a Sasaki Kojiro quien se había acercado a el. — Perdón si molesto, puedo irme si así lo quieres es solo que no sé como integrarme y algunos aquí dan un poco de miedo...
— No te preocupes. — Zheng le sonrió. — Pero, ¿tu no decías no haber cometido ningún crimen? ¿Cómo es que ahora tratas de integrarte?
— Ah, es que... no sé como salir de esta situación, tal vez lo mejor sea adaptarme.
A Zheng le encantaría poder darle apoyo al desconocido ¿ahora conocido? Que tenía en frente, pero las fachas de delincuente que Kojiro llevaba lo volvían imposible.
— ¿Ustedes son chinos verdad? — tanto Sasaki como Zheng voltearon cuando Grigori se acercó a ellos. — Que mala imagen le dan a su país.
— Yo soy japonés... — corrigió Kojiro.
— ¡Ah, son japoneses! — dijo con sorpresa Grigori. — Mala imagen a Japón entonces.
— Yo si soy Chino. — corrigió Zheng muy ofendido.
— ¡Pero si son igualitos!
— Dejando de lado tu grave caso de ceguera... — lo interrumpió Zheng. — ¿Tu de donde eres?
— Del mejor país que puede existir, Rusia. — Habló Grigori orgulloso.
— ¿No les parece curioso que haya tantos extranjeros? — Nikola se metió en la conversación. — ¿Puede ser que este grupo haya sido armado así a propósito?
— ¿Cómo? ¿Poner a todos los extranjeros juntos? — Preguntó el japonés.
— Más bien parece que juntaron a los más raros y los pusieron juntos. — dijo el chino.
— Odio a los chinos, pero estoy de acuerdo con este. — Grigori puso su brazo sobre la cabeza de Zheng usándolo como apoyabrazos ignorando la mirada fulminante que este le dedicaba.
— ¡Oigan, grupito de allí atrás! — les llamó Michel. — No es por molestarlos, pero son los únicos que no se cambiaron.
Ante eso todos se dieron prisa a cambiarse y guardar sus cosas.
Adán ya les esperaba con el resto del grupo, junto a el había unas máquinas no tan modernas para cortar el césped, junto a rastrillos, bolsas y escobas.
— Su primera tarea será cortar el césped del municipio, en tres horas tienen un descanso para almorzar, hasta entonces tendrán que trabajar, si dividen las tareas será más rápido y no se va nadie de aquí hasta que terminen. — las instrucciones de Adán fueron claras y todos se pusieron manos a la obra.
— Yo tomaré esto. — gracias a su mala costumbre de tomar la iniciativa es que Zheng pudo hacerse con una de las tareas más fáciles que eran juntar el pasto que los demás cortaran o al menos el pensó que sería lo más fácil.
No lo fue.
Llevaba dos horas yendo de un lugar a otro, no esperaba que las zonas de césped del municipio fueran tan amplias. Sus compañeros habían terminado con otra zona y fue a empezar a juntar todo.
— Debe ser muy trágico para ti haber terminado aquí. — dijo una voz que conocía muy bien y levantó su vista para mirarlo furioso.
— Hades. — soltó con resentimiento. — ¿Viniste a burlarte?
— Vine a ver que estés cumpliendo con la condena que se te dio, solo eso.
— Viniste a burlarte. — dijo el chino esta vez como afirmación.
— Como quieras verlo. — Hades sonrió y Zheng odiaba esa sonrisa por lo que no se resistió y le lanzó un poco del pasto que había juntado. — ¡¿Que haces?!
— ¡Borra esa sonrisa de tu cara! — lo siguió atacando con el césped. — ¡Por tu culpa...! ¡Por culpa de tu maldita denuncia!
— ¡No te habría denunciado si no hubieras entrado a mi casa! — se defendió el griego. — Tus acciones te llevaron aquí.
Zheng sabía que tenía razón, sabía que no era lo justo culpar a Hades cuando quien empezó todo el problema fue el mismo. Pero le molestaba que se lo recordarán, motivo por el cual tomó la bolsa donde estaba juntando y se la tiró toda a Hades quien apenas alcanzó a cubrirse los ojos.
— Ups, perdón, se me resbaló.
— Que infantil... — Hades se quitó los restos de pasto que le habían caído en el rostro y fue su turno de atacar a Zheng rodeándolo con sus brazos.
El chino estaba confundido.
— ¿Piensas pegarme lo que te tiré? ¡¿Que haces?! — la sorpresa vino cuando sintió las manos de Hades meterse por debajo de su ropa, se sonrojó sin entender hasta que sintió comezón en la espalda.
Hades le había metido el césped por debajo de la ropa.
— ¡Idiota! Ahora me molestara hasta que pueda ir a bañarme.
— ¡Tu me cubriste por completo! — se defendió Hades a lo que el chino intentó meterle también césped entre su ropa.
Y entre el forcejeo ambos terminaron tirados arrojandole césped al otro mientras reían como si fueran niños chiquitos.
Quizás Zhéng odiara a Hades por haberlo metido en problemas con su madre, pero estaba disfrutando arrojarle lo que los demás habían cortado.