ID de la obra: 657

El llamado del sol negro

Mezcla
NC-17
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planificada Mini, escritos 1.064 páginas, 490.148 palabras, 63 capítulos
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Lo que el Corazón Recuerda

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Vi cerró suavemente la puerta del camarote tras de sí. Respiró hondo y apoyó su espalda contra la fría madera, sintiendo cómo una punzada de culpa recorría su cuerpo. La conversación con Sarah había rasgado el alma de Vi. La brutal honestidad había dejado cicatrices que no podía borrar. La culpa se colaba en cada rincón de su mente, atravesando cada pensamiento como una aguja fría. Pero, al final, sabía que no podía seguir viviendo una mentira. Lo correcto era lo que más le dolía. Sarah había sido su ancla en las últimas semanas, una fuerza constante que la había mantenido a flote en medio de la tormenta. Su amor por ella era puro, y Vi lo sentía, aunque, en lo profundo de su ser, sabía que ese amor era distinto al que compartía con Caitlyn. Ese amor, aunque verdadero, no la completaba de la misma forma. En su corazón, la verdadera lucha era con lo que había sido, lo que sentía por Caitlyn, la mujer que aún ocupaba cada rincón de su mente. Caminó lentamente hacia la cama que se encontraba frente a ella y dejo caer su cuerpo sin quitar la ropa que traía puesta. Se quedo mirando el techo durante largo rato mientras meditaba todo lo que había pasado esos últimos dos días. Por una parte, su relación con la Comandante había avanzado de formas inesperadas. Aun llevaba el recuerdo de cada fricción entre la piel de las dos mujeres, de sus besos, sus gemidos, los suspiros que sus manos provocaron a la Piltoviana. Era una mujer intrigante y estaban altamente relacionadas la una con la otra, no era necesario recordarlo para saberlo. Por otra parte, estaba Sarah, la pirata era lo que toda persona quería, una chica hermosa, con gran autoestima, fuerte, ardiente y absolutamente romántica. Aunque la relación con Sarah había comenzado como una simple atracción física, algo más profundo había crecido entre ellas. Sarah, con su presencia cálida y protectora, había logrado algo que Vi nunca imaginó: había tocado el rincón más vulnerable de su corazón. Y esa noche, cuando la pirata le confesó sus sentimientos, Vi sintió una punzada en su pecho, como si una parte de ella se estuviera alejando al no poder corresponder a esos mismos sentimientos.  Tenía a dos mujeres peleándose por su corazón, y si bien le había dicho a Sarah que no, igualmente la albergaba las dudas de cometer un error y herir a la pirata. La noche fue inquieta. Vi apenas logró conciliar el sueño, acosada por los fantasmas de su pasado perdido y las emociones que Caitlyn había despertado en su corazón. Los recuerdos de Cait se repetían en sus sueños, atrapando a Vi en un círculo sin fin. Su rostro, sus ojos azules que la miraban como si no hubiera un mañana, la calidez de sus besos, todo parecía tan real en la oscuridad de su mente que Vi deseaba con desesperación no despertar. Desearía quedarse allí, en ese rincón donde el dolor de la realidad no la alcanzaba, donde Caitlyn era solo suya y no había conflictos que resolver. Apenas el sol apareció en el horizonte, decidió abandonar el barco antes de que Sarah despertara. Si bien le había dicho a Sarah que hoy conversarían, la verdad es que no estaba preparada para enfrentar otra conversación incómoda, y tampoco se sentía lista para decirle sobre lo ocurrido con Cait. Necesitaba aire, claridad, y tal vez un poco de distancia para poder pensar con serenidad. Caminaba por las calles de Piltover, cada paso un recordatorio del conflicto que le desgarraba por dentro. El bullicio de la ciudad, las caras que pasaban por su lado, todo parecía distante, como si ella estuviera atrapada en un espacio vacío entre dos mundos que tiraban de ella en direcciones opuestas. El peso de las decisiones sobre Sarah y Caitlyn se sentía como un lastre en su pecho, haciéndole difícil respirar. Entonces, como si el destino le quisiera jugar una mala broma, Vi distinguió en un oscuro callejón una figura demasiado familiar: Yuzul, el dueño de la zona de lucha y líder de la pandilla que había abandonado. Estaba reunido con varios niños menores de edad, seguramente reclutándolos tal como lo hizo con ella. Sin pensarlo dos veces, aceleró el paso y se acercó directamente hacia él, enfrentándolo cara a cara. —¡Yuzul! —gritó Vi, su voz temblando con furia contenida. Cada palabra estaba impregnada de una rabia que había estado acumulando durante semanas. Verlo de nuevo, después de todo lo que había hecho, la hizo sentir como si estuviera siendo arrastrada de regreso a un pasado que no podía olvidar. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que lo vio? El mismo tipo que era dueño de la fosa de pelea y de su antigua pandilla, ahora aparentemente se había convertido en una amenaza más peligrosa inmiscuyéndose en las calles de Piltover. Su risa sonó como un eco de tiempos pasados, cuando compartían el mismo aire, cuando las calles de Zaun parecían ser su único refugio. Ahora, todo eso se sentía como una eternidad, como un mal sueño del que no podía despertar. Yuzul avanzó hacia ella con paso firme, su actitud confiada y su porte amenazante, el olor a peligro que lo rodeaba era palpable. —¡Vaya, miren quién decidió volver! —Dijo con sorna. —¿Vienes a pagar tus deudas, Vi? —¿Deudas? Tú eres quien me debe por engañarme y usarme como máquina de guerra. —Respondió ella con frialdad, tensando los puños instintivamente. —¿Qué haces aquí en Piltover? ¿Buscando más inocentes para arrastrarlos a tus jueguitos criminales? Yuzul soltó una carcajada seca, provocativa, mientras hacía un gesto con la mano. —No esperaba menos de ti, Vi. Sabía que volverías tarde o temprano. Lo que no entiendo es cómo has podido olvidar tu deuda conmigo. Pero tranquila, mis muchachos están aquí para ayudarte a recordarla. En ese instante, cuatro sombras surgieron rápidamente desde los callejones circundantes. Eran sus mismos compañeros de cuando perteneció a esa banca criminal. Vi sintió que el cuerpo se le tensaba, preparada para pelear. —Siempre supe que ustedes eran unos cobardes, especialmente tu Ghostfer. —Oh Vi, créeme que tenía muchas ganas de hacer esto hace mucho tiempo. —Déjate de charla y peleen malditos. Dos de los matones corrieron hacia ella. Intentó esquivar el primer golpe dirigido a su rostro, pero mientras lo esquivaba recibió un brutal impacto en el costado por el otro sujeto. El dolor la atravesó, pero no se permitió caer. Con la furia hirviendo en sus venas, Vi golpeó con fuerza al primero, derribándolo de inmediato. Aun quedaban tres mas y se encargaría de derribar uno a uno vengándose por los días donde Vi se había convertido en una criminal altamente buscada. Ghostfer se movía como una sombra, sus prótesis aceleraban sus movimientos, haciendo que Vi apenas pudiera seguir su ritmo. Cada golpe que lograba esquivar era seguido de un impacto aún más fuerte. Vi intentó defenderse, pero el dolor la invadió de inmediato cuando sintió la pierna de Ghostfer conectar con su abdomen. El aire se le escapó de los pulmones, y por un momento, todo su cuerpo se tensó de dolor, llevándola al suelo. El golpe la tumbó retorciéndose sobre su abdomen, el aire se le escapó como si fuera una fuga imparable. Los jadeos de Vi resonaron en su mente, distorsionados y ansiosos, mientras sus manos temblaban al intentar levantarse. El dolor se instaló en su cuerpo, una marea de golpes y contusiones, pero el coraje se negaba a dejarla caer. —¿Cansada Vi? Yo recién estoy empezando. Vi no era alguien que se rindiera fácilmente. Se levantó nuevamente, ahora estaba rodeada por los tres miembros restantes. Se acercó a uno y tomando su cabeza con dos manos, le clavo su rodilla entre medio de los ojos y dejando inconsciente al sujeto. El siguiente miembro de la banda sostuvo a Vi por la espalda tratando de inmovilizarla. Grave error. Vi uso su fuerza para elevar con su espalda al sujeto, tomo impulso y saltando dejo caer su cuerpo con fuerza hacia el suelo aplastando el cuerpo del tercer sujeto. Vi se levantó y antes de que el hombre se pudiera parar le asestó una patada en la cabeza. —Bastardo. — Escupió sobre el cuerpo del criminal. Luego, volvió a dirigir su atención al líder de la banda que le estaba mirando fijamente. —¿Sabes que podrías haber sido una de las mejores criminales Vi? —¿Sabes que siempre supe que eras una puta piedra en el culo, Ghostfer? —No aprendes, ni aprenderás, es hora de que veas mi verdadero poder. Ghostfer se movió con una velocidad impactante para comenzar a golpear a Vi con varios golpes en el rostro. Incluso para Vi era imposible seguirle el ritmo, cada cinco golpes que defendía con sus antebrazos, uno se asestaba en el rostro, si seguía así, tarde o temprano se agotaría y caería. Desde lejos Yuzul miraba la acción mientras disfrutaba de un puro y sonreía encantado por la pelea. Vi necesitaba pensar en una estrategia, entonces se le ocurrió. La Zaunita lanzó un golpe hacia la cara de Ghostfer, obviamente para esta ultimo era fácil esquivarlo, pero rápidamente hizo una finta. Su objetivo no era su rostro, su objetivo real era la pierna mecánica de Ghostfer. Le acertó un golpe limpio que dejo destruida su pierna izquierda robótica, aunque también había dejado inutilizable la mano derecha de la luchadora. —Hija de perra. —Pensé que vendrías a darme una lección. —Sonrió satisfecha y desafiante. —Me parece que ya me perdí la clase. Ahora sin una pierna, Ghostfer y Vi estaban prácticamente en igualdad de condiciones. Los golpes iban y venían de un lado a otro hasta dejar sus rostros sangrientos por los golpes. —Nunca debes subestimar a tu enemigo en una pelea, Zaunita. Ghostfer se acercó a vi, se apoyó de sus dos manos hacía el suelo, tomó un impulso y con su único pie asestó una patada en el abdomen de la mujer. El golpe había sido eficaz, la pierna metálica era como si le hubiera caído un bloque de cemento encima. No podía respirar bien, por el dolor podía asumir que tenía un par de costillas rotas, muchos cortes y moretones. El cuerpo de la mujer ya no reaccionaba y su visión empezaba a fallar. Yuzul se acercó con calma, observando el rostro lleno de heridas y sangre de la mujer luchadora. —Esto es solo una advertencia, Vi. O pagas o pagas. —Dijo Yuzul con una sonrisa cruel y exhalando el humo del puro en la cara de Vi. —Piltover será tu tumba si no cumples con tu parte. Ghostfer, déjala inconsciente. Inmediatamente el líder se incorporó con un fierro de metal duro. —Buenas noches Vi. El golpe le dio directo en la cabeza y todo se tornó oscuro. Pasó casi una hora antes de que Vi volviera en sí. Ya no estaba Yuzul, ni ningún miembro de la pandilla. Aun todo daba vueltas, pero podía afirmar que todavía estaba en el mismo lugar en el que le habían dado una paliza. Al intentar moverse, un profundo dolor atravesó cada músculo. Sabía que estaba gravemente herida, pero no lo suficiente como para estar en riesgo su vida. Necesitaba llegar a un lugar seguro y curar sus heridas, solo había un lugar en el que podía pensar en ese momento: el cuartel donde Caitlyn trabajaba. Estaba a solo cuatro cuadras de donde estaba y pese a eso, cada paso en la dirección se le hacía una eternidad. Su piel sangraba dejando manchas de sangre en el suelo por el que caminaba. Su ojo derecho se inflamó tanto que ya no podía abrir el parpado y con el otro miraba su camino mientras sentía que todas las miradas de los Piltovianos le juzgaban con rechazo, algo de lo que nunca había sido ajena. Apenas llegó al cuartel, dos oficiales que custodiaban la entrada la reconocieron de inmediato por los folletos de búsqueda. Uno la detuvo colocando una mano en su hombro, intentando retenerla. —Alto, criminal. ¿A dónde crees que vas? —Quiero ver a Caitlyn. —Gruñó Vi, intentando soltarse. —¿La comandante? Ella no atiende a criminales. —Respondió burlonamente otro oficial mientras intentaba sujetarla con fuerza. —Escuchen, idiotas, no tengo tiempo para esto. Necesito hablar con Caitlyn. —Gruñó Vi, resistiéndose a la presión que le aplicaban. Los oficiales reaccionaron más agresivamente, propinándole un golpe en las costillas que la hizo gritar de dolor y caer al suelo. —Te enseñaremos a respetar a la autoridad Zaunita. El primer oficial sacó su porra metálica y con rabia empezó a asestar golpes en la espalda de la mujer. —¡Agh! —Gritó Vi por el dolor. —Se arrepentirán por esto cobardes. —Solo eres basura. La escoria de la sociedad. —Bufó el oficial mientras se preparaba para otra ronda de golpes. Justo cuando el otro oficial había sacado su arma de servicio dispuesto a aplicar toda su furia contenida contra Vi, apareció Caitlyn desde el pasillo, alarmada por los gritos y la conmoción. —¿Qué está pasando aquí? —Su voz resonó con autoridad. —Comandante, atrapamos a esta delincuente tratando de entrar al cuartel e infiltrarse a su oficina. Es una de las criminales más peligrosas y buscadas de la región. Le dimos una lección por intentar pasarse de lista. Caitlyn empalideció al ver el estado en que Vi estaba. Corrió hacia ella, empujando con firmeza a los oficiales. —¡Suéltenla ahora! ¿Quién les autorizó para tratarla así? ¿Acaso no tienen sentido común? Los oficiales, desconcertados, se miraron mutuamente y dieron un paso atrás. —Lo sentimos, comandante, pero... —¡Silencio! Ningún oficial debería atacar a una persona de esta forma, ya sean criminales o no. El uso de la fuerza desmedida está prohibido. —Dijo Cait con evidente molestia. —Esta mujer está bajo mi protección personal. ¡Si vuelven a ponerle una mano encima, yo misma los arrojaré a la prisión de Stillwater! ¿Queda claro? Los oficiales asintieron rápidamente y retrocedieron, confundidos y asustados ante la furia de Caitlyn. Vi, entre dolor y admiración, esbozó una leve sonrisa. Caitlyn rápidamente la ayudó a incorporarse, poniendo suavemente un brazo alrededor de su cintura y guiándola hacia su oficina. —Gracias Comandante. —Susurró Vi con dificultad. —No digas nada. —Respondió Caitlyn con ternura. —Ven, necesitas que curemos esas heridas que traes. Vi dejó escapar una risa cansada y se dejó llevar por Caitlyn hacia el interior del cuartel. Durante el trayecto por los largos pasillos, muchos oficiales miraban discretamente, algunos murmurando por el estado en el que Vi se encontraba, otros en evidente sorpresa por el trato que le estaba dando la comandante a la mujer Zaunita que golpeada y mal herida. Caitlyn no dejó pasar el momento para mirarlos con dureza, retándolos con ojos filosos, desafiando a que alguien se atreviera a comentar algo. Todos se silenciaron inmediatamente, desviando la vista y volviendo a sus tareas. Al llegar finalmente a la oficina, Caitlyn ayudó cuidadosamente a Vi a sentarse y comenzó a buscar rápidamente medicinas y vendajes. Mientras curaba sus heridas, sus ojos se encontraron nuevamente. —Te juro que no busqué problemas esta vez, pastelito. —Dijo Vi con una media sonrisa. —Claro que no. —Respondió Caitlyn con ironía tierna mientras seguía curando las heridas. —Pero los problemas parecen buscarte a ti. Ambas sonrieron suavemente. En medio del dolor y la incertidumbre, encontraron un breve instante de calma. —Esto dolerá. Caitlyn empezó a pasar el algodón humedecido con alcohol por las heridas abiertas. —¡Agh! —Se quejó Vi al sentir el ardor. Cait estaba profundamente enojada, sus mismos oficiales le habían dado una paliza a la mujer que ama. Una cosa estaba clara: Caitlyn nunca más permitiría que alguien lastimara a Vi nuevamente, sin importar lo que tuviera que hacer para protegerla. Vi suspiró profundamente, pero el suspiro no era solo un alivio. Había algo más, un nudo en su garganta que no lograba liberar. Su cuerpo estaba tenso, como si se resistiera a aceptar la ayuda que Caitlyn le ofrecía. Aunque sabía que necesitaba descansar, que su cuerpo pedía a gritos la cura de sus heridas, algo dentro de ella se rebelaba. No quería ser vulnerable, odiaba la sensación de necesitar a alguien, incluso a Caitlyn. Cada fibra de su ser se rebelaba ante la idea de depender de otra persona, de abrirse a un amor que podría romperla aún más. Pero, al mismo tiempo, cada palabra, cada gesto de Caitlyn la atraía hacia una verdad incómoda: había algo en ella que Vi necesitaba. —¿Podrías contarme que sucedió? —Replicó la mujer de pelo azul. —Tuve una pelea callejera, unos malditos delincuentes. Hizo una pausa pensando mientras miraba las líneas del suelo. Las palabras de agradecimiento inicial dieron paso lentamente a un silencio incómodo, cargado de frustración y resentimiento. Finalmente, Vi levantó su mirada hacia Caitlyn, dejando entrever una profunda ira acumulada. —¿Sabes algo, Cait? Tus oficiales no son mejores que esos malditos delincuentes con los que acabo de pelear. —Su voz salió dura y amarga. —Esos golpes que me dieron hace unos momentos... ¿Crees que es justo que traten así a cualquiera que no lleve puesto un uniforme? Caitlyn bajó la mirada por un instante, sintiendo una punzada de culpa mezclada con frustración. —Lo sé, Vi. Yo tampoco estoy de acuerdo con eso y... Vi no la dejó terminar, interrumpiéndola de inmediato: —¡Es exactamente lo mismo que hicieron con mis padres! ¡Lo mismo que han hecho siempre con todas las personas de Zaun! —Exclamó en un arrebato de furia, poniéndose de pie pese al dolor que sentía en sus heridas. —Los ejecutores usan su fuerza contra quien les da la gana y luego se esconden detrás de sus malditas leyes. ¿Qué diferencia hay entre ustedes y los delincuentes? Caitlyn apretó los puños, indignada ante aquella comparación, sintiendo que las palabras de Vi la golpeaban como dagas afiladas. —No es así, Vi, y lo sabes perfectamente. —Su tono era firme, pero dolido. —Ellos cometieron un error y pagarán por eso, pero no puedes poner a todos en el mismo saco y compararnos con criminales. Sabes que intento cambiar las cosas, pero no es tan sencillo ni rápido como crees. Vi rio con sarcasmo y moviendo la cabeza de un lado a otro, desvió la mirada hacia el suelo. —No lo sé, Cait, pareciera que es más fácil ganar una guerra que cambiar a tu pandilla de ejecutores. —Replicó, llevándose una mano a las costillas heridas y haciendo una mueca de dolor. —Quizá nunca debí confiar en una Piltoviana... tal vez me equivoqué, Cait. Todo esto me duele más de lo que imaginé. No sé qué demonios hago aquí contigo... ¿Por qué tendría que confiar en ti cuando todo lo que siento me está rompiendo por dentro? Vi sintió cómo las palabras se le atragantaban, como si todo su cuerpo se hubiera bloqueado por completo. El miedo de perder a Caitlyn, la rabia por no poder controlar sus propios sentimientos... todo eso la estaba asfixiando. El rostro de Caitlyn se endureció al escuchar esas palabras. Su tono cambió, mostrando claramente que sus palabras habían tocado un punto sensible. —Vaya, eso no parecía molestarte ayer cuando estábamos juntas en la ducha, ¿Verdad, Vi? —La comandante arqueó una ceja, cruzando los brazos y enfrentándola directamente. —¿Es así como piensas ahora? ¿Soy simplemente una "Piltoviana" para ti? Vi se quedó callada de golpe. La vergüenza y la rabia se mezclaban dentro de ella en una tormenta emocional. Estaba frustrada consigo misma por dejar salir esas palabras de manera tan injusta hacia Caitlyn, especialmente cuando ella había sido de las pocas personas que realmente le había mostrado empatía y cariño desde que perdió sus recuerdos. Pero en ese momento, su mente estaba demasiado confundida, enojada y herida para admitirlo. —Quizás cometimos un error. —Susurró Vi, bajando el tono y evitando su mirada. — ¿Quién soy yo realmente para ti? ¿Una máquina para satisfacer tus deseos? ¿Un problema más para tus ejecutores? Caitlyn caminó lentamente hacia ella, tomando suavemente su rostro entre sus manos, obligándola a mirarla directamente a los ojos. Su voz, aunque firme, llevaba una dulzura que Vi conocía bien, esa que solo le regalaba a ella. —No vuelvas a decir eso, Vi. Sabes perfectamente lo mucho que significas para mí. Lo mucho que luché por encontrarte y lo dispuesta que estoy a luchar por ti. —Los ojos de Caitlyn brillaban con un fuego contenido, lleno de emociones. —Cometieron un error grave, sí. Te juro que pagaré cada maldito daño que te han hecho a ti y a cada Zaunita que fue reprendido injustamente. Vi desvió la mirada con incomodidad, incapaz de sostener aquellos ojos azules que atravesaban su alma con tanta facilidad. Cait agachó la mirada. —Es injusto que pienses que te estoy usando. —La mujer azul dejó entrever claramente su dolor ante las palabras anteriormente mencionadas. Vi se sintió una estúpida al procesar nuevamente las palabras que habían salido de sus labios hacia la mujer más alta. —Humm. —Trató de buscar las palabras para disculparse, pero no las encontraba. — No es lo que quise decir... Cait... lo lamento. —No puedes decir esas cosas y luego simplemente esperar que lo olvide fácilmente. Vi suspiró antes de contestarle. —Fue un día de mierda y me desquité contigo. Lo lamento. La banda con la que estuve durante semanas antes de llegar aquí me dio una paliza, quedé inconsciente y al despertar todo lo que pensé es que el lugar donde más segura me he sentido fue aquí en tu oficina. No esperaba recibir otra paliza de parte de tus oficiales. Cait la miró pensativa. —Está bien, lo entiendo. Investigaré personalmente a ese grupo criminal, no dejaré que queden sin pagar por lo que te hicieron. —No quiero tu ayuda para eso, Cait. Esta pelea es mía, solamente mía. Yo puedo defenderme sola. Caitlyn se apartó un poco, irritada por la obstinación de Vi. —Claro, puedes hacerlo tan bien que por poco acabas muerta hace unos minutos. ¡Mírate! —Replicó señalando sus heridas con un claro gesto de frustración. —No seas terca, Vi. Deja que te ayude esta vez. Necesitas mi ayuda. El silencio se extendió entre ambas mujeres. Vi se mantuvo rígida, sabiendo en el fondo que Caitlyn tenía razón, aunque no quisiera aceptarlo. Odiaba sentirse vulnerable, odiaba depender de otros, especialmente cuando se trataba de problemas personales. Finalmente, Caitlyn suavizó su voz, acercándose lentamente. —Escucha, yo sé que no me necesitas, Vi. Sé lo fuerte que eres, sé perfectamente quién eres. Pero estoy aquí para ti. No soy solo una comandante, ni la chica de Piltover con la que te acostaste, soy una persona que te quiere de verdad, que intenta protegerte... alguien que te ha amado desde que te conoció. Vi sintió una punzada en el pecho. Las palabras de Caitlyn, tan sinceras, tan llenas de amor, la hicieron sentir más perdida que nunca. ¿Qué debo hacer? Se preguntó. Por un lado, Sarah le había mostrado un cariño incondicional, le había ofrecido algo más sencillo, menos complicado. Pero Caitlyn... Caitlyn en el poco tiempo que la conocía había sido su refugio, el lugar donde se sentía entendida, protegida. ¿Cómo podía rechazar todo eso por miedo a lastimar a alguien más? Se sintió impotente, atrapada en su propio corazón, con miedo de romper lo que ya estaba roto. Caitlyn comprendió su silencio, suspiró y caminó lentamente hacia la ventana, dándole el espacio necesario para que reflexionara en calma. Después de varios minutos en silencio, Vi finalmente rompió la tensión, su voz sonaba algo ronca por las emociones contenidas. —Creo que necesito pensar. De verdad lo necesito, Cait. —Dejó caer el peso de su cuerpo sobre la silla en la que había estado minutos atrás. —Entiendo. —Respondió fríamente. —Pero no tienes por qué hacer todo esto sola. Puedes confiar en mí, siempre lo has podido hacer. Vi sintió cómo su corazón se comprimía con la mezcla de emociones. No sabía si el nudo en su pecho era amor, culpa o miedo. Quería recordar todo, quería poder confiar completamente, pero las piezas de su vida seguían dispersas, como si su corazón estuviera atrapado entre dos mundos, dos amores, dos memorias. La confusión la ahogaba, y por más que intentara entenderlo, no encontraba una salida. Pasarón los minutos en absoluto silencio para las dos mujeres. Vi tomó un largo respiro antes de hablar, notando cómo la tensión en la habitación comenzaba a disiparse lentamente. Sintió que debía ser honesta, especialmente después del intenso y frustrante momento que habían compartido minutos atrás. ― Cait... —Comenzó suavemente, bajando la mirada al suelo por un momento, reuniendo valor. —Hay algo más que necesito contarte, aunque creo que ya lo sabes perfectamente. Es sobre los días en que desperté y luego me transformé en una criminal. Caitlyn, intrigada, rompió su fija mirada en la vista de su ventana y se acercó a un lado de la silla en la que estaba sentada Vi. Se sentó en la otra silla y mirando fijamente a Vi, procuró inclinar la cabeza ligeramente, invitándola a continuar. —Cuando desperté, estaba en un sitio desconocido para mí con un sujeto de rastas blancas. “Ekko”, pensó Caitlyn inmediatamente. —Escapé de allí y me encontré perdida en Zaun, terminé en un lugar... digamos, poco recomendable. —Empezó Vi, entrelazando sus dedos nerviosamente. —Un sitio donde la gente apostaba peleas clandestinas. Allí conocí a un hombre, un tipo desagradable llamado Yuzul. Me prometió información sobre Powder, o más bien, Jinx. Me dijo que tenía contactos y que podría ayudarme a encontrarla si me unía a su pandilla. No pensé mucho en las consecuencias y acepté sin cuestionar. Caitlyn escuchaba en silencio, pero su rostro comenzó a endurecerse mientras Vi relataba su historia. —La pandilla... bueno, atacábamos caravanas, robamos tiendas, hicimos cosas de las que no estoy orgullosa. —Vi bajó la mirada, avergonzada. —Todo porque ese imbécil prometió ayudarme a encontrar a mi hermana. Pero la deuda que adquirí con él era demasiado alta; me utilizaba como músculo y me chantajeaba diciendo que tenía información sobre Powder. Fue todo mentira, claro, pero en ese momento... yo me aferraba a cualquier esperanza. Durante el tiempo que viajamos teníamos que cumplir con cierto pago por estar allí, solo por existir prácticamente. A mí me daba igual, es más, cuando me fui con Sarah, cogí varios objetos de valor que habíamos reunido y me los llevé al barco. Ahora Yuzul me amenazó, la paliza que me dieron fue solo una advertencia hasta que pague la deuda. El rostro de Caitlyn se ensombreció visiblemente, cerrando sus puños con fuerza, mostrando claramente lo enojada que estaba. —No puedo creerlo... —Murmuró, conteniendo la furia en su voz. —Vi, esos criminales te utilizaron, manipularon tu desesperación por encontrar a tu hermana y ahora te amenazan. Haré caer todo el peso de la ley sobre ellos, no permitiré que esto quede impune, ni que te vuelvan a tocar. Vi, viendo cómo la ira de Caitlyn comenzaba a hervir, levantó la mano, intentando calmarla. —Pastelito, ya te dije que no quiero que te metas. Esta pelea es solo mía. Yo puedo enfrentarme a ellos y resolver esto sola. Caitlyn se paró indignada, cruzó los brazos y la observó con una mirada que mezclaba preocupación y molestia. —¿De verdad crees que puedes resolverlo sola después de lo que pasó hoy? ¿Viste cómo te dejaron? —Su voz subió ligeramente, mostrando la frustración contenida—. ¡Podrían haberte matado! ¡Te amenazaron! Y ahora ¿Qué pasa si vuelven a atacarte, Vi? ¿Qué pasa si la próxima vez no tienes tanta suerte? Vi sintió que las palabras de Caitlyn golpeaban fuerte en su orgullo, pero también en su corazón. Se mordió el labio, luchando internamente entre aceptar la ayuda que tanto necesitaba y defender su independencia. Un silencio incómodo volvió a instalarse en la oficina. Ambas mujeres se miraban, debatiéndose en sus pensamientos y emociones hasta que Vi, finalmente, soltó un suspiro resignado. —Tal vez tengas razón, pastelito. —Admitió Vi finalmente, suavizando su tono. —Pero necesito hacer esto a mi manera, a mi ritmo. Prométeme que no enviarás a nadie a buscarlos. Caitlyn suspiró profundamente, tratando de calmarse y entendiendo a regañadientes la posición de Vi. Conocía bien esa testarudez, esa necesidad de resolverlo todo con sus propias manos. —Está bien, Vi. —Dijo finalmente Caitlyn, cediendo con voz suave pero firme. —Lo respeto, pero prométeme que cuando llegue el momento me buscaras y juntas lo resolveremos. Vi sonrió ligeramente, asintiendo lentamente y aliviada por la comprensión de Caitlyn. —Lo prometo. —Respondió en voz baja, pero sincera. Caitlyn se relajó un poco más, sabiendo que al menos había conseguido esa promesa. Aun así, no dejaría las cosas completamente en manos de Vi; discretamente los buscaría, vigilaría y se haría cargo del problema. Luego de unos segundos de silencio, Caitlyn levantó la vista hacia Vi nuevamente, notando que algo más se movía detrás de esos ojos. Había una duda inquietante en ellos, una inquietud que Vi no estaba logrando ocultar por completo. —¿Sucede algo más? —Preguntó Caitlyn con suavidad, tratando de leer en su mirada lo que Vi aún no había dicho. Vi respiró profundamente, sintiendo cómo su corazón latía un poco más rápido ante la incomodidad de lo que estaba a punto de decir. Sabía que debía ser honesta, especialmente después de todo lo que habían vivido. —Sarah... me pidió que fuera su novia anoche. —La voz de Vi vaciló, temerosa de lo que pudiera leer Caitlyn en sus ojos. Bajó la mirada, avergonzada por el peso de sus palabras. Sentía que, al decirlo, estaba revelando una parte de sí misma que aún no sabía cómo manejar. La culpa y el deseo de ser honesta se entrelazaban, y en su pecho, una amarga sensación de incomodidad la invadió. La mujer de pelo azul sintió como si su corazón se detuviera un instante. Una punzada de celos le recorrió el pecho, haciéndole difícil mantener su expresión calmada. Trató con todas sus fuerzas de no dejar que su rostro mostrara lo evidente. —¿Sarah te pidió ser su novia? —Preguntó Caitlyn, esforzándose por mantener un tono neutral y controlar su voz. Vi asintió lentamente, sintiéndose culpable al ver la lucha interna que se reflejaba claramente en los ojos azules de Caitlyn. —Sí. Fue después de la cena que preparó para mí en el barco. —Vi titubeó un instante. —Me dijo que ya habíamos estado juntas mucho tiempo, que tenemos una confianza única entre las dos, que lo lógico era formalizar nuestra relación. Pero no pude corresponder a sus sentimientos. Le dije la verdad: la quiero, pero solo como amiga. No puedo verla como algo más. Caitlyn dejó escapar un suspiro de alivio, pero algo en su interior se revolvió. Los celos no desaparecieron de inmediato, pero trató de ignorarlos. Sabía que no tenía derecho a sentirse así, pero escuchar a Vi hablar de Sarah la había afectado más de lo que pensaba. Trató de sonreír, de mantener la calma. —Entiendo. —Respondió Caitlyn en voz baja, sintiendo que la sinceridad de Vi comenzaba a calmar la ansiedad que se había apoderado de ella. —¿Cómo reaccionó Sarah? Vi miró hacia un lado, su rostro reflejando la incomodidad del momento que había pasado. —Pues lo lógico, le dolió. Se quedó en silencio, con las palabras atoradas en la garganta. Podía ver cómo se le rompía el corazón, Cait. —Vi suspiró profundamente, una carga de culpabilidad aplastándola. —Lo que hice con Sarah no fue justo, pero cómo explicarle que mi corazón ya no está con ella, que lo que siento por ti es... más grande, más profundo de lo que puedo entender. Todo esto es tan complicado, Cait, y cada vez que trato de ordenar mis pensamientos, solo me siento más perdida. Vi tomó unos segundos antes de seguir. —Se supone que hoy hablaríamos y profundizaríamos la conversación de ayer, pero me asusté y me fui al amanecer, me cuesta tanto trabajo volver al barco. No quiero enfrentar esa incomodidad, ni lastimarla más. Caitlyn sintió cómo su corazón se llenaba de ternura por Vi, comprendiendo que no era fácil para ella manejar esos sentimientos encontrados y que se había abierto por completo mostrando su vulnerabilidad a la mujer de pelo azul. —Tal vez no debas volver al barco esta noche, Vi. —Sugirió Caitlyn suavemente, acercándose un poco más. —Ven conmigo a mi mansión. Mi padre es médico, él puede ayudarte a curar bien tus heridas. Descansa ahí, y mañana podrás aclarar todo con Sarah. Vi levantó la vista, dubitativa. La propuesta de Caitlyn sonaba increíblemente tentadora, sobre todo por la oportunidad de pasar más tiempo con ella. Pero una parte suya se resistía; sentía que no podía simplemente desaparecer. —No lo sé, Cait... No quiero dejar a Sarah así, preocupada sin saber dónde estoy. Caitlyn sonrió cálidamente, comprendiendo el dilema que enfrentaba Vi. Tras pensarlo un momento, tomó la decisión de ofrecerle una solución. —¿Y si hago esto? —Dijo Caitlyn con una sonrisa amable. —Después de dejarte segura en la mansión, yo misma iré al barco para hablar con Sarah y decirle que estás bien. Explicaré que te sentías cansada y preferiste descansar en otro lugar esta noche. Vi miró sorprendida a Caitlyn. No esperaba que ella estuviera dispuesta a hacer algo así, especialmente sabiendo los celos que seguramente aún guardaba. —¿De verdad harías eso por mí? —Preguntó Vi con evidente sorpresa y ternura en la voz. Caitlyn asintió lentamente, extendiendo suavemente su mano para tocar la mejilla de Vi. —Por supuesto que sí. Solo quiero verte tranquila, Vi. —Susurró Caitlyn con una sinceridad que atravesó cada fibra del corazón de Vi. —Además, creo que Sarah merece saber que estás a salvo y que te importa lo suficiente como para no desaparecer sin más. Vi sonrió suavemente, pero en sus ojos brillaba una gratitud profunda. Nunca había conocido a nadie como Caitlyn, alguien que no solo la cuidaba, sino que la entendía, incluso cuando ella misma no entendía lo que estaba pasando en su interior. Vi se sintió más vulnerable que nunca, pero al mismo tiempo, muy afortunada. Algo en su pecho se aligeró, como si poco a poco empezara a confiar en la mujer que tenía frente a ella. Definitivamente era una mujer fantástica. —Gracias. —respondió Vi, tomando delicadamente la mano de Caitlyn entre las suyas y acariciando suavemente sus dedos. —Eres una mujer sorprendente. Caitlyn sonrió nuevamente, sintiendo cómo una ola de felicidad y tranquilidad la invadía. —Entonces, vamos. —dijo Caitlyn suavemente, poniéndose de pie. —Cuanto antes lleguemos a la mansión, antes podrás descansar y yo podré cumplir mi promesa. Caitlyn tomó suavemente la mano de Vi, ayudándola a incorporarse. Su tacto era gentil, como si temiera romperla después de todo lo que había pasado. Ambas comenzaron a caminar lentamente hacia la salida del cuartel, sintiendo el peso de todo lo que habían compartido en esa conversación. Al salir, Caitlyn notó la leve cojera en los pasos de Vi, la consecuencia directa del enfrentamiento de esa tarde. Con cada movimiento, un pequeño pinchazo de culpa le atravesaba el corazón. Si tan solo hubiera estado con ella, quizás esto no habría ocurrido. Pero ahora solo podía cuidar de ella y asegurarse de que se recuperara adecuadamente. El trayecto a la mansión fue corto, Cait estiró a Vi en los asientos traseros del auto y manejó hasta su hogar. Al llegar finalmente a la mansión, Vi miró impresionada la majestuosa estructura. Nunca había estado allí antes, o al menos no que recordara, observó con calma cada uno de los impresionantes detalles que delataban claramente la fortuna y el prestigio de la familia de Caitlyn. Entraron discretamente, y Cait condujo a Vi hacia una cómoda habitación en la planta alta. Con cuidado, Cait la ayudó a acostarse sobre la suave cama, acomodando una almohada bajo su cabeza. —Quédate aquí, Vi. Iré a hablar con mi padre para que revise tus heridas. —Le dijo Caitlyn, acariciando suavemente su mejilla—. No tardaré mucho. Vi sonrió, agradecida por la preocupación sincera de Caitlyn. Cerró los ojos un instante, sintiendo la paz de estar en un lugar seguro. Caitlyn salió de la habitación con suavidad, cerrando la puerta tras ella. Mientras caminaba por los elegantes pasillos hacia el estudio de Tobias, sus pensamientos comenzaron a divagar hacia su padre. Desde que la relación entre ella y Vi se había vuelto más seria en el pasado, él nunca había ocultado su rechazo. ¿Cómo podría hacerlo, si fue la hermana de Vi quien le arrebató al amor de su vida, la madre de Caitlyn y la mujer que Tobias tanto había amado y admirado? Suspiró profundamente, tocando la puerta del estudio antes de entrar. Tobias se encontraba sentado leyendo un libro, la recibió con una mirada seria pero expectante. Se saludaron y luego de unos segundos Caitlyn le explicó brevemente la situación, intentando mantener la compostura. —Papá, sé que es complicado para ti tener a Vi aquí. —Comenzó, su voz temblando ligeramente. —Pero necesito que la ayudes. Está herida, y no confío en nadie más para cuidarla mientras voy a hacer unos asuntos que tengo pendiente en el puerto. Tobias suspiró, se paró del asiento teniendo el cuidado de dejar su libro en el buró. Miró a su hija atentamente y luego respondió. —Cait, sabes que no me agrada verla aquí... Me trae malos recuerdos... pero veo en tus ojos y tus acciones cuanto la amas y, por otra parte, yo jamás negaría ayuda a alguien que lo necesite. —Respondió finalmente. —Haré lo necesario para atender sus heridas. Caitlyn asintió en silencio, comprendiendo el peso que cargaba su padre. Sin que él se lo esperara, la mujer lo abrazó con todo el amor que una hija podría expresarle a su padre. —Gracias padre. Tobias recibió el abrazo con la sensación de que su hija había vuelto a ser quien era. No podía fingir que, aunque Vi no era la persona que le gustaría como pareja de su hija, era ella quien también le había devuelto la sonrisa. Cait se apartó de su padre y agradeció nuevamente con un leve gesto, salió del estudio sintiendo una profunda mezcla de dolor y alivio por los sentimientos contradictorios que debe estar sintiendo su padre, pero al menos sabía que el cuidaría bien de la mujer Zaunita. Regresó a la habitación, encontrándose con Vi recostada, observando atentamente el techo. Al verla entrar, Vi mostró una leve sonrisa que disipó momentáneamente la preocupación de Caitlyn. —Mi padre vendrá pronto. —Comentó Caitlyn, acercándose hacia la cama con una sonrisa y sentándose a un lado de donde estaba recortada Vi. — Voy a ir al barco a hablar con Sarah y explicarle lo sucedido. Vi la miró intensamente y asintió lentamente. —Gracias, Cait. Sé que esto no es fácil para ti. Caitlyn negó lentamente con la cabeza. Se acercó a Vi, tomándola suavemente por el rostro, forzándola a mirarla directamente. El beso en la mejilla fue suave, pero cargado de una mezcla de ternura y dolor, como si las palabras de Vi le hubieran golpeado el corazón, pero, aun así, ella luchaba por no mostrar lo nerviosa que se sentía por dentro de enfrentar a la pirata en una incómoda conversación. Vi, sintiendo la tensión palpable, permitió que su sonrisa juguetona se desvaneciera lentamente. Por un momento, ambos se miraron en silencio, y antes de que Caitlyn pudiera moverse o decir algo, Vi la atrajo hacia ella con un impulso que la sorprendió. El beso fue breve, pero la intensidad que emanó de él dejó a Caitlyn sin palabras, un suspiro tembloroso escapó de sus labios antes de que pudiera procesarlo. —Eres imposible, Vi. —Susurró Caitlyn con una leve risa ruborizada. Vi se encogió ligeramente de hombros con esa sonrisa traviesa que tanto amaba Caitlyn. —Pero a ti te gusta así, ¿No es así? Caitlyn sonrió coquetamente, asintiendo con la cabeza. —Quizá demasiado. —Replicó finalmente, levantándose de la cama. —Volveré pronto. Descansa, ¿Sí? Vi asintió, recostándose nuevamente con un suspiro. Mientras Caitlyn salía, cerrando despacio la puerta y Vi inmediatamente volvió a mirar al techo, perdida en sus pensamientos. La mujer sintió una oleada de felicidad, como un calor suave que se esparcía por su pecho. Pero también había miedo, un miedo sutil de lo que vendría después. Sabía que amaba a Caitlyn, pero el futuro aún se sentía incierto. Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, Vi se permitió abrazar esa verdad, sin querer cambiarla, aunque no tuviera todas las respuestas. —Quizás no necesito recuerdos para saber lo que siento por ti, Cait. —Susurró suavemente, cerrando los ojos y permitiéndose relajarse por completo. Por primera vez desde que había perdido sus memorias, Vi sintió que su vida estaba tomando forma, aunque el futuro seguía siendo incierto. No tenía todas las respuestas, no sabía cómo resolver sus sentimientos hacia Caitlyn y por supuesto, no sabía cómo enfrentar la situación con Sarah, pero al menos por una vez, se permitió no tener las respuestas a cada pregunta. Quizás el camino hacia la claridad comenzaba justo allí, en ese momento de silencio, sabiendo que la mujer de ojos azules la acompañaría en cada paso de su camino.
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