¿Cuándo tendremos una noche tranquila? Al parecer, no bajo mi supervisión.
11 de septiembre de 2025, 17:16
Una noche tranquila de patrullaje era una cosa extraña en sus caóticas vidas, normalmente se encontraban con ladrones, pandillas callejeras, soldados del pie, extraterrestres o un suceso de vida o muerte que los dejaba heridos, agotados y enfadados. Pero esta noche no, al menos en las horas que llevaban entre los tejados de la ciudad dormida nada se había presentado y el líder del equipo estaba casi seguro que se irían a casa sanos ya salvo, si, solo quería que esa sensación se mantuviera hasta que estuviera cubierto de mantas a un paso de dormirse.
Iba a dar la señal de volver a casa un segundo antes de que Donnie llamara su atención por algo que vio en unas cuantas azoteas más allá. Observa a su hermano y pudo otra como Raphael se tensaba a su lado, al parecer también había visto algo; Leonardo suspiro cansado y movió la cabeza señalando a regañadientes el sitio de interés, realmente tenía pocas ganas de involucrarse en algo después de que su mente se enfocara en descanso.
Siente más que ve a su hermano menor pasar por su lado a toda velocidad, algo en lo se vio en el tejado debe haber llamado su atención y Leo maldice en voz baja, Mikey tenía la imprudente necesidad de llegar primero a todos lados y eso les había metido en problemas más veces de las que debería y, aunque trataba de mantener los ataques de Raphael contra el más joven al mínimo, esta vez se alegró de que su hermano de rojo detuviera a la impetuosa naranja.
Se quedaron a la sombra de un cartel de anuncios observando hasta lograr visualizar una figura tendida en la azotea, un escalofrío recorre la espalda del líder al verla, es una figura grande, extraña hasta para los estándares tan poco naturales para ellos, una silueta temblorosa que intenta levantarse sin lograrlo realmente. La figura se tensa y gira hacia ellos a pesar de estar en las sombras y Leo saca sus katanas de sus fundas instintivamente, sus hermanos lo imitan sacando cada una de sus propias armas y un jadeo colectivo brota de sus labios cuando la criatura comienza a brillar amenazante.
Aún así trato de llamar su atención.
— No sé quién eres, pero no te conviene amenazarnos — Reúnete todo su valor para sonar firme y amenazante, no iba a permitir que quien fuera que sea aquella criatura se atreviera a enfrentarse a ellos — somos más que tú.
Unas cadenas doradas brotan de la nada envolviendo a la figura y su luz les permitió ver qué clase de criatura era: una ¿tortuga? De aspecto más humanoide que ellos mismos, extremidades largas de un brillante verde bosque, rostro redondo y maduro que vestía pantalones anchos y una especie de kimono abierto de aspecto viejo. Le llamo la atención su cabellera oscura ¿Por qué un mutante de tipo reptil como ellos elegirían usar una incómoda peluca? ¿Quizás para mantener un aspecto más humano después de su mutación? No podía detener la avalancha de preguntas que se agolpaban en su cabeza mientras lo miraba aunque se esforzó por mantenerse enfocado, no sabían que tan peligroso era el ser frente a ellos, cuáles eran sus intenciones o si quisiera era consciente, algunos humanos mutados podían ser bastante inestables y lo sabían bien debido a experiencias pasadas. No iba a arriesgarse.
Iban a lanzarse contra ella cuando un siseo profundo y aterrador brota de los labios del ser frente a ellos congelándolos en el lugar. Algo demasiado primitivo que activo sus instintos de tortuga escondidos profundamente en ellos.
— No tengo tiempo para jugar con ustedes — la voz que acompaña la declaración es inesperadamente adulta aunque algo temblorosa, Leo supuso que por el shock de la mutación— les conviene dejarme en paz.
Sonaba a una amenaza, sí, pero también a una petición y leo dudo un momento. Tenían evidencia de que algunos de los mutados aún mantenían una mente consciente y quizás esta era una de esas veces aunque jamás habían visto que cualquiera de ellos consiguiera poderes; Dios, si pensaba demasiado podrían estar en peligro pero si atacaba sin pensar podría arruinar las cosas. Quizás si intentaba conversar…
Sintió el peso de la mirada del sujeto sobre ellos y se enfocó en él, pudo leer sus labios cuando murmuró una mala palabra y abrió muchos los ojos cuando el desconocido apago sus poderes y las cadenas dejaron de ser una amenaza.
— No voy a hacerles daño — escuchó al desconocido hablar mientras se ponía de pie, bastante inestable por lo que pudo ver. Llevo la mano a su vientre y en su rostro pudo ver una clara mueca de dolor.
— Estás herido — escucha a su hermano menor exclamar y no logra atraparlo cuando se lanza a ayudar al desconocido. Aprieta los dientes a medio camino entre enfadado y asustado por la imprudencia de Miguel Ángel quien nunca parece tomar en serio las amenazas, a su lado puede sentir a Raphael vibrar de furia. Otro problema aparte, claro.
Se pierde parte de la interacción entre su hermano y el desconocido aunque ya no siente esa amenaza anterior lo que lo hace bajar las armas mas no guardarlas. Lo mismo parece suceder para sus otros dos hermanos y ve a Donatello acercándose a la criatura más alta ofreciendo sus conocimientos como médico. Se coloca rápidamente a su lado para protegerlos en caso de y siente que su hermano de rojo se queda unos pasos más atrás como última línea de defensa. Están seguros.
Prefiere no interferir en la conversación que dos hermanos más pequeños tienen con el desconocido enfocándose más en observarlo, analizar su comportamiento, buscar algún tipo de respuesta ante lo que está frente a ellos pero, aparte de su altura y su edad, poco puede sacar. Mejor preguntar directamente.
— Bueno — llama la atención del sujeto — ya que, al parecer, no eres una amenaza, podrías contarnos quién eres y que haces aquí.
— Me gustaría, primero, saber dónde está aquí — le responden con clara confusión ¿el tipo siquiera era de los alrededores?
— Estas en Nueva York — obviamente Mikey debía contestar con entusiasmo — la mejor cuidad — Leo nota como el otro observa su ciudad con un ánimo sombrío.
— Hmmm, no tengo muy claro por qué estoy aquí realmente, algo paso que… — el otro da una respuesta evasiva típica para Leonardo — me trajo aquí. Y con respecto a quien soy… —para el de azul es claro que está inventando algo pero ¿Por qué? — puedes llamarme Luo —mentira, una evidente mentira, puede ver en el rostro de sus hermanos que tampoco le creen— ahora, si no es mucho pedir, podrían indicarme un lugar donde quedarme, no conozco bien este sitio y no sé si es peligroso o si es adecuado para una tortuga como yo — “oh no, no te alejarás hasta que pueda entender que es lo que pasa” piensa Leo.
— Puedes venir con nosotros a nuestra casa— ofrece Mikey y el líder lo agradece, ninguno de ellos podría haber sonado así de sinceros.
El extraño acepta y ahora están recorriendo las alcantarillas con Mikey guiando y Raph en la retaguardia, el extraño es alto e intimidante de un modo que Leo no puede entender, se ve delgado y débil pero el poder que emana de él es algo a tener en cuenta, aun sin la muestra anterior de poder el de azul le temería igual. La postura, las cicatrices, visibles ahora a la luz del camino, todo indicaba experiencia en batalla, mucha experiencia y Leo no podía explicar el por qué, si era un recién mutado no debería verse así ¿Habría sido un soldado mientras era humano? Eso explicaría algo, pero sin un interrogatorio no sacaba nada especulando.
Se le estaba formando un dolor de cabeza y no lo necesitaba en ese momento.
— ¿Cómo conseguir esas cicatrices amigo? — bravo por Mikey y su nulo control cerebro boca —son increíbles — se le escapa un suspiro cansado, bien por el interrogatorio mal por la falta de tacto. Al menos no le molesto al visitante si su risita le dice algo.
—Me las gane derrotando a los enemigos — respondió — y defendiendo a mi familia — Leo se queda un momento analizando el rostro del extraño, su mirada perdida en un recuerdo y siente una punzada de simpatía. Él también tiene algunas cicatrices ganadas de la misma manera y puede empatizar.
El silencio se prolonga hasta que llegan a la entrada de la guarida, el primero en entrar es su hermano menor quien anima al extraño a seguirlo, para Leo es desconcertante la capacidad que tiene el más joven de entregar su confianza a alguien y decide seguir el instinto de Mikey, pocas veces le ha fallado y, siendo sinceros, él no siente un rechazo hacia la tortuga mayor, solo una profunda curiosidad.
Mientras la naranja lleva al extraño al interior Leonardo llama la atención de sus otros dos hermanos los que se apartaron a su lado.
— Bien gran líder — la gruesa voz de Raphael gruñe a su lado — te rendiste muy fácil en aceptar a un cualquiera aquí en la guarida — a su derecha Donnie mantiene silencio, pero deja notar que está de acuerdo con lo que el de rojo expresa — así que supongo que tienes algún plan de contingencia o algo así para justificar esta locura.
—En realidad…— Raphael resopla a su lado imaginando hacia dónde va la cosa — por ahora pienso que es mejor tenerlo cerca y vigilado — su voz va perdiendo entusiasmarse a la par que el ceño de su hermano menor de rojo se levanta.
— En eso debo estar de acuerdo — la voz de Donatello lo salva de hundirse más en un vergonzoso parloteo — prefiero tenerlo a la vista que en cualquier otro lugar a merced de nuestros enemigos — poco a poco el discurso del más alto de los hermanos comienza a ganar entusiasmo — Además ¿viste sus poderes? — junta sus manos muestra una ancha sonrisa — su cuerpo, su especie de tortuga, su mutación, todo es tan diferente, quiero, no, necesito estudiarlo — casi chirria con la expectativa de poder obtener ese conocimiento. Ambos hermanos mayores lo miran con preocupación y casi sienten compasión por todo lo que el extraño tendrá que soportar con su curioso hermanito bombardeando de preguntas y peticiones.
— ¿Crees que se trata de una situación de contrapartes dimensionales? — le pregunta deteniendo el discurso del morado, la idea se le paso por la cabeza varias veces, pero, al extraño no portar ninguna mascara sobre sus ojos ni nada que indique preferencia por un color el diseño, aunque siempre se mantuvo como una posibilidad en lo profundo de su mente — si así es ¿Quién creas que sea? Porque estamos claros de que el nombre que dio es falso.
— Definitivamente no se comporta ni habla como ninguno de nosotros y como ninguna de las otras tortugas con las que nos hemos topado — razón Raph —no lo desecharía pero tampoco la idea de que fue mutado en algún momento al igual que varios de los que conocemos… — la mirada verde se dirige a la guarida donde puede ver que el extraño conversa con Mikey, frunce el ceño, no le gusta la familiaridad con la que su hermano pequeño más entabla relaciones con el primero que se le cruza como si la desconfianza no existiría en su vocabulario. Aunque podría ser así…
— Vamos, lo consultare con el maestro — ordena Leo —ese será el primer paso, Don averigua lo más que puedas sin ser invasivo — ordena — Raph, mantente alerta — dirige su mirada a su hermano inmediato.
— Está de más decirlo — la mirada verde se vuelve firme — no lo perderé de vista.
— Solo no seas hostil — pide como ultima cosa — me da la impresión de que no nos conviene tenerlo de enemigo — con esas últimas palabras los tres entran en la guarida, Leo rumbo al dojo para encontrar al maestro, Don a paso decidido de comenzar a hacer preguntas y Raphael hacia un rincón donde quedarse al margen, pero vigilante.
Ángelo siguió con la mirada el camino de las otras tres tortugas, pudo imaginar la línea de pensamiento que rodeaba los gemelos dimensionales de sus hermanos, no por nada había vivido con ellos por casi cuatro décadas, entendía, o al menos esperaba entender, lo que los más jóvenes pensaban de él. No todos en la resistencia eran bienvenidos de buenas a primeras y se vieron un par de casos de traición y caos producidos por un nuevo integrante. Al final del día todos eran casi una familia, un clan cerrado en el que todos se conocían, agregar un elemento nuevo siempre era un riesgo.
No porque todos fueron sobrevivientes eran el mismo tipo de sobreviviente, no porque todos fueron tortugas eran el mismo tipo de tortuga. Ángelo lo entendía bien.
Aprendí a desconfiar.
Con mucho dolor.
No los culpaba.
Si no fuera por el dolor y lo desorientado que se sentía no hubiera aceptado venir con ellos. Pero ahora que estaba aquí intentaría ser útil y ganar un poco de crédito, al menos por el pequeño naranja que prácticamente lo había adoptado como familia en el poco tiempo que lo conoció.
Su inocencia le parecía adorable. Tenía ese súper poder en los ojos, los mismos que el mismo uso durante tanto tiempo con sus hermanos mayores y, ahora siendo el receptor de ellos, le quedaba claro el por qué nunca le negaban nada. Son un arma poderosa.
—Seguro tienes hambre —de pronto el mas joven salta en su sitio provocando una risita en el mayor — ven, te prepararé algo — toma la mano de Ángelo con la suya y tira de él hacia la que supuso que era la cocina, él simplemente se deja llevar, abre el portal, morir y resucitar en un sitio completamente diferente lo tenia hambriento. No se iba a negar a una comida.
Donatello lo mira irse con una mueca y Ángelo le regala una sonrisa de disculpa, lo que sea que quiera el de morado tendrá que esperar a que Mikey considere que había comido lo suficiente, al parecer. También ve a Raphael a mitad de camino y no le escapa la dura mirada que le dirige pero, también, tendrá que esperar su turno.
— tenemos pizza, hay algo de pan, aunque es añejo — va enumerando el joven mientras caminan — no se tus preferencias pero puedo preparar algo, si quieres — el de naranja lo observa y Ángelo lo detiene con una sonrisa.
— Llevo años sin comer nada decente así que cualquier cosa estará bien aunque… la pizza hace que se me llena la boca de agua — oh manjar de dioses, ya ni siquiera podía recordar cuando fue la última vez que probo algo de la comida favorita de él y sus hermanos.
— Pizza será entonces — la tortuga más pequeña lo guía a la mesa para que tome asiento y corre al refrigerador para poner algo de pizza a calentar. El solo olor lleva la mente del guerrero místico a recuerdos alegres y siente que puede llorar ahí mismo. La sensación solo se acrecienta al pensar en que sus hermanos no estaban allí con él para probarla.
Cuando Miguel ángel coloca un plato con dos rebanadas de masa crujiente cubierta de queso frente a él no puede evitar que su labio tiemble. Ahoga un suspiro e intenta relajarse pero sus manos lo traicionan y toma uno de los trozos calientes con delicadeza, por un momento teme estar soñando, que su mente solo le está jugando una broma en sus últimos momentos de vida y que todo es solo una ilusión. Siente al menor sentarse a su lado mirándolo compasivo, hay entendimiento en el gesto y no dice nada mientras que Ángelo da la primera mordida.
Se le escapa un gemido de absoluto placer cuando la comida toca sus papilas gustativas cerrando los ojos con fuerza. Por la pizza suprema en el cielo, ya ni recordaba lo buena que era.
Termino la comida en poco rato y se quedó allí saboreando, le venían a la cabeza cientos de recuerdos y poco pudo hacer para contener las lágrimas.
— Muchas gracias — logra murmurar con voz temblorosa — de verdad… — y es que el menor no sabe realmente lo que hizo por él, es más que comida, es sabor a familia ya tiempos más felices.
Al otro lado de la guarida el hermano mayor de la familia respira hondo antes de entrar al dojo en busca de su padre y mentor, sabe que Splinter no aprueba la intromisión de extraños en su hogar pero Leo esperaba poder hacerle entender la situación y las pocas opciones con las que contaba en el momento en el que tomo la decisión de llevar a esta extraña tortuga a casa. Suelta el aire retuvo rápidamente y abre las puertas del dojo llamando la atención del hombre rata que meditaba.
— Hijo mío, siento tu espíritu aproblemado — la firme pero suave voz de su padre le habla —se trata del visitante que ha llegado con ustedes — ya Leo no le sorprende que su sensei tenga conocimiento de las circunstancias.
— Si sensei — responde y se coloca frente a su maestro de rodillas — quisiera pedir su guía, aun no se si fue una buena decisión traerlo a casa y… — se detiene cuando el mayor levanta una pata llamando su atención.
— Cuéntame todo desde un principio, Leonardo — pide — luego tomaremos una decisión.
Y así Leo comienza a narrarle a su padre el encuentro con la extraña criatura que ahora comparte espacio con ellos.