"¿Crees leerme?"
25 de octubre de 2025, 14:09
Al final fue ese hombre pez el que se encargó de mi en el entrenamiento. No Sabo.
Bueno, él nunca me dijo que sería él. Lo cual es obvio si consideramos lo ocupado que está. Y bien por él porque si era mi profesor no dudaba en hacerlo mierda.
Y aunque estuviera ocupado, hoy se encontraba presente en la práctica. Observaba a un lado atento a todos mis movimientos, a veces se acercaba al entrenador y le susurraba cosas lo cual sólo aumentaba mi mal humor.
Osea, ¿qué mierdas? ¿Qué venía a querer mostrarse? Que se vaya a la puta.
Su sonrisa satisfactoria de ayer me sigue molestando, me dejó con las palabras en la boca. De verdad que es un intenso con el tema este del Ejército Revolucionario.
Suspiro mientras me lavo el rostro en el lavamanos exterior al gimnasio. El calor es asfixiante fuera del cuartel.
El entrenamiento acababa de terminar y, según el hombre pez, soy demasiado impulsiva. ¿Me cuenta algo nuevo? No.
Así que está enseñándome técnicas y sus razones de ser. El porqué debo mover el puño ligeramente en el transcurso del golpe, la posición de los pies y los hombros, las patadas de costado... Uff, fue eterna la clase de hoy.
"Se paciente Maddy, te precipitas innecesariamente"
Me remojo el rostro una vez más como si eso renovara mi energía y me miro al espejo. Es interesante, no voy a negar. Me distrae de tener que pensar demasiado en lo que hago aquí.
Apagar el fuego es muy complicado cuando no estás segura de dónde se está iniciando ni cuando empezó. ¿Es por estar aquí? ¿Es por mi necesidad de justicia por mi vida? ¿Es la culpa de lo que arrastra mi existencia? ¿Es este el click que busqué desde que nací?
No tiene sentido. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Y yo por qué? ¿Tengo que hacerlo yo? ¿Tengo que involucrarme necesariamente? ¿No puede hacerlo alguien más? Hay alguien más capacitado que yo.
¿Podría haberlo hecho Portgas D. Ace?
Mbu, ese patán sólo pensaba en sí mismo. Y en su hermano Luffy. Bueno, también en los piratas Barbablanca pero ¿haría algo con respecto a su situación? No. Nunca lo hizo. Y pudo haber hecho algo sin revelar quién era.
Aaah, detesto este sin fin de pensamientos.
—Oh, aquí estás —dice Robin que se detiene repentinamente al encontrarme. No sé qué la trae por aquí pero estamos lejos de las oficinas y la cafetería.
—¿Me buscabas? —desinteresadamente la observo acomodarse contra la pared.
—Algo así —dice cruzándose de brazos.
¿Eso qué significa?
Me enderezo frente al espejo y arreglo mi cabello mojado mirándola atentamente.
—¿Entonces?
Su serenidad y silencio hace que me remueva, esperando a que diga algo.
—Te observaba en el entrenamiento.
Fruncí el ceño incómoda. ¿Ella también? ¿Por qué? No me gustaba la idea de sentirme vigilada.
—¿Ah sí? ¿Y por qué?
—Sólo quería saber cómo ibas adaptándote a tu nuevo estilo de vida. Y también tu viveza en combate.
—¿Y qué te parece?
—No esperaba menos de ti Maddy —dice sonriéndome, ayudando a levantar mi orgullo—Sólo que...
—¿Que qué?
Sus ojos me sostuvieron un segundo más de lo normal —Te falta determinación.
Me apoyé contra el lavabo aceptando mi fe. Frente a Robin era tan transparente como el agua de este grifo.
—Pues no estoy segura de querer enfrentarme a nada. No estoy segura de nada —confieso sacudiendo mis manos por la molestia.
Robin me mira en silencio unos segundos y luego se acerca. Frunzo el ceño al verla acercarse.
Su mano cae sobre mi hombro —Tranquila. Lo estás haciendo bien, el primer paso es cuestionarte.
—Cuestionarme es lo que hice toda mi vida —reí sin ganas.
Y Sabo parecía haberse decidido en hacer el objetivo de sus días que yo me involucrara más en su justiciero y bondadoso propósito., ignorando por completo el conflicto que me genera todo esto.
Como si fuera lo lógico actuar como lo hace.
—¿Y qué quieres hacer ahora mismo? —me sostiene la mirada y luego deja caer la mano—. ¿Te gusta verdad?
—¿Gustarme quién?
Se forma un silencio y creo que no he entendido su pregunta.
—Maddy —su sonrisa me pone nerviosa.
—Bien, capaz que sí. Capaz me interese. ¿Y qué se supone que haga con eso? Él me quita de quicio cada vez que respira.
Inclina ligeramente la cabeza —¿Él?
—¿De qué estamos hablando?
Suelta una risita y yo me quiero meter en mi—
—De la política. De la causa del Ejército Revolucionario.
Mierda. Mierda. Mierda.
—Claro, y exactamente eso. Hablar de eso me quita de quicio. No quiero entrar a ese mundo fangoso.
—¿Y al mundo fangoso te refieres a...?
—A la política. Al Ejército Revolucionario.
—Ya estás dentro Maddy. Lo único que te falta decidir es qué tan lejos quieres llegar.
Siento un nudo en el estómago ante su afirmación.
Pero quiero decidirlo yo. Quiero ser yo quien en mi libertad y soledad llegue a la conclusión de que sí quiero hacerlo.
—Robin.
—¿Hmm?
—No es nada.
—¿Qué sucede?
—Estoy cansada de que me digan que hacer —suspiro peinándome el cabello sintiéndome derrotada.
Me odio por pensarlo siquiera. No quiero formar parte de nada, y mucho menos de un circo político que dice luchar por la libertad mientras te ata a nuevas cadenas. No quiero. No me interesa.
Y aun así, esa parte podrida de mí, esa parte que nunca se calla, sonríe con malicia. Porque sí estoy dentro, aunque no lo admita, aunque lo niegue, aunque me estoy muriendo de la rabia... entonces tengo un lugar desde donde devolverle al mundo todo lo que me quitó.
Quizás pueda utilizar todo esto a mi favor.
—Buenos días, Robin —lo veo acercarse. Tiene el cabello más ondulado que antes, camina lento tomándose su tiempo para reunirse con nosotras. La camisa se ajusta a su cuerpo. Mejor mantenerme ocupada empapando mi rostro —Pensé que irías a una misión con Kayra.
¿Qué?
—Sí, estoy despidiéndome de Maddy.
—¿Te vas? — ¿me dejarás sola? —¿Por cuánto tiempo?
Sabo ingresa la mano en el bolsillo de su camisa y saca un pañuelo de tela. Se acerca a mí y me lo ofrece.
—Creo que como tres semanas. Volveré pronto —su sonrisa se engancha—. No tienes que poner esa cara. No te estoy abandonando.
—Ugh, si tan solo pudiera ir contigo. — acepto de sus manos el pañuelo y me seco el rostro y las manos.
—Ya empezaste a entrenar, pronto podremos hacer misiones juntas.
Sí, pero... ¿cuánto tiempo para que podamos hacerlo?
Voltea hacia Sabo —No hace falta que te diga que la cuides ¿verdad? Es como mi hermana menor —¿Qué acaba de decir? Su brazo se entrelaza con el mío. Creo que... está amenazándolo.
Sabo suelta una carcajada relajada, quitándose los guantes que lleva —Puedes dejarla a mi cargo.
—¿Ves? — voltea a verme— No tienes de qué preocuparte.
Sí, estoy muy aliviada. Uff, cuánta tranquilidad. Resoplo, tratando de desvanecer la diversión que me causa esta situación.
—Si quieres un poco de acción, puedes ayudarme a mí en una misión.
¿Eh? ¿Por qué?
Robin me balancea un poco—No te cierres a la idea.
—No me estoy cerrando —protesto. Mi voz sale más dura de lo que esperaba.
—Es una propuesta. Si accedes, podrás salir conmigo fuera de la base.
¿Va a salir de la base? —¿No es una tarea administrativa?
—No, tengo que hacer una investigación.
¿Podré salir de este bodrio por un momento? Mierda, es bastante tentador... juego con el pañuelo para analizarlo mejor.
—¿Por qué quieres llevarme? ¿Qué pasa si pienso escapar?
Robin da un paso para mirarme mejor —No creo que piense que harías algo tan tonto.
¿Es algo tonto? ¿Por qué?
—Es como dice Robin. No arriesgarías tu vida por un futuro tan incierto. Eres más inteligente que eso y, quién sabe, capaz algunas de tus dudas de aquí se respondan.
Bufo.
—Creo que deberías intentarlo.
—Me está vendiendo humo.
—Entonces sólo no lo compres.
—¿Qué dices? — dice Sabo ladeando la cabeza atento y divertido a nuestra conversación— ¿Tienes miedo de que te convenza más?
Jaaa, mirenlo. Tan solo mirenlo. Tan cínico, tan lleno de sí mismo. Lo detesto tanto.
—¿Es esa sonrisa un sí?
Me como mis labios —Mi sonrisa no es un sí. Sólo estoy despotricando en mi mente contra ti.
—Sí, lo asumo. No es un misterio para mí.
Ay, lo quiero matar.
—Se llevan mejor de lo que creía — comenta Robin.
¿Qué dice? ¿Está sorda? ¿No oye lo imbécil que suena?
Se ríe de mí. La muy traidora.
—Me alegra que lo veas así —responde él sonriéndole.
—No los entiendo.
—¡Robiiiiiiinnnnnn! —escucho la voz de Kayra a lo lejos.
—Me está buscando para irnos — me da un abrazo que hace que me quede de piedra—. Nos vemos Maddy, cuidate mientras no estoy.
Se despide con la mano mientras se acerca a una energética Kayra que nos saluda efusivamente desde lejos.
—¡Voy a traerte algo Maddy! ¡Te va a encantar! Oh ¡Sabo! ¡A ti también!
Él le devuelve el saludo riendo. Las vemos cruzar la puerta para ingresar al gimnasio, seguramente en camino a la habitación de Robin para recoger sus cosas y salir de aquí.
—¿Qué tan cierto es todo lo que me has dicho?
—Todo es cierto. No estoy mintiendo en nada. Y, si pudiera decir algo más, me gustaría que me acompañes.
¿Hm? —¿Por qué?
No deja de mirar la puerta por donde las chicas salieron —No quiero dejarte sola aquí.
—No estaría sola. Tengo a Koala.
—Sí. la tienes.
—Entonces no estoy sola.
—¿No te sentirás sola?
No, claro que no. El pecho se me salta en contra de mis pensamientos.
—¿Por qué lo haría?
Madre santa, la comisura de sus labios ascienden lentamente mientras sonríe hacia el suelo. Volteo hacia el lado contrario.
—Maddy...
—¿Qué? ¿Qué pasa?
—¿Quieres ir?
No, no quiero. Me quedaré aquí y ayudaré a Koala. Completamente tranquila, segura y sin riesgos a los que enfrentarme. No quiero. No lo quiero. —Está bien, iré contigo.
No puedo mirarlo, no me atrevo a mirarlo.
El silencio hace que me arda el rostro y me dan ganas de despedazarlo por hacerme sentir así de incómoda. Yo no quiero esto. ¡Yo no quiero esto!
Ya vete por favor.
—A veces es divertido.
¿Y ahora de qué habla? —¿Qué es divertido?
—Verte.
—¿Disculpa?
Se ríe.
De mí.
Se ríe de mí.
—¿Soy tu puto payaso? — me recuesto por la pared cruzándome los brazos o mis manos irán a su cuello.
—No, no es así.
—¿Entonces de qué mierda te ríes?
—Me río de tus ganas de huir.
Basta.
Suficiente.
Aléjenlo de mí.
—¿Yo? ¿Huir? Yo nunca huyo.
¿Por qué sonríe tanto? ¿Por qué me mira así?
—No, por supuesto. Sólo pareces querer huir de mí.
—Eso no es cierto.
—Cada vez que hablamos pareces desesperada por largarte.
—¿Quizás porque eres odioso?
—No creo que sea eso.
—¿Y qué crees que es?
Sus ojos caen sobre los míos, fijos. ¿Qué? ¿Crees que me voy a dejar intimidar?
—¿Qué crees que es Sabo? —repito.
Niega con la cabeza —Aun no estoy seguro.
Me enderezo y me acerco a él, inclinandome a su rostro. Sus ojos permanecen en los míos —Sí no estás seguro, entonces no lo menciones. —Traga nervioso y le sonrío. — No creas que yo no sé jugar —Como no dice nada y se queda observándome, doy un paso atrás—. ¿Tienes algo más que decir?
—Eh, no —parpadea sorprendido.
—Entonces te puedes ir.
Se lleva la mano a la boca pensando un momento, mirando al suelo. Luego regresa a mi —Saldremos dentro de una semana, hablaré con Hack sobre tus entrenamientos.
—Bien.
—Nos vemos —murmura dudoso, caminando lentamente a la salida. Evitando mirarme.
Me pasé la mano por el cabello para tranquilizarme.
No comprendo qué es lo que nos acaba de suceder.