“Sinergia”
11 de septiembre de 2025, 21:59
—¡Señor Alec...!
—Sólo dime Alec.
—No me parece correcto.
Elijah nos acompañaba por la ciudad a hacer las compras. Aunque los tres chicos estaban pegados a Ace como chicles, él pasaba más tiempo conmigo conversando sobre diversas cosas.
Él y Zena eran huérfanos. Según ellos, sus padres los dejaron en el orfanato para continuar su viaje o eso querían creer. Trataban de no pensar mucho en eso.
Noel venía de una familia muy humilde. Tenía una hermana menor de nueve que también estaba interesada en entrenar cosa que a él no le parecía para nada.
—¿Tienes cosas que hacer hoy Elijah?
—No realmente. Debería estudiar pero no comprendo nada.
—¿Quieres que te ayude luego?
—Son matemáticas.
—No habrá problema.
Se me quedó mirando mientras caminabamos. —No tengo cómo pagarte.
—Mientras lleves mis bolsas y me ayudes a ordenar todo estará bien.
—De acuerdo. Gracias señorita Aloise.
—¿Por qué le dices señorita a ella?
Puso una mueca. —Porque no es bueno decirle señora a una mujer joven.
Me reí. —¿Noel y Zena dónde están?
—Zena está entrenando y Noel está ayudando a la señora Eugene.
—¿Y quién hace el recorrido hoy? —pregunta Ace.
—Comúnmente lo hace Lady Senoir. Cadetes como nosotros sólo ayudamos en lo que se necesite.
—Ah, comprendo.
—Recién cuando tenemos veinte nos decidimos a qué sección postular.
—¿Sección?
Evita a una persona que venía corriendo en sentido contrario al nuestro. Espero a que me responda cosa que no sucede porque se queda perdido en sus pensamientos.
—Señorita Aloise.
—Dime.
—¿No irá junto a la doctora Eugene?
Ace me mira de reojo. Ya fueron unos días de cuando nos comunicaron que nos buscaba y desde aquella vez él trató de convencerme de ir cada vez que estábamos solos. Cerraba la conversación diciendo que lo iba a pensar pero sé que no estoy siendo justa con él, lo estoy preocupando.
—Iré mañana.
La sonrisa de Elijah contagia a Ace con una de alivio.
—¡Gracias!
—¿Por qué me agradeces? — le pregunto.
—Sé que es difícil enfrentarse a uno mismo pero al hacerlo no sólo cuidas de ti sino también de los demás que te rodean. Pues les liberas de la preocupación que tienen.— su sonrisa se engancha. — No quisiera que te sucediera nada.
Me deja muda.
—Elijah, te ganaste un helado. — anuncia Ace.
—¿De verdad? ¿Puedo cambiarlo por un duelo?
— Está bien, sólo no se lo digas a los otros ¿hecho?
—¡Hecho! Iré a la tienda de un amigo por mi látigo. No me tardo.
—De acuerdo. —Lo veo irse a toda prisa con las bolsas en las manos. — Ya estás contento ahora ¿verdad?
—Debí haber hablado con Elijah mucho antes.
—¿Le dijiste que me convenciera?
—No. Su preocupación por ti es genuina. — suspira profundamente. —Me alegra que accedieras a ir.
—No podrá ayudarme.
—Quizás ella no lo erradique pero si lo controle y eso para mí es suficiente.
—Creo que si lo curamos perderé la habilidad.
—Eso es mejor que seas una bomba de tiempo.
La alarma suena y nos indican que ingresemos a resguardarnos. Siento su mano en mi espalda guiándome a una casa cercana.
—Elijah...
—Estará bien. Él nació aquí.
Entramos dentro del fuerte que sería el patio delantero de una casa particular. Se encuentra llaveada con las ventanas cerradas, completamente abandonada.
—¡Oh! ¡Mis papás! — vemos a Zena saludándonos en los escalones de la casa.
¿Sus papás? ¿Nosotros? La gente nos observa curiosos y cuchichean entre sí. Veo que se despide de cuatro chicos que estaban vestidos como él y se dirige hacia nosotros dando saltos.
—¿Zena? — Ace parece más impactado que yo.
—¿Necesitan ayuda en algo? Acabo de terminar mi entrenamiento.
—¿Acabas de decir que somos tus padres? — le pregunta Ace.
—Sí. ¿Por qué? Son lo más cercano a padres que he tenido. Además son jóvenes lo cual es más genial.
Ace no dice nada.
—¿Les incomoda?
—Eh, no. Es un halago que—
—¿Es ésta tu manera de querer ganarte a Aloise para irte con nosotros?
El tono de Ace extinguió la calidez que se formó en mi pecho súbitamente.
—No. — evita verme a los ojos. —Bueno, sí. — ahora lo hace. — Lo siento.
—¿Quieres irte con nosotros?
—¡Sí! ¡Por favor! —dice abrazándome— ¡Quiero dejar la isla! No tengo a nadie de todas maneras.
—¿Y tus amigos? ¿La gente de aquí no—?
Se aleja para verme — Ellos están haciendo su propia vida, yo debo hacer la mía.
Escucho el silbido del viento, justo como la vez anterior. No sé cómo la gente hace para permanecer calmada en esta situación.
—Vamos más adentro para hablar. — dice Ace haciendo una seña con la cabeza para ir frente a la casa.
Dejamos las compras en un costado y nos sentamos. Me siento un escalón menos que Ace dejando que me abrace por detrás para mi mayor tranquilidad.
Zena comenzó a hablar pero fue callado por los azotes que recibían los muros por las ramas que eran arrastradas para fuera de la isla por lo que permanecimos en silencio. No podría acostumbrarme jamás a esto.
Luego de quince minutos se escucha menos ruido por lo que comenzamos a bromear y hablar un poco.
—Como decía, me gustaría viajar con ustedes por favor. Puedo portarme bien.
—Sabía que ibas a salir con algo pero no sabía que sería esto. No lo harás. — me acaricia el hombro. — Ha intentado convencerme desde que empezamos a entrenar.
—Pero—
—Yo me lancé al mar a los diecisiete y creo que fue lo mejor. Deberías esperar más.
—¡Yo estoy preparado para el mar más que tú a esta edad! — dice poniéndose de pie frente a nosotros exaltado. Ace no se inmuta.
Si supiera con quién está hablando.
—Es un no para mí. Ni intentes convencerla porque no me hará cambiar de opinión en esto y lo sabe. Además, ella está de acuerdo.
—¿Aloise?
Suspiro profundamente. Es un niño aún y no conoce lo desquiciado que es el mundo, falta que madure un poco más.
—Alec tiene razón Zena. Tienes que esperar un poco más.
—Ustedes no saben nada.
La cantidad de personas disminuye por lo que nos preparamos para salir. Ace se pone de pie y me ayuda a hacer lo mismo, ignorando la rabieta de Zena. Mientras vamos para la salida percibo que no nos sigue.
—Déjalo. Tiene que entender.
—Me siento mal por él.
—No puedes hacer nada. —me jala hacia él para evitar a un chico que estuvo a punto de chocarme.
Volteo a ver atrás y veo que observa a Ace molesto, luego a mi. El chico que casi choca conmigo se detiene frente a él a hablarle animadamente. La conversación parece interesante porque los ojos de Zena casi se le salen de las orbitas.
La mano de Ace llega a la mía haciendome caminar mirando al frente y salimos al pasillo. Hay hojas y unas ramas pequeñas por el suelo por lo que me ayuda a pisar con cuidado mientras avanzamos para adentro de la ciudad.
Veo a Elijah salir de un callejón corriendo hacia nosotros agitado y completamente rojo.
—¡Aquí están! ¡Los estaba buscando! ¿Vieron a Zena?
—Sí — respondo. — Está a dos bloques frente a la casa abandonada.
Veo que analiza el hecho un momento.
—¿También vieron a un chico como de mi estatura de pelo negro corto?
—Estaba hablando con él.
—¡Mierda! ¡Ni se te ocurra decírselo Trevor! — grita molesto sorprendiéndonos. Pide disculpas mientras le entrega nuestras bolsas a Ace.— ¡Los veo después! Tengo que evitar que haga una tontería.
Se va corriendo dejándonos perplejos.
—¿Vamos a seguir de compras o vemos en qué termina eso?
—Déjalos. Son chicos. Es normal que hagan tonterías. — dice Ace continuando nuestro curso.
.
.
.
—Es una lástima que no se pueda tener vida nocturna en esta isla. — digo acomodándome al lado de Ace en la hamaca.
—Estoy seguro que sí lo tienen. Voy a averiguarlo y saldremos en estos días.
—¿En serio? — apoyo mi cabeza sobre su hombro mientras lo miro de perfil. —De verdad quiero ir contigo.
Se inclina y me besa la frente mientras me acerca más a él. Suspiramos observando las estrellas desde la proa. La dulce oscuridad hace que sienta paz en mi corazón y la frescura es apañada con la calidez de Ace a mi lado. Dios, tiene un hermoso perfil. Su nariz, sus labios y pestañas y esos ojos...
—¿Qué pasa? — su voz baja me hace tragar.
—Nada. Sólo estoy disfrutando estar aquí contigo.
Me acaricia la mano sin decirme nada.
—Ya se te notan las raíces. — tomo un mechón de su cabello. — Sí que te crece rápido.
—Ah, se me olvida que lo tengo teñido.
Juego con su cabello mientras cierra los ojos. Suspira y sé que va a quedarse dormido.
—A veces pienso... — murmura ganándose mi atención.
—¿Qué cosa? — le digo acariciandolo.
—Que soy muy afortunado de tenerte. — dice adormilado estrujando mi corazón y dejándome con ganas de seguir hablando.
—Ace.
—¿Mm?
—No te puedes dormir ahora.
—Hm. — asiente pero ya es tarde. Veo como su cabeza cae sobre la mía.
Llevo su brazo a mi pecho para abrazarlo de alguna manera. Ace no suele expresar mucho lo que siente, lo demuestra más con acciones que con palabras lo cual he aprendido a interpretarlo y valorarlo. Sólo que escucharlo ahora decir algo así...
Voy al día en que me pidió que me case con él y me muerdo los labios soportando la sonrisa que me quiere desfigurar el rostro. Clavo mi mentón en su hombro mientras lo observo dormir.
Este hombre es mi perdición.
—¿Aloise?
Me alejo para ver a Ellie subiendo las escaleras. El brazo de Ace me imposibilita moverme, me tiene sujeta a él.
—Aquí estoy.
Se acerca a nosotros y sonríe al vernos acurrucados. Podía notarse ya la pancita que se iba formando.
—¿Necesitas algo Ellie?
—No, no. Sólo quería conversar un poco. ¿Ace está dormido?
—Al menos que lo agite, grite y de algunas cachetadas no va a despertar. ¿Qué pasa?
Juega con sus dedos un momento y luego suspira. — Sólo tengo un poco de miedo.
—Sé que no ayudará mucho decírtelo pero considera que estamos en una isla de doctores profesionales. Estoy segura de que todo saldrá bien. Tienes que disfrutar el proceso de ser mamá.
—Es sólo que Faber me está por volver loca.
Me reí. —Le diré a Ace que hable con él o lo saque a pasear y así tendríamos un tiempo tranquilo entre nosotras, ¿qué dices?
Su rostro se ilumina. —¡Sí! En realidad... era eso lo que te quería pedir. No quería que te sintieras obligada a pasar tiempo conmigo.
—Claro que no. Sólo pensaba que sería bueno darles su tiempo a ustedes dos.
—En estos momentos me gustaría más energía femenina. — refunfuña con los ojos en blanco.
Es simpático verla cansada. —Está bien, mañana cocinaremos juntas y tendremos nuestro momento de chicas.
Ace se recuesta sobre mi pecho e inhala profundamente, poniéndose más cómodo.
—Nunca creí que fuera del tipo pegajoso.
—Yo tampoco.
—Me alegra que todo vaya bien entre ustedes. Se nota que él ha madurado mucho.
—Gracias a Faber. — bromeo.
—Un poco, sí. Como yo lo veo creo que aprendió a verte.
—¿Verme?
—Sí. Se ha aprendido por completo cada cosa de ti. Se sabe tus reacciones, tus gustos como disgustos, predice tus opiniones o intereses y cuida mucho tu sentir.
—¿De verdad?
—¿Tienen menos malentendidos que antes no?
—Sí.
—Pues aprendió a hablarte como tú a él. Has domado al hijo del Rey de los Piratas.
—Será mejor que nunca digas eso con él despierto.
—Por eso me atrevo a hacerlo ahora.
Nos reímos.
—Es verdad, Ace ha cambiado mucho como también parece no haber cambiado nada.
—Eso es bueno, significa que maduraron juntos a la par. Si siguen así podrán criar a un pequeño muy pronto.
—¿Quieres que me embarace pronto verdad?
—¡Sería maravilloso que nuestros hijos crecieran juntos!
—Ace quiere tenerlos y pues yo también... lo estamos intentando.
Se queda en silencio sopesando lo que dije. —¿Tener... los?
—Sí, los. No solo quiere uno.
Ellie levanta las cejas y contempla al muchacho dormilón enredado por mi cuerpo.
—Creo que sería mejor pasar por el proceso de parto una vez para saber qué pasará después. — dice preocupada.
Me reí. — Claro.
—¿Ellie amor? —escucho a Faber a lo lejos.
—No puede dormir sin mi. Nos vemos mañana, espero podamos preparar algo delicioso para el almuerzo.
—Con tu guía sin duda. Que descanses.
Sale de mi campo de visión y me vuelvo a ver a Ace terriblemente dormido.
—Ace, despierta. Vamos a la cama. — le di unas suaves palmaditas y lo agité un poco. Veo como va volviendo a tierra. — Ace, amor.
Adormilado levanta la cabeza hacia mi — ¿Cómo me has llamado?
Se me quedó la forma de llamar de Faber a Ellie. —Amor.
—¿Yo?
No suelo apodarle porque llamarlo Ace hace que recuerde lo real que es esto.
—Sí. Tú.
—Tú también eres mi amor.
—Definitivamente sigues dormido.
Su risa ahogada estremeció mi cuerpo. —Lo eres. —se inclina a besarme dolorosamente lento—Vamos a la cama mi amor.