ID de la obra: 750

Sabo’s Path - “Legado”

Het
NC-17
En progreso
1
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 72 páginas, 20.954 palabras, 11 capítulos
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Descripción:
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“Él sabe qué decir”

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La carcajada de Marco hace que voltee para atrás para verlos. Están jugando una partida de algo con Sabo y parecen entretenerse. —Eres bueno —dice Marco receloso, volviendo a observar sus cartas. —Este es uno de mis pasatiempos favoritos en la base —sonríe agitando sus cartas. Marco le niega con la cabeza. Suspiro del aburrimiento de verlos y vuelvo la vista al mar frente a mi. Supuestamente estamos a pocos días de llegar y Marco debe irse, pues es clasificado dónde se encuentra el cuartel de la Revolución. Veo un barco a lo lejos, que supongo es al cual irá, esperándolo. ¿A qué acuerdo habrán llegado para que Marco les entregue este barco? Me apoyo sobre la barandilla. No quiero que se vaya. Es el único con el que puedo conversar y confiar. Los demás son alimañas astutas preparados para retorcer a su beneficio cualquier cosa que diga o buscaran manipularme para su beneficio. Mentira, no sé eso. Pero me hace bien pensar así. No tengo que olvidar que prácticamente soy prisionera. —Haz ganado —dice Marco tirando sus cartas frente a él, enseñándole todas. —Ha sido un placer haber jugado contigo. Marco le sonríe y luego veo que voltea hacia mí. —Bueno, ya va siendo momento de que me vaya. —Siento tener que pedírtelo —le dice Sabo. —No, está bien —dice poniéndose de pie y acercandose a mi —Confío en que todo irá bien. Cuando lo veo acercarse trago nerviosa. No te vayas. Se detiene frente a mí y me extiende su mano —Ha sido un placer conocerte Maddy. Si necesitas algo de mí en el futuro, no dudes en escribirme. Observé su mano impotente. Esta era mi despedida. A mi isla, a mi madre, a mis habitos, a todo lo que alguna vez fue mi vida. Cuando él se fuera, no tendría a nadie más anclándome a mi vieja vida. Porque sentía que nunca más volvería, a mi vida anterior quiero decir. Se venía un cambio muy grande y me siento una joven pendeja frente a este cúmulo denso de cosas no tenía la experiencia para enfrentarlos. No quiero estar sola. No quiero dejar atrás nada. Me acerco a Marco y lo abrazo. Él se queda estático por un segundo antes de corresponderme. No me importa a este punto nada más, Marco es uno de los pocos que me sostuvo cuando me caía a pedazos ante esta realidad. El otro... La mirada de Sabo se encuentra con la mía un momento así que la aparto. —Cuídate mucho —dice dandome unas palmadas en la espalda. —Gracias por todo Marco. Se aleja para verme y me da un apretón en el brazo. Gira hacia Sabo —Te la encargo. Protégela. —Por supuesto. —le responde él, llevandose su mano a su pecho como si se lo jurara. Exagerado. —Chicos —ordena y los demás que se encontraban con él lo siguieron al bote. Al verlos alejarse en mi pecho se forma un nudo que me parece ridículo. Suelto una risa seca y niego con la cabeza, pues no puedo creer lo sentimental que puedo ponerme. Puedo sentir la presencia de Sabo que está parado detrás de mi a unos pocos pasos, despidiendo a Marco. Su presencia es como si un fantasma se añadiera sobre mi espalda, estudiándome. —Llegaremos dentro de tres días a la base. Suspiré sin mirarlo. ¿Qué será de mi allí? No puedo dejar de pensar en eso. ¿Cómo viviré— —Tengo algo para ti. —dice cuidadosamente. ¿Qué puedes tú tener para mi? Volteé a mirarlo recelosa. Pestañea varias veces y me sonríe. —¿Quieres verlo? Ugh, lo detesto —¿Qué es? Se acerca a la mesa donde estaba jugando con Marco. Veo que busca algo debajo de ella y saca una pequeña caja de madera y me lo extiende sin decir nada. Lo tomo con recelo. Es liviano, pero se nota viejo así que lo abro con cuidado. Adentro, hay cinco objetos: Un lazo negro doblado desgastado, una medalla de plata con el símbolo del barco de Barbablanca, una brújula vieja, un vivre card que se mueve ligeramente y una nota arrugada, escrita con una caligrafía firme y sobria. —¿Qué...? —susurro, como si levantar la voz fuera una falta de respeto. Lo aprieto con el brazo a mi cadera para poder sujetar los objetos. —Marco me dijo que te lo diera más adelante pero creo que lo necesitas ahora. Dijo que lamentaba no haber cumplido contigo, pero que por ahora podía entregarte esto. —Supongo que el vivre card es de él ¿no? —dije y mi voz temblorosa me traicionó. Tragué saliva. Me ardieron los ojos. No iba a llorar. ¿Por qué lo haría? ¿Qué es esto? Observo la caja en silencio. Saco el lazo negro— —Es su pañoleta. Lo tenía siempre en la cabeza. ¿Su pañoleta? Se me hundió el pecho. Despliego la pañoleta. Tiene una mancha que parece sangre vieja. O vino. La medalla brilla tenue. Pesa más de lo que pensé. Y la carta... —Te atajo la caja— Lo metí todo de vuelta a la caja y la cerré. —Ten, no la quiero. —Maddy. —¿Por qué me lo das ahora? —Porque ahora lo necesitas —responde, sin dudar—. Porque estás sola. Porque no sabes qué creer. Y porque Marco pensó que si vas a reconstruirte, sería justo que supieras que no vienes de la nada. —guarda silencio un segundo— Para empezar tu nueva vida debes hacer la paz contigo misma con tu vida anterior. —Ten —digo tendiéndola. —Maddy. —Agarrala Sabo. Me mira atentamente y yo mantengo la mirada. No la quiero conmigo. Veo que quiere decir algo pero mantiene los labios sellados. —Te la ofreceré en otro momento. Me hierve la sangre pero no respondo nada más. —Me llevaré la vivre card de Marco —digo volviendo a abrir rápidamente la caja y sacándola veloz, como si la tapa me arrancaría la mano. —No te asustes Maddy. —¿Asustada? ¿Por qué dices que estoy asustada? No dice nada. Sus ojos deambulan por mi rostro y luego baja la vista. —Lo siento, fue desconsiderado de mi parte. Guardaré la caja en mi camarote. Si necesitas algo, estaré ahí. Se inclina ligeramente y se retira, con el estruendoso ruido de las cosas que hay ahí adentro. Sólo ahora soy consciente de mi rostro. Sintiendo mis cejas arqueadas y mis labios fruncidos, así que los relajo. Maldita sea, soy un maldito libro abierto. Observo el vivre card de Marco, que se desliza en mis manos, justo en la dirección del bote que veo se aleja a lo lejos. Con esto es suficiente Marco, no quiero saber más. El capitulo de la necesidad de visitar su tumba ha terminado. Un momento. ¿Necesitar? ¿Quién lo necesita? No sé qué estoy pensando. Necesito un trago. Necesito beber algo. . . . —Llegaremos por la mañana —lo escucho llegar detrás de mi. Desde que se fue Marco me he encerrado en mi camarote y sólo he salido por las noches, a observar las estrellas y sentir la brisa marina. Mi cabello rubio me azota el rostro, así que trato de sujetarlo y lo pongo de un lado. Siento por tercera vez su abrigo sobre mis hombros, pues se ha encargado de abrigarme en cada noche que salí afuera. Ah, no, es la cuarta vez. Antes de que me mintiera fue uno. —Deberías abrigarte Maddy, podrías agarrar un resfriado o quizás una gripe. Cierro los ojos y escucho las olas contra el barco. El sonido hace que me relaje y no piense en nada más. Pero estaría mejor si él se fuera. —¿Ya has cenado algo? —No. —¿Quieres que te traiga algo? ¿Quieres algo en específico? —Vodka estaría bien. No hace ningún comentario. Me sonrío a mi misma. A Sabo no parecía hacerle gracia mi alcoholismo, es todo un estirado. —Preferiría que comas algo a que bebieras. —Lástima que eso es lo que tú prefieres. Se forma un silencio nuevamente. Inhalo la noche nocturna y exhalo lentamente, sintiendome completamente vacía. El sonido de la noche me arropa y cobija, sintiendome mimada por las estrellas. Tiemblo levemente por la baja temperatura. De verdad no quiero pensar en nada ahora mismo. Ni en mamá, ni en Barbablanca, ni Marco, ni— Escucho que se remueve atrás mio y volteo a mirarlo. Se acaba de sentar. Le miro con mala cara y vuelvo a mirar hacia el frente. —Tú... de verdad que te pusiste como meta hacerme la vida imposible. Sé que está sonriendo, lo cual me molesta más. —¿Qué te pareció el viaje hasta ahora? —Pff, ¿en serio Sabo? —Querías vivir tus propias aventuras, ¿no? Ah, dice por lo que hablamos en el bar. —¿Para que después me engañaran y me encerraran? Con una sola aventura me condené al encierro. —¿Por qué dices que vivirás encerrada? —se atreve a actuar confundido. —Soy una prisionera Sabo. Es obvio que— —Eres una refugiada. No vivirás de esa manera. Volteo a mirarlo frunciendo el ceño. Está sentado con las piernas cruzadas y sus brazos extendidos, reposando sus codos en sus rodillas. No parece estar mintiendo cuando me mira curioso. —¿Cómo viviré? —Hablaré con Dragon para que yo me haga cargo de ti. No tienes nada de qué preocuparte. —Pero— —Sé lo que quieres Maddy e intentaré de todas las maneras para que te sientas cómoda, segura y libre... —dice acomodándose los anteojos que tiene por su frente — en lo que se pueda, claro. ¿De verdad? "—Un día, simplemente no pude más. Dejé todo atrás. Preferí tener nada y ser yo mismo... que tenerlo todo y vivir como un prisionero." —¿Fue eso verdad? —¿Eh? —sus manos sueltan los anteojos y quedan en el aire. —Todo lo que me dijiste sobre ti. ¿Era verdad? Sus ojos danzaron entre los míos, escudriñando cada gesto, buscando una señal. Pude ver cómo la realización comenzaba a abrirse paso en su mente. —Todo. No te he mentido en nada. — declara inclinándose hacia mí ligeramente con los puños apretados sobre sus muslos. Se estaba esforzando demasiado en verse creíble. Me reí de él divertida. Quizás un poco conmovida. Al menos parece que aprendió conmigo. Su seriedad apagó mi risa al instante. —Es en serio Maddy —su voz grave hace que mi sonrisa caiga—. En todo lo que hablamos, no he dicho ninguna mentira. Puedes preguntarle a cualquiera en la base o hasta a Koala; todos saben mi historia allí. Siento haberte lastimado por ocultar quién era, pero sólo fue eso. Todo lo demás es real... fue real para mí. Mi corazón comenzó a martillar en mi pecho. La mezcla de incredulidad y una chispa de esperanza me paralizaba. Asentí sin mirarlo, sintiendo cómo se me encogía el estómago. El frío repentino me hizo abrazarme con más fuerza a su abrigo. Su olor me desorienta un momento, apretujándome el corazón sin piedad. —Deberías entrar adentro. Hace mucho frío. —dice poniéndose de pie y extendiéndome la mano. Estoy tentada a tomarla pero las consecuencias de hacerlo me paralizan. ¿De verdad voy a perdonarlo y — —Sólo quiero ayudarte. No lo pienses mucho. Exhalé, sintiendo mi cuerpo ceder un poco y tomé su mano. Me puse de pie a su lado. Él me suelta suavemente y apoya una mano en mi espalda, guiándome a mi camarote. —Pues estás hablando con la que más sobrepiensa en este mundo. Se inclina levemente hacia mí sonriendo —Lo he notado. Por eso tendré más cuidado la próxima vez. —¿La próxima vez que me mientas? —La próxima vez que me des una oportunidad. —susurra a mi lado. No puedo describir correctamente el estremecimiento de terror que me recorre el cuerpo al escucharlo. Siento las manos latir y las aprieto fuerte contra el abrigo. No, no, no, no. Las emociones se destapan de la botella en que las había metido. No quiero sentirme así. Esto es ridículo. Me mintió, me engañó y sabe cómo utilizar eso para acercarse a mi. Es un manipulador. No puedo sentirme así hacia él. Voy a salir perdiendo. Me va a lastimar. No dejaré que me lastime. Su mano en mi espalda me quema, me arde como si estuviera tatuándome el detalle de sus dedos con la presión ligera que ejerce para guiarme hasta la puerta de mi camarote. —Ten —digo sacándomela. —Sólo dámela mañana. —dice volviendo a colocármela. —Puedo dártela ahora Sabo. —¿Siempre rechazarás todo lo que te doy? — suena melancólico. —Ah... — ¿Qué? —Nos vemos por la mañana, que duermas bien. —Nos vemos —digo aun sin entender la última pregunta. Entro a mi habitación y cierro la puerta. Analizando ahí de pie qué mierda significó todo eso. ¿Qué demonios está pensando? Me saco el abrigo y lo extiendo frente a mi. ¿Qué quieres de mi Sabo? Ya adquiriste lo suficiente de mi. ¿Qué buscas más? ¿Por qué no me dejas en paz? Aprieto el abrigo contra mi pecho nerviosa. Quizás todo cambie al llegar, quizás me deje más tranquila. Sabo se queda de pie frente a la puerta y se apoya contra el marco, llevándose su mano a su frente. Mierda, se había dejado llevar un poco sólo por sentir que ella lo había dejado acercarse más. Descendió su mano a su boca pensativo. ¿Qué demonios estaba haciendo? Esto no era nada propio de él. No entendía de dónde venían todas sus palabras. "¿Siempre rechazarás todo lo que te doy?" ¿Que demonios fue eso? Le rechazó la caja pero eso no tenía— —Me sorprende verte así. Giró violentamente hacia Koala, que estaba detrás de él de pie observándole curiosa. Sabo solo se atrevió a reír ante su descuido de ser descubierto. —Pareces un adolescente. —No es así. —De acuerdo —dice sin querer discutir—. Me alegra que te estés llevando mejor con ella. —Un paso a la vez Koala —dijo despacio alejándose de la puerta—. Un paso a la vez. ¿Y a qué exactamente? Él no lo sabía.
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