Gritos de rebelión
11 de septiembre de 2025, 14:03
El calor del cuerpo de Vi le ofrecía una tregua que Caitlyn no sentía desde hace meses. Su vida como Comandante parecía una maraña de decisiones y obligaciones que nunca cesaban, y aquí, en ese instante fugaz, todo parecía alejarse. Pero las horas le exigían salir de ese refugio, al igual que la guerra que posiblemente la aguardaba desde las sombras.
Besó suavemente la frente de Vi, quien apenas murmuró entre sueños, y con delicadeza se levantó de la cama, procurando no despertarla.
Luego de tomar una ducha, se vistió con su típico atuendo de Comandante que tanto apreciaba usar. Antes de salir, observó una última vez a la mujer que dormía plácidamente. Por un segundo deseó olvidarse del resto del mundo, de las responsabilidades y simplemente vivir en esa paz que solo ella podía brindarle. Pero sabía que su deber como Comandante no podía esperar más.
En la cocina se encontró con su padre sirviendo desayuno. Al parecer tenía contemplado una comida para los tres, lo que era sorprendente considerando los contradictorios sentimientos que pesaban sobre el hombre cada vez que miraba a la mujer pelirroja.
—Te levantaste temprano papá. —Se sentó junto a él en la mesa. El té ya estaba servido y unos huevos revueltos con un olor exquisito se asomaban en su plato.
—Las responsabilidades no se hacen esperar hija. —Tomó un sorbo de su té antes de seguir. —El hospital comunitario que creamos en los límites de Zaun y Piltover tiene mucho movimiento y últimamente ha llegado muchísima gente de Zaun a atenderse, más de lo normal.
Cait levantó la ceja en signo de interrogación.
—¿Y sabes la razón?
—No realmente, supongo que lo mismo de siempre, peleas, asaltos. Unos pocos también han llegado con heridas de bala.
Cait suspiró sabiendo que los problemas delictuales de Zaun habían disminuido, pero no lo suficiente.
—Si ese es el caso, creo que tendré que visitar a Sevika en Zaun para ver que está sucediendo. En el mejor de los casos, son simples hechos aislados, en el peor, quizás haya alguna nueva organización criminal.
—Ten cuidado hija. Ese lugar es peligroso.
—¿Ya fuiste a Zaun papá?
—No. Pero la mayoría de los que atiendo fueron atacados allí.
Cait solo sonrió. Ninguno de los habitantes de Piltover conocía realmente como era la ciudad subterránea, todos tenían el temor de siquiera acercarse. Para Cait la situación no le era indiferente, los Piltovenses le temían a Zaun sin saber que la mayoría de las desgracias de la ciudad subterránea eran debido al abuso de poder de los nobles de Piltover.
—Tranquilo papá. Ya he estado en Zaun antes, se cómo moverme.
El desayunó siguió tranquilamente hasta que Cait dejó entrever que ya era hora de irse al trabajo.
Durante el trayecto repasaba mentalmente sus objetivos: por un lado, estaba aquella banda criminal que había atacado violentamente a Vi; por otro, el inquietante misterio de la organización vinculada a Noxus que las había capturado días antes y del que tenía que hablar con Steb, conversación que había quedado pendiente el día anterior al retirarse temprano por la paliza que había recibido Vi; por último, debía ir a hablar con Sevika sobre la situación actual de Zaun.
Las tres situaciones le preocupaban profundamente. Y, además, debía examinar de nuevo esas cartas extrañas de Mel, que, aunque parecían normales a simple vista, dejaban en ella una persistente sensación de inquietud. ¿Estaría relacionado con la organización que las había secuestrado anteriormente?
Al llegar al cuartel, su atención se dirigió rápidamente hacia una figura familiar que aguardaba en las puertas. No tardó en reconocer a Ekko, con su porte siempre alerta, inquieto, escudriñando los alrededores con su característico espíritu desconfiado.
—¿Ekko? —Preguntó Caitlyn, acercándose a él con sorpresa. — ¿Qué haces aquí tan temprano?
—¿Cuándo pensabas decirme que Vi había vuelto? —Replicó Ekko de inmediato, con una mezcla de emoción y reproche. —Llevo semanas recorriendo casi toda Runaterra buscándola, y regreso para descubrir que ha estado aquí contigo todo este tiempo.
Caitlyn bajó ligeramente la mirada, entendiendo perfectamente la frustración del hombre. Esos días que habían pasado hizo que olvidara por completo la búsqueda en la que estaba el hombre frente a ella.
—Lo siento, Ekko. Todo pasó demasiado rápido. Recién me encontré con ella hace un par de días, y no tuve tiempo para avisarte.
Ekko suspiró profundamente, suavizando un poco su expresión al ver la culpa en el rostro de Caitlyn. Respiró profundamente, su tono menos molesto y más cargado de alivio.
—Lo importante es que está aquí. Me preocupaba que no pudiera encontrarla. ¿Cómo está ella? ¿Ha recordado algo nuevo?
—No mucho, aún no. Pero siento que ciertos recuerdos empiezan a volver lentamente. Al menos se podría decir que ya recuerda parte de sus sentimientos. —Respondió Caitlyn con una sonrisa y una leve esperanza en su voz.
—Es algo, al menos. —Afirmó Ekko con una sonrisa débil. —Pero sabes que estuve buscando pistas sobre ella en diferentes ciudades, incluso en Aguasturbias, y me preocupaba no encontrar nada. La noticia de que volvió a Piltover es un gran alivio.
Caitlyn asintió, agradecida por el esfuerzo de Ekko.
—Uno de estos días te llevaré a la mansión para que puedas hablar con ella. —Hizo una pausa para mirar a los ojos al pequeño hombre. —Gracias por no rendirte jamás. Ella aún tiene un largo camino por recorrer, pero creo que vamos avanzando.
—Siempre estaré ahí para ustedes. —Respondió Ekko con sinceridad. —Ahora dime, ¿qué está pasando aquí? Te noto preocupada.
La mujer de pelo azul endureció su expresión ante la pregunta de Ekko.
—¿Tienes tiempo? Sígueme por favor.
Ambos entraron al cuartel directamente a la oficina de Cait donde cerrando la puerta con cerrojo, aprovechó para ponerlo al día. Le explicó con detalle el cómo encontró a Vi, la pirata que le acompañaba, el secuestro de la banda criminal de Zaun y las nuevas sospechas sobre la posible implicación de Noxus en todo esto. También sacó las cartas que Mel le había enviado para mostrárselas.
—Hay algo extraño en estas cartas. —Dijo Caitlyn. —Mel cambió de tono demasiado rápido, algo no está bien.
Ekko las tomó y examinó con atención, asintiendo mientras analizaba las palabras cuidadosamente escritas por la líder de Noxus.
—Mel no cambia de parecer tan fácil. Algo debe estar pasando en ese lugar que la esté presionando.
—Mi temor es que esté relacionado a lo que está pasando acá, con todo esto de la banda con posibles soldados de Noxus.
—¿Quieres que investigue más de cerca? Zaun es mi territorio, y seguro alguien ahí sabe algo sobre los tipos que te secuestraron.
—Sí, por favor. —Respondió Caitlyn agradecida. —Tengo muchos temas que atender y necesito confirmar qué está pasando antes de actuar. Busca a Steb, a él también le pedí ayuda con la vigilancia y ten mucho cuidado, son sujetos peligrosos.
Justo cuando terminaban de definir sus próximos pasos, un golpe suave en la puerta los interrumpió. Era Nora, siempre puntual.
Cait se acercó abriendo la puerta de su oficina y entreabriendo la puerta asomándose levemente la secretaria.
—Comandante, disculpe la interrupción. —Dijo con cautela, mirando también a Ekko. — Los miembros de la alta sociedad quieren una reunión urgente con usted.
—¿Mencionaron cuál es el asunto?
—No mi Comandante, solo indicaron la urgencia.
Caitlyn no pudo evitar colocar un rostro de fastidio. Por su parte, Ekko se puso de pie rápidamente, entendiendo que era momento de partir.
—Te dejo trabajar entonces. Te mantendré informada sobre cualquier cosa que averigüe. Cuida mucho a Vi, Caitlyn. Ella puede parecer fuerte por fuera, pero seguramente por dentro está más vulnerable que nunca.
—Lo sé, Ekko. La protegeré, incluso de sí misma. —Respondió Caitlyn con la claridad de quien ama incondicionalmente. —Y gracias nuevamente, de verdad.
Ekko sonrió con complicidad, saludando con un gesto de la mano antes de salir por la puerta.
—Cuenta conmigo, Comandante.
Mientras Caitlyn lo veía marcharse, tomó aire profundamente y se dirigió hacia la sala de reuniones. Sabía que los días venideros serían cruciales. La ciudad parecía estar al borde de algo grande, y tendría que encontrar la manera de equilibrar el corazón con su deber, por más difícil que fuera.
Caitlyn entró a la sala de reuniones donde los miembros de la alta sociedad de Piltover ya la aguardaban, sentados alrededor de una gran mesa ovalada. Podía sentir las miradas penetrantes y los murmullos bajos de desaprobación que solían acompañar estos encuentros, pero mantuvo su postura erguida y segura.
—Comandante Kiramman, gracias por atendernos tan rápidamente. —dijo Lord Gerold, un noble que siempre había sido especialmente insistente en reinstaurar el antiguo consejo.
—No faltaba más. —Respondió Caitlyn cortésmente mientras tomaba asiento en la cabecera de la mesa. —Díganme, ¿Cuál es la urgencia que los trae aquí hoy?
Lady Enora, una mujer influyente y conocida por su astucia política, fue la primera en hablar claramente.
—Piltover está pasando por un período de incertidumbre y caos tras la guerra. Ha llegado el momento de restablecer el consejo como estaba antiguamente. Necesitamos un liderazgo sólido y firme, y aunque reconocemos su labor al frente de la ciudad, comandante, creemos que una sola persona no puede sostener el peso de tantas decisiones importantes.
Caitlyn suspiró, asintiendo con cierta reticencia.
—Estoy de acuerdo, el consejo debe regresar. Piltover no puede continuar sin una estructura de gobierno estable. —Respondió con calma. —Pero mi preocupación es la misma de siempre: necesitamos garantizar una representación adecuada no solo de la alta sociedad, sino también de Zaun. No podemos volver a cometer los errores del pasado.
Los nobles intercambiaron miradas nerviosas. Lord Gerold aclaró su garganta y, con cierta cautela, respondió:
—Sabemos que sabes cómo manejar las cosas, Comandante. Pero el momento de actuar no es solo cuestión de ideas. ¿Qué es lo que propones?
Caitlyn se tomó unos segundos para pensar seriamente las palabras que usaría a continuación. Sus preocupaciones no eran ajenas a lo que ellos solicitaban y había tenido tiempo esos días en pensar sobre la nueva estructura de gobierno.
—Propongo lo siguiente: Restablecer el consejo con siete miembros, cinco provenientes de la alta sociedad de Piltover, un representante de Zaun y un puesto especial, al menos temporalmente, para mí misma como comandante y concejal simultáneamente. Mi puesto estaría vigente en un periodo máximo de seis meses, después de expirar el tiempo o retirarme, el puesto de concejal pasará a otro representante de Zaun quedando un total de cinco representaste de Piltover y dos de Zaun. Los concejales de Zaun serían elegidos por mi para tranquilidad del concejo. ¿Les parece justo?
La tensión era palpable entre los nobles, murmullos se alzaban de todos los rincones de la sala. Los rostros se torcían en expresiones de desconfianza y desdén. Caitlyn observaba a cada uno con calma, analizando sus reacciones mientras aguardaba el momento de la votación. Sabía que su propuesta no sería recibida sin oposición, pero no esperaba que fuera tan feroz. Finalmente, después de unos minutos se hizo la calma.
—Luego de conversarlo entre los distintos miembros de las casas hemos decido aceptar su propuesta Comandante. —Dijo Lord Gerold.
—Dado que ya estamos de acuerdo y antes de que decidan ustedes a los representantes de Piltover les daré a conocer a mi representante de Zaun.
La comandante se paró de su asiento, colocó sus manos firmes en la mesa apoyando fuertemente su cuerpo en ella con la finalidad de demostrar seguridad. Sabía que esto podría salir muy mal, pero estaba dispuesta a enfrentar los gritos e insultos de los nobles si eso significaba lograr la justicia que tan necesaria era para los habitantes de Zaun.
—Mi representante elegido para el puesto de Zaun será Sevika.
La reacción no se hizo esperar. La sala explotó en gritos y susurros, los murmullos cargados de desdén flotaban en el aire. Los nobles no podían ocultar su desconfianza. Algunos golpearon la mesa indignados, mientras otros apenas lograban contener su disgusto. Caitlyn sabía que, tras las palabras dulces de 'unidad', lo que realmente veían era una amenaza. Y eso solo la impulsaba a seguir adelante.
—¡Esto es absurdo! —Replicó uno de los nobles más conservadores, Lord Vannis, golpeando la mesa con evidente desagrado. — ¡Una criminal! ¡Esto no es más que una traición a la ciudad!
Lady Enora, siempre la diplomática, levantó la mano para calmar los ánimos.
—Quizás no sea popular, pero sabemos que Zaun necesita ser escuchada, y Sevika tiene la fuerza necesaria para hacerlo. Si queremos paz, debemos incluir a todos los ciudadanos de Piltover y Zaun en este consejo. Este es el camino correcto.
—Estoy de acuerdo Lady Enora. —Una voz misteriosa habló con firmeza.
La mujer misteriosa se acercó entrando por la puerta y moviéndose entre la gente para llegar hasta el lugar donde estaba Cait. La comandante achicó los ojos para mirar detenidamente quien se estaba acercando.
—Es un gusto volver a verte Cait. —Le dijo Shoola visiblemente contenta y dando pasó a palabras reafirmando la posición de Cait. —Sevika luchó noblemente en la batalla contra Noxus para proteger Piltover y Zaun, algo que muchos de los presentes no fueron capaces de hacer por su propia ciudad.
Cait relajó sus músculos al verla, pensó que finalmente veía una cara conocida dentro de los amargados rostros nobles. Los gritos y murmullos volvieron a hacerse presentes, hasta que Caitlyn levantó una mano firme para imponer silencio, mirando con severidad a los miembros presentes.
—Gracias Shoola, tienes razón. Sevika luchó fehacientemente junto a nosotros, es una líder natural que conoce Zaun mejor que cualquiera de nosotros aquí. Tiene el respeto de su gente y ha trabajado incansablemente en la reconstrucción de la ciudad subterránea. Si realmente deseamos unir Piltover y Zaun, necesitamos a alguien fuerte que hable por ellos. Sevika es la persona indicada.
La firmeza en su voz pareció apaciguar parcialmente los ánimos. Lady Enora se aclaró la garganta, tratando de calmar la situación.
—Aunque no es una decisión popular, apoyo la postura de la Comandante. —Añadió con diplomacia. —Sevika podría ser una elección controvertida, pero posiblemente sea lo que necesitamos en este momento.
Después de algunos minutos más de tensión palpable, los nobles finalmente cedieron, aunque claramente insatisfechos.
El acalorado momento dio paso a las votaciones formales de los nobles para designar a los concejales de Piltover mientras Caitlyn observaba atentamente, tomando notas mentales sobre cada reacción, cada palabra intercambiada. Aprovechando una pausa breve, llamó discretamente a Nora a un lado.
—Nora, envía un mensaje a Sevika inmediatamente. Necesito hablar con ella cuanto antes. Dile que venga a verme hoy mismo a mi oficina.
—Por supuesto, comandante. —Respondió Nora, retirándose rápidamente para cumplir con la tarea.
La votación continuó durante un par de horas, y Caitlyn, aunque tranquila por fuera, sentía en su interior una tensión creciente. Finalmente, tras largas deliberaciones y múltiples votaciones, los nuevos miembros del consejo fueron elegidos.
Por el lado de Piltover los concejales eran los siguientes:
Lord Gerold: Un noble influyente de los círculos aristocráticos de la sociedad. Fue uno de los más insistentes en el retorno del consejo. Está a favor de una mayor centralización del poder y representa a la más alta nobleza de la ciudad. Un sujeto tradicional, conservador y con un enfoque altamente elitista. Era definitivamente todo lo que Cait detestaba de la sociedad.
Lady Enora: Una mujer astuta y bastante política, es conocida por su capacidad de manipulación y excelente habilidad para jugar a las diferentes facciones en su beneficio. Si bien, como todos los nobles, trabaja para maximizar sus ganancias en los negocios que posee, seguramente sería una figura que está interesada en mantener la estabilidad política de Piltover.
Barón Delacroix: Un líder de una de las familias más antiguas y poderosas de Piltover, conocida por su poder económico y sus inversiones en el sector industrial y tecnológico de la ciudad. La familia Delacroix tiene fuertes vínculos con las corporaciones y la industria de Piltover, lo que hace al Barón un candidato natural para representar los intereses económicos e industriales de la ciudad. Es probable que su influencia se extienda a las decisiones sobre comercio, tecnología e innovación.
Adele Vickers: Una joven, pero prometedora líder en el sector científico y de tecnología de Piltover. Proviene de una familia que ha invertido mucho en la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías. Ella podría ser una representante clave de los intereses científicos e innovadores de la ciudad. Con el auge de la tecnología y la ciencia en Piltover, su papel sería vital para mantener la ciudad a la vanguardia. Podría ser una voz joven y progresista dentro del consejo, abogando por el avance tecnológico.
Shoola: Es una mujer de carácter fuerte y líder en el ámbito militar y estratégico. No es parte de la alta sociedad tradicional de Piltover, pero su autoridad, experiencia previa, habilidades estratégicas y su lealtad son muy valoradas. Fue absolutamente fiel hacia su pueblo y a Cait durante la guerra con Noxus, representaría una vía militar y de defensa para la seguridad de la ciudad.
El acuerdo se selló bajo el manto de un tenso silencio que aún reflejaba cierta desconfianza mutua donde cada uno afirmó mediante un papel el acuerdo al que todos estaban suscritos y dando paso nuevamente a la conformación del consejo.
Caitlyn agradeció con formalidad a los nobles y los despidió. Shoola se mantuvo en su asiento para ponerse al día con Caitlyn.
—Parece que ha hecho un buen trabajo en este lugar Comandante.
—No lo creo realmente, llevo apenas un par de días desde que desperté del coma.
—Así supe, como también he sabido que ha mejorado la percepción de los habitantes sobre tu labor como Comandante de los ejecutores.
Caitlyn intentó sonreír, pero la amarga verdad de sus pensamientos la frenó. ¿De verdad había hecho lo correcto al aceptar el puesto? Las decisiones la habían llevado hasta aquí, y no podía escapar de las consecuencias
—¿Qué sucede Cait?
—Siento que la batalla con Noxus fue solo el inicio Shoola. A veces pienso que nunca debí aceptar el puesto de Comandante. Mis decisiones nos llevaron a este punto, una ciudad destruida... Piltover estaba en pleno auge y ahora es solo un recuerdo de lo que era. —La mujer de pelo azul se levantó de su asiento para empezar a caminar mientras se acercaba al asiento del que fue su madre colocando delicadamente su mano sobre este en un símbolo de recuerdo y añoranza. —Tomé muchas decisiones que llevaron a esto.
La carga en su espalda era pesada, Shoola miró a Cait con comprensión y se dio unos segundos de silencio antes de compartir sus pensamientos.
—Todos cometemos errores, Cait, algunos con mayores consecuencias que otros. No es noble ni necesario culparse por ello. El pasado es irreparable, pero el futuro trae semillas para plantar.
La comandante lo sabía, pero era inevitable para ella no sentir como la culpa la carcomía cada vez que pensaba en sus tiempos como comandante de la mano de Ambessa. Después de un leve respiro, miró a Shoola y continuó la conversación.
—¿Qué ha sido de ti? Pensé que te habías ido de la ciudad, no te vi en la anterior reunión que tuve con los nobles.
—No estaba lista. Me fui un tiempo a recorrer Runaterra en busca de conocimiento y auto introspección. La batalla fue difícil para todos y la vivimos de distintas formas.
—Si, tienes razón. Seré egoísta por un momento, pero debo decir que estoy contenta de que estés devuelta y dentro del consejo. —Las dos mujeres sonrieron. —Hay un asunto que debes saber, confidencial por supuesto.
Caitlyn miró dando vueltas en la habitación validando que no hubiese nadie que pudiera escuchar.
—Tengo fuertes sospechas de que Noxus está planeando un ataque armado contra Piltover.
Shoola cambió su expresión endureciendo su rostro. Caitlyn prosiguió con la conversación.
—Cuando estaba vigilando una nueva banda criminal en Zaun, me secuestraron y aprisionaron por unas horas. Pero eso no es lo importante, estuve frente al líder de ellos y ocupaba vestimentas que al parecer eran de Noxus. —Se aclaró la garganta antes de continuar. —Lo peor de todo es que solo horas después envié a Steb a investigar y ya no había nada, ni mercadería, ni rastros, absolutamente nada.
—¿Entonces no hay ninguna pista?
—No, nada hasta el momento. Le pedí a Ekko y Steb que sigan buscando. Ahora que estás devuelta me gustaría que tú te encargaras de la defensa de la ciudad. Probablemente necesitaremos reforzarnos ante un posible ataque extranjero. Esto debe realizarse sin alarmar a la población.
—Me encargaré de todo lo que pueda, sin embargo, necesitaremos presupuesto del consejo para fortalecer la ciudad.
Caitlyn asintió sabiendo que dentro de poco tendría que enfrentar nuevamente al consejo. Enseguida, la consejera Shoola salió del lugar.
Al quedar sola en la sala, Cait respiró hondo. Sabía que la decisión de que Sevika fuera concejal traería repercusiones significativas, pero también sentía que había dado el paso correcto para unir a ambas ciudades bajo un liderazgo equitativo.
Regresó lentamente a su oficina, sintiendo el peso de la responsabilidad más intensamente que nunca. Al llegar, Nora la esperaba con una sonrisa reconfortante.
—Ya envié el mensaje a Sevika, Comandante. Estará aquí tan pronto como pueda.
Caitlyn asintió con gratitud y entró a su oficina. Nora es una chica excelente, dedicada, profesional. Cait está encantada con su contratación, sin duda alguna, hacia mucho más fácil su labor dentro de ese lugar lleno de cuervos.
Sus pensamientos ahora se enfocaron en su siguiente objetivo, preparándose mentalmente para la conversación que tendría pronto con Sevika. Sabía que esa conversación no sería sencilla, Sevika es una persona dura, ruda, muchas veces malhumorada pero si querían avanzar hacia un futuro mejor, tenían que intentarlo.
Mientras tanto, volvió a abrir las cartas de Mel sobre su escritorio, observando nuevamente aquellas palabras que tanto la habían inquietado. Su intuición le decía que algo mucho más grande y peligroso estaba por venir, y tendría que estar preparada para proteger la ciudad donde nació y creció.
Tomó una pluma y papel, comenzó a escribir una carta:
“Mel:
Espero que esta carta te encuentre con bien. Recibí tus últimas misivas, y aunque en apariencia resultan correctas y diplomáticas, no puedo evitar sentir que detrás de tus palabras hay algo más.
Conoces mi formación, y por más que intente no sobre analizar cada frase, sería negligente de mi parte no atender a mi intuición. Tu cambio de postura fue abrupto, y viniendo de ti, eso solo puede significar una cosa: estás bajo presión. No sé si es política o personal, pero sea lo que sea, está moldeando tus decisiones.
Mel, necesito saber la verdad. La ciudad que juré proteger está en peligro. Recientemente, fui secuestrada por una organización con posibles vínculos a Noxus. Uno de los líderes portaba insignias similares a las que usaban algunos soldados durante la guerra. Y aunque no tengo pruebas contundentes, estoy empezando a creer que lo que enfrentamos es más que una simple banda criminal. Es una estructura organizada, bien financiada, y con intereses geopolíticos claros.
Sé que ya no formas parte del Consejo de Piltover. Lo sé mejor que nadie. Pero también sé que tu amor por esta ciudad que te vio crecer es enorme. Si sabes algo, lo que sea que me pueda ayudar a proteger Piltover y a evitar una nueva catástrofe, te ruego que me lo digas.
No te escribo como comandante. Te escribo como alguien que alguna vez confió en ti y que aún cree que, en algún rincón, esa mujer decidida y brillante que conocí sigue dispuesta a hacer lo correcto.
Te pido, sinceramente, que respondas con la verdad. Aunque sea entre líneas. Ya he aprendido a leerlas.
Atentamente,
Caitlyn Kiramman
Comandante de Piltover”
Repasó cada palabra una y otra vez, procuró no olvidar nada hasta que finalmente la selló. Esa carta era su esperanza de respuestas.
—Nora, entra a mi oficina por favor. —Gritó para que su voz se escuchara por detrás de la puerta.
—Diga mi Comandante, ¿Qué necesita?
—Envía esta carta a Noxus. Es para Mel Medarda, estrictamente confidencial, así que busca al mensajero con más confianza que conozcas para que ella la reciba personalmente en sus manos.
La secretaría asintió y salió rápidamente de la oficina, dejando a Caitlyn sola con sus pensamientos.
Cuando Sevika entró en la oficina de Caitlyn, lo hizo con su habitual aire imponente y ligeramente desafiante. Caitlyn, por su parte, la observó con un semblante serio y se levantó lentamente de su escritorio para recibirla. Caminó hacia Sevika con pasos firmes, extendiéndole la mano en un gesto formal.
—Bienvenida, concejala Sevika. —Saludó Caitlyn, manteniendo su expresión seria durante algunos segundos, antes de que una leve sonrisa comenzara a dibujarse en sus labios.
La reacción de Sevika fue inmediata. Su rostro pasó rápidamente del desconcierto inicial a una mezcla de sorpresa y desconfiada curiosidad.
—¿Qué acabas de decir? —Preguntó Sevika, arqueando una ceja con incredulidad.
Caitlyn amplió su sonrisa, dejando a un lado la formalidad del momento.
—Escuchaste bien, Sevika. Desde ahora, eres la nueva concejala que representará a Zaun en el consejo. Espero que estés lista para enfrentar muchos días llenos de reuniones aburridas y discusiones interminables.
Sevika bufó ligeramente, negando con la cabeza y cruzándose de brazos con una expresión entre molesta y divertida.
—Podrías haberme avisado antes, Kiramman. ¿No se te ocurrió que quizás quisiera opinar sobre esta decisión?
Caitlyn suavizó su sonrisa, acercándose a la mujer con una mirada más seria y sincera.
—Sé que debí habértelo comentado antes, pero Zaun necesita a alguien que realmente pueda defender sus intereses. Tú eres esa persona, Sevika. No conozco a nadie más capaz, ni con la fuerza y la autoridad suficiente para representarlos adecuadamente frente al consejo.
Sevika soltó un leve suspiro, relajándose ligeramente mientras escuchaba esas palabras.
—¿Qué esperas exactamente de mí?
—Para el consejo necesito que seas la voz de Zaun y puedas llevar todas las peticiones de los habitantes. Para mí, necesito que seas mis ojos y oídos en Zaun. —Caitlyn miró para todas partes como para confirmar que no existía nadie alrededor. —El otro día mientras vigilamos a una pandilla junto con Vi nos secuestraron. El líder tenía vestimenta de Noxus, por lo que envié a Ekko junto con Steb a investigar, pero esto es más grande de lo que imaginamos.
La comandante caminó un par de pasos acercándose hacía la ventana que daba vista a las calles de Piltover.
—Hay algo extraño pasando con Noxus. Mel me ha enviado cartas inquietantes; no puedo explicar con claridad qué, pero algo no está bien allí. Temo que sus soldados estén ocultos en Piltover, tramando algo en secreto. Te pido que me comentes si es que escuchas algún rumor al respecto en Zaun.
Sevika miró sorprendida a Caitlyn antes de responder.
—¿Vi ha vuelto?
Por supuesto, Caitlyn había olvidado que pocos sabían sobre el regreso de Vi. La simple mención había alertado a Sevika.
—Es una larga historia Sevika, pero ella está bien, aún no recupera la memoria, pero trabajamos en eso. —Suspiró y prosiguió con sus palabras. —Necesito saber que realmente escuchaste y entendiste todo lo que te dije.
Sevika asintió lentamente, captando la gravedad de la situación. El reencuentro con Vi podía esperar.
—Está bien. Lo haré por Zaun, no por ti, ni por tu maldito consejo. —Replicó con firmeza, aunque en sus ojos brillaba una determinación sincera.
Caitlyn le entregó algunos documentos que tenía preparados sobre su escritorio.
—Aquí tienes toda la información para ponerte al día con los asuntos pendientes del consejo. Lamento cargarte con esto tan repentinamente, pero sé que podrás manejarlo.
Sevika tomó los documentos con resignación y frustración mirando la cantidad de información que tenía que procesar.
—Tú me debes una grande después de esto, Kiramman. —Comentó con ironía.
—Créeme, lo sé. —Respondió Caitlyn sonriendo levemente. —Por cierto, mi papá me comentó que está atendiendo a mucha gente de Zaun últimamente, algunos con heridas de bala. ¿Sabes algo sobre eso? ¿Quizás alguna organización o banda que se esté conformando?
La nacida en Zaun pensó por un breve momento antes de contestar la pregunta.
—Hay un área en la zona llamada Silo-13, ninguno de los Quimobarones lo querían, una zona olvidada por la gente y sin nada realmente importantes. Me han llegado rumores que de que existe un sujeto llamado Nerón Vault que está formando su propia facción con deseos de convertirse en el próximo Quimobaron de Zaun.
—¿Un nuevo Quimobaron? ¿Por qué no me lo habías dicho? —Dijo Caitlyn con su mirada cuestionadora.
—Princesa, si me pagaran por cada rumor que se forma en el subterráneo me haría rica. Por ahora es solo un rumor.
—Entonces debemos ir a confirmar si realmente es solo un rumor o no.
Sevika la miró con intriga.
—¿Quieres ir a investigar?
—¿Qué comes que adivinas? Quiero asegurarme yo misma de lo que esté pasando allí y necesito que tú me lleves junto a mis ejecutores.
Sevika asintió, pero su mirada feroz se mantuvo fija en Caitlyn, con una sombra de duda.
—¿Qué pasa si todo esto nos sale mal? Puedes crear conflictos y mayor desconfianza en la gente de Zaun o incluso mayor resentimiento entre las dos ciudades. No confío en los de arriba tanto como tú, Cait.
Sevika tenía razón y no temía desafiar a Caitlyn, lo hacía sin dudar, pero detrás de sus palabras había una preocupación legítima. Caitlyn se tomó un momento para meditar y responder a la mujer.
—Iremos solo las dos. Quizás no confíes en los arriba, pero te pido que confíes en mí.
Sevika la miró fijamente, pensando en sus palabras y luego respondió:
—Está bien, Kiramman. Pero sabes que no todo el mundo en Zaun va a estar feliz de ver a la Comandante en la ciudad subterránea. Ni yo lo estaría. —Comentó introduciendo sus propias dudas. —Espérame al atardecer en el puente.
Luego de un breve intercambio de miradas cómplices, Sevika salió de la oficina. Caitlyn volvió a sentarse tras su escritorio con un suspiro, sintiendo que acababa de superar uno de los obstáculos más complicados del día.
Su mente regresó inmediatamente a su siguiente prioridad: la banda criminal que había atacado a Vi. Su expresión se endureció nuevamente. Necesitaba respuestas, necesitaba poner fin a esta amenaza antes de que alguien más saliera lastimado.
Abrió los cajones de su escritorio, revisando informes recientes sobre incidentes criminales. En su mente tenía una determinación clara: nadie volvería a poner sus manos sobre Vi sin enfrentar consecuencias. Y esta vez, personalmente se encargaría de ello.
Los documentos no mostraban ninguna información nueva o relevante que le ayudara a dar con los responsables de la paliza que le dieron a Vi. Solo tenía una opción para saber más sin que Vi se enterara. Debía hablar con la pirata.
Las horas pasaron rápido mientras Cait buscaba pistas, cuando finalmente miró el reloj, quedaba solo media hora para reunirse con Sevika. El plan para ir con Sarah tendría que esperar. Esta noche debía ir a investigar a Zaun.
Luego de ordenar brevemente los documentos sobre su escritorio, Caitlyn tomó su abrigo y salió de la oficina decidida a terminar con este asunto antes de que pudiera complicarse aún más.
—Nora, necesito que envíes un mensaje a la mansión Kiramman. Necesito que mi padre y VI sepan que no llegaré a casa esta noche por una investigación. Asegúrate de decirles que todo está bien y que nos vemos mañana.
—Si Comandante. Les haré llegar el mensaje.
La mujer siguió su camino y al pasar por el salón principal del cuartel, se acercó a Steb, quien organizaba algunos papeles junto a un par de oficiales.
—Steb, necesito que te quedes a cargo del cuartel lo que queda de la tarde. Tengo asuntos urgentes que atender afuera. —Dijo Caitlyn, entregándole un par de informes firmados. —Cualquier emergencia, ya sabes cómo encontrarme. Por cierto, ¿Te contactó Ekko?
—Entendido, comandante. —Steb asintió con seriedad y respeto. —Si, le pasé toda la información disponible, sin embargo, aún no tenemos ningún rastro. Asigne un equipo de ejecutores que siguen patrullando en busca de alguna pista.
—Gracias Steb, está bien. Ya debo irme. Te encargo el cuartel.
Antes de salir, se detuvo y giró para decirle algo a Steb.
—Por cierto, Steb, haz hecho un gran trabajo, tanto en la batalla con Ambessa como después cuando te hiciste cargo de la ciudad. —Dirigió sus palabras con mucho orgullo.
—Cait... Digo, Comandante. No hay nada que agradecer, es mi labor al ser parte de los ejecutores. Servir a esta gran ciudad y a ti como Comandante, siempre será un placer.
Caitlyn sonrió brevemente antes de marcharse hacia la salida. Ingresó a su auto y fue en camino a su reunión.
La mujer llegó al puente a la hora acordada. El viento fresco de la tarde soplaba suavemente, pero su mente estaba cargada de tensiones. Había tantas piezas que encajar, tantas amenazas que enfrentar. Se apoyó contra el barandal, mirando al horizonte mientras el sol comenzaba a descender. Era un momento de calma antes de la tormenta que sabía se avecinaba.
A lo lejos, vio la figura imponente de Sevika acercándose, caminando con su paso firme y seguro, como si el puente mismo fuera su territorio. Su presencia, siempre desafiante, no tardó en llamar la atención de quienes pasaban por allí.
—¿Te costó mucho llegar? —Dijo Sevika, cruzando los brazos sobre su pecho mientras se detenía frente a Caitlyn, con una sonrisa sardónica que, aunque estaba dirigida a la situación, no le quitaba su aire de superioridad.
—No mucho. —Respondió Caitlyn con un tono serio, aunque su rostro no pudo evitar esbozar una leve sonrisa irónica ante el gesto desafiante de Sevika. Ya era tarde para juegos, y lo sabía.
—¿Lista para ir a investigar? —Preguntó Sevika, levantando una ceja con curiosidad.
—Claro, estoy aquí para eso. —Caitlyn dio un paso hacia Sevika. La gravedad de la situación no se le escapaba, pero confiaba plenamente en Sevika y su capacidad para mantenerse firme.
Ambas mujeres caminaron juntas, sus pasos resonando en la estructura metálica del puente. Entraron al auto y se pusieron en marcha. La ciudad de Piltover a sus espaldas parecía alejarse lentamente, mientras avanzaban hacia los confines más oscuros de Zaun.
Caitlyn no podía dejar de pensar en todo lo que estaba en juego. Vi, la banda criminal, Noxus... la combinación de factores estaba cada vez más cerca de convertirse en una amenaza que podría poner en peligro la paz de las ciudades.
El trayecto hacia la vieja fábrica abandonada fue silencioso, cada una sumida en sus pensamientos. El vehículo que las llevaba se deslizaba suavemente entre las oscuras calles de Zaun, un lugar que Caitlyn había aprendido a conocer en sus años de servicio, pero que nunca dejaba de incomodarle. Los gritos distantes, las luces parpadeantes y el aire denso no eran más que un recordatorio constante de las desigualdades que separaban a los habitantes de Zaun y Piltover.
Sevika, sentada junto a Caitlyn en el asiento del copiloto, no parecía tan afectada por el ambiente. Su mirada estaba fija en la distancia, vigilando cualquier movimiento que pudiera indicar que algo fuera de lo común estaba ocurriendo.
—¿Que encontraste sobre Nerón Vault? —Preguntó Caitlyn después de un largo silencio, queriendo hacer uso de la oportunidad para abordar los rumores que Sevika había mencionado.
Sevika miró hacia Caitlyn y luego hacia las oscuras calles de Zaun.
—Después de salir de tu oficina, estuve investigando en los bajos fondos de Zaun, al parecer no es un rumor. Nerón está reclutando a los más fuertes y peligrosos de la ciudad. Y no tiene miedo de desafiar a quien se le cruce. Esos son tipos que no te hacen una amenaza sin que ya estén planeando algo grande.
Caitlyn asintió, pensativa. Este "Nerón Vault" podía ser un nuevo Quimobaron dispuesto a hacerse cargo de Zaun.
El vehículo se detuvo en la entrada de la vieja fábrica, un edificio de metal y ladrillo en ruinas. El lugar estaba desierto y sombrío, las luces de la ciudad de Zaun se reflejaban débilmente en las paredes desmoronadas. Ningún sonido provenía del interior, y eso hizo que una sensación de inquietud se instalara en el aire.
Cait dejó el auto en un lugar donde no fuera visiblemente perceptible.
—Vamos a pie desde aquí. —Caitlyn bajó del vehículo, mirando a Sevika. —No quiero alertar a nadie de que estamos cerca.
Sevika asintió y ambas mujeres se adentraron en el edificio. El aire pesado de la fábrica, mezclado con el olor a aceite quemado y metal oxidado, envolvía el espacio oscuro. Cada paso resonaba como un recordatorio de que no estaban solas. Caitlyn no podía evitar la sensación de estar siendo observada, una presión en el pecho que aumentaba con cada esquina que doblaban.
—¿Cómo crees que encontraremos algo aquí? —Preguntó Sevika, mirando a su alrededor, buscando signos de vida.
—Lo encontraremos, Sevika. Este lugar tiene que esconder algo. —Caitlyn sacó una linterna de su cinturón y comenzó a examinar la instalación, señalando hacia las viejas máquinas oxidadas que cubrían el suelo.
Todo se volvía cada vez más denso a medida que avanzaban. Un sonido sordo interrumpió el silencio, seguido por pasos rápidos que retumbaban en las paredes rotas. Algo no estaba bien, y ambas mujeres lo sabían.
Ambas se giraron al instante. Al fondo, una sombra se movió rápidamente, desapareciendo por un pasillo oscuro.
—¡Sígueme! —Gritó Caitlyn, tomando su rifle y avanzando rápidamente hacia el sonido.
El pasillo estaba estrecho y oscuro, pero Caitlyn y Sevika se movían como sombras. Las luces de la linterna iluminaban los rincones de las paredes, revelando más y más máquinas abandonadas y polvo acumulado.
En un abrir y cerrar de ojos, una figura emergió del pasillo oscuro. La figura estaba cubierta con una capa que ocultaba su rostro. Era uno de los hombres de Nerón, probablemente un vigilante y antes de que pudieran reaccionar, el hombre desenfundó una pistola.
—¡No se muevan! —Gritó el hombre, apuntando directamente hacia Caitlyn.
Sevika, con su agilidad, reaccionó al instante, lanzándose hacia el hombre y desarmándolo con un golpe preciso. La pistola cayó al suelo, pero antes de que pudieran avanzar, el hombre sacó un cuchillo, atacando con rapidez.
Caitlyn esquivó el primer golpe, pero el hombre logró cortar su chaqueta. La adrenalina de la pelea llenó la habitación mientras Sevika se encargaba de bloquear los ataques, buscando una oportunidad para inmovilizar al hombre.
—Te atraparé y destrozaré maldito. —Gritó Sevika mientras se movía con rapidez.
Finalmente, con un hábil movimiento, Sevika derribó al hombre con un golpe de su brazo mecánico e inmovilizándolo con una llave que lo dejó fuera de combate.
El hombre, ahora inmovilizado, no podía hacer nada más que mirar a sus captores. Caitlyn se acercó con cautela, mirando a Sevika antes de hablar.
—¿Quién eres tú? —Preguntó Caitlyn con dureza.
—No sabes lo que viene. —Se rio el hombre apenas entre susurros antes de que Sevika lo golpeara en el rostro, dejándolo inconsciente.
Aunque breves, la frase del hombre inconsciente la hizo prácticamente confirmar sus sospechas, en este lugar había algo más grande.
—Lo que sea que esté planeando Nerón Vault lo detendremos. —Caitlyn miró a Sevika, con una nueva determinación.
Amarraron al hombre y siguieron analizando el complejo. El hombre era solo un vigilante de Nerón, por lo que Caitlyn asumió que había algo más dentro de esa fábrica que ocultar. Precisamente encontraron unos pasadizos ocultos llegando a una cámara inferior enorme.
Parecía un auditorio, las dos mujeres comenzaron a recorrerlo fijando su mirada en cada detalle de la fábrica.
—Cait, mira esto. —Dijo Sevika apuntando a la pared.
Lo que vio la mujer de ojos azules le sorprendió, eran filas completas de algo parecido a robots, cientos de ellos.
—¿Cómo pudieron crear todo esto en tan poco tiempo y sin que nosotros supiéramos?
—Nadie viene a esta fábrica Cait. Es un sitio inservible, nadie pensaría que aquí estaría pasando algo.
—Esta podría ser una amenaza mayor a la que pensamos... —Cait pensó unos minutos antes de proseguir. — Sevika, debemos quedarnos a vigilar. Por la rapidez en que armaron esto, deben venir diariamente a este lugar. Si lo que creo es cierto, entonces Nerón vendrá a este salón a alardear de sus avances en algún momento.
Sevika asintió.
Pasaron horas y el amanecer se asomó en Zaun apenas perceptible entre la densa neblina química que se arrastraba por el lugar. Las luces parpadeantes de los viejos generadores apenas alcanzaban a iluminar los muros desgastados de Silo-13, ahora silencioso, pero cargado de tensión.
En un principio investigaron más a fondo, encontrando varios vestigios de tecnología que no conocían hasta que finalmente las dos mujeres decidieron ocultarse. Caitlyn y Sevika seguían ocultas en una esquina de la vieja fábrica, observando desde la sombra mientras un grupo de hombres y mujeres armados entraron a la fábrica en dirección al auditorio que encontraron anteriormente.
Uno de los hombres, imponente y firme, avanzó hasta el centro de la sala. “Seguramente ese es Nerón Vault” pensó Cait. Hablaba sin levantar demasiado la voz, pero con una autoridad que no dejaba lugar a dudas. Su exoesqueleto mecánico brillaba levemente con los vapores del entorno, y su máscara reflejaba la luz de una vieja antorcha improvisada.
—Zaun ha sido ignorada, pisoteada, reducida a escombros y humo. Nosotros no suplicaremos más. Tomaremos lo que es nuestro. —Su voz resonaba como un tambor, acompasada, cargada de convicción. —La traidora de Sevika está aliada con los de arriba y ya no lucha para nuestra causa.
Sevika exhaló con fuerza por la nariz en signo de rechazo a las palabras de Nerón. Caitlyn la tomó del brazo para calmarla.
A nerón, le tomo unos segundos para presionar unos botones que hicieron que se moviera la banda donde se encontraban los robots, presentándolos justamente sobre todos los miembros de la sala.
—Todo va según lo planeado. Los robots ya están creados y nuestros ingenieros están trabajando en obtener la energía geotérmica de los volcanes adjuntos como combustible para ellos. —Sonrió bajo un manto de soberbia. —Una vez tengan la energía necesaria, activaremos su inteligencia artificial y no perderemos ni un solo guerrero nuestro. Ellos harán nuestro trabajo sucio destruyendo Piltover y engrandeciendo a Zaun.
Sus seguidores aclamaron en respuesta. Caitlyn observaba, tomando nota de cada rostro, cada arma, cada símbolo pintado en las paredes, cada palabra emitida. Esto ya no era un rumor: era una revolución.
Sevika evidentemente molesta, se inclinó hacia Caitlyn, susurrando:
—Tiene al menos veinte personas aquí. Armas artesanales, pero efectivas. Algunos con implantes. Robots que aún no están funcionando, pero serían peligrosamente mortales en un futuro. Está bien organizado.
Caitlyn asintió pensando en sus siguientes palabras.
—Sevika, necesitamos destruir esta fábrica y arrestar a Nerón. Si lo que dice es cierto, retrasaremos sus avances destruyendo sus robots, pero necesitaremos encontrar a los ingenieros que siguen trabajando en el proyecto.
Las dos mujeres caminaron sigilosamente por distintos puntos de la fábrica colocando bombas que se detonarían cuando Cait presiona un botón a control remoto.
Al volver al lugar desde el que se encontraban vigilando la reunión. Una de las vigías había detectado su presencia.
—¡Infiltrados!
En un instante, el caos estalló. Las luces se apagaron y el eco de disparos resonó por todo el complejo. Caitlyn y Sevika se separaron instintivamente, moviéndose entre columnas y maquinaria oxidada.
Nerón Vault, lejos de escapar, se alzó por encima de sus seguidores.
—¡Atrápenlos vivos! —Rugía feliz.
Caitlyn, refugiada tras una vieja consola de control, intentaba contactar a Steb sin éxito. El señalizador estaba bloqueado. Mientras tanto, Sevika se enfrentaba cuerpo a cuerpo con dos soldados de Nerón, derrotándolos con brutal eficacia. El lugar era un laberinto de sombras, vapor y fuego cruzado.
Finalmente, Caitlyn logró reunirse con Sevika.
—Tenemos que llegar al centro de mando, desde allí puedo enviar la señal.
Avanzaron entre disparos, cubriéndose mutuamente hasta llegar a una estructura elevada, protegida por una cúpula de metal. Caitlyn intentó utilizar la consola para enviar la señal mientras Sevika contenía a los atacantes. En segundos, la señal fue enviada. Refuerzos en camino.
Nerón Vault, al ver comprometida su posición, ordenó la retirada. Sus seguidores comenzaron a dispersarse.
—Debemos irnos y hacer explotar el lugar. —Gritó Sevika.
—No sin Nerón.
Caitlyn corrió hacia el sujeto, su respiración agitada, sintiendo cómo el tiempo se deslizaba entre sus dedos. Cada paso que daba sentía el peso de la decisión, y la urgencia de actuar antes de que fuera demasiado tarde.
—Arriba las manos, Nerón. —Apuntó con su rifle a la cabeza del sujeto.
—Comandante, no la esperaba en este momento, pero es un gusto conocerla. —Sus palabras evocaron una sonrisa. —Tengo una bomba en mi cuerpo que en apenas 2 minutos estallará, estimo que tendrá un minuto para realizarme una pregunta, y otro minuto para arrancar.
—¿Qué? —Caitlyn preguntó entendiendo que el hombre prefería morir que dar información. —¿Por qué te vas a sacrificar? ¿Trabajas para alguien más?
—Trabajo para Zaun. Mi vida no es realmente importante. Yo moriré, pero la rebelión no morirá, otros Quimobarones nacerán y el día del sol negro Piltover caerá dando paso a un nuevo régimen.
Caitlyn no entendía lo que quiso decir, pero sabía que se había acabado el tiempo.
Sevika llegó corriendo y cogió a Caitlyn con su brazo mecánico llevándola a su hombro mientras iba en dirección a la salida.
—Lo siento princesa, pero no dejaré que explotes en pedazos. —Sonrió para sí misma. —De seguro Vi me mataría.
Cait desde el fuerte hombro de Sevika que seguía corriendo, alejándose del lugar, vio como Nerón la miraba con una enorme sonrisa de quien no le teme a la muerte.
—¡El día del sol negro llegará! No podrás evitarlo. —Gritó Nerón entre risas.
Luego de eso una gigantesca explosión se extendió desde el cuerpo de Nerón. No hizo falta detonar sus propias bombas, la explosión de Nerón hizo estallar todo, destruyendo gran parte de Silo-13.
Sevika tomó a Cait de su hombro y la puso de pie. La Comandante no dejaba de mirar el lugar de la explosión.
—Ese sujeto... ni siquiera se inmutó ante la muerte. —Dijo Cait aparentemente en shock por la situación.
—Algo que debes aprender de Zaun, princesa, es que nosotros nacimos esperando la muerte al despertar cada día.
Pasó una hora antes de que el lugar fuera acordonado por ejecutores que, entre escombros humeantes, recuperaban cuerpos y restos. No había cuerpo de Nerón Vault, solo partes de este repartidas por la explosión. Sus seguidores estaban muertos o habían huido. La revolución se había desmoronado antes de comenzar.
Pero para Caitlyn, aquello no era una victoria. Era solo un respiro antes de la próxima tormenta.
Las palabras de Nerón seguían retumbando en su mente como un eco sombrío: “El día del sol negro llegará”. ¿Era una amenaza? ¿Una profecía? ¿Una advertencia de que aún no había visto lo peor?
Miró hacia el cielo turbio de Zaun, donde el humo aún se entrelazaba con la neblina. Y por un instante, juraría haber visto al sol ocultarse tras una bruma más densa de lo habitual, como si el presagio hubiera comenzado a tomar forma.
Sevika se acercó en silencio, su respiración aún agitada.
—¿Estás bien, Kiramman?
Caitlyn asintió, aunque en su interior nada estaba bien. El peso del futuro había caído sobre sus hombros.
—No lo sé —Susurró. —Aunque Nerón haya muerto… siento que esto fue solo el principio.
Y mientras las sombras se alargaban en los muros destruidos de Silo-13, Caitlyn comprendió que, para salvar Piltover, tendría que mirar al abismo... y decidir hasta dónde estaba dispuesta a llegar.