ID de la obra: 751

Luffy’s Path — “Abordo”

Het
NC-17
En progreso
1
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 63 páginas, 18.478 palabras, 8 capítulos
Descripción:
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5 - “Vortex Island”

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Puedo jurar que cuando entramos todos giraron a vernos. Todos. No hubo uno que nos hubiera ignorado. Y... desde hace un buen rato que algo dentro mío estaba rogándome con que saliera corriendo, pero Luffy camina frente a mí con paso decidido así que sólo lo sigo. —Turistas —informa el viejo a la mujer que se encuentra limpiando los vasos con un trapo. Ella nos observa y suspira derrotada. —Siéntense y pónganse cómodos. Vengo en un segundo. Era incómoda toda esta atención. Jugué con mis dedos mientras esperaba y observaba a Luffy, sentado a mi lado, pensativo. Estaba mucho más silencioso desde que entramos. —¿No crees que llamamos mucho la atención? —¿Hmm? ¿Te parece? No me he dado cuenta. Debe de estar acostumbrado. Veo cómo toma mi taburete y lo acerca más hacia él, sorprendiéndome. No dice nada mientras deja el brazo por el respaldo de mi silla, como si fuera natural. —Eres bastante perceptivo. Bien por ti. —aparece de nuevo la mujer, quedandose de pie frente a nosotros. Veo que enciende su cigarrillo y se lo lleva a los labios. —¿Podrías decirles que bajen sus armas? No vinimos a causar problemas. —¿Qué hace Monkey D. Luffy en nuestra isla? No hay nada que ver aquí. —oí detrás nuestro. —Sólo estamos de paso. —¿Oh? ¿Y esta chica quién es? —dice un hombre acercándose. —Es bonita. Eso captó la atención de Luffy, por lo que el tipo se congela en el lugar. —No seas idiota, Pandor. No te acerques con confianza—dice la mujer, dandole otra calada a su cigarrillo. Respira profundo—. Lo siento. Muy pocas veces recibimos visitas. Tener turistas aquí nos deja a todos sensibles. Soy Teressa, dueña de la taberna. —Monkey D. Luffy. Ella es Edina. Nos sonrió amable luego se dirigió a todos los presentes. —Tranquilo chicos, no hay ningún problema. Continúen con sus cosas. Escuché como golpeaban las mesas con fuerza. Podía haber sido un vaso... como también una pistola. La mano de Luffy en mi silla me transmitía seguridad. —Debería pedirles que se retiren lo más pronto posible. No es una buena isla para turistear. —¿Podría explicarnos qué es eso de la riada? —le pregunto ignorando su advertencia. —No es sólo por la riada. Es por lo que conlleva pisar esta isla —se removió incómoda y se arregló el cabello—. Bien, les explicaré qué es la riada. ¿Lograron ver cómo la isla flotaba hace como media hora? —asentimos—. La isla no flota por magia. Tiene un núcleo. Hace siglos, alguien... o algo... lo alteró. Desde entonces, la isla no está fija: a veces sube, otras veces se hunde. A eso le dicen el elevamiento. —¿Y el mar sube con la isla? —pregunté, con el ceño fruncido. La mujer asintió. —Cuando la isla sube, el mar no se queda quieto. Se retuerce. Busca llenar el vacío que deja abajo. Pero a veces el núcleo hace que el mar no solo suba... sino que se dispare hacia la ciudad. Como si algo desde el fondo tirara del agua hacia arriba. Eso es lo que rompe casas, arrastra barcos, lo que asusta a los niños. —¿Y por qué no arreglan el núcleo? —preguntó Luffy. La mujer bajó la voz aún más. —Porque eso implicaría que los de abajo... pierdan lo que ganaron. Y nadie está dispuesto a ceder su ventaja. Aunque eso signifique que los de arriba sufran. Luffy la miró serio. Yo incrusté mis uñas en la palma de mis manos, impotente. —¿Quiénes son los de abajo? Ella sonrió apenas, enigmática. —Es la razón por las que les digo que deben irse. Me incliné un poco hacia ella, sin poder evitarlo. Teressa exhaló el humo lentamente, como si pesara. —Los locales los llamamos "Las sombras del núcleo". Nosotros no bajamos y ellos tampoco suben. Es parte del trato. —¿Qué trato? —Uno sellado con miedo y superstición. Se dice que si un isleño cruza la línea... la isla se lo cobra. Algunos desaparecen, otros simplemente enloquecen. Por eso no preguntamos. No nos metemos. —¿Y qué pasa si alguien de afuera baja? Ella me miró en silencio por unos segundos, como si dudara. —Por lo que sé, si un forastero llega directamente a la isla inferior, no hay problema. Pero si primero pisan la superficie y luego intentan bajar... Hay historias de forasteros que intentaron bajar luego de visitar la isla superior. Pero los que bajan nunca vuelven. O vuelven cambiados. Luffy parecía más interesado que asustado —¿Cómo puedo bajar desde aquí? Ella levantó una ceja —Puedes hacerlo si tienes un submarino o usar viejas conexiones que posee la isla, aunque los isleños han clausurado todos los accesos. —Vas a perder la cordura niño. Volteamos hacia la voz conocida. Era el viejo que nos trajo. La advertencia hace que trague nerviosa. El bar estaba en completo silencio atentos a nuestra conversación. —¿A qué se refiere? —pregunto a Teressa, que se lo había quedado mirando. —Corre el rumor de que cuando pisas la isla superior se genera un doble tuyo en la isla inferior. O al menos eso es lo que entendimos de un forastero que volvió a la superficie entre sus palabras sin sentido antes de morir. Por eso nadie se ha animado a bajar. Como si estuviésemos en el sepulcro de ese hombre, algunos bajan la cabeza o desvían la mirada apenados. El pensamiento de tener un doble mío abajo ahora mismo hace que tenga escalofríos. —No sabemos qué tan veraz es ése rumor, pero es lo que se dice. Además de los gyojines y sirenas que viven allá abajo, no tenemos idea de otros seres que vivan allí. —¿Cada cuanto ocurre la riada? —Acaba de terminar una. Probablemente la siguiente ocurra en tres horas y dure ocho horas. Los de arriba tenemos muy poco tiempo para permanecer fuera del agua. —¿Por qué si los de abajo no necesitan aire para vivir deciden quitarles tanto tiempo a todos ustedes? —Eso quisiéramos saber pero no podemos hacer nada al respecto sin arriesgarnos. Por eso la mayoría se larga de aquí o viven encerrados en sus hogares. —Eso no es justo. Ustedes están en desventaja con este trato. No se merecen vivir así. —Lo siento cariño pero molestándote conmigo no arreglarás la situación. Lo sé pero... ¿van a dejar que las cosas sigan así? —¿Quieres ayudarlos Edina? —desde hace un buen rato ha estado mirándome fijamente. Quiero ayudarlos. No podemos dejar que vivan así pero debíamos correr el riesgo de ir para abajo y enfrentar esa superstición... —Sólo es sí o no, Edina. Dime que quieres. —Sí quiero. —Entonces andando. Gira mi butaca frente a él. Al bajarse de la suya me extiende la mano. Por eso admiraba a Luffy, por su valentía y el deseo de ayudar a los demás, por su necesidad de justicia y compartir lo que es la libertad. Con él a la cabeza, no había forma de que nada saliera mal. Tomé su mano y bajé del taburete. Sin soltarme caminamos a la salida. —¡No es algo tan sencillo Monkey D. Luffy! Se detuvo y volteó a ver a Teresa. Sonrió. —Que no lo sea es lo que lo hace interesante. . . . —¿Estás lista para bajar a la ciudad de abajo? Realmente no lo estaba, pero no me iba a hacer para atrás —Sí, hagámoslo. Luffy abrió la escotilla y me ayudó a ingresar. Veo que el intercomunicador está titilando así que sé que los chicos están desesperados por saber de nosotros. Aprieto el botón y— —¿Qué pasó de ustedes? ¡Estábamos preocupados! —Recolectamos un poco de información. Dentro de tres horas ocurrirá el fenómeno de vuelta, lo llaman "la riada". El elevamiento del terreno ocurre junto con eso. —De acuerdo, vamos para allá. —No. No vengan para aquí. —¿Luffy? —Confirmaremos una información con Edina antes de que vengan para acá. Por lo mientras, quédense en el barco. —Oye Luffy —Zoro tomó el intercomunicador de Franky—. No nos dejes fuera de la acción. Luffy sonrió—No te preocupes, en cuanto resolvamos el misterio los recibiré con gusto —Cortó—. Está bien sólo nosotros ¿no? —Creo que es lo mejor mientras averiguamos a qué se refieren con los dobles. De todas maneras no muchas personas pueden entrar en el submarino. —Tienes razón —se ríe. Me lo quedo mirando un momento—. ¿Qué? —Creo que fue una mala idea de hayas sido tú el que haya venido. —¿Por qué lo dices? —Un doble como tú con lo increíble que eres me parece contraproducente. —Gracias —dice tímido, colocando mejor su sombrero de paja orgulloso. No estaba tratando de halagarlo pero no me atrevo a aclararlo. Poco después de ponernos en condiciones nos sumergimos. El submarino crujía suavemente a medida que el agua nos envolvía. Me estaba generando estrés la idea de manejar en las corrientes con otros submarinos, pero creo poder hacerlo. —Ahora que veo todos estos submarinos, comprendo mejor a Teressa. Realmente vienen más visitantes aquí que arriba. —Pues sí... —se cruza de brazos— Hay mucho más movimiento por aquí —Me mira un buen rato notando mi nerviosismo—. ¿Qué pasa? —Estoy un poco nerviosa por manejar por aquí. —Pero qué dices. Si lo manejas muy bien, estaremos bien. Eso espero. Nos incorporamos al tránsito y mis manos sudan, siento a Luffy mirándome y sonriendo. Mira pues en qué situación me has metido. Todo marcha sin problemas y nos vamos acercando a la ciudad submarina. ¿Eso es...? —¿Una cúpula? —¡Woah! ¡Es como la Isla Gyojin! —exclama Luffy a mi lado. —¿Qué cosa? —¡La burbuja! Había una semejante en la isla de los gyojines. Veo como otros submarinos atraviesan la burbuja y... rotan yendo de cabeza. Tengo un mal presentimiento mientras nos vamos acercando. —¿Por qué rotan? —digo nerviosa. —Lo averiguaremos, ¡acelera! —dice mirando los controles. —Analicémoslo un momento. —¿Era este no? —dice empujando la palanca lanzándonos hacia delante. Esquivo como puedo los demás submarinos mientras nos hacemos camino hacia la cúpula frente a nosotros. —¡Luffy estás loco! El ríe a carcajadas. En cuanto atravesamos la burbuja, mi visión gira y el peso cambia. Rotamos y pierdo un momento la orientación, de haber estado elevando para arriba nos veo yendo en picada contra el suelo. —¡Edina! —dice él colocandose a mi lado y ayudándome a redireccionar el submarino. Sintiendo la presión y el esfuerzo de evitar morir por el impacto, me atrevo a rezar por la ayuda de alguien superior. Voy a morir. Mamá, papá, hasta aquí llego. A pocos metros del suelo logramos elevarnos, llevándonos por delante algunos arboles y corales que se encuentran cerca. Detente. Detente. Detente. Trato de detenerlo hasta que finalmente lo logro. Dios me libre. —¡Lo logramos! —grita Luffy buscando chocar los cinco conmigo. No puedo hacerlo. Mis piernas tiemblan y fallan, cayéndome de rodillas frente a los controles. Tomo todo el aire que puedo. Estoy viva. Dios, pensé que iba a morir. —¿Estás bien? No sé ni qué decirle. Siento que toma mi brazo y se lo pasa por el hombro. —¿Qué haces? —¿Fue una muy fuerte impresión? —me dice divertido. Reí ligeramente. No puedo seguirle el ritmo. —¡Vamos afuera! —¡Luffy! ¡Espera un momento! —¿Por qué? Salir afuera te hará sentir mejor. Vamos a morir ahogados. Nos acerca a la escotilla —Vamos a morir. —¿Pero qué dices? No habrá problema, sólo confía en mi. Trago al verlo abrir la escotilla y sujeto con fuerza su camisa. Cierro los ojos ¡Ay! No pasa nada. Abro los ojos lentamente y percibo que Luffy está mirándome. —¿Ves? —No puedo creerlo. —Salgamos — me sujeta ligeramente comprobando si ya puedo estar de pie por mi cuenta —Ve tu primero así te sujeto si caes. Asiento. Empiezo a subir y, al atravesar la escotilla, quedo maravillada. Pareciera que la ciudad resplandecía, como si las estrellas danzaran alrededor de los edificios con una característica singular. Me hago a un lado y bajo del submarino sin habla. Es precioso, toda la ciudad estaba viva, era un palacio. —¡Muy bonito! —¡Es precioso! Luffy giró hacia mí —Los de arriba deberían poder decir lo mismo por su ciudad ¿no crees? Cierto, estábamos aquí por eso. Asentí decidida. —¡Hyakaka! —oigo una risa nasal —No pude evitar echar un vistazo si seguían vivos —aparece un hombre extraño desde los corales. —¿Quién eres tú? —Uno de los caballeros protegiendo la tercera area limítrofe a la ciudad. ¿O cuarta? Eh, da igual. Masvi, un gusto —se acerca a nosotros y nos escudriña un buen rato— ¿Una pareja eh? —No somos pareja. —digo incómoda. Luffy se cruzó de brazos —¿Donde vive el tipo que manda aquí? Veo que le tomó de sorpresa su declaración —¿El Rey? Hmm, eso estará difícil amigo. Deberás pedir una audiencia. —¿Como hacemos eso? —pregunto. —Primero que nada, déjenme guiarles por la ciudad —se inclinó frente a nosotros—. Bienvenidos a Vortex Island, un placer para mi guiarlos a este nuevo camino de descubrimiento personal —dice sonriendo, guiñándonos un ojo.
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