Flores marchitas
11 de septiembre de 2025, 14:03
El bullicio de los mercados de Piltover llenaba el aire mientras Sarah caminaba entre los comerciantes. La comandante había hecho un gran trabajo en la ciudad, se podía respirar la tranquilidad entre las calles por las medidas tomadas contra la delincuencia.
La pirata entra a una de las tiendas de comercio haciendo saber de su presencia.
—Erik, ¿No saludas a tu pirata favorita?
—Oh mi querida Miss Fortune, es todo un placer verla de nuevo. Supongo tiene novedades.
La capitana toma de entre sus atuendos un dedo con un anillo y lo tira en la mesón del comerciante.
—El trabajo está listo amigo mío.
El comerciante mira atentamente el dedo con anillo que le trajo la pirata, admirando con gran detalle la recompensa.
—Es… fabuloso. ¿Cómo lo hiciste? —Se detuvo girando para ver directamente a la pirada. —Yo había enviado matones por el anillo y nadie fue capaz de quitárselo.
—Socio, no estas hablando con cualquier persona. Yo soy una profesional. —Se acercó al mercader con su sonrisa siempre tan triunfante. —Me agradaría seguir nuestra conversación, pero aún tengo otros negocios que atender. Son cinco mil monedas de oro.
El mercader puso una expresión bastante fría antes de responder.
—Lo lamento, pero no tengo esa cantidad de dinero.
—Hay amigo…
La expresión de la pirata cambió completamente. Le dio la espalda al sujeto para luego sacar un cuchillo bastante filoso y apuntarlo rápidamente al cuello del mercader.
—Creo que no estás entendiendo, esto no es una negociación, ese anillo con esa piedra de zafiro vale sobre los quinientos mil monedas de oro. —Sonrió la pirata. — Tienes dos opciones, o me das el dinero que te estoy pidiendo, o me encargaré que cada pedacito que corte de tu cuerpo desaparezca bajo la mordida de un tiburón.
Sarah procuró de cortar levemente una primera capa del cuello del mercader dejando brotar un fino hilo de sangre.
—¡Está bien, está bien! —Gritó con profundo temor el mercader.
La pirata guardó su cuchilla, mientras el sujeto se agachó a buscar un cofre con dinero.
—Aquí está todo el dinero, pero por favor, no me hagas daño.
Sarah contó rápidamente cerciorándose que estuviera completo.
—Bien Erik, está completo. —Se acerca al mercader una vez más, posando su mano sobre la barbilla del hombro. —Si tan solo hicieras las cosas más fáciles de un principio no tendrías ese lindo corte en tu cuello.
La capitana miró a los ojos al comerciante con una mirada de victoria y luego salió del lugar.
Siguió en reuniones con los distintos mercaderes a los que proveía de objetos de valor a cambio de dinero. Eran tan normales como cualquier otro día y cualquier otro puerto.
Una vez en el barco, se sentó a mirar el atardecer mientras algo seguía rondando su mente. Desde que había salido de la oficina de la comandante Caitlyn, el recuerdo de la escena en la que había encontrado a Vi con las esposas puestas no podía dejar de ocupar sus pensamientos.
Vi, siempre tan predecible, metida en problemas nuevamente, era algo que ya esperaba, pero había algo en la atmósfera de la oficina que le había resultado incómodo. Algo entre Vi y Caitlyn. Esa tensión... esa cercanía que no era solo profesional. Por supuesto el nombre de Caitlyn lo asoció inmediatamente al grito orgásmico que salió de los labios de Vi cuando estaba teniendo relaciones con ella ¿Acaso era esta mujer la Cait que salió de sus labios? ¿Había más entre ellas de lo que había visto a simple vista? Los celos empezaron a destellar en ella como una chispa en la oscuridad.
A Caitlyn la conocía solo de nombre. Anteriormente, en su ausencia había tratado reuniones solo con Steb como el comandante a cargo y quien le había contado un poco de su superiora. No fue difícil para ella reconocerla al momento de verla y entablar una conversación fluida, pero no se esperaba esa escena en la oficina con Vi esposada en una silla.
Después de largos minutos en sus pensamientos, los celos ya no solo eran palpables, brotaban y comenzaban a arder en su pecho, aunque intentaba racionalizarlo, no podía dejar de sentirse tonta. No tenía ninguna razón para sentirse de esa manera, solo había encontrado a Vi y Caitlyn en el mismo espacio y eso la había perturbado.
—Capitana, llegó temprano. —Se acercó con una silla su segundo al mando.
—Rogen, amigo mío, traté de hacer lo más rápido posible todas las reuniones. Hoy estoy algo agotada.
—Hoy Vi salió temprano del barco, pero supongo que eso ya lo sabías.
El desplante de Sarah cambió inmediatamente.
—Si… ya lo sabía. Me la encontré en la oficina de la Comandante de los ejecutores.
El sujeto robusto dejó a un lado su cara de rudeza y se largó a reír.
—Esa mujer donde va busca problemas, es interesante.
—Demasiado interesante diría yo. —Sarah dejó entrever una mueca de duda.
—Capitana, nos conocemos de años, hemos navegado distintos mares y encontrado distintos tesoros. En estos últimos días la he sentido distinta, sin la energía de siempre y esta vez lo digo como amigo y no como un miembro de tu tripulación.
Se formó un nudo en la garganta de Sarah. Si su misma tripulación se estaba dando cuenta, entonces tenía que actuar antes de que vieran en ella debilidad. Tomó unos puros de su abrigo, ofreciéndole al otro sujeto uno y encendiendo uno para ella.
— Rogen, te aprecio, me cuidaste cuando aún era una niña. Yo… —Se detuvo, sintiendo un nudo en la garganta—. Tengo miedo de que, si me ven vulnerable por Vi, perderé todo lo que he construido. No quiero que la tripulación me vea débil, pero cada día que pasa, me siento más atrapada entre lo que soy y lo que quiero.
Rogen suspiró profundamente, observando a Sarah con una mirada comprensiva. Sus palabras salieron lentas, cargadas de sabiduría ganada a lo largo de los años.
—Sarah, el amor es lo más humano que tenemos. No es solo un sentimiento, es una fuerza que nos da forma. Es increíblemente hermoso cuando se vive en su totalidad, pero si lo guardas en lo más profundo de ti, si lo dejas pudrirse… es como una bomba, esperando el momento adecuado para estallar. No dejes que eso te destruya por dentro. No dejes que te consuma sin que puedas siquiera entenderlo.
Las palabras de Rogen le hicieron meditar sobre sus propios sentimientos.
—Recuerda Sarah. La bomba no va a explotar sola, tú la haces detonar.
—Gracias Rogen, creo que se exactamente que debo hacer. —Su semblante cambió y daba paso a la esperanza.
—Por cierto, capitana. A la tripulación y a mi nos encantan las dos como pareja. No te confundas, no es debilidad mostrar lo que sientes. La verdadera debilidad está en no luchar por lo que te hace feliz. —Se levantó del asiento con una sonrisa de aprobación.
Las palabra de Rogen era todo lo que necesitaba para sentir mayor tranquilidad y poder planear los siguientes pasos.
Al día siguiente. después de terminar las reuniones con los comerciantes, Sarah salió de la ciudad y decidió detenerse en una tienda. Compró algunas flores hermosas de variados colores, algo especial para esperar a Vi en el barco. Pensó que sería un buen detalle, una manera de hacerla sentir especial. No sabía si Vi realmente apreciaría algo tan sencillo, pero su instinto le decía que debía intentarlo.
Con las flores en una mano y una bolsa con ingredientes para cocinar en la otra, Sarah se dirigió al barco. Decidió preparar una cena tranquila para las dos, algo que estuviera hecho con cariño. Pasta italiana, pensó. No hay nada más romántico que una cena italiana en un barco a la luz de las velas. Al menos eso quería creer, mientras preparaba todo para la velada.
Mientras organizaba la mesa, el temor la abrazaba. ¿Podría Vi corresponderle de la misma forma? ¿Qué pasaría si este sentimiento era solo un sueño que se desvanecería en el aire? Sarah suspiró, intentando no dejar que la duda la dominara. No sabía si era su corazón el que hablaba o si solo era el miedo al rechazo. En cuanto terminó de organizar la mesa, Sarah habló con su segundo al mando.
—Rogen, necesito que la tripulación se tome la noche. Ten. —Saca una bolsa con monedas de oro. —Es todo suyo para que se vayan de fiesta.
El hombre más grande se ríe a carcajadas.
—Está bien capitana. De todas formas, esta noche no quería escuchar más gritos de ustedes dos. —Se sigue riendo por la broma. —Le comentaré a la tripulación.
—Gracias Rogen. —La pirata estaba visiblemente ruborizada por el comentario. —Cuida a la tripulación.
Estaba ansiosa por la noche que tenía preparada, sabía que la misión en la que se encontraba Vi desde el día anterior debía durar por lo menos hasta el atardecer de ese día y esperaba con ansias que la Zaunita estuviera tan contenta como ella al ver la sorpresa.
A medida que las horas pasaban, Sarah comenzó a sentir el peso de la espera. Vi aún no llegaba, y el silencio se volvía más pesado mientras la oscuridad se hacía presente. Decidió esperar en su cuarto.
Su mente empezó a atormentarla pensando en que la mujer más baja no volvería. ¿La misión falló? ¿Decidió escapar? ¿Ya había recordado su pasado? Muchas incógnitas en su cabeza sin responder.
Sus pensamientos se calmaron al oír los siempre fuertes pasos de Vi que se escucharon en la entrada del barco. Sarah se levantó rápidamente y salió de la habitación. Dibujó una sonrisa su rostro al ver a la mujer que había estado esperando.
—Cariño, Caitlyn te tuvo ocupada más tiempo del que pensé. —Comentó Sarah con una sonrisa juguetona, observando a Vi mientras dejaba de lado una pesada chaqueta que llevaba puesta y que no recordaba haber visto antes.
Vi, visiblemente cansada, respondió.
—Tuvimos algunos problemas con la misión, pero logramos solucionarlo.
Sarah la observó de arriba a abajo, su ropa había cambiado y notaba una ligera tensión en su postura. No era solo el cansancio.
—Ahora puedes relajarte. —Dijo Sarah, acercándose con una sonrisa coqueta. —He preparado una cena para las dos.
Vi, sin embargo, no parecía tan dispuesta a relajarse. Una leve incomodidad cruzó su rostro mientras Sarah se acercaba, y Sarah pudo ver cómo un destello de algo desconocido aparecía en sus ojos. Algo en la atmósfera había cambiado, y Vi parecía no querer acercarse más. En su mente, seguía rondando las sensaciones de ver a Caitlyn y Vi en la oficina.
—¿Qué es lo que huele tan bien? —Preguntó Vi, desviando la atención hacia la comida.
Vi y Sarah se sentaron a la mesa y comenzaron a comer, pero la conversación giró rápidamente hacia la misión que habían llevado a cabo.
—Llegamos a un lugar de Zaun, Cait empezó a vigilar con su rifle. Empezamos a conversar y en eso que nos atacaron y los aprisionaron. —Hizo una pausa antes de continuar. —Nos escapamos, peleamos contra un soldado gigante y luego escapamos por uno de los túneles de basura de Zaun.
Vi se empieza a reír a carcajadas recordando todo lo que habían pasado.
—Hubieras visto como se puso Cait, caímos en una pila de basura quedando totalmente sucias, pero logramos escapar. Cait empezó a refunfuñar por haberla hecho que se deslizara por el túnel de la basura.
Sarah observó a Vi mientras hablaba, notando una gran sonrisa en su rostro, una expresión que raramente había visto en ella. Vi parecía enormemente feliz, quizás más que nunca, como si hubiera recuperado una parte de sí misma.
Sarah, intrigada, dejó que la conversación fluyera, pero no podía dejar de preguntarse por Caitlyn.
—Tengo curiosidad, ¿De quién es esa ropa?
La tensión de Vi volvió a hacerse presente.
—Me la dio Cait, hace un rato escapamos de los túneles y en el cuartel me cambie para no llegar con la ropa sucia al barco. Te aseguro que no hubiese gustado el olor. —Comenta Vi con su expresión distraída.
—¿Qué pasa con Caitlyn? —Preguntó Sarah generando una leve tensión en el ambiente. —Sentí algo extraño cuando entré a la oficina, como si hubiese una tensión entre las dos. ¿Ocurre algo con ella?
El aire se hizo más denso. ¿Qué pasa con Caitlyn? No fue solo una pregunta, sino una acusación disfrazada. Algo en el tono de Vi, algo que no había visto antes, comenzó a nublar sus pensamientos. ¿Era posible que había más entre ellas de lo que pensaba?"
Vi se detuvo por un momento, mirando a Sarah sin decir nada, como si lo estuviera evaluando. Finalmente, respondió, pero su voz fue fría.
—¿Por qué preguntas eso? —Vi replicó, claramente incómoda. —Es la primera vez que veo a la Comandante y no me gustan los ejecutores, Caitlyn no es la excepción, pero la misión fue muy interesante y siento que es justamente lo que necesitaba.
Sarah frunció el ceño. Sabía que algo no cuadraba, pero no insistió más en ese momento. La conversación había tomado un giro más personal, y lo último que quería era hacerla más tensa.
La noche continuó con risas suaves y conversaciones triviales, mientras las sombras de la noche envolvían el barco. Sin embargo, para Sarah, algo seguía flotando en el aire. Había algo no dicho, algo que la incomodaba, que se colaba entre sus palabras y gestos. Sabía que había estado guardando demasiado en su interior, que había llegado el momento de poner en voz alta lo que sentía, lo que había permanecido oculto entre ellas durante tanto tiempo.
Vi, como siempre, disfrutaba del momento, pero cuando su rostro comenzó a mostrar señales de cansancio, Sarah lo notó enseguida. Vi se levantó de su asiento, se estiró ligeramente, y luego se acercó a Sarah.
—Estoy muy cansada, Sarah. —Dijo con una suave sonrisa, antes de inclinarse y besarle la mejilla. —Gracias por todo, estaba delicioso.
Sarah la miró por un momento, viendo la despedida en sus ojos. Pero había algo más, algo que no podía dejar ir. Vi estaba cansada, sí, pero Sarah necesitaba respuestas a preguntas que tenía en su alma.
—Vi, ¿Puedes quedarte un rato más? —Preguntó, con voz baja, como si temiera que su solicitud fuera demasiado. —Hay algo de lo que quiero hablar.
Vi la miró con sorpresa, como si no hubiera esperado tal invitación. Vio algo en los ojos de Sarah que la hizo detenerse y asentir a su petición.
—Bueno, si me necesitas, me quedo. —Dijo, dejando escapar un pequeño suspiro. —Sabes que siempre estoy aquí para ti.
Sarah sintió una extraña calidez al escuchar esas palabras, pero también la sensación de que las cosas entre ellas no podían seguir siendo tan difusas, tan indefinidas. Había llegado el momento de ser honesta con ella misma, de sacar todo lo que había guardado en su pecho. Sarah respiró hondo y, con voz un poco vacilante, comenzó a hablar.
—Vi, lo que quiero decirte… lo he estado guardando desde hace tiempo. Siempre hemos sido amigas, compañeras, y un poco más. —El nerviosismo es evidente en ella mientras usa su dedo índice derecho para sentir los bordes de la copa que tenía por delante. —Pero siento que quiero que ese 'más' tenga un nombre. Quiero que sepas que… quiero que seas mía, de forma… oficial.
Por un segundo surgió el silencio.
—Vi, ¿Te gustaría ser mi novia?
Vi la miró, desconcertada, sin entender del todo lo que acababa de decir Sarah. Era una confesión inesperada, algo que no había anticipado, y eso la dejó completamente descolocada. Los segundos se hicieron eternos mientras Sarah esperaba, ansiosa, por una respuesta.
—¿Ser... novias? —Titubeó Vi, apenas pudiendo procesar la pregunta. —Sarah, no esperaba esto. No sé qué decir...
Sarah la miró con vulnerabilidad, su corazón latiendo aceleradamente. Sabía que las palabras que había dicho no eran fáciles, pero se sentía preparada para escucharlo todo, para enfrentar lo que fuera que Vi tuviera que decir. Había sido directa, y en sus palabras dejaba ver un deseo profundo de sinceridad en la respuesta. La relación que habían tenido hasta ese momento había sido una amalgama de momentos intensos y dulces, pero también complicados y desordenados. Ahora, Sarah necesitaba saber si no era solo idea suya y que realmente existía algo más.
—Te quiero, Sarah, te aprecio profundamente… pero… —Vi vaciló, y su rostro mostró una mezcla de tristeza y gratitud. —Creo que no te veo de esa forma.
La mujer de Zaun se acerca a la pirata que aún se encuentra sorprendida por la respuesta de Vi. Se arrodilla a un lado de la silla de la otra mujer y acaricia su mejilla.
—No hay más que un cariño entrañable entre nosotras dos, por todos los buenos momentos que hemos pasado juntas y la confianza que hemos adquirido en todo este tiempo. Perdóname si nuestros encuentros te hicieron pensar otra cosa, que más quisiera yo haberme enamorado de ti.
Las palabras de Vi fueron como un golpe en el pecho. El amor que había cultivado en silencio se desmoronó frente a ella. No podía creer lo que acababa de escuchar, pero no podía evitar sentir cómo su corazón se rompía en pedazos con cada sílaba que salía de los labios de Vi. No era solo un rechazo, era la certeza de que nunca sería suficiente
—Te pido perdón si te duele escuchar esto, solo quiero ser sincera contigo Sarah.
El silencio se instaló en el lugar, una sensación pesada y densa había caído junto con las palabras de Vi. Sarah, por un instante, no supo qué hacer ni qué decir. Las palabras estaban atrapadas en su garganta, y su corazón parecía haberse detenido en el aire.
Vi se levantó lentamente, sin querer hacerle más daño a Sarah, pero también sin poder ocultar la tristeza que reflejaba su rostro. La luchadora se alejó de ella caminando hacia su camarote, y Sarah, mirando su espalda, no se quedó con las palabras en la garganta.
—¿Es ella?
La pregunta hizo que la mujer de pelo rosa detuviera su paso.
—¿Es ella a quien gritaste mientras estábamos juntas? Yo supongo que es así.
El silencio de Vi era aterrador, no respondía a la pregunta de Sarah. Por otro lado, la pirata tenía oculto debajo de la mesa, el regalo que había preparado para Vi, las flores que había pensado que serían el detalle perfecto, ahora parecían marchitarse ante sus ojos, ya no tenían ningún significado. En la oscuridad de la noche, Sarah sintió que todo lo que había planeado se desvanecía.
—Perdóname no sé que ni como contestarte. Creo que deberíamos hablar mañana con más calma.
Después de decir esas palabras Vi siguió su paso hacia el camarote cerrando la puerta detrás de ella. Sarah se quedó allí, con las flores en sus manos, sintiendo cómo el frío de la noche le calaba los huesos. Vi se había ido, y con ella, todas las esperanzas de un futuro juntos.
La tristeza la invadió por completo, pero sabía que no podía obligar a Vi a sentir lo mismo. La respuesta de Vi había sido aún más directa, y eso, aunque doloroso, le dio la claridad que necesitaba. No podían forzar algo que no era mutuo, pero Sarah no estaba dispuesta a rendirse tan fácilmente. No podía dejar ir a Vi tan rápido, no cuando en su corazón había una chispa de esperanza de que, con el tiempo, la mujer de pelo rosa podría llegar a enamorarse de ella.
Sarah se levantó lentamente de la silla. Un pensamiento persistió en su mente: no es el final. Si bien Vi no sentía lo mismo ahora, Sarah sabía que las cosas podrían cambiar. La conexión que compartían no era algo fácil de romper, no era algo que se desvaneciera con el paso del tiempo. Vi tenía mucho más por descubrir, y Sarah estaba decidida a ser paciente, a esperar el momento en que sus corazones pudieran alinearse.
—No te irás tan fácilmente, Vi. No voy a dejarte ir. Algún día, te enamorarás de mí. —Susurró para sí misma, mientras veía la oscuridad del mar.
Sarah miró las flores marchitas en sus manos, su esencia desvaneciéndose en el aire. Pero en su corazón, algo se encendió. No iba a dejar que lo que sentía por Vi se desvaneciera como estas flores. Las guardó en el bolsillo de su abrigo como un recordatorio de lo que lucharía por obtener en el futuro.