“Condición”
11 de septiembre de 2025, 21:59
—Wow, simplemente wow.
—Te queda muy bien Ace.
El visto bueno de ambos me sube el autoestima. Si tan sólo supieran que no tengo experiencia... Ace se volvería loco.
—Gracias. — dice incómodo. — ¿Cómo les ha ido?
Nos explican lo que habían estado haciendo y lo feliz que estaban. Eso era bastante obvio observando las caras iluminadas y la ansiedad más baja. Abracé a Ellie cuando se le escaparon las lágrimas de la emoción.
—Son muy amables con nosotros y estarán supervisando a bebé. — mira a Ace. — Gracias Ace, no sabes lo agradecida que estoy de que nos hayas traído aquí. Me siento más tranquila.
—No hay de qué. Para eso están los amigos.
Faber lo sumió en un abrazo también emocionado y la amplia sonrisa orgullosa de Ace me impacta como un cañón alborotándome el pecho y los pensamientos. Si Ace fuera padre, sería un abrazo entre dos hombres orgullosos y maravillosos.
Me muerdo el labio inferior tratando de calmarme. Ver a Ace como padre me estaba acelerando el corazón.
Se encuentra con mi mirada y vuelve a sonreírme, jalándome a su lado y dándome un beso en la cabeza.
—También sería un buen momento para ustedes si lo desean...
Me arde la cara. Ace explota con una carcajada.
—Créeme que lo deseamos.
—¡Oh! Por cierto, nos hemos encontrado con un doctor que decía conocerlos. — ¿quién? — Dijo que estaba haciéndoles un chequeo cuando fueron interrumpidos.
El calor en mi rostro se esfumó y, si no supiera que ya no posee la fruta Mera Mera, creería que Ace estaba por incendiarse de la rabia.
—Mejor aléjense de ese lunático.
—¿No es amigo suyo? Parecía muy amistoso. — Faber se llevó la mano al cabello nervioso. Había adquirido el hábito de Ace por compartir tanto con él. — Le dije que estábamos atracados aquí.
—¿Le diste la dirección?
—No exactamente pero podría hacerse una idea. ¿Qué fue lo que pasó?
Expliqué la situación mientras Ace se alejó a revisar los alrededores. Estoy segura que está viendo si los siguieron. Ambos se quedaron pálidos y con pena por la culpa, pero los tranquilicé de que se resolvería.
Decidieron ir a su habitación ya que estaban cansados por el día así que los despedí y esperé que Ace volviera.
—No creo que ande por aquí. — dice observando aún por todos lados mientras se va acercando a mí.
—Presiento que es de esos que les gusta sorprender a las personas.
—No voy a dejar que se te acerque. Vas a quedarte pegada a mí.
—No es que me moleste.
Sus ojos finalmente caen en mí y le sonrío. Me encanta que se preocupe tanto por mí, me llena el pecho de calidez. Me llena de amor.
—¿Serás así de protector con nuestro hijo?
Se le cae la cara. —¿Estás embarazada?
—¡No! — me río. — Sólo digo.
—Ah. — dice respirando de vuelta. Se lo piensa un momento. — Mmm, creo que sería peor.
Me río más de él mientras me abraza apretándome a su pecho. Me da un beso largo y dulce debilitándome por completo. Cómo amo a este hombre. Lo amo tanto y estoy tan agradecida de tenerlo. No podría vivir sin él llegados a este punto. Siento sus manos descender por mi espalda hasta mis nalgas. Se le cambia la respiración.
—¿Te gustaría tenerlos? — ronronea sobre mis labios.
—¿"Tenerlos"?
—¿Crees que quiero sólo uno?
Saboreo su sonrisa y le muerdo el labio inferior cuando le abrazo por el cuello. El movimiento en mi periferia hace que me aleje de él un poco.
El doctor Craus se sale de un barril a duras penas.
—Ace. — digo entrando en pánico agarrándole la remera y atrayéndolo a mí.
Voltea hacia donde observo y me aprieta más a él.
—¿Qué cree que hace? — le cuestiona Ace.
—No me diste mucha opción. — dice como si regañara a un niño. Casi se cae pero se recompone. — Parecías empecinado en matarme así que me escondí.
—Pues no está equivocado. Lárguese antes de que lo haga.
Se alisa la ropa mientras se aclara la garganta — Escucha, veo que no te hace gracia que vea la desnudez de tu esposa. ¿Qué tal si entonces tan sólo compruebo lo básico sin que lo haga?
—No quiero ni que te le acerques.
—No dejo ir a ningún paciente. Ya te lo dije.
—Voy a dejar que lo haga. — tranquilizo a Ace.
—¿Qué? — responde con el rostro desordenado.
—Vas a estar conmigo todo el tiempo. Hace algo raro y lo detendrás.
—No quiero que te toque. — se acerca a nosotros. — Quédate quieto o te despellejo.
El doctor sonríe.
—No está bromeando. — le advierto.
—Bien.
—¿Estás segura de esto? — vuelve a preguntarme.
—Se conformó con muy poco contigo. Quizás suceda lo mismo. De todas maneras podemos saltar si intenta hacer algo.
—Si intenta hacer algo lo mato al acto.
—No objetaría.
Asiente. Se pone detrás de mí con sus manos sobre mis hombros.
—¿Puedo?
—Hazlo rápido. —gruñe Ace.
Saca su estetoscopio y se lo coloca. Trago nerviosa mientras extiendo la sensación de reconocimiento de espacio a mi alrededor por cualquier cosa. Al apoyarla por mi pecho se queda en silencio escuchando.
—¿Ya está bien? — pregunta Ace.
—Tienes un ritmo un tanto extraño.
—¿A qué se refiere?
—No suena normal. — Podría ser... dejé de activar mi poder. Se calla.— Se ha normalizado.
—¿No está escuchando cosas nada más? — le cuestiona Ace.
El doctor no dice nada mientras lo analiza frente a nosotros.
—¿Tienes alguna condición especial?
—Pues... soy usuaria de una fruta del diablo.
—Hmm, ¿qué hace tu fruta?
No quería decírselo.
—Supongo que sí afecta mi cuerpo de cierta manera.
No parecía convencido con mi respuesta.
—Pero ella está bien, ¿no?
—Sí, bien. — dice pensativo sin dejar de mirarme. — Ella está bien.
Guardó su estetoscopio en su bolsillo a medias. Algo no me estaba gustando de todo esto. Había abandonado su semblante cómico por completo. Este aspecto de él demostraba la experiencia que cruzaba por su mente y podía verlos en sus ojos.
—¿Qué no nos está diciendo?
—Será mejor que no utilices tu fruta excesivamente. Si lo haces, podrías sufrir un paro cardiaco. ¿Te duele el pecho o sufres mareos luego de usarlos?
—Sí.
—No debería ser así. Al consumir la fruta el cuerpo se adapta a las propiedades que posee. No deberías sentir dolor ni molestias, tendría que serte normal.
Miré a Ace para ver su reacción.
Estaba perdido en sus pensamientos con el rostro inmutable.
Debe ser porque no es que haya realmente comido una fruta. Fue algo que se desencadenó debido a que no soy de aquí, y que de ir pasando de sueño en sueño se desarrolló un tipo de poder en mi que no cumple con la naturaleza y reglas establecidas.
—No se preocupe. Soy consciente de ello.
Levanta las cejas. Sus ojos brillan de curiosidad.
Fue una sirena de alerta en la mente de Ace porque reaccionó y se puso en frente mío.
—Le agradezco su tiempo aunque no se lo hayamos pedido.
—Es mi deber como doctor cuidar a las personas. No podría haberlo dejado así. — se inclina a un lado para hacer contacto visual conmigo. — Me alegra saber que estás consciente del peligro, así que está bien. Eso sí, tu caso es una anomalía. — se lleva su mano a su mentón. — Es la primera vez que escucho del fallo de una fruta. ¿Será por el poder que trae?
Miré a Ace. Tienes que sacarlo de aquí ahora.
Asintió imperceptiblemente.
—Muy bien. Ya puede irse. — lo empujó y después lo tomó del brazo. — Ya hizo suficiente.
—Tienes suerte que la revisara o no ibas a saber que tu esposa corre peligro. Deberías agradecerme.
—Gracias. — dice seco y lo lanza fuera del barco. — Adiós.
Ace queda en ese mismo lugar observando. Sé que está esperando a que se vaya y desaparezca de la vista.
—Ace.
No se da la vuelta.
—Ace, no es nada. Realmente es una consecuencia de mi salto a este mundo.
—¿Fue por eso que tuviste un paro cardiaco en el Moby Dick cuando nos conocimos? —dice impasible.
—Yo... creo que sí. Es muy probable que de la misma manera fallecí en mi mundo. — voltea a verme. —Creo que el choque de mundos y lo que sufrí en ese momento... es una mezcla de todo ello.
De mis saltos de sueño a sueño como si fuera tele transportación fue una manera de interpretarlo.
—¿Crees que morirás si saltas demasiadas veces?
—No lo creo. — no quería decirlo pero... — Cuando salté nueve veces por ti y me excedí — su rostro se arruga de dolor. Camina hacia mí. — sólo me desmayé.
—Te desmayaste. — dice confirmándose.
—Sí. Cuando volví en mi el doctor que había venido a verme mencionó que me encontraba bien.
—No me gusta esto Aloise.
—Lo sé pero estoy bien. Te prometo que lo estoy. Es parte de ser una anomalía.
—Evitaremos que uses tus poderes. No quiero arriesgarme.
—No lo he estado usando.
—¿Desde cuantos saltos tienes dolor? — su tono además de sus manos en su cintura enfrentándome me intimidaban.
—Mmm, creo que sucede más si salto muy seguido. — Percibo que se pone ansioso. — No suelo hacerlo por eso. Mientras sólo me mantenga en siete saltos creo que estaré bien.
—¿Saltaste varias veces seguidas en la guerra?
Ahora que lo dice, sí. Lo había hecho.
—Lo hiciste.
—Ace, no tiene caso preocuparnos por eso. No ha pasado nada en todo este tiempo. Ahora debo cuidar más...
Me abraza con fuerza. Es un abrazo que me cubre por completo y aunque me encantan estos tipos de abrazo con él esta vez está cargado de ansiedad y preocupación.
—¿Si te sucedía algo mientras navegábamos? Si más adelante repercutía en tu salud, ¿qué demonios iba a hacer yo?
Mierda.
—Necesitamos un doctor para el barco. — dice volviendo a conectar sus ojos conmigo mientras me toma de las muñecas.
—No será el doctor Craus. — bromeo.
No se ríe.
—Necesito una fruta logia.
¿Con qué demonios salía ahora?
—¿Qué dices?
—No es que no pueda defenderte sin ello, pero es un plus bastante conveniente para las batallas.
—No estamos buscando batallas.
—Pero si ocurrieran. No puedo dejarte utilizar tu fruta, debo prever que pueda actuar antes que lo necesites.
—Estás pensando muy a futuro Ace. Tranquilízate. Estamos bien.
—Tengo que protegerte.
—Yo me puedo proteger sol—
—¡Al diablo con eso! Saltarías cinco veces seguidas sino más si quisieras trasladarnos a todos en una emergencia. Es demasiado.
Lo tomo del rostro y le doy un beso. El acto causó dolor en vez de calma en él.
—No te quiero perder.
—No lo harás.
—¿No podrán ayudarte con este problema cardiaco verdad?
—No creo que puedan.
—¡Mierda! — dice alejándose de mi pasándose la mano por el cabello.
—No estoy agonizando ahora Ace. Me tienes aquí en frente.
—Es que no entiendes Aloise. ¿Qué haré en caso de que sí estés agonizando? ¿Quién va a ayudarme a que no te mueras frente a mí?
—No va a pasar mientras no lo use.
—Entonces prométeme que sólo lo usarás en casos especiales.
—Puedo usarlo siete veces con tiempo entre los saltos y estaré bien.
Traga y veo que su párpado tiembla. No le gusta mi negativa.
—Estaré bien. — aseguro tomándole las manos.
—¿Recuerdas cuando dejamos la isla de Ellie y Faber? ¿Recuerdas el miedo que tenías? Me estás provocando lo mismo Aloise.
Ay Ace. Lo siento tanto. Estiré sus manos para abajo para que se inclinase y me colgué de su cuello, rodeando su cintura con las piernas. Abrazándome de la cintura me pegó a él, suspirando para calmarse.
—Perdóname Ace. Todo va a estar bien.
—Puta cómo eres problemática. — murmura y río seca.
—¿Todo va bien? — dice Faber subiendo las escaleras. Nos ve enredados y hace una mueca. — Al menos háganlo en la habitación, ya sé que están impacientes por seguirnos.
Eso logra sacar una sonrisa a Ace, aliviándome. Voltea a verme. — Tienes que ser la madre de mis hijos. No tienes opción.
Le beso cortamente. — Y tú el padre y nunca tuviste opción.
—Adorables. — dice Faber sonriendo ocultando sus manos en sus bolsillos.— Podría hacerlos padrino y madrina de mi bebé.
—Tú tampoco tienes mucha opción. — le espeta Ace.