“Ladrón que roba ladrón…”
11 de septiembre de 2025, 21:59
—Trevor. — Ace sonríe pero la comisura de sus labios no se esforzaban en subir.— ¿Sabes quién soy yo?
Asiente. —Sí... moriste en —
—Así es. Me morí. Sigo muerto.
Mantuvo la mirada fija al chico subiendo la intensidad de su Haki cada vez. La respuesta del chico fue asentir varias veces. Temblando de miedo se atrevió a decir. —Señor Alec.
Si se atreviera a llamarlo así frente a otros sería el fin. Su vida estaría arruinada y Aloise se quedaría sola. No iba a permitirlo.
—¿Se lo contaste a los demás?
—¡N-No! ¡Sólo yo lo sé porque no estaba seguro!
—Muy bien. — disipó su Haki. —Pareces muy obediente considerando que nos robaste.
Dio un respingo.—¡Lo siento! ¡No sabía lo que hacía!
—Claro que lo sabías. —la voz calmada y fría atravesó a los presentes. —Escuchaste la conversación con mi esposa ese día sabiendo quién era yo y deliberadamente fuiste a nuestro barco a robarte la fruta.
Faber tragó ante el aura asesina de Ace. Sentía por el pobre muchacho que terminó encontrándose con su furia.
Ace no iba a matarlo pero como le había dicho a Aloise le daría una lección. Si este chico volvía a atreverse a robar a otros quién sabe si viviría para contarlo.
—N-No creía que realmente fuera usted. Pensé que había escuchado mal.
—Aún así creo que sabes que no deberías robarle a nadie ¿verdad? Tu silencio me está respondiendo.
—¡Señor Ace!
Sin poder seguirlo con la vista lo levantó del cuello sorprendiéndolo tanto a él como a Faber.
—¡Ace!
—Vuelves a llamarme por mi nombre y te mataré ¿entiendes? Sólo ellos pueden llamarme así. — dijo señalando con la cabeza a Faber.
—Pero si me matas no sabrás dónde—
—¿Estás probando tu suerte conmigo?
—¡Perdóneme por favor!
—Ace, bájalo. —Faber se acercó a él por detrás. —Hablemos con calma.
—Tienes suerte que seamos nosotros a quién nos has robado. Cualquier otro ya te hubiera matado.
Ace inhaló profundamente para después lanzarlo contra la pared de la habitación. Trevor se deslizó y se masajeó el cuello para quitarse el dolor.
—Zena me dijo que eras amable. —murmuró.
—¿Quieres que él realmente te mate? — le pregunta Faber haciendo que finalmente cierre la boca. Suspiró para calmarse. Trató de razonar con él— No sé cuál es tu situación Trevor pero nos has metido en problemas ¿lo sabes verdad? Nuestras dos esposas están desaparecidas y la mía está embarazada. Zena tampoco aparece por ningún lado y Elijah... — vio cómo se achicaba por la culpa. — Escucha amigo, tenemos que hacer algo. Sólo estamos preocupados.
—Lo sé. Lo siento mucho.
Faber volteó comprobar a Ace y se veía más calmado lo cual lo alivió. Ace volvió a suspirar.
—¿Dónde estuviste todo este tiempo? — le pregunta.
—Escondiéndome en casas abandonadas. Hay muchas por aquí ya que la mayoría termina yéndose por el peligro de las barridas. Como puedo oír desde bastante lejos pues... era sencillo esconderme.
—¿Y Zena?
—Nos tuvimos que separar cuando nos descubrieron... bueno... me descubrieron.
—¿Puedes contarnos qué pasó? — pregunta Faber.
Trevor asiente dejándose caer al suelo.
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—Conseguí una fruta del diablo. — susurró orgulloso.
Elijah lo miró con el ceño fruncido. Conocía ese tono de Trevor. Estaba seguro que había hecho una tontería.
Habían solicitado ayuda para trasladar bolsas llenos de víveres para el hospital por lo que los cadetes fueron llamados a ayudar. Asi que aquí estaban ellos bajo el horrible sol yendo y viniendo.
—Sí claro.
—Es en serio Elijah.
—Sí... ¿de donde lo sacaste?
—Por ahí. Creo que Samerah dio frutos.
—¿Qué dices? No hay fruta que soporte esas ráfagas.
—¡Por eso! Es una fruta del diablo. Te lo mostraré después.
Elijah no le creía nada. —No quiero. Tengo otras cosas que hacer.
—Bien. Tú te lo pierdes. Se lo mostraré a Zena y luego querrás verlo tú.
Total la había conseguido para él.
Transcurriendo el día y habiendo terminado de ayudar todo lo que le habían ordenado, Trevor fue a buscar a su mejor amigo por la tarde siendo detenido por la barrida de las cinco. Debía darse prisa porque en cuanto sonara la alarma de las siete, iba a ser imposible mostrárselo. Cuando está cesó y haciendo uso de sus habilidades pudo ubicar dónde se encontraba.
¡Ahí estaba! Parecía bastante molesto pero se le iba a pasar con esta súper noticia. Se cruzó con el chico que había oído que se llamaba Ace pero éste no se había fijado en él.
No podía ser el increíble Puño de Fuego Ace de todas maneras. Puño de Fuego Ace ya estaba muerto... ¡Pero cuánto admiraba! Era un genio habilidoso y un gran pirata. No como todos los demás tontos que se creían la gran cosa.
—¡Tengo algo que mostraste!
—¿Qué quieres ahora? No estoy de humor.
—Tengo dos frutas del diablo — le susurró. — Las guardé en nuestro escondite.
Para su deleite Zena abrió grande los ojos sorprendido. —¿Estás loco? ¿De verdad?
—¡Sí! ¿Quieres ir a ver?
Zena asintió dudoso pero emocionado. ¡Esa era la reacción que quería! Pudo oír a alguien corriendo agitado hacia ellos.
"—¿También vieron a un chico como de mi estatura de pelo negro corto?
—Estaba hablando con él.
—¡Mierda! ¡Ni se te ocurra decírselo Trevor!"
Trevor decidió que era mejor ignorarlo.—¡Vámonos Zena! Te las mostraré.
Llegando a su lugar secreto (que era en la zona de las casas abandonadas cerca del puerto) sus oídos le decían que no había nadie a los alrededores. Tenían en tiempo en contra así que se apresuró a sacar el cofre que poseía.
—¡Vas a estar como loco! — comentó al abrir el cofre.
Zena no pudo evitar abrir la boca por la sorpresa. Jamás había visto frutas así. Era dificil de explicar pero podía percibir cierto encanto y poder en ellas.
—¿De dónde las sacaste? — dijo reuniendo coraje para levantar una de ellas.
—Esa fruta se llama Nagi Nagi. — dijo orgulloso. Sacó de dentro del cofre una hoja que estaba doblada en varias partes. — Mira esto aquí dice de qué trata.
Zena tomó las hojas con la otra mano y lo leyó. Mierda ¡qué locura! Realmente existían y esta eliminaba cualquier sonido según lo que decía aquí.
—¿Y la otra qué es? —dijo buscando la información de la otra fruta al dorso de la hoja.
—Es la fruta Yuki Yuki. Supongo que es de nieve.
—¿Cómo es que tienes esto? — preguntó Zena. — ¿De dónde sacaste esta información? — agitó las hojas de su mano.
Trevor vaciló un momento antes de responder. —Las robé.
Zena se quedó estático. Probablemente no oyó bien.
—¿Robaste?
—Sí.
—¿Desde cuando robas Trevor? — lo acusó molesto.
—El intendente tiene muchas frutas del diablo como estas. — dijo encogiéndose de hombros tratando de restarle importancia y culpa.— Las llama Smiles. Así que no se dará cuenta que le hace falta.
Le había robado al intendente. Zena lo contempló un momento en silencio. Si el intendente se enterara probablemente los detendrían y castigarían. De repente la fruta en su mano se sintió pesada junto con su conciencia. Acaba de ser cómplice de algo que no quería.
—¿Smile? — miró la que tenía en su mano. — ¿Está es una smile también? ¿Le robaste dos?
—No, esa la obtuve de alguien más. Esta fruta de aquí es la del intendente.
Hasta le robó a alguien más. Podía sentir como subía su irritación.—¿De quién?
—De los piratas con los que entrenas.
Su corazón se le cayó al suelo. —¿Le robaste al señor Alec?
—¿Qué importa? Son piratas. Pueden robar otra fruta después. Ni se habrán dado cuenta.
—Voy a devolvérselo. — se apresuró Zena a bajar la mochila que tenía en la espalda. Al menos esto iba a solucionarlo.
—¿Qué? ¿Por qué? — Trevor intentó quitárselo y Zena no se lo permitió. —Ellos también roban. Ladrón que roba ladrón—
—¡Ellos no son así! No voy a dejar que les robes a mis papás. Yo se los devolveré. El señor Alec comprenderá.
¿Los acaba de llamar papás? —¿Le dirás que lo robé yo?
—Claro que no pero—
—¿Qué tan comprensivo puede ser un pirata? En cuanto vea que tienes la fruta en la mano te juzgará.
—Entonces devuélvela así como la robaste.
—No lo haré.
—¿Entiendes lo que acabas de hacer? ¡Es algo grave! Si te descubren—
—Nadie lo hará. Me aseguré que no estuviera nadie cerca.
—¿Qué sabes tú si el intendente no tiene Den Den Mushi de vigilancia?
Trevor se lo pensó un segundo.
—Eres un idiota. Yo me quedo con ésta. La voy a devolver.
—¿No querías salir de la isla? Si te comes una fruta del diablo serás más poderoso y podrás viajar por todo el mundo. ¡Por eso conseguí dos! ¡Uno para ti y otro para Elijah!
—¡No quiero obtener mi libertad de ésta manera! ¡Quiero hacerlo limpiamente! Quiero estar orgulloso del camino que decida. Y estoy seguro de que Elijah también.
—Es sólo una ayudita Zena. Lo estás pensando demasiado.
—Me voy. — dijo metiendo la fruta dentro de la mochila. Señaló la otra.—Será mejor que la pongas donde la encontraste.
—Perdona por querer ayudarte. —refunfuñó.
—Sabes que no es la manera. Tu padre—
Dio un brinco al escuchar un golpe en el techo. Pisadas.
Zena observó a Trevor que se mantuvo en silencio concentrándose en escuchar.
—¿Qué pasa?
Trevor levantó un dedo mandándolo a callar.
"—¿Dices que están aquí adentro?
—Te tardaste en llegar. Sí, aquí está el chico."
Mierda. No había prestado atención debido a su discusión con Zena.
—Nos encontraron. — anuncia Trevor. — Tenemos que huir.
—Sólo entrégaselos y acepta el castigo.
"—Encontramos a los ladrones."
Trevor tragó nervioso. Zena no había robado nada. Hubo un silencio ensordecedor que le hizo sudar frío.
—Trevor.
—Chist. — lo mandó callar.
"—Dice que nos deshagamos de ellos."
¡Carajo! —¡Nos van a matar! — Zena palideció frente a él. Tomó rápidamente la otra fruta y a su amigo del brazo, estirándolo.
Buscó la puerta escondida que daba a la calle paralela. La abrió despacio y sacó a Zena primero, se tomó un segundo en guardar la fruta en su mochila y luego la cerró detrás de él. Ya estaba oscureciendo, les quedaba como una media hora antes de que caiga la noche. Escuchó pisadas y levantó la vista, encontrándose con la mirada de un centinela.
—¡Aquí están! ¡Están huyendo!
—¡Sígueme! — le gritó a Zena.
Se lanzaron a correr siendo perseguidos por los centinelas. Escuchó un choque de metales y tomó a Zena del cuello metiéndolos a un callejón para esquivar las dagas.
—¡Estamos expuestos! — dijo Zena observando como sus superiores saltaban sobre los techos apuntándoles de vuelta.
—¡Separémonos! ¡Hey! — llamó la atención Trevor. — ¡Yo tengo la fruta!
Tomaron caminos separados. Por sus años de vagar por la isla conocía cada rincón como la palma de su mano. Ingresó a una casa atravesando con dificultad una ventana cubierta con tablones de madera. Se hizo camino dentro de la casa mientras escuchaba a varios centinelas tratando de ingresar en ella. Con cuidado, valiéndose de su oído tentó sus pisadas y los muebles junto con los movimientos brutos de los centinelas. Se ocultó justo en el momento que abrieron la puerta y se deslizó en silencio por otra ventana para afuera, saliendo para la calle. El atardecer estaba por terminar así que debía moverse con cuidado y encontrar un escondite pronto.
"—¡Busquen debajo de todos los muebles! No debe ir lejos. Nav, Ricar, ¿ven algo afuera?
—No ha salido por aquí." Trevor localizó dónde estaba ubicado el centinela y se alejó para ese lado.
"—Por aquí tampoco."
El alivio recorrió su cuerpo al ver que tenía el camino libre. Con cuidado, se acercó a la otra pared e ingresó en silencio, siendo consciente de los posibles chirridos que le ocasionaría mover una que otra cosa, haciéndose camino entre las casas para ocultarse justo a tiempo. Sintió el suave silbido, tan conocido para él, antes que las violentas barridas comenzaran.
Con el corazón a punto de salírsele, rezó a Samirah pidiéndole que ayudara a Zena y que lo mantenga a salvo. Sacó la fruta de la bolsa y la observó molesto. Lo único que quería era ayudar a sus amigos, sólo por eso se había arriesgado. Elijah y Zena se merecían algo mejor que estar atados a esta isla.
Todo este desastre por una fruta de mierda.
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Ace lo miró con pena. Podía entender su intención pero no consideró los sentimientos de sus dos amigos antes de hacerlo. Elijah y Zena eran muy honrados a pesar de que ambos crecieron prácticamente solos.
—Ahora no sabemos ni si está vivo todo por mi culpa.
—Hey. — Ace se acerca y se pone de cuclillas. Le desordena el cabello. — Zena seguro está bien. Es un chico muy inteligente y audaz. Debe estar en algún lugar de la isla bien escondido.
—Todo por esta fruta de mierda. — dice señalando la bolsa que llevaba en la espalda.
—¿Puedo ver la fruta? — Trevor asintió. Se bajó la mochila a un lado y se la enseñó. — ¿Dijiste que era la fruta Yuki Yuki?
—Así es. Escuché al intendente una vez decir que puedes controlar la nieve, que antes pertenecía a uno de los secuaces de Doflamingo.
Doflamingo. Ace se rió. Ese desgraciado había hecho un torneo dando de premio su fruta Mera Mera.
—Bien. ¿No te importará que me lo coma verdad?
Trevor se lo quedó mirando. —¿Qué?
—Como lo dijo alguien a mi lado— le sonrió poniéndose de pie.— Ladrón que roba ladrón...