Recuerdos en silencio
11 de septiembre de 2025, 14:03
Caitlyn salió de la ducha, su rostro rojo no solo por el calor del agua, sino por la mezcla de emociones que recorrían su cuerpo. Su mente seguía atrapada en los ecos de lo que había sucedido, pero no podía escapar de la sensación de vacío que dejaban los recuerdos rotos. Aquello que compartió con Vi había sido tan intenso, tan único, que ahora, al pensarlo, le resultaba casi un sueño lejano, como si nunca hubiera ocurrido. No estaba segura de sí misma, ni de lo que había sido en ese momento.
La mujer intentó sacudir sus pensamientos y se centró en su labor como Comandante que no podía esperar más: la situación con Noxus y las cartas de Mel que todavía rondaban en su mente. Esas cartas estaban llenas de pistas que aún no podía resolver. Algo no estaba bien en Noxus.
Fallaba una y otra vez en su intentó despejar su mente y centrarse en sus responsabilidades. Las misiones que la ciudad le encomendaba no podían esperar, pero cada pensamiento se veía interrumpido por la imagen de Vi. De solo pensar que estaba ahí en el baño de su oficina, desnuda, dejando que las gotas de agua surcaran su piel, le daban ganas de volver a entrar y esta vez, hacer suya a la Zaunita, pero eso debía esperar.
Caitlyn se sentó en su escritorio, intentando concentrarse en el papeleo. Los sentimientos de Cait estaban profundamente entrelazados, y el hecho de que Vi no pudiera recordar la relación que habían compartido meses atrás la dejaba con una sensación de impotencia.
Finalmente, la puerta se abrió, rompiendo el silencio de la habitación y los pensamientos agitados de Caitlyn. Vi entró, vestida con la ropa habitual con la que Cait la había conocido, su presencia siempre capaz de transformar el ambiente, pero al mirarla, sintió un torbellino de emociones no resueltas.
Cait no pudo evitar notar que Vi se había rapado el lado izquierdo de su cabeza, donde su cabello había comenzado a crecer en los últimos meses.
Vi se detuvo a unos pasos de su escritorio, su mirada evitó la de Caitlyn, como si estuviera tan consciente o culpable de lo que había pasado entre ellas en ese espacio tan íntimo. Las palabras de Vi, antes siempre tan familiares, ahora eran un eco lejano.
—Oh, perdón, usé tu rasuradora sin pedírtelo.
Caitlyn no pudo evitar sonreír. Había algo en la forma en que Vi hablaba, en la forma en que se movía, que seguía capturando su atención. Alzó la vista y la miró detenidamente.
—No es problema.
La mujer de pelo azul se acercó a Vi pasando su mano por el pelo rosado ahora limpio.
—Debo decir que me encanta cómo te quedó después del baño. —Mostrando orgullo de haber sido ella quien dejó su pelo así de radiante.
Vi sonrió, pero luego recordó algo y su expresión se volvió coqueta y burlona.
—Bueno, debo decir que tienes manos para esto. — Sus ojos miraron a la otra mujer de pies a cabeza. — Además, no creo que te haya gustado mucho con la pestilencia de la basura en la que caímos.
Caitlyn rio suavemente, una risa que era una mezcla de alivio y calidez, un respiro tras el caos de la misión y la reciente tensión de lo que compartieron recientemente en el baño. Se acercó un poco a Vi y, con una sonrisa sincera, le respondió.
—Sea como sea que huelas, eres una delicia para mis ojos.
Vi sonrió, algo tímida, pero luego, como si se acordara de algo, la sonrisa se desvaneció un poco. La noche ya había caído y, como siempre, Sarah la esperaba.
—Ya debo irme. Sarah me está esperando en el barco.
Caitlyn no pudo evitar notar el peso de las palabras de Vi. Un nudo se formó en su garganta y dolor punzante de la inseguridad se instaló en su pecho Vi con Sarah, esa imagen se clavó en su mente, como una espina que no podía arrancar. No tenía derecho a sentirse así, pero el celoso retortijón en su estómago creció y se aferró sin piedad, haciendo que el aire se volviera espero y pesado. Con todas sus fuerzas intentó ignorarlo, pero se le hizo imposible y las palabras salieron de su boca.
—¿Qué relación tienes con Sarah?
Vi, sorprendida por la pregunta directa de Caitlyn, titubeó un momento, sus ojos reflejando una inquietud que apenas podía disimular. Sabía que estaba exponiendo demasiado de sí misma, algo que no solía hacer, pero aun así respondió con una honestidad palpable. Su voz tembló ligeramente, como si también estuviera probando qué tanto podía confiar en Caitlyn.
—Llevamos un par de semanas saliendo, amorosamente. No recuerdo bien cuándo empezó todo, pero así es.
Caitlyn sintió que un peso caía sobre su pecho, la sensación de celos se hizo más fuerte. Intentó controlarse, pero no pudo evitar hacer una pregunta más directa, casi sin pensarlo.
—Alguna vez... ¿Has estado con Sarah, de forma... más íntima?
Vi se quedó en silencio por un momento, sorprendida por la pregunta directa, y Caitlyn pudo ver cómo sus ojos se oscurecían ligeramente, como si estuviera guardando algo dentro de sí. Finalmente, de forma lenta y casi susurrante, Vi respondió.
—Vaya, usted es directa comandante. —Refunfuño tratando de amenizar el ambiente. — Sí... En más de una ocasión...
Las palabras de Vi cayeron sobre Caitlyn como una daga, aunque no lo hubiera querido admitir. Sintió que algo se rompía dentro de ella al escuchar eso. La idea de que otra mujer hubiera tocado a Vi la destrozaba, pero no podía hacer nada al respecto. No cuando Vi no recordaba nada, no cuando Vi todavía estaba en su proceso de encontrar quién era.
—Y... ¿Qué pasó? —La pregunta salió de sus labios sin pensar, como si buscara respuestas que quizás no debería.
Vi, visiblemente incómoda por la pregunta, empezó a explicarlo, pero con una mezcla de vergüenza y algo de tristeza en sus palabras.
—Tu ya lo sabes... no tengo que explicarlo... —Hizo una pausa ante la incomodidad. —Al principio solo eran encuentros casuales, yo... no quería que me satisficieran a mí misma, pero si satisfacer.
Cait se impresionó con la respuesta de la Zaunita que había sido más honesta de lo que esperaba.
—Solo hubo una ocasión en que... ya sabes... me complació, pero... cuando llegamos al momento más... íntimo... algo en mí no pudo evitarlo. —Paró buscando algo en la habitación con lo cual ocultar su rostro mientras sus mejillas se ruborizaban. —En medio del placer, mientras estaba teniendo un orgasmo grite tu nombre de forma tan natural... Cait... No terminé de decirlo, pero fue suficiente. Y entonces, todo ese momento con Sarah se hecho a perder.
Caitlyn, ahora aún más sorprendida por las palabras de Vi, se quedó unos segundos en silencio. Vi parecía tan avergonzada, tan vulnerable en ese momento, que Caitlyn no pudo evitar reír, aunque con un toque de incredulidad.
—No puedo creerlo... ¿En serio me nombraste en medio de un orgasmo con otra mujer?
Vi, sonrojada y sonriendo de medio lado, trató de desviar la conversación.
—No seas presumida, Cait. Yo ni siquiera sabía quién eras y ya estaba tu nombre entre mis labios.
Ambas se miraron por un momento, la tensión entre ellas suavizada por la risa que compartían. Vi, aún algo avergonzada, se quedó pensativa por un momento dibujando una sonrisa y recordando lo mucho que había tratado de descifrar ese nombre y ahora estaba ante su respuesta.
Caitlyn, también sonriendo, se sintió aliviada por el cambio de tono. No era fácil lidiar con sus propios sentimientos, con el miedo a perder a Vi, pero en ese momento, la conexión entre ellas seguía creciendo, aunque de formas inesperadas.
Las palabras de Vi aún resonaban en los oídos de Cait, y, a pesar de todo lo que había pasado, su interior se había tranquilizado. Vi había recordado su nombre, aunque de una forma tan fugaz y, aparentemente, sin querer. Sin embargo, la mujer no podía ignorar ese pequeño destello de esperanza.
Un leve toque de certeza que se agarraba con fuerza, como si fuera la prueba de que, quizás, no todo estaba perdido. Vi no había olvidado por completo. Una parte de ella seguía viva dentro de su mente, y eso era suficiente para Caitlyn, al menos por ahora. Eso la mantenía esperanzada, dispuesta a luchar para devolverle su memoria, para que pudiera ser la misma persona que una vez amó.
Vi la miró fijamente, como si pudiera leer los pensamientos de la mujer más alta.
—¿Y ahora qué? —Dijo Cait.
Vi, después de un breve momento de reflexión, respondió con la calma que la caracterizaba, aunque un leve destello de duda seguía presente en su voz.
—Ahora debo ir al barco y pensar un poco.
Caitlyn la observó, queriendo no dejarla ir, no quería perderla de nuevo. La duda seguía rondando en su mente. La relación entre ellas aún estaba en la cuerda floja, y el hecho de que Vi no recordara lo que habían sido le causaba una presión incesante. Vi, al ver la expresión de Caitlyn, continuó con un tono más ligero, buscando cambiar el rumbo de la conversación.
—Tranquila. No creas que no lo noto. Para ser una mujer tan segura de sí misma, los celos salen de ti como humo en tu piel. —Se rio la mujer de pelo rosa dejando claro lo evidente que era la otra mujer.
Caitlyn, sorprendida, se sonrojó, pero no pudo evitar soltar una pequeña risa.
—¡Cállate! —Dijo, sonriendo levemente, intentando disimular la incomodidad que sentía al ser descubierta.
Vi sonrió, como si le divirtiera ver a Caitlyn ruborizada. Pero luego, su rostro se suavizó y la conversación volvió a tomar un tono más serio.
—Con Sarah... nos llevamos bien, pero la relación fue más bien forzada. La soledad me empujó a ello. Al menos, por mi parte. Ella es una buena chica, pero no estoy enamorada de ella. No es justo para ella por todo lo que vivimos, losé y me arrepiento profundamente de haberle dado esperanzas con mis acciones. —Paró un momento para tomar aire. — Sobre nosotras... aún no puedo recordar quien éramos, pero te siento viviendo dentro de mi como si hubiéramos estado destinadas a estar juntas. Solo permíteme un tiempo para poder reflexionar sobre todo lo que hemos vivido.
Las palabras de Vi calaron profundamente en el corazón de Caitlyn. Las dudas que la asediaban, las inseguridades que nacían al pensar en Sarah se desvanecieron por un breve instante. Vi, aunque perdida, aunque confusa, le había dado todo lo que necesitaba para estar tranquila.
—Aunque tu memoria esté perdida, me encanta que tu esencia siempre ha sido la misma. —Le dice mientras acaricia su mejilla.
Vi la miró fijamente, sus ojos transmitiendo una mezcla de ternura y gratitud. Por primera vez en mucho tiempo, Vi permitió que su corazón se abriera por completo. Las palabras de Caitlyn la hicieron sentirse más cerca de ella, como si, por fin, las piezas comenzaran a encajar.
Pero aún había algo que Vi necesitaba resolver. Algo que la atormentaba y que no podía ignorar. Vi suspiró profundamente y miró a Caitlyn con una expresión de pesar.
—Me gustaría recordar todo. Quiero saber qué pasó con Powder. Quiero encontrarla, si está viva, y asegurarme de que esté bien. Siento que he fallado como hermana.
Cait, al escuchar esas palabras, sintió que su corazón se apretaba. Sabía lo importante que era para Vi encontrar a Powder, para que pudiera tener algo de paz. Pero también sabía que no podían correr buscando respuestas. Tenían que dar un paso a la vez, y ella estaría allí para ayudarla en ese viaje.
—Vamos paso a paso, Vi. Primero, vamos a encontrar una manera de devolverte la memoria. Después veremos qué camino seguir, pero lo haremos juntas.
Vi se quedó en silencio por un momento, como si sus palabras la calmaran, aunque todavía quedaba una incertidumbre en su mente. Luego, Caitlyn sonrió suavemente, una sonrisa de alivio.
—Por cierto, ya pagaste tu deuda con la ciudad. Me aseguraré de que los carteles con tu rostro sean retirados. También voy a informar sobre la situación a las otras regiones.
Vi levantó una ceja, como si no pudiera resistirse a hacer una broma.
—Si así es como se pagan las deudas, creo que voy a cometer más delitos.
Caitlyn se rio, y un leve destello de complicidad iluminó el rostro de ambas.
—Si te metes en más problemas, vas a tener que enfrentarte a mí... y solo a mí.
El tono juguetón entre ellas hizo que la atmósfera se suavizara, aunque Caitlyn aún sentía el peso de las palabras no dichas, de los sentimientos no completamente resueltos. Vi sonrió, y luego, con un suspiro, se levantó para irse.
—Bueno, es hora de tomar mi camino.
Cait asintió y empezó a caminar junto a la Zaunita, después de las largas conversaciones su cuerpo se sentía más ligero, se había sacado un gran peso de encima. Vi estaba comenzando a recordar, y eso era lo único que realmente importaba en ese momento. Caitlyn la miró con determinación, sabiendo que, pase lo que pase, no dejaría que se alejara otra vez.
Al salir de la oficina, ambas caminaron por el pasillo, y Caitlyn no pudo evitar notar cómo un grupo de oficiales las observaban furtivamente. Como si en sus mentes se estuviera gestando algún tipo de rumor sobre lo que había sucedido entre ellas.
Las dos mujeres pararon un segundo y Cait que tenía un oído refinado pudo escuchar los murmullos de los oficiales.
Oficial 1: “Parecía una colegiala, estaba grite y grite Vi, Vi, cógeme Vi.”
Oficial 2: “Quien diría que la comandante le gustaran las Zaunitas.”
Oficial 3: “La mujer se ve bien dotada con unos músculos que hasta yo me derrito al verlos. Si en algún momento deja a la comandante me postulo a ser su mujer por las noches.
Oficial 1: “De seguro son músculos de aire. Necesitas un hombre como yo que hace ejercicios día a día. Mira estos bíceps.”
Oficial 3: “En ese caso prefiero quedarme soltera. Me gustan más las chicas rudas como la Zaunita, que manjar.”
Los oficiales reían y seguían conversando en susurros.
—Oficiales, supongo que no hay más trabajo de oficina que hacer si están tan relajados conversando, ¿verdad? En ese caso, vayan con el Teniente Goma para una sesión especial de entrenamiento.
Los oficiales se vieron sorprendidos y un escalofrío recorrió sus cuerpos al saber que la Comandante puede que haya escuchado la conversación. Al verla parada frente a ellos con firmeza y un tono autoritario, se callaron de inmediato, se formaron en fila y luego se retiraron.
Cait caminó hacia la oficial con paso firme, su presencia dominante llenando el espacio. Se paró frente a ella, acercando su rostro a solo centímetros del suyo, y con una mirada tan penetrante que la oficial no pudo evitar un leve temblor. En voz baja, pero firme, Caitlyn dijo:
—Señorita, es indecoroso exponer sus deseos carnales dentro del cuartel de ejecutores tan abiertamente y más hablar así de las personas cercanas a su Comandante. — El poder en sus palabras era innegable, pero bajo esa firmeza, algo más sutil se asomaba: la protección que sentía por Vi. —Si quiere seguir con su conversación, tome su placa y déjela en mi oficina, en caso contrario, cierre la boca y vaya junto con sus compañeros al entrenamiento.
La oficial número tres se paró firme, saludando con su mano y rompiendo fila para ir con sus compañeros.
Vi sonrió ante la forma en que Caitlyn pudo cambiar tan drásticamente de una situación a otra, admirando como las personas respetaban a esa mujer que hace unos minutos había estado gritando su nombre con desesperación.
—No dejas de sorprenderme, ¿sabías eso?
Caitlyn sonrió, su corazón latiendo con fuerza.
—Solo trato de hacerme respetar ante mis oficiales.
—Pues, más bien diría que esa Oficial casi se mea en los pantalones con tremenda regañada. —Dijo Vi con una sonrisa en el rostro de aparente confianza. —Supongo que no volverá a hablar sobre mis músculos.
—Cállate. —Cait sonreía sabiendo que esta escena de celos en algún momento Vi la usaría en su contra para burlarse de la Piltoviana.
Al llegar a la salida, Caitlyn se despidió con una sonrisa.
—Te esperaré en la oficina mañana para que veamos qué hacer con lo de tu memoria.
Caitlyn se detuvo un momento, su voz suavizándose al pronunciar la invitación. Había algo en su tono, algo que revelaba más que solo la oferta de un techo sobre su cabeza. Lo que realmente le pedía a Vi era mucho más que eso: era su presencia
—Me gustaría invitarte a nuestra casa, digo... también era tu hogar. Cuando te sientas lista, podrías volver a vivir allí conmigo. ¿Qué te parece?
Vi, algo cohibida, la miró fijamente, considerando la propuesta. Luego, asintió con una sonrisa.
—Es un cambio muy grande, pero te prometo que lo pensaré. Mañana si o si vendré a verte a la oficina.
Antes de irse, Vi se detuvo y, con un tono más suave, añadió.
—Antes de eso, debo aclarar algunas cosas con Sarah.
Vi comenzó a caminar hacia el barco, mientras Caitlyn la observaba alejarse. Esta vez, no sentía incertidumbre. Tenía confianza, seguridad y, por primera vez en mucho tiempo, una chispa de esperanza en su corazón. Vi había vuelto, aunque de una forma diferente, y Caitlyn estaba dispuesta a esperar todo el tiempo que fuera necesario para tenerla de vuelta.
Caitlyn empezó a caminar en dirección opuesta a Vi para llegar a la mansión donde le esperaba Tobias tomando su típica taza de té.
—Cait, finalmente llegaste. Pregunté en el cuartel y me dijeron que habías estado afuera en una misión estos dos días. ¿Está todo bien?
—Hola papá, si, está tobo bien, pero no creerás todo lo que pasó.
Tobías levantó la ceja con intriga. Cait tomó la mano de su padre con la suya.
—Finalmente la encontré papá, encontré a Vi. —Tomó una tasa para acompañarlo tomando té.
Los ojos de Cait no podían irradiar mayor alegría al contarle a su padre todo lo que había pasado esos dos días y como Vi había empezado a recordar al menos sus sentimientos. Por supuesto que ella omitió algunos detalles inapropiados para hablar con él.
—Me alegro mucho por ti hija. No te había visto sonreír así hace mucho tiempo.
En ese momento entró uno de los sirvientes de la mansión.
—Señorita Kiramman. Un oficial ejecutor llamado Steb le está esperando en la Sala de estar.
Para Cait, el hecho de que el Teniente Steb haya venido personalmente a su casa a dar información significaba que debía atenderlo urgentemente.
—Muchas gracias por el té, padre. Voy a ir a hablar con Steb.
Inmediatamente se paró y caminó con urgencia pensando en que novedades podía traerle el teniente. ¿Habrá detenido al líder? O ¿Quizás tenía más información sobre Noxus?
Steb estaba sentado junto al fuego con su mirada siempre profesional cuando vio a Caitlyn entrar al Salón y levantarse de su asiento.
—Mi Comandante.
—Steb, ahórrate la formalidad, estamos en mi casa, no en el cuartel.
—Si señora.
—Cuéntame, como te fue en la misión que te encomendé.
Steb mantuvo unos segundos de silencio mirando al piso antes de posar sus ojos sobre la mujer frente a él.
—Cait, investigamos toda la zona que nos indicaste y no había absolutamente nada. Ni mercadería, ni personas, ni siquiera un rastro de que alguien hubiese estado allí.
El rostro de Cait se desfiguró.
—¿Qué? No, es imposible.
—Registramos todo señora.
Cait empezó a caminar de un lado a otro mientras con su mano derecha tocaba su mentón pensando en que podría haber pasado.
—Acompáñame a mi oficina por favor.
Mientras caminaban rápidamente a la oficina de Cait dentro de la mansión, ella se preguntaba cómo podrían haber logrado trasladar todo en solo un par de horas. Si era así, entonces estaban mucho más organizados de lo que en algún momento pudo haber creído.
Una vez dentro, sacó un mapa actualizado de Zaun y Piltover que dejó sobre su escritorio y marcó los lugares donde estaba la banda criminal.
—En este lugar es donde nosotras estábamos vigilando y fuimos emboscadas. En esta otra zona fue donde despertamos en una celda. ¿Registraron los dos lugares?
—Si mi señora, incluso aumenté el rango de búsqueda en un kilómetro a la redonda. Encontramos unas jaulas como usted dijo, pero no hay ni una sola pista de que por allí hubiese habido alguien más. Si ese es el caso, estos no son unos delincuentes cualquiera.
—Estás en lo cierto Steb, no es una banda cualquiera, creo que la ciudad nuevamente está en peligro por Noxus.
La expresión de Cait se tornó pensativa.
—Mañana en la oficina revisemos como proseguir. Por ahora dispón de una patrulla que vigile la zona por si aparece alguna pista y Steb. —Hizo una pausa y lo miró seriamente. —Todo esto es confidencial, nadie más que nosotros y mi gente de confianza puede saberlo hasta que sepamos exactamente contra qué nos enfrentamos.
Steb asintió con la cabeza y se fue de la mansión de los Kiramman. Por su parte, Cait estaba atormentada por un posible ataque Noxiano mientras pasaba sus manos por las cicatrices que le había dejado la guerra contra ellos.
Caitlyn salió de su oficina, su mente aún atormentada por lo que había aprendido y lo que había dejado sin resolver. Subió las escaleras hacia su alcoba, pero una vez dentro, dejó que el peso de todo se desvaneciera, aunque fuera por un momento. Se recostó en su cama, cerrando los ojos, y permitió que los recuerdos de Vi invadieran su mente. El deseo de que todo volviera a ser como antes la invadió, pero también una serena aceptación. Aquel día había sido un paso, un pequeño paso, en el largo camino hacia lo que podrían ser.
Con esas imágenes en su cabeza, la mujer de pelo azul cedió ante el cansancio de esos días dando paso por primera vez en mucho tiempo a un sueño reparador.