ID de la obra: 751

Luffy’s Path — “Abordo”

Het
NC-17
En progreso
1
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 63 páginas, 18.478 palabras, 8 capítulos
Descripción:
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7 - Mi dolor es válido

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Salimos de la muchedumbre luego de una larga corrida y estiré a Luffy a un callejón y lo hice sentar. Estaba temblando mucho y tenía la cara toda pálida, sus ojos no parecían registrarme frente a él. —¿Luffy? — dije poniéndome de cuclillas frente a él —Ya estás bien. Estamos a salvo. Vi que sus ojos se humedecieron y sentí que la garganta se me cerraba. No podía creer que Luffy pudiera ponerse en este estado, quiero decir, nunca me lo había planteado seriamente que él era tan humano como yo. Con tantos miedos y dolores que lo perturban... Siempre lo vi invencible, valiente y audaz, pero nunca anticipé una reacción como esta. En aventuras desafiantes y locas siempre con una sonrisa con la imprudencia que lo caracterizaba. Ahora se le notaba perdido quizás desarrollando una película frente a sus ojos nublados. Se llevó la mano al pecho y se la apretó, jadeando de dolor y me lancé a abrazarlo. —Estoy aquí. No estás solo. —me animé a decir considerando las palabras del doble. ¿Acaso se sentía solo? ¿Quién lo abandonó? ¿Eran sus padres o qué— Sus manos recorrieron mi espalda antes de corresponderme el abrazo. Dandome la impresión de que se estaba cerciorando si yo era real. —Tranquilo Luffy, todo está bien. Me tienes a mí. —Sí... —su voz salía entrecortada—Tengo a mis amigos. Zoro, Nami, Ussop, Sanji, Chopper, Robin, Franky, Brook, Jinbe. Me apretó más a él y yo hice lo mismo. —Zoro, Nami, Ussop, Sanji, Chopper, Robin, Franky, Brook, Jinbe, Edina. —Sí, así es. —lo tranquilicé acariciandolo. —¿Se encuentran bien? Giro alertada ante la voz de un hombre, que se nos acerca con una botella de agua. Tiene unos lentes sobre su cabello, arrugas alrededor de sus ojos cansados y parece compadecerse por nosotros. —Sí, no se preocupe. —¿Son amigos de Luisa verdad? ¿La boutiquera? Ah... Ya veo. Es él. —Sí. —Soy Leonard. Ustedes deben ser los Sombreros de Paja, me dio esa impresión al verlos correr ante el doble desde lejos —dice tendiéndome la botella. ¿Nos identificó así? Fui descuidada. Observé a todos lados buscando a más personas observándonos mientras agarraba la botella de su mano. —Entremos a mi oficina, ahí estarán más a gusto. Deben evitar estar por las calles, la energía puede arrastrarlos a la locura. ¿Qué? Apreté los dientes sofocando los pensamientos pesimistas en miente. —Luffy, ¿puedes levantarte? Hice un amago de jalarlo pero se tensó a mi lado —No te vayas. —No me iré —aclaré al instante suavemente—. Debemos ir con Leonard. Vamos. Asiente indeciso y se pone de pie sólo liberándome de un brazo suyo para rodear mis hombros. Caminamos una media manzana cuando nos hace ingresar a su local. El olor a comida llegó a nosotros y pude sentir que Luffy volvía poco a poco a sus sentidos. Era un restaurante pequeño con poca gente, se escuchaba el golpeteo de los cubiertos y el barullo de gente divirtiéndose. —Lamento que tuvieran que vivir eso. Comúnmente los dobles recien creados se quedan cerca del núcleo pero parece ser que este tuvo un comportamiento inusual. —Es parte de la personalidad de Luffy, quizás sólo seguía sus tendencias. —Es probable. Por eso aun no estaba del todo listo. —¡Señor Leonard! —lo saluda un joven que se acerca con una escoba alegre —¡He terminado lo que me encomendó! —Bien. No permitas que nadie nos moleste. Estaremos en mi oficina. —¡Sí señor! —nos dio una ojeada y oculté a Luffy contra mí. Abrió una puerta metálica herrumbrosa frente a nosotros y siguió por un pasillo oscuro. Me detuve a considerar la situación presente. Lo estoy siguiendo sin conocerlo. Mi madre me reprendería si me viera pero ¿qué opción tengo? No puedo ser recelosa a este punto. Tocaba ser un poco imprudente para ayudar a Luffy. Estaba recuperándose, tratando de respirar normalmente. La botella de agua ya casi se lo estaba acabando. Igual la angustia que sentía por lo que sea que estaba pensando aun no se iba. —Acérquense —escuché y vi que las luces ya las había encendido. —Gracias Edina —murmura a mi lado. —¿Te sientes mejor? —Sí, sólo no te alejes de mi. —dijo sin soltarme. Tragué nerviosa. Asentí. Entrando a la oficina observo la mesa llena de papeles y un montón de libros. Alrededor en otra mesada larga a la derecha había instrumentos de laboratorio esparcidos por su superficie. Tipos de rocas exhibidas brillaban tenuemente bajo la minúscula luz de la oficina. Un Den Den Mushi de transmisión estaba encendido, mostrando un programa que parecía ser local. Observé que había encendido lo necesario para no abrumar nuestra vista. Un movimiento a la izquierda se llama mi atención y doy un salto de la impresión. Leonard estaba en una jaula sentado escudriñándonos. Nos sonreía divertido mientras jugaba con sus dedos esperando una reacción nuestra. —Hola. El Leonard que seguí lo ignora, buscando entre sus cajones alguna cosa. Luffy levanta la cabeza a mirarlo. —¿Ese es tu doble? —pregunta cansino. —Sí, lo es. —Responde sin mirarnos todavía— Ya no reacciono ante él pues ya he lidiado con mis demonios interiores hace mucho tiempo. —¿Por qué no se ve como el doble de Luffy? Se ve muy... —¿Humano? —responde el doble erizándome del terror la piel. Su voz era la misma que el Leonard real— Pues sí. Estoy destinado a ser un humano después de todo —señaló a Leonard sonriendo—. Sólo necesito su cuerpo. —¿Cómo es que...? —Lo capturé hace muchos años, antes de que colocaran el vallado. Fue gracias a mi abuelo. Desde entonces estoy trabajando en cómo equilibrar el núcleo. No tenía los ojos negros. No había nada que lo diferenciara con Leonard más que su pícara sonrisa que contrastaba la seriedad que nos daba el original. Esperen. ¿Su abuelo? —¿Tu abuelo lo capturó? —pregunté sin creerlo. —Así es. Lleva más de treinta años existiendo. Eso me quitó la respiración. —¿Envejeció? —Sí, pueden transformarse para seguir aparentando si el original todavía se encuentra en la isla. Cuando el original muere o abandona la isla y no logran poseerlo, quedan con el último aspecto que percibieron de ellos. —¿Entonces ha vivido encerrado todo este tiempo? —No te compadezcas de él. Es exactamente lo que busca. No me estaba compadeciendo. Es más, no sabía cómo sentirme ante ello. —¿Ves esa jaula? Está hecha de piedra de mar. Mi abuelo la consiguió a precio de sangre. —¿Piedra de mar? Pero... ¿tu doble tiene poderes— —No exactamente. No como un usuario de fruta. Pero esta energía... el núcleo... reacciona como si fuera un alma viva. Y la piedra de mar suprime lo que no debería existir. —Se queda mirando a un punto—. Miren. Son ustedes. Giro hacia donde miraba, que es al Den Den Mushi y el boceto de Luffy y el mío acapara la pantalla. Nos están buscando. —Debe haber sido obra de Masvi —comenta mientras saca varias piedras del mar y las coloca sobre la mesa. Más que como si nos buscaran parece ser que nos perseguían como potencial peligro. Era ridículo la ambigüedad de la noticia. —Ya puedes soltarme Edina. —Te acerco una silla —dice Leonard dejándonos solos en su oficina. Lo suelto despacio y él suspira profundamente. La verdad que no sé que decirle ¿podría preguntar? ¿Me responderás? —Lo siento Edina —dice un poco avergonzado soltando una ligera risa—. Me tomó desprevenido. —No... lo entiendo. Quizás yo hubiera reaccionado de la misma manera si me encontraba con el mío. Asintió recuperando de a poco su sonrisa usual. —Aun así ¡qué locura! Tienen un aire bastante imponente. —¿Sabes a qué se refería? Ya sabes... ¿de lo que estaba murmurando? Se me quedó observando unos segundos para luego sacarse la peluca. Espero alguna palabra suya mientras la coloca en una mesa y luego se arregla su sombrero. Quizás no debí haber preguntado. —Sí —dice finalmente—. Se a qué se refiere. Creí que ya lo había superado. —Nunca superas una pérdida —se incorporó en la conversación el Leonard falso—. Sólo convives con ellos. —¿Cómo sabes que perdí a alguien? —la voz de Luffy fue acusatoria. —Emanas esa energía. Puedo percibirla. Esa clase de remordimiento es muy poderoso para nosotros. ¿Perdió a alguien? ¿Quién...? Portgas D. Ace. Todo cobró sentido de repente, podía ver todo con mayor claridad. —Ya veo —dijo Luffy cruzándose de brazos. Cerró los ojos y lo pensó unos segundos—. Tendré que pensar cómo solucionarlo. —¿Qué energía emano yo? —le pregunto. Me observa unos segundos y sonríe engreído —Tú todavía no has perdido a nadie. Deberías estar agradecida. —¿Qué energías tengo? —le inquiero. Sonríe, pero su sonrisa sigue sin contener la simpatía que pretende trasmitir. Crece lenta, como si disfrutara el momento. —¿Quierés saber qué energías tienes?—pregunta divertido. Asiento, tensa. Él inclina de lado apenas la cabeza. —Tu alma... está marcada por fuego. —¿Fuego? —Sí. Fuego... y miedo disfrazado de dulzura. No lo entiendo. ¿De qué está hablando? Un momento— —No te confundas, no hablo del miedo de morir. Hablo del miedo a que el mundo no te devuelva lo mismo que das. A que tu bondad se convierta en tu perdición. A que confiar... te vuelva a costar la piel, o ya finalmente tu vida. Oh por Dios. Sí es lo que creía. Me siento demasiado expuesta de repente. No puedo siquiera mantener el rostro de la vergüenza. Siento la mirada de mis padres sobre el hombro, como si me observaran desde atrás confirmándole a este ente todo lo que estaba diciendo. No estoy tan entera como pensaba. Aprendí a caminar con estas cicatrices, pero nunca las miré de frente. Nunca acepté que todavía me duelen. —Tenías el corazón abierto como una flor, ¿verdad? Hasta que alguien lo aplastó con aceite hirviendo. Sentí mis manos latir, quizás era por vergüenza. Quizás era por el terror. El aire se volvió más denso. Luffy dio un paso, pero lo frené con una mano instintivamente. No quería ayuda. No todavía. —¿Cómo sabes eso? —le pregunto en un susurro, tontamente. Porque lo leyó. El doble apoyó la frente contra los barrotes, muy tranquilo. Sus ojos brillaban con una familiaridad espeluznante. —Porque esa energía todavía arde en ti. No la enfrentaste. No la aceptaste. Solo aprendiste a esconderla detrás de una sonrisa. —se aleja de los barrotes, volviendo a sentarse—Y eso... eso es lo que nos da forma a los dobles. Leonard —el verdadero— carraspea rompiendo el silencio.—No le presten atención. Los dobles... son espejos que deforman la imagen original. Pueden decir pensamientos internos que tuvieron y no necesariamente eso signifique que tengan la razón. Bajo la mirada, incapaz de mirar a ningunos de los dos. Siento la mirada de Luffy sobre mí. Mi miedo es insignificante con respecto al suyo. Una muerte comparado con un problema personal no pueden pesar de la misma manera. —¿Quieres que lo saque a patadas de esa jaula? —dice de pronto, serio. ¿Qué? Llevé una mano a mi boca para ahogar mi risa, aunque mis ojos se humedecieron ligeramente. —No puedes hacer eso. —dice Leonard sacando una carpeta y hojeándola sobre la mesa. —Además, no haría diferencia. Es parte de mí ese problema, ¿no es cierto? —Sí —dice Luffy, acercándose—. Pero tu decides si vas adelante... o atrás. Asiento guardándome esas palabras en mi cofre interior de oro. —Gracias —murmuro—. Lo mío es una tontería comparado contigo. —No digas eso —dice serio—. Tu dolor nunca será una tontería. Esa es tu batalla, es lo que llevas contigo y lo que sientes es tan real como lo mío. Jamás lo minimices. Me quedo sin palabras observándolo. ¿Lo mío era tan válido como el suyo? ¿Es posible verlo de esa manera? Trago nerviosa. —Dilo. —¿Qué? —Que tu dolor es válido. —Mi dolor es válido —digo nerviosa. —Bien —dice sonriendo. Apoyando su mano en mi hombro—. No lo olvides. —Creo que me permitiré tener esperanzas con ustedes —dice Leonard por primera vez con una sonrisa—. Y mi amigo aquí nos ayudará. —¿Qué? —decimos al unísono Luffy y yo. —Como yo crecí interesado en el núcleo él desarrolló repulsión por él. Así que ha sido mi banco de información hasta ahora. Miramos anonadados al doble falso. —¿No está yendo en contra de su existencia? —Estos entes no tienen lógica. No lo pienses mucho. —Leonard hojeó su carpeta con expresión tensa, luego miró a su doble, que permanecía sereno dentro de la jaula, como si nada lo perturbara, y finalmente a nosotros—Creo que tengo una forma de ayudarlos. —¿A estabilizar el núcleo? —pregunté, aún con la garganta apretada. —No exactamente. Es prioridad evitar que sus dobles se fortalezcan más, sobre todo él. —dijo refiriéndose a Luffy— La energía que los alimenta puede ser contenida... si ustedes logran enfrentarlos sin caer en sus trampas emocionales. Luffy frunció el ceño. —¿Cómo hacemos eso? Leonard dudó. —No estoy seguro todavía. Cada uno es diferente. Pero si quieren... podemos averiguarlo juntos. Nos miramos. Yo asentí sin pensarlo. —Sí. Si hay algo que podamos hacer para frenar esto... lo haremos. —Además —añadió Luffy, con su sonrisa volviendo poco a poco—. Quiero volver a mirar a ese tipo a los ojos. —Eso es peligroso —interrumpió Leonard con seriedad. —Todo lo que vale la pena lo es —replicó él, y yo no pude evitar sonreír. —Entonces será mejor que descansen hoy —sugirió Leonard cerrando la carpeta—. Hay una habitación libre arriba. Y mañana... empezamos. Pueden pedir algo de mi restaurante. Me giré para observar una última vez al doble en la jaula. Él no me miraba, pero algo me decía que sabía que lo estaba haciendo. Fuego y miedo disfrazado de dulzura. Me toqué la muñeca esta vez, sintiendo el ardor del aceite como ese mismo día en que sucedió. Por años intenté restarle importancia, diciéndome que era un accidente. Quizás ya no era tiempo de huir, sino de empezar a mirar de frente. Era el momento de enfrentar mi amabilidad.
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