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11 de septiembre de 2025, 15:55
“Tengo hambre…”
Ling Yao
Por supuesto, el interior del pabellón de cuarto, quinto y sexto de primaria estaba a oscuras a las cinco. Y no había personal de Xing, la empresa encargada del mantenimiento y de conservar el colegio a punto, que pudiera ayudarlos.
—Preguntemos al conserje —propuso Al—. Estará en su caseta.
Y allí fueron. Al llamar, abrió la puerta un señor delgado con pinta de oportunista. Ling Yao, sin embargo, era un trabajador responsable y eficaz; se había ganado la confianza de la escuela Amestris, permitiendo a los jóvenes pisar la hierba y promoviendo un ambicioso proyecto de jardinería.
—¿Qué queréis? —preguntó.
—Necesitamos entrar a un aula para entretener a Selim —explicó Ed. Mientras, Al hacía carantoñas al inocente niño, que aplaudía.
—¿Fuera de horario? ¿Tenéis comida?
Ed tendió dos barritas de chocolate a Ling. Todos sabían que al conserje solo le importaban tres cosas: el bienestar de sus subordinados, inmortalizar plantas con fotografías y llenarse la tripa a expensas de los alumnos, menudo pieza.
—Estoy viendo los bultos en tu anorak, suelta también la bolsa de patatas y hay trato.
Ling intercambió el paquete de Jumpers por un manojo de llaves.
—Devolvédmelas mañana. Un placer hacer negocios con vosotros —dijo antes de despedirse.
Al acceder al pabellón por la puerta de servicio, se toparon con una jardinera; Lan Fan apuntó a los tres con la boca de una deslumbrante manguera que sostenía entre los dedos libres de un brazo escayolado.
—¿Quién va? —exclamó.
—Nos ha dado las llaves Ling, estamos cuidando de Selim —aclaró Al.
—Ah, entonces está bien, pasad adentro. Es un orgullo ver a dos gemelos responsables cuidando de un niño menor.
—Él es mi hermano mayor —contestó Al, sujetando a su “gemelo” por el cuello de la camisa para que no cortase la yugular de Lan Fan de un mordisco. Le habían llamado bajito. Tenía espuma en la boca y una versión temporal de la rabia.
Siguiendo a Edward, más tranquilo tras perder de vista a Lan Fan, no les costó encontrar un aula de sexto de primaria en la penumbra: la clase de Ed estaba en el primer piso, girando a la derecha nada más acabar de subir las escaleras.
Encendieron las luces.
Notaron de inmediato que el interior olía raro.