ID de la obra: 657

El llamado del sol negro

Mezcla
NC-17
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planificada Mini, escritos 1.064 páginas, 490.148 palabras, 63 capítulos
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Recuerdos rotos

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Caitlyn no podía creer lo que veía. Frente a ella, Vi, la mujer que había amado, la mujer que había perdido, la miraba con cara de espanto. Vi se mantenía a una distancia segura, mirando a Caitlyn con desconfianza y un dejo de indiferencia. El corazón de Caitlyn se rompió con cada palabra que Vi pronunciaba, y aun así, no podía rendirse. Tenía que luchar por lo que ambas habían sido. —Vi… soy yo. Soy Cait. No puedes… no puedes olvidarme. —Imploró Caitlyn, su voz quebrada, pero determinada. —Tienes que recordar. Debes recordar lo que compartimos. Vi miraba a Caitlyn como si fuera una sombra, alguien que no pertenecía a su mundo actual. Sin embargo, había algo en su mirada, un destello de algo familiar, que la hacía vacilar. ¿Por qué el nombre de Caitlyn la hacía sentir un agujero profundo en el estómago, como si estuviera perdiendo algo muy importante? No podía dejar que esa mujer la tocara, pero al mismo tiempo, algo dentro de ella deseaba recordarlo todo. La confusión era desesperante, pero también había un rechazo, una murmurante rabia hacia todo lo que representaba la mujer que tenía delante. —¿Cait? ¿Quién diablos eres tú? —Vi bufó, su tono cortante, despectivo. —No sé qué clase de juego estás jugando, pero como si fuera a creer algo que una ejecutora me diga. Cada palabra que Vi decía era como una daga que se clavaba más profundo en su corazón. Caitlyn había esperado que al ver a Vi, algo despertara en ella. Pero no era así. La rabia de Vi, su desconfianza, la destruían por dentro. ¿Cuánto más debía soportar antes de darse cuenta de que tal vez no la recordaría nunca? Sin embargo, no podía rendirse. No podía dejar que todo lo que compartieron se desvaneciera. Vi dio un paso atrás, pero algo en sus ojos desafió a Caitlyn. No era solo desconfianza, era un rechazo, una negativa a ser controlada por esa persona que apenas reconocía. Caitlyn podía sentir la tensión en el aire, esa batalla silenciosa por el control. Vi estaba lejos de ser la mujer que había amado, pero una parte de Caitlyn sabía que aún quedaba algo dentro de ella, algo que podía rescatar. La rabia de la Zaunita estaba transformándose en ansiedad. Estaba lista para huir, para alejarse de esa mujer que la desconcertaba, que le traía a su mente distintas sensaciones y sentimientos, demasiado dolorosos para ser reales, por otra parte, ese nombre “Cait”… Era imposible que ella fuera la chica que nombró frente a Sarah. Caitlyn sostuvo su mirada, pero su voz temblaba. —No puedo... No puedo perderte, Vi. —Dijo, sus palabras tan suaves que casi se ahogaban. —Te he estado buscando, te he estado esperando, y no sé cómo seguir sin ti. Fue la primera vez que mostró lo que realmente sentía, y por un momento, Vi vio en sus ojos algo más allá de la determinación: miedo. ¿Qué debía hacer ante esa relevación? Todo lo que quería en ese momento era correr y perderse por las calles de la ciudad. Caitlyn, al ver las intenciones de huir de la luchadora, fue incapaz de dejarla. Reaccionó en un impulso y la atrapó con fuerza. —No... no te vayas. —Dijo Caitlyn, luchando por contener las lágrimas. —Te lo ruego, Vi. Vi luchó contra el abrazo, sus manos empujando a Caitlyn con fuerza, pero la comandante no la dejaría ir. Vi, al verse atrapada, comenzó a gritar, lanzando todo tipo de insultos, su cuerpo con una fuerza voraz buscaba de una forma u otra zafarse de sus brazos. —¡Maldita mangosta! ¡Ejecutora! ¡Mentirosa! Todos ustedes son iguales. —La rabia salía en cada palabra, mientras seguía luchando por escapar, su rostro se llenaba de una rabia creciente. Caitlyn, con el corazón desgarrado, la mantenía sujeta, sin poder hacer nada más que escuchar cómo las palabras de Vi perforaban su alma. La situación se volvía cada vez más caótica, pero Caitlyn no podía soltarse, no sin al menos intentar que Vi la reconociera. Agarro unas esposas que traía en su cinturón y las coloco delicadamente en las muñecas de Vi. —Se que esto no te gustará, pero no me dejaste otra opción. —Joder! ¿A quién le gusta que le esposen y la arresten sin cometer ningún delito? La mujer más alta giró los ojos antes de contestar. —No estoy aquí para arrestarte, ya te lo explicaré. —Hizo una pausa. —De todas formas, robar es un delito. Saca el collar de uno de los bolsillos de Vi. —No se dé qué estás hablando. Después de ese breve intercambio de palabras, Caitlyn la arrastró por las calles hasta su oficina en el cuartel de los ejecutores. Vi, estaba agotada por exigir a su cuerpo pelear contra el amarre de la ejecutora, pero aún con la furia burbujeando en su interior, entró a la lujosa oficina junto a Caitlyn. En la sala, con las luces de la tarde entrando por las ventanas, Caitlyn finalmente la sentó sin quitar las esposas en sus muñecas. La mujer más baja respiraba con fuerza, pero su mirada nunca dejó de ser desafiante. La habitación estaba fría, a pesar de la luz cálida que entraba por la ventana. Afuera, las primeras lluvias de la temporada golpeaban el vidrio con insistencia. El sonido era constante, monótono, como un recordatorio de la tormenta interna que ambos compartían. Caitlyn observaba a Vi, y por un momento, las gotas de lluvia parecían encerrar la habitación en un espacio cerrado, como si el mundo hubiera dejado de moverse. Se sentó afirmando sus manos en la mesa de su escritorio mirando firmemente a la mujer delante de ella. —Vi…—Comenzó, su voz más suave pero llena de pesar, mientras la observaba fijamente. — Tú y yo nos conocemos, fuiste esencial para mí para conocer sobre Zaun, Silco, el Shimmer… Tomó una pausa como elaborando las siguientes palabras. —Luego vino la guerra… la guerra nos cambió a las dos. Pero tú y yo teníamos algo, algo más que un simple compañerismo. Fuiste una ejecutora, mi mano derecha, e incluso… más que eso. Compartimos momentos que nunca deberías olvidar. Luchamos juntas, nos protegimos mutuamente… Vi la miró fijamente, el escepticismo evidente en su rostro. ¿Qué le estaba diciendo Caitlyn? Era imposible creerle. Ella, la luchadora de Zaun, una ejecutora, ¿Realmente la comandante esperaba que ella creyera algo de eso? —Nunca podría ser una ejecutora. Mis padres murieron a causa de tu gente. —Dijo Vi, su voz fuerte, llena de desprecio. Cait suspiró. —Losé. Fallecieron a causa de ejecutores en la batalla del puente que une Piltover y Zaun. Tu estabas junto a tu hermana Powder. Lamento todos los crímenes que los ejecutores cometieron en el pasado y la cantidad de gente que perdió a sus familiares. — Dijo Cait con evidente tristeza. Para la Zaunita, era indudable que la comandante sabía mucho más de ella de lo que se esperaba. Aun así, su desprecio no se hizo menor. —Soldadito, entiéndelo bien. Yo nunca podría relacionarme con alguien que sea un ejecutor, y mucho menos alguien como usted comandante. ¿Qué clase de broma es esta? Caitlyn se estremeció por el dolor de esas palabras. Podía sentir el profundo desprecio de Vi hacia ella y, aun así, no había dudado en ningún momento de seguir intentando recuperarla. Vi lo había sido todo para ella. —Sabes, cuando te conocí solo pensé en nuestras diferencias, tu una criminal de Stillwater, yo una ejecutora de Piltover. Pero confié en ti, te liberé y luego empezaste a acercarte a mí con esa tremenda confianza que irradias y me dijiste que yo soy tan dulce como un pastelito… ¡Tú me llamabas pastelito! —Caitlyn gritó, su frustración finalmente saliendo a la superficie. —Y con el tiempo esos acercamientos… lo que compartimos en la celda… Antes de que Vi pudiera interrumpir a Cait, un golpe en la puerta calmó las tensiones de esa conversación. —Comandante, Miss Fortune desea una... —Dijo Nora, entrando en la oficina con una expresión de profesionalismo. Antes de que pudiera terminar, la puerta se abrió con fuerza y Sarah entró en la sala, mirando a Caitlyn con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Vi, aún con las esposas puestas, estaba sentada, claramente incómoda en la silla. Sarah observó la escena, sin perder la calma, aunque su mirada pasó rápidamente de Vi a Caitlyn. —Parece que no duraste mucho en el barco, cariño. —Dijo Sarah con una sonrisa traviesa asomándose en sus labios, mirando a Vi con diversión. Vi, sin perder la compostura, respondió sin pensarlo. —Quedarse quieta y aburrida no es lo mío. Mientras paseaba por la ciudad, me tope con la comandante que me arrestó sin ninguna razón. —Exclamó Vi desinteresadamente. Caitlyn, con el rostro tenso, le dirigió una mirada cargada de emociones contenidas. —Vi estaba robando, y la arresté, además es una de las criminales más buscadas por sus atracos y atentados de los últimos meses. —Dijo Caitlyn, con esfuerzo, tratando de no dejar que la ira la dominara. —Por cierto, ¿quién eres tú y como te atreves a entrar a la oficina de la Comandante sin autorización? Se dirigió a Sarah, con evidente molestia, no solo por la interrupción, sino por la aparente conexión que demostraban las dos chicas. —Mi nombre es Sarah, pero para usted comandante, puede llamarme Miss Fortune. —Dijo con mirada desafiante sin dejar de sonreír. — Soy la pirata mas reconocida de los mares de Runaterra, la reina pirata de Aguasturbias. —¿Me podrías decir que haces en este lugar? ¿Cómo conociste a Vi? Sarah levantó una ceja, claramente divertida ante la situación. —Estoy aquí por negocios, esperaba encontrar al comandante Steb... Respecto a la segunda pregunta, fue un encuentro... interesante. —Dijo Sarah, y antes de que pudiera continuar, Vi la interrumpió. —¿Por qué es eso importante? —Comentó Vi, mirando a Caitlyn con una sonrisa irónica. —Vi, ya te lo dije, yo te conocía, tú eras una ejecutora como yo, me ayudaste en distintas misiones y eras considerada una heroína para esta ciudad. —Comentó Caitlyn con seriedad. —Solo estoy buscando que recuerdes y vuelvas a tu hogar. Sarah y Vi intercambiaron miradas, y ambas se rieron por lo absurdo que sonaba eso. Caitlyn, con un nudo en el estómago, sintió como ese momento parecía una pesadilla difícil de salir. Esa conexión que tenía con Sarah ya la había visto antes en si misma con Vi ¿Podría ser que Vi se había enamorado de Miss Fortune? —Te has puesto a pensar por un segundo si ¿Quizás lo que quiero es olvidar? El silencio que siguió fue insoportable, cargado de una frustración palpable. Caitlyn trató de hablar, pero las palabras se atoraron en su garganta. Cait recordaba los días felices con Vi, cuando la risa de la joven era lo único que importaba. Recordaba los días en que estuvo para ella cuando su madre había muerto, cómo Vi siempre encontraba la manera de hacerla sonreír, incluso en sus peores días. Ahora, todo eso se sentía como una vida ajena. La mujer que tenía enfrente no era la misma ¿Era hora de rendirse? Sarah capturando la evidente tensión del momento, miró a Caitlyn con una sonrisa en su rostro. —Libérala, Comandante. Saca esas esposas de inmediato. El simple hecho de escuchar esa frase hizo que saliera del estado de shock en el que se encontraba dando paso a un calor recorriendo su cuerpo visiblemente impulsado por los celos que le provocó la voz de la pirata. Apretó los dientes, pero la situación no podía seguir siendo ignorada. —La liberaré. — Respondió Caitlyn, con un tono que ya no era tan suave. —Pero no puedo omitir los crímenes cometidos por Vi el último tiempo. Ella me acompañará a una misión y con eso saldará su deuda, al menos la de esta ciudad. Necesito su ayuda para desarticular una banda criminal de Zaun que está adquiriendo fuerza. Sarah frunció el ceño y, por un momento, parecía dudar. —No pienso arrastrarla a una misión de este tipo, Cait. —Respondió Sarah, pero la luchadora, con una sonrisa que nadie más pudo ver, intervino. —Eso suena interesante. Me gustaría tener un poco de acción y recorrer nuevamente las calles de Zaun. —Dijo Vi, su tono más relajado, como si la situación solo fuera un juego para ella. Sarah miró a Vi, algo preocupada, pero luego, con un suspiro, aceptó. —Está bien, si es lo que quieres. Pero recuerda, Vi, te estaré esperando en el barco cariño. —Esta noche vigilaremos y monitorearemos la situación desde cerca. Prepárate para una larga noche Vi. —Interrumpió Caitlyn con una mirada seria y de concentración. —Nos vemos mañana en la noche cariño. — Expresó Sarah mientras besaba dulcemente la mejilla de Vi. Caitlyn, intentaba guardar los celos y frustración que le provocaba esa escena. Miró a Vi, tratando de ocultar lo que realmente sentía. Sabía que esta misión sería crucial para desarticular la banda criminal antes de que se convirtiera en una organización, pero lo que realmente quería era pasar tiempo con Vi y recuperar lo que había perdido. Quizás solo era la esperanza hablando, pero existía una pequeña posibilidad de acercarse más a la luchadora. La ciudad de Zaun nunca dormía, y la oscuridad de la noche solo aumentaba el brillo de sus luces tenues. La humedad en el aire se pegaba a la piel, y el sonido del agua corriendo a través de las alcantarillas se mezclaba con los murmullos de la ciudad. Caitlyn y Vi estaban ocultas en las sombras, observando el campamento de la banda criminal que se había asentado en las profundidades de Zaun. Era su misión: desmantelar la operación y detener la circulación de mercadería ilegal que estaba arruinando aún más la ciudad. Caitlyn se encontraba en una posición elevada, con las rodillas en el suelo y la cabeza baja para enfocar su mirada a través de la mirilla de su rifle en dirección al campamento, vigilando los movimientos de los bandidos. Vi, recostada contra la pared a unos metros más atrás de ella. La mujer alta de pelo azul podía sentir como los ojos de la luchadora se posaban en cada centímetro de su cuerpo, en otra ocasión eso le parecería el momento perfecto para saltar sobre ella, pero en este, no debía pensar en nada más que en completar la misión para luego poder resolver los problemas entre ellas. A lo lejos, el resplandor de los bultos de mercancía y las figuras que se movían rápidamente bajo la tenue luz de las farolas no escapaban de los ojos entrenados de Caitlyn. Todo parecía estar bajo control, pero la incertidumbre seguía rondando, y la necesidad de Vi de hablar comenzaba a desgarrar el silencio. —¿Por qué inventaste todo eso sobre mí? —Vi rompió el silencio, su voz grave, tensa. —¿Por qué dijiste que yo era una ejecutora? ¿Por qué dijiste que éramos... lo que dijiste que éramos? Caitlyn se tensó al escuchar las preguntas, sus dedos apretando su rifle mientras trataba de procesar sus palabras. Vi no entendía nada de lo que estaba sucediendo, ni una sola palabra de Cait había logrado que sus recuerdos se hicieran más claros. Luego de unos minutos y por la forma en que se lo había preguntado, con una confusión tan arraigada, comprendió que no podía seguir alargando el silencio. Tenía que explicarle de alguna forma. —No lo inventé, Vi. —Comenzó Caitlyn, su voz temblorosa pero dulce. —Nada de eso fue inventado. Te conocí hace años en Stillwater como te dije en la tarde. Me acerqué a ti para que me ayudaras en una investigación en curso, cuando nos miramos por primera vez tenías la misma mirada de odio que me muestras ahora. Luego conocimos a Ekko, los Firelighters, tratamos de ayudar a Zaun… ocurrieron tantas cosas. Caitlyn vaciló por un momento. — Vi, compartimos más de lo que puedes imaginar. —Su tono se volvió un tanto melancólico. — Se de tu pasado, de tus miedos, de tus sentimientos por mí y tú de los míos… Sé de tu familia, como murieron tus padres, de Vander, de Powder, todo lo que pasó… En ese instante, Vi se tensó. Su rostro se transformó en una mezcla de angustia y esperanza. —¿Powder? ¿Qué sabes de Powder? ¿Qué le pasó? —Vi gritó, su voz llena de desesperación. El cuerpo de Vi se movió involuntariamente hacia Caitlyn, como si esas palabras fueran la última chispa que la conectaba con su hermana desaparecida. La mujer más alta no pudo evitar la angustia que la invadió al escuchar el grito de Vi. En ese instante, Caitlyn supo que la misión había fallado. La mención de Powder había sido demasiado reveladora, demasiado vulnerable para Vi. Y antes de que pudiera reaccionar, antes de que pudiera hacer algo más, el sonido de pasos apresurados se escuchó desde las sombras. —¡Vi! —Gritó, tratando de moverse hacia vi cuando aparecieron de la nada dos soldados, con trajes oscuros y sigilosos, su presencia prácticamente invisible hasta ese momento. Con una precisión mortal, ambos atacaron. Caitlyn apenas tuvo tiempo de girarse para enfrentarse a ellos cuando la oscuridad la envolvió después de sentir un golpe de un objeto contundente en su cabeza y el impacto la hizo caer al suelo. La última imagen que vio antes de perder el conocimiento fue el rostro preocupado de Vi, quien apenas logró gritar su nombre antes de ser derribada de igual forma.
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