¿Me gustas?
31 de octubre de 2025, 12:28
Luego de estar unos minutos abrazados salieron del clóset y fueron a la sala donde se sentaron uno al lado del otro.
— Hades. — rompió el silencio Zheng.
— No hace falta que digas nada, tranquilo, ¿estas mejor?
— Estoy mejor. — tranquilizó el menor sin ver los ojos de Hades. — ¿Cómo sabías que estaba en una situación incómoda? Incluso si Michel te dijo adónde fui no había forma que supieras que yo estaba mal.
— Hable con Grigori también, el había estado antes en festejos de la misma anfitriona y tenía unas cuantas anécdotas desagradables, además... — hizo una pausa antes de suspirar. — Son parientes con los que casi no hablo, pero conviví lo suficiente con ellos como para saber que no son de confiar.
El chino pareció tranquilizarse con esta explicación, en el fondo tenía el miedo de que Hades realmente sea un acosador.
— ¿Puedo quedarme un rato aquí contigo? — preguntó Zheng llevando su mirada a Hades esta vez.
— No voy a darte la contraseña del Internet. — ante la mirada molesta de su acompañante Hades soltó una risa. — Claro, puedes quedarte, ven.
El griego tiro suavemente de su acompañante para acostarlo sobre el y Zheng estaba demasiado cansado como para quejarse por lo que procedió a aceptar y relajarse sobre Hades.
Estuvieron un rato con el mayor dando cariñitos relajantes al chino hasta que este se quedó dormido.
Hades miró el rostro pacífico que Zheng mostraba y se dejó vencer también por el sueño.
O eso hubiera hecho si no fuera por la llegada de Adamas quien entró a su casa siguiendo su rutina diaria sin percatarse del “intruso” que descansaba con Hades en el sofá.
— Ah, llegué más tarde de lo normal, en cualquier momento vendrán los otros dos. — Adamas se acercó a la puerta para mirar el reloj sobre esta.
Pero fue una mala idea.
Antes de que Adamas pudiera apartarse alguien abrió la puerta con fuerza golpeando al chico que solo pretendía ver la hora.
— ¡Ah! — Adamas gritó cayendo al suelo.
— ¡Llegamos! — gritó Zeus, quien había abierto la puerta de golpe y entró yendo hacia el sofá percatándose de Hades y Zheng. — ¡El vecino entró a robar!
Poseidón entró después de Zeus, ignoró su grito, piso una de las manos de Adamas y siguió de largo hasta la cocina.
— No. — Hades se movió poquito sin querer despertar a su vecino. — Yo lo invité.
— Hades, ¿por qué invitas al vecino? — Adamas se levantó con dificultad. — ¿No habíamos tenido problemas con el?
— ¿Saben que los estoy escuchando? — se quejó un somnoliento Zheng.
Seguía acostado sobre Hades con los ojos cerrados, en su mente pensaba si lo mejor era quedarse así un rato más o irse con prisas, por un lado Hades era la almohada más cómoda que había probado y por otro después de saber lo de Kojiro le preocupaban los antecedentes de esta familia.
— Que bueno que despertaste. — habló Hades haciendo gesto a sus hermanos de que siguieran con sus cosas por lo que ambos se marcharon, Adamas a su cuarto y Zeus a la cocina con Poseidón. — Ya deberías volver a tu casa, es muy tarde.
— Está al lado. — se quejó el chino en sus brazos acomodándose como si quisiera volver a dormir. — Además soy un adulto.
— Un adulto que podría preocupar a su madre si no vuelve a casa. — volvió a intentar Hades. — ¿O pretendes quedarte a dormir conmigo?
Zheng se levantó de malas rompiendo el corazón de Hades en el proceso y dijo que volvería. El griego también se levantó y se ofreció a acompañarlo pese a que vivía al lado.
Chun Yan les abrió la puerta dándole una mirada extraña a Hades, dejo pasar a su hijo y se despidió adecuadamente del griego.
Zheng subió a su cuarto y encontró a su hermano durmiendo en su cama, pese a que tenían cuartos propios a este le gustaba infiltrarse en su cuarto cuando el mayor entre ellos no estaba. Se acostó a su lado y comenzó a pensar seriamente en lo que había ocurrido.
Todo se sentía extraño respecto a Hades.
Cuando se besaron en el cumpleaños quiso echarle la culpa al momento, a que solo fue un impulso, que realmente no le gustaba Hades.
En ese momento estaba seguro de que no le gustaba Hades.
Ahora no podría decir lo mismo.
¿Por qué se sintió mal de no verlo cuando estuvo en servicio?
¿Por que lo extraño?
¿Lo estaba esperando?
¿Por qué se sintió como una princesa rescatada cuando vino por el a la fiesta?
¿Por qué aceptó entrar al clóset con el?
¿Por que le gustó tanto esa cercanía?
¿Por qué sentía sus mejillas arder cuando pensaba en el?
Entonces tuvo que aceptarlo.
Estaba enamorado de su vecino.
Pero, ¿era justo?
Después de pedirle a Hades que olvidara el momento que tuvieron, de responder amargamente a sus coqueteos, de intentar alejarlo, ¿con qué cara le diría que sentía algo por el?
¡Todavía no se había olvidado de que este lo había denunciado!
— Aunque... cuando me mira de esa forma tan linda puede que lo olvide momentáneamente. — dijo al aire agradeciendo que su hermano estuviera durmiendo y no pudiera escuchar su drama que parecía adolescente.
Se cambio su ropa y se acostó a un lado de Chun Ou dispuesto a dormir con el, apoyó su cabeza en el hombro de su hermano, pero sin ofender a su hermano, no era tan buena almohada como Hades.
Suspiró y se durmió deseando poder estar en los brazos de su vecino en ese momento.
Por otro lado, para el griego las cosas no estaban más sencillas, tomó un té, evitando el café, no quería otro motivo de insomnio y se puso a pensar en como estaban las cosas con Zheng.
Lo quería, realmente lo quería.
Pero sabía que el chino no quería lo mismo que el, lo había besado, eso había despertado esperanzas, mismas que mató segundos después al pedirle que no diga nada.
Sus esperanzas se avivaron un poco con el momento que compartieron luego de que fuera a buscarlo.
Pero un pensamiento amargo lo invadió.
Cuando llegó a la fiesta, su intención era llevarse a Zheng solo si este aceptaba ir con el, sin obligarlo, pero lo hizo y sabía muy bien porque.
Se puso celoso.
Le causó muchos celos que Hermes le dijera que Zheng había entrado a ese juego y estaba encerrado con alguien más.
En ese momento no era consciente de que el chino estaba incómodo, no tenía nada para probarlo. Solo actuó por impulso abriendo el clóset pese a que le pidieron que no lo hiciera y sacó a su vecino de ahí.
Cuando supo que Zheng no lo había disfrutado se alegró de haber tomado esa decisión, sus celos fueron segundo plano siendo reemplazados por la preocupación que sintió.
Pero si eso no hubiera pasado, si el chino realmente no hubiera querido irse y hubiera disfrutado de estar compartiendo con alguien más, ¿cómo afrontaría aquello?
Lo suyo no era correspondido, en cualquier momento Zheng podría interesarse por alguien más, alguien que si llame su atención, alguien con quien no quiera olvidar los momentos que compartan.
Pensar en eso lo puso mal, no quería que pasara.
Quería hablar con el chino, pedirle que le de una oportunidad, que no lo defraudaria. Pero tampoco quería agobiarlo al insistir.
¿Era correcto que siguiera intentando?
¿Por que la idea de dejarlo ir se sentía como si no fuera una opción?
Fue a su cuarto y buscó una almohada para luego dirigirse al sofá de la sala y se acostó con la almohada encima, abrazándola.
Imaginando que el que estaba entre sus brazos era Zheng como estuvieron antes.
Y le costó, porque ni la almohada más cómoda podía igualar la calidez del chico de quien estaba enamorado, pero finalmente pudo quedarse dormido.
Pensando que ojalá fuera su vecino el que estaba en sus brazos.