“Captura”
11 de septiembre de 2025, 21:59
Cerré despacio con la mano temblorosa la puerta detrás de mi y observé el pasillo. A pesar de lo mucho que deseaba permanecer como un ovillo junto a Ellie tenía que buscar a los muchachos.
En cuanto encontrara a Ace las cosas iban a mejorar. Todo estaría bien. Ahora mismo sólo quiero un abrazo suyo.
Saludo a unos cuantos doctores que me miran confundidos mientras buscaba la manera de inmiscuirme. No había centinelas dentro del edificio pero en cuanto pusiera un pie afuera era seguro que me encontrarían. También había una alta probabilidad de que siguieran en el barco así que no era seguro volver allí.
¿Donde estás Ace?
Saqué el vivre card y lo seguí hasta llegar a un pasillo amplio. Levanto la vista para encontrarme con el letrero "Ala Este" y la imagen del doctor Craus aparece en mi mente. Probablemente sea una mala idea ir para aquel lado. Comprobé el vivre card y sí iba para allí.
—¿Necesitas algo?
Doy un respingo debido a la voz detrás de mi. ¿Cómo se llamaba? Siempre estaba con la doctora Eugene.
—Hola.
—¿Te encuentras bien? Estás muy pálida.
—Eh...
—Soy Owi. ¿Necesitas hablar con la doctora Eugene? Sígueme.
Sin esperar una respuesta mía comenzó a caminar obligándome a seguirlo. Para alivio mío también iba hacia el Ala Este.
—Debe estar muy ocupada ahora mismo ya que hubo un incidente durante la barrida de las dos de la tarde. — voltea para atrás apenado. — Parece ser que falleció un centinela.
—Oh...
—Es raro ya que suelen ser ellos mucho más cautelosos que los ciudadanos.
—¿Trabajan centinelas en el hospital?
—No. No hay razón de tenerlos aquí adentro.
Caminamos un buen rato hasta que veo una oficina al final del pasillo. Owi no parece desviarse por otros pasillos así que supongo vamos ahí.
¿Qué iba a decirle a la doctora Eugene? No estaba segura si podría pedir su ayuda. No tengo pruebas y señalar los hechos tan solamente no funcionaría.
Cerca de la puerta puedo oír que hay una discusión dentro de la oficina. Al igual que yo veo a Owi indeciso de abrir la puerta.
—¡¿Podrías entrar en razón por un segundo y dejar de ser tan testarudo?!
—¡Tú a mi no me hables así! Me debes respeto.
—¡Respeto es lo último que conseguirás de mí si sigues comportándote de ésta manera! Desde un principio te advertí que no te involucraras con él y fue lo primero que hiciste. Toda la ciudad ahora duda de ti. El gobernador ahora nos observa suspicaz a nuestra familia. ¡Vas a lograr que lo que tanto hemos luchado se venga abajo!
¿Nuestra familia?
—¡Silencio! ¡No quiero oír tus tonterías! No tienes idea de cómo se maneja el mundo. Estuviste toda tu vida en esta isla, hablas desde la ignorancia.
—Podré haber vivido toda mi vida aquí pero sé qué es lo correcto a pesar de todo.
Incómodos intercambiamos miradas y finalmente Owi toma coraje y le da golpecitos a la puerta cesando así los gritos.
Veo a un hombre senil abrir la puerta, haciendo que mi guía se ponga rígido. Veo a la doctora enfadada detrás poco después su rostro se ilumina al verme.
—¡Aloise! Qué grata sorpresa.
—Hola doctora, disculpe que llegue sin avisar.
—Él es el intendente de esta isla, el señor Kalen Mistfel. — siento mis pies hundirse en el suelo. Me sonríe.— Es mi padre.
—Buenas tardes señor.
Me escudriña con una ceja levantada y me atrevo a hacer lo mismo más discretamente. No era muy alto y estaba un poco regordete, a pesar de estar sonriéndome no sentía ni un poco de simpatía hacia mí.
—No recuerdo haberte visto antes. ¿Eres nueva por aquí?
Mierda. Me reí sin ganas. Eugene me mira intrigada pero no dice nada al respecto. —Continuemos nuestra conversación después padre. Veo que una amiga mía me necesita.
—Claro hija. Nos vemos después.
Me lanza una mirada antes de pasar a mi lado que me deja intranquila.
—Pasa Aloise.
Asiento ingresando a su oficina. La escucho cerrar la puerta mientras tomo asiento en la silla frente a su escritorio. Había fotos familiares en el escritorio y las paredes, ademas de sus certificados y diploma.
¿Qué voy a hacer? ¿Debería saltar? Me pasé las manos por el cabello tratando de calmarme a mi misma. El intendente podría venir por mi. No, no sabe quién soy pero...
Siento la mano de la doctora en mi frente trayéndome a la realidad. —No tienes fiebre. ¿Qué te tiene tan alterada? ¿Estás bien?
No, no estoy bien. Sólo quiero a Ace. Sólo quiero ver a mi único compañero en este mundo lleno de locura.
Su mano me frota la espalda para calmarme y se me humedecen los ojos. Empiezo a pestañear más rápido tratando de endurecerme siendo destruido por el medio abrazo de Eugene.
—Tuve un accidente y no puedo encontrar a Ace.
—¿Accidente dices? ¿Te lastimaste?
Negué con la cabeza.
—¿Quieres hablar sobre eso?
Volví a negar.
—Podría hablar con algunos centinelas para que busquen a tu marido.
La sujeté de la bata. —No puedes. Tengo que buscarlo yo.
Me mira atentamente sin decir nada. Me vuelve a sobar la espalda mientras espera que me calme. Pasan unos minutos cuando se levanta y me trae un poco de agua.
Consideré bastante en pedirle ayuda sin embargo debido al notición de hace un rato mis esperanzas se hicieron añicos.
—No sabía que tu padre era el intendente.
—Bueno no tuvimos la oportunidad para que te lo dijera. — me dice arreglándome el cabello. — Hay un lavabo detrás de esa puerta deberías mojarte el rostro.
—Eugene. — dije animándome a llamarla directamente. Apreté mi agarre. Podía saltar si salía mal, total ya tenía al intendente en contra qué más mal podría hacerme intentar pedir ayuda. — Me están persiguiendo.
Me miró ceñuda —¿Quién te persigue?
—Los de la isla. Los centinelas.
—¿Por qué?
—Creo que nos están acusando de haber robado a tu padre. Han ido al barco a querer inspeccionar pero Alec no los había dejado entonces han ido por mi y por Ellie para llevarnos cuando él se fue a investigar.
En el proceso maté a alguien pero eso no era necesario que Eugene lo sepa.
—Ese idiota de mi padre. Nunca piensa mucho antes de actuar. — se masajea la cien. No parece sorprendida para nada. —No te preocupes, hablaré con él. No es la primera vez que es imprudente.
No creo que se trate de una simple imprudencia pero no me animo a decirle nada más. El tipo que se había abalanzado sobre mi me vuelve a estremecer del asco y miedo.
—¿Crees en mí?
Me sonrió dulcemente. —No creo que pongas en peligro tu estadía aquí con tu amiga embarazada. Además han estado ayudando mucho a tres de mis centinelas cabezas duras. ¿Y? ¿Cómo llegaste aquí?
—Salté junto con Ellie. Iba camino a buscar a Alec cuando Owi me encontró.
—Está bien. No te preocupes, yo me encargo. Tranquilízate un momento. Ve a lavarte la cara.
—Gracias Eugene.
—No hay de qué. A veces tenemos que poner a nuestros padres en su lugar ¿no?
Sí, así era. Cuando los tenía.
Me voy al baño sacudiendome antes de que ingrese a esa parte oscura de mi mente. El agua se llevó una buena parte de mis pesares siendo también en parte gracias a Eugene.
Podía ver mis ojos en el espejo llenos de exaltación hasta siento haber envejecido de repente. Me llevo la mano en la boca evitando hacer algún ruido al escuchar que tocan la puerta.
—Adelante.
Escucho que abren la puerta y la vuelven a cerrar.
—¿Dónde has estado Noel? Necesitaba que llevaras esto al Ala Sur.
—Lo siento doctora Eugene. Tenía algo urgente que atender.
—Tienes que avisarme la próxima.
—Sí doctora.
—El intendente ha estado preguntando por Zena y Trevor ¿los has visto?
—Bueno Zena—
Noel sabe dónde está.
Con el corazón martillando abro la puerta y Noel se detiene antes de decirlo sorprendido por mi inesperada aparición.
—Hola Noel.
—Hola señorita Aloise, ¿se encuentra bien?
Al parecer es muy notable que estoy muy angustiada.
—Sí, estoy mejor. Ha pasado mucho que no te veo.
—Estuve bastante ocupado. — dice sonriéndome mientras se arreglaba el cabello. — Lamento no haber podido ir.
—Todo el mundo te ha estado buscando. — le reclama Eugene.
—Lo siento, avisaré la próxima vez.
—¿No has visto a Alec camino aquí?
—No... no lo he visto. — dice pensándolo un momento. — No sé si pude haberme cruzado con él. Hay mucho movimiento debido al incidente con el centinela que falleció en la barrida.
—¿Ya lograron identificar quién era?
—Pues... llamaron la lista de quienes suelen rondar el área y al parecer el que falleció fue Koen.
Los ojos de Eugene se abren como platos. —¡¿Koen?! — procesa la información. — No puede ser. Es imposible.
—Todos están sorprendidos por lo mismo. Era uno de los centinelas más cercanos al intendente y además uno de los más habilidosos. — Noel se cruza de brazos. — Jamás esperé que muriera así.
—No es posible. No pudo haber muerto por la barrida.
—Al parecer fue así.
Se quedan en silencio mientras yo me limpio las manos por los nervios. Ya sabía yo que era fuerte y poderoso, tuve suerte de salir con vida. Y no tocada.
—¿Cómo? No lo entiendo. No saldría fuera de los refugios. ¿Qué hacía fuera de los refugios? No pudo haber sido un suicidio. Era un chico muy dulce y amable, con una muy buena familia.
Se me cerró la garganta.
—Se está investigando el caso pero no hay mucha información.
Hubo otro toque en la puerta. Noel que estaba de espaldas a ella gira para abrirla. Abriendo por completo la puerta aparece el rubio que había ido al barco junto al otro chico espeluznante.
Recorre la mirada sobre los tres y después finalmente se queda en mi.
—¿Qué dices Chester?
—Sí, es ella.
—Bien. — escucho la voz del intendente. — Llévatela Ciro.
—¡Papá! ¡Espera!
Estiré el brazo para llevarme a Noel junto con Eugene pero el rubio ceniza lo tomó del brazo llevándolo frente a él a punta de pistola. —¡Espera un momento! Te mueves y lo mato.
—¡Suéltalo!
—Ciro, ponle las esposas.
—¡Bien! Será un placer. — en cuanto siento las esposas mis piernas ceden.
—¡¿Qué estás haciendo padre?!
—Justicia. Son unos piratas que robaron de mis cosas.
—No te hemos robado nada. — digo debilitada. Realmente era una debilucha.
—Llévate al chico también. Y tú — dijo señalándome. — si intentas hacer algo lo mataré.
Chester le hace una seña a otro centinela para que se lo lleve.
—No tienes derecho a tratarlos de esta manera. Si el gobernador se entera...
—No se enterará.
—Sí lo hará.
—¿Por quién? ¿Por ti? Llévensela junto a los otros dos.
—¡¿Papá estás loco?!
—Por conspirar contra tu propio padre. Veremos que tan bien te ve la gente ahora ya que te preocupa tanto tu reputación.
Los ojos llenos de dolor y traición de Eugene quedarán grabados por siempre en mi memoria. A la fuerza fuimos arrastrados fuera del Ala Este.
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—Hicieron un desastre. — dijo Faber observando lo que aparentemente iba a ser su almuerzo.
—Deben haber escapado. Estoy seguro que Aloise saltó junto con Ellie. No habrán tenido tiempo de atraparlas.
—¿Qué tan seguro estás de eso?
—Todo el barco está hecho un desastre. Las buscaron por todos lados.
O al menos eso quería creer.
Ace agarró una silla y se sentó considerando esa situación. Si se las llevaron tenían que habérselos informado de alguna manera, de ahí que estuvieran atentos a ellos... pero no tuvieron éxito. Y la muerte por la barrida lo estaba poniendo inquieto. Todo indicaba que había fallecido un centinela debido al alboroto que escuchó cruzándose con ellos.
Juntó sus manos en forma de oración sobre la mesa. Aloise sólo podía saltar a lugares donde había estado anteriormente por lo que eso reducía positivamente sus posibilidades. Se alegraba de haberse pasado pegado todo el tiempo a ella aquí en la isla.
—Estás muy tranquilo.
Faber rió mientras se recostaba por la mesa de cara a Ace.—Mientras no tenga a Ellie frente a mi y vea cómo está no puedo perder la cabeza.
—¿No estás molesto con nosotros por arrastrarlos a esto?
—¿Quieres tener alguna reacción de mi Ace? No, no lo estoy. Ustedes son familia ahora y quien se meta con mi familia sabrá de lo que soy capaz.
Ace le sonrió orgulloso. Quién se hubiera atrevido a hacer este desastre y a querer lastimarlas debía estar preparado para arder en el infierno. Aunque el infierno sería una pradera con lo que les haría si osaron a tocarlas.
—Mejor saca tus dagas que iremos de rescate y cacería.
Faber frunció el ceño. —¿Cómo sabes que yo—?
—Por cómo cocinas. Tienes demasiada habilidad con los cuchillos.
Levantó las manos en forma de rendición — No me puedo comparar con ustedes los piratas.
Ace le sonrió de lado pero le duró poco. Había tomado una mala decisión al dejarlas solas aquí.
—Lo siento. No debí dejarlas aquí solas.
—Estaba de acuerdo contigo, no tienes que sentir nada.
La puerta se abrió lentamente dejando ver a un chico de pelo negro con una resolución poco creíble. Ace lo miró de pies a cabeza y por su experiencia pudo notar que no era amenaza alguna.
—¿Quién eres tú?
—Q-Quiero proponerles un trato. Si me ayudan, les diré dónde están ellas.
Los ojos del chico eran firmes pero el que repetidamente tragara saliva le quitaba todo el esfuerzo que le estaba poniendo. Ace suspiró.
—¿Ah sí? Pruébalo.
El chico parpadeó varias veces.
—Necesito creer que tienes información para mi. Pruébalo.
—Están buscando a Aloise y a Ellie ¿verdad? — Ace apretó los puños. — Estaban en la cocina cuando ellos llegaron y luego desaparecieron. Luego una de ellas apareció en una de las habitaciones de arriba y volvió a desaparecer junto con uno de los centinelas.
—¿Qué dijiste?
—Desapareció con Keon. El que murió en la barrida.
A Ace se le disparó la presión al oírlo. Había saltado con él y se libró de él en la barrida.
—¿Quién eres tú? Será mejor que me respondas antes de que te mate.
El chico volvió a tragar nervioso. —Soy Trevor señor Ace.