ID de la obra: 752

Ace’s Path II : “Mi vida contigo” — Portgas D. Ace

Het
NC-17
Finalizada
0
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
126 páginas, 36.208 palabras, 16 capítulos
Descripción:
Notas:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

“Pánico en la zona segura”

Ajustes de texto
—¿Y esta guitarra? —Faber ejecuta. — sonríe mientras corta el tomate. —Ha estado haciéndolo mucho últimamente. Creo que anda inspirado. —¿Compone? Wow. —Creo que el hecho de estar viajando lo hizo salir de su bloqueo de artista. — ríe. — Ace lo escuchó el otro día, le pidió que escribiera para él. ¿Qué? —¿Ace le pidió que le escriba una canción? —No para él. Para ti. No lo oíste de mi. — ¿Ace le pidió eso? No puede ser. — Hey, no te quedes en blanco y sigue lavando los cubiertos. —Es que... ugh hace un momento estaba molesta con él y ahora escucho esto. No es justo. —¡Sabía que estarías enojada! No puedes culparlo, eres prácticamente el centro de su vida. —No debería ser el centro de su vida. —Sí, bueno, con todo lo que vivieron no lo culpo. —Sólo quiero poder enojarme con él pero al final no me deja estarlo. Ellie se ríe mientras agarra la cebolla. —Es un amor. Te trata como una reina. —Espero no se meta en problemas. — Por favor Ace, controla tu temperamento. —Está con Faber así que todo estará bien. ¿Qué piensas con respecto a este desastre? ¿Crees que Zena les robó? —No creo que lo haya hecho. Es un chico muy honesto y no suelo equivocarme con las personas. —Entonces fue el chico Trevor. — suspiró. — Espero que no castiguen severamente a los niños. —Es que ya no son tan niños Ellie, es lo que me preocupa. — recuerdo a los tres jovenes que llegaron hace un rato. — Con el ejemplo que tienen en esta isla de los centinelas... Se detiene de cortar las verduras un momento. —¿Crees que Ace y Faber serían un buen ejemplo? —Pues... sí. A pesar de todo creo son muy responsables y admirables ante los ojos de otros. Ver a Ace cuidando de esos tres chicos me hizo darme cuenta que está preparado para ser padre. Cómo hablaba con ellos, los animaba, corregía, bromeaba... —suspiré por el dolor en mi pecho. — Cada vez siento que lo amo más. —Eso está bien. —Voy a decir algo muy cursi. —Adelante — se ríe. —Creo que entiendo ahora por qué dicen que los hijos son el fruto del amor entre dos personas. Estos dos años estuvieron llenos de tanta pasión y amor que... espero nunca se acabe. Quiero estar con él por mucho tiempo más. ¿Sientes lo mismo con Faber? Asintió. —En nuestra isla era muy atento de por sí. Como Ace siempre tuvo mucha afinidad con los pequeños. Estoy muy agradecida de que sea el padre de este bebé. ¿Sabes que primero habló con mis padres para pedir permiso de ser mi novio? ¡Los dos se quedaron sin palabras! — soltó una carcajada. — Le dijeron que debía ser yo la que primero debía decidir si quería estar con él. —Faber tiene alma vieja. —le bromeo. —Sí. Por eso confío mucho en él. Sé que busca lo mejor para mi en todo momento aunque me sofoque su sobreprotección. —Igual hermana mía, igual. Me gustaría que confiara más en mis habilidades. —¿Tus saltos? — vuelve a ponerse a cocinar. —Aloise, lo has oído de un médico. Es peligroso. —Peligroso si lo hago muy seguido. Sólo debo ser cuidadosa. —¿Qué no tu padre falleció de un ataque cardiaco? —Detuve mis manos. Acababa de arrancarme el corazón. — ¿Crees que tu padre no pensó lo mismo? ¿Que lo tenía todo bajo control? No tenemos control sobre nada Aloise, menos de cosas delicadas como esas. La puerta se abre y vemos al tipo de la mañana. Aún la herida sobre su ceja izquierda no se había cicatrizado. Mierda, de los tres era él el que menos identificaba que pasaba por su mente. —¿Las encontraste? — escucho a otra persona en la cubierta. —Sí. Están solas. Retrocedo dándole la espalda a Ellie extendiéndole la mano para que me lo tome. —No saltes Aloise. — me susurra. — Van a descubrirte. —Prefiero eso antes que ponerte en peligro. No me lo perdonaría. Agárrame la mano. La toma. El tipo ingresa en la habitación seguido por el chico con la cicatriz y otros dos tipos que veo por primera vez. Dios mío, ¿por qué todos tenían algún tipo de cicatriz en el rostro? ¿Era obligatorio marcarse así? —No se nos acerquen. ¿Qué es lo que quieren? —Veo que tu esposo decidió abandonarte aún enferma. No te preocupes, nosotros te cuidaremos mejor. —No saben con quién se están metiendo. — me doy un golpe mental en cuanto lo digo. ¿Por qué lo sabrían? Somos personas nuevas desde Marineford. —No me interesa. — dice el otro. — Sujétalas Ciro. —Un gusto. — dice mientras su sonrisa retorcida crece. Percibo mi alrededor y salto a las afueras del hospital. No hay nadie por las calles. Mierda. Es la hora de la barrida. Salto de vuelta dentro de la habitación que el doctor Craus nos había hecho ingresar con Ace. No había nadie dentro. Terminan los cinco segundos y siento un pequeño malestar en el estómago. —¿Estás bien Aloise? — me despeja el pelo del rostro. —Sí, estoy bien. Respiremos un momento. Nos sentamos en las sillas frente al escritorio nerviosas. Querían arrastrarnos con ellos. —Tenemos que encontrar a Faber y Ace. —¿Podría saltar donde está Ace? —¿Puedes reconocer dónde está? —Cuando descubrí mi habilidad logré saltar a donde él estaba así que es probable. —Si es posible me gustaría que no lo usaras. —Mmm... — me expandí por toda la isla. Había mucha gente reunida debido a la barrida por lo que no podía identificarlo bien. — No, no puedo hacerlo. Hay demasiada gente. En Alabasta era más sencillo. Ademas sólo visualizo los interiores de los locales a los que he ingresado. ¿Cuanta probabilidad habría de que justo estén en una de ellas? ¿No hay otra manera? El vivre card de Ace. Está en nuestra habitación. —No hay de otra. En cuanto te sientas mejor veremos la manera de escabullirnos y pasar desapercibidas. —Actuaron muy rápido. Han de estar desesperados por lo que sea que se ha robado y sus métodos... — Me había olvidado por completo otro detalle. —¿Qué pasó? Te has puesto blanca. —Elijah. Olvidé a Elijah. "—El intendente está pidiendo por usted. Tiene a Elijah en su oficina." —Elijah fue a buscarlos después de que dejáramos a Zena y a Trevor ese día. Él sabía qué estaba sucediendo y los iba a detener antes de que lo hicieran. Tengo que encontrarlo. Quién sabe qué le hizo el intendente. —Voy contigo. —No. Quédate aquí y escóndete. No puedo arriesgarte embarazada Ellie. —¡No puedes ir por ahí sola! —Voy a tener cuidado. —Evitarás usar tus saltos, prométemelo. No enfrente de otras personas ¿de acuerdo? —Lo intentaré. —le tomo de la mano. — Todo saldrá bien Ellie, tu confía en nosotros. —Busca a Faber y a Ace Aloise, no hagas esto sola. —recalca. Realmente está muy preocupada por mí. —Sí, lo haré. — veo el consultorio abandonado buscando un espacio donde ocultarla. Veo un gabinete lo suficientemente grande para que entre dentro. Deslizo los paneles sujetadores fuera para que ingrese y los oculto por detrás. —Escóndete aquí y espera a que vuelva. —Se muerde los labios indecisa. Aún cree que puede acompañarme. — ¿Piensas arriesgar la vida de tu hijo? —Por una amiga sí. —Entra adentro y deja de sentirte culpable. — para mi alivio al fin se rinde y lo hace. —Tendré que ir por el vivre card de Ace que está en la habitación. No habrá problema con mis cinco segundos. —Ten cuidado Aloise. —Tú también. Te quiero. —le digo abrazándola por un tiempo prolongado. —Yo también. Me separo de ella y me acerco a la puerta. Inhala y exhala. Inhala y exhala. Visualizo la habitación borrosamente. Puedo ver que hay alguien sentado sobre la cama. Doy una ultima mirada a Ellie, despidiéndome con la mano y salto. En cuanto aparezco unos ojos asquerosamente conocidos me reciben completamente desorbitados y hambrientos. Tiene la mano extendida mientras se queda a medio paso de lanzarse sobre mí, por lo cual ésta toca mi brazo haciendo que el tiempo corra para él. —¡Sabía que vendrías! — grita fascinado sujetándome mejor del brazo atrayéndome a él. —¡Suéltame! — me hace girar y retroceder. Cayendo sobre mí en la cama. La sonrisa le desfigura la cara. Dos segundos. Con toda la fuerza que poseo lo empujo y pateo tratando de sacarlo sobre mí. La mano que ingresa dentro de mi remera activa la alarma y salto a la calle frente al hospital. Asco. Asco. Asco. Ace. —¿Qué? — dice desorientado. Aprovecho para empujarlo alejándome de él dejándolo gris. Salto de vuelta a la habitación, abro la caja rápidamente tomando el vivre card y lo que fuera que haya más ahí saltando de vuelta junto a Ellie. Caigo al suelo sin poder respirar. Siento el cuerpo estremecerse de la impresión mientras pasan los cinco segundos. ¿Cómo previó que aparecería? Es imposible. No había forma que lo supiera. Tendría que poder ver al futuro... Mierda, ese hijo de puta usó su haki. Estaba loco. Completamente loco. Esos ojos... eran ojos lascivos. Duele, duele, duele. En cuanto el tiempo corre logro respirar. Jadeo tratando de que el aire entre por completo a mis pulmones. Pude escuchar como abría la gaveta despacio. —¡¿Estás bien?! ¡¿Qué pasó?! Me arrastro a su lado dejando que me abrazara y esperando que la acaricia de alivio en mi espalda alejara el rostro de ese hombre. —Estás pálida... ¿Abusaste de tus poderes verdad? —me abrazó con más fuerza. —Esperemos a que la barrida termine antes de hacer algo. Lo dejé en la calle. En plena barrida. . . . —No hemos obtenido nada. Ace se llevó la mano por el cabello nervioso. Tampoco lograron encontrar a Elijah que era el último quien había visto a Zena. No se encontraba en el orfanato. Habían entrado a resguardarse de la barrida en el patio de una familia. Algunos reconocían la imagen de Zena y Trevor pero no recordaban cuándo fue la ultima vez que los vieron. El viento fue amainando obligando a la gente a apretujarse a la salida. Ambos se quedaron sentados en el banco esperando que todos se movilizaran primero. Si tan solo tuviera una forma de encontrar a Noel. Habían dos centinelas recostados por la pared observando a la gente indiferentes. ¿A quién querían engañar? Era obvio que estaban observándoles. Decidió drásticamente elevar su haki comprobándolo cuando uno de ellos amaga sujetar su daga. Idiotas. Pasa sobre la daga buscando en sus bolsillos un Den Den Mushi pequeño. Lo ve conversar unos segundos y luego su mirada por un instante cae de vuelta sobre ellos. Esto no le estaba gustando. —Podríamos hacernos de eso. — susurra Faber. —¿De qué hablas? —Su Den Den Mushi. —¡Oh por Dios! — exclamó una mujer seguido por más gritos. Unos niños y otros adultos vuelven a entrar al patio desorientados corriendo completamente perturbados. —¿Q—? — entra alguien y se pone contra la pared a vomitar. Eso los despierta y salen para afuera. Al principio sus ojos no parecían comprender que lo que veía no eran hojas ni ramas desperdigadas... sino miembros y extremidades. El rojo vivo lo hacía más creíble. —Mierda. — dice Faber tapándose la nariz con la remera. —Junto a las chicas. — le estiró la remera para que lo siga. —Rápido. —Sí. . . . Lo siento mucho. De verdad que lo siento. Ahora sí lo jodí feo. —No me lo van a perdonar. — se dijo Zena ocultando su rostro mientras abrazaba sus piernas en posición fetal. —Ya deja de lamentarte.— le reprendió Noel. — ¿Y por qué dices eso? ¿No te habías peleado sólo con el señor Ace? Noel no sabía nada. Lamentaba tener que mentirle. Además que le había ayudado a ocultarse diciéndole que lo habían echado del orfanato, y hasta le traía comida. Lo vio suspirar lo cual empañó un poco el vidrio de su máscara. —¿No sería mejor que hables con él y lo soluciones? Conociendo al señor Ace seguro no está molesto. Te perdonará sin problemas. Él es muy comprensivo. No, esto no le perdonaría. —Estás llevando esto al extremo Zena. Elijah estaba muy preocupado por ti en la mañana. —Sólo quiero estar solo un rato. —¿Para eso vienes a esconderte aquí con todo lo que implica? —Déjame en paz Noel. Noel puso los ojos en blanco. Estaba cansado de lidiar con tonterías de niños. Y hablando de niños... —¿Y Trevor? Es raro que no esté contigo. —Nos peleamos. —Tú sí que eres problemático. Bueno, iré junto a la doctora Eugene. Ya debe de haber pasado la barrida de las dos. —Gracias por dejar que me quede en tu departamento. —No es mío, es de mi abuelo. Ahora está en el hospital de la zona oeste y mis padres me pagan para mantener este lugar en condiciones. — negó con la cabeza. — Te dejé unas cuantas cosas en la heladera y sobre la mesa. No dejes de comer. Por cierto ¿cuanto tiempo planeas quedarte? No le respondió. —De verdad Zena, ya no eres un crío. Tienes que solucionar tus problemas. Nos vemos luego. Lo ve cerrar la puerta de la habitación que le había prestado. Era difícil que lo encontraran aquí, estaba seguro en este lugar. —¡Mierda Trevor! Si no le hubiera seguido no se hubiera metido en este lío. No iba a negar que le causó curiosidad las peculiares Frutas del Diablo y por eso fue... pero no sabía que todo iba a terminar así. ¿Cómo iba a saber que Trevor se robó aquellas frutas? Y una era nada más ni nada menos que de sus padres. Sí claro, padres. Mejor se iba olvidando de llamarlos así. Se miró las manos. No quiso comerse la fruta pero no tenía elección o lo iban a matar cuando se encontraba huyendo de los centinelas. Aquellos que alguna vez él admiró y esperó poder volverse como ellos. El ruido del reloj viejo marcando los segundos lo molestó. Lo miró unos segundos, se levantó y le encestó una patada. —Quiero silencio. Siguiendo su voluntad, la habilidad de la fruta Nagi Nagi se activó.
0 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)