ID de la obra: 751

Luffy’s Path — “Abordo”

Het
NC-17
En progreso
1
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 63 páginas, 18.478 palabras, 8 capítulos
Descripción:
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#4 — Mi primera aventura

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—¡Esto es increíble! — grita Luffy emocionado mientras nos vamos acercando a la isla. A mi me está por dar un paro cardíaco ahora mismo. Soy una completa ignorante acerca de este mundo y soy muy consciente de ello. Jamás salí de nuestra isla, ni navegué un poco. Sí escuché historias sobre algunas que otras islas, como la isla del cielo o la isla con fuertes ráfagas de viento a determinadas horas que arrasaban con todo a su paso pero esto... esto ni siquiera debería ser posible. El mar estaba de cabeza... y en el cielo. La isla se encontraba en medio de una columna de agua elevada hacia el cielo que caía poco después a su base. Dentro de esa columna brillaban estructuras inmensas, una ciudad entera sumida en la aterradora masa de agua a su alrededor que la empujaba tratando de lanzarla a la atmósfera. Siempre le tuve respeto al mar, pues me parece una fuerza poderosa. Y verla en su grandiosidad presionar los edificios con brutalidad me dejaba completamente helada. Y maravillada. Podíamos chocar con ese muro de agua a presión si seguíamos avanzando. Debajo existía otra civilización que era la misma copia que la de arriba, la columna a su alrededor era más débil ya que la parte superior se estaba llevando toda el agua de él. La simetría de las ciudades era impresionante. Eran como dos caras de una misma moneda. ¿Cómo podrían vivir personas en un lugar como ese?   (Imagen de la isla por ChatGPT) —¡Es una locura! — dice Ussop aterrado. Me alegra saber que no soy la única que le parece perturbador. —Parece que está perdiendo altura —comenta Zoro a mi lado.  —Creo que será mejor dejar el Sunny aquí. — declara Franky— Parece que es muy inestable. Entonces Luffy gira hacia mí con esa sonrisa que voy identificando qué significa. —¡Vamos a explorar! —grita, ya tomando mi muñeca. —¡¿Qué?! Espera —planté mis pies a la cubierta. Siendo arrastrada por Luffy—. ¡No, no, no estoy lista! —¡Lo vas a estar! —ríe mientras me arrastra sin esfuerzo hacia el borde del barco. ¿Cómo se llega hasta ahí? ¡No veo el puerto! —¡Luffy, espera! ¡Alguien debería quedarse con el Sunny! —¡Ya lo hacen los demás! ¡Vamos, Edina! ¡Franky! —le ordena. —Sí... Sólo que no sé si el canal dos o canal tres —dice analizando. —Yo voy contigo Luffy —expresa Robin con sus binoculares observando el comportamiento de la isla—. Creo que debemos esperar a que la isla descienda. La suposición de Zoro es correcta, parece que está perdiendo altura. Sería problemático que vayan, el mar superior caiga y mueran aplastados o ahogados. Le tomo la muñeca a Luffy asustada. —Hmm... —dice Luffy. Observando de vuelta a la isla y luego a mí. —Vayamos cuando baje, ¿está bien? Veo que arruga el rostro en desacuerdo y se sacude el pelo de la frustración, pero luego camina un poco y se deja caer en la cubierta sentado. —Vaya, le hizo caso. —dice Robin cruzándose de brazos El barco empieza a agitarse ligeramente y retroceder, debido al agua que volvía al mar. Esperamos unos cuantos minutos más y vemos que la columna de agua empieza a disminuir dejando a la vista la ciudad superior y al nivel de nuestro barco. —También ha rotado. —informa Robin curiosa. —¡Ahora es el momento Franky! —¡Suuuper! Abriré el canal 3, irán en el Shark Sumerge III por seguridad.   —¡Robin! ¡Te lo encargo!  —Nunca lo he conducido pero estoy emocionada. ¿Eh? ¿Cómo? Siento la mano de vuelta de Luffy en mi muñeca arrastrándome. —Pero si Robin no sabe cómo manejarlo. —Yo se lo explico en un momento —dice Franky empezando a enseñarle. Me acerqué para aprender por si acaso pero Luffy no me dejó ir. Me llevó con él dentro del Sunny, bajando unas escaleras así que supuse que estaba llevándome al submarino. De repente se detiene y choco contra su espalda, sujetándome de sus hombros. —¿Qué pasa? —Hay que saltar—dice volteándome a ver—. ¿Puedes hacerlo? Miro desde su hombro que el submarino está más abajo con la escotilla abierta esperando que abordemos. —No estoy muy segura. —¿Quieres saltar conmigo? —¿Puedo? —Claro. Súbete a mi espalda —dice inclinándose hacia adelante.  Confío en él. Sé que todo saldrá bien si lo sigo. Mi corazón se emociona. Está por empezar mi aventura. Seguidamente le abrazo el cuello, a lo que él se pone de pie cargando mi peso. —Cruza tus piernas frente a mí. Eso, Eso. Ahora estamos listos. Una... —mi corazón martillea— ¡Dos! Se lanza antes de terminar la cuenta lo que hace que casi lo ahorque con mis brazos del miedo, pero caemos dentro del submarino sin problemas. —¡Tres! —¡Te has lanzado al dos! Se ríe —Ibas a estar más nerviosa en el tres, ¿no? Me contagió su sonrisa —Sí, pero iba a estar preparada. —Entonces no iba a ser divertido.  Negué con la cabeza divertida. —Ya puedes bajarme. —¿Crees que podríamos manejarnos solos? Mi sonrisa se debilita —¿Qué? —Digo... ¿para qué esperar a los demás? —dice encogiéndose de hombros mientras empieza a cerrar la escotilla—. ¡Podríamos ir adelantando la exploración! —¡Luffy, no! ¡Robin ni siquiera subió! —¡Pero tú sí! Los dos podemos hacerlo. Los demás se unirán después, siempre es así. No sé qué hace afuera pero el Shark Sumerge III empieza a sumergirse y desplazarse lentamente fuera del Sunny, poco después veo por la ventanilla cómo Robin levanta una ceja desde la cubierta, con los brazos cruzados, mientras Franky se agarra la cabeza. —¡Luffy, estás loco! —grita Franky desde el muelle— ¡¡Ni siquiera sabes conducirlo!! —¡Por eso voy con Edina! —grita de vuelta riendo. Lo miro, atónita, mientras él empieza a presionar botones como si fueran caramelos. Lo más probable es que no sepa manejar nada de esto. —Luffy, ¿estás seguro de que...? —¡Vamos a tener nuestra propia aventura! —responde, y el submarino se sumerge por completo, dejando atrás al Sunny. —Edina, ¿me escuchas? Uf, oír la voz de Franky calmó mis nervios.—Sí, te escucho. —Te explicaré cómo conducirlo. No es complicado así que no te angusties. —Bien, de acuerdo. Con la guía de Franky pude hacerme cargo de la situación. Nunca pensé que en mi primera aventura con ellos aprenda a manejar un submarino. Entonces recuerdo las palabras de Brook. "Conocerás una nueva versión de ti misma aquí así que no tienes de qué preocuparte." Sí, bueno, ya veo que es a la fuerza. Acercándonos a la isla sumergida no puedo evitar dejar la boca abierta ante el brillo de la ciudad bajo el agua que le daba un aspecto mágico.  —Eso de ahí... —digo achinando tratando de observar bien. Luffy se acerca lo máximo que puede tambien. —Son otros submarinos. Cada vez eran más. Salían de los edificios y circulaban por corrientes de aguas bastante definidas, así que todo indica que había orden para transitar por la ciudad. Era una constante entrada y salida de los edificios mediante los submarinos y, en algunos punto, estos parecían ingresar en la órbita de gravedad ya que giraban de repente poniéndose de cabeza. Por otra parte, podía ver a sirenas o gyojin caminando de cabeza o nadando observando el vasto mar. —¿Aquellos son los famosos gyojin? —Sí, así es. —¡Maravilloso! Por mi inexperiencia no me animo a unirme al tráfico así que sólo rodeo un poco la ciudad. —¿Qué te parece? —dice Luffy a mi lado. —Es preciosa —giro a verlo observarme—. Estoy conmovida. —Verás esto y mucho más a mi lado. Es sólo el comienzo. Me da cosquillas al corazón por lo que le sonrío tímida, asintiendo. Sí, esto es lo que quería. Es lo que anhelaba. Esta emoción a lo desconocido, a perder el miedo y salir de lo conocido a una aventura sin precedentes.  —¡Bien! —Luffy me pasa el brazo por los hombros apegándome a él. Veo que apunta arriba— ¡Ahora vamos a la superficie! —¡A su orden capitán! —nos dirijo hacia la superficie. Un momento— Mira, un Rey del Mar. Rodeaba la isla sin entrar en el tráfico, ignorando por completo todo el movimiento. —Parece estar acostumbrado a la actividad de la ciudad—digo en voz alta. Era enorme con ojos intimidantes... ¿Soy yo o está viniendo hacia acá? —. Mierda. ¡Luffy sujétate! —Espera Edina— Giré el timón con rapidez, impulsando el Shark Sumerge III por debajo de una estructura arqueada que daba a la entrada de la ciudad sumergida. El submarino vibró por la presión del agua mientras el rugido sordo de la criatura retumbaba detrás nuestro. —¡Franky, necesito potencia! —grité al comunicador. —¡Activa el turbo trasero, botón azul al lado del timón! Lo presioné. El submarino pegó un salto de velocidad, y el repentino impulso nos lanzó hacia adelante, escapando del alcance del Rey del Mar por escasos metros. —¡Vamos arriba, vamos arriba! —alienta Luffy a mi lado. Tiré de la palanca de ascenso mientras atravesábamos una corriente ascendente, subiendo en espiral entre columnas coralinas. El agua se iluminó con los rayos solares filtrándose desde la superficie. —¡Casi llegamos! —exclamé viendo el brillo del cielo a través del agua. —¡Prepárate para emerger! —gritó Luffy. El submarino atravesó la capa final del océano y salió disparado a la superficie con un gran estruendo, dejando una estela de burbujas detrás. Ambos soltamos un grito de triunfo. Luffy abrió la escotilla saliendo a mirar. —¡Lo logramos! —dije riendo, aún con el corazón agitado. —¡Claro que sí! ¡Vamos a pisar esa isla ahora! Llevé el submarino hacia un pequeño muelle lateral, probablemente diseñado para visitantes.  El aire fresco me dio en la cara, y las olas salpicaron el casco del Shark Sumerge III mientras flotábamos sobre el mar. La isla flotante estaba justo delante de nosotros, sus bordes rozando el agua. Luffy salió primero, saltando al embarcadero sin dudarlo. Yo salí detrás con su ayuda, con las piernas temblando un poco por la adrenalina. El sol brillaba sobre nosotros, y al mirar hacia atrás vi cómo el Rey del Mar giraba su cuerpo y volvía a sumergirse, dejándonos en paz. Woah, no puedo creerlo. Si me hubieran dicho días atrás que estaría huyendo de un Rey del Mar en un submarino... nah, imposible. No habría posibilidad de que alguien se le ocurriera algo así. —¡Bienvenida a la aventura, Edina! —dijo Luffy, llevándose las manos a su cadera orgulloso. Observé a mi alrededor embobada. La isla no era lo que esperaba. Al principio creí que encontraría un mercado bullicioso o algún puerto lleno de vida, pero al bajar al embarcadero lo primero que noté fue el silencio. Apenas algunas personas caminaban por los muelles y las estructuras cercanas estaban gastadas, con la pintura descascarada y signos de humedad en las paredes. —¿Esto es... por la corriente de hace un momento? —le pregunté en voz baja, observando los detalles oxidados del embarcadero. —Parece que sí. Pero todo indica que la ciudad es así. —respondió Luffy, echando un vistazo sin perder la sonrisa. Mientras asegurábamos el submarino, un hombre mayor, con piel azulada y ojos profundos, se nos acercó. Llevaba un sombrero de paja muy deteriorado y caminaba con dificultad. Parecía cargar con cierta autoridad. —¿Son nuevos? —nos preguntó, sin rodeos. —Sí —dije, evitando mirarlo mucho—. Recién llegamos. ¿Este muelle es seguro? —Más o menos —contestó encogiéndose de hombros—. Pero si no van a estar cerca, será mejor que aseguren bien su nave. Si ocurre la riada y el agua se desplaza, podrían perderlo. —¿La riada? —preguntó Luffy, rascándose la cabeza. —A veces, cuando la ciudad inferior se reconfigura, el flujo del agua cambia de repente. Se lleva todo lo que no esté fijado. No es siempre, pero si ocurre, mejor estar preparados. —Nos miró a ambos con seriedad—. Solo es un consejo. Luffy le agradeció con entusiasmo, mientras yo me aseguraba de activar las anclas del Shark Sumerge III contra la isla. —Gracias por la advertencia —le dije. —No hay problema. Si buscan información, caminen hasta el cruce de piedra. Hay una vieja oficina para turistas. Quizás siga operando. Nos alejamos del muelle, observando con detenimiento nuestro alrededor. El lugar tenía una belleza melancólica. Alguna vez debió ser espléndido. Ahora, las estructuras estaban desgastadas, pero aún había detalles artísticos, esculturas de coral en las paredes y mosaicos semiborrados en el suelo. —¿Te gusta? —preguntó Luffy, mirándome de reojo. —Tiene su encanto —confesé—. Me da la sensación de que ha de ser una situación difícil para la gente que vive aquí. —Mmm, pues puede ser. No me gustaría que mi casa salga empujada por el mar hacia el cielo. Mientras nos vamos acercando cada vez más al cruce de piedras me percato de que no hay mucha gente por las calles. ¿No se animan a salir o prefieren permanecer encerrados? ¿Por qué todo se ve tan apagado? Llegamos al puesto de turismo que al parecer está abandonado desde hace mucho tiempo. La madera está rayada y sólo queda una advertencia sobre las "riadas" de que son inestables, que es mejor retirarnos de la isla lo antes posible.  —Mira esto Edina. Me acerco a Luffy que está hacia el lado opuesto de la caseta cerrada y leo lo que dice. —"Lárguense antes de perder la..."  No se entiende esta última parte. Me crucé de brazos. —¡Espera! —el grito de la nada de Luffy hace que de un brinco. Busco a quién se refiere mientras lo veo correr para allá. Sólo veo la manta con la que se cubre huyendo de él. —¡Edina, sígueme! Corremos detrás de ella mientras gira en varias cuadras tratando de perdernos. Llega a una puerta que, con todas sus fuerzas, parece querer echarla abajo. Sujeto a Luffy antes que llegue a ella, la estamos asustando. Era una chica bajita de pelo corto con ojos marrones. Podría tener once a trece años. —¡Disculpa! No quisimos asustarte. Sólo queríamos conversar un poquito contigo... sobre esta isla. Somos turistas, nosotros— —¡Ustedes no deberían de estar aquí! ¿Eh? ¿Nos conoce? —¿Qué...? Abre la puerta y la azota cerrándola detrás de ella en nuestras narices. Nos quedamos los dos de pie sin palabras. Volteo a ver a Luffy que hace lo mismo. Se encoge de hombros. —Oh, hace mucho no llegan turistas —dice un hombre viejo con una botella de ron en la mano. No sé de dónde apareció. Uff, conozco esa etiqueta. Es una de las marcas fuertes y mis encontronazos con borrachos con ese tipo de ron en su sistema nunca fueron buenos. Me doy cuenta que mi cuerpo se mueve solo al colocarme detrás de Luffy, él me mira de reojo curioso ante mi reacción. —¿Dónde está toda la gente? —pregunto. —¿Qué más van a estar haciendo? Están encerrados o se han ido. No hay mucho que ver por aquí desde hace varios años. —¿Tú sabes qué es eso de "la riada"? —Ah, hay un desequilibrio en el núcleo —le da hipo mientras camina hacia nosotros—. Eso hace que de vez en cuando suba el mar y la isla. Ha estado más inestable en estos tiempos así que mucha gente se ha ido. Si quieren más información les guiaré a Teressa, es la dueña de la taberna de aquí. Al pasar a nuestro lado se me queda mirando y sé que debo desviar la vista, pero no puedo evitarlo. Sus ojos repasan mi rostro lo que hace que levante las cejas pero luego arruga el entrecejo cuando ve la quemadura en mi cuello como si eso arruinara mi persona, como si me definiera como algo roto. La rabia me hace apretar las manos y sin pensarlo, le levanto la barbilla con un gesto desafiante, a lo que vuelve a sorprenderse por mi atrevimiento. —Tan bonita pero veo que ya te marcaron. Aunque bien por ti porque te diferenciarás. Siento como mi cuerpo se calienta de la impotencia y la sorpresa. ¿Cómo se atreve...? —¿Disculpa? —digo aguantándome la molestia. —Es una marca ¿no? No parece haber sido un accidente considerando la magnitud de la quemadura. Además que eres una lindura, que alguien te haga eso para marcarte como suyo— —Cierre la boca —Luffy dio un paso al frente, con la vena del rostro sobresaliendo de la furia. Lo tomó del cuello y lo acercó a él— Ella no pertenece a nadie. Es libre de hacer lo que quiera. No es una esclava ni nunca lo será. —¿No fuiste tú? Ah, bueno no importa. No es mi asunto —dice evitando mirar a Luffy—. Si me sueltas te llevo con Teressa, ¿quieres o no? Luffy lo suelta y empuja levemente, haciendo que el borracho tambalee. Poco después se pone en marcha hacia la taberna. —¿Estás bien Edina? —pregunta poco después a una distancia prudencial del viejo. —Sí, estoy bien. Gracias Luffy. Me sonríe contento, pasando una vez más su brazo por mis hombros —No te preocupes, jamás dejaría que te falten el respeto. El hombre volteó a medias para observar a la parejita detrás de él. Pobres, sus rostros ya habrán sido tomados.
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