“Caos”
11 de septiembre de 2025, 21:59
—Bien por ti.— dice observando cómo los demás se alejaban de ellos. Su mujer no estaba. Advirtió las esposas de ella en el suelo.—Veo que tu mujer ha vuelto a desaparecer.
—Deberías preocuparte más por ti que por ella.
—¿Qué clase de fruta posee? ¿Es una logia?
Ace no dijo nada. Sus ojos se desviaron a la gente tras él que no parecían ser conscientes del peligro. Algunos centinelas que acudieron al lugar estaban inmóviles ante el espectáculo.
—Ciro había dicho que desapareció frente a él. — dice hablando para sí. Buscando pistas en el rostro de Ace. —¿Será posible que pueda teletransportarse?
—Me gustaría terminar con esto lo más rápido posible. Como sabes no la puedo dejar esperando. — volteó hacia los centinelas. — ¡Busquen refugio lejos de aquí!¡La barrida llegará en cuestión de minutos!
—¡No se involucren! ¡Este combate es mío! — gritó Chester a los centinelas.
Creó una tormenta de nieve ocasionando que la gente huyera a buscar cobijo. Chester rió con sorna al entender la intención.
—No actúas para nada como un pirata. — se preparó para atacar.
—¿Quién dijo que era pirata?
—Por favor. Es notable que te has removido tatuajes. ¿Abandonaste tu barco?
—Eso no te concierne.
—Yo decido si me concierne o no.
Ace le alzó la cejas y demostró estar disgustado para lo siguiente —Y tú...¿Doflamingo?
Chester lo miró molesto. —¿Qué con eso?
—¿Qué hace uno de los suyos aquí?
—Ja, estamos en todas partes. Podrán haberlo capturado, pero muchos seguimos siendo fieles a él.
—¿Es la fidelidad la que te trajo a esta isla?
—Quería recuperar la fruta antes que ese anciano se haga con ella. No esperaba que fuera otro el que se lo comiera.
—Me lo merezco luego de que el tomase la mía.
—¿La tuya? —Chester lo miró extrañado. — ¿De qué fruta hablas?
—Espero se pudra en su celda. — evadió la pregunta.
—Sigue soñando.
Chester generó hormigón a su lado, recogiendo las varillas de las casas cercanas. Ace se preparó para su ataque.
—Puede que no pueda llevarme la fruta de Monet, sin embargo puedo llevarme la de tu esposa.
—Ahora eres tú el que está soñando.
Formando una columna, se lo lanzó preparando las varillas en la punta. Ace lo esquivó y cubrió de nieve haciendo que la mezcla pierda consistencia y caiga.
—Lento.
Volteó rápido para atrás y se encontró con otra estructura semejante ya solidificada, atravesándole el hombro izquierdo. Tomó las varillas tratando de detener que le arranque el brazo.
Recordó las palabras de Aloise y volvió a cubrirlo de nieve, luego lo dejo derretir. Lo repitió veloz varias veces hasta que el hormigón perdió la resistencia y lo rompió. Chester chasqueó la lengua ante ello.
—Debes admitir que mi mujer es una genio. —se desincrustó la varilla del brazo con dolor.
—No te confíes tanto pirata. —Su pie fue cubierto con nieve que lo dejó sujeto al suelo. —¿Qué? —Sintió su energía siendo drenada. — Maldita rata.
Cuando transformó su pierna en hormigón fresco para zafarse, Ace aprovechó encestándole un puño con Haki en la mandíbula. En reacción Chester se lo devolvió en la quijada.
—Imbécil. — gruñó Ace pateándolo con el pie cubierto de nieve lanzándolo lejos contra la pared.
Sintió cómo se le desprendía el hombro cuando Ciro clavó sus colmillos por completo en él. Lo tomó del cuello con la mano derecha haciendo que la nieve se deslice por su cabeza e ingrese a su boca. El frío lo sofocó y aturdió rápidamente lo que hizo que lo soltara y él lo sujetara del cuello para golpearlo contra el suelo dejándolo inconsciente. Ace cubrió su herida con nieve para apaciguarse el dolor.
Chester se puso de pie a duras penas fulminándolo con la mirada. —Vamos a terminar con esto.
Manipuló las casas haciéndolas temblar y derrumbarse. Trituró los pedazos e incrementó la mezcla para aumentar su tamaño, elevandose del suelo. Ace retrocedió para tener una mejor vista e idear un plan. El tiempo estaba corriendo y era posible que ya se acercara la hora de la barrida. Esperaba que Aloise estuviera segura.
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—¿Doctora? — la vio colgar el Den Den Mushi. — ¿Que acaba de hacer?
—Lo que tenía que hacer. Vámonos, debo encargarme yo misma de la cirugía de Aloise.
—Sí señora.
Escucharon un estruendo tan fuerte fuera del local que se tiraron al suelo para cubrirse.
—¿Qué ha sido eso? — dijo la dueña.
—Tienen que despejar la zona. ¡Vayan hacia el centro de la isla!
Saliendo del local observaron a lo lejos a la gigante figura de hormigón y a Ace por instantes. Los centinelas del gobernador deberían de llegar en cualquier momento y, esperaba que con sus instrucciones, lograran ayudarlo...
Un momento... ¿Qué hora era?
—¿Qué hora es? — volteó hacia la pareja.
—Pues... — observó el reloj que poseía en su mesita de entrada. — son las cuatro y treinta y dos.
—Tenemos veintiocho minutos para llegar al hospital. Hay que correr Noel.
El chico asintió. Arrugó el ceño.
—¿Escucha eso?
—¿Qué?
—Creo que...
Observaron por todos lados tratando de encontrar lo que sea que Noel escuchara.
—¡...Esperen! — logró entender.
—¿Ese es...?
A lo lejos identificó la silueta: era Trevor, y lo seguía Zena. El alivio desvaneció la tensión casi inmediatamente.
—¡¿Dónde mierda han estado?! — grita y luego ve la tercera figura pisándoles los talones. —¿Lady Serain?
—¿De verdad es ella? — la doctora no veía de lejos. — Tenemos chance de ayudar a Ace con ella aquí.
—Parece ser... que huyen de ella.
—¡Ustedes dos!
Trevor saludó desde lejos con la manos mientras seguía corriendo sonriendo. —¡Doctora Eugene!
Finalmente Lady Seiran se percató de la existencia de aquellos dos, aminorando el paso. Una explosión, la sacudida del terrero y la figura quedando a la vista luego de la caida de varias casas hizo que se detuviera por completo.
—Eugene... Noel. ¿Qué es todo eso? — se acercó a observar las heridas del chico. — ¿Quién te hizo daño?
—Chester y Ciro. ¡Son piratas de Doflamingo!
—Seiran, necesito tu ayuda.
Explicó rápidamente lo que había sucedido dejando sorprendidos a los tres. Zena deseó tener una fruta curativa para poder sanar a sus amigos que lo había defendido hasta el final y que creyeron en su honestidad. Trevor, en cambio, deseó ser descuartizado por Samerah en ese mismo instante por haber causado todo este alboroto y haber herido a tantas personas. El señor Ace tenía razón, si la situación hubiera sido peor quién sabe qué hubiera pasado con ellos.
Le debía una disculpa a todos.
—Fuimos ordenados a entregar a Trevor y Zena si los encontrábamos así que los perseguí hasta aquí. No puedo creer lo que ha pasado. — Negó con la cabeza. — Siento mucho lo de tu padre.
—Quiero culpar a la vejez de que esté actuando así.
—Por más que quiera ayudar a tu amigo, lo ideal sería en este tipo de situación que permanezca con ustedes. Van a ser detenidos y encerrados si no. Los escoltaré al hospital.
—Pero el señor Alec—
—No te preocupes Zena. — lo tranquilizó Noel. — El señor Alec es increíble, vencerá a Chester muy pronto. Entrenamos con él, sabemos de lo que es capaz.
—Sí pero...
—Si te preocupa lo del robo — añadió Trevor. — ya se lo he aclarado. No dudó un segundo de ti.
—Tenemos que cumplir nuestra promesa con él. Debemos proteger y tratar a Aloise ahora.
—Tiene razón la doctora. — Noel lo sujeta del brazo arrastrándolo. — Vámonos.
Observó a su padre sin dejar de correr cubrir su brazo de nieve y lanzarlo a Chester. Éste retrocedió unos pasos ante el impacto y trató de agarrar a Alec en vano, pues él era mucho más rápido para evadirlo.
¿Nieve...?
—¿Le diste la fruta a mi padre? — acusó a Trevor.
—¿Tu qué?
—La fruta del intendente. Se la diste.
—Ah, la fruta. En realidad él se la comió solo. Fue sorprendente, sabía cómo manipularla al instante. Bueno, eso es obvio considerando quién es.
—¿Quién es?
Trevor le sonrío de lado. —Lo sabrás cuando termine todo. Pista: es hijo de un gran pirata.
Seiran levantó la ceja de la curiosidad mientras oía la conversación. Volteó hacia su amiga. —¿Tú tienes alguna idea de quién es?
Oh por la Gran Samerah.
Entonces sí podía ser Portgas D. Ace.
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El brazo de hormigón cayó gracias a su ataque dejando a Chester indefenso por la izquierda. Saltó hacia él en un intento de separarlo del cuerpo grisáceo pero Chester aprovechó para expulsar calor de la pasta obligando a que Ace lo congelara y endureciera, tirandolo al piso.
Rodó sobre si mismo para evitar el siguiente ataque y se alejó lo suficiente para observar a su enemigo. Estaba funcionando, pero necesitaba usar su fruta excesivamente para poder superar la proporción agua-cemento para inutilizar sus ataques.
—¿Qué? ¿Ya te cansaste?
Ace rió ante su provocación. Se llevó la mano a la cadera tratando de parar el sangrado. Era su momento de darlo todo, con esto debía acabarlo.
Juntó sus manos hacia el frente y respiró hondo. Buscando estabilidad en su posición separó las piernas y acumuló su energía en sus manos.
A Chester lo inundó un mal presentimiento.
Antes que pudiera detenerlo, Ace utilizó todo su poder para cubrirlo de nieve capa por capa, una más sólida que la otra.
—¡Detente! — dijo en vano. Ace dedicó todo su esfuerzo en inmovilizarlo por completo. Chester hizo el intento de separarse de su creación antes que sea tarde, logrando lanzándose fuera y arremeter contra el suelo.
Ace se detuvo en ese momento exhausto observándolo. Le alegraba saber que no era el único en la misma condición. Chester se puso a duras penas de pie, limpiándose la sangre del rostro para acercarse al pirata.
Amagó un golpe al rostro de Ace, siendo realmente su objetivo sus costillas dejándolo sin aire y doblado. Ace lo tomó de la cintura y con una pierna golpeándolo y haciendo palanca lo hizo caer para atrás.
El golpe en la cabeza lo mareó unos segundos. ¿Quién era este pirata? ¿Por qué era tan poderoso? No debió asimilar la fruta tan rápido.¿Cómo nunca oyó de él? Tenía una alta resistencia al igual que él y mucho ingenio. En su mareo y en la tarea del pirata de sujetarlo, divisó los puntos de intento de desvanecer viejos tatuajes y recordó algo.
—Esto ha terminado Chester, has perdido.
Keon.
"—...No es posible, pero tiene un gran parecido al pirata Portgas D. Ace."
Y cuando estaba por defenderse del golpe final identifica finalmente a su contrario.
—¿Portgas D. Ace?
Ace se detuvo antes de estamparlo. Chester lo observaba como si la misma Parca estuviera sobre él.
—¿Eres tú?
No respondió a la pregunta y a Chester le penetró un frío gélido que no venían de las manos de la leyenda frente a él. Venían de sus ojos.
Ahora tenía sentido lo de la fruta y su reclamo por la Mera Mera.
Sentía la completa apatía de él, cosa que antes no estaba presente.
—Imposible.
Va a matarme.
Tragó aterrorizado. Escuchó a su lado algo siendo arrastrado y era el cuerpo de Ciro acercándose a ellos. La nieve levantó un objeto que luego de enfocar su vista pudo ver de qué se trataba.
Eran las esposas de piedra marina.
—Por lo que veo, nos queda poco tiempo antes de la ultima barrida de la tarde. — sintió su cuerpo levantarse y las muñecas siendo acercadas detrás de su espalda. —Iba a entregarte a las autoridades locales pero no me fío de ellos ni de ti. No creo que mantengas la boca cerrada.
Entonces sí es él.
—¿Cómo...? — murmuró para sí.
—Verás, soy un tipo muy rencoroso. Me es muy difícil superar el hecho que le rompiste el brazo a mi esposa mientras estaba tan indefensa. Se atrevieron a intentar secuestrarla y para colmo la hicieron utilizar su poder varias veces, costándole o hasta probablemente acortándole la vida. Y eso yo no me lo tomo a la ligera.
Click. Le había puesto las esposas. Su energía bajó vertiginosamente ante eso.
—Así que haremos esto. — Ace levantó muros de nieve en la calle que se encontraban, bloqueando callejones y las casas armando un pasillo helado extenso de unos kilometros hacia el mar. ¿Aún tenía el poder de hacer eso?— Como mi esposa se vio obligada a saltar en la barrida para deshacerse de uno de los suyos, también tendrás ese final... pero con una oportunidad. — Ace le levantó, lo puso de pie y se colocó tras de él. — Intenta llegar al puerto y esconderte antes de que Samerah acabe contigo.
No lo iba a lograr. Sus piernas se encontraban temblando ya por el hecho de estar de pie, había utilizado todo de él para el combate.
Las alarmas comenzaron a sonar. Ace le dio unas palmaditas en su espalda.
—Corre.
Luego de cerrar tras él el corredor de la muerte, Ace despegó hacia el hospital.