ID de la obra: 755

“Güarania” — Gojo Satoru

Het
NC-17
En progreso
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Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 59 páginas, 17.459 palabras, 7 capítulos
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“Galanteo”

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Se pasó la mano por el cabello esperando que abra la puerta. Los inquilinos lo miraron curiosos ya que ellos sabían de quién se trataba el departamento. Satoru se sintió un chiquillo de vuelta al sentirse tan vulnerable por sus sentimientos. Sí que eran unos entrometidos. Volvió a presionar el timbre. —¡Ya voy! Su corazón se detuvo al verla abrir la puerta. Oh mierda. Tragó nervioso, estaba preciosa. Su blusa de hombros al descubierto, vaqueros con cintura alta y unos tacones contrarrestaban a su imagen de hechicera que acostumbraba ver. El ligero maquillaje había logrado resaltar sus labios y ojos. —Lo siento Satoru, decidí cambiarme a último momento. —No hay problema —dijo recostándose por el marco de la puerta para admirarla. Bendita sea la tierra en que nació. —¿Necesitas algo antes de irnos? ¿Qué demonios iba a necesitar si la tenía a ella? —Podrías invitarme un poco de agua, venir aquí me dio sed —mintió. —Claro, pasa. Satoru ni se lo pensó dos veces para echarle una mirada por detrás mientras la seguía. Ya sabía que tenía un buen cuerpo pero... diablos, Akari estaba como quería. Antes de ser pillado observando su trasero volteó para otro lado. El apartamento era bastante sencillo y delicado, se podía notar que se había esforzado de darle calidez a su nuevo hogar. —¿Tienes algún lugar en mente para ir? — le preguntó Akari. —Pues eras tú la que iba a salir ya de paso ¿no? Voy dónde tu quieras. —dijo sentándose en una de las sillas de la mesada acomodándose para verla— Yo me siento premiado con que te hayas arreglado para mí. Akari se removió nerviosa. —¿Podrías no hacer eso? —¿Hacer qué? —Actuar así de galante. Me pones nerviosa. No esperaba que confesara eso —¿Te pongo nerviosa? —Gojo. —De acuerdo, lo siento. —se encontró a sí mismo sintiéndose vulnerable ante su molestia– Lo que quieras Akari, yo te sigo. —Eres un Don Juan. —murmuró en respuesta divertida. —¿Qué? —¿Qué pasó? —Dijiste algo en español. —¿Yo? Te lo imaginas. —No me imagino nada. ¿Qué dijiste? —¿Ya bebiste toda tu agua? —Akari. —¿Qué? Se la quedó viendo. Ya la vez pasada no le había dicho qué significaba lo de la mano. —Sólo dije que eres un Don Juan. No sé si entiendes el término. Que eres un player. Satoru alzó las cejas asombrado —¿Qué te hace creer que soy así? ¿Lo había herido? —Lo decía por la galantería nada más. —Pues no lo soy. —Te gusta la atención de las chicas. —puso ella los ojos en blanco— No mientas. —Sólo bromeo y es todo —espetó. Lo había herido. No esperaba que reaccionara así. —Lo siento Satoru si te herí, no era mi intención. —Cuando me lo propongo soy serio Akari. —E-Está bien. —tartamudeó— No dudo de eso. Satoru se la quedó mirando y Akari evitó hacer contacto. Simuló buscar un vaso para servirse un poco de agua para ignorarlo. Él suspiró y se acercó a ella, deteniéndose a su lado posando una mano sobre la mesada, obstaculizándole el paso —¿Vamos por las bebidas? La voz profunda de Satoru la hizo morderse el labio inferior sin querer y rápidamente disimuló ocultando sus labios. Maldición, era demasiado alto e intimidante, su virilidad la estaba afectando. —Sí, mejor vámonos — dijo arreglándose el cabello. ¿Cómo podría dejárselo más claro? Quería agarrarla, sacudirla y decirle "¡¿Qué no ves que me gustas?!" La tenía tan cerca, podía inclinarse y besarla de una vez. ¿Qué los detenía? Ambos ya eran adultos pero estaban actuando como dos de dieciséis. Akari sabía que si hacía contacto visual lo besaría y no lo sentía correcto. ¿No lo sentía correcto o estaba siendo cobarde? Pensándolo bien sí era cobarde. —Akari. Mierda. Al diablo. Akari levantó la vista y lo vió a centímetros de su rostro. Sus rasgos se habían suavizado mientras la miraba haciendo que en consecuencia el rostro de ella también, ambos tragaron sin disimulo observando los labios del otro. "—Por favor, no lo eche a perder." Como si le clavaran con una estaca en el corazón llegaron las palabras de Megumi a su cabeza. Tengo que hacerlo bien. Akari lo vio inclinarse más y sintió sus labios en su mejilla. Eso la desconcertó. —¿Satoru? —Me muero por unos tragos fríos —dijo él volviendo a su usual comportamiento alejándose de ella. Akari se lo quedó mirando sin poder comprender por qué no lo hizo. Ella sí quería ¿entonces por qué huyó? ¿Acaso no le gustaba? Satoru podía leer por su rostro fácilmente lo que estaba pensando —Vamos a hacerlo bien. — comentó incomodo evitando mirarla. Esto de permitirse exponerse a sí mismo lo sobrepasaba. Se le iluminó el rostro. ¿Así que eso lo preocupaba? Sonrió conmovida y tomó su mano. —Satoru. —¿Qué? Lo jaló hacia ella y lo tomó del rostro. Satoru dejó que lo acercara y se estremeció al sentir sus labios de ella sobre su mejilla esta vez. Fue un gracias implícito al hecho de que se preocupara de que las cosas entre ellos funcionaran. Las manos de él cayeron sobre sus caderas sujetándola con fuerza mientras lo escuchaba inhalar. Sus ojos se encontraron poco después y Akari tuvo que poner todo de sí para no besarlo y respetar su decisión. Satoru tenía el pecho fundido en fuego. No había sentido tantas emociones en él durante toda su vida; por primera vez se encontraba relacionándose íntimamente con alguien y estaba recibiendo una muestra de cariño de una mujer que lo atraía con locura. ¿Podía darse el lujo de recibir un poco de afecto sin arrepentirse después? —Ahora sí podemos irnos — le sonrió Akari posando sus manos sobre su pecho. Pestañeó varias veces y tragó nervioso —Sí, así es. —y sintió su pecho estrujarse al sentir la mano de ella deslizarse por la suya. Definitivamente había estado solo demasiado tiempo para que algo tan sencillo lo afecte tanto pero ¿por qué lo afectaba diferente el hecho de que ella tuviera la iniciativa? No era la primera vez que se tomaban de la mano o que él la abrazara. Dios, se golpeó mentalmente por sentirse tan perturbado. —¿Que sucede Satoru? —No es nada. —dijo despejándose de sus pensamientos. Le sonrió con el corazón en la boca — Vamos. La siguió pensando si alguna vez había sentido algo por alguna mujer y recordándolo bien, no le había pasado. En la temporada de estudiante de Jujutsu no le había interesado nadie, quizás un poco Mei Mei pues era una mujer valiente y de increíble fortaleza pero su actitud lo había repelido casi al instante. Shoko ni Utahime lo habían atraído alguna vez ni eran su tipo y bueno, luego de eso se dedicó a las misiones de alto riesgo que ocuparon una gran parte de su tiempo entre otras grandes desgracias que le habían ocurrido después de desencadenarse lo de Riko y Suguru. Viéndola cerrar el departamento para irse llegó a la conclusión que fue en ese momento que había decidido distanciarse emocionalmente de todos, que la muerte era inevitable y que el dolor no penetrara sus barreras. Él tenía que pensar en él mismo. —Vamos. Él tenía que vérselas solo. Akari tomó su mano y lo jaló. Él era el hechicero más fuerte. Sólo él. Nadie más. Suguru se lo había dejado claro: nadie podría llegar ni a sus talones, pero... ¿Por qué aquello debía dejarlo solo en la oscuridad? ¿Por qué la fragilidad de la vida tendría que aislarlo de arriesgarse a involucrarse? ¿Por qué haber heredado la técnica y los ojos lo tendrían que condenar a vivir en el mundo de la hechicería como un rector sin posibilidades de elección para sí mismo? Quería ser egoísta, quería la libertad de decidir por él sin la presión de ser el equilibrio en el mundo de la hechicería. Maldición, estaba pensando demasiado. ¿De quién necesitaba aprobación más que de sí mismo? Si quería a Akari en su vida, la tendría. Sonrió. La mujer a su lado no tenía ni la más pálida idea de los profundos pensamientos y dilemas que Satoru estaba sufriendo. ¿A dónde podrían ir? Realmente no había pensado bien sobre qué harían y había sido sólo un impulso el invitarlo. La mano de su acompañante era enorme junto a la de ella lo que la hacía sentir segura pero de todas maneras los vecinos y sus miradas la intimidaban, aunque no podía esperar menos de Satoru. Caminaron sin rumbo hacia la ciudad apreciando la tranquila noche que caía sobre ellos. Su departamento se encontraba no muy apartado de la zona céntrica de Tokio, así que iban mirando al pasar lugares que fueran de agrado para ambos. —¿Qué te gustaría hacer? —Pues pensaba que podríamos ir a un bar o algún club nocturno. ¿Qué te apetece a ti? —Pues un bar me suena mejor. —Satoru volvió a mirarla de pies a cabeza —Ya que no tienes un lugar claro al cual ir, ¿qué tal si vamos a uno de mis lugares favoritos? Lo miró curiosa —¿Donde sería eso? —No es tan lejos de aquí. —Pues vamos, me interesa. Satoru la atrajo a su pecho, pasando sus brazos por sus hombros y cadera, mientras que por el rabillo del ojo advirtió que los estaban observando desde la cima de un edificio próximo. Levantó la cabeza en dirección a ellos y sintió poco después que se desvanecían. Con un beso en la mejilla, la trasladó a Kioto. Se encontraban en una terraza disfrutando la vista con música agradable siendo el objetivo de los cotilleos por las personas del lugar. Akari se permitió beber tranquila por primera vez y se sentía relajada, parecía que el local ya conocía a Satoru. Ambos recostados por la barandilla con los brazos posados contemplaban la vida nocturna de las calles con sus atractivas luces. —¿Te gusta? —La vista es preciosa. Satoru orgulloso se llevó su copa de vino a la boca. —Gracias por traerme. —Íbamos a salir a beber juntos ¿no? No hay por qué decir gracias. Ya habían pasado seis meses de haber llegado a Jujutsu y podía asegurar que habían pasado muchas cosas en muy poco tiempo. Satoru era una de ellas, observó su silueta mientras él observaba la ciudad y le sorprendió el hecho de que lo hubiera conocido y que estuvieran compartiendo un momento juntos. ¿Cómo todo acabó así? Era muy complicado de procesar. —Aún no puedo creer todo lo que me está sucediendo. Satoru la miró extrañado —¿Por qué lo dices? —Pues he sufrido muchos cambios en tan pocos meses pero me siento bien, me alegra haberlo hecho. —¿Cómo fue para que vinieras a Japón? —Un día me llegó un correo ofreciéndome venir a trabajar aquí. Me pareció sospechoso así que me contacté con un personal de la comunidad de Jujutsu y él me confirmó que me habían aceptado para venir. Hable con mis familiares y estuvieron de acuerdo siempre y cuando visitaba de vuelta o ellos venían. —Tienes coraje para abandonar tu país. —No lo llamaría abandonar, aún no sé si me quedaré. Y cuando dijo eso se arrepintió, observo al albino despreocupado llevándose de vuelta la copa a la boca. A él no le podía importar menos pues quizás si se esforzaba podría visitarla, estaba seguro que unas cuantas paradas y ya llegaba a Latinoamérica. Sólo era cuestión de hacerlo una vez e ir adaptándose para trasladarse a más distancia. Podría entretenerse con ello. Era el mejor del mundo, lo lograría. —¿Extrañas a tu país? —Aún no, me siento bien aquí. La nostalgia aún no ha hecho de las suyas. —Hmm. —Aunque la comida de mi país no se compara con la de ustedes. —¿Ah sí? ¿Tan buena es? —No tienes idea. —Para mi que sólo es favoritismo a tu tierra. —¡Ja! Satoru le sonrió —No hay comida más deliciosa que la japonesa. —Puedo refutar aquello. —En tu país sólo han de comer hamburguesas. —Eso es en America del Norte. —¿Pero comen hamburguesas verdad? —¿Tú también? —Está prohibida en mi dieta. ¿Qué? Se estaba burlando de ella —Me ofreciste ir por una cajita feliz. —¿Pero fuimos? No, fuimos a un restaurante. Achinó los ojos por no creérselo —Pero tu querías la cajita. —Akari, por favor, ya somos adultos. Se rió de él y se apartó de la barandilla —Voy a ir por mi bebida ya que soy una adulta. —Te acompaño. Sintió la mano de Satoru en su espalda mientras se hacían camino en el local tan concurrido. La mano de Satoru bajó a su cadera y la atrajo hacia él para evitar que chocara con un hombre que no parecía consciente de la gente a su alrededor. —Gracias —volteó a agradecérselo y él sonrió y le guiñó un ojo. Llegaron junto al bartender y ella realizó su pedido, mientras Satoru escudriñaba la habitación. Todo parecía normal, eran las mismas personas con las que él compartía cuando venía. —Es raro ver a Satoru tan atento con una dama. —comentó el bartender llamando su atención. —Supongo que me gané el premio grande. —Te lo aseguro. —A que no he traído a otras mujeres antes — le sonrió complice al hombre. —No, pero sí ha coqueteado con quienes estaban aquí —respondió el otro divertido. —Oye no le mientas, te va a creer. —Ya lo creo —confirmó Akari. Chistó haciendo que ambos rieran de él. Satoru la volvió a acercar a su pecho y su brazo rodeó su cintura. Siempre hacía eso cuando estaba con ella, la tenía como resguardada del mundo y le parecía tierno. —A ese hombre no lo he visto antes. Ambos giraron hacia donde el bartender observaba y vieron a un muchacho precioso rubio con cabellos largos de ojos azules con estilo desarreglado sentarse en una mesa con señoritas. Akari rezongó lo cual extrañó a Satoru, ese sujeto poseía una alta energía maldita, no, estaba hecho de energía maldita. —¿Ese es...? —Sí —suspiró Akari, separándose de Satoru tomo asiento en uno de los taburetes— es Jasy. —¿Cómo? —le iba a costar pronunciarlo. Al albino le sorprendió cómo la gente lo saludaba y le ofrecían sus bebidas, otras personas se acercaban para sacarse una foto con él. —¿Es uno de tus mitos? —Sí, así es. —se llevó una mano a la frente— Me había olvidado del alcohol. —¿Le gusta beber? —Le encanta. Él y un hermano suyo. ¡Jasy! El hombre rubio la observó indiferente desde la mesa donde se encontraba sentado. Su belleza lo inquietó un poco pero se recordó que era un ser creado por energía maldita. Los ojos del rubio cayeron sobre él y lo vió sonreír arrogante, poco después suspiró y se despidió de aquella mesa para acercarse a ellos. Emanaba gracia y seducción en cada movimiento que realizaba. —Hola Akari, tan bella como siempre. —Hola Jasy, te presento a Gojo Satoru. Giró lentamente hacia él —Un placer. Mi nombre es Jasy Jateré, pero Jasy está bien. —Un gusto. —Veo que estás acompañando a Akari, espero la estés cuidando. —Por supuesto, no te preocupes. Este le sonrió en respuesta. Akari se cruzó de brazos —¿En qué habíamos quedado? —No nos diste la ofrenda esta semana. —respondió sereno. —Sólo me he retrasado un día Jasy. —Pombero ya se lo ha bebido todo y, bueno, percibí el olor a la bebida y decidí salir un momento. —Eres consciente de nuestro contrato, no tengo que repetírtelo ¿verdad? —Por supuesto que no mi querida. Como ves, sólo estoy conversando y pasando un buen rato. No lo rompería por nada en el mundo, me encanta estar pegado a ti. A Satoru todo esto no le hacia chiste. —Mantente donde pueda verte. —Sabes que eso haré, no voy a ninguna parte si tú no estás. —Volteó hacia Satoru divertido—Teme que me rapte a las personas de aquí lo cual es imposible si me lo tiene prohibido. —Tenga, éste es el limite de lo que puede beber. — le pasó un fardo de billetes al bartender. Akari le señaló con el dedo—. Termina esto y regresas, ¿de acuerdo? —A la orden mi señora. Nos vemos oportunamente Satoru. —y se dirigió a sentarse en la misma mesa donde se encontraba antes. —¿Todo ese dinero en bebidas? —Va a terminárselo en veinte minutos — replicó sujetando su vaso para tomárselo. Satoru volteó y observó como pasaba sus brazos por los hombros de las mujeres que se encontraban con él, todas ellas embelesadas por su belleza. —¿Y qué tiene de especial este muchacho? —Bueno, es especial de muchas maneras. Como puedes ver una de ellas es la seducción, tiene una fijación por mujeres y niños. Le hirvió la sangre. Después de tanto tiempo estar de pie, se sentó en el taburete su lado y llevó su bebida a la boca, encontrándola vacía. —Bajaste la guardia. Se la tomó antes de irse. Imposible. —Creo que me cae mejor Luis. Akari estalló a carcajadas. —¿Pueden invocarse sin tu permiso? —Sí, pero siempre deben estar bajo mi vista si es así. Tienen la libertad de participar del mundo con esa condición y además que no pueden matar a nadie que yo no ordene. Aunque dependiendo del mito hay más condiciones. Como por ejemplo, Jasy tiene prohibido intimar. Pensó Akari. —¿Y por qué les ofreces ofrenda? —Es para protección y para estar en buenos términos con él y Pombero. —¿Pombero como es? —Es invisible, solo yo puedo verlo. Akari sí que tenía una técnica problemática con tantas condiciones y contratos. No parecía fácil lidiar con la personalidad de este individuo llamado Jasy y la de Luis y ni que decir qué otro ser más tenía controlado esta mujer. Pidió beber más mientras analizaba este hecho. —¿Por qué no te protegieron el día del accidente? Ella se encogió de hombros —Supongo que no detectaron el peligro si tú estabas ahí. ¿Será probable eso? No le creyó en absoluto. No confiaba en ellos. Suspiró tratando de no molestarse por un comportamiento clásico de una maldición, podrían parecer humanos pero al fin y al cabo eran maldiciones. ¿Por qué se estaba estresando? ¿Jasy lo había molestado? —Ahora eres testigo de un Don Juan, allí está. Satoru rió —No puedo creer que me hayas asociado con él. —Tienes razón, capaz y me excedí. —No, te excediste. Claro que lo hiciste. — dijo jalando el taburete de ella hacia él. Akari posó su mano en su mejilla sonriéndole—Ya te dije que lo sentía. Ah, le encantaba esta proximidad. No era forzado, no era incómodo, y el tiempo fluía despacio, debía agradecer a Megumi por haberle aconsejado aquello. Estaba cuidando lo que apreciaba y, esperaba no perderlo por querer las cosas deprisa. Ahora ya se veía mejor, estaba más relajado. Akari se inclinó a besarlo en la mejilla logrando que él sujete su cabeza para prolongarlo. Cuando la soltó, se alejó lo suficiente para que sus narices rozaran y ella jugueteó su nariz con la suya dejando a Satoru embobado. —Voy un momento al baño, ¿me controlas al niño? —Claro que sí. La observó irse y aprovechó para respirar. Esta mujer lo iba a matar. Giró a ver a Jasy jugueteando con el cabello de una de las chicas que estaban con él, esta estaba peligrosamente cerca pero a el mito no parecía importarle. Satoru se preguntó si era debido a alguna condicion impuesta por Akari que lo llevara a no tener ninguna reacción ante aquellas mujeres. En eso una de ellas se acercó al rostro de él para besarlo, pero la mano de Jasy cayó sobre su cara alejándola. La chica no podía creer que tenía la cara cubierta y buscó la mirada del ángel frente a ella sólo para encontrarse con unos ojos fríos y mortales. Al verla estremecerse del terror Satoru se preparó para saltar al lugar sin embargo el silbido del hombre lo descolocó un momento. Mientras abandonaba la mano del rostro de la joven, Jasy mantenía un silbido constante y, para cuando terminó, la joven volvía a lanzarse a sus brazos. Jasy volteó a verlo y sonrió con suficiencia, Satoru dio un sorbo a su bebida ante sus ojos indiferente. ¿Tenía el silbido la capacidad de influir en la mente de otra persona? No, sólo parece haberla seducido otra vez. Quizás su silbido atraía a las personas hacia él. —He vuelto. —Regresaste rápido — dijo desconcertado. —Escuché el silbido de Jasy y vine a ver. ¿Qué pasó? —Alejó a una de ellas con su mano cuando estuvo a punto de besarlo, luego de eso silbó y la soltó. Ahora está como si no sucedió nada — explicó. —Ah, entonces está teniendo cuidado. Bien. —dijo volviendo a tomar asiento tranquila.— Tiene el poder de seducir con el silbido. Atrae a las personas con eso y luego las rapta. Un beso o lamida de él puede hacerte mudo, sordomudo o perder la cordura. Ah. Satoru se sintió mas aliviado de que era una posibilidad muy remota que haya besado a ese Dios Latino. Espera ¿Lamida? —¿Entonces nunca lo besaste? —¿Qué? No. Es imposible. —¿Y te lamió? Akari arrugó el rostro asqueada —Ugh, no. ¿Qué dices? Satoru quería hacer más preguntas para aclarar su mente pero estaba seguro de que Akari lo mataría. —¿Cómo conseguiste domar a estos sujetos? —Los engañé. Justo como lo estoy haciendo contigo. —respondió y le guiñó un ojo. -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- ¡Hola! Espero les guste el capítulo La imagen de Jasy Jatere es de un webtoon llamado "Cuando Jasy silva" aún no lo he leido todo pero la representación de Jasy es bellísima ¿Que tal les pareció? Espero sus comentarios!
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