ID de la obra: 696

Escuela FMA

Gen
G
Finalizada
1
Tamaño:
13 páginas, 5.802 palabras, 10 capítulos
Descripción:
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6

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“Las apariencias raramente representan toda la verdad”. Pride Ed y Al temían el momento de encontrarse con Envy, porque se habían largado corriendo a casa tras el encontronazo con Scar y Kimbley sin buscar a Selim. Entre tanto, la vida seguía. En el patio del recreo Ling Yao pedía comida a cada niño que veía, a pesar de que era el conserje y debía estar supervisando el correcto crecimiento de los abedules. Llegó la hora de Winry de ser atracada y tener que ceder ante el abuso de poder del emperador de los jardineros. Hubo de lamentar la pérdida de una galleta de mantequilla escocesa. Así que para desahogarse se dio una vuelta por la tierra prohibida: una de las áreas de césped que parcelaban el patio. Estaba prohibido pisar la hierba bajo pena de un sablazo en los riñones de Olivia Armstrong. Bueno, para tanto no sería. Pero al ver a Winry, Ed le advirtió: —¡Sal de ahí, el subdirector Mustang está de ronda! Lo peligroso no era el subdirector, sino que Roy siempre caminaba junto a Hawkeye fuera del horario de clase, y la susodicha tenía una vista formidable. Winry abandonó el parche de hierba justo a tiempo para librarse de un sermón de los que hacen ruborizarse tanto que uno piensa que le han prendido fuego. Sin embargo, Ed pagó caro dar el aviso. Al darlo, se despistó. Y Envy lo pilló por la espalda. Le puso una mano en el hombro. —Eh —dijo. —¡Ah! —gritó Ed. No podía correr con la muleta. —Ni que hubieras visto un monstruo —contestó Envy con dulzura envenenada—. ¿Te acuerdas?, soy tu entrenador, lo que me recuerda que tengo que hablar contigo y tu hermano. ¿Dónde está? Ed se encogió de hombros, aunque sabía perfectamente dónde estaba Al. Fuera del alcance de Envy. —Ay, lo que viene ahora me gusta aún menos que a ti, pero tiene que hacerse, así son las cosas —se lamentó Envy con pena fingida—. Hay que disciplinar a los niños revoltosos, y ya que el castigo físico está mal visto, solo me queda una vía de actuación. Voy a abriros un expediente a los dos. —Sonrió. Ed parpadeó. En ese lapso, tres ideas le pasaron por la cabeza. Uno, que él era el mayor y tenía que proteger a Al. Dos, que perder a Selim, por grave que fuese, no era una actividad escolar y por tanto un expediente no era el castigo adecuado. Y tres, que su entrenador era un putísimo desgraciado. —Mi hermano es menor que yo y carece de responsabilidad por lo que ha pasado —dijo Ed—. Asumo toda la responsabilidad. Ábreme dos expedientes y perdona a mi hermano. —Claro que no, un expediente para cada uno. ¿Me has visto cara de tonto o qué? Ed quería irritar a ese cabrón para que, ya que hacía que el día de los demás fuera una mierda, el suyo también lo fuera. Respondió una tontería cargante que se le pasó por la cabeza: —Envy, tú tienes envidia de los niños, ¿verdad? —Serás… Un paseante abstraído evitó a Ed que Envy se continuara cebando con él. Hughes se chocó con Envy, haciendo que pisara un charco y se manchara el pantalón. Iba muy distraído enseñando una foto de su hija a Fu, el jardinero, que no le hacía caso porque estaba pensando en sus cosas. Desde que tenía el brazo en escayola, su nieta le tenía preocupado (o quizá llevaba preocupado por ella desde antes, al fin y al cabo era abuelo y su nieta una cabeza loca temeraria). —Cómo te atreves —protestó Envy, tras el empujón. Hughes intentó sin éxito contener a la fiera comentando lo lindas que eran las trencitas de su hijita, que su mujer Gloria hacía con sumo esmero, pero en cuanto el entrenador Envy se envalentonaba no había quien lo parara. Este se marchó ladrando una amenaza velada: —Hablaremos más de tu tropiezo… antes de fin de mes. Antes del próximo sueldo de Hugues… o el último.
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