“Simpleza”
11 de septiembre de 2025, 21:16
—¿Has visto a Gojo?
—Debería llamarlo Satoru Akari-san o puede romperle el corazón.
Akari se cruzó de brazos ante la declaración de Itadori. ¿Dónde se había metido? Estos días andaba más ocupado de lo normal y, siendo honesta, quería hablar con él al menos un momento.
—¡Ah! ¡Megumi! ¿Haz visto a Gojo-sensei? —saludó a su amigo pelinegro que se acercaba a ellos.
—Está conversando con Mei Mei hacia el jardín principal — dijo llevando una mano a su cintura—. Todo parece que le encargará una de sus misiones.
—Discúlpenme chicos.
Se dirigió para allá y los observó hablando ambos inmersos completamente. Podía percibir que era un tema bastante serio para ambos.
—Buenas tardes.
Ambos voltearon a verla. Mei Mei sujetó su flequillo trenzado para observarla mejor y sonrió —Buenas tardes Akari-san. Es lindo verte, me has mejorado el día.
Poco había conversado con Mei Mei en su corta estadía de dos meses en Jujutsu pero podía decir que confiaba plenamente en ella. Por alguna razón que se le escapaba le caía bien a Mei Mei y, por cómo veía la sociedad hechicera, era un caso extremadamente único. Tenía una personalidad un tanto excéntrica sin embargo a Akari no le incomodaba mucho.
—¿Ya se conocen? — habló Gojo intrigado.
—En una de mis reuniones con Yaga. — respondió ella soltando su flequillo dejándolo caer sobre su rostro.—Continuando, ¿lo harás por transferencia?
—Así es, durante la tarde te lo enviaré.
—Genial, nos vemos. —Volteó a Akari— Reunámonos pronto, quiero hablar contigo sobre algo.
¿Cómo? Akari la miró confundida. ¿De qué querría hablar con ella?
—Esa reunión podría ser un tanto peligrosa. —divertido, Gojo se inclinó frente a Akari interponiéndose entre ellas observando a Mei Mei.
—No me digas que experimentas celos ahora, Gojo Satoru.
Bufó. No sabía de qué asunto Mei Mei hablaba y eso lo ponía nervioso aunque no tuviera nada que ver con él.
—Será una salida informal. Eres demasiado sobre protector, no te preocupes. Adiós a ambos. —Se despidió y caminó con dirección a la salida del colegio.
Más tarde hablaría con ella sobre Akari —¿Estabas buscándome?
—¿Le preguntaste sobre el incidente?
—¿Por qué lo dices?
—Mei Mei pudo haberme ofrecido sus servicios de información.
—No me sorprende, lo hace todo por... — terminó haciéndole el gesto de dinero.
—A mi me los dará gratis.
—¡¿Qué?!
—A cambio de la información que yo le de. Me parece justo.
—¿Qué información podrías tu tener?
—Las leyendas en mi poder tienen muchas habilidades Satoru — le guiñó el ojo.
—Ahora tiene sentido, están cortadas por el mismo cuchillo. ¡Auch!
Akari le encestó un golpe en el brazo lo cual volvió a llamarle la atención.
—¿Por qué desactivas tu infinito?
—¿Hay alguna amenaza cerca? — dijo simulando observar con atención a su alrededor —Sólo veo a una cachorrita molesta.
—Una cachorrita que podría hincarte los dientes.
—Ah, la idea me tienta.
Volvió a darle otro golpe y a ella le sorprendió que su rostro no se deformara por su sonrisa. Le puso los ojos en blanco y empezó a caminar por el jardín.
—¿Me dices cachorrita por el mito de Luis?
Gojo se lo pensó un momento —La verdad que no lo había pensado mucho al decírtelo.
Le era muy difícil dejar pasar el enfrentamiento entre Luis y Satoru. Quería hacerle preguntas pero no estaba segura si obtendría respuestas de él. Quizás podría preguntárselo a Luis después.
—¿Y luego? ¿Qué te dijo Mei Mei?
—No hay nada claro sobre el incidente. Al parecer no fueron esos viejos verdes.
¿Viejos verdes? —¿Crees que hay alguien en desacuerdo con que sea extranjera?
—Es una posibilidad, lastimosamente algunos hechiceros son recelosos con su trabajo. Pueden creer que vienes a robárselos.
O algunos brujos que intentan probarla.
—Qué tontería, si hasta hay escasez de hechiceros en Japón.
—Como en América del Sur.
Akari guardó silencio. Gojo se detuvo.
—Yo también puedo comprar información — dijo él con su típica sonrisa arrogante. Maldita sea Mei Mei.
—De acuerdo. — se rindió ante él — Quizás omití algunas cosas sobre mi país. Obviamente hay hechiceros que rondan al igual que yo por las noches pero yo no los he visto. Cuando llegaba tarde a los sitios sólo veía rastros de energía maldita, así que no estoy muy segura. Te había dicho que no sabía si habían más y aunque hubieran aún así preferí hacer las cosas sola.
—Pero conoces a personas que tienen energía maldita.
—Sí, pero a los que conozco no ejercen en las noches y para ellos es como tabú. No hablan sobre ello. Satoru entiende que soy un bicho raro, la oveja negra, como quieras llamarlo en mi país. Aquí por primera vez no me siento juzgada y, aunque haya escasez de hechiceros allá, sé que soy egoísta buscando mi propia felicidad—Akari observó a su alrededor y suspiró.
—Pues... me alegro que te sientas a gusto aquí. No tienes que ocultarme nada, no voy a juzgarte por ello. Burlarme sí, pero juzgarte nunca.
Akari rió —Está bien, lo tendré en cuenta.
Al escucharla reír se sintió más ligero. Quizás podría recuperar el tiempo perdido de estos días si aprovechaba ahora para invitarla a salir.
—¿Quieres acompañarme a mi departamento un momento?
Akari recogió su alma antes que se le escapara—No creo que esa sea un buena idea...
Gojo la miró confundido con una brutal fingida inocencia —¿Por qué sería mala idea que me acompañaras a recoger una cosa?
Era un maldito hijo de —En serio, te detesto Gojo Satoru.
Este estalló a carcajadas mientras la empujaba hacia su pecho.
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—Adelante, puedes pasar. ¿Quieres un poco de agua?
Esto era muy, muy mala idea. Akari se adentró en el departamento. Observó que era más simple de lo que esperaba, no tenía muchos muebles y parecía que no pasaba tiempo por ahí. Verlo doblar una camiseta que se encontraba tendida sobre el sofá hizo que su corazón se estrujara de la ansiedad.
Maldita sea, quién lo mandaba a ser tan atractivo.
—¿No tienes tu propia habitación en Jujutsu?
—Sí, pero a veces quiero un poco de privacidad. Aquí entrené a Yuji lo básico sobre hechicería mientras lo ocultaba. Es el único que conoce el lugar además de ti. Mira, este muchacho dejó su camiseta.
—¿Y por qué me lo enseñas?
—¿La camiseta?
—No, Satoru. El departamento.
No había una razón en específico, se sentía bien incluir a alguien más en sus asuntos. La vio esperar su respuesta.
Quizás el hecho de que fuera una persona totalmente ajena al sistema y jerarquía Jujutsu la hacía fidedigna. Sentía el mismo presentimiento de Yuji en ella.
—¿Cuál sería el problema? De todas maneras no sabes dónde exactamente queda porque te traje.
Tiene razón. Akari se encogió de hombros.
Aún así no era eso lo que realmente preguntaba.
—Me refiero a que por qué me dejas saber sobre esto.
Gojo se adentró a la habitación ignorándola. Ella resopló.
—Satoru.
Lo siguió hasta la habitación. Estaba buscando algo en los cajones de la mesita de luz cerca de la cama.
—¿Qué buscas?
—Unos lentes que había dejado.
—¿Es acaso el que se encuentra sobre la heladera?
Akari brincó al verlo girar y dirigirse hacia ella. Estaba demasiado consciente de él en este diminuto departamento del demonio.
—¿Estás bien? —dijo él deteniéndose a su lado inclinándose a ella.
—Sí, no hay problema.
—¿Nerviosa?
—Si no quieres que me vaya, mejor detente.
—A la orden. —fue hasta la heladera y tomó el objeto. —¡Aquí esta! Mi articulo más preciado.
—Pues por muy preciado que fuera no lo cuidas bien.
—No es cuestión de cuidarlo, sino apreciarlo en lo que se puede.
Le pareció que hablaban ya de algo más. Lo escudriñó mientras se recostaba por el marco de la puerta de la habitación.
—Si no cuidas lo que aprecias, corres el riesgo de perderlo para siempre.
Satoru sonrió y se puso los lentes. Qué injusto que fuera ella la que lo dijera cuando él se encontraba indeciso de qué hacer con ella. ¿Qué es lo que dudaba tanto? Era el hechicero más poderoso, podría protegerla siempre y cuando no... Le extrañó la idea que se le cruzó de prohibirle trabajar como hechicera. ¿Sólo así se sentiría a salvo para tener alguna relación? ¿O le gustaría que sí participara como él en misiones? No estaba seguro.
De vuelta a la cara poker indescifrable. Podía ver cómo los engranajes de su cabeza se movían desde ahí.
—¿Vamos por algo de comer o beber? Yo invito —dijo poco después.
—¿No tienes misiones esta tarde?
—Mei Mei se ofreció a ayudarme — dijo haciéndole guiños.
—Eres un vago — le respondió bromeando. Supongo que luego de trabajar sin parar estos días él podía permitírselo.
Escucharon vibrar su celular y Satoru lo sacó de su bolsillo. Leyó el mensaje y lo cerró de vuelta.
Se quedó pensativo.
—¿Sucede algo?
¿La llevaba con él? No creía que hubiera problema. Además, sería bueno que se conozcan ya que le convendría como contacto.
—Un colega me escribió. Quiere hablar sobre uno de mis alumnos.
—Ah, entonces podríamos ver otra ocasión. — caminó hasta detenerse frente a él. Satoru admiró la sensualidad con la que se movía, impactado por sus ojos marrones —No hay problema con eso.
—¿Quieres ir conmigo?
—¿Qué?
—Te caerá bien Nanami.
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—Ella es Akari, viene de America del Sur y su técnica es la invocación de maldiciones. Tiene algunas aberraciones bajo su poder. Es de terror.
Akari lo miró estupefacta por cómo la había presentado al hombre frente a él. Lo vió colocarse mejor los lentes y se inclinó —Un gusto Akari-san. Me presento, soy Nanami Kento, hechicero de primer grado. Conozco a Gojo desde mis tiempos de estudiante de Jujutsu.
Ella reaccionó inclinandose de la misma manera. Aún no estaba acostumbrada a la cultura japonesa y pues, de todos los hechiceros con los que se había encontrado, ninguno era tan serio como él.
—Estoy a cargo de Itadori Yuji en estos momentos por eso he decidido comunicarme con Gojo para informarle sobre los avances que tengo con el chico.
—Comprendo.
—Supongo que estás familiarizada sobre el tema de Itadori —dijo bebiéndose la taza de café frente a él.
Miró de reojo a Gojo. Este se limpiaba el oído obviamente desconectado de la conversación.
—No, lastimosamente no lo estoy.
—Empecemos con lo básico. ¿Conoces al Rey de las Maldiciones? Ryomen Sukuna.
Negó. Nanami suspiró y miró con desaprobación a Gojo —¿En qué le has estado haciendo perder el tiempo?
Gojo sacó la lengua y murmuró un "culpable".
Nanami se tomó el tiempo de explicar todo lo que había ocurrido con Itadori, cómo llegó a él mediante Gojo y lo que significaba para el mundo de la hechicería este suceso.
Akari no supo qué decir al respeto. ¿El dulce Itadori con el que se cruzaba y saludaba todos los días sentenciado a muerte por contener a la maldición más poderosa y peligrosa para la humanidad? No podía ni imaginarlo. Volteó a ver a Gojo en confirmación y este estaba ocupado examinando que el sandwich frente a él esté bien tostado.
—Satoru ¿por qué no me dijiste nada de esto?
—Probablemente contaba con que te enterarías tarde o temprano.
—Cuando me enviaste ese mensaje supe que no podía haber mejor hechicero en explicarlo que tú Nanami.
Lo miró sin ninguna expresión en su rostro. Parecía acostumbrado a los disparates del personaje este. Akari dio un mordisco a su sandwich observándolos.
—Eso hace que volvamos al punto de la reunión. Itadori está adquiriendo habilidades de Sukuna, su cuerpo está asimilando su energía maldita sin perder su individualidad lo cual es interesante. Luego de perder a Junpei ha estado cabizbajo pero veo que le ha ayudado a madurar y respetar el mundo Jujutsu, tomándolo con más seriedad. —con suma elegancia, giró el café y se lo llevó a la boca— Aprende rápido y, por como van sus misiones, podría ser recomendado a una mayor categoría.
—Maravilloso — sonrió Gojo ante la declaración de Nanami. Sería bastante duro para los peces gordos tener que promover al recipiente de Sukuna pero no había por qué no.
Akari dio un respingo al verlo fijarse en ella —Akari-san, ¿de qué categoría es usted?
—Pues...
—Podría decirse que es de primer grado especial —respondió por ella Satoru.
—Ya veo. Por favor, no se deje influenciar por Gojo. No es un buen ejemplo de hechicero.
—¡Qué cruel!
—Bueno, estoy bastante ocupado así que debo retirarme. Le dejo mi contacto — le entregó una tarjeta — por si tenga alguna duda o necesite de mi. Un placer conocerla Akari-san.
—El placer es mío.
Se despidió de ambos y salió deprisa. Gojo siguió bebiendo su café como si nada.
—Eres el peor.
—¿Por qué? —dijo dándole un mordisco a su sandwich.
—Creo que aprendería más de aquí si hago como Itadori y me involucro con Nanami.
—No puedes.
Akari lo miró confusa —¿Por qué no?
—¿Perder la oportunidad que todos quieren de tener a Gojo Satoru como guía? —se aproximó a ella sobre la mesa —Cariño, quién pierde una oportunidad así.
Ella extendió su mano hacia él y lo golpeó en la frente con el dedo. —No parece mala idea ser la primera.
Tomó su mano en el aire y la acunó en las suyas —Quiero que entiendas que estoy pensando en qué haré contigo.
—¿Por qué crees tener alguna responsabilidad sobre mí? Puedo desenvolverme sola. — sostuvo una de sus manos mientras dejaba a ambas sobre la mesa. Él miró las manos juntas y luego a ella. — Pones demasiada presión sobre ti mismo.
Porque te quiero para mí. Sí, quizás estaba siendo un poco posesivo. Satoru acarició la palma de su mano agradeciéndola.
—¿Sabes qué significa lo que estás haciendo en mi país?
Satoru se congeló en su lugar —¿Hm? ¿Qué hice?
—Mejor no te lo digo. Como no me dijiste lo de Sukuna, esto me lo guardo — dijo recuperando su mano acercándola a su pecho simulando indignación.
—Espera un momento, ¿qué te hice?
—Nada, nada. — evitó mirarlo a los ojos.
—Akari.
—Termina tu sándwich Satoru.
De vuelta a su animada conversación, ambos terminaron poco después de comer y fueron tomándose su tiempo hasta llegar a Jujutsu. Por primera vez, Gojo Satoru no se sentía presionado por quién era frente a alguien y eso, para él, era refrescante.
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Aclaración:
Que acaricien la palma de la mano insinúa querer tener relaciones sexuales.