ID de la obra: 657

El llamado del sol negro

Mezcla
NC-17
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planificada Mini, escritos 1.064 páginas, 490.148 palabras, 63 capítulos
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Jaula de Recuerdos

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Vi despertó con un dolor de cabeza insoportable. La oscuridad de la celda la envolvía, pero no estaba amarrada. Sus manos y pies estaban libres, y por un momento, creyó que había sido un sueño, o más bien una pesadilla. Sin embargo, al abrir los ojos, la realidad la golpeó. Estaba en una prisión, una jaula de dimensiones reducidas que apenas le permitía moverse. Las paredes, de piedra fría, le daban la sensación de estar atrapada en un lugar sin salida. Su mirada se deslizó hacia el frente, y ahí estaba ella. Caitlyn. Cait estaba un poco más allá, sentada frente a ella con una expresión que parecía mezclar frustración y diversión. Vi parpadeó un par de veces, seguía intentando descifrar donde estaba y si quizás seguía dormida en el barco junto a Sarah, pero al ver la expresión de Caitlyn, entendió que no lo era. —Al fin despertaste, cariño. —Dijo Caitlyn con un tono entre burlesco y molesto, tratando de imitar el tono cariñoso de Sarah. —Gracias por hacer que nos atrapen, cariño. Vi, aún con la cabeza a medio camino entre el sueño y la conciencia, puso los ojos en blanco, sintiendo cómo la irritación crecía dentro de ella. Se paró. —¿Mi culpa? —Vi replicó, su voz cargada de sarcasmo y sus manos moviéndose al ritmo de sus palabras. —No estamos aquí por mi culpa, Cait. Tu eres la ejecutora, la comandante de la gran ciudad del progreso, Piltover. Estamos aquí porque eres tan cuadrada, tan... meticulosa. Si hubieras decidido avanzar y dejar que yo acabara con estos idiotas, no estaríamos en esta situación. Caitlyn, se paró, se acercó rápidamente y con determinación para enfrentar los cuestionamientos de Vi frunciendo el ceño a solo centímetros de su rostro. Vi no pudo evitar que sus ojos se fijasen en los de Caitlyn. La cercanía, el calor de su cuerpo contra el suyo, la tensión en el aire. Se dio cuenta de lo cerca que estaban. Sus rostros estaban casi tocándose, y por un momento, Vi sintió algo en su pecho, algo que la hizo dudar. Pero lo desechó rápidamente ante las furiosas palabras de la mujer frente a ella. —¿Cuadrada? Soy ejecutora, Vi, no una luchadora como tú. —Replicó Caitlyn con voz baja, la irritación aún visible en sus ojos. —Soy líder de la casa Kiramman, soy una ejecutora condecorada por mis hazañas y confío en mis procedimientos. Esta vez Cait estaba visiblemente enojada enfatizando su mirada en los ojos de la luchadora. —Nunca tomas nada en serio. Siempre tienes esa actitud, como si pudieras enfrentarte a todo sin consecuencias. Mira lo que tu negligencia provocó. — Con su mano le muestra ambos lados de la celda. Vi se inclinó hacia adelante, acercando aún más su rostro al de Caitlyn, su respiración chocando con la de ella. —¿Por qué me arrastraste a esta misión si sabías que esto terminaría mal? Tú insististe. Si tanto me conoces entonces ¿Por qué lo hiciste? Tú también eres responsable Comandante. Caitlyn la miró fijamente, y un silencio pesado se instaló entre ellas. Sus ojos no paraban de mirarse sin parpadear, era evidente que la cercanía estaba provocando algo en Vi ¿Rabia? ¿Enojo? No, había algo más, algo la estaba impulsando en poder descubrir el interior de esos ojos azules. Por un momento, se sintió perdida en ellos, como si estuviera atrapada en un remolino. Y entonces, Caitlyn dio un paso atrás. La ejecutora soltó un suspiro, llevó sus dedos hacia su frente y su voz se suavizó, como si finalmente dejara ir la rabia que había estado acumulando. —Lo siento, Vi. —Dijo Caitlyn, mirando al suelo, su voz casi quebrada. — Tienes razón, te arrastré a esto... porque lo que más quería era volver a nuestra normalidad... estaba más preocupada en que recordaras… que cuidar de ti. No debió ser así, lo lamento. La chica de pelo azul se sentó en una de las paredes de la celda con evidente tristeza y pena. Vi, sorprendida por el tono de Caitlyn, se quedó en silencio por un momento. Su mente luchaba por procesar lo que acababa de escuchar. La ejecutora… ¿Realmente le estaba diciendo que sus sentimientos habían nublado su juicio? Vi nunca había conocido a un ejecutor que pudiera sentir algún grado de empatía. Todo lo que conocía de ellos era violencia, golpes, injusticia y aunque no le gustaba admitirlo, en las pocas horas que había estado con ella, podía sentir que era distinta a los demás. Por unos segundos la Zaunita se quedó en silencio, procesando sus palabras. Algo en la vulnerabilidad de Caitlyn la hizo dudar de lo que había pensado de ella. No esperaba que la ejecutora tuviera un resquicio de duda o de arrepentimiento. Se acercó un poco y se agachó junto a ella. —Hey…—Respondió Vi con una sonrisa irónica. — No te preocupes, Cait. A mí también me encanta que me metan en líos, o mejor aún, que yo misma los busco. Supongo que es mi especialidad. Ambas sonrieron ligeramente, un breve momento de conexión en medio de la tensión. —Quizás podamos ser amigas, si es que no vuelves a intentar matarme con una llave de lucha libre y dejarme en el suelo otra vez. —Dijo Vi con picardía. Caitlyn, al escuchar esas palabras, no pudo reír y mover la cabeza. La tensión que había acumulado entre ellas se disipó un poco con la sonrisa de ambas que traía algo de calma al momento. —Te aseguro que no es la primera vez que te gano en un combate. —Sonrió con cierta mezcla de desafío y diversión. Vi arqueó una ceja, tratando de parecer indignada por el tono burlón de Caitlyn. —Sí, claro, Cait. Seguramente no estás acomodando los recuerdos a tu gusto, ¿Verdad? —Respondió Vi de forma burlona, sonriendo de lado. Ambas rieron suavemente, y aunque la situación no era la ideal, el momento fue uno de esos raros instantes de conexión entre ellas, tan inesperados, pero tan necesarios. En medio de la tensión, por un momento la chica de pelo rosa se sintió como si todo fuera más simple. Un breve respiro en la tormenta. El sonido de los pasos resonó en el estrecho espacio de la prisión antes de que dos soldados entraran en la sala, sus rostros implacables y sus cuerpos pesados, lejano al aire simple y cálido de la interacción anterior. Sin decir una palabra, sacaron a las dos mujeres de la celda, ataron sus muñecas hacia atrás de sus espaldas y las llevaron a otra habitación donde las obligaron a ponerse rodillas y esperar en un silencio incómodo. El espacio estaba tan pequeño que el aire parecía estar cortado, y el temor se filtraba por las grietas en los muros de piedra. Vi, sintiendo el peso del silencio, miró a Caitlyn, que estaba completamente quieta, sus ojos reflejando el coraje de una combatiente, sin duda alguna fue su valentía la que la había llevado a ser la Comandante de los ejecutores, pero era también su extraña comprensión de la mujer más alta la que le hacía saber a Vi el miedo que tenía la ejecutora en su interior. —No tengas miedo, Cait. —Le dijo en un susurro, su voz suave pero confiada. —Pase lo que pase, te voy a proteger. Confía en mí. Caitlyn la miró, sintiendo el calor de sus palabras, el lazo invisible que las había unido en lo más profundo de su ser. Sus ojos se tornaron acuosos, un leve signo de esperanza. Asintió lentamente, las palabras de Vi fueron todo lo que necesitaba para encontrar la fuerza y seguir adelante. Los soldados permanecieron en silencio, observando el intercambio entre las dos, pero pronto la puerta se abrió con un crujido. Un hombre alto y delgado entró en la sala, su figura alargada como la de un reptil. No tenía la apariencia de un hombre común; su piel era de un tono verde-amarillento, con escamas que se entrelazaban por su cuello y sus brazos. Sus ojos eran inhumanos, fríos como el hielo, y su traje rojo, tan llamativo como una bandera de guerra, destacaba sobre el entorno oscuro de la prisión. Caitlyn, sin apartar la vista de él, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Ese traje era de Noxus ¿Un soldado de Noxus? La ciudad de Noxus estaba demasiado lejos de donde se encontraban, y la figura del extraño parecía fuera de lugar. Él las observó con una sonrisa burlesca, acercándose lentamente, y su tono no hacía más que aumentar la tensión en el aire. —Que tenemos aquí... La comandante de Piltover y su ‘novia’” —Dijo el líder, su voz cargada de sarcasmo, mirando a Vi y luego a Caitlyn. Vi, irritada por el comentario, levantó los ojos al techo, exasperada. —No soy su novia, pero ya te gustaría a ti tener a alguien tan dulce como ella renacuajo. —Dijo, con un tono despreciativo y burlesco. El líder se ríe, disfrutando del desconcierto de las dos mujeres. —¿Problemas en el paraíso? —Preguntó, como si estuviera observando una escena divertida. No les dio oportunidad de responder y continuó con su tono burlón. —Da igual. Lo importante aquí es que tengo a dos personas de gran interés para nuestros jefes. No se preocupen, todo será más claro dentro de poco. —¿Quién se supone que eres tú? ¿Para quién trabajas? —Preguntó Cait de forma desafiante. —Mi nombre es Slinker, soy el líder de esta banda. ¿Para quién trabajo? Ya te lo dije, dentro de poco tendrán todo más claro, por ahora no tengo autorización para dar ningún información más. Vi lo observó, su expresión desafiante y molesta. No iba a dejar que se burlara de ellas tan fácilmente. Con una sonrisa maliciosa, se levantó un poco y se inclinó hacia el líder. —Si eres tan valiente y arrogante, ¿Por qué no luchas contra mí? Te crees el líder de tu tropa, solo te dedicas a mirar de lejos como todos los demás hacen el trabajo sucio y, además, ¿Te dejas mandonear por otros sujetos? —Emitió una pequeña risa antes de seguir. —Realmente ni para ser líder sirves. Las palabras de Vi eran un retó y sus ojos llenos de desafío. El líder la miró con una sonrisa fría, pero su expresión cambió rápidamente. Sabía que no podría ganarle con facilidad. Vi era peligrosa, y una pelea con ella podría ser más de lo que él estaba dispuesto a arriesgar. No obstante, su tono seguía siendo burlón. —No creo que quiera poner a prueba mis habilidades superiores contigo ahora. Pero cuando el mercenario llegue, tal vez puedas disfrutar el tiempo que te queda con él. —Dijo, y alzó una mano hacia el soldado que estaba esperando en la puerta. Con una mirada rápida y un gesto de la mano, el líder salió de la habitación, dejando a Vi y Caitlyn con un solo guardia, una sombra más que una amenaza, pero suficientemente peligrosa. El guardia estaba armado y parecía ansioso por hacer su trabajo. Antes de que pudieran reaccionar, el guardia les dio una orden. —Quédense quietas. —Gruñó el soldado. — y no hagan nada estúpido. Caminó hacia Caitlyn mirando su rostro arrugado por el enojo que estaba sintiendo. —Quizás tú y yo podríamos divertirnos un rato. —Tomó el rostro de Cait con una mano, lo arrastró hacia sí mismo y con la otra mano empezó a acariciar el pecho izquierdo de la Piltoviana. La furia de Vi se había desatado con ese acto escupiendo al guardia. —Puto animal. —¿A quién vienes a tratar de animal, Zaunita de mierda? — Gritó el guardia irritado soltando a Cait y avanzando a la mujer de pelo rosa. La levantó del brazo para golpearla, pero Vi, como una sombra, se movió con agilidad, liberándose de las cuerdas que la mantenían sujeta. Con una rapidez asombrosa, se agachó, esquivando el golpe del guardia, y con un par de movimientos rápidos, lo dejó inconsciente en el suelo. No hubo tiempo para dudas ni para pensar. —Te dije que te protegería, Cait —dijo Vi con una sonrisa desafiante, mientras liberaba las ataduras de las muñecas de Caitlyn. Caitlyn, aún sorprendida, asintió lentamente. Vi podía haber perdido la memoria, pero definitivamente no había perdido sus habilidades físicas durante ese tiempo fuera de —Nunca pensé que tendrías tiempo de salvarme, Vi. —Su tono, más suave, contrastaba con la fuerza que había demostrado antes. Vi, al escuchar esas palabras, la miró con una mezcla de ironía y calidez. —Siempre me ha gustado sorprender a la gente. Aunque debo admitir que nunca me cansaré de salvar a una dama tan imponente como tú. Las dos mujeres se miraron con una sonrisa mientras Vi seguía desatando las ataduras. Debían apresurarse, los soldados podrían llegar en cualquier momento, y esta vez, la batalla sería mucho más grande. El sonido de los pasos de un guardia entrando en la sala alertó a las dos mujeres. Al ver a las prisioneras liberadas, el guardia dio un paso atrás, sus ojos llenos de pánico, y comenzó a correr hacia fuera de la habitación en busca de refuerzos. —Mierda. —Murmuró Vi, su voz baja pero cargada de urgencia. —Debemos movernos rápido antes de que lleguen todos aquí. Caitlyn asintió rápidamente, sintió la adrenalina fluyendo por su cuerpo mientras Vi tomó su mano y la guiaba fuera de la habitación. —Aguarda Vi. —Se detuvo de golpe la mujer más alta. —Necesito mi arma. —Cait, debemos salir de aquí, no hay tiempo. De seguro tienes bastantes rifles en el cuartel. —Créeme Vi, no podemos dejar esta arma en manos equivocadas. Vi suspiró y asintió. Las dos chicas entraron a varios cuartos hasta que encontraron el arsenal de armas custodiado por un soldado de más de dos metros de alto. Miraron como ingresar mientras se ocultaban detrás de una pared. —Escúchame Cait, yo distraeré a ese idiota, en cuanto lo aleje de la puerta debes correr hacia el arsenal y recuperar tu arma. —Suspiró Vi mirando al soldado gigante que custodiaba la puerta. —¿Estarás bien? —Ja, soy una chica fuerte. Ningún soldado gigante podría conmigo. —Sonrió para sí misma antes de empezar a correr hacia la puerta del arsenal. —Hey grandulón, ¿Te abandonaron en el cuartel mientras hay acción a fuera? Supongo que no te consideran muy inteligente o al menos lo suficientemente estúpido para dejar abandonado dentro. El soldado gigante se paró de la silla donde estaba y caminó hacia Vi evidentemente irritado por sus palabras. Vi retrocedió de apoco queriendo alejarlo del lugar. —Supongo que tus músculos son solo aire, de otra forma no me explico que seas tan débil. El sujeto empezó a correr enviando un puño a la Zaunita quien lo esquivó con facilidad. —Que divertido, eres lento como una babosa. —La pelea era excitante para la Zaunita y sonreía ante la diversión que le provocaba. Al mismo tiempo, Cait se agachó y comenzó a avanzar sigilosamente hacia la puerta del arsenal. Tenía un candado de tres llaves. “Mierda” exclamó para si misma la ejecutora. Manteniendo el sigilo se acercó al escritorio del soldado y buscó desesperada entre los cajones las llaves mientras veía de reojo la batalla que se veía por delante donde Vi aún esquivaba cada golpe. —Vamos grandulón, ¿No tienes nada mejor que eso? Enseguida, el soldado tomó un barril y lo arrojó rápidamente contra la Zaunita quien lo esquivó girando sobre si misma en el suelo, pero al pararse, no se esperó ver el puño del gigante sobre su cara. El soldado la golpeó tan fuerte que todo el cuerpo de Vi fue lanzado contra la pared metros más allá haciendo que sus huesos crujieran y el sonido del impacto resonara en el lugar atrayendo la vista desesperada de Cait que seguía buscando las benditas llaves. Vi cayó al suelo con fuerza, sintiendo el impacto que resonó en sus huesos y su cuerpo temblaba. El dolor la atravesó, pero no tenía tiempo de procesarlo. Se paró con dificultad y escupió sangre de la boca. Miró de reojo a Cait y vio que la puerta aún no estaba abierta. Suspiró. —Eso sí me dolió. Ahora me lo tomaré enserio. —Tomó postura para empezar una pelea contra el soldado. Vi se precipitó contra el gigante quien envió un puño a su rostro. La Zaunita pudo sentir el aire del puño que pasó a un lado de su rostro. Se movió rápidamente, un golpe, luego otro, sus piernas se movían tan rápido que parecía volar. Le asestó un golpe directo en la cara del gigante, seguido de otro con el puño izquierdo, terminando con un rodillazo en el abdomen, lo que lo hizo tambalear hacia atrás. Vi aprovechó ese momento para derribarlo, empujando con su pierna el pie del gigante hasta que cayó al suelo con un estruendo. —Muy débil para ser tan grande. —Dijo Vi, con una sonrisa de burla mientras miraba y escupía al gigante caído. Pero en el instante en que lo pensó, se dio cuenta de su error: el gigante no estaba fuera de combate. En un movimiento rápido, el soldado se levantó, apretando su cuello con fuerza. —Maldito… —Le expresó Vi mientras intentaba desatarse de las fuertes manos del soldado apretando su garganta en el aire. El aire comenzó a faltar en los pulmones de Vi. Sus músculos se tensaron, pero no podía respirar lo suficiente. Justo cuando las sombras comenzaron a oscurecer su visión, escuchó el sonido de un disparo. El gigante cayó de inmediato, sin poder hacer nada más. Era Cait, lo había logrado, obtuvo su arma y disparó directamente a la cabeza del gigante matándolo al instante. —Vi, ¿Estas bien? Lamento haberme tardado. —¡Cof! ¡Cof! —La Zaunita aún tosía tratando de agarrar todo el aire posible. — Tienes…. Buena puntería comandante. La mirada de Cait estaba triste. En ese momento Vi comprendió que ella en su infinita nobleza no era capaz de matar a nadie sin que eso fuera realmente necesario. Notaba en los ojos de la mujer más alta como le había dolido hacerlo. —Me salvaste la vida Cait. Te lo agradezco. —Extendió su mano al hombro de la Comandante. —No te sientas mal por lo que acabas de hacer. La Comandante bajó los ojos por un segundo y luego asintió. Se escuchaban pasos por fuera del lugar. —Debemos movernos Vi. No podemos con todos. La mujer de pelo rosa no respondió de inmediato. Sus ojos recorrían el entorno, evaluando cada posible salida, cada sombra que pudiera esconder un camino. Vi había crecido en Zaun, conocía cada rincón de la ciudad, cada callejón, cada calle empedrada. —Sígueme —dijo finalmente, con un tono de seguridad que no se reflejaba completamente en su mirada—. Sé por dónde ir. Las dos se movían con rapidez, sorteando los pasillos estrechos y oscuros del lugar, cruzándose con varios soldados. Vi, sin dudarlo, los derrotaba uno por uno, dejándolos atrás con golpes rápidos y efectivos. Su agilidad y velocidad eran sorprendentes, y Caitlyn apenas tenía tiempo para admirarla antes de que la próxima amenaza se presentara. Por su parte, Cait utilizaba su arma en lugares estratégicos del cuerpo para poder inmovilizarlos como las piernas y pies. —¿Estás segura por dónde vamos? —Preguntó Caitlyn, respirando con fuerza mientras corría a su lado. Vi la miró con una sonrisa confiada, sin detener su paso. —Por supuesto, pastelito. —Dijo con tono burlón pero suave. —Confía en mí. Caitlyn se ruborizó ante el apodo, un calor que la recorrió, y por un breve momento, se sintió como si las barreras entre ellas desaparecieran, como si las viejas memorias del pasado, de lo que alguna vez fueron, regresaran con fuerza. Vi la había llamado así tantas veces antes, pero en esta ocasión se sintió como la primera vez y algo en su interior, en ese instante, se sintió reconfortante. Las dos seguían corriendo, girando a través de las oscuras calles, hasta que, finalmente, llegaron a una esquina. Vi se detuvo, frunciendo el ceño al observar el callejón sin salida que se encontraba ante ellas. Caitlyn, visiblemente molesta, miró a Vi. —Dijiste que sabías por dónde íbamos. —Dijo, su voz cargada de frustración. —Ahora estamos en un callejón sin salida. Nos atraparán. En qué momento pensé que sería buena idea confiar en alguien que ha perdido la memoria. Caitlyn miró hacia todos los lados, buscando alguna salida, o al menos un lugar débil donde crear una salida, pero todo lo que encontró fueron paredes frías y húmedas. Vi sonrió, sin preocuparse por el aparente fracaso del camino. —¿No confías en mí Pastelito? —Dijo Vi, su voz llena de diversión mientras se acercaba a una pared. En un movimiento rápido, abrió una tapa en el suelo que reveló un túnel oculto. Vi le echó una mirada juguetona. —Recuerdo cómo con Powder jugamos tantas veces en estos túneles. Vamos, tú primero. —Dijo, empujando a Caitlyn hacia el túnel. La mujer de ojos azules se detuvo un momento antes de deslizarse en el túnel, mirando a Vi con algo de desconfianza. —¿A dónde lleva esto? —Preguntó Caitlyn, su voz llena de inseguridad. Vi sonrió de lado, una sonrisa que dejaba claro que había algo más que estaba ocultando. —A la salida. —Dijo Vi, dándole un leve empujón para que Caitlyn se deslizara por el túnel. Caitlyn cayó rápidamente, el aire moviéndose alrededor de ella mientras intentaba no perder el equilibrio. Vi la siguió sin dudarlo, cerrando la tapa se deslizó por el túnel con agilidad asegurándose de que el rastro quedara bien cubierto. Cuando finalmente aterrizaron, ambas cayeron entre una pila de basura. Caitlyn, visiblemente irritada, se levantó rápidamente, sacudiéndose las manos y mirando a Vi con molestia. —¿A la salida, dijiste? Estoy en… una pila de basura. —Caitlyn dijo, levantando una ceja. Vi, con una sonrisa traviesa, se levantó y se sacudió el polvo y los rastros de basura que había en su ropa. —Te guste o no, es una salida. Además, con ese olor te mimetizas entre la gente de Zaun perfectamente. —Respondió Vi, con tono burlón, mirando a Caitlyn con diversión. Caitlyn sonrió a pesar de sí misma, sabiendo que, en algún punto, todo esto se estaba convirtiendo en una de esas locuras que solían compartir. Se levantó y miró a Vi con una mezcla de exasperación y algo más. —Eres imposible. —Dijo Caitlyn, pero su sonrisa no podía ocultar la gratitud de estar en ese momento juntas. Vi, caminando con su característico estilo coqueto, le dio una mirada significativa. —Supongo que por eso no puede resistirse a mis encantos, Comandante. — dijo Vi, riendo mientras avanzaba por el túnel. Caitlyn la siguió, un suspiro escapo de sus labios, una mezcla de diversión y desconcierto. Sabía que, de alguna manera, todo lo que había vivido con Vi hasta ahora era complicado, confuso, y peligroso. Pero, al mismo tiempo, también sabía que no podía alejarse de ella. No quería hacerlo. En busca de alargar más la interacción con la chica de pelo rosado, Cait toma con su mano unos trozos de basura y los tiro al rostro de la otra mujer. Vi quedó embarrada de basura en el rostro e impresionada con ese movimiento que no había visto venir de la Piltoviana. —Ufff, muuuuuy encantadora. —Dijo Caitlyn caminando por un lado de Vi con una sonrisa de lado y un tono burlón sosteniéndose la nariz, un gesto evidente ante el desagradable olor de la basura. Seguramente Vi en otras ocasiones hubiera atacado a cualquiera que hubiera hecho eso, pero ella era distinta, su forma de seguirle el juego le pareció interesante y solo optó por limpiar su cara de la suciedad, sonreír y seguir su camino detrás de la chica de ojos bonitos. —Muy maduro de tu parte, Comandante. Las risas no se hicieron esperar de parte de ambas mientras caminaban sin un rumbo claro por delante. El túnel olía a humedad, a moho, y el aire estaba denso. Vi respiraba con cautela, consciente de que cada paso podía delatarlas. Sus botas hacían eco en las paredes de piedra, pero apenas alcanzaban a sobreponerse al sonido del agua que goteaba de las grietas en el techo. Caitlyn, que apenas podía ver en la penumbra, seguía el ritmo de Vi sin decir una palabra. El silencio era casi palpable, y cada movimiento parecía estar cargado de tensión. Pero Vi se mantenía tranquila, como si conociera esos túneles como la palma de su mano, sus pasos rápidos pero controlados, como si todo fuera parte de un plan mayor. A cada paso, el ambiente se volvía más opresivo, pero Vi no parecía inmutarse. La Zaunita siempre alerta, percibió el sonido de unos pasos acercándose rápidamente. Sin pensarlo, tomó del brazo a la ejecutora y la guio a un pequeño pasillo lateral entre las paredes del túnel, un espacio tan estrecho y apenas perceptible en el que cabía poco más de una persona. Vi empujó a Caitlyn con suavidad hacia el costado, sus cuerpos casi rozándose en el pequeño túnel. Los pasos de los soldados se alejaban, pero en ese breve silencio, las respiraciones de ambas se entrelazaban. Vi podía sentir el calor de Caitlyn cerca de ella, su aliento, el roce involuntario de sus ropas. Caitlyn la miró, un leve destello de duda en sus ojos, como si quisiera hablar, pero las palabras no salían. Las tensiones entre ellas se acumulaban, creaban una corriente invisible que las atraía, como si todo alrededor de ellas se desvaneciera. El espacio reducido las obligó a permanecer tan cerca que no pudieron evitar sus miradas. Vi sintió un calor repentino en su rostro y, sin querer, su mirada se embriagó en la profundidad de los ojos azules de Caitlyn. La cercanía entre ellas seguía aumentando la tensión en el aire. Vi, seguía atrapada por la mirada de la mujer de ojos azules, no podía apartarse, y su corazón latía más rápido de lo que había experimentado alguna vez. —Vi... —Dijo Caitlyn, su voz baja, pero cargada de una emoción contenida, como si estuviera a punto de decir algo importante. Vi, sin pensarlo, susurró su nombre. —Cait… —Susurró, su voz un hilo de aire entre ellas. Caitlyn no respondió con palabras, solo con una mirada llena de algo que Vi aún no entendía. Vi, incapaz de resistir más, se acercó un poco más, lentamente, con cautela, como si el mundo entero hubiera desaparecido y solo quedaran ellas dos en esa pequeña jaula de piedra. El calor de la proximidad las envolvía, como una corriente eléctrica que las mantenía atrapadas en ese espacio. En un movimiento impulsivo, sus labios rozaron los de Caitlyn. Fue un beso lento, sin prisa, como si todo lo que había ocurrido hasta ese momento hubiera llevado a este único instante. Sus labios se devoraron en ese beso que se sintió eterno y que movían sensaciones en sus cuerpos desde los pies hasta la cabeza. No importaba como pasó, Vi solo quería seguir sintiendo el cálido roce de sus labios contra los de ella. Cuando se separaron, ambas respiraban con rapidez, sorprendidas y confundidas. La chica de pelo rosa sintió que su mundo daba un giro, un cambio sutil pero profundo. Aquello era distinto. No era como lo que había experimentado con Sarah. Este beso, este contacto con Caitlyn, la hacía sentir diferente, como si fuera más que un simple momento de conexión. Era algo más, algo que había estado ahí, escondido, pero ahora estaba frente a ellas, en la superficie, palpablemente real. Ambas se miraron en silencio con la respiración agitada, con una mezcla de confusión y algo más. El deseo, la incertidumbre, el arrepentimiento o la aceptación, todo se mezclaba en sus ojos. —Cait… realmente ¿Quién eres tú? —Preguntó Vi, su voz suave, cargada de una emoción que no quería admitir. Caitlyn, con el corazón acelerado, no podía apartar la mirada de Vi. Durante tanto tiempo, había deseado este momento, había anhelado sentirla cerca, aunque fuera en silencio, aunque fuera en medio de la confusión. No tenía una respuesta lo suficientemente buena para que Vi entendiera su propio pasado, por lo que solo mantuvo el silencio en sus labios. Su mente estaba atrapada entre la esperanza y la desesperación, entre la felicidad de verla allí, frente a ella, y el dolor de saber que no era la mujer que recordaba. Pero lo que sí sabía era que algo en ese instante había cambiado entre ellas. Algo que Vi ya no podía ignorar.
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