Recuerdos Perdidos
11 de septiembre de 2025, 14:03
La primera semana en que Caitlyn despertó, la ansiedad no había hecho más que aumentar con cada día que pasaba, se la había pasado viajando de un lado a otro, abordando la aeronave de su familia y visitando diversas ciudades y pueblos.
Cada pista falsa, cada callejón sin salida, era un recordatorio de su fracaso. Caitlyn sentía cómo su determinación se desmoronaba lentamente. ¿Qué le quedaba a Caitlyn si ya no podía salvar a la única persona que había hecho que todo tuviera sentido? Vi era su ancla, y sin ella, estaba perdiendo todo.
Sus pasos eran más pesados, su mente se estaba nublando por la duda y el miedo.
En un momento, pensó que había encontrado la pista definitiva, un susurro en una taberna olvidada. La emoción le recorrió el cuerpo, y por un instante, el mundo pareció detenerse. Pero cuando llegó al lugar, el rastro se desvaneció como niebla al viento. El vacío que dejó la esperanza rota fue más fuerte que el silencio que la rodeaba.
El desgaste era evidente en su rostro. El rostro que antes se había mantenido firme y lleno de determinación, ahora reflejaba la frustración y la desesperación. Ekko la miraba con un dejo de tristeza cada vez que sus búsquedas llegaban a un callejón sin salida.
—Caitlyn, tranquila. Aún quedan muchos lugares por revisar en Runaterra. —Trataba de darle esperanza a la chica alta de cabello azul con la esperanza de creer en sus propias palabras.
—Ekko, ha pasado una semana y aún no tenemos una sola pista de ella.
Sus ojos agitados moviéndose con locura pensando en todas las posibilidades y buscando algún detalle o alguna nueva alternativa.
—¡Carajo! — Gritó Caitlyn con fuerza, dejando brotar sus lágrimas que empaparon el parche de su ojo y golpeando su puño contra la pared de un edificio.
Ella quería colapsar, derrumbarse, dejar que la tristeza la llevara a los profundos paramos de la soledad y a su vez la ira que crecía a su interior le invitaba a quemar todo a su paso por encontrar a la única persona con la que se sentía completa.
—Cait… —Le llamó Ekko por su nombre colocando su mano en su hombro.
Cait desatando la ira contenida, golpea el brazo de Ekko que había extendido para calmarla y acercándose a su rostro con mirada desafiante.
—¡No entiendes! —Caitlyn no pudo evitar dejar escapar una ráfaga de ira. — He buscado por toda Runaterra. ¡Una maldita semana, Ekko! Y todo ha sido en vano. ¿Qué más tengo que hacer?
Su respiración estaba agitada antes de soltar los cuestionamientos al chico de rastas blancas.
—Aún no olvido que en tu cuidado Vi escapó. ¡¿Acaso no pudiste hacer algo para detenerla?!
Ekko se puso serio, entendía el dolor de Caitlyn, pero le dolía como intentaba desviar su dolor hacia el con palabras tan hirientes sin pensar que él también está sufriendo.
—Cait… No olvides que ella es como mi hermana. —Agachó la cabeza y sollozo. — Quizás si pude hacer más… no losé, pero al igual que tu estoy sufriendo.
Cait que anteriormente había tensado la mandíbula comprimiendo sus dientes por la rabia, empezó a relajarse entendiendo que había sido cruel con una persona que no lo merecía y que le estaba ayudando en esa labor tan compleja.
—Lo siento Ekko… —Murmura mientras le da la espalda al pequeño hombre.
Ekko la abraza por la espalda sin decir una palabra. Cait agacha la cabeza sollozando mientras su cuerpo tiembla ante la frustración. No había nada más que decir, solo seguir en la búsqueda sin perder la esperanza.
Cada noche, al caer el sol, sentía que un pedazo más de su ser se desmoronaba. Su razón de ser, su propósito, la búsqueda de Vi, se le escapaba entre los dedos como si fuera arena fina. No había encontrado nada concreto, solo más preguntas y que respuestas. El final de esa semana se acercaba.
—Ekko. —Murmuró Cait mientras estaba sentada en el piso recargándose en una de las paredes de la aeronave.
—Dime.
—El consejo me ha pedido retomar mi cargo como comandante de forma inmediata… —Dijo Caitlyn con un rostro inexpresivo sabiendo lo que significaba tomar esa decisión.
Ekko se queda pensando mientras está acostado en el frio suelo mirando el techo.
—Cait, la ciudad… las ciudades te necesitan. Se cuanto amas a Vi, he visto lo mucho que la necesitas y sé que ella a ti también, pero deberás dejar que yo siga con esta búsqueda. — Suspira y mira a Cait a los ojos. —Debes confiar en mí.
Caitlyn se queda pensativa queriendo reusar su propuesta y olvidar todas sus responsabilidades, pero se obliga a callar sus temores por bien de Piltover y Zaun.
—Gracias Ekko… Si, confío en ti.
Después de esa breve conversación tomaron destino a Piltover.
El avión descendió suavemente hacia la mansión familiar, el sonido de los motores resonando en sus oídos mientras la ciudad se desplegaba debajo. No tenía idea de cómo iba a enfrentar esa segunda semana.
—Hija, ¿Como les fue con la búsqueda? —Preguntó Tobias dándole la bienvenida a Cait.
Detrás de ella Ekko le hacia señales al medico que no había ninguna novedad.
La mirada de Cait estaba perdida. Se despidió del pequeño hombre de pelo blanco que viajaba en la Aeronave para seguir buscando a Vi. Inmediatamente entró a la mansión con dirección a su habitación sin dar una sola palabra a su padre, sintió el vacío en esa gran mansión, el tiempo se le había escapado por completo y aun con profunda e incómoda tristeza debía continuar.
Ekko seguiría con la búsqueda, pero Caitlyn debía regresar a sus labores como comandante. La presión de su cargo la llamaba con fuerza, con dos ciudades que chocaban y constantemente se aniquilaban entre sí.
Se acercó a mirar la ciudad desmoronada frente a ella, un recuerdo de Vi la asaltó.
Vi estaba en el suelo con la herida provocada por Sevika.
—No disparas tan mal.
—Soy excelente disparando.
—¿Vas a ayudarme bombón?
Caitlyn extendió su mano para agarrar la mano de la Zaunita y ayudarla a pararse. Apoyó su otro brazo en su espalda.
—Deja de decirme así. Me llamo Caitlyn.
—Pero si eres tan dulce, como un bombón.
Incluso herida, la Zaunita seguía teniendo un gran desplante y autoestima. Caitlyn solo rio ante el comentario.
—Cállate.
Con su mente perdida en los recuerdos buscando la fortaleza para seguir, se fue a su cama a dormir esperando que todos estos días fueran solo un mal sueño.
Lunes.
Al llegar a su oficina, el peso de la responsabilidad recayó sobre sus hombros como un manto de hierro. El escritorio lleno de papeles y documentos la esperaba, un cruel recordatorio de todo lo que no podía controlar. Agradeció a Steb por su trabajo mientras se sentaba ante el escritorio, pero la sensación de estar atrapada en la rutina la estaba consumiendo. No podía concentrarse. No podía dejar de pensar en Vi, en su rostro, en su sonrisa, en los momentos compartidos.
Caitlyn cerró los ojos por un momento, tratando de calmar la tormenta que se desataba dentro de ella. No tenía tiempo para detenerse, no podía permitírselo. Pero, por dentro, las piezas de su vida se desmoronaban. Aun así, su cuerpo seguía atado a las tareas que debía realizar como comandante.
El silencio en la oficina era ensordecedor. Caitlyn miró los papeles frente a ella y suspiró, sabiendo que no podía seguir adelante de esta manera, pero sin saber cómo romper ese ciclo.
Caitlyn estaba tan absorta en sus pensamientos que no escuchó el suave golpeteo en la puerta. Solo cuando la voz de Nora la sacó de su ensueño, levantó la mirada hacia la puerta.
—¿Puedo pasar, comandante? — Dijo Nora, su tono siempre profesional, pero con una suavidad que solo ella parecía tener al dirigirse a Caitlyn.
—Adelante. —Respondió Caitlyn, distraída y desbordada por la cantidad de trabajo entre los papeles de su escritorio.
Nora entró con paso firme, llevando consigo una pila de papeles y algunos documentos en la mano. Se acercó al escritorio de Caitlyn, dejándolos sobre la superficie de madera pulida antes de hablar.
“Carajo” pensó Cait al ver como aún más papeles se acumulaban encima.
—Comandante, tengo varias novedades para usted. — Nora hizo una pausa antes de continuar, como si preparara el terreno para lo que estaba por decir. —Primero, algunos miembros de la alta sociedad han solicitado una audiencia. Quieren discutir varios temas pendientes, aunque no estoy segura de qué exactamente.
Caitlyn asintió sin mucho interés. La alta sociedad siempre había sido una carga constante, y sus necesidades nunca parecían alinearse con las verdaderas prioridades de la ciudad.
—Entendido. —Dijo Caitlyn con una voz que no ocultaba su agotamiento. —¿Qué más?
Nora continuó mientras organizaba algunos papeles más.
—La reconstrucción va lenta, los informes indican que apenas un 30% de la ciudad. Además, se indica que estamos necesitando más personas para acelerar el proceso. La falta de recursos y personal es evidente. —Nora hizo una pausa para mirar sus notas. — Siguen los disturbios en los puentes que conectan Zaun y Piltover. La tensión entre ambos sectores ha ido aumentando.
Caitlyn apretó los labios, su frustración solo crecía con cada noticia que escuchaba. No solo no había encontrado pistas sobre Vi, sino que la ciudad seguía parecía desmoronarse a su alrededor. La reconstrucción parecía imposible sin más apoyo.
—También recibimos cartas de Noxus durante estos meses que no estuvo comandante. En una de ellas, están solicitando nuevas negociaciones para discutir los acuerdos comerciales y las otras iban dirigidas directamente hacia usted. — Nora dejó una pequeña pausa, como si midiera sus palabras, antes de añadir. —Finalmente, los comerciantes están pidiendo que la comandante se haga presente en terreno. La delincuencia ha aumentado, y están muy preocupados por la creciente inseguridad en la ciudad.
Caitlyn se tomó un momento para procesar la información. Todo parecía estar fuera de control, y aunque estaba agradecida por la eficiencia de Nora, la cantidad de problemas la sobrepasaba. La ciudad estaba en ruinas, la gente vivía con miedo y la paz que tanto había intentado preservar parecía cada vez más lejana.
—Bien, haz que organicen las reuniones necesarias. Me ocuparé de todo lo demás. — respondió Caitlyn, con una voz más decidida de lo que realmente sentía por dentro.
Nora asintió y, al notar la expresión agotada de Caitlyn, dijo con una leve sonrisa.
—Si necesita algo más, estaré afuera en mi escritorio.
Caitlyn se quedó mirando los papeles sobre su escritorio después de que Nora saliera, el ruido de la puerta cerrándose detrás de ella fue lo único que rompió el pesado silencio. El peso de todo lo que debía hacer le cayó nuevamente, como una losa. ¿Por dónde empezar?
Se inclinó en su silla, dejando caer los hombros por un momento, y cerró los ojos. Un suspiro se escapó de sus labios, pero luego se recompuso. No podía rendirse. No aún.
—Un día a la vez. —Se dijo a sí misma en voz baja, un mantra que había repetido tantas veces en los últimos días, y con ese pensamiento comenzó a ordenar los papeles que tenía frente a ella.
Había trabajo que hacer, muchas decisiones que tomar.
Y aunque el vacío por la ausencia de Vi seguía atormentándola, Caitlyn sabía que tenía que continuar. La ciudad, la gente, todos dependían de ella. Había mucho por reconstruir, y no podía permitir que su dolor la frenara.
Ese primer día, Caitlyn decidió que lo más importante era mostrar a sus oficiales que, a pesar de la incertidumbre, ella seguía siendo su líder. Reunió a todos los oficiales de la ciudad en el centro del cuartel de los ejecutores y les habló con firmeza, buscando infundirles coraje y determinación.
—Oficiales, Ejecutores, Tenientes, en realidad, todos los presentes. Hay muchos que me conocen, otros nuevos pueden que no sepan quién soy. He estado algún tiempo fuera a consecuencia de la batalla contra los Noxianos. Nos han arrebatado mucho, la estabilidad de nuestra ciudad, los recursos, incluso varios miembros de nuestras familias. Nuestro valor y fortaleza ha sido puesto a prueba y solo puedo estar orgullosa de como cada uno de ustedes defendió esta ciudad. — Su voz se llenó de un orgullo notable ante los ojos de los espectadores. — Ahora sé que les pido mucho… Les pido la voluntad de que juntos devolvamos la gloría de esta hermosa ciudad, debemos cumplir nuestra labor de proteger a cada miembro de ella, a mover uno a uno cada ladrillo caído y a ser la respuesta los restauradores de paz de Piltover y Zaun.
Los presentes escuchaban admirados ante la voz de la Comandante resonando con fuerza en el salón.
—No nos dejemos llevar por el miedo. Somos la columna vertebral de esta ciudad y lo demostraremos con acciones.
Las palabras de Caitlyn fueron recibidas con aplausos, y sus los altos mandos la miraron con aceptación ante sus palabras. Aunque la carga sobre sus hombros era grande, sabía que su liderazgo era necesario. Aquel primer día fue solo el comienzo de lo que aún debía hacer.
Martes.
Caitlyn decidió patrullar la ciudad con algunos de sus oficiales, esto le ayudaría a acercarse a ellos más personalmente y olvidarse del cansado papeleo. Mientras caminaban por las calles, observó los cambios y la creciente delincuencia. Aunque la situación no era tan grave como para considerarla un caos total, había una palpable sensación de inseguridad en el aire. Los bandidos parecían más dispersos, sin grandes organizaciones delictivas, pero los pequeños hurtos y actos de violencia eran una constante.
La mayoría de los ejecutores eran nuevos y de muy baja edad, es una de las consecuencias que había dejado la batalla, grandes vidas perdidas entre sus filas.
A pesar de todo, Caitlyn no pudo evitar sentir una ligera calma al ver que la situación no había escalado aún a algo más peligroso en las calles de las ciudades. Los oficiales que la acompañaban demostraron que aún quedaba orden en la ciudad, y eso le dio algo de esperanza.
Miércoles.
Quizás fue el día más duro para la chica de pelo azul. Se retiró a su oficina, rodeada de papeles, mientras la realidad de la situación se apoderaba de ella. Con cada documento que firmaba, con cada informe que leía, la desesperación por la ausencia de Vi se intensificaba. No podía evitar esperar una señal de Ekko, algo que le indicara que había algo nuevo sobre el paradero de la luchadora. Pero no llegó nada.
Caitlyn se permitió llorar en silencio en ese lugar solitario. Durante un largo rato, dejó que las lágrimas cayeran, mientras su corazón se rompía una tras otra ocasión. Al mismo tiempo, las responsabilidades seguían acumulándose sobre ella, como una carga que no podía quitarse. Al final de ese día, cuando las lágrimas se cesaron, retomó el papeleo más allá del anochecer. No podía rendirse. No debía.
Jueves.
Su padre, Tobias estaba preocupado por ella. Veía que, en un intento por escapar de sus propios pensamientos, se había dedicado casi tiempo completo a su trabajo. ¿Cuánto tiempo más podría seguir así con ese ritmo? Ni ella misma lo sabía, pero debía seguir intentándolo.
Este fue el día más complicado en términos políticos. Los miembros de la alta sociedad se habían reunido con Caitlyn, exigiendo su destitución. Querían que el consejo se reconstituya, que la ciudad volviera a ser gobernada como antes, cuando todo estaba “bajo control”.
Caitlyn los escuchó, manteniendo una calma imperturbable, aunque por dentro la rabia la consumía. Estos eran los mismos individuos que nunca habían visto más allá de sus propios intereses.
—No puedo hacer lo que ustedes quieren. — les dijo con firmeza. — No soy una figura decorativa, y este no es el momento para caer en los viejos hábitos. Piltover necesita algo más que gente que mire solo por sí misma. Necesita un liderazgo dispuesto a sacrificarse por la ciudad, no por las élites.
—¡Tu liderazgo nos llevó a una guerra! —Gritó uno de los nobles.
Sabía que él tenía razón, pero no podía demostrar debilidad.
—¿Mi liderazgo? Teníamos una guerra en casa, con Zaun, incluso mucho antes de que yo naciera. —Replicó con dureza. — Soy una Kiramman, parte de las casas más influyentes como todos ustedes. Soy capaz de reconocer ciertos errores en mi mandato, pero también soy capaz de encontrar soluciones por el bienestar de nuestras ciudades. Son dos cosas que no veo actualmente en ninguno de ustedes.
Se hizo el silencio en el lugar, luego de unos minutos volvieron las réplicas. Caitlyn solo tenía en su mente aguantar las arremetidas despiadadas de los nobles. Aunque las discusiones fueron largas, Caitlyn salió de esa reunión con la certeza de que, por ahora al menos, no tenía que ceder ante las presiones. La ciudad era más importante que cualquier discusión inútil.
Viernes.
Hoy era un día para reunirse con los comerciantes del centro de Piltover. Ellos habían solicitado su presencia debido a la creciente preocupación por la seguridad. Necesitaban ejecutores permanentes en algunas calles, un tipo de seguridad más firme para que pudieran continuar con sus negocios sin temor.
—Entiendo sus preocupaciones. —Les dijo Caitlyn, mirando a cada uno de ellos a los ojos para brindar la seguridad que ellos necesitaban. — Estoy comprometida con asegurarme de que sus negocios puedan prosperar en un ambiente seguro, pero debemos asegurarnos de que nuestra respuesta sea equilibrada y no ocupar todos los recursos que tenemos. No podemos permitir que el miedo se apodere de la ciudad.
Luego de pensar unos segundos, volvió a hablar.
—Asignaré un grupo de guardias que patrullará por estas zonas cada cierto tiempo. Su presencia debiera ser suficiente para molestar a los delincuentes. Uno de ustedes tendrá el contacto vía radio con el grupo de guardia y avisará en caso de que ocurra alguna situación.
Las discusiones sobre medidas de seguridad para la zona quedaron claras, pero Caitlyn sabía que debía encontrar una solución a largo plazo. No podía simplemente depender de mitigantes y fuerza bruta. La justicia debía prevalecer.
Sábado.
Ya había llegado el final de la semana de trabajo, lo que para algunos sería un alivio, para Caitlyn era un recordatorio de que tendría todo un día para sumergirse en sus problemas personales.
Ese día se reunió con los comerciantes del puerto. Habían reportado un aumento en la presencia de piratas rondando la zona. La ciudad, además de sus otros problemas, debía enfrentarse a esta nueva amenaza. Los comerciantes estaban aterrados, temían que las aguas del puerto se convirtieran en un refugio para los delincuentes del mar.
—Voy a poner en marcha un plan para reforzar la seguridad en el puerto. —Dijo Caitlyn con determinación. — A largo plazo espero poder generar una armada Naval que nos apoye con estos nuevos desafíos.
A lo largo de esa semana, Caitlyn había enfrentado cada desafío con una fuerza renovada, pero dentro de ella, la falta de noticias sobre Vi seguía siendo un peso abrumador. Cada día que pasaba, la pregunta sobre el paradero de Vi se volvía más difícil de soportar. Pero a pesar de la incertidumbre, Caitlyn se decía a sí misma que debía seguir adelante.
Había terminado su reunión en el puerto, frustrada por la creciente preocupación de los comerciantes sobre los piratas, cuando decidió caminar hacia su oficina. El aire fresco de la ciudad la golpeó suavemente mientras pasaba entre los puestos del mercado, su mente todavía ocupada con los problemas que acababa de enfrentar. Sin embargo, algo llamó su atención. Un movimiento rápido, furtivo, en uno de los puestos de mercadería.
Instintivamente, su ojo se fijó en la figura encapuchada que se deslizaba entre las sombras, aparentemente había robado a uno de los puestos de joyería que se ponía allí. El dueño no se había dado cuenta, pero Caitlyn si y no lo iba a dejar pasar.
No hubo ni un segundo de duda. Su cuerpo reaccionó de inmediato. El entrenamiento, la experiencia y la dedicación de años como ejecutora la habían preparado para este tipo de situaciones. En un abrir y cerrar de ojos, Caitlyn comenzó a correr tras él, sus pasos rápidos y firmes, calculando cada movimiento del desconocido con precisión.
A pesar de la agilidad del ladrón, Caitlyn conocía esta ciudad mejor que nadie. Sabía por dónde escaparían, cómo el terreno podría jugar a su favor. Entre las callejuelas y los recovecos de Piltover, ella no perdió terreno. Las sombras de la ciudad parecían ser su aliada mientras seguía de cerca al delincuente. Finalmente, en una esquina estrecha y oscura, Caitlyn alcanzó al ladrón. Usó sus habilidades en combate para inmovilizarlo, aplicando una llave experta que lo dejó sin escapatoria en el suelo de espalda. Ese fue uno de los pocos momentos en los que había agradecido el entrenamiento de la general Ambessa.
Caitlyn levantó al ladrón agarrándole de su chaqueta para pararlo y enfrentarlo, cuando su capucha dejó ver su rostro e hizo que corazón diera un vuelco. La figura debajo de la capucha era distinta, pero aún reconocible. No había duda.
Era Vi.
Caitlyn sintió cómo su rostro se iluminaba por completo. Sin pensar en nada más, lanzó un grito de alegría que resonó en toda la calle.
—¡Vi, estás aquí! — Su dejo de alegría le iluminó el rostro.
En un impulso, la abrazó con todo el amor y la intensidad que había estado acumulando desde su desaparición. Su corazón palpitaba con fuerza, el contacto con ella, por fin, era real.
En lugar de sentir la calidez que Caitlyn había esperado, una voz distante y fría respondió, con una desconcertante falta de reconocimiento.
—¿Quién eres tú y cómo me conoces, ejecutora?
Las palabras atravesaron a Caitlyn quién esperaba y estaba segura de que al verle podría recobrar al menos una parte de pasado. Que equivocada estaba. La confusión en el rostro de Vi, la mirada vacía, era como un golpe devastador. Vi no la reconocía.
El mundo de Caitlyn se desplomó en ese instante. La esperanza, tan viva en su pecho, se desvaneció como si nunca hubiera existido. Aquello que más había temido estaba ocurriendo. La pérdida, la angustia y la desesperación la envolvieron.
Caitlyn apartó ligeramente su rostro, con lágrimas comenzando a brillar en sus ojos. La mirada vacía de Vi, esa ausencia en su memoria, la rompió por completo.
—Vi... —Susurró Caitlyn, su voz quebrada. —Soy Caitlyn... Mírame, por favor trata de recordarme.
Vi, aún en sus brazos, la miró sin comprender, su rostro aún marcado por la confusión. El dolor en los ojos de Caitlyn era evidente, ella había tenido la esperanza que al estar cerca ella recordaría cada momento vivido, pero Vi no respondía, simplemente parecía perdida.
Por un momento, el tiempo se detuvo para Caitlyn. ¿Y si Vi no volvía a recordar lo que era?