“Orden”
11 de septiembre de 2025, 21:59
Sentía los párpados pesados pero me obligué a abrirlos. Estaba en una habitación que no conocía con luces blancas intensas que me cegaban.
¿Qué pasó? ¿Ya salí de la cirugía?
Giro la cabeza y veo a una enfermera ajustando mi brazo correctamente. Se queda quieta al darse cuenta de que la estoy observando.
—Buen día señorita Aloise. ¿Cómo se siente?
Trago saliva mientras busco mi voz en algún rincón de mi cuerpo. —Bien. Siento un poco el brazo tenso.
—Ah, eso es debido a que manipularon tu brazo por la cirugía. Tuvieron que tocar tus músculos y pues... —cerré los ojos por el cansancio.— Tienes puesto titanio, te haz conseguido once clavos.
No pude asimilar nada de lo que dijo.
—¿Es así?
—Así es.
—¿Cuanto tiempo me dormí?
—Su cirugía comenzó a las cuatro y cuarto de la tarde y terminó a las nueve y media de la noche. La doctora Eugene indicó que la dejáramos descansar.
—Mi marido...
—El señor Alec se encuentra en otra habitación estable. —Estable. —Sólo que ahora mismo debe permanecer en cama.
—¿Puedo ir a verlo?
—Sí, dentro de unas horas podremos liberarla para visitas.
—De acuerdo.
—Informaré que se ha despertado.
—Sí.
Suspiré. Tenía el brazo duro sujeto a un cabestrillo.
Jamás me había roto nada en todos estos años y era la primera vez que me pasaba algo así lo que me hace pensar en el dolor que habrá sentido Ace al ser atravesado. Trago al hacerme una idea.
¿Qué habrá sucedido en todo el tiempo que estuve dormida? Todo indica que Ace logró vencer a Chester. Sonrío.
Ace.
Mi esposo es increíble.
La puerta se abre con bruteza y lo veo a él de pie. Observa atentamente cada parte de mi cuerpo y yo hago lo mismo. Tiene también el brazo en un cabestrillo, pero veo que la herida es en el hombro. Tiene un montón de vendas y apósitos que le cubren cuello y partes del torso. Todo indica que uno de sus ojos está dejando atrás el rojo y que le cuesta mucho parpadear.
—¡Señor Alec! ¡Debería estar haciendo reposo ahora mismo!
—¿Qué tan consciente está?
—Está un poco adormilada pero...
—Hola cariño. — le sonrío.
—¡No debería moverse mucho señor!
Se acerca a mi cama lentamente y con la mano libre me acomoda el cabello que tengo cerca del rostro. Me toca con tanta delicadeza que es como una caricia—¿Te duele algo?
Florece una sonrisa. —No. ¿A ti te duele algo?
—Ya no. — dice y deja su mano sobre mi muñeca, acariciandola. — Ahora que te vi ya no.
Está tomándome el pulso.
La doctora Eugene aparece corriendo por la puerta. —Es usted un inconsciente. Le dije que la iba a ver en unas horas, que lo traeríamos junto a ella. Se le abrirá la herida.
—Estaré bien. — dice restándole importancia. Voltea hacia mi. — ¿Puedo acostarme contigo?
—No vamos a caber.
—Claro que lo haremos. — voltea hacia la enfermera y Eugene. — ¿Pueden hacerme espacio?
—No puedo creerlo. — dice ella y autoriza a la enfermera.
—Tú la derecha y yo la izquierda. — dice riendo de nuestras desgracias. — Esto no nos impedirá dormir juntos.
—¿También tuviste una cirugía?
—No, no fue necesario.
Ayudan a Ace a ubicarse al lado mío con cuidado y cada vez me siento más sobria, aún así es sorprendente como mis párpados se cierran. Siento un poco más de hambre también.
Me toma de la mano y entrelaza nuestros dedos, lo que aviva mis ganas de estar más cerca suyo. Sólo consigo reposar mi cabeza por la suya.
—Al menos ya estará quieto. — declara Eugene. — Tengo mucho que atender si necesitan algo aprieten el botón que les dejará el enfermero entre ustedes.
Poniendo todo en condiciones, todos se retiran de la habitación. La respiración de Ace hace que me sienta mucho más relajada.
—¿Qué paso de Elijah y Noel?
—Ellos están bien. Trevor y Zena están a salvo.
Gracias a Dios.
—¿Y Faber?
—Con Ellie. Los dos también están bien. Faber no tiene heridas severas.
—Me alegro.
Tenerlo aquí a mi lado se sentía el lugar más seguro del mundo. Lo había extrañado tanto en tan poco tiempo. Habían pasado tantas cosas, lo del centinela que quiso aprovecharse de mí y dejé morir en la barrida, el intendente apresándome con los demás, el abuso de Chester y Ciro... inhalé profundo. Las caricias de Ace hacían que poco a poco se sintieran lejanas y como un sueño, aunque el hecho de tener el brazo roto me volvía a la realidad.
—¿Qué pasó de Chester?
—Descubrió quién era yo.
Lo mató.
—Ya veo.
Por la periferia veo que gira a observarme, no le digo nada. Sus labios hacen cosquillas a mi oreja.
—¿Fuiste tú lo del centinela en la barrida?
Así que se enteró.
—Sí.
—Siento que tuvieras que hacer eso.
—No tuve otra opción Ace.
Me besa la cien. —Fuiste muy valiente. Estoy orgulloso de ti.
Le sonreí enternecida, me calmaba la ansiedad y apagaba la voz interna que me juzgaba con crueldad.
—Te amo. — le digo y se me queda viendo. —Gracias por existir. No sé qué haría en este mundo sin ti.
—Yo también te amo. Eres lo más importante en mi vida. —juega con mi nariz con la suya. —Gracias a ti puedo pensar en mi futuro, y verte allí en él me hace feliz.
—¿Sí? — me sentía adormilada.
—Sí.
Le sonreí. Me estaba ganando el sueño.
—¿Quieres descansar?
—Sí.
—Duerme.
—Te amo Ace.
—Yo también te amo.
.
.
.
—Ni se le ocurra.
Escucho los latidos de Ace mientras abro los ojos. Ahora sí me siento más lúcida.
—¿Ace?
Baja la cabeza y no puedo evitar sonreírle al verlo recibirme con unos ojos llenos de amor.
—¿Cómo te sientes?
—Mucho mejor. — Aunque aún lo sentía tensionado. Me besa la frente. — ¿Qué...?
Veo al doctor Craus observándonos y me quedo helada.
—Hola señorita, me alegra que haya despertado. —Ay no. Ace suspira tratando de calmarse. —¿Verdad que no tiene problema de que le revise el brazo?
—¿Dónde está la doctora?
Por la periferia veo movimiento y me giro, sorprendiéndome al ver a Elijah de pie al lado de nuestra cama.
—¿Elijah? — estaba vendado, con el rostro morado y ropa de hospital. Tenía los hombros caídos. Me dieron ganas de llorar.
—Hola Aloise-san.
Aunque quisiera acercarme y tocarlo para chequearlo no podría, no solo porque justo está en el lado que tengo el brazo roto sino que también me da miedo que le cause dolor.
—¿Te sientes mejor?
—Estoy medicado.
Toma para el dolor. Apreté la mano de Ace en respuesta.
—Fuiste muy valiente allí. Estoy muy orgullosa de ti.
—No pude hacer nada. No pude ayudarte en nada.
—No podías. No hubo manera. —le sepulto sus remordimientos. —Que te hayas plantado a ellos me dio coraje a mi también.
—Lo siento Alec. — dice avergonzado y se me cerró la garganta.
Ace me acarició dando círculos con su pulgar, luego dio un apretón y me soltó. —Ven aquí. — le señaló su lado de la cama.
Preparado para ser regañado y con la pena a punto de desbordarse de sus ojos se acercó a él. Alec se enderezó y se sentó en la cama haciendo que Elijah se parara frente a él.
—Usted no se mueva. — dice molesto clavándole los ojos al doctor Craus que había hecho un amago de acercarse. Elijah se sobresaltó pero no dijo nada.
La mano de Ace cayó sobre su cabeza. —Aguantaste bien. No tienes porqué avergonzarte de mí, estoy orgulloso de ti por proteger a tus amigos y por dar todo lo que en este momento puedes dar. — Elijah soltó una lágrima. Se limpió la nariz con cuidado. — No te martirices, aún estás aprendiendo y estoy seguro que serás un gran centinela. Pongo mis manos en el fuego... Ah, no, bueno en la nieve por ti. —Elijah se rió corto y asintió. — Eres un gran chico Elijah, serás un gran hombre.
Asintió otra vez y las lágrimas no pudieron evitar escapar. Se acercó a Ace y en su hombro bueno reposó su cabeza y estalló en llanto, dejando a mi marido inmóvil. Acaricié su espalda para despertarlo, logrando que sobara la cabeza y espalda del chico. Veo la mano de Elijah sujetarse con una fuerza exagerada al cuerpo de Ace y me invade un sentimiento de soledad.
¿Elijah también vería a Ace como una figura importante como la de un padre así como lo hace Zena?
—Necesito verte el brazo. —Ace voltea a verlo indiferente. — ¡No podría hacerle nada en ese estado! — se defiende.
Ace le achina los ojos y luego busca mi opinión. Le asiento. Señala con irritación con la cabeza para que se acerque.
—Dios, qué carácter.
—¿Qué pasó de la doctora Eugene?
Suspira cansado. — Ah, está de reunión con el gobernador. Pobrecilla que tiene que lidiar con las consecuencias de su padre.
—Pero—
—No te preocupes. En comparación a su padre, todos aquí en la ciudad la adoran y conocen. Es muy probable que lo sustituya por el momento. — hago una mueca de dolor al sentirlo mover mi brazo. — Hasta el presidente está de acuerdo.
—¿Presidente?
Me miró curioso. —Sí, el presidente de la isla.
—¿Esto no es un reino?
Se rió. —Lo que preguntas ahora. Dime que tal te sientes.
—No puedo moverlo mucho.
Asintió. — Dentro de una semana volverás y te quitaremos las grapas. Luego te recomendaré un fisioterapeuta del hospital, probablemente te tome un mes o dos de acuerdo de como vaya avanzando.
—Se lo agradezco.
—Esto probablemente te deje una cicatriz. Decidimos engraparte para que no sea tan notable.
Suspiré. Es lo que menos me importa la verdad. —No hay problema con ello.
—Tienes tu primera cicatriz. —me sonríe. — Una prueba de que sobreviviste a la locura de este mundo. —Ace bufó. — Bueno, hablaré con los de afuera para que los liberen—
—¿Mi esposo se encuentra bien?
Lo mira unos segundos y luego vuelve a mí. —No tienes que preocuparte por él. La mordida de Ciro en el hombro... — vi por el rabillo del ojo a Ace negándole con la cabeza. — bueno...
Volteé para fulminarlo con la mirada. —¿No vas a dejar que me lo diga? ¿En serio?
—Se me desprendió el brazo. No es la gran cosa. Me tomará como cuatro semanas recuperarme. Eres tú la que se llevó la peor parte.
Miro a Elijah que escucha atento nuestra conversación. Podré tener un brazo roto pero él es el que está más apaleado. Lo veo coincidir con Ace. Ah, estos chicos.
El señor Craus se sale de la habitación dejándonos solos y poco después escuchamos unos golpes en la puerta. Al hacerlos pasar veo a Zena y a Noel de pie en el umbral, y atrás de ellos está el chico que debe ser Trevor.
—Escuchamos que ya pueden recibir visitas. — explica Noel apuntando al chico.
—¡Zena! — extiendo la mano para que se acerque. ¡Está bien! Qué alivio.
—Hola Aloise-san. — dice y me toma la mano. Mira mi brazo triste.
—¡Lo siento! — grita Trevor antes que pudiera hablar. Se inclina frente a nosotros.—¡Perdónenme por lo que he hecho! ¡Sé que he hecho mal y por mi culpa fueron arrastrados a este problema! Siento muchísimo que se haya roto un brazo señorita. No, no sólo usted sino también el señor Alec. —tragó nervioso. — Y mis amigos. Y los daños de la isla. Lo siento. De verdad lo siento.
Está temblando. No debería de estar cargando con todo el peso.
—Yo no te culpo de nada. — dice Noel. — Fui yo que con mis palabras cabreé tanto a Chester que rompió el brazo de Aloise-san. Tú no tienes nada que ver.
Elijah se encogió de hombros. —Como si fuera la primera vez que me encargo de sus tonterías. — declaró restándole importancia.
—Si vamos al caso — también entra en la conversación. — fui yo quien destruyó parte de la ciudad. — sonríe.
—Todos estamos aquí y todos estamos bien. —la calidez de los presentes me envuelve. — Menos mal nada pasó a mayores.
Nos miró a cada uno como si acabáramos de rechazar su disculpa. —Si yo no hubiera robado al intendente y a ustedes nada de esto hubiera pasado pero lo hice y todo eso desencadenó que ocurriera esto.
—Escucha—
—Le he roto un brazo señorita. — dice y su labio inferior le tiembla al exponerlo. — Mire lo que le he hecho. Y yo, yo creía que eran... —pestañea varias veces y se le caen unas lagrimas. — Yo no sabía. Pude haberla matado. A usted, o a el señor Alec, o a mis amigos. O pudo haber una consecuencia grave... — conecta sus ojos con los míos. — por mi culpa usted a Keon...
Mi cuerpo pierde ante la gravedad, lo siento todo pesado y puedo percibirme a mi misma respirando. Preferiría que me empalen una lanza al pecho que sentir este dolor de vacío.
—Era un pirata de Doflamingo. —espeta Ace. — Estaban infiltrados en la isla para robarse la fruta Yuki Yuki. Aún si no la hubieras robado, quién sabe qué consecuencias vendrían después. Son piratas y ponen su vida en riesgo como cualquier otro. Era ella o Keon, ¿y quién crees que merecía vivir?
—Toda persona merece vivir. — le respondo automáticamente encogiendo a Trevor en el proceso.
Me mira unos segundos en silencio. Sabe que no me estoy refiriendo a Keon.
Sino a él.
—Lo siento. — dice poco después. — De todas maneras, es algo que no podemos cambiar. Ya está hecho. Es una carga que mi esposa deberá llevar y todo esto es una carga que tú también deberás llevar. Todos tenemos nuestras propias cargas y con ellas seguimos avanzando. Aprendiendo de ellas y mejorando como personas. Sólo no vuelvas a robar ni a causar otro tipo de problemas ¿de acuerdo?
Asintió nervioso y luego miró a Zena. —Perdóname Zena por robarle a tus papás e involucrarte en mi metida de pata.
Zena suspiró y se rascó la nuca nervioso. —Te perdono. Si mis papás están bien con todo esto yo también.
—¿Tus papás eh? — le bromeó Elijah.
—Cállate. Me dijo Trevor que le lloraste al señor Alec en el pecho.
—¿Qué?
—Ya, ya no peleen. — dijo Noel interviniendo.
Me reí de que el ambiente se volvió más ligero. La mano de Ace llegó a la mía.
—¿Qué te parece empezar con dos adolescentes?
No podía estar sugiriendo lo que creo que está sugiriendo.
—¿Estás hablando en serio?
—Cien por ciento serio.
—Pero ¿acaso no es peligroso—
—No somos piratas. Somos navegantes. Viajeros nada más. No habrá nada de peligro ¿cierto?
¿Ace?
Me sonríe mientras se pone de pie para separar la posible pelea a punto de formarse.