ID de la obra: 657

El llamado del sol negro

Mezcla
NC-17
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planificada Mini, escritos 1.064 páginas, 490.148 palabras, 63 capítulos
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Rostros del Pasado

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Las dos semanas que siguieron al encuentro entre Vi y Sarah estuvieron marcadas por un tenso silencio. Desde aquel momento en que Vi había gritado ese nombre "Cait" en medio del orgasmo que Sarah le había causado, esta última había guardado una distancia emocional. En muchas ocasiones, Sarah mantenía la mirada fija en Vi, pero sus ojos reflejaban algo más que ira. Había dolor, herida, una sensación de traición que no sabía cómo manejar. Vi, aunque intentaba concentrarse en lo que tenía delante, no podía evitar sentir la distancia creciente entre ellas, como si algo irreversible se hubiera fracturado en su conexión Vi sabía que debía darle tiempo, la mujer estaba enojada de que el nombre de otra ocupara sus labios. Deseaba tomarla y transformar esos sentimientos en el placer carnal más grande que haya sentido la mujer del mar, pero sabía que la había herido por dentro y que las banalidades del sexo no pueden curar el dolor que se alojaba dentro. La Zaunita se recostaba en la cama por las noches, mirando al techo mientras su mente recorría una y otra vez los fragmentos de recuerdos que acechaban su mente y lo sucedido ese día con Sarah. ¿Qué significaba que su nombre hubiera escapado de sus labios? Cada vez que pensaba en ella, una parte de su alma se agitaba, como si algo dentro de su ser le arrastrara a buscarla. Pero eso no encajaba con lo que Sarah representaba. Trató de reflexionar que significaba ese nombre para ella, no podía ser casualidad que su nombre escapara en un momento así. Pero su mente aún no le brindaba las respuestas que necesitaba. En los últimos días, Sarah había intentado, sin éxito, hablar de ello. Cada vez que lo mencionaba, Vi encontraba una excusa para girar hacia otro lugar e ir a hacer tareas que no le correspondían. Pero la tensión seguía aumentando, y para ninguna de las dos era algo fácil de ignorar. El crujido de la madera bajo sus pies solo acentuaba el silencio, que pesaba más con cada palabra que no se pronunciaba. El rumbo del barco estaba fijado. Iban hacia Piltover, donde Sarah tenía ciertos negocios pendientes en el puerto. Había algo de misterio en lo que debía hacer allí, algo que no había explicado completamente a Vi, y aunque esta lo aceptaba sin hacer preguntas, el ambiente entre ambas era pesado. Para Vi era agradable poder regresar a Zaun después de semanas navegando por las distintas costas de Runaterra. Había una extraña sensación de hogar al estar de vuelta en la ciudad que conocía, a pesar de todo lo que había cambiado. Quizás ahora tendría mejor suerte tratando de encontrar a Powder o quizás algún nuevo rastro de su memoria aparecería. El viaje en el barco había sido en su mayoría silencioso. Sarah estaba ocupada con sus propios pensamientos, mientras que Vi se encontraba perdida en su mente, mirando el mar, sin saber cómo enfrentarse a la conversación pendiente que ambas sabían que debía ocurrir en algún momento. Sarah, a pesar de su temperamento y de su fachada de pirata ruda, también estaba preocupada por lo que había dicho Vi. Sabía que Vi no era de las que se entregaban tan fácilmente, pero algo había cambiado entre ellas. Aquella palabra, había calado hondo, y Sarah no sabía cómo manejar la situación. Vi había cambiado. Algo dentro de ella había sido tocado, y Sarah no sabía si eso significaba que la relación que habían comenzado a construir se desmoronaría o si había algo más en juego. Las noches habían sido extrañas desde entonces. A veces, Sarah despertaba en medio de la oscuridad atormentada por sus propios pensamientos y sentía una punzada en el corazón. Nunca debió dejar que la mujer del bar se alojara tan adentro de su corazón. ¿Qué sería Sarah para ella? ¿Una mujer para complacerla sexualmente? ¿Un amor de verano? O tal vez solo era un espejismo, un refugio temporal mientras ambas navegaban por las aguas de la incertidumbre. El barco se acercaba lentamente a Piltover, el puerto comenzaba a tomar forma en el horizonte, y con ello, Vi se sentía llena de anhelo y añoranza. La imagen de Piltover y Zaun parecía llevarla más atrás, a un tiempo donde todo era diferente, más simple. La ciudad que alguna vez conoció estaba ahora llena de cicatrices, como su propio corazón. La tensión entre Vi y Sarah seguía flotando en el aire. Vi, que había estado en silencio durante gran parte del viaje, finalmente se armó de valor para romper el silencio y acompañar a la pirata en la proa del barco con su mirada perdida en la profundidad del mar. —Capitán ¿Todo bien? —Preguntó Vi, mirándola con una leve sonrisa, esperando romper la barrera que había crecido entre ellas. Sarah la miró brevemente, sonriendo con algo de reserva. —Sí, todo bien. —Respondió Sarah, manteniendo un tono tranquilo, aunque su mirada no era tan abierta como de costumbre. Vi, con algo más de confianza, decidió continuar la conversación. —Quería pedirte perdón. Hace días que estaba reuniendo el valor para hablar del tema y cada vez que lo intentábamos me acobardaba. No fue mi intención arruinar esa noche, era un momento importante... para las dos. Y lo que dije... no estuvo bien. Pero quiero explicarte. Yo no sé realmente lo que grité, ni quien es. Tampoco me importa… solo estaba relajada, sintiendo, y supongo que mi boca habló sobre recuerdos borrados de mi memoria. —Confesó Vi, sus palabras fueron más sinceras que nunca. Sarah la observó en silencio por un momento, tratando de procesar sus palabras. Finalmente, suspiró y, con un tono más suave, respondió. —Vi, no estoy enojada por eso. Solo estoy preocupada. —Sarah dijo analizando lo siguiente que diría. —En el tiempo que has estado en el barco, sentí que nuestra complicidad y los momentos que hemos compartido nos llevaron a sentir algo más que una amistad entre nosotras, algo especial... Me gustas y me preocupa que quizás al recobrar tu memoria esto acabe en solo un recuerdo. Vi se quedó pensativa por un momento, el eco de las palabras de Sarah resonaba en su cabeza. La idea de que sus recuerdos podían estar regresando era algo que esperaba con tantas ansias desde que había despertado. Pero ahora no estaba lista para entrar en esos pensamientos, ahora solo deseaba olvidar que su propia mente era un enigma. Necesitaba desconectarse de todo eso por un momento. —Seguro nada de mi pasado puede ser tan sexy como tu bombón. —Dijo Vi, coqueteando con una sonrisa divertida mientras pasaba su pulgar por la mejilla de la pirata tratando de suavizar la intensidad del momento. —Y de seguro yo no he conocido a nadie tan fastidiosa y coqueta como tú. —Respondió Sarah, con una mirada pícara, sus ojos brillando con un toque de complicidad. Las miradas coquetas iban y venían entre ellas, la química palpable. Pero de repente, el oficial de la tripulación interrumpió el momento, anunciando que estaban listos para entrar al puerto de Piltover. Sarah suspiró al ver que sus responsabilidades se asomaban a la vuelta de la esquina. —Desearía seguir jugueteando contigo, cariño, pero el deber llama y debo ir a encargarme de mis asuntos a la ciudad. —Dijo Sarah, rompiendo el momento, pero sin perder su tono tranquilo. —¿Qué es lo que realmente haces en Piltover? —La pregunta salió de Vi sin que lo pensara. —Solamente son negocios por los objetos que hemos adquirido, y uno que otro encargo de los mercaderes de este lugar. Tú te quedas aquí en el barco. Pero, por favor, no busques problemas ¿De acuerdo? —¿Cuánto me conoces? Sabes que no puedo simplemente quedarme en el barco sin hacer nada. Quedarme quieta aquí es como pedirle a un río que deje de fluir. Sarah rio entre dientes antes de articular palabras. —Vamos Vi, se que esta es tu tierra, pero tu cara está por todas partes con una recompensa a quien te logré capturar. Así que promete que no saldrás y buscaras problemas. —La pirata hizo una pequeña pausa antes de acercarse sugerentemente a la otra chica. —Si eres una buena chica, cuando vuelva, podemos retomar donde lo dejamos… La palabra "no" nunca había sido de su agrado, pero la propuesta de Sarah era sugerente y muy tentadora. —Está bien, así será, no buscare problemas. —Respondió Vi, aunque en su mente, la palabra "no" seguía sonando como algo que siempre desafiaría. Pero por ahora, asintió, sabiendo que Sarah solo estaba preocupada. Sarah se acerca a sus labios dándole un tibio beso para luego empezar a prepararse para bajar del barco. Vi solo la observó alejarse mientras ella se quedaba en la baranda del barco, mirando el puerto que se aproximaba. Su mente empezó a divagar en las palabras de la pirata, “Me gustas”, la luchadora solo podía afirmar tres cosas: Sarah le brindaba una paz inesperada entre toda la confusión que traía su mente, a ella también le gustaba Sarah, si quería ser la persona ideal para ella debía dejar de buscar un pasado olvidado y quererla como se merece. Al desembarcar, una hora fue todo lo que necesitaba para ceder ante la curiosidad y el hambre que sentía. No era su estilo quedarse quieta. La ciudad estaba llena de vida, de colores y sonidos que la tentaban a explorar, y aunque Sarah le había pedido que se quedara en el barco, Vi no podía resistirse. Colocó su capucha sobre su cabeza y bajó por las escaleras del barco, dispuesta a ver lo que Piltover tenía para ofrecer. Las calles eran bulliciosas, llenas de mercaderes y transeúntes. Vi no podía evitar dejarse llevar por la multitud mientras se deslizaba entre las personas, observando todo con atención. Al final, sus pasos la condujeron a un pequeño mercadito. Entre los puestos llenos de joyas, telas y especias, algo le llamó la atención. Una piedra preciosa, un brillante fragmento de color fuego que parecía bailar con la luz del sol. La piedra combinaba perfectamente con el color del cabello de la pirata, y por un momento, Vi imaginó lo hermosa que se vería en el collar de Sarah. La idea de darle un obsequio a la pirata, algo que pudiera simbolizar lo que había significado para ella, era tentadora. Pero no tenía dinero. Vi miró alrededor, asegurándose de que nadie la observaba, y en un rápido movimiento, tomó la piedra, escondiéndola entre sus ropas. La adrenalina comenzó a correr por sus venas. Se movió rápido, pero sin mostrar sospecha alguna de lo que había hecho, caminó entre las calles, evitando los ojos curiosos, y cuando alcanzó una esquina, se adentró en un callejón, dispuesta a perderse entre las sombras. Pero no había calculado algo: alguien la había visto. Una ejecutora, rápida y astuta, había observado el movimiento. Vi no se dio cuenta hasta que oyó el sonido de los pasos apresurados acercándose. Instintivamente, comenzó a correr, a perderse entre las callejuelas y los recovecos de la ciudad, con la esperanza de evadir a su perseguidora. Sin embargo, la ejecutora era experta, y la ventaja de Vi fue solo temporal. En una esquina, la ejecutora la alcanzó. Con un movimiento certero, la atrapó y, con una serie de maniobras rápidas, la derribó al suelo. Vi, visiblemente adolorida por el impacto, se quedó inmóvil por un momento, recuperando el aliento. La piel de su rostro contra el piso, la tensión de sus músculos, todo le dolía. Sintió en ese momento como una mano la jalaba por el suéter y al ponerse de pie la capucha había cedido. Fue en ese instante cuando la voz de la mujer la sorprendió. — ¡Vi, estás aquí! Las palabras se quedaron suspendidas en el aire, y Vi frunció el ceño, tratando de comprender lo que acababa de escuchar. La ejecutora la miraba fijamente, como si la reconociera, y en los ojos de Vi, una extraña sensación de familiaridad comenzó a surgir. No era posible. El corazón de Vi latió con fuerza mientras su mente intentaba unir las piezas, pero antes de que pudiera procesar algo más, la ejecutora, que parecía más calmada y centrada que nunca, la observó con intensidad, esperando una reacción. Vi, seguía respirando con dificultad por el golpe que le había propinado en el suelo, se sintió vulnerable y atrapada, pero algo en la mirada de la mujer le decía que no era una simple ejecutora. Había algo más.
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