¿Y es lindo?
23 de septiembre de 2025, 14:00
— ¿Podrían explicarme por que salieron del perímetro y se emborracharon? — dijo Adán a modo de regaño al ruso y el francés quienes soltaban risas sin tomarse en serio las cosas debido al alcohol.
— Fui obligado~ — se excusó Michel.
— Yo también. — le siguió Grigori.
— ¿Y se obligaron mutuamente acaso? — preguntó un nada divertido Adán.
— ¡Zheng nos obligó! — dijo el francés señalando al chino quien se sorprendió de que lo metieran en el regaño.
— Ni siquiera estaba con ustedes. — se defendió el acusado.
— Cierto, estabas con tu lindo vecino. — murmuró Michel.
— No es lindo. — respondió el chino y ante la ceja alzada del francés lo pensó y cambió de opinión. — Bueno, si es lindo, pero yo no estaba con ustedes.
— Basta, no vinimos a hablar sobre si el vecino de Zheng es lindo o no. — regañó Adán a lo que Okita levantó la mano pidiendo hablar. — ¿Si?
— Nadie estaba discutiendo eso. — dijo el japonés más joven. — Todos estamos de acuerdo en que si es lindo.
Unas risas se escucharon principalmente de Grigori y Michel.
— Muy gracioso. — habló Adán con notable sarcasmo. — pero eso deja en evidencia que Zheng no los obligó.
— ¿El vecino de Zheng nos obligó? — sugirió Michel y Adán solo suspiró.
— Ustedes dos van a quedarse más horas.
Luego de eso las cosas fueron sencillas. Se explicó que el servicio sería solo los fines de semana para que no interrumpiera en los estudios o trabajos semanales, Cada uno tenía que cumplir una cierta cantidad de horas de servicio para que pudieran irse libres, si faltaban algún día tenían que tener una buena justificación y de no tenerla tendrían que reponer las horas perdidas.
— Mañana los quiero a todos aquí en la misma hora que nos vimos hoy. — Adán se despidió de todos menos de Grigori y Michel a quienes les pidió los acompañe.
— ¿Ya tenemos que irnos? — preguntó Raiden curioso, pero nadie estaba seguro.
Antes de que pudieran levantarse de sus asientos alguien más entró, se veía despreocupado y se puso delante del grupo.
— Soy su supervisor. — dijo con simpleza mientras masticaba un chicle. — Pueden llamarme Buda.
— ¿El supervisor no es Adán? — preguntó Lu Bu.
— Adán es coordinador, yo soy su supervisor, ahora síganme. — Buda se fue esperando que lo siguieran y algo confundidos lo hicieron.
— Oye. — Zheng se acercó a Souji susurrándole. — Tu ni siquiera viste a mi vecino.
El japonés solo soltó una risa, era cierto que no lo había visto, pero quería molestar.
Buda los llevó a donde se encontraban las cosas que habían usado.
— limpien todo y guardenlo en su lugar, mientras más rápido terminen más rápido podrán irse. — explicó Buda sacando su celular y dejando de prestar atención.
— ¿Estamos seguros de que su papel es como supervisor? — preguntó Kojiro lo que la mayoría pensó.
— ¡Conozco esa música! — Kintoki se acercó a Buda mirando de reojo la pantalla del celular de este que tenía el volumen alto. — A mi también me gusta ese juego.
Buda y Kintoki comenzaron a hablar de eso mientras los demás se dedicaban a limpiar.
— ¿Creen que nos vuelvan a pedir cortar pasto? — preguntó Nikola a sus compañeros. — Estos artefactos están bastante deteriorados, yo podría traer mi máquina para cortar pasto alterada por mi que podría facilitar el proceso.
— ¿Por que siento que eso no sería una buena idea? — le respondió Leonidas.
— Si volvemos a cortar el pasto no dejaremos que Zheng lo junte. — intervino Okita y todos estuvieron de acuerdo.
Cuando terminaron de limpiar y guardar adecuadamente Buda les dijo que podían cambiarse y retirarse, lo que hicieron entre conversaciones cortas para pasar al rato.
— ¿Crees que cuando salgas tu vecino estará afuera esperándote? — preguntó Kojiro a Zheng mientras caminaban a la salida.
— Si lo hace empezaré a cuestionarme la posibilidad de que realmente sea un acosador. — respondió el chino con una sonrisa, misma que se borró cuando al salir notó que Hades estaba ahí.
— ¡Si es lindo! — dijo alto Okita con la única intención de molestar a su compañero de servicio.
— ¡Cállate! — gritó Zheng avergonzado por la situación, Okita se marchó veloz y el resto se fue pero a su propio ritmo dejando solos a los vecinos.
— ¿Quien es lindo? — preguntó Hades curioso.
— No es de tu interés... — murmuró Zheng aún avergonzado. — ¿Que haces aquí?
— ¿Te lo tomarás mal si te digo que te estaba esperando? — bromeó Hades con una sonrisa pequeña.
— Si, muy mal. — respondió Zheng también sonriendo. — Pero ya que estas aquí y somos vecinos, ¿quieres venir conmigo a casa?
La sonrisa que el menor mostró preocupó un poco a Hades porque este no se había visto tan amable cuando hablaron en el almuerzo, pero pensó que quizás eso se debía a que estaba de mal humor por el cansancio.
— Claro, me encantaría. — respondió Hades caminando a su lado. — Oh, ¿pero esto no es una artimaña para robarme mi celular?
— Me voy solo. — dijo con rapidez el chino comenzando a caminar más rápido.
¡Al diablo con el plan! El no iba a estar soportando que lo acusaran de ladrón en todo momento.
— ¡Espera! — Hades lo alcanzó y lo sujetó del hombro obligándolo a voltearse y viendo la expresión molesta de Zheng. — No voy a dejarte solo.
— ¿Por que?
— Algo... algo podría pasarte, es muy tarde. — respondió el griego mirándolo fijo a los ojos y Zheng sintió un cosquilleo y calor en sus mejillas que no supo identificar.
Quizás era muy temprano para tirar por la borda el plan, quizás aún pueda funcionar.
— Está bien, puedes acompañarme. — Zheng se volteó a caminar esta vez más lento deteniéndose cuando se dio cuenta que Hades no lo estaba siguiendo. — ¿No vienes?
— Claro... — murmuró despacito Hades antes de seguirle el paso a su vecino. — Vamos.
Mientras caminaban hacia sus casas distintos pensamientos se llevaban a cabo en sus cabezas. Zheng pensaba en las palabras que tendría que usar para convencer a Hades de retirar cargos y Hades pensaba en lo lindo que se había visto Zheng en el momento que sus mejillas se sonrojaron.
Cuando estuvieron frente a la casa de Zheng ambos se despidieron.
— La próxima vez que vayas trae tu propio almuerzo. — dijo Hades. — Si un día yo no estoy me preocupa que no tengas nada para comer.
— ¿No sería más fácil si no voy más? — preguntó Zheng, este era el momento.
— ¿Ah?
— Hades, retira la denuncia. — pidió el chino mirándolo con ojos brillantes.
— No lo haré. — respondió serio el griego. — Está comenzando a hacer frío, entra a casa, nos vemos luego.
Hades se marchó a su propia casa entrando a esta sin voltear la vista.
Ying Zheng se quedó en frente de su casa procesando las cosas.
¿Por que Hades no retiraba la denuncia?
¿Estaba jugando con el?
Y mientras el chino se encontraba en ese dilema Hades subió con rapidez a su cuarto acostándose boca arriba en la cama.
Primero ese sonrojo y luego su mirada brillante, estaba seguro y para rematar dijo en voz alta lo que inundaba sus pensamientos.
— Ya sé quien es lindo...