ID de la obra: 752

Ace’s Path II : “Mi vida contigo” — Portgas D. Ace

Het
NC-17
Finalizada
0
Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
126 páginas, 36.208 palabras, 16 capítulos
Descripción:
Notas:
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“¿Nieve y Hormigón?”

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Ace ni se inmutó ante la cercanía de Chester a su rostro pero si lo conocían mejor como yo podrían ver en sus ojos cómo rebosaba de furia. Bien también se notaba por su mandíbula endurecida por tener los dientes apretados. —Te preocupas demasiado por mí. —Me volvería loco si te pasara algo. —Ah ¿sí? — le di un beso corto.— ¿Qué tan loco? Se alejó de mi rostro y se me quedó viendo. Había dejado de bromear. Mierda. Ace siempre fue violento contra la gente que dañara— —¿Te atreviste a lastimar a mi mujer? —Si hubiera sabido que te hiciste con la fruta me divertía un poco más— Le propinó un golpe en el rostro que le dió directo a la nariz, haciéndolo sangrar. Era la primera vez que lo veía utilizando la armadura haki. Chester levantó las cejas y parpadeó varias veces, luego sonrió. Se lamió la sangre que caía sobre sus labios. —Vaya, ya debes estar contento. —Ni un poco. Cubriendo su puño derecho con la armadura de haki le encestó bajo la mandíbula. Chester lo tomó de la muñeca dejando que el hormigón fresco se deslice por su antebrazo. Reaccionando Ace levanta la pierna dándole una patada a la derecha de su rostro que lo recibe de lleno. Lo toma del tobillo rápidamente con la mano derecha sosteniéndolo dejando que el hormigón fresco envuelva su pierna. Manipulando el hormigón veo que conecta con la pared las partes sujetas dejándolo suspendido en esa posición. ¿Cómo pudimos toparnos de todas las frutas con la fruta Yuki Yuki? Es de cierta forma una suerte que me sea una fruta conocida. Chester endurece su pie con haki. — Veremos que tal aguantas ¡esto! Pateó su estómago empujándolo para atrás siendo detenido por el hormigón ya seco. Seguidamente tomó su cabeza de ambos lados y reventó su rostro con un rodillazo. Madre santa. Ace ejerciendo fuerza quebró el concreto que sujetaba su pierna y muñeca, amagando un golpe para posicionarse en el umbral de la entrada para protegernos. —¡Ace! — Faber le lanza lo que parece ser un cuchillo pero Chester termina deteniéndolo sin esfuerzo con un escudo fresco. Debería haber una manera de ayudarlo. Piensa Aloise piensa. ¿Cómo la utilizó Monet? —¡No salgas al pasillo! ¡Quédate ahí dentro! — me advierte al percatarse de mis intenciones. — Yo me encargo de todo. —Lo encierra en una dura cúpula...— digo en voz alta recordándolo y que Ace lo considere. Chester precipita su poder sobre Faber por lo que Ace genera un domo de varias capas de nieve para aislarlo. —Funcionó... — murmuró Ace. Faber pasó de Ace y se apresuró hacia nosotras. —¡Ciro, mátala! —A la orden. Desde la esquina opuesta acercándose a mi comenzó a reírse mientras su cuerpo se transformaba. Sus colmillos comenzaron a crecer y la cicatriz que poseía en la comisura de sus labios desapareció debido a la extensión de su boca ante su gigantesca sonrisa. Su transformación hibrida mitad hiena mitad hombre era una locura de ver. —¡Las llaves las tiene él! — grita Noel jalando de los grilletes. —Siento calor extenderse por mi brazo. — susurro a Eugene sin quitar los ojos de la bestia al lado mío. Paso la vista al domo, puedo oír los golpes sordos de Chester queriendo quebrarlo. —Como hilos de dolor palpitando. —La adrenalina está desapareciendo. — se quita la bata. — Me las arreglaré para aliviarte el peso. —Drénale la energía. — suspiro esforzándome a no concentrarme en el dolor. Me observa anonadado.—Puedes hacerlo. —¿Cómo lo sabes? —No es momento Ace. Por favor. Ciro toma carrera hacia nosotros y Faber se enfrenta a él. Le juega un zarpazo pero este lo esquiva incrustándole la daga en la mano y liberándola después. Ciro recoge su mano y gruñe, arremetiendo contra él. Faber salta esquivando sus garras y le da de lleno con una patada al rostro haciendo que tambalease. Seguidamente lanza su daga contra él. —¡Ugh! — dice tocándose un costado. Veo que se retira la daga de la cadera. No puedo creer lo ágil que es. Vuelve a lanzarle a Ciro que esta vez lo esquiva saliéndose de la trayectoria. Ace lo azota contra el muro para después cubrirlo por completo, drenando su energía. Las paredes de hormigón se desfiguran tomando forma de martillos. Se endurecen y empiezan a apalear al domo. Los barrotes del calabozo quedaron deformados y deshechos en el suelo y el temor de que esta penitenciaria colapse va aumentando cada vez más. Mierda mi brazo se está haciendo insoportable. Ace se posiciona para recibir a Chester. Me mira de reojo preocupado y no puedo ni sonreírle. —¡Señor Faber! — Elijah intenta ponerse de pie y grita lanzando dos dagas hacia él para que las recoja. Veo que Chester quiebra el domo mostrándose cabreado. Me busca entre el caos que ha hecho en el lugar y me encuentra. Me fulmina con la mirada. —¿Tú conociste a Monet? — gruñe mientras aquellos martillos van apuntando hacia nosotros. ¿Él conoce a Monet? —Eso que le acababas de decir era su forma de manipular la fruta. ¿Cómo lo supiste? —¿Y tú quién eres? ¿De dónde conoces a Monet? —inquiero. Se pasa la mano por la boca para limpiarse mejor la sangre mientras sopesa. —¿Trabajas para Doflamingo? — pruebo. Se rió seco. —¿O Kaido? Abruptamente el ambiente se vuelve tenso y asfixiante. Ace traga con dificultad mientras me observa de reojo. Solo sabía que Kaido tenía que ver con el negocio de las smiles con Doflamingo, nada más. Recoge la manga de la chaqueta negra que lleva puesta y enseña su muñeca. La cara sonriente con la línea cruzada en diagonal es inconfundible. —No me juntes con ese bastardo. —volvió a ocultarlo con su manga. —Ahora dime, ¿cómo sabes lo de Monet? —Tengo un informante en la tripulación de los Sombreros de Paja. — digo tratando de zafar rápido. —Entonces sabes quién fue quién la mató. Caesar Clown. No iba a creerlo si lo dijera. —Responde. — presionó. Hasta aquí la conversación. —Monet era tan brillante y hermosa, no merecía morir sola en ese desolado lugar. Todo por culpa de ese medico pirata. —Trafalgar no tuvo la culpa. —Si la tuvo. —Caesar Clown fue quien la mató. —¿Caesar? ¿Dices que fue Caesar? —perdió la compostura. —¡Tonterías! ¡Fue Trafalgar D. Law! ¡Ese maldito malagradecido! Ace cubre las superficies de hormigón próximas a nosotros con varias capaz de nieve. Del muro libre por parte de Chester genera y sale disparado una púa de cemento que vuela y roza su mejilla. Veo que esquiva las siguientes con mucha destreza. —¡Se dedicó a proteger a ese desequilibrado! ¿Cómo se atrevería...? No tenía idea de cómo eran las cosas en realidad. Era inútil hablar con él. Me pesa el pecho. Duele como condenado. Me duele más ser tan inútil en esta situación. Teniendo que ver desde una esquina de esta pocilga a mi esposo jugándose la vida. Esto es un desastre. ¿Cómo podría tener ventaja en esta ciudad llena de hormigón? Debe haber una manera y este maldito brazo de mierda no me deja pensar. Si tan solo pudiera salir de este cuerpo y hacer algo. Ace evita unas cuantas puas pero algunas terminan clavándose en él o cortándole. Se le está haciendo dificil moverse debido al hormigón húmedo en sus pies. Un momento. Observo a Chester manipular el hormigón y me recuerda a... —¡Ace! ¡Sal afuera! ¡No le des tiempo a que se endurezca! —¿Qué? — se acerca a él intentando golpearle las cortillas pero Chester genera varias capas de hormigón que amortiguaron todo el golpe. —¡Cubrelo de nieve! Frunció el ceño un momento procesándolo. Chester volteó a verme furioso. ¡Bingo! No puede solidificarse si se mantiene húmedo. Por eso no puede volver a utilizar el hormigón en el suelo, tiene exceso de agua. Ace necesita que su nieve se derrita para debilitarlo. —¡Que no te engañe! ¡Es del tipo paramecia! Tiene el mismo uso que la fruta Mochi Mochi. Es una paramecia especial. Extiende su mano obligando al hormigón tomar forma para dirigirlo hacia a mí pero Ace se convierte en nieve propagándose para llegar a defenderme. Lo cubre de nieve antes que se solidifique disminuyendo su efectividad y lo destruye por completo al revestir su puño de armadura y golpearlo. Gira a comprobar como estoy. —Tenemos que llevarla al hospital. Urgente. — le dice de prisa Eugene. El techo tiembla por lo que Ace me sujeta de la cadera. Su mano está helada. —Cúbrelo de nieve ligeramente y deja que el sol lo derrita, varias veces. Creará fisuras y debilitará el hormigón. —Tengo que sacarte de aquí. — reza y no sé si me acaba de escuchar. — Mírate estás temblando. —¡Ace! ¡Un poco de ayuda! — grita Faber. Elijah lo está asistiendo. —Maldición — masculla y antes de que, por obra de Chester el techo colapse, nos encierra dentro de su domo junto a Ciro. —¡No te servirá el mismo truco por segunda vez! — grita Chester afuera. El domo tiembla por los impactos que hace contra él. —¡Idiotas! — grita Ciro al momento en que sujeta a Faber de la pierna y lo levanta. —¡Me están subestimando! Incrusta sus dientes y mi mente se pone en blanco. Elijah le lanza una daga que la detiene con sus garras en pleno vuelo y arroja a Faber contra él. —Regrésanos la fruta de Monet. ¡Es nuestra! —Estoy harto. Ace se aleja de mi unos cuantos pasos y se convierte en nieve, rodeándolo y levantándolo. La ventisca hace que mis huesos rotos rocen entre sí haciéndome castañear de la impresión y del frío. Lo veo formar su silueta sobre él cubriendo su cuello con lo que parecía ser la extensión de sus manos. Ciro comenzó a ahogarse. Lo estaba ahorcando. —No saldrás libre de esta. — gimió y sus ojos se volvieron blancos. ¿No lo va a matar verdad? Lo soltó. Deshizo la nieve y bajó junto con él. Se acercó a mí mientras la nieve se deshacía en sus manos mostrando ambas llaves, la de Noel y la mía. —No lo mataste ¿verdad? — me estremezco del dolor. Ingresa la llave dentro de mis esposas y la abre. Puedo sentir que vuelven mis fuerzas. Las pone a un lado. —Vete y llévate a Faber. —Yo estoy bien. — dice recostándose por la pared. Se saca la remera que tiene puesta para cubrirse la herida.— Sólo dame unos minutos. —Yo me quedaré con usted. — Elijah se arrastra hacia Ace. Le extiende la mano para recibir la otra llave.—No pienso abandonarles. Ace lo mira un segundo y luego a mí. Su rostro lo dice todo. Le entrega la llave a Eugene. —¿Cómo puede encontrar a alguien que la ayude? —Si vas a mi oficina, al salir busca la segunda puerta a la derecha. Es la oficina de Owi, al verte se encargará de todo. —Lo siento. Me besa la frente y luego los labios. —Nos veremos luego mi amor. Tú sólo concentrate en recuperarte. —Te amo. Me sonríe con dulzura. — Te amo más. — se dirige a Eugene. — Te la encargo. —Por supuesto. Déjamelo a mi. Estas son mis batallas. Me besa la cabeza y se aleja. —Y gracias por el consejo. Lo utilizaré. Asiento y me guardo esta imagen de él en mi corazón. —Cuando de la señal, corran al hospital. No quiero molestias aquí. —Voltea hacia Eugene. —Y tengan cuidado al regresar. Ella asiente y se acerca a Noel para liberarlo. —Elijah. —¿Sí? Le sujeto de la mano y saltamos al la oficina de Eugene en el hospital. Gracias a Dios no hay nadie o iba a tener que volver a saltar en algún otro punto de este lugar. Ellie. —¿Qué? — tartamudeó. — ¿Qué carajos? —Ve por Owi. Ya escuchaste a Eugene. —Pero— —Elijah, te lo ruego. No aguanto más. Siento angustiarlo pero estoy a punto de perder la cabeza. El tan solo moverme un poco puedo percibir lo que pasa ahí dentro. —¡Volveré enseguida! — no entiende por qué no lo suelto hasta que todo vuelve a color. Luego se escabulle por el pasillo. . . . Ace respiró profundamente al verla desaparecer. Ahora iba a poder combatir tranquilo. Lo haría pagar por cada lágrima de su mujer, por la sangre derramada de su amigo y por cada golpe recibido por los pobres chicos. La nieve se extendió por todo el lugar mientras el domo comenzaba a derrumbarse debido a los golpes que Chester estaba realizando. —Esta señal es para ustedes también. — dijo sorprendiendo a Eugene. — Protejan a Aloise y quizás considere que uses mi nombre en privado. —¿Señor Alec? —No es nada. Prepárense. La abertura del domo en la parte superior causó un dominó que resquebrajó el fuerte haciéndolo caer. Parte de la penitenciaría había colapsado y quedaron descubiertos por los ciudadanos que observaban absortos el alboroto. —¡Ahora! . . . —¡Conseguiré que me deje llamarlo! — gritó Trevor jalando a Zena atravesando la zona pura hacia el hospital. —¿No deberías guardar silencio? ¡Nos van a encontrar! —¡Mientras nos insonorices y yo escuche no pasará nada! — se detuvo a percibir su alrededor. — Oh, Lady Serain está a unos tres bloques. —giró para ver a su amigo. —¿Qué deberíamos hacer? —Eh...¿Evitarla? Obviamente. —Hmm, no lo creo. ¡Ah! ¡Ya sé! ¿Se te antoja una carrera? . . . —¡¿Qué está haciendo doctora?! ¡Hay que ir al hospital! La vio dirigirse a una lavandería que se encontraba cerca e ingresar adentro. La siguió y se adentró también. —¿Un Den Den Mushi doctora? Claro que sí. No se preocupe. — dice un señor viejo desapareciendo dentro de su local. —No tenemos tiempo para esto. — le urge Noel ansioso. Sabía que era urgente ir al hospital junto a Aloise como había dicho... ¿Ace? ¿Alec? Ya no importaba. Sin embargo era importante pedir refuerzos de su lado. —¿Se encuentran ustedes bien? — preguntó quien parecía ser la esposa del señor que regresaba con el característico caracol. —Aquí tiene doctora. —Gracias. Marcó el numero que tenía memorizado por tantos años de trabajo comunicándose por proyectos, renovaciones o extensiones para mejorar su maravillosa isla que, a pesar de lo problemática que podría ser, se esforzaba en ofrecer bienestar y longevidad. Su padre cruzó por su mente cerrándole la garganta. No quería hacer esto pero había ido demasiado lejos. A veces tenemos que poner a nuestros padres en su lugar ¿no? Cerró los ojos con pena al recordar su propias palabras. No esperó jamás llegar a este punto. —Oficina del gobernador, buenas tardes. ¿En que le puedo ayudar?
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