ID de la obra: 752

Ace’s Path II : “Mi vida contigo” — Portgas D. Ace

Het
NC-17
Finalizada
0
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
126 páginas, 36.208 palabras, 16 capítulos
Descripción:
Notas:
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“Compañía”

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—Eso ya lo sé — responde Faber cruzándose de brazos. Ace me da un beso corto y me deja caer. —Por cierto, ¿qué saben de poder adquirir periódicos? No hemos tenido noticias desde hace bastante tiempo. La mirada llena de complicidad de Ace responde la mía. Teníamos que ver la manera de llegar a ello. No parecían prohibir el exterior pero de todas maneras no era claro cómo conseguir información. —Nos encargaremos de eso. —le respondió Ace.— ¿Cómo está Ellie? —Está durmiendo ahora mismo. ¿Quieren que los acompañe? —No hace falta. — rodeo mi brazo con el de Ace.—De seguro estás cansado, te vendría bien acostarte un momento. —Lo siento chicos por no poder compartir mucho con ustedes desde que llegamos. —Vamos a compartir mucho cuando nazca tu bebé así que no te preocupes. — le sonrío. Mucho más tranquilo se despide de nosotros y va a su habitación. —¿Qué haremos? —Primero preguntaremos a la gente de la ciudad. Necesitamos saber qué piensan al respecto. —¿Qué piensan? —No sabemos cuál es la posición de los ciudadanos con respecto al exterior. Que no hayan puestos de ventas de periódicos o vendedores callejeros es probable que no haya una buena opinión de parte de la comunidad. —Es eso lo que no entiendo. ¿Por qué prefieren ignorar todo lo que está sucediendo en el mundo? ¿Qué no es peligroso tanta ignorancia? Me tomó la mano llevándome con él para descender del barco. —No creo que sientan necesidad de hacerlo. Quizás... Quizás otras personas se encarguen de recabar la información y decidir por la ciudad. Creo que es lo más probable. —La doctora que nos había atendido nos hizo preguntas bastante directas sobre nuestra situación. Asintió. —¿No necesitas llevar nada? ¿Estás lista para irnos? —Yo siempre estoy lista. Rie sarcásticamente activándome un nervio, pero lo dejé pasar. Nos detenemos al inicio de la rampa puesta por él para bajar sin dificultad. —¿Y tú? No te he visto entrenar últimamente. ¿Te estás dejando estar? No entiende por qué salí con eso pero se recompone. —Mira quién lo dice. — ríe más. —Espero aguantes caminar tres cuadras. —No soy tan sedentaria Ace. —Mmm, te falta más cardio cariño. Sé una manera especial de cómo ayudarte en eso. —¿Qu— Su sonrisa le desfigura la cara. —Nuestros hijos te ayudarán. —No veo que eso suceda muy pronto. Se toma su tiempo para inclinarse a hablarme al oído que pongo los ojos en blanco. —Me alegra que hayas dejado de tomar ese té porque me vendré en ti cuantas veces quiera. — su mano sujeta mi trasero de sorpresa y me empuja a su pecho. Siento su miembro presionarme y no puedo evitar tragar. ¿Ya la tenía así? —Llenarte de semen mientras jadeas en mi boca es una perfecta imagen que me incentiva instantáneamente. —Dios mío Ace. — seguía sorprendiéndome su forma de hablar. Me sujeté de él ante el asalto mental que me provocó causándome palpitaciones interesantes. Su rostro se suaviza. Siento la otra mano deslizarse por mi espalda. —¡Ace! ¡Tenemos cosas que hacer! —Ugh, ¿y si me alivias un poco primero? Me muerdo mis labios. —Suéltalos. Lo hago y los devora. Sus agarres en mi se endurecen. Maldita sea este hombre sabe cómo persuadirme. . . . Estuvimos mar adentro de pie en la cubierta esperando a las gaviotas de Morgans. Tal y como lo había pensado, no llegan directamente a la isla sino que las personas navegan lejos y recogen las noticias para poder estar al día. Según tengo entendido, la gente aquí no confía mucho en Morgans. Hay opiniones divididas con respecto a la veracidad de las noticias transmitidas por él. Hace poco fueron las elecciones y el candidato ganador electo de la isla proponía mayor facilidad al acceso de información del exterior. Esto dividió a la isla causando manifestaciones y marchas por la ciudad. El rencor de lo sucedido en Drum seguía en las personas y culpaban a los Marines y al Gobierno Mundial por no actuar ante sus pedidos de auxilio y velar siempre por sus intereses mezquinos. El rencor era tan grande que se habían alejado tanto de Drum para no volver a involucrarse con ellos. Iba a ser difícil aplicar una propuesta así con tanto odio. Veo a las gaviotas volando para aquí y mi corazón empieza a latir con fuerza. ¿Ya encerró Luffy a Doflamingo? Aún sentía sus garras sobre mi cuerpo queriéndome llevar con él para hacerse con mi vida. Ace está a mi lado ansioso, le había comentado que era muy probable que su hermano ya estuviera en Dressrosa. —Serán buenas noticias. — lo tranquilicé. Me miró un momento tratando de comprender si se lo decía a él o hablaba conmigo misma. Las gaviotas sueltan el periódico en los barcos que se encuentran más adelante de nosotros y espero ansiosa a que sea mi turno. Observo como uno se dirigía a nosotros y me late el corazón, me quedo estática por lo que al final Ace se encarga de tomar el periódico en el aire. Ace lo lee y levanta la ceja. Me lo tiende. — Habla sobre el juicio de Doflamingo. Agarro de su mano e intento leer. Bien, ya lo tienen encerrado. Ya no matará a nadie más. Tengo pesadillas sobre él hasta ahora. —¿Y ahora a dónde va Luffy? Ahora venía la odisea de Whole Cake. Seguramente ya habían pasado por Zou y sucedió lo de Sanji. Ugh, la ansiedad comenzó a crecer en mi pecho al ver que llegaba al limite de mi conocimiento pues estamos muy cerca del Levely. Más allá de ahí estaré a oscuras. —Irá al territorio de Big Mom. Si no es que ya está ahí. —¡¿QUÉ?! Asentí. Tenía la boca abierta de la impresión. —¿Le tienes miedo a Big Mom? —bromeé. Yo sí la verdad. —No pero me preocupa Luffy. —Estará bien. Será toda una aventura. —reí. —Yo aconsejaría estar lejos de él en este momento. Sé que se armaba la podrida más adelante con los Emperadores por los spoilers sin embargo no sé a qué se refiere exactamente. ¿Tendrá algo que ver Shanks en eso? En un barco próximo al nuestro se encuentra un hombre desarreglado que ensimismado lee el diario con una gaviota sobre la cabeza. No importa lo mucho que se moviera, la gaviota se equilibraba y permanecía ahí. Le era completamente indiferente el animal sobre él. Observo cómo camina a la cabina de su barco y cierra la puerta. Curioso. Todas las demás gaviotas siguieron su rumbo excepto esta. —¿Qué pasa? —No es nada. —¿Nos regresamos? —Sí, nos vamos. ¡BAM! Escucho un disparo y me quedo petrificada. Ace se lanza sobre mí tirándome al suelo. —¡Malditas aves conspiradoras! — oigo a alguien gritar — ¡Son más que puras mentiras! —¿Qué está pasando? — le susurro a Ace. —¡No tú de nuevo Jack! ¡Deja las aves en paz! —¡No voy a vivir sometido por el mundo! ¡Ya hemos perdido mucho por culpa de ellos! —¡Viejo loco! — grita alguien más. —¡Llamen a Lady Serain! —Al parecer es uno de los que están en contra. Vamos adentro. Aunque haya dicho eso, no me deja levantarme. Me tiene con la cabeza gacha por lo que no puedo ver nada. Puedo escuchar algunos disparos por lo que sujeto su mano con fuerza. —¿Qué pasa Ace? —Permanece abajo. No nos alcanzará desde donde estamos pero prefiero evitar— Escucho un golpe sordo sobre la cabina de nuestro barco. Volteo para atrás y veo a Faber observándonos desde la ventana, está aterrado. Vuelvo a escuchar el ruido acompañado de un movimiento llevándose mi atención donde se encontraba una mujer con piernas largas. Por un momento pensé que era Smoothie. Nos observa a mi y a Ace, luego fija su mirada más allá y con un impulso que osciló el barco saltó. El tiroteo de detuvo poco después. —Debe ser de la isla. — Nos pusimos de pie para ver mejor el panorama. La joven había reducido al tal Jack siete barcos mas allá del nuestro. —¡Está prohibido disparar a las gaviotas de Morgans! — exclamó sorprendiéndome lo bien que podía oírla. — Cualquiera que transgreda será llevado a juicio y no duden, condenado. — presionó la espalda del viejo Jack. — Sin excepciones. Ace me aprisionó en un abrazo al detectar a tres jovenes de pie donde la chica había estado en nuestro barco. —Huh, eres bastante perceptivo. —dijo uno de ellos. Parecía ser un chico de tan solo doce años. — ¿Son ustedes nuevos? Se encontraba observándonos atento, casi embelezado. De cuclillas frente a los otros dos chicos que estaban de pie con los brazos cruzados. Uno de ellos llevaba una hoz y el otro un látigo. El menor no parecía llevar algo llamativo con él. —Hemos llegado a la isla hace unos pocos días. — respondo. —¿Cuales son sus nombres? —Alec y Aloise. Dos de ellos voltearon hacia el chico con la hoz que llevaba una libreta. A juzgar por el asentimiento figuramos ahí. —Bienvenidos. — dice el chico de doce de vuelta. — Tengo entendido que vinieron con otra pareja, ¿es eso así? —Sí, así es. —¿Están en la cabina? —Sí, en su habitación. — no me gustaba como miraba a Ace. —Bien, está bien. La doctora Eugene nos ordenó buscarlos y comunicarles que los espera mañana en el hospital. —Pero si fueron a verla hace poco.— no tenía sentido. Fueron a verla hace como tres días. —No ellos. Tú. Ace me puso detrás de él. El chico sonrió burlón. —Deja de hacerte el matón. — el chico del látigo le dio un zape en la cabeza. — Lo siento, está en la edad. —El señor Craus le comentó a la doctora sobre tu condición y está preocupada. Quiere hacerte el chequeo ella misma. — comenta el de la hoz. —No venimos por ustedes. Somos los encargados de velar de que no haya conflictos cuando se hace la entrega de los periódicos. Casualmente la doctora nos dijo que si los encontrábamos se lo dijéramos. —¿Cuantos años tienen? — mirandolos bien se veían muy jovenes. —¿Eso importa? —Yo tengo diecisiete. — comenta el del látigo. —Dieciocho. —Yo tengo once años. ¿No deberías en todo caso preguntar nuestros nombres? Estaban armados hasta por los dientes. Era increíble ver a estos niños actuando como guerreros. Igual no debería asombrarme de One Piece. —¿Cuales son sus nombres? —Noel — comenta el de la hoz lanzándose a la cubierta. Nos extiende la mano y Ace se la estrecha.— Un gusto conocerlos. —¡Yo soy Elijah! — dice el de látigo agitando la mano desde arriba. —Yo me llamo Zena. —Ese es tu apellido —le recrimina Elijah. El otro se encoge de hombros. Se lanza a la cubierta y se sienta en uno de los taburetes que Faber creó. —¿No deberían hacer su recorrido entonces? —¿Nos estás echando? —Sí. —No te metas con uno de once. — le recrimino en voz baja. Sé que me escuchó porque me coloca a su lado otra vez. —¿Estamos interrumpiendo tu momento con tu novia? Lo fulmina con la mirada. —Es mi esposa. —¡¿Ya estás casado?! ¿Cuantos años tienes? —¿Quieres que los eche? —me pregunta y me río. —No hacen nada malo. Noel nos sonríe agradecido. —Serain está haciendo el recorrido por nosotros. ¿Podemos ayudar en algo? —Es la mujer de piernas largas, ¿verdad? —Sí, es uno de los centinelas de la isla. —¿Cuántos centinelas hay? Noel se lo piensa. Veo a Elijah bajar junto a Zena. —No recuerdo. Son muchos. —¡Déjame en paz! ¡Hoy estás odioso Elijah! —¡Es que no dejas de hacer tonterías! —¡Pero si no estoy más que sentado! —¡Ya! ¡Ya ustedes dos! — volteó Noel a callarlos. —Ya que tenemos el periódico podemos volver a la isla. — asiento y me da un beso en la cabeza. — Voy a tomar la oferta de ayuda ya que se ofrecieron. —¡Gracias! — dice Noel entusiasmado. Veo cierta admiración en sus ojos. Los otros dos chicos se hicieron muecas que no pasó desapercibido a Noel. —Dejen de flojear. —Amigo, ¿tu entrenas? — se acerca Elijah a Ace. —Sí. —A ver pelea conmigo. — se pone en posición Zena desde lejos dando saltitos. — Soy rapidísimo. —Primero llevaremos el barco a la costa luego pelearemos. —Yo necesito ayuda con el inventario. ¿Quién puede ayudarme? Volvieron a hacer las muecas. Eran unos chicos simpáticos. Noel y Zena siguieron a Ace y Elijah se quedó conmigo. —Siento que tengas que ayudarme en algo tan sencillo como esto. — le digo mientras abre una de las cajas de cartón lleno de alimentos no perecederos. —Mejor para mí. Suficiente tuve con el entrenamiento de hoy. — puso las latas fuera de la caja a un costado. —¿Es muy duro? —No para nosotros. Cuando cumplimos los veinte es cuando se pone más difícil. —Ya veo. Empezamos las anotaciones y nos sumimos en silencios. Elijah parece con ganas de hacer preguntas pero evita decirlas. Así pasamos unas dos horas hasta que terminamos el inventario de la cocina. Ahora acomodábamos todo en su lugar. —Gracias Elijah, no sabes lo mucho que me has ayudado. —No es nada. Siento su nerviosismo con ternura. —¿Sucede algo? Puedes decírmelo. —Eh, bueno, quisiera preguntarte algo pero no quiero ser irrespetuoso. Oh vaya, no esperaba que sea tan educado. —No te preocupes, pregunta. —Eh... ¿Alec era un pirata? Me quedo en silencio un momento analizando la mejor respuesta. —¡Lo siento! Sé que no es de mi incumbencia. —No, está bien. Bueno... sí, Alec era un pirata. —¡Lo sabía! Tiene una muy fuerte presencia y es muy seguro de sí mismo. Pude notar como en un segundo nos analizó para ver si seríamos un problema y enseguida nos descartó como basura. Me reí. —No creo que haya hecho eso. —Yo lo sentí. Creo que también los demás. Por eso Zena se puso tan susceptible. —Sólo estaba protegiéndome, no lo hace con mala intención. Se quedó en silencio observándome un momento. Luego veo como se le enciende el foquito. — ¿Tú también estás embarazada? —¿Qué? No. Es mi esposo, por supuesto que cuidaría de mí. —Me parece excesivo. No es como si no pudieras defenderte sola. ¿No cree que no sé pelear? —¿Crees... ¿Crees que acceda a entrenarme? Lo miro de reojo mientras guardo las cajas y lo veo avergonzado. Me parece muy tierna su timidez. —Si consigues su buen lado, yo creo que sí. —¿Cómo hago eso? —¡Aloise! — escucho que grita justamente el tema de conversación. —¡Aquí estoy! Unos cuantos pasos después el dueño de las pisadas hace su aparición en la puerta. —Ya llegamos. —camina y se desparrama por la silla. — Puf! Estoy cansado. —¡Señor Alec! — se envalentona Elijah. —Ay no, no tú también. — dice Ace suspirando. ¿Cómo? Veo dos sombras proyectadas en la entrada de la puerta cuando alcanzo poco después a ver a Noel y Zena asomarse, decididos. —¡¿Ustedes también se lo pidieron?! —A mi me entrenará primero el señor Alec. — dice Zena. ¿Señor? Qué rápido cambió la forma de tratarlo. —No soy señor. — cierra los ojos para relajarse. —¡Por favor señor Alec! — le ignoraron su aclaración. — ¡Edúquenos! Qué sorpresa. No esperaba tanto cariño hacia él. Mi esposo abre los ojos mimándome con la ternura desbordante de ellos. Le sonreí completamente rendida a él. —Sólo si mi esposa está de acuerdo. Maldita sea Ace. —¡SEÑORA! — dicen todos rodeándome en segundos. — ¡Por favor! Zena me envuelve en un abrazo. — Prometo ayudarle en lo que sea después. —¡Ey! ¡Sin tocarla! —Por favor señorita Aloise. — Noel me toma la mano para rogarme. — Es muy importante para nosotros. Levanto la vista hacia Ace que me observa atento. Se ha enderezado de su silla con los codos sobre la mesa, sujetando su rostro con una mano. Sonríe ligeramente. —Está bien. Les presto a mi esposo. —¡Gracias! — responden a destiempo y luego arrasan contra Ace que queda aturdido por la energía.
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