Entre sombras y mar
11 de septiembre de 2025, 14:03
—Hoy realizaremos un atraco al banco de esta ciudad. — Dijo Ghostfer a los miembros del equipo. —No quiero excusas, aún no hemos llegado a las metas que nos puso el jefe.
Los otros miembros del equipo asintieron y se fueron. Vi escuchaba a Ghostfer con indiferencia, su mente no estaba en ese atraco. No le importaba el dinero ni las reglas del equipo. Su único objetivo seguía siendo el mismo: encontrar a Powder.
Vi nunca había sido parte de un equipo, y no tenía la intención de empezar ahora. Cada vez que alguien le hablaba de 'trabajo en equipo', sentía el peso de la desconfianza en su pecho. En su mundo, las únicas personas en las que podía confiar eran las que no necesitaban de nadie más. Pero ahora, rodeada de extraños, esa soledad la consumía lentamente.
—Vi, ¿Has escuchado algo sobre lo que he dicho? —Le gritó con evidente molestia. — Si bien eres fuerte, no has logrado reunir lo suficiente para pagarle al jefe tus servicios. La comida y los viajes se pagan con oro.
Vi levantó la mirada hacia Ghostfer, el hombre que había comenzado a creer que podía controlarla. Su tono de voz, cargado de autoridad, la hizo sentir una chispa de desafío en su pecho.
—No me importa tu misión. —Respondió, su voz tensa.
Las palabras dejaron claro que no era solo una orden lo que le molestaba, sino el hecho de que él pensara que podía decirle lo que tenía que hacer.
Ella no estaba ahí para cumplirle a nadie, solo a ella misma en su búsqueda. Ya había pasado un mes desde que despertó en ese lugar desconocido, y aún el peso de todo lo perdido la perseguía.
Ghostfer con evidente molestia solo dejo pasar el comentario sabiendo que Vi de todas formas estaría en el atraco.
Llegado el momento, Vi se colocó su mascara, si bien en otros lugares no la usaba, en ese su rostro todavía no era conocido. Entraron caminando como si fueran unas personas más en ese lugar.
—Quiero que todos mantengan la calma y nadie saldrá herido. —Dijo Ghostfer con relajo. Señalo a un sujeto con su arma. —Tu, toma esta bolsa y que depositen todos los bienes de valor.
El ambiente estaba cargado, el aire denso con el temor latente de los clientes del banco.
Cada vez que alguien miraba a Vi, ella podía sentir cómo sus corazones se aceleraban. Podía ver el miedo en sus ojos, y eso la excitaba. El sonido de los pasos retumbaba en sus oídos mientras se acercaba al cajero, y la adrenalina comenzaba a elevarse en su pecho. Cada segundo era crucial en ese momento. En un rápido movimiento, se acercó al cajero, el hombre temblando bajo su mirada penetrante.
—No intentes nada estúpido. —Murmuró, acercando su rostro al suyo, sabiendo que sus palabras tenían más poder que cualquier arma.
Los cajeros claramente fueron intimidados. Dispusieron todo lo que tenía algún valor en la bolsa. Un sujeto trató de atacar para evitar el robo, pero Vi era más rápida y con una temible facilidad, lo golpeo por un lado del cuello quedando inconsciente. Con eso no les quedó más duda a nadie de ese lugar de lo peligroso que eran.
Mientras esperaba que los demás completaran su parte del atraco, Vi cerró los ojos por un momento. Un destello del pasado apareció: Una mujer de ojos azules, sus palabras llenas de esperanza. Su dulce voz aparecía, pero eran solo sombras que se desvanecían cuando más las necesitaba.
El atraco había salido bien, estaban en su campamento tomando y disfrutando de lo que quedaba de día, pero para Vi eso no era importante y nunca había sido participe de los festejos de sus compañeros por lo que se apartó y se fue a otra zona de la ciudad.
El puerto de Aguasturbias era tranquilo, el sonido del mar rompiendo contra las rocas era un contraste reconfortante frente al ruido constante de las calles de Zaun. Mientras se encontraba en lo alto de una roca mirando el cruce entre el cielo y el mar, algo en ella se relajó. El viento salado que traía consigo la brisa con gotas de mar la calmó, y sus recuerdos la llevaron a los días en que compartía risas y abrazos con su madre y Powder. Aquellos tiempos le parecían tan lejanos, tan inalcanzables, que casi no podía recordar cómo se sentía estar en casa.
En ese momento se permitió un pequeño respiro. Aquí en Aguasturbias, los folletos con su rostro aún no llegaban, nadie la conocía, nadie la miraba con extrañeza, y por un momento, se sintió invisible pasando por su mente un pensamiento. Quizás si encontraba a Powder podía quedarse en ese lugar con ella para siempre, iniciar una nueva vida lejos de todo aquello que les había hecho daño.
Su momento de paz se rompió cuando unos ruidos provinieron del bar cercano. Vi entrecerró los ojos, alertada por los gritos que empezaban a llenar el aire, y se acercó al lugar. Al llegar, vio cómo dos hombres peleaban frente a una mujer con el cabello rojizo, quien, para sorpresa de Vi, parecía disfrutar del espectáculo. La mujer se mantenía en silencio, pero su risa era clara, como si encontrara una diversión insana en la pelea.
—¡Vete de aquí imbécil, yo la vi primero! —Gritó uno de los hombres, mientras el otro respondía con una sonrisa burlona.
—¡Estoy seguro de que me preferiría a mí, mírala, una chica como esa no se fijaría en un trapo viejo como tú! —Dijo con absoluta arrogancia.
Vi observó por un momento, era la típica pelea de hombres que se comportaban como machos alfas por una mujer, nunca llegó a entender esa actitud. Cuando uno de ellos cayó encima de la mujer con traje de pirata, Vi no pudo quedarse callada. En un solo paso, se acercó rápidamente a la escena y les hablo con firmeza.
—Hey estúpidos, tengan cuidado con la señorita —Dijo Vi mirando al hombre que aún intentaba levantarse del suelo. — ¿Serán tan estúpidos como para creer que así encantarán a una mujer? De verdad que no piensan con la cabeza.
La mujer con el cabello rojizo le lanzó una mirada divertida, casi como si la intervención de Vi fuera la chispa de algo más grande. Vi estaba lista para pelear en cualquier momento y sentía a su vez como la mirada de la pirata recorría cada centímetro de su cuerpo, pero no se detuvo a pensar demasiado en eso.
Observó cómo el hombre se levantaba del suelo, frotándose la cara y lanzándole una mirada llena de desdén. La mujer de cabello rojizo, aún sin decir una palabra, seguía sonriendo, disfrutando del caos que había provocado.
Luego de unos segundos, la pirata, se acercó a Vi, dándole una ligera palmada en el hombro, como si su intervención hubiera sido un juego divertido.
—Es una guerra perdida, amiga. Esos idiotas solo no saben cómo tratar a una mujer.” dijo ella, su tono casual, pero con un destello de diversión en sus ojos.
Vi no pudo evitar arquear una ceja. La mujer parecía completamente relajada ante la situación, mientras ella, Vi, seguía tensando los músculos, como si el simple hecho de estar involucrada en esta escena la molestara más de lo que había anticipado.
Confiada en su capacidad de manejar la situación, no apartó la vista del hombre mientras caminaba hacia él, lista para intervenir si la situación se salía de control.
—¿A caso crees que puedes venir a nuestro territorio y tratarnos de estúpidos forastera? — Dijo el otro hombre que se había mantenido en pie. —Yo te enseñaré a respetar a un hombre.
El sujeto se acercó corriendo con un puño cargado yendo hacia el rostro de Vi. Para ella fue muy fácil esquivarlo, hacerlo tropezar con su pie y en el aire golpearle con toda su fuerza en el rostro. El lugar había retumbado con el sonido de su mandíbula crujir en el suelo de madera quedando automáticamente inconsciente.
Vi se acercó inmediatamente al otro sujeto que aún seguía sobándose el rostro.
—¿Tú también quieres ponerme a prueba? —Preguntó Vi confiada con sus ojos fijos en él. Sus ojos ardiendo con una mezcla de rabia y frustración acumulada desde hacía tiempo atrás. El hombre la miró, con evidente intimidación y simplemente corrió escapando de ese lugar.
Eso era todo, ya no habría más problemas.
—Creo que el espectáculo terminó señores. —Dijo Vi, mirando con determinación al público presente.
La mujer se acercó a Vi, su expresión ahora menos juguetona y más evaluadora.
—Vaya, no esperaba que una chica como tú se metiera en este tipo de líos. — Dijo, sonriendo con una mezcla de interés y aprobación que aún expresaba a través de sus ojos curiosos. — ¿Te puedo ofrecer una copa? Un pequeño gesto de agradecimiento por tu heroico rescate.
Vi, ahora más relajada, acepta el trago de aquella mujer. Le haría bien un despeje de tanta pelea y situaciones que habían pasado en el último tiempo. Se sienta junto a ella en la barra del bar.
—Dame lo más fuerte que tengas. — Dice Vi al camarero.
—No te andas con rodeos ¿Que esperas olvidar con ese trago? — Preguntaba la pirata estudiando el amargo trago que Vi estaba tomando.
—No busco olvidar nada. — Le comentó de forma constante. Por un momento miró detenidamente a la pirata buscando en ella algún signo para desconfiar en ella. No lo encontró. — Estoy… buscando a alguien. Una chica. Tiene el cabello celeste y al parecer muchos la conocen como Jinx.
La mujer la miró por un momento, evaluando sus palabras. Algo en el rostro de Vi, tal vez esa chispa de desesperación mezclada con esperanza, le hizo pensar en la importancia que tenía esa búsqueda para ella.
—Jinx, ¿eh? — La mujer sonrió con aire divertido. —He escuchado algunos rumores. En esta ciudad, siempre hay algo interesante pasando.
Vi frunció el ceño esperando alguna información que la pirata pudiera darle sobre ella.
—¿Qué sabes de ella? —Preguntó ansiosa con una necesidad que no podía ocultar.
La mujer, que aún no había dejado de sonreír, suspiró.
—No sé mucho sobre ella —Dijo la mujer, en tono relajado. —Solo los rumores. Ese nombre... ha estado circulando por la ciudad.
Vi estaba nuevamente ante la confusión sintiendo que perseguía fantasmas. Nadie sabía realmente donde estaba su hermana, solo rumores de una ciudad ruidosa.
La mujer la miró con una sonrisa calculada, como si hubiera leído sus pensamientos.
—Mi nombre es Sarah, me conocen como Miss Fortune. —Dijo, presentándose con una ligera inclinación de cabeza. — Soy una pirata, la más reconocida de Aguasturbias. Si buscas a alguien como Jinx, es probable que sepas más buscando por distintas ciudades. Tengo un barco, navegamos por los distintos puertos y controlamos más que solo los rumores.
Vi la observó, algo en la forma de hablar de Miss Fortune le atrajo de inmediato. Sus ojos recorrían la figura de la pirata, su postura fuerte, su carácter, una combinación de simpatía y amenaza que la dejaba sin palabras. Esa presencia imponente le generaba una extraña sensación de seguridad.
—Me sentiría honrada que una mujer tan fuerte y hermosa como tú se uniera a mi tripulación. —Miss Fortune continuó con un tono más grave, pero lleno de posibilidades. —Mi barco necesita a alguien como tú, con agallas y objetivos claros, podrías ser parte de mi equipo y en nuestro camino quizás encontremos algo de la chica que buscas.
La pirata recorría con el índice derecho desde la mano izquierda, pasando por las líneas de sus músculos y llegando hasta el mentón de su cara donde lo tomó junto a su pulgar.
—Ya estoy en un equipo que me está ayudando a encontrarla. —Replicó Vi algo intimidada por el toque de esa mujer.
—Supongo que tu búsqueda no ha dado resultados si aún estas aquí tomando junto a mí. —Sonrió la pirada tomando un sorbo de su trago mientras decía esas palabras.
Vi dudó por un momento, su mente estaba dividida. La mujer había leído muy bien sus pensamientos. Ahora estaba pensando seriamente entre quedarse con su pandilla o arriesgarse a seguir a una pirata que recién estaba conociendo. No le interesaba ser pirata, ni tampoco confiaba lo suficiente en la desconocida, pero la posibilidad de algo nuevo, algo que le ofreciera una salida, otra forma de lograr su objetivo, la tentaba. Por otro lado, la encantadora personalidad de Miss Fortune la había atraído. Era una mujer segura de sí misma, y su figura… Definitivamente era muy atractiva.
—No sé si... —Comenzó Vi, insegura, pero una parte de ella ya había tomado la decisión.
—No tienes que tomar una decisión ahora, pero... —Miss Fortune sonrió, viendo la indecisión en Vi. —Te ofrezco una oportunidad. A veces, lo que uno más necesita es una oportunidad para cambiar su destino. Y yo, te la ofrezco.
La pirata le entregó un papel con las indicaciones de como encontrarle y se fue de ese bar con la seguridad que tanto le caracterizaba.
Vi se quedó allí un momento mirando el papel, la necesidad de algo diferente, de algo nuevo, la hizo decidirse y salió corriendo del bar a seguir a la pirata.
—Acepto Miss Fortune. —Gritó Vi hacia el cuerpo de espaldas de la pirata. —Con la condición de que me ayudes a encontrar a mi hermana.
Sarah se dio la vuelta con una sonrisa de quien ya sabía que la decisión estaba tomada incluso antes de salir del bar.
—Puedes llamarme Sarah y sí, yo te ayudaré en todo lo que pueda para encontrarla. Te espero a medianoche en mi barco. A esa hora zarparemos. No te esperaré así que llega antes de la hora.
La pirata siguió su camino y ahora Vi tenía un camino que trazar.
Esa misma noche, sin que los demás miembros se dieran cuenta, tomó una pequeña bolsa con objetos que habían robado anteriormente, se escabulló del campamento y se dirigió hacia el barco de Miss Fortune.
Subiendo por la entrada con sus cosas vio a Sarah esperándola.
—Siempre supe que no te resistirías. Por cierto, no me has dicho tu nombre.
—Mi nombre es Vi, simplemente Vi. — Dijo con un rostro serio. —Por cierto, no me gusta llegar con las manos vacías. Ten esto.
Le entregó el bolso a Sarah viendo todos los objetos de valor que había dentro.
—Cariño, no era necesario. Tengo muchos de estos en mi barco. —Dijo entre sonrisas. — Ponte cómoda y disfruta del viaje.
Durante la primera semana en el barco, Vi conoció a toda la tripulación. Tenía su propio camarote, algo que nunca había imaginado que sería suyo. La gente era amable, y todas las noches, las risas y el sonido de las copas chocando llenaban el aire. Vi se sentaba al lado de Sarah, hablando durante horas. La alegría había vuelto a su alma aun cuando haciendo parecer que su vida anterior había quedado muy lejana en su memoria. Era agradable tener un lugar cálido, un lugar donde pertenecer, algo que nunca había tenido desde que la guerra había arrasado con todo.
Atrás quedaron los días de peleas y caos. Ahora eran piratas, sí, robaban y saqueaban, pero había una regla en su tripulación que Sarah no dudaba en imponer: cualquiera que fuera atrapado golpeando o causando daño a alguien sería expulsado. La paz a bordo era algo extraño, pero reconfortante para Vi. Podía respirar sin tener que estar constantemente al borde de la violencia.
En una de las tantas noches de fiestas, Sarah se acercó a hablar con Vi como siempre.
—Tengo algo que mostrarte en la cocina. — Le dijo al oído a Vi.
Las dos chicas salieron del lugar hacia la cocina.
—Sabes… desde que te conocí en ese bar supe que eras distinta. — Empezó a besar el cuello de vi con evidente deseo. —Ahora se me hace difícil ver esos músculos y no intentar probar cada línea de ellos.
La mente de vi se nubló de oscuro deseo. Nunca había tenido sexo, pero recordaba por las noches los gemidos de su madre con su padre. En ese tiempo le parecieron gritos desagradables y le producían un asco evidente, en cambio ahora se sentía con la necesidad de hacer gritar a Sarah su nombre hasta que se cansara.
Volteó a la pirata con evidente desesperación y la recargó en la mesa de la cocina, le rompió lo que traía puesto para dejar caer sus voluminosos pechos al aire libre.
—Agh… —Gimió Sarah al sentir como se rompió su blusa y todo lo que traía puesto. Eso le provocó una enorme excitación. — Vi, no he cerrado la puerta de la cocina.
—Tranquila, te aseguro que gritarás tanto que ninguno se atreverá a entrar. —La malicia y deseo se cargaban en sus palabras.
Las palabras de Vi solo hacían que la excitación de la pirata aumentara.
Vi quitó lo que aún quedaba de la ropa de la pirata para dejar descubierta su espalda. Empezó a tocar con sus rasposas manos los duros pezones que se alzaban duros hacia adelante mientras con su boca recorría el arco de su espalda.
Los gemidos no se hicieron esperar, Sarah por primera vez en el tiempo que la había estado conociendo se dejó dominar por una Vi cada vez más ardiente de deseo. Cuando sintió la necesidad, bajó los pantalones de Sarah de un tirón y con una mano apoyada en la espalda de ella la azotó levemente contra la mesa, mientras que la otra mano recorría las curvas de su hermoso trasero.
Nunca había visto otro coño que no fuera el suyo, sus pelos tenían el mismo color del pelo de su cabeza. Empezó a investigar con sus dedos lo que provocaba cada movimiento de sus dedos alrededor de él, mirando con detalle como el delicioso jugo salía de entre sus piernas y sus gemidos se hacían cada vez más acelerados ante la necesidad de que metiera sus dedos y la descubriera por dentro.
Quería jugar un rato más, no dejaría que Sarah obtuviera lo que quiere tan fácilmente. Comenzó con sus dos dedos acariciando su clítoris masajeando con círculos de forma delicada hasta que empezó a sentir como se hinchaba entre sus dedos.
—Dime que es lo que quieres. —Le dijo Vi con lujuria.
—Cógeme con tus dedos Vi… lo necesito. —Le suplicó Sarah entre gemidos desesperados.
Sin esperar más, movió sus dedos un poco más arriba donde se encontraba la entrada a su interior y empezó a jugar con la punta de sus dedos masajeando mientras jugaba con los fluidos.
—Por favor Vi… ¡No puedo más! — Exclamó la pirata desesperada.
Vi introdujo dos dedos de su mano derecha por completo y rápidamente en la vulva de Sarah mientras ella dio un grito que probablemente se escuchó hasta los límites de Runaterra.
Apoyándose con la mano izquierda en su hombro mientras sus pechos seguían pegados contra la mesa y su espalda se arqueaba ante la excitación, su cadera empujando su mano derecha, Vi empezó a embestirla de una forma monstruosa, quería sacar todo el líquido que traía dentro.
—¿Así es como te gusta que te lo metan pirata? Esta noche eres mía. —La cara de vi estaba roja por la calentura, toda la excitación que sentía punzante en su vulva le había subido a sus mejillas. — Te daré hasta que yo esté satisfecha.
A Sarah definitivamente le gustaba que la dominaran y la trataran de esa forma. Al parecer no era nueva en ello.
Vi aún no estaba satisfecha. Tomó a Sarah y la volteó nuevamente. Ahora mirándose cara a cara la tomó de las caderas y la sentó en la mesa. Con sus dos manos guio las piernas de Sarah para colocarla en posición de V dejando expuesto su coño para seguir las embestidas, pero ahora quería ver sus gestos de placer en el rostro.
—Te cogeré Sarah… Te cogeré por cada abertura en tu cuerpo. —Le dijo vi haciendo que Sarah lamiera sus dedos impregnados de su mismo líquido vaginal.
La estaba manipulando como quería, tomó con su mano izquierda la espalda de Sarah, insertó 3 dedos en su vuelva y la embistió.
—¡Aaaah! — Gritó Sarah con dolor y excitación.
Luego, vi sacó sus dedos. Sarah la miraba preguntándose que es lo que pretendía hacer ahora. Vi insertó dos dedos en su vulva y el tercero lo guio con cuidado para meterlo por entre sus nalgas. Sintió la presión de las paredes contra su dedo. La mirada de Sarah entre sorpresa y excitación era imposible de dejar de mirar. Con los 3 dedos repartidos entre los dos agujeros empezó a embestirla con aún más fuerza.
—Vamos pirata, grita mi nombre. —Le dijo Vi con cada vez más deseo y una mirada bestialmente seria.
—Vi... Vi… ¡Vi! ¡Aaagh! — Gemía con excitación.
Vi dejó de embestir y dejó sus dedos clavados profundamente en el interior de Sarah. Su cuerpo se retorcía y ella estaba sintiendo el temblor y escalofríos que recorría todo su ser. Inmediatamente su mano derecha fue inundada con el resultado del placer de Sarah quien a los pocos segundos relajó su cuerpo dejándolo a merced de la mano izquierda de vi quien la seguía sosteniendo.
Sarah se acercó y le quiso dar un beso en los labios. Vi alejó su rostro.
—Para la tripulación tu eres la capitana, pero en el sexo yo mando… no besos, ni nada romántico. Seré tu dueña y yo diré que es lo que quiero. —Expuso Vi de una forma tan dominante que a Sarah se le hizo agua la boca.
—Como tu desees, Cariño.
A los dos meses de haber despertado, Vi seguía sin pistas de Powder. Cada día que pasaba, la imagen de su hermana se desvanecía más y más en su memoria. Powder se estaba convirtiendo en un recuerdo lejano, casi una sombra que no podía tocar.
Durante ese tiempo cada vez que quería, tomaba a Sarah como suya. Hacía y deshacía con ella en distintos lugares del barco a merced de que alguien viera o escuchara, aunque, a decir verdad, toda la tripulación sabía lo que venía cada vez que Vi susurraba al oído de Sarah.
Ese día Vi estaba algo más pensativa que de costumbre, se encontraba en la cubierta del barco, mirando hacia las tierras lejanas que se extendían ante ella. Sus pensamientos viajaban lejos, pero no encontraba respuestas, solo el eco de su interior.
Sarah, quien se había acercado sin hacer ruido, la observó por un momento, notando la frustración que Vi intentaba ocultar. Se acercó, y su voz suave rompió el silencio.
—¿En qué piensas? —Le preguntó, su tono lleno de interés.
Vi la miró, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza por no tener que ocultar sus pensamientos. Sarah se había convertido en una gran amiga y confidente. Sus palabras salieron con más sinceridad de la que esperaba.
—Me agrada no tener que luchar más. —Confesó Vi, mirando al horizonte. — Aunque a veces siento que estar aquí tan… Tranquila… es como si estuviera traicionando la memoria de mi hermana y el objetivo de buscarla… Powder y yo éramos muy unidas. Nuestra familia siempre fue pobre pero muy unida, normalmente teníamos que mendigar por un poco de comida. En veces podíamos comer algo de carne cuando nuestros padres reunían suficiente dinero como para comprar. Todo cambió en un momento donde mama salió y dijo que la esperáramos, pero no volvió. Tome a Powder de la mano, le dije que cerrara los ojos con su mano libre y caminamos entre el fuego del puente que conecta Piltover y Zaun, fue ahí que encontramos el cuerpo de mi madre. Ella murió en esa guerra. Yo inmediatamente sentí la responsabilidad de hacerme cargo de ella y prometerle que nunca nos separaríamos.
Vi sin darse cuenta se desbarata en lágrimas que caen por sus mejillas.
Sarah, visiblemente conmovida, dio un paso hacia ella, su rostro lleno de empatía.
—¿Y qué pasó después de eso? —Preguntó con suavidad, sin prisa, como si supiera que había algo más.
Vi frunció el ceño, su mente tratando de ordenar los recuerdos, pero no podía. Todo estaba borroso, como si el dolor de esos años se hubiera llevado consigo todo lo que alguna vez había sido claro.
—No lo sé. —Admitió Vi con su voz quebrada mirando a los ojos a Sarah con un dejo de frustración. — No puedo recordar qué pasó después.
Sarah notó la frustración en el rostro de Vi, el vacío que la rodeaba, y la abrazó mientras Vi se derrumbaba en sus brazos hundiendo la cabeza en el cuello de Sarah. Unos minutos después Vi se seca las lágrimas y mira a Sarah agradeciéndole por estar ahí.
Sarah en un impulso se acerca rápidamente y besa a Vi en los labios. Vi sintió como el color de su cara cambiaba, sintió la necesidad de apartarla, pero no pudo. Al separar los labios Sarah le invitó a su camarote. La mujer aunque sorprendida, no protestó. Sarah nunca la había dejado entrar a su camarote y algo en la forma en que Sarah la miraba la invitaba a seguirla.
Al entrar en el cuarto de Sarah, Vi se quedó impresionada con la cantidad de objetos de lujo que había allí. Joyas, relojes, recuerdos de lugares lejanos... Sarah había acumulado mucho a lo largo de los años, pero lo que más sorprendió a Vi fue la forma en que todo parecía tener un propósito, una historia.
—Guau, niña rica, quien lo diría. — Decía Vi mientras admiraba la cantidad de objetos de valor.
Sarah, sonriendo, comenzó a buscar entre sus cosas y finalmente sacó una pulsera de oro. Era delicada, con inscripciones finas y elegantes. Al ver la pulsera, Vi no pudo evitar sentirse abrumada.
—Esto es para ti. —Dijo Sarah, dándosela con cierto orgullo en sus palabras. — Le inscribí tu nombre.
Vi la miró, sorprendida. Nunca nadie le había dado algo así. Era un gesto simple, pero en ese momento, sentía que esa pulsera representaba algo que ella había perdido hacía mucho tiempo. El cariño de alguien que realmente le apreciaba.
—Gracias... —Murmuró Vi, mirando la pulsera en su mano. —Nunca me habían dado algo como esto... y no sé cómo pagártelo.
Sus miradas se cruzaron, y por un breve momento, el aire entre ellas se cargó de algo más que palabras. Vi sintió una electricidad desconocida, pero antes de que pudiera procesarlo, Sarah se acercó más y, sin previo aviso, la volvió a besar.
Vi no supo qué hacer. La sorpresa nuevamente la paralizó un momento, pero luego la sensación de los labios de Sarah sobre los suyos la despertó a una nueva realidad. La tensión, que antes había sentido en el aire, estalló en una conexión que Vi anhelaba. Solo sabía que, en ese momento, el mundo parecía detenerse.
Sarah percibió el nerviosismo de Vi, notando cómo sus manos temblaban ligeramente, una expresión de incertidumbre en su rostro. Sonrió suavemente y, con una voz tranquila, le dijo.
—Relájate, Vi. Hoy soy yo quien te guiará. Todo está bien, solo déjate llevar. —Exclamó la pirata con una dulzura sin precedentes.
Vi, aunque algo nerviosa, asintió lentamente, sintiendo una mezcla de emociones contradictorias. Sarah se acercó con suavidad, recostando a Vi en el borde de la cama con una delicadeza que la hizo sentir una extraña sensación de calma. Con movimientos seguros, Sarah se colocó sobre Vi, buscando su mirada. Vi no pudo evitar sentirse atraída por su confianza, pero a la vez, una parte de ella seguía luchando contra sus deseos.
Sarah volvió a besar sus labios con suavidad, y Vi se dejó llevar por la calidez del momento, cerrando los ojos. Sarah, con una sonrisa en sus labios, comenzó a trazar con sus labios el borde de la mandíbula de Vi, luego bajó y saboreo el dulce sabor de su cuello, apreciando cada detalle de su piel. Vi, un tanto ruborizada, se entregó a las sensaciones que los labios de Sarah provocaban en su piel.
Las manos de Sarah se deslizaron por los hombros de Vi, bajando su chaqueta lentamente. Vi no resistió, dejándose llevar por el momento. La camisa siguió el mismo destino, revelando un torso esculpido por los mismos dioses. Los labios de Sarah exploraron cada pliegue del abdomen de Vi, sintiendo cómo se retorcía ante las nuevas sensaciones. Cada movimiento de Sarah parecía un juego lento, pero lleno de intensidad.
La hebilla del pantalón de Vi llamó la atención de Sarah. Con destreza lo desabrochó y quitó su pantalón lentamente hincándose sobre sus rodillas para apreciar lo que tenía delante. Comenzó a masajear los muslos fuertes y corpulentos de la diosa griega que tenía frente a ella. Sus labios trazaron un camino entre los muslos para acercarse peligrosamente al centro del placer de Vi, provocando gemidos anticipados.
Vi se sentía vulnerable, pero al mismo tiempo, quería descubrir lo que ese momento le traía. La conexión entre ellas era palpable, un susurro entre cada respiración compartida. Con una lengua juguetona, Sarah rodeó el clítoris de Vi mientras un delicioso líquido transparente comenzaba a fluir. Los gemidos aumentaron en intensidad mientras el calor se acumulaba dentro de Vi. Su mente se apagó; solo existía el placer.
Los dedos expertos de Sarah encontraron su camino dentro de Vi. Ella estaba deseosa, con cara movimiento de sus dedos sentía como estaba llevándola al borde del éxtasis mientras su lengua revoloteaba hinchando aún más su centro. Y entonces sucedió: un grito incontrolable escapó de los labios de Vi mientras un líquido blanco llenaba la boca de la pirata
—Cait! — Gritó Vi en un angustioso sonido mientras se había dejado llevar por el orgasmo del momento.
Un minuto eterno pasó en silencio hasta que Sarah levantó la cabeza y preguntó con cara de incredulidad:
—¿Qué? — Exclamó atónita la pirata.
Trágame tierra.