ID de la obra: 657

El llamado del sol negro

Mezcla
NC-17
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planificada Mini, escritos 1.064 páginas, 490.148 palabras, 63 capítulos
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El peso del silencio

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Caitlyn regresó a su habitación con la mente nublada, como si hubiera despertado en un sueño del que no podía escapar. Las sábanas suaves la rodeaban, pero no le ofrecían consuelo. La familiaridad de la habitación, su hogar, ahora era como una cárcel. ¿Quién era ella después de todo esto? Cada pedazo de su ser parecía desgarrado por el dolor y la confusión, como si una parte de sí misma hubiera desaparecido entre las sombras. Al mirarse en el espejo, Caitlyn puso especial atención a las cicatrices que adornaban su cuerpo, eran marcas indelebles de su lucha. Tenía una herida en su costado derecho era un recordatorio de la daga de Ambessa, el acero Noxiano había cortado su piel con una precisión mortal, un giro en su estómago le recordó la agonía y el dolor de la herida, pero no solo era el dolor físico lo que la atormentaba. Era el recordatorio constante de que había fallado. Que había sido débil. Esa cicatriz era más que un vestigio de batalla; era un testamento de su impotencia Pero antes de que pudiera procesarlo, otra imagen apareció: su cuerpo cansado, luchando aún después de lo imposible. Cada recuerdo se amontonaba sobre ella, empujándola al borde de la locura. Los recuerdos seguían apareciendo en su mente, chocando entre sí y formando una maraña que no podía ordenar. Un momento estaba enfrentando a Ambessa, el siguiente se encontraba en un lugar desconocido, y luego todo se volvía borroso. Intentaba desesperadamente hilar los recuerdos para saber cómo había llegado hasta allí. ¿Qué le quedaba ahora, si no podía ni siquiera recordar cómo había llegado a este punto? La culpa la devoraba desde dentro, cada error y cada derrota se reflejaban en sus cicatrices. ¿Había hecho todo lo que podía? ¿Había sido realmente valiente, o solo una sombra de lo que alguna vez soñó ser? El espejo le devolvía una imagen irreconocible. No solo por las cicatrices que decoraban su piel, sino por la persona que veía reflejada. ¿Era está realmente ella? Había algo en su mirada que no pertenecía a la Caitlyn que recordaba, una vacilación, una oscuridad. ¿Se había perdido en la batalla o simplemente había sido una máscara que había caído? El peso de la incertidumbre la aplastó nuevamente, y sin poder soportarlo más, se levantó de la cama omitiendo el dolor de las heridas y salió de la habitación. Necesitaba respuestas. Necesitaba entender qué había sucedido mientras ella estaba atrapada en la oscuridad. Al entrar, el crujido de la madera bajo sus pies rompió el silencio, y los ojos de Tobias se alzaron al instante. Él parecía haber estado esperando que ella volviera, pero su expresión estaba cargada de un miedo silencioso. Caitlyn, con el ceño fruncido y la mandíbula apretada, lo miró con una mezcla de rabia contenida y tristeza. —Papá…—La voz de Caitlyn salió más quebrada de lo que había anticipado, como si las palabras estuvieran atrapadas en su garganta, forzándola a sacar lo que no podía expresar sin que le doliera. — Necesito respuestas ¿Qué ha pasado? ¿Por qué evitas hablar sobre el tiempo que no he estado? Tobias se levantó lentamente de su silla, el temblor en sus manos era evidente mientras intentaba acomodarse la chaqueta. No se atrevió a mirarla a los ojos. En lugar de eso, sus ojos vagaron hacia el fuego que aún ardía en la chimenea, como si las llamas pudieran ofrecerle alguna respuesta que él mismo no encontraba. —Querida… no era el momento… no sabía cómo… —Su voz se quebró, pero antes de que pudiera continuar, ella lo interrumpió, incapaz de soportar más de sus evasivas. — ¡No! ¡No puedes seguir callando para protegerme! ¡Tienes que decirme lo que pasó! ¿Qué sucedió mientras yo estaba… mientras yo estaba inconsciente? —Las palabras salían de su boca con fuerza, pero la rabia que sentía no alcanzaba a aliviar el dolor profundo que la invadía. Fue entonces cuando la puerta se abrió y Ekko apareció en el umbral, interrumpiendo la tensión creciente. Caitlyn levantó la vista y lo vio. Su presencia, aunque imponente como siempre, parecía de alguna manera apaciguar la tormenta que sacudía su pecho. Su llegada la hizo sentir un alivio, como si al menos una parte de su mundo volviera a encajar. Por un momento, en medio de tanto caos, su presencia calmó un poco el torrente de emociones. —Ekko…—Murmuró Caitlyn, sorprendida de ver que él estaba allí, y aún más sorprendida por el alivio que su presencia le traía. Su expresión era grave, pero en sus ojos había una chispa de comprensión. —Caitlyn. —Dijo Ekko, acercándose a ella con una lentitud que parecía mostrar respeto por su dolor. —Lo siento mucho. Sé que esto debe ser mucho para asimilar. Tobias, al ver a Ekko, finalmente pareció relajarse un poco, aunque su rostro seguía marcado por la angustia. —Ekko, aún no le he contado nada. Ella… ella necesita saber todo. Caitlyn observó atentamente a Ekko y a su padre, estudiando sus expresiones con creciente intriga. En sus rostros, vio algo que no había notado antes: un velo de tensión, una sombra de preocupación que parecía haber estado oculta bajo su semblante habitual. Tobias, normalmente tan imponente, parecía más envejecido que nunca, como si las decisiones y el dolor de los últimos días lo hubieran desgastado de maneras que no podía ocultar. Sus ojos, antes llenos de determinación, ahora evitaban su mirada, como si temiera que Caitlyn pudiera ver a través de él, o peor, que la verdad fuera demasiado para ella. Ekko, por su parte, mantenía su rostro serio, pero sus ojos reflejaban una carga invisible que Caitlyn no podía entender del todo. Había algo en su mirada que la desconcertaba, como si estuviera esperando algo, como si no quisiera, o no pudiera, decir lo que estaba por contarle. La expresión de Ekko parecía estar llena de dudas, como si el peso de las palabras que debía decir la afectaran más de lo que él quería mostrar. Todo en él indicaba que lo que venía a continuación no sería fácil de escuchar. Ambos hombres compartían algo en sus expresiones, un secreto no dicho, algo que los unía en un silencio tenso. Caitlyn frunció el ceño, buscando respuestas en sus gestos, pero no encontró ninguna pista. La intriga la consumía mientras miraba de uno al otro, preguntándose qué más ocultaban, qué más había en la historia que aún no le habían contado. Ekko asintió lentamente, tomando aire antes de girar hacia Caitlyn. —Caitlyn, estas últimas semanas han sido largas y confusas. Cuando despertaste no era el momento adecuado para hablar, pero ahora…  ahora tienes derecho a saber la verdad. Durante estos dos meses han cambiado muchas cosas. Caitlyn lo miraba fijamente, esperando que sus palabras fueran las que finalmente llenaran el vacío en su pecho. —Cuéntame ¿Qué me he perdido? —Su voz se rompió al final de la pregunta, cargada de desesperación. —Mel se fue a Noxus en busca de poder controlar esa región y apaciguar la creciente tensión con Piltover. Se llevó a todos los soldados Noxianos con ella. —Comenzó Ekko, con una voz grave, como si las palabras le costaran. —La situación en Piltover y Zaun… se volvió insostenible después de la batalla. Muchas bandas criminales aprovecharon la situación y el ambiente se volvió a poner denso entre las dos ciudades. Caitlyn lo miró, esperando más detalles, pero Ekko seguía con la mirada fija en las llamas. —Steb asumió el liderazgo como comandante interino. Está tratando de mantener el orden y el consejo aún no se ha restablecido después de la batalla. Sevika está ayudando a Steb en la reconstrucción de Zaun, pero…— Suspiró — La incertidumbre sigue pesando sobre la ciudad. No hay respuestas claras y sigue un caos creciente. Caitlyn apretó los labios, procesando todo lo que Ekko le decía. —¿Y Jayce? —Preguntó Caitlyn, con voz tensa. —¿Y Viktor? Ekko dejó escapar un suspiro, como si esas palabras también lo lastimaran. —Jayce y Viktor… desaparecieron, Caitlyn. Como si se hubieran esfumado. Después de la batalla, no encontramos ni rastro de ellos. Nadie sabe qué les pasó. No sabemos si siguen con vida… Caitlyn se quedó sin palabras. La noticia de la desaparición de Jayce y Viktor la golpeó con fuerza. No podía creerlo, no quería creerlo. Jayce era como el hermano que nunca tuvo, siempre había estado ahí para ella y cuando el la necesitó, no pudo estar. Otra persona a la que no pudo salvar. Caitlyn estaba sumida en sus pensamientos, aun procesando lo que Ekko le había contado, cuando él la interrumpió nuevamente, su voz grave. —Y no solo ellos…—Ekko miró a Caitlyn con seriedad. —Jinx y Vader también desaparecieron. Caitlyn levantó la mirada, sorprendida por la mención de Jinx. Aunque su relación con ella había sido todo menos amigable la situación había sido distinta durante el combate contra las fuerzas de Noxus. —No hemos encontrado ninguna pista de ellos. —Continuó Ekko, su voz llena de pesadez. — No sabemos si Jinx se fue por su cuenta o si… algo peor le sucedió. Caitlyn sintió una mezcla de emociones conflictivas. Recordaba cómo Jinx había llegado en el último momento, salvándole la vida en medio de la batalla, cuando ya casi no tenía fuerzas para seguir luchando. A pesar de todo lo que había ocurrido entre ellas, en ese instante, Jinx había sido su salvadora. Por otro lado, todos los horrores por los cuales había pasado por su culpa estaban presentes, pero también sabía que Jinx era la hermana de Vi, la mujer que amaba, y eso la ponía en un dilema que le atormentaba. ¿Cómo se sentía por ella? ¿Podía siquiera sentirse agradecida por su intervención cuando el destino la había colocado en el centro de esta tormenta de caos y dolor? El corazón de Caitlyn se hundió aún más al pensar en Vander, el padre de Vi, el hombre que había sido un pilar en la vida de la luchadora, ahora también se había desvanecido sin dejar rastro. El vacío que sentía en su pecho creció al pensar en el dolor que ha de haber sentido Vi al ver su familia esfumarse, y por un momento, Cait sintió la frustración de no haber podido estar allí para ella. La mujer respiró hondo, tratando de procesar todo lo que Ekko acababa de decirle. Tantos desaparecidos sin dejar huella. Y ella solo había estado existiendo entre la oscuridad durante todo este tiempo, utilizando el oxígeno presente para poder seguir existiendo mientras todo pasaba a su alrededor. La culpa le corría el cuerpo sintiendo un nudo en el estómago. —No sabemos qué ha pasado con ninguno de ellos. La búsqueda no ha dado frutos. —Dijo Ekko, con una mirada que reflejaba la misma incertidumbre que la consumía a ella. —Pero no podemos quedarnos parados. Tenemos que seguir, aunque no sepamos qué nos deparará el futuro. Después de unos breves segundos de silencio, Caitlyn levantó la mirada, finalmente encontró el valor suficiente para preguntar, su voz se volvió firme, aunque algo rota por el dolor que la embargaba. —No necesito que me protejan, solo necesito que me digan la verdad ¿Por qué Vi no está aquí con nosotros? ¿Por qué no me han dicho nada sobre ella? La pregunta salió con determinación, pero también con una profunda angustia que resonó en el aire. Ekko la miró, y en sus ojos vio una tristeza tan profunda que Caitlyn sintió un estremecimiento recorrer su cuerpo. La culpa de Ekko era palpable, y la tensión entre ellos se hizo aún más densa. El hombre de Zaun suspiró, con el rostro marcado por el dolor, y con voz quebrada comenzó a contarle lo sucedido en esos dos meses. Las palabras le costaban, como si cada una fuera una herida abierta, pero sabía que no podía ocultarlo más. —Vi… Yo la encontré cerca de la hexgate. Estaba sola, herida con marcas de garra y un golpe en la cabeza, su mirada estaba completamente perdida. Caitlyn apretó sus puños contra sus piernas para calmar el dolor que estaba sintiendo al comprender las palabras de Ekko y en un gesto de preparación para lo que viniese a continuación. —La cuidé durante dos semanas, tratando de que se recuperara. Pero cuando despertó… no me reconoció. No sabía quién era, no recordaba nada de lo que había pasado. Era como si la Vi que conocíamos ya no estuviera allí. Caitlyn escuchaba con atención, relajó sus puños dejando una marca de sus uñas contra la palma de sus manos. Estaba feliz de saber que Vi estaba viva, aunque angustiada de pensar e imaginar a Vi de esa manera, completamente perdida, sin ser capaz de reconocer a los que alguna vez habían sido sus amigos. —Luego, Vi… escapó. Corrió de la guarida y se perdió entre las calles de la ciudad. Intenté seguirla, pero no pude encontrarla. Nadie sabía a dónde había ido. —Ekko apretó los dientes, recordando el dolor de esa búsqueda infructuosa. —Al parecer, se unió a una pandilla. Ahora… es una de las criminales más buscadas en Piltover y Zaun. Las palabras de Ekko fueron un golpe directo al corazón de Caitlyn. Vi, la mujer que había sido su compañera, su amiga, su todo, ahora perdida en las sombras, convertida en una fugitiva. La angustia y la tristeza se mezclaron en su pecho, y aunque sabía que no podía cambiar lo sucedido, el dolor de no haber estado ahí y poder ayudarla era insoportable. Ekko la miró con pesar, esperando que las palabras tuvieran algún sentido para ella, pero sabiendo que la verdad era más dolorosa que cualquier cosa que pudiera decir. Caitlyn se quedó en silencio, procesando cada palabra de Ekko. La imagen de Vi, su luchadora, perdida y fuera de sí, la estaba destrozando por dentro. Debió haber estado ahí para ella calmando cada dolor que pudiera estar sintiendo, mostrándole que no había nada que temer y expresando con su mirada todo aquello que ella no podía recordar. Caitlyn no podía rendirse. No podía dejar que la desesperación la consumiera. Vi siempre había sido más fuerte que eso, y ella también lo era. —¿Cómo… cómo pudieron dejar que se fuera así sin más? —Gritó Caitlyn, su voz llena de tristeza y rabia. La habitación quedó en silencio ante el fuerte cuestionamiento. Caitlyn suspiró y lentamente la frustración dio paso a una determinación que estaba naciendo en su pecho. —Yo no perderé la esperanza. Yo haré que recuerde cada segundo de su vida. No la dejaré ni permitiré que olvide quienes somos, ni quienes fuimos. Ekko la miró, sorprendido por la firmeza en su voz, pero no dijo nada al principio. Caitlyn lo miró a los ojos, buscando comprensión, buscando algo que le confirmara que no todo estaba perdido. —Sé que la Vi que conocí está ahí, en alguna parte. —Continuó Caitlyn, más para sí misma que para Ekko. — Tal vez no recuerde todo lo que compartimos, tal vez esté perdida, pero no puedo dejar de creer que puede volver. No puedo rendirme, no después de todo lo que ha sido, no después de todo lo que vivimos juntas. Nosotras… Somos más fuertes que eso cuando estamos juntas. Ekko suspiró, su rostro marcado por la angustia mientras procesaba las palabras de Caitlyn. —Caitlyn, lo que le pasó a Vi… —Dijo Ekko, buscando las palabras con cuidado. — El sangrado del golpe en su cabeza fue lo que hizo que perdiera la memoria. No es que haya olvidado a propósito o que se haya alejado, es que… no puede recordar nada de lo que vivió, ni a nosotros, ni lo que fue su vida antes. Todo lo que conocíamos se borró y no sabemos realmente si algún día llegue a recordar. Han pasado dos meses y aún no sabemos nada sobre ella. Caitlyn apretó los dientes, luchando contra el dolor que le provocaban las palabras de Ekko, sintió como el chico estaba perdiendo las esperanzas en que su amiga volviera a ser quien era, pero para ella, a pesar de todo, algo en su corazón se negaba a rendirse. Vi era fuerte, ella lo sabía. Aunque su memoria se hubiera desvanecido, no podía dejar que eso fuera lo último que definiera su historia. —Puede que ustedes lo hayan intentado y no hayan logrado nada, pero yo no estoy dispuesta a rendirme sin haberlo intentado. Sé cómo es Vi y sé que aun sin recordarme podrá sentirme en su interior cuando me vea. —La esperanza brillaba en su mirada, a pesar del dolor. —Voy a encontrarla. Si tengo que buscar en cada rincón de Runaterra lo haré, no la dejaré a su suerte. Ekko la observó en silencio, sintiendo el peso de su determinación. No podía decirle que estaba equivocada, ni podía hacerle promesas vacías, pero veía en Caitlyn una fuerza que no se podía negar. Finalmente, Caitlyn se levantó, un brillo de determinación en sus ojos. No podía quedarse allí, esperando a que algo cambiara. Vi la necesitaba, y si había algo que Caitlyn sabía hacer era luchar por lo que amaba. —Voy a traerla de vuelta. —Murmuró para sí misma, con una voz firme. —Espérame Vi. Salió del salón, dirigiéndose hacia su habitación. El ruido de sus pasos parecía resonar en la mansión vacía, pero dentro de ella solo había una cosa en su mente: Vi. Al llegar a su habitación, cerró la puerta tras de sí y se acercó al espejo. Los reflejos de su rostro, marcado por la preocupación y la tristeza, le recordaban el largo camino que aún le esperaba. Pero sus ojos, aunque llenos de inquietud, no perdían el brillo de la esperanza. Tenía que hacerlo, no podía dejar que el miedo o la incertidumbre la detuvieran. Comenzó a alistarse, con cada gesto más decidido que el anterior, ya no sentía dolor alguno por las heridas de la batalla, ni su vientre, ni su ojo. Aseguró su arma, ajustó su traje y se miró una vez más en el espejo. Sabía que la ciudad había cambiado en esos dos meses, incluso ella misma había cambiado, ya nada sería igual, pero estaba lista para enfrentarlo. Había perdido mucho, pero lo que más le importaba seguía ahí, perdida entre las sombras, y tenía un deber con ella. Con el corazón acelerado y un nuevo objetivo, Caitlyn salió de su habitación. Estaba lista para contemplar todo lo que había cambiado en ese par de meses, y lo más importante, recuperar a su amada luchadora.
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